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cap II Profecía


Ahora debo hacer una breve pausa para referirme, con cierta profundidad, a la susodicha profecía. Vaticinio que apenas superaba una semana de edad, al momento del encuentro con Mariángeles. La nube de comentarios, críticas, apoyos, descreimientos levantados en su entorno era gigantesca.
No era para menos. La gran mayoría de lo que se conoce como Mundo Occidental estaba muy pendiente de Ganid y sus palabras. Cuando él hizo público ese mensaje todas las hambrientas miradas que le vigilaban devoraron con aturdimiento y perplejidad el pronóstico. Yo mismo no alcancé a ver las dimensiones del augurio sino después de unos minutos, pensé mucho en el asunto y no llegué a un dictamen concluyente al respecto.
No es algo fácil de explicar, en especial cuando tú mismo no lo comprendes a fondo y dada la naturaleza desusada del hecho. Estamos en el siglo XXI ¡Por amor a Dios! ¡Profecías a estas alturas de la historia! Parecía una broma de mal gusto más que un asunto espiritual. Era incompatible con cualquier idea al respecto que yo tuviese. Instante preciso en que las más ancianas profecías se desmoronaban en pedazos. Cayendo luego sobre las iglesias e instituciones que le habían dado vida o que de una u otra forma habían fomentado su existencia. Entre las más populares estaban: la gran tribulación, el Armagedón, apocalipsis, el fin del mundo, la tercera guerra mundial, el Hercobulus, etc.
Todos esos pronósticos habían caído o agonizaban en el lodo de su propia destrucción. Porque, de manera irónica, todos hablaban de destrucción y muerte, la sangre cubriría al planeta y el sufrimiento llegaría a sus límites extremos; sólo los elegidos se salvarían del fin último. Las fechas señaladas fueron pasando y los supuestos signos divinos se acumularon colectivamente en un montón de fenómenos naturales y sociopolíticos explicables y normales. Se apilonaron como una vulgar y silvestre lista de supermercado. Pestes, guerras, atrocidades, terremotos, huracanes, injusticia, hambrunas; en fin: todas esas cosas indeseables que han ocurrido con profusión a través de la historia humana. No era nada nuevo, quizás en menos medida que antes (por dar sólo un pequeño ejemplo: el barbarismo del medioevo, durante el Oscurantismo), sin embargo, las iglesias se fueron de compras con la fulana lista de señales apocalípticas y, sin medir las consecuencias, renovaron el, ya dos veces milenario, rumor acerca de la segunda venida del Cristo. Y por supuesto, Él, quien fue el hombre más noble y grande que haya pisado este desafortunado planeta, no podía regresar sino a sangre y fuego, con divina violencia y la espada asesina de la justicia. ¡Vana ilusión repleta de pesimismo y deseos negativos!
Aunque parezca difícil de creer esa era la esperanza de muchos, ver como El Hijo de Dios descendía de los Cielos para acabar con la inicua humanidad (al parecer el más grande error de su Padre, nuestro Padre, después de, claro está, la creación del libre albedrío en criaturas como Lucifer). Era el fin del sistema de cosas, como lo llamaba una de esas sectas; cosas y seres creados por el mismo Dios que ahora los obliteraba. Irónico, sarcástico e inútil. ¿No lo creen así?
Pues si ustedes no, yo si lo creo así; es absurdo.
Yo, no presté atención suficiente los momentos en que caducaron esas predicciones (o buena parte de ellas). Era muy niño aún y todos esos acontecimientos fueron absorbidos por mis propios problemas: una adolescencia reprimida y azarosa, un rendimiento irregular en mis estudios, el acné, las chicas, la separación de mis padres, etc. Como ven tenía mi mente juvenil demasiado atareada como para preocuparme por el desmoronamiento de tal o cual iglesia; junto con sus profecías y tradiciones. Yo de esos tiempos sólo puedo hablar, o repetir, lo que está escrito en la historia.
Pero, aunque importante pieza del todo que deseo relatar, eso es harina de otro costal y ya tendré tiempo después para explicarlo con más calma y detalle. Lo relevante ahora es describir la Profecía.
Según las palabras de Ganid la tierra se encontraba en una encrucijada crucial para el futuro desarrollo espiritual de la raza; por lo tanto, y dada la confusión religiosa reinante en el mundo (sobre todo en el mal llamado Hemisferio Occidental), era necesaria la capacitación de una serie de personas con la intención de que funcionaran como Elevadores Espirituales y Mensajeros de la Unidad Fraternal.
Hasta aquí todo bien, todo normal, no había que ser un genio en filosofía, sociología o teosofía para saber del caos en que se hallaban las diversas iglesias, sectas y divisiones que componían al moribundo cristianismo. Era del todo deseable la aparición de esas personas para intentar poner en orden las cosas y buscar ese horizonte luminoso lleno de felicidad y esperanza que el Hombre ha anhelado desde sus primeros pasos. Sin embargo, se lo ha negado en continuadas ocasiones; siempre. Esperando una ayuda supra humana que nunca llega. Las complicaciones de la profecía comenzaban en la capacitación y el descubrimiento de esas personas, las cuales se darían una por generación a nivel mundial. He aquí lo que expuso Ganid:

Primero:
El adiestramiento sería ejecutado por lo que él llamó "Preceptores del Orden Descendente". en la capacitación no participaría fuerza o conocimiento humano alguno; exceptuando los aportes propios de la persona seleccionada.

Segundo:
Las personas serían escogidas por los mismos Preceptores sin que se hicieran consultas, ni tomadas en cuenta dichas opiniones (si llegasen a existir tales opiniones), de las instituciones religiosas o no religiosas del planeta. El único juicio y manifestación que se tomaría a consideración eran los sentimientos y pareceres de la persona seleccionada.

Tercero:
Tales consultas a los seleccionados serán de carácter supra-personal y por ello no existiría, ni se permitirá, mediación alguna de terceros o instituciones humanas.

Cuarto:
Como el carácter de esta capacitación es en su mayoría súper-humana, se hacía necesaria la trascendencia de lo físico, incluyendo las barreras del tiempo y espacio a las cuales están sujetas determinadas criaturas materiales y no materiales, incluyendo por supuesto a los humanos en esa categoría. Conociéndose en los Universos como "Criaturas Evolutivas del Tiempo y el Espacio". Llevando, mediante técnicas no reveladas, al ser escogido hacia altos niveles de conciencia y espiritualidad, siendo luego, al término del adiestramiento, devueltas a sus facultades normales de todo ser humano: crecimiento, reproducción, envejecimiento, muerte, dolor, etc.

Quinto:
Lo descrito con anterioridad disminuirá en intensidad a medida que los niveles espirituales de la humanidad se eleven hasta sus límites (en los cuales no será indispensable ni necesaria la muerte material). Tales preparaciones no conllevarían la trascendencia de lo físico, ni del tiempo y el espacio, sino que se hará en situ y ante la presencia de todos sin afectar la cotidianeidad de la persona escogida.

Sexto: Estas personas no deben ser objeto de adoración alguna, ni deben confundirse con los "Maestros de las Eras de Luz" y mucho menos suponer en ellos poderes sobrenaturales de curación, clarividencia y/o longevidad. Sólo habría un ligero aumento en sus sentidos de comunicación y percepción, así como el de un mayor aprovechamiento de su capacidad cerebral pero no más allá de los limites humanos (es bueno recordar en este punto que el Hombre apenas hace uso de un 15% de su cerebro, quedando un porcentaje bastante amplio el cual expandir de manera progresiva a través de las generaciones sucesivas de Elevadores).

Séptimo:
No serán revelados los detalles de requisitos para la selección de estas personas, entre otras razones porque los motivos para unos y para otros serán de orden variable y no sujetos a una estandarización indeseable. La única norma o atributo sería la espiritualidad interna de la persona. Además, puntualizó que no se debía confundir religiosidad con espiritualidad. Se puede ser muy religioso sin que por eso se desarrolle un alto valor espiritual y caso contrario se puede llegar a ser una persona espiritual sin ser religioso.

Y no contento con todo lo anteriormente expuesto. Ganid manifestó que la primera persona ya había sido escogida y consultada. Quien, luego de un pequeño titubeo, había aceptado la empresa. Todavía no lo asimilaba. Sólo faltaba que tomara conciencia de su situación e hiciera caso a los murmullos internos de su corazón, razones ocultas que aún no habían sido descubiertas por la persona en cuestión. Sí, aun cuando parezca increíble, ella no se daba cuenta todavía de la aprobación de su misión.
Digo ella porque, entre otros detalles, Ganid anunció que la primera persona seleccionada era mujer y su nombre: María

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