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Capítulo 37


Capítulo 37
Bajar las estrellas:
Día 145 del programa M.E.R: 5 de mayo del 2015.

2:00 pm

Derek y Lilian no fueron los únicos sorprendidos ante el descubrimiento de sus sentimientos correspondidos. En el momento en que ella les reveló tanto a las margaritas, como a los delatores, todo el tiempo que estuvo enamorada del chico, ninguno pudo creerlo ¿Cómo pudo ocultarlo tan bien?

Pues, la respuesta de Lilian ante esa pregunta fue un gesto sumamente sencillo: se encogió de hombros y esbozó una pequeña sonrisa que combinó a la perfección con sus pequeños labios. Ella no estaba dispuesta a revelar el cómo fue capaz de esconder algo tan grande como sus sentimientos, pero al menos no se abstuvo de demostrar su emoción en el presente. Se lo admitió a todos, estaba ansiosa por lo que ocurriría.

—Basta de fotos, Cloe —exclamó Lilian, al sentir el flash en su cara.

Lili aún no se acostumbraba del todo a la experiencia de tener amigas que disfrutaban arreglarla y maquillarla. Comenzó a arrepentirse de haberles dicho a sus amigas que ese día tendría su primera cita con Derek en el momento en que la arrastraron a casa de Cloe para que ellas tres, junto con Eve y Padme, se encargaran de prepararla. Traía puesto el mismo vestido que el día de la sesión de fotos, junto con unas sandalias bajas que quizá no fueron la mejor elección para su corta estatura, pero la hicieron lucir estupenda con su atuendo. El maquillaje era sutil, lo cual le iba perfecto. Aun así, sentía que las chicas exageraron con su trabajo.

—¡Pero si estás muy bonita! —exclamó Cloe, ella se había ofrecido a acompañarla hasta la calle, donde Derek la esperaba para llevarla a donde sea que sería su cita. Así que ambas estaban en elevador del edificio de la margarita anoréxica —. Además, esta es su primera cita, ¡no puedes esperar que no actúe como madre orgullosa en esta situación!

—Estás loca —Lilian negó con la cabeza, divertida ante la reacción exagerada de Cloe.

—Así me quieres —Cloe se encogió de hombros. Con ella podía ser tan rara como quería. Es más, traía puesta esa camisa de videojuegos que junto con Rachelle nunca usaría, pues sabía que Lili no se decepcionaría por una simple playera —. ¿Estás nerviosa?

—No —respondió Lilian —. ¿Por qué habría de estarlo?

—Yo lo estuve en mi primera cita con Cam —se encogió de hombros —. Solo quería que todo saliera bien, eso es capaz de poner en punta los nervios de cualquiera.

De su primera cita con Cameron, Cloe solo podía recordar los nervios que sintió. Su transformación a la Cloe popular se había completado hacia no mucho, y que Cam se fijara en ella de una manera romántica fue el inicio que le demostró que sus esfuerzos rindieron frutos. Por esa razón, estuvo toda la noche pensando en que no debía echarlo a perder, más que en disfrutar la compañía que le proporcionaba.

—Es Derek. Sé que, sin importar el lugar o la situación, él me hará sentir cómoda. Así que no estoy nerviosa —explicó Lilian —. Tan solo quiero verlo.

—¿Para comértelo a besos otra vez? —preguntó Cloe alzando la ceja de manera pícara.

—Eso no estaría para nada mal —soltó Lilian con cierta vergüenza y encendida en rojo. Cloe comenzó a reír al ver aquella reacción.

—¡Por Dios, no conocía este lado tuyo! Admito que me agrada la Lilian enamorada. Eres tan tierna, amiga.

—Vuelve a decir eso, y usaré el pegamento de estas odiosas pestañas postizas para sellar tu bocota.

—Te adoro —sonrió con inocencia al tiempo en que las puertas del elevador se abrieron —. Además, yo soy la que debería molestarse. Aún no me creo que no nos hayas dicho nada sobre estar enamorada de Derek.

—Nunca habló de mis sentimientos, Clo —ambas salieron del elevador y caminaron por la recepción hasta la salida.

—Eso es porque aún no estás acostumbrada a que alguien, aparte de Derek, te escuche, descorazonada. Solo quiero recordarte que aquí voy a estar para ti si necesitas desahogarte, o hablar sobre tus sentimientos con alguien.

