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1. My prince consort

"La palabra prohibido” significa: en secreto y a escondidas es mejor."

[...]

Día 1: Amor Prohibido/Medieval(?

—Denle la bienvenida a la princesa Mai, primera en su nombre y heredera de nuestro hermoso reino.

Se escucharon los aplausos de la enorme multitud que se encontraba reunida en el palacio. La princesa se asomó por la parte superior de las escaleras con un enorme y muy hermosos vestido verde lleno de piedras preciosas en el corset, con su capa ondeando tras cada paso que daba y la brillante corona dorada que brillaba sobre su sedoso cabello rubio.

Al pie de las escaleras, Yoichi extendió su mano para ayudarla a bajar los últimos escalones, mostrando una sonrisa en sus labios y haciendo una pequeña inclinación en cuanto estuvo en su presencia. La princesa hizo lo propio, aceptando su manos y haciendo una muy ligera inclinación de cabeza antes de caminar en dirección a su padre quien estaba dando un discurso acerca de la nación, la unión de los reinos y el amor.

El de ojos azules suspiró manteniendo su postura firme y la sonrisa cortés en sus labios, mientras miraba a su futura esposa saludando a su pueblo.

Aunque, pronto será mi pueblo también.

Por algún motivo, ese pensamiento no logró ningún sentimiento de alegría en su interior, causándole más bien, cierta sensación de incomodidad. Isagi levantó la vista, las personas se reunían bajo el palco real donde sus gobernantes estaban dando el discurso, mirando a los reyes con ese sentido de pertenencia y admiración que es común hacia su alteza.

Isagi lo entendía, porque él también había llegado a sentirlo, pero no hacía Mai, y su padre. No, Yoichi sentía ese respeto y admiración hacia su alteza real Hyoma y su padre quienes habían mantenido a su pueblo siempre en abundancia y paz.

Todo el cariño y admiración que Isagi sentía estaba dirigida a sus reyes y a su reino, el cual lo vió nacer, y al cual le prometió fidelidad eterna. Razón por la cual se convirtió en alguien realmente cercano al príncipe aún cuando su puesto de Duque del reino no lo predisponía demasiado alto en el estandarte del rey, pero él estaba bien con eso. El título no era algo tan importante, y no era alguien codicioso, sintiendose satisfecho con la riqueza que tenía su familia, suficiente para mantenerse entre la alta sociedad, invitados a cada evento y celebración del palacio real.

¿Quién podría haber adivinado que ahora Isagi estaba a un par de semanas de convertirse en el príncipe consorte del reino vecino?

Suspiró, dando un paso al frente cuando el rey le hizo una señal para acercarse a su lado y jalonearlo de forma "amistosa" mientras daba su presentación a la multitud.

—... Les presento al prometido de nuestra princesa, Isagi Yoichi, Duque real de la Casa Saitama, mano derecha de la Corona y gran amigo del príncipe Hyoma, heredero de nuestro gran vecino y aliado de nación.

El público aplaudió en júbilo una vez más mientras que Isagi asintió en agradecimiento, alejándose de forma apresurada de las manos del rey que le apretaba los hombros de forma un tanto dolorosa.

—Ahora para dar inicio a este baile real, invito a nuestra princesa Mai y a su prometido a ser los primeros en la pista.

Isagi ofreció su mano en dirección a la rubia quien algo distraída aceptó el agarre, y ambos juntos caminaron al centro de la pista, donde la música empezó a sonar y ellos empezaron a moverse al compás de la melodía. Una de las manos del pelinegro abrazaba la fina cintura de la chica, mientras que la otra sujetaba con delicadeza la mano cubierta con la delgada tela blanca de los guantes, su prometida se movía con una elegancia digna de la realeza, aunque mientras que su boca mostraba una sonrisa perfecta, sus ojos carecían de cualquier mínimo brillo de amor, siendo inundados por una clara indiferencia de su parte.

Yoichi no se sentía ofendido ni dolido en lo más mínimo porque después de todo, tampoco es como que él haya elegido estar aquí.

Aunque su relación con el príncipe de su reino era muy buena y podían considerarse íntimos amigos, el trato que el padre de Hyoma tenía con él, era todo menos cortés. Siendo un gran Rey, pero alguien de carácter terco, fuerte e inamovible, cuyas decisiones no podían ser refutadas.

