Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cap. VIII Ganid

Esa misma noche, en mi cumpleaños número 23, ocurrió una de las pocas escenas donde Mariángeles conectó su alma con la mía. Arropándome con su calor amoroso. No estoy seguro de la clase de sentimiento, otorgado a través de su mirada. Fue una extraña mezcla de piedad, cariño, amor; un apreciable y sincero deseo de bienestar. Además de una visualización de mi persona. Fue como si me examinara. Chequeando mis huesos, mi piel; mi mente y corazón. Saber si me hacía daño o bien su presencia. Me intimidó esa mirada húmeda y vacía. Sentí como atravesó cada fibra de mi ser, explorando como si yo fuese un delicado tesoro, Amándome como a un chico indefenso. Talvez no pensaba nada en ese momento y todos los sentimientos que yo percibí provenían de mí mismo. Estremecido, mi espíritu, al ritmo de sus ojos hipnotizadores. Reconociendo por qué me había enamorado de ella ¿qué ser podría transmitir semejante calidez sin esfuerzo espiritual alguno? Nadie, ningún ser humano, me había hecho sentir tanto sólo con su presencia. Su parcial parálisis contrastaba con los intrínsecos actos que provocó en mí.
-¡No me mires así! -le dije, sin lograr evitar su mirada.
Ella se extrañó, volvió en sí y el hechizo se rompió con mis palabras.
-¿Así cómo? -preguntó, frunciendo su nívea frente.
Me había desarmado, no le podía contestar con la verdad y no había tiempo para reflexionar una respuesta coherente que satisficiese, de una manera correcta, su curiosidad.
-No sé -manifesté, sin saber que decir -como si yo fuera chiquillo abandonado -remaché de la forma más absurda e incomprensible.
María de los Ángeles echó a reír. Desestimó, gracias a Dios, las incoherencias que salían por mi boca, tomándolo todo como una broma de mi parte.
-Tú siempre con tus ocurrencias! -exclamó, dándome una palmadita en el hombro -¡Qué cosas dices!
Yo disimulé lo mejor que pude y le acompañé hasta su casa, dejándola en la puerta, igual que el día en que se fue.
Y ya que hablo de esas fechas, si alguna vez viví una navidad mala, horrible y negativa, esa fue la del 2049. Tres años después de la entrega de aquella tarjeta. Veía a todos muy alegres, contentos, haciendo preparativos, celebrando esto o aquello sin hacer reparos. En cambio, yo lo único que hacía era lamentarme de mi soledad y la perdida de mi querida Mariángeles. Ellos estaban felices porque éramos afortunados, nuestro pueblo había sido tocado por la infinita gracia de Dios al escoger a una local para la empresa ya antes mencionada. El público mundial ya tenía un conocimiento exacto de quien era la persona elegida, sus nombres, sus apellidos, dirección y todo lo demás. María de los Ángeles iba a ser el Primer Elevador Espiritual del planeta. Proliferando entonces los programas, artículos, Websites, libros, conferencias, canciones y toda clase de información sobre ella. Como dije, el Vaticano le beatificó de una forma inmediata. Reclamando su figura para sí, explotando la condición católica de mi amiga. Valencia, Venezuela, América, y el mundo se encontraban eufóricos. Era la mejor navidad imaginada, los conflictos disminuyeron de manera apreciable y aquel undécimo mandamiento de Jesús "Ama al prójimo como a ti mismo" se cumplía en buena parte del globo. Al igual que todos los diciembres.
Para mí eran pésimas Nunca he tenido pasión alguna por las fechas decembrinas. No me siento atraído hacia toda esa parafernalia blanca-verde-roja que persiste en el mundo entero. Si a esto le sumo la ausencia de Mariángeles, la gran cantidad de basura que corría por los medios de comunicación acerca de ella y sus virtudes. La increíble ignorancia desplegada, en todas esas referencias y entrevistas, el resultado era una gran rabia interna. Soy egoísta, lo sé, el mundo por fin daba muestras de despertar espiritual y yo me hallaba inconforme con ello. Me chocaba el montón de mentiras y exageraciones que se transmitían alegremente por los medios. Además, nunca me tomaron en cuenta. Cómo si yo no hubiera existido en la vida de Mariángeles. Me hacía sentir como un cero a la izquierda. Recordándome un hecho innegable, que a mí me costaba mucho aceptar o lo quería admitir: Hace mucho tiempo que yo no era parte de su vida; en realidad nunca llegué a serlo.
Porque nunca fui ni su novio, ni su pretendiente, ni su amante, ni su esposo. Nada, ella y yo nunca llegamos a nada, jamás le pregunté si deseaba ser mi novia, tampoco le presioné para que me amase o me dijera si me quería.
Yo tenía que aceptarlo, me gustara o no. Yo era su historia subterránea, aquellos hechos en blanco y negro, oscurecidos, que siempre fueron omitidos en sus biografías. No había nada de malo en lo ocurrido. Sólo fuimos dos almas errantes que coincidieron en circunstancias y experiencias negativas, buscando consuelo la una con la otra. Dos personas comunes y corrientes sobreviviendo la amargura, la soledad, el vacío, la locura, al desamor, en fin: a la vida misma.
Y es aquí donde yo me molesto. Fueron cosas normales, el pan nuestro de cada día en la sociedad moderna. Entonces ¿por qué avergonzarse de eso? Nadie es perfecto, ella tampoco era la excepción.