Cloe se preguntó cómo se había vuelto tan buena en tan poco tiempo. Mientras en la escuela era una arpía como Rachelle, con las margaritas se permitía ser más amable y empática. Comenzaba a cambiar su manera de ver las cosas. Por ejemplo, ahora no se sentía igual de cómoda que antes al ver como Cam o Chelle insultaban a alguien. De tanto pasar tiempo con sus nuevas amigas, comenzó a considerar que las diferencias no eran tan malas como creía. Solo eran malas si ella las demostraba.

—Tú solo quieres que te de los detalles de esta cita, ¿no es así? —Lilian se cruzó de brazos y la miró con diversión.

—Me conoces muy bien —rio ella.

Cloe abrió la puerta del edificio, dejando pasar a Lilian primero. Derek estaba apoyado en la puerta del auto, distraído observando algo en la calle. La margarita anoréxica notó como Lili se detuvo mucho antes de poder bajar las escaleras. Parecía que el nerd la dejaba sin aliento, lo cual era algo que aún le parecía sorprendente. Rodó los ojos con diversión y silbó con fuerza, para que él volteara a verla.

Ese sonido logró su objetivo, y el chico de ojos café quedó boquiabierto al encontrar a la chica que le gustaba en aquel vestido azul rey. El cuerpo de Lili se veía pequeño con ese atuendo, pero lograba crear impacto gracias a sus ojos pálidos. Consiguió el efecto que las chicas esperaron al arreglar a Lilian, pues Derek sonrió como el chico conquistado que era. Ninguno de los pudo decir algo, mucho menos acercarse al otro. Tan solo sonrieron, así que Cloe consideró ese el momento perfecto para su retirada triunfal.

—Bien, la quiero de regreso a las nueve en punto, ni un segundo más —Cloe se entrelazó al brazo de Lili y la hizo bajar las escaleras hasta Derek —. ¡Y tus manos y lengua quietas, jovencito!

—¡Cloe! —le reclamó Lilian, sintiendo como se sonrojaba una vez más. Derek, por su parte, comenzó a reír.

—¿Qué? Ya no son un par de niños, Lilian ¿Acaso crees que no sé lo que pasa entre muchachitos como ustedes? ¡¿Eh?! —cuestionó, fingiendo voz de anciana —. Además, con ese vestido, eres la pesadilla de cualquier monja, cariño.

—¡Por Dios! ¡Fuera de aquí! —la empujó Lilian sin poder evitar esbozar una sonrisa divertida —. Ya me disté la experiencia bochornosa de la primera cita, tu trabajo está hecho.

—Fue un placer avergonzarte, descorazonada mía — exclamó Cloe subiendo las escaleras —. Nerd, cuídala bien.

—Por supuesto que sí —asintió Derek, pero miró a Lilian en lugar de a la friki que le habló.

Cloe esbozó una sonrisa antes de desaparecer de nuevo en su edificio. No entendía como Lilian no estaba nerviosa cuando, para ella, primera cita fue sinónimo de colapso nervioso. Le costó un tiempo entender que Derek no era igual a Cam, y que cada pareja es diferente.

Y es que hay personas que prometen bajar las estrellas del cielo, y otros que las bajan del techo.

Lilian se fijó en los ojos cafés de Derek; luego, miró su sonrisa. Sus labios le recordaron cada detalle de la noche en la que los probó ¿Se repetirían esos besos que despertaban a su adolorido corazón? Esperaba que sí, pues Derek rompía un cliché bastante conocido: a diferencia de lo que está escrito en los estereotipos, los nerds besan bien; o al menos ese lo hacía.

—Las chicas exageraron un poco al arreglarme —ella bajó la mirada y sonrió con timidez —. Creo que se emocionaron con esto de la "primera cita".

Ella subió la mirada, esperando una respuesta salir de los tentadores labios de Derek. Él no dijo nada al instante, tan solo se alejó del auto y se acercó a ella.

Tu autem in veste amictus... [1] —soltó con sorpresa en su tono de voz.

—Pero que observador —rio Lilian —. Sí, Derek, estoy usando un vestido.

Él amplió su sonrisa, ella aprendía latín con rapidez.

—Vaya, entiendes bien —dijo con orgullo—. A ver, ¿Qué significa, Te respicere pulchra, magis pulchra quam possum exprimere sermonibus? [2]

—Mhm...—ella arrugó su nariz, tratando de entender el latín fluido de Derek —. No, no entiendo ¿Qué significa?

—Significa...—él se acercó a ella, cortando la distancia y tomándola por la cintura con cariño. Se acercó a su oído y le susurró la traducción de aquellas palabras —. Que te ves hermosa, más de lo que puedo expresar en palabras.

Lilian se estremeció al sentir su aliento tan cerca de ella. Algo que ignoraron las chicas al vestir a Lili con un vestido tan corto, fue que ella siempre tenía frío. No obstante, tenerlo a él a esa distancia era como si un fuego se encendiera en su corazón, y este incendiara cada centímetro de su cuerpo. Quizá no suene ideal, pero para alguien que vivía con la piel de gallina, era una sensación realmente agradable.

Él presionó sus labios sobre la mejilla de ella, y lo hizo tan lentamente que a Lilian le fue sencillo notar que ya había aspirado el dulce perfume de lavanda que le obligaron a usar de más. Cuando se separaron, ella se preguntó si él la besaría de nuevo, inclusive pudo leer sus intenciones en sus expresivos ojos. Sin embargo, él solo pudo sonrió y la tomó de la mano.

—¿Nos vamos? —le preguntó él a lo que ella asintió.

Se dejó llevar por él hasta el auto. Él le abrió la puerta del copiloto, que rechinaba debido a la vejez del auto de la madre Derek. Ella se sentó y esperó a que él tomara en el lugar del conductor. Mentiría si dijera que ella estaba nerviosa, porque no era así. Sin embargo, si que estaba emocionada. El vacío que solía sentir en su estómago revoloteaba de una agradable manera.

—Y bien, ¿a dónde me llevarás? —preguntó ella con diversión —, ¿A un restaurante? ¿Algún picnic en el parque? ¿El planetario?

Derek soltó una carcajada y volteó a mirarla.

—Acabas de decir el top tres de las citas más cliché de la historia —soltó con diversión —. Me siento ofendido, creí que esperabas algo mejor de mí.

—Pues, esta es la primera vez que salgo con alguien a quien en realidad le importo —se defendió Lilian —. Los pocos idiotas que me invitaron a salir entrando a la secundaria no cuentan.

—¿Así que soy el primero que cuenta?

—Así es...

—Vaya manera de poner presión en mí, Lilian.

Ella soltó una carcajada que aceleró el ritmo cardíaco del chico. Volteó a verla, más que sentir presión por ser el primero que ella contó, se sintió privilegiado.

—Entonces, ¿estás esperando algo cursi y cliché?

—No sé que estoy esperando, Osbone —dijo ella, bajando la mirada al sentir que se sonrojaba —. Solo sé que la única experiencia clara que tengo está en libros y en películas...

—No sé si lo has notado, pero yo no estoy hecho de letras, tampoco aparezco en algún rodaje. No soy un libro, menos una película, yo soy realidad. Hoy tendrás una cita real, no una de fantasía, ¿bien?

El pecho de Lilian comenzaba a doler por los latidos tan acelerados en su interior. Podía escuchar la sincronía de aquellos sentimientos provocados por el hombre a su lado, y comenzaba a preguntarse si él podía oírla también.

—Bien, me gusta la idea de salir con la realidad —aseguró ella mirando el camino.

—Perfecto —él sonrió al escuchar aquello —. Pero sigo ofendido porque creyeras que te llevaría a una cita tan común.

—Lo lamento —ella notó el tono de broma en la voz de Derek, así que habló con una sonrisa juguetona en sus labios.

—No, no te perdono. Estoy realmente ofendido. Tendrás que hacer algo para hacerme sentir mejor.

—¿Qué cosa? —Lilian alzó una ceja, mirándolo.

Derek no dijo nada al instante, solo detuvo el auto en una esquina de la calle. Le sonrió con una picardía que logró sonrojar aún más a Lilian. Llevó su mano hasta el asiento del copiloto, de manera en que tan solo quedará a milímetros del rostro de ella.

—Esto es lo que harás... —se acercó hasta ella, logrando que Lilian olvidara respirar en instantes. Desamarró la bandana que su hermana había dejado el día anterior en el respaldar del asiento y