No era un dictador y dentro de todo, le permitía una enorme libertad que muchos otros reinos no disponían, pero dentro del palacio era un hombre complicado que rara vez escuchaba una voz que no fuese la suya. Tenía metido en su cabeza que la alianza con este reino sería increíblemente beneficiosa, y necesitaba a como diera lugar una unión.

El Rey de este reino estuvo de acuerdo, aunque pidió que desposen a su hija en matrimonio para así crear una alianza inquebrantable entre ambos reinos.

Hyoma se negó, alegando que la idea era una estupidez y una completa locura, pues aunque esté reino disponía de grandes riquezas, había tenido muchas disputas y problemas con otros reinos que habían acabado con sus alianzas anteriores, aún cuando nadie decía un porqué. Su amigo tenía razón, y estaba en todo su derecho de refutar, aunque Isagi sabía que el corazón de su amigo estaba enredado al de alguien más, y casarse con una chica que ni siquiera conocía, no haría más que llenarlo de tristeza y resentimiento.

—Yo me casaré con ella.

—¿Qué?

El príncipe Hyoma y el Rey lo miraron con incredulidad, Isagi tragó saliva con nerviosismo, sintiéndose intimidado por ambas miradas de profundo color rosado sobre él, pero mantuvo su postura firme para seguir hablando:

—Si su alteza real el príncipe no desea aceptar ese compromiso, yo puedo hacerlo. —dijo con firmeza.

—¿Por qué razón te aceptarían a tí en lugar de al príncipe heredero? —preguntó el Rey con un tono despectivo, y antes de que Hyoma pudiera decirle algo a su padre, Yoichi decidió responder.

—Porque soy la mano derecha del príncipe heredero, por supuesto. Además de que, seguramente el rey no querrá ceder el poder de su reino a alguien más, así como usted no quiere ceder el control de este reino a nadie que no sea su hijo. De ser yo el prometido, me convertiría en el príncipe consorte, la princesa Mai mantendría su poder en el reino y yo solo sería su compañero, estarían informados de todo lo que pasa dentro de las paredes del palacio, ya que mi lealtad siempre estará para el príncipe Hyoma, y así él podrá quedarse aquí en nuestro reino.

El Rey lo observó con seriedad y una ceja alzada, Isagi se mantuvo en su posición con firmeza esperando su opinión.

—Le daré el aviso al Rey para saber si está de acuerdo con esa propuesta. —Fueron sus únicas palabras antes de salir de la habitación.

—¿Estás loco, idiota? —Hyoma se acercó con un tono muy claro de molestia mientras que él solo suspiró.

—Alguien tenía que hacer el sacrificio.

—¡Nadie tenía que hacerlo!

—Es la única solución, amigo. No quiero que estés atado a alguien que no amas, teniendo a tu pareja a punto de volver. —Yoichi sonrió ligeramente al ver las mejillas sonrosadas del pelirrosa quien maldijo en voz baja al saberse descubierto. —Estaré bien.

—No, no es justo. No tienes porqué hacer esto, yo podría negarme. No pienso tener unión con ese estúpido reino.

—Aún no eres el rey, no puedes desobedecer a tu padre, Hyoma.

—Puedo hacerlo cambiar de opinión con pruebas, con...

—Si estás allá cumpliendo con las tradiciones previas al matrimonio, directamente no podrás hacer nada para evitarlo. —dijo Yoichi, acercándose para golpear el hombro de su amigo con suavidad. —Así que hazme el favor, y más te vale que encuentres una forma de sacarme de esta.

El de ojos azules pudo ver la mirada de preocupación del pelirrosa, pero él solo sonrió para calmarlo.

—Confío en tí, Hyoma. Sé que podrás hacerlo.

Y Yoichi confiaba plenamente en su amigo, pero desde ese día ya había pasado un año y justo ahora estaba en la fiesta de compromiso a solo una semana de la boda real.

Por supuesto que confiaba en su amigo, pero justo ahora estaba empezando a estar aterrado.

Ha estado viviendo en ese reino desde los últimos seis meses cumpliendo las costumbres previas a la boda, y aprendiendo de las tradiciones de la nación, dándose cuenta de que realmente extraña demasiado su hogar.

No es por ofender, o menospreciar sus tradiciones, pero en este lugar, las personas son demasiado frías, distantes y hasta algo egocéntricas, al ser en su mayoría personas de alta alcurnia.

Lo trataron muy bien en sus primeros días, como si fuese alguien muy cercano a la familia, y aceptandolo como parte de ellos enseguida, mostrándole los lugares más hermosos del reino, las riquezas que tenían y la cultura de su pueblo, pero con el pasar del tiempo, Yoichi se iba dando cuenta de las cosas.

Es un reino en el cual la pobreza es muy reducida, pero eso no significa que no exista. A aquellas personas que les ha tocado ser la parte más baja de la escala social, no les ha tocado más que acostumbrarse al trato casi inhumano que tienen, no solo la realeza, sino sus habitantes con ellos.

Aún recuerda como si hubiese sido ayer, el momento en que una de las sirvientas derramó por accidente un poco de vino en su ropaje. Fue solo una salpicadura que saldría con facilidad o que no siquiera se notaría si Isagi decidía cubrirlo con su pañuelo, pero la pobre chica empezó a llorar pidiendo clemencia por su vida para no ser castigada. Sus palabras le helaron la sangre, y aprovechó la soledad para decirle que no habría problemas y que él mismo se encargaría del problema.

Desde ese día, Isagi prestó mucha más atención a su alrededor, dándose cuenta poco a poco de las terribles personas que eran la mayoría de los integrantes de la familia real y aquellos que disponían de una elevado estatus social.

Era algo sumamente indignante. Y ahora comprendía a mayor profundidad el rechazo que Hyoma sentía hacia este reino, al principio se molestó con su amigo por no decirle la verdad, aunque él mismo se dió cuenta que Chigiri hizo todo lo posible para hacerlo desistir de la idea, aún cuando nunca le dió razones claras, así que también tenía que asumir la culpa de sus actos a causa de su terquedad.

Giró a la princesa entre sus brazos con delicadeza, mientras que ella danzaba con la elegancia y delicadeza digna de la realeza, mirándolo con ojos muertos que no sentían por él nada más que fastidio. Un sentimiento que Yoichi también correspondía, Mai era una de las mujeres más hermosas que había visto en su vida, lo cual causó que su corazón se acelerase al momento de conocerla por primera vez para ofrecerle los regalos y pedir su mano en matrimonio como dictaba la tradición pero a la vez era una persona fría e indiferente cuya una diversión parecía ser degradar a la servidumbre y salir de fiesta con las duquesas.

Isagi solo podía verla en las cenas del castillo cada noche antes de que ella se escabullese por los pasillos del palacio para ir a lugares que sinceramente no le importaban en lo más mínimo. Su impresión por su belleza no duró ni una semana, al darse cuenta de que se trataba de una carcasa que escondía un corazón de hielo. Incluso se alegraba de no tener que verla más que una vez al día, a menos que tuviesen que hacer alguna actividad bajo las órdenes del rey.

—¿Me permite esta pieza, por favor?

Isagi vió al hombre de traje formal pedir permiso para bailar con la princesa al momento que cambió la canción como era común, era un hombre algo mayor siendo parte de la corte real, y por supuesto que, el de ojos azules no perdería la oportunidad de zafarse de ahí. Soltó la mano de la princesa, haciendo una reverencia para permitirle al Duque la siguiente pieza, despidiéndose con un asentimiento de la rubia que solo rodó los ojos en su dirección.

El pelinegro se alejó con pasos largos, saludando a las personas que le sonreían y haciendo pequeñas inclinaciones ante los duques y duquesas, aceptando apretones de mano y demás para cumplir con su papel de “futuro príncipe del reino”.

Llegó hasta el balcón, suspirando con algo de alivio al estar alejado por fin de ese tumulto de personas, pues aunque estaba acostumbrado a las reuniones de alta sociedad, nunca antes había sido el centro de atención, y no era algo a lo que quisiese acostumbrarse.

—Lord Isagi ¿Qué sucede? ¿Se encuentra cansado?

Tal vez sea a causa de la brisa fría, pero Isagi sintió un escalofrío en su espalda, aunque al girar sobre sus pies, sabe que no puede engañarse. Y ese sentimiento solo puedes ser causado por él.

El caballero de la guardia real está junto a la puerta cerrada del balcón, con su traje formal de tela verde oscuro y detalles dorados en las solapas de su chaqueta para este tipo de celebraciones, junto a la espada en la funda que cuelga de su espalda de forma diagonal, los guantes negros en sus manos y la marcarilla con detalles dorados para cubrir parte de su rostro como es común por parte de los soldados de más alto nivel, cuyo rostro solo puede ser visto por el rey antes de ser ascendidos a aquel puesto tan difícil.

—¿Desea que lo escolte a la habitación real? —El caballero se acerca, pasando su mano por la espalda del Duque quien hace lo posible para no estremecerse, pues aunque ese toque no es casi nada, le es muy difícil creer el hecho de que sea tan atrevido como para hacerlo en medio de su fiesta de compromiso.

—No lo creía a usted tan atrevido, Sir Itoshi.

—¿Qué dice? Solo me preocupo por el bienestar de nuestro futuro príncipe.

Isagi puede sentir la molestia en su voz, aunque quiera disfrazarlo una especie de broma respecto a la razón de la celebración.

Porque claro, para completar la dramática situación en la que se encontraba envuelto, Yoichi no tenía suficiente con solo estar ahí a punto de casarse con una princesa que lo despreciaba, y convertirse en el príncipe consorte de un reino que le desagradaba solo para salvar a su gran amigo. No, él también tuvo la necesidad de complicar incluso más su vida y empezar un amorío dentro del palacio con uno de los caballeros de la guardia real, en este reino en donde el amor homosexual era despreciado y castigado con el destierro.

Fantástico ¿No?

Isagi en algún momento le pidió a la vida que lo sorprendiera, pero definitivamente no esperaba nada de eso.

Si buscase alguna excusa para no sentirse tan mal, podría decir que estaba muy seguro de que la princesa también lo engañaba, ya que la había visto con algunas marcas en su cuello que definitivamente no hizo él, lo cual no le importaba en lo más mínimo.

Mientras que la princesa salía a divertirse en las celebraciones del pueblo al amanecer, Isagi disfrutaba un poco más de los placeres que un lugar tan extenso y tan vacío como el palacio real le podía ofrecer. Teniendo los manjares que quisiera de la cocina, el agua más delicioso en su tina personal y las sábanas de la seda más suave en sus aposentos para recibir al caballero de brillantes ojos turquesa en su habitación.

Isagi no buscaba engañar a la princesa, por supuesto que no. Aunque no era una persona de su agrado, tampoco tenía intenciones de hacerle algún daño a ella o a su reputación, pero es algo que pasó. Él no podía controlar sus sentimientos, y el hecho de no sentir ninguna clase de estima hacía ella, solo le hizo más fácil la decisión.

—¿Sabes? Creo que me encuentro algo mareado. —dice el de ojos azules, abanicandose el rostro con sus manos. —Aceptaré que me escolte a mi habitación. Muchas gracias.

Aunque la mascarilla tapaba gran parte de su rostro, Isagi pudo ver los ojos del caballero arrugarse un poco en señal de una sonrisa, cuando se acercó a la puerta del balcón para abrirle la puerta. Rin hizo lo propio, ordenandole a otro caballero que diera aviso de que el Duque se encontraría indispuesto por el resto de la velada.

Caminaron en silencio por los largos pasillos del palacio, hasta llegar a la habitación real, que se encontraba iluminada por la luz de la luna. Aún era el prometido de la princesa, así que sus habitaciones se encontraban en extremos opuestos del castillo para evitar cualquier acercamiento previo al matrimonio. Lo cual era conveniente para ambos, facilitando las huidas nocturnas de la princesa y los encuentros nocturnos del Duque con el caballero.

Cuando la puerta de su habitación se cerró, Isagi giró sobre sus tobillos, enfrentándose al caballero quien se mantuvo quieto en espera de cualquier movimiento que el Duque fuese a realizar. Con delicadeza, sus manos alcanzaron los extremos de la mascarilla negra para apartarla del camino, dejando al descubierto su hermoso rostro.

—Hola, Yoichi.

—Hola, Rin.

El caballero acabó con la distancia que los separaba, uniendo sus labios a los del Duque, quien lo recibió sin dudar, correspondiendo el beso.

¿Estaba mal? Por supuesto que sí pero no se arrepentía de nada, porque era lo único bueno de toda esta locura y lo mejor que le había pasado en los últimos meses de su vida.

Rin había sido asignado por parte del Rey para ser su guardia personal para asegurarse de mantenerlo a salvo y hacerle compañía a cada momento para que así no estuviese solo cuando su hija cumplía con sus responsabilidades.

El Itoshi cumplió con su labor, acompañandolo a cada segundo, y aunque al principio solo se mantenía a su lado en silencio, Yoichi era la persona más insistente y conversadora que el caballero pudo haber conocido en su vida, así que fue cuestión de tiempo antes de que lograra hacerlo hablar, que se abriera a él y le cuente sobre su trabajo en la guardia real, su vida antes de ser un caballero y sobre los gustos personales que tenía.

Tal vez lo más difícil fue convencerlo de quitarse la máscara, ya que su entrenamiento y todo lo referente a ocultar su rostro no era más que un recuerdo aterrador que apenas le permitía soportar verse expuesto de esa forma ante alguien más. Itoshi se unió a la guardia real para ayudar a su familia, y ser algo más que simples personas de la servidumbre en un pueblo en el que su estatus social era rechazado y su hermano era aborrecido luego de ser descubierto con su pareja que era un hombre.

Itoshi había hecho todo lo que estuvo a su alcance, que al momento de enterarse de que su hermano consiguió un hogar en otro reino, usando las conexiones que tenía en el pueblo, consiguió sacar a sus padres de ese lugar para enviarlos con su hermano a su nuevo hogar, dónde tendrían una vida más digna y respetable. Aunque él debía quedarse atrás, al ser alguien con una posición importante y cuya salida sería muchísimo más complicada.

—Te encontré en el momento justo ¿No? —Le dijo Isagi alguna vez, acariciando el abdomen descubierto del caballero mientras se encontraba acostado entre sus brazos.

—Así parece. —respondió Rin, abrazándolo para que se acerque un poco más. —Supongo que eres la razón que me hacía falta para decidir irme de aquí.

Después de tantos años de entrenamiento, Rin tenía esa lealtad hacía su patria después de años de entrenamiento, pero de su mente no podía eliminar los malos recuerdos y todos los maltratos que su familia recibió por parte de aquel pueblo donde los de clase baja apenas podían considerarse personas, y los reyes lo único que hacían era fingir demencia como si ese problema no existiera en lo más mínimo.

Rin no tenía nada para ofrecer más que su compañía y protección, y Yoichi lo único que necesitaba de él era su amor, el cual su caballero siempre le ofreció.

Su amor estaba mal a ojos del reino, dos hombres no podían amarse. Estaba mal a ojos de la sociedad, pues Isagi estaba comprometido con la princesa y Rin no podía tener una relación al estar dentro de la guardia real.

Ellos estaban rompiendo todas las reglas establecidas, incumpliendo la ley de muchas formas que podrían llevarlos al destierro o tal vez incluso a la horca por las injurias cometidas entre las paredes del palacio y bajo las narices del rey.

Todo por... Amor.

Porque aunque fuera un amor prohibido, era el amor más real que jamás habían sentido.

Falta una semana para la boda real, Isagi confía en Hyoma, y sabe que él no lo dejará abandonado pero incluso si no es él quien llega a ayudarlo, entonces serán ellos mismos quienes encontrarán la manera de irse de ese lugar. Porque Yoichi no tenía dudas de que la única persona con la cual pasaría el resto de su vida no estaba abajo en el salón de eventos bailando, sino que estaba ahí junto a él besándole con todo la pasión que tenía en el cuerpo.

[...]

Amor prohibido murmuran por las calles, porque somos de distintas sociedadessss... Jajaja.

Ya enserio, pudo quedar mejor pero me gustó la idea, porque es un amor súper prohibido. Son amantes homosexuales en medio de un reino que odia eso y Rin todo divino siendo el amante del futuro príncipe que no quiere ser príncipe jajaja.

Espero les haya gustado y con suerte, nos vemos mañana si llego a tiempo al día dos.

¡Gracias por leer! ✨💓

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