Para esos días me encontraban en una pasmosa expectativa adicional. Al señor Ganid le habían diagnosticado un tumor cerebral y al parecer, no soy muy versado en cuestiones médicas, era muy grave. Estaba proyectado practicarle una operación el día viernes 23 de diciembre, con la mágica esperanza de transmitir las buenas nuevas de su recuperación en la víspera de Navidad. El mundo, en general, desestimó el hecho, dando por descontado que Dios ayudaría a su amigo y que ocurriría algún tipo de milagro que lo salvaría. Claro, existíamos un puñado de personas que seguíamos el delicado asunto con un punto de vista menos fervoroso, esperando ver los resultados para luego cantar victoria. Nos llamaron fatalistas y pesimistas, faltos de fe, incrédulos, pájaros de mal agüero, etc. Adujeron que la ciencia médica había avanzado mucho y que no podría pasar nada malo; cosa muy cierta, pero el cerebro humano es un órgano demasiado complicado, susceptible a cualquier error, en extremo delicado. La extirpación de un tumor en dicha zona no era algo fácil, por más que pudiera parecerlo con las técnicas modernas. Todo dependía de una cantidad impresionante de factores, carentes de un absoluto control. Su vida pendía de un hilo tan delgado como las neuronas que había que salvar.
Ganid había hecho su última declaración en público el 4 de octubre, después de eso su voz y su imagen no volvió a resplandecer en las pantallas. Fue un discurso matizado por una tristeza disimulada, una ocasión de despedida, él lo sabía. Lleno de nostalgia recordó sus inicios en materia de enseñanza. Narró como un maestro de teología y filosofía en Salem (India) surgió desde esas cenizas espirituales hasta llegar a ser portavoz de un mensaje universal. Como su trabajo creció dentro de un país ajeno a su origen, traspasando las barreras de la cultura, la religión, obstáculos raciales y el aún latente nacionalismo de los Entes Federativos. No disipó las dudas sobre su propia identidad, sin llegar a insinuar pista alguna acerca de su patria materna. Lo único seguro es que no era hindú. Según algunos investigadores provenía de Afganistán o Irán. Otros aseguraban su tierra natal se encontraba al oeste de Anatolia, en un pueblito pequeño y sin nombre, ubicado entre las montañas de Armenia y Turquía. Existieron muchas teorías sobre ello, pero nunca se llegó a comprobar ninguna y él no la quiso divulgar.
Explicó, como aquel sencillo y tranquilo profesor se transformó en el Ganid que fue hasta esos momentos. La pasividad espiritual era una de sus características. Apegado a los rituales y ceremonias de la religión en la cual fue criado. No especificó cuál fue ese dogma. Comentó llevar una vida vacía, sólo ocupándose de los hechos comprobados, estudiados y oficiales de Dios Un Dios desconocido, misterioso, oculto, sin rostro, sin voz ni presencia física. Un Dios que castigaba o retribuía según fuera la ofensa o el agrado. Un Dios Creador Infinito que a la vez era un asesino justiciero. Eso era lo que él enseñaba, hechos teológicos infalibles. Un día ocurrió un acontecimiento curioso que le brindó el primer impulso de ir más allá de las hipótesis comprobables y aquellos libros ancestrales. Un suceso casi desapercibido, inesperado. Llevó su recortada versión de las cosas hacia visiones y reflexiones escondidas e ignoradas. Y fue un joven alumno quien le enseñó el camino al taciturno y amargado maestro. Con sus preguntas e inquietudes le recordó la misión primordial de su vida. En realidad, es la misión de cada uno de los seres que componen la heterogénea y dispersa raza humana: encontrar al Dios que todos llevamos dentro y llegar a ser uno con él. Día a día aquel rumor fue creciendo en su corazón hasta ocupar toda su vida; de una manera paulatina, sin que tuviese plena conciencia de ello. Se dejó abarcar por el calor que le ofrecía el conocimiento de su fuerza interior y la seguridad de estar construyendo un nuevo estatus de identidad cósmica para sí mismo. El bien y el mal dejaron de ser los mismos ante sus ojos. El amor a Dios y al prójimo lo fueron todo y él escogió seguir ese sendero trazado por el destino sin pensar en el final. Sólo visualizaba el trayecto y sus áreas circundantes. Ganid jamás pensó que, gracias aquel pequeño niño lisiado y tísico, llegaría a convertirse en un líder espiritual importante en el azaroso mundo donde residía. Mucho menos creyó que su potencial espiritual no había sido explotado y aún faltaban grandes cosas por aprender. Él descubrió lo que ya todos sabemos: Los Universos son fuente inagotable de sabiduría y felicidad, emanada: del Ser Supremo y el Paraíso.
Él se encontraba sólo en el mundo, su familia (esposa e hijos) había muerto hacía ya mucho tiempo y no se ocupó nunca de rehacer otra. Cómo dicen el dicho: "Los modos y caminos del Señor son extraños". A través de un jovenzuelo, recuperó la luz que había perdido y mucho más aún. Más allá de lo que él mismo hubiera imaginado. El niño no hizo ningún esfuerzo especial para doblegar su amargura, sólo su innata inocencia y su insaciable curiosidad tocaron las puertas de su conciencia espiritual. Fue el carácter disimulado y desapercibido del ataque lo que ayudó a quebrantar su sombría y derrotada actitud. Ya muchos habían mordido el polvo de su amargura, intentando conciliarlo consigo mismo, nada ni nadie funcionaba contra su férrea voluntad de hacerse daño, al contrario: él se encerraba más a su sufrimiento y en su egoísmo, sin permitir ayuda o consentir consejo alguno. Sólo la sabiduría y candidez de un chicuelo vencieron la cruel barrera erigida por los tristes vientos de la duda y el repudio.
Esa era su historia, parte de ella. Una historia que llegó a su fin dos días antes de la fecha pautada para su operación.
El día miércoles 21 de diciembre del 2049 a las 3:31 P.M. El señor Ganid dejaba de existir. Contaba la edad de 56 años, una muerte prematura, ciertamente, por todas las ideas y sentimientos que aún podía desarrollar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro