Capítulo 40
Capítulo 40
En un mundo como este:
Día 200 del programa M.E.R: 29 de junio del 2015
1:30 pm
Puede sonar terrible que, en pleno siglo XXI, la violencia de género no sea un término relacionado a un mito. Incluso después de un pasado en donde personas lucharon por sus derechos, ya sea por votar, por estudiar, o por ser tratadas con igualdad, se formó un presente en donde aún hay hombres que creen ser superiores en cuanto a su género. Algo que, en lo personal, me parece completamente erróneo e injusto.
La taza de feminicidios actualmente es alarmante, y la única razón por la que no la menciono es por respeto a todas aquellas que murieron a causa de un ataque machista. Ellas no son un número, tampoco una estadística. La idea de ver un dígito seguido de varios ceros no debería ser la iniciativa utilizada para detener la violencia. No debería haber ni una sola muerte causada por el género de alguien, punto y final.
Es triste pensar que se ha olvidado eso de "a una mujer no se le toca ni con un pétalo de una flor", pues hay muchas chicas que en este instante están siendo golpeadas, violadas y denigradas verbalmente, por ser del género que son. Y con esto no busco dar un discurso igual a muchos, solo estoy narrando una terrible verdad. Soy alguien que cree en la igualdad, y así como exijo que no haya más violencia machista, también quiero un mundo en donde a los hombres no se les grite, o subestime. Se trata de igualdad de género, aquí nadie merece ser lastimado ni con el pétalo de una rosa.
Por suerte para el mundo que, sorprendentemente, aún sigue girando, todavía hay hombres y mujeres que respetan aquello. Aquí es donde regresamos a la historia, para encontrar a una pareja entre miles. Siempre se trataron con igualdad, incluso antes de considerarse compatibles. Tan solo eran dos personas queriéndose, sin violencia de por medio.
Cómo debería ser.
Derek trataba de destapar el lavabo de Sweets por cuarta vez en el día. Ni él, ni Lilian, tenían idea de cómo habían conseguido taparlo, pero estaba resultando un trabajo bastante molesto arreglarlo. El jefe de ambos, quien era un hombre gruñón por naturaleza, no se molestó en llamar a un plomero. Les ordenó a ambos arreglarlo. Y así, el trabajo los consumía incluso en su hora de descanso.
El chico soltó un suspiro, molesto ante el dichoso lavabo que se rehusaba a funcionar. Su novia se mordió el labio, sintiéndose terrible ante aquella imagen. Supo exactamente lo que diría él al respecto:
—Odio este trabajo —soltó Derek, justo lo que Lilian había temió escuchar —. No sabes cuántas ganas tengo de marcharme y dejar al inepto de Joe por su cuenta.
Lilian no dijo palabra alguna, tan solo le ofreció un paño para que él pudiera limpiar sus manos cubiertas de agua sucia del lavabo. Ella también odiaba trabajar en Sweets, pero lo hacía porque no tenía opción. En cambio, Derek si la tenía. La margarita bulímica se preguntaba día tras día porque él seguía trabajando ahí, cuándo, con su promedio e inteligencia, cualquier universidad lo recibiría con los brazos abiertos. Él tenía un futuro brillante a su alcance, pero una barra de jugos se veía como un obstáculo en su camino ¿Por qué no simplemente la saltaba? ¿Por qué no se marchaba a demostrarle al mundo de qué estaba hecho Derek Osbone?
Sí, Lilian se cuestionaba eso por su cuenta, pero jamás se lo preguntó a él por una cosa muy sencilla: tenía miedo de la respuesta. Temía a que su futuro lo llevara lejos de Detroit; más específicamente, de ella. La habían abandonado muchas personas, pero no aguantaría que Derek se alejara de su lado. Así que prefirió quedarse con la duda antes que encontrar alguna aterradora verdad.
—Lo único bueno de este trabajo es que estamos juntos —aseguró él y ella rodó los ojos —. ¿Qué? ¿Por qué ese gesto?
—Es que a veces eres tan cursi que no sé cómo reaccionar, así que ruedo los ojos —confesó —. Mejor eso a derretirme aquí mismo.
—Prefiero que te derritas —él la tomó por la cintura y le sonrió una vez estuvieron muy cerca —. Solo por eso digo cursilerías.
—Pero es que me gusta ver cómo lo intentas una y otra vez — ella se puso de puntillas para alcanzar su altura y besar su nariz —. No pares de intentar.
Se separó de él, esperando volver a su trabajo de limpiar las máquinas de dulces. No obstante, sintió como la halaba de nuevo hasta quedar completamente adherida a su cuerpo. Gracias al cielo, Sweets se mantenía cerrado por su hora de descanso. De lo contrario, sus horribles empleos habrían corrido peligro ante esa cercanía nada inocente. Pero, como la puerta estaba cerrada, ambos podían seguir con lo que tenían en mente.
Él la besó con lentitud y ella no tardó en seguirle el paso. Ya conocía su boca de memoria, aunque debía admitir que no había besos similares o parecidos entre ellos dos. Lo único que nunca cambiaba eran los sentimientos, esos solo se intensifican.
Habrían continuado así, experimentando con lo que sentían. Pero al oír la campanilla de la entrada, ella tuvo que quitar sus huesudos brazos del cuello de Derek, así como él de la cintura de ella, y separarse. Con un resoplido en sincronía, concordaron una vez más que odiaban sus trabajos.
—Disculpe, pero Sweets está cerrado —indicó Derek sin ver a la cliente que había ingresado. Estaba más concentrado en el rubor de una Lilian tímida que regresaba a limpiar las máquinas de dulce —. Si quiere vuelva a las... ¿Eve?
La delatora rubia se acercó hasta la barra de jugo con una sonrisa rota, nada usual en ella. Al escuchar ese nombre, Lilian volvió a su lugar junto a Derek para poder ver a la chica y, de hecho, quedó ligeramente sorprendida. La mujer frente a ellos no se parecía a la Eve a la que estaban acostumbrados, era una imagen mucho más triste y desamparada. Estaba desarreglada, con sus ojos azules cubiertos por unos lentes de sol y su cabello rubio atado en un moño mal hecho. Se sentó con lentitud en uno de los lugares frente a ellos, donde ambos pudieron notar un par mejillas rojas, señal de que había llorado.
—Lo siento, sé que es su descanso —su voz estaba quebradiza. Aun así, hizo un intento por sonreír —. Pero yo... necesito un chocolate caliente con urgencia.
—¿Qué te pasó? —Derek salió de la barra de jugos para ponerse junto a ella.
No era normal verla así, y su intuición de buen amigo lo llevó a reconocer que algo estaba terriblemente mal. Su mente viajó de inmediato al trabajo de la chica. Aquel en dónde la degradaban día a día solo por ser una mujer. Más de una vez, ella llegó triste a pedir un chocolate caliente porque nunca la tomaban en serio. Le contó miles de veces al chico de lentes como ella como sus "colegas" a duras penas la tomaban en cuenta, y cuando lo hacían, era para detalles sin valor. Él sabía muchas cosas, y aun así era la primera vez que la veía tan rota.
Entonces temió lo peor...
Eve se quitó los lentes de sol, logrando que la pareja quedara boquiabierta ante lo encontrado. Su ojo derecho estaba inflamado, cubierto de sangre y de un color morado tirando a verde. Las marcas de un puño se hicieron claras, al igual que el dolor se expresaba en cada milímetro de su rostro. Lilian, quien tenía experiencia a reaccionar rápido ante heridas como esas gracias a su madre, corrió hacia el botiquín de primeros auxilios. Eve, mientras tanto, dejó que las lágrimas escaparan de sus ojos, a pesar de que ardían en el hinchado. Con su mirada fija en la de su joyita, dejó salir todo el dolor que su tierno corazón había estado acumulando. Le dolía cada centímetro de su ser, cada milímetro de su alma. Ese golpe en su rostro era el único moretón a la vista, pero te puedo asegurar que había más e incluso más dolorosos.
—Pe....pero, ¿qué fue lo que pasó? —preguntó Derek cuando finalmente pudo reaccionar —. ¿Quién te hizo esto? ¡¿A quién carajos tengo que matar?!
—Derek, cálmate —lo reprochó Lilian, regresando a ellos —. Así no arreglas las cosas.
Ella se acercó a Eve con un algodón mojado en agua oxigenada. Con un toque en su brazo, le indicó que debía mirarla. La pobre Eve no se veía como la chica a la que Cloe describió con odio tantas veces, menos ahora que su belleza estaba opacada por el golpe. No era la Eve egoísta que detalló su prima, tampoco la perra de la que tanto escuchó. Tan solo era una mujer demasiado inocente, vulnerable, asustada y perdida...
Un corazón blando, que terminó en las manos de hombres con manos pesadas.
—Soy buena en primeros auxilios, así que no te preocupes. Estás en buenas manos, ¿está bien? —le sonrió Lilian.
Ella asintió. Pero, en un intercambio de miradas, la margarita y la delatora coincidieron en que existen heridas que un algodón con agua oxigenada no puede sanar.
—¿Quieres decirnos que pasó? —preguntó Lilian con delicadeza mientras curaba su herida.
Eve tragó saliva al pensar en aquello. Sin embargo, una mueca de dolor la devolvió a la realidad. Debía hablar, decir la verdad. Solo así se sentiría libre de todo lo que había estado ocurriendo.
—Fue...fue en el trabajo —sollozó Eve —. Ellos, los que trabajan conmigo, siempre han sido así...
—Una cosa es que te insulten y que no te tomen en cuenta, lo cual ya estaba mal —habló Derek —. ¿Pero qué te golpeen? ¡Llegaron demasiado lejos!
—No...no solo me golpearon —bajó la mirada.
—¿Qué más hicieron? —preguntó Lilian con tacto en su voz.
Sin embargo, Eve no contestó la pregunta. Bajó la mirada, esperando que de esa manera sus dudas cesaran. No obstante, eso solo preocupó a Lilian y a Derek aún más. Si estaba tan callada, solo podía significar que ella tenía miedo para hablar. Quizá siempre lo tuvo...y nunca nadie se dio cuenta.
—Eve, ¿qué más te hicieron esos tipos? —insistió Derek, tomándola de manera sobreprotectora por su brazo.
—¡No me hagas decirlo! —sollozó ella —. ¡No quiero repetirlo, no puedo! ¡No me hagas decirlo, por favor!
Lilian y Derek intercambiaron miradas llenas de preocupación. En los llantos de Eve encontraron la respuesta que sus palabras no podían pronunciar: la rompieron de la peor manera posible, y no se trataba de golpes en la cara o demás; la rompieron al punto en que no había marcha atrás.
Derek soltó una maldición a sus adentros y abrazó a su amiga al instante. Se sentía fatal por no haberla defendido en el momento, ¿pero que iba a hacer? Sabía que el mundo estaba lleno de idiotas, pero no creyó que serían unos salvajes. Nadie imagina que se puede llegar a los extremos, hasta que la soga se termina.
—Me han coqueteado desde que comencé a trabajar y, aunque me molestaba, creí que era normal. Muchos me han tratado así, por lo que simplemente los ignoré —contó ella, alejando un poco a Derek —. Pero se volvieron más y más insistentes los últimos meses. Pensé en reportarlos, o algo por el estilo porque en serio no lo aguantaba. Era aterrador ir al trabajo y sentir que, en el momento en el que bajara la guardia, algo podría pasarme. Iba a hacerlo, a defenderme, hasta que ellos amenazaron con despedirme ...
—Habría sido mejor quedarse sin trabajo —sostuvo Derek, sujetando su mano.
—¡No! ¡No! ¡No! —negó ella, sacudiéndose por completo de manera alarmante —. ¡No podía! ¡No entiendes! ¡No podía!
—Hey, hey, calma —Lilian la sostuvo por los hombros para apaciguarla. Eve volvió a su estado natural, en el que solo sollozaba —. Explícanos lo que no entendemos, ¿por qué no podías renunciar?
Ella cerró sus ojos con dolor y respiró hondo. Su corazón comenzó a latir con fuerza al tiempo en que todas las palabras que por años recibió de su propia familia comenzaron a repetirse en su memoria. Las razones para aguantar las agresiones eran tantas que, en las noches, lloraba al pensar en porque callaba en lugar de decir lo que le hicieron.
—Siempre he sido la inocente de mi familia —les explicó —, la niña linda y tierna que solo sirve para mejorar el retrato familiar ¡Crecí escuchando que no lograría nada más que ser una cara bonita!
» No sé si se los conté, pero mis padres murieron cuando yo era una bebé. Mis tíos me cuidaron desde entonces, crecí con ellos. Desde que tengo uso de razón, ellos me dejaron muy en claro que no creían en mí. Me condenaron a escuchar una y otra vez que estaba destinada al fracaso por ser como soy.
"Si sigues así, la vida te destrozará" recordó la voz de la madre de Cloe, quien solo la observó con desaprobación por años, "da gracias al cielo porque eres bonita, si no fuera así, no tendrías nada. Este mundo se traga a las ingenuas, Eve". Ella nunca supo si fueron palabras de aliento, o si se lo dijo tantas veces solo por su bien, pero esos "consejos" solo consiguieron hacerle demasiado daño a su pobre corazón.
—Cuándo crecí, me cansé —continuó —. Les quise demostrar que era una mujer fuerte y capaz, así que estudié, me esforcé y me gradué. Todo para demostrar que soy más que el detalle estético en la foto familiar.
» Llegué a un acuerdo con mis tíos para cuidar a Cloe, ya que ellos viajan mucho. Su única condición fue que yo debía tener un trabajo. No me costó conseguirlo, creí que se debía a mis buenas calificaciones y las recomendaciones de mis profesores. Así que, logré que mis tíos se tragaran sus palabras y que me dejaran cuidar a mi prima, que es lo que más me importa en la vida.
Se detuvo para suspirar en ese momento de la historia.
—Tardé unos días en darme cuenta de que ellos, quienes me contrataron, jamás vieron mis calificaciones, o las recomendaciones —soltó cabizbaja —, solo les bastó la foto.
—¿Y esos hijos de puta te han estado agrediendo desde entonces? ¿No solo verbalmente? —preguntó Derek a lo que ella asintió —. Eve...
—No pude hacer nada, no quería que me despidieran porque eso sería demostrarles a mis tíos que tuvieron razón: el mundo es capaz de tragarse a mujeres ingenuas. Además, podrían alejarme de Cloe ¿No entiendes? Ella es lo que más me importa, es como una parte de mí...esa parte que nadie ha destrozado aún.
» Puede que ella se esté matando de hambre, pero al menos nadie le hace el daño que a mí me han hecho. Si la mantengo a mi lado, la protejo. No quiero que sufra, no merece sufrir.
Derek la atrajo a sus brazos una vez más y permitió que llorara en su espantoso delantal de Sweets. Un escalofrío recorrió a Lilian de inmediato, lo que sufrió la mujer frente a ella cambiaba por completo su perspectiva a la hora de verla. Sin preguntárselo, o pensarlo, tomó la mano de la delatora e intentó darle apoyo. Después de todo, también sintió en algún momento eso que ella sentía, pues las dos terminaron en manos de hombres demasiado crueles en algún instante de sus vidas.
En silencio, Lili deseó que Cloe fuera capaz de ver a Eve en ese instante. Así sabría que, la única razón por la que aguantaba, era ella, a pesar de que la insultaba y a duras penas le hablaba. Una razón para aguantar es algo demasiado valioso, una joya inigualable y Clo, quien creía no tener valor alguno, era la piedra preciosa más importante para su prima.
—Hoy, uno de ellos intentó...Pasarse de la raya —Eve se mordió el labio al continuar —. Y yo intenté detenerlo, ¡no lo aguanté más! ...No merezco nada de lo que me está ocurriendo. Además, pensé en Calvin y me di cuenta de que no podía seguir permitiendo lo que ellos hacían.
» Él es tan diferente a lo que me acostumbraron a creer esos hombres. Me quiere, me acaricia en lugar de golpearme, ve más allá de la fachada, y yo...yo no podía aguantar el que alguien más me tocará si no era él. Me dolía, me duele. Es que lo amo, Derek. Lo amo muchísimo, él me hace ver que no todos me tratarán igual.
—Por supuesto que no todos te tratarán de esa manera —la consoló su joyita —, y no sabes lo feliz que me hace que Milestone te trate de la manera en que mereces. Eres maravillosa, Eve. Lo eres en todo sentido. Y si él te lo demuestra, vale la pena.
—También pensé en mí misma...—ella tragó saliva con dificultad —. ¡Estoy tan harta de que me degraden! ¡De que me miren como un objeto! ¡Yo valgo más que esto, Derek! Merezco que me traten con respeto.
—Claro que si...
—Justo por eso intenté defenderme de ese tipo, pero, cuando le dije que no él...
—No tienes que decirlo —le dijo Lilian, al ver que la voz de Eve se perdió en sollozos a la mitad de esa oración —. Creo que ya entendimos.
Eve no fue capaz de decir en voz alta todo lo que vivió.
—Para él, un "no" fue como un delito en mis labios —fue todo lo que consiguió decir.
—Eres dueña de tus "no", no esclava de ellos —le recordó Lilian.
—Solo quería ser dueña de ese no... Me sentí tan indefensa, tan estúpida por no poderme defender. A duras penas si recuerdo algo...Dolor, lágrimas, vergüenza. No pude razonar ni pensar en el momento, pero, cuando él terminó y me despidió tras dejarme golpeada y adolorida en el suelo, yo solo pude pensar en Cal, en lo mucho que necesitaba un abrazo suyo...
» Corrí a su casa cuando pude recuperarme, y él me recibió con los brazos abiertos ¡No pude abrazarlo, Derek! Me dio miedo...Él se asustó por mi reacción, ¡una que yo ni siquiera comprendo! Así que le conté todo, y él enloqueció.
—Se molestó contigo por no haberle dicho antes que no solo se trataba de que te humillación en el trabajo, ¿no es así? —preguntó Derek, a lo que Eve asintió con la cabeza, soltando una tormenta de lágrimas.
Derek suspiró. Pudo comprender a Calvin, él también sentía molestia por el silencio de Eve. Si tan solo hubiese hablado antes, ellos habrían movido cielo y tierra para sacarla de ese problema. Estaban hablando de su coleccionista de joyas, ella era especial en todo sentido y no habrían tardado en defenderla. No obstante, también entendió el silencio de Eve. Ella vivió con miedo, con dolor, con angustias. Calvin fue su escape, y lo menos indicado fue que él se molestara cuando ella más lo necesitaba. Fue una manera lógica de reaccionar por parte del pelirrojo, pero no la más sensata.
—Ahora lo perdí a él también —sollozó ella.
—Eve, no perderías a Cal ni huyendo al Amazonas —él trató de ponerle cierto humor al asunto, pero no lo logró —. Dale tiempo, él te quiere tanto como tú a él. Solo necesita asimilar las cosas, pero no te dejaría sola nunca.
Eve lo dudó, no creyó las palabras de Derek ¿Y si él se molestaba con ella para siempre? Sin embargo, el destino quiso ayudarla...O no, no fue el destino; tan solo fue una casualidad bastante acertada.
El pelirrojo conocía tan bien a su novia que no le costó adivinar donde estaba. A Calvin le tomó unos veinte minutos sentirse como un idiota por molestarse con ella, así que no tardó en ir hasta Sweets. Sabia que, siempre que se sentía mal, Eve iba hasta el diamante de su colección para tomar un sanador chocolate caliente. Al entrar, él soltó un suspiro, aunque no supo definir si fue de alivio, o de dolor. Agradeció que ella estuviera ahí, con Derek sosteniéndola a pesar de todo. Aun así, le dolió pensar que ella estuvo sufriendo sola durante largo tiempo. Le contó sobre las humillaciones, la degradación por su género, pero jamás llegó a hablar sobre...violencia.
Eve estuvo hundiéndose sola, cuando él siempre creyó que era salvavidas suficiente como para mantenerla a flote.
Ambas miradas se cruzaron, Eve no supo cómo reaccionar ante los ojos de su esmeralda. Quería abrazarlo y buscar refugio en sus brazos, él quería protegerla a toda costa. Sin embargo, ninguno de los dos tuvo la fuerza para acercarse. Eve sintió un beso protector de Derek en su frente que, por alguna razón, le causó un escalofrío, y luego escuchó un susurro lleno de apoyo cerca de su oído.
—¿Ves? Él no va a abandonarte —le dijo su diamante —, y yo tampoco lo haré. Somos tus joyitas, Eve.
Ella sonrió de lado y se apoyó en el hombro de Derek. Tuvo que cerrar los ojos para evitar llorar con mayor intensidad al tener a Calvin frente a ella.
—No creí que podrían existir joyas como ustedes en el mundo, hasta que los encontré —le dijo ella —. Realmente, ustedes son piedras preciosas.
Hombres que no la veían como parte de un sexo débil, chicos que la halagaban en lugar de agredirla; joyas, escasas pero existentes en el planeta.
—Y tienes una inexplicable debilidad por tu esmeralda, ¿no es así? —él se levantó y la tomó de la mano, guiándola hasta Calvin —. Aunque sigo creyendo que el diamante es superior en todo sentido...
—Derek —Lilian lo reprochó, jalando su camisa —. Hay que darles privacidad...
—Lo máximo que haré es ir tras la barra de jugos y prepararle un chocolate caliente a una de las chicas más valientes que conozco. Fingiré que no escucho, mientras tanto.
Lilian rodó los ojos, guardó todo el material de primeros auxilios, y, tras sonreírle a la pareja, arrastró a su novio hasta detrás de la barra de jugos. Luego, el silencio se instaló.
Algo que siempre le dijeron sus tíos a Eve era que, al ser tan ingenua, miles de chicos jugarían con su corazón. Acertaron, pues aproximadamente esa cifra logró engañarla al punto de perder su confianza en las relaciones. Pero luego, chocó con Cal.
No creas que esta es una historia en dónde el amor nació a primera vista y curó todo mal, porque de ser así, ellos no estarían en esa situación. De hecho, ella no quiso asistir a la primera cita que él le ofreció porque ya había perdido la esperanza en los extraños asuntos que involucran al corazón. Sin embargo, algo en esos ojos esmeralda, amables y humildes, la arrastraron a ir a pesar de todo. No se arrepintió ese día y seguía sin hacerlo, pues gracias a él había pasado los mejores meses de su vida.
En esa burbuja en la que sólo pocas personas conocían su relación, descubrió que, entre mil millones de hombres que podrían herirla de todas las maneras posibles, existía uno que no la lastimaría ni con el pétalo de una flor. Alguien demasiado bueno para ser real; un salvador pelirrojo que la abrazaba para dormir en lugar de hostigarla.
—Perdón —fue lo único que consiguió decir Calvin.
Eve no contestó.
—Perdóname, Eve —él se acercó hasta ella y tomó sus manos. Ella observó ese contacto con un nerviosismo que no logró explicar —. No debí enojarme contigo, no cuando seguro has llorado noches enteras por tu cuenta y yo no lo noté. La que sufre aquí eres tú, no yo. Y, aunque me enloquece saber que no hice nada al instante, no me queda más remedio que admitir que fui un idiota y pedirte que me dejes ayudarte en todo esto.
Ella lo observó con cautela, como si estuviera analizando la verdad de sus palabras. Sus ojos esmeraldas eran demasiado sinceros, demasiado diferentes a los oscuros que la torturaron horas atrás...
—No eres un idiota, Cal—ella le sonrió de lado, pero soltó sus manos porque ese simple contacto la quemaba. Odiaba tener recuerdos de el episodio más horrible de su vida cuando todo lo que quería era fijarse en su mirada—. Hay mucha diferencia entre tú y un verdadero idiota.
—No ayudé a mi novia cuando me necesitaba, ¿acaso eso no es ser un idiota?
—No me ayudaste porque yo no te dejé ver lo que me estaba ocurriendo ¡Ni siquiera yo lo vi bien! Cielos, estaba tan acostumbrada a que me trataran mal, a que me vieran de la forma en la que ellos me veían... ¡Joder! ¡Yo pude detener esto antes pero no quise! ¡No quise ver mi valor antes!
—Eve...—él se alteró un poco al verla temblar, pero la dejó llorar. Ella necesitaba soltar todo ese miedo, esas lágrimas.
—Ahora lo sé, y me siento más sucia por el hecho de no haberme hecho respetar antes que por lo que me hizo ese tipo. Valgo, yo valgo demasiado por ser quien soy y él no lo supo ver ¡Me usó! ¡Fui un objeto para satisfacer su necesidad! Fui... ¡Fui un bonito juguete, Cal!
» No sé que clase de porquería tiene ese hombre en la cabeza, pero sé que no quiero enfrentar algo así otra vez. Me duele todo, me duele y me dolerá por mucho tiempo, pero esta es la última vez que Eve Nicols permite que la traten como una hermosa muñeca...
—Tú vales oro, Eve —le aseguró él.
—Valgo oro...—ella repitió esas palabras con las memorias jugando con crueldad en su mente. Sus lágrimas tenían sabor a rabia contenida, a miedo y a tristeza. Quería estar fuerte, mantenerse firme y segura, pero eso es tan difícil hacer eso cuando tienes una herida que aún sangra —. Sé que valgo eso, Cal. Pero ahora, me siento tan...tan...
Y ahí, se derrumbó.
Al verla con herida, tan lastimada y vulnerable, Calvin no lo aguantó más y la atrajo hasta su pecho. Eve se tensó en el momento y fue incapaz de devolver ese abrazo ¿Qué le ocurría? ¿Por qué tenía miedo si era Calvin, no el hombre con el que tendría pesadillas por años? Recordó el dolor, la vergüenza, el contacto brusco, y su mente sintió miedo a que eso se repitiera. Pero solo era Cal, él no era igual al resto ¿Por qué le estaba costando tanto razonar?
A su nariz, llegó el aroma del perfume de Calvin. Era una fragancia que no llegaba a ser dulce, pero tampoco resultaba desagradable. Era la esencia perfecta, si se lo preguntabas a ella. Fue entonces que se relajó, que recordó que los brazos de Cal estaban ahí para sostenerla, no para lastimarla. Inmediatamente, Eve comenzó a ahogar lágrimas en el traje elegante de su novio y a balbucear detalles sobre lo que le ocurrió. Él tuvo que tragar saliva y respirar con fuerza al imaginarla en esa situación. Lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos verdes.
¿Y cómo no iba a llorar? Si habían lastimado a la mujer que amaba. Pero ni siquiera el nudo en la garganta que tenía en ese momento, lo detuvo de hablar:
— Escucha... —dijo, tomando su rostro entre sus dos manos con delicadeza —. La Eve de la que estoy enamorado es mucho, mucho más que un objeto, que una muñeca hermosa, o que una cara bonita. Ella es atenta, cariñosa y divertida. Pero, lo más importante de todo, es que tiene una habilidad increíble para siempre salir adelante. Son contadas las veces en las que la he visto caer, y, cuando lo hace, ella se levanta y le demuestra al mundo que es una mujer que no se da por vencida. Aunque es pésima guardando secretos, es la chica más fuerte que conozco ¿Quieres saber una cosa? Esa es la Eve que amo, y ella no es solo una cara bonita...es un corazoncito hermoso.
Las lágrimas de Eve pasaron de ser de dolor a lágrimas de agradecimiento. Escuchar que era amada no solo por su rostro era mejor que cualquier halago que pudo recibir. Su corazón latía a un ritmo acelerado, demostrando que no era solo un objeto: ella era una persona capaz de enamorarse perdidamente de un hombre que no le hacía el daño que recibió en un mundo como este.
Ella se aferró a su cuello y soltó sollozos de alegría. A pesar de todo lo malo, de todos los golpes y recuerdos que debía afrontar, tuvo la dicha de encontrar una esmeralda. No le fue necesario buscar una equis para encontrar el tesoro, tan solo le hizo falta romper unas cuantas macetas en un peculiar consultorio...
Lo besó, y lo hizo sabiendo que tenía el recuerdo de un hombre adentrándose en su boca sin permiso. Sin embargo, los labios de Calvin eran capaces de borrar cualquier terrible recuerdo ¿Por qué? Porque a él lo amaba; le recordó que tenía el poder de elegir a quien querer. Y te aseguro que no es lo mismo besar con amor y cariño, que recibir besos que dolían con el contacto.
—Te amo, Calvin —le dijo adhiriendo su frente a la de él.
—Y yo te amo a ti, Eve —sonrió él.
—Y yo los amo a los dos —soltó Derek, quien salió de la barra de jugos para abrazarlos —. Te lo dije, Milestone. Lo mejor que pudiste hacer fue invitarla a salir...
—Tenías razón, Jimmy Neutrón —aseguró Calvin, dándole razón por primera vez a Derek.
Eve los abrazo a ambos, sintiéndose segura en los brazos de su amigo y novio. Lilian, quien observó todo aquello, les dedicó una sonrisa a los tres. Luego, dejó el chocolate caliente sobre la barra de jugos. Este humeaba, y dejaba un aroma a cacao que atrajo la atención de la delatora al instante. Se sentó junto a Calvin frente a la barra y tomó su bebida sanadora. Pero, como una vez dijo Derek: El truco no está en la bebida, si no en la distracción, y su distracción era un pelirrojo con muchas pecas en su rostro.
—Amor, no quiero presionarte ni nada por el estilo —comentó él —, pero si no demandas a ese imbécil, lo mataré yo mismo.
—Y yo lo ayudaré —aseguró Derek, tomando su lugar al lado de Lilian.
—Cálmense los dos, si lo demandaré —aseguró Eve bordeando su tasa de chocolate —. Soy una mujer, una persona igual que todos, y merezco pelear por mis derechos, por más duro que sea. Quiero ir a la policía, y luego al hospital para sanar estas heridas...me duele todo. Pero, ¿puedo tomar mi chocolate caliente primero? Necesito...despejar mi mente.
—Lo que tu quieras, pero nos tendrás apoyándote en cada paso — aseguró Calvin, besándola en la frente —. Te amo demasiado, espero que lo sepas.
Ella suspiró con alivió, pues se sentía rodeada de personas que la defenderían. Pero, lo más importante era que, a partir de ese día, ella sabía que su mayor defensora sería ella misma. Costaría buscar la fuerza para levantarse luego de esa caída, pero al menos ahora reconocía su valor:
Ella...Ella era tan valiosa como el oro, a pesar de que en ese momento se sentía miserable.
Se apoyó en el hombro de Cal, quien no tardó en acariciar su cabello. Su joya sin duda sería un gran apoyo...
—Bonita manera de enterarme que están saliendo —soltó Lilian con una sonrisa divertida al borde de convertirse en carcajada.
—Ah, si —Derek recordó que aquello era, de hecho, un secreto —. Bonita, no se lo digas a Dalia y a Cloe. Estos dos quieren mantener su relación en secreto por mañas absurdas que se supone que yo respeto...pero eso no significa que dejen de ser absurdas.
—Pero Cloe y Dalia ya lo saben —señaló Lilian, ladeando su cabeza —. Yo era la única que creía que lo estaban inventando.
Los delatores se miraron entre ellos, sorprendidos. Luego miraron a Lilian, quien se sintió extraña ante tantas caras de extrañeza sobre ella.
—¿Cómo lo saben? ¿Sanne se los dijo? —preguntó Eve, levantando la cabeza.
—Sanne es una reina guardando secretos. Si lo sabía, créanme que no salió de ella —aseguró Lilian —. Cloe y Dalia llevan convencidas de que ustedes dos están juntos desde hace unos meses, en los que dicen haberlos visto demasiado cerca fuera del consultorio de Margaret. Creí que exageraban, ellas dos siempre lo hacen. Pero, al parecer, estaban en lo correcto.
—Vaya, son un fracaso como relación secreta —carcajeo Derek —. Prácticamente, todo Detroit se enteró de ustedes.
—Si, somos un fracaso —aseguró Eve con gracia en su voz.
—Debiste suponerlo, Eve —habló Lilian —. Después de todo, es parte del ADN de las Nicols ser pésimas guardianas de secretos.
Eve sonrió, si debió suponerlo de alguna manera ¿Pero que más daba si ya lo sabían? Ya no quería una burbuja en la cual esconderse, o una excusa barata en la cual protegerse. Ahora quería amar a Calvin tal y como Derek le había dicho hacía meses: sin esconder sus emociones, pues él era su hoyo negro.
Era ese hombre que le permitiría crecer junto a él, no gracias a él. Era la clase de persona que no le gritaba, golpeaba, o insultaba por su sexo. Como dije anteriormente: es triste que aún exista violencia de género en el siglo XXI, pero, si somos positivos, es un privilegio que existan personas dispuestas a acabar con todo eso. El mundo está lleno de hombres y mujeres que siguen adelante a pesar de todo. Todavía hay personas que nunca utilizarían un arma para agredir, ni siquiera usarían el pétalo de una rosa. Aún existen personas dispuestas a defender su propio valor; aún existen joyas...
—Osbone —Lilian llamó la atención de Derek al ver la hora en su reloj —. Ya se acabó el descanso...
—Ugh —se quejó él, poniendo todo su peso sobre la barra —, odio este trabajo.
...Y también existen chicos que se quejan por trabajos terribles. En fin, el mundo está lleno de muchos caminos y posibilidades, y los corazoncitos más valiosos son los primeros en aprovechar cada una de ellas.
Quiero dejar unas cuantas cosas claras que no mencioné la primera vez que publiqué este capítulo: A ver, Eve es un personaje que ha pasado por mucho, pero eso no la hace menos fuerte. La quise incluir en mi libro como una especie de homenaje a todas esas mujeres que aguantan esa clase de agresiones y que siguen adelante a pesar de todo. Claramente en este capítulo se siente derrotada y dolida, pero el hecho de que reconoce su valor es lo importante.
Y el que se apoye en Calvin no significa que ella avance por él, o gracias a él. Esto solo demuestra que en verdad hay gente dispuesta a ayudar, y también que Eve se da la oportunidad de amar a pesar de lo que ha vivido. Eve avanza y supera los problemas que se le atraviesan por ella, no por él. Es algo que no expliqué la primera vez que lo publiqué y me gustaría dejarlo claro.
Con eso listo, cuentenme...¿qué les parece la historia?
Con amor, Rina García❤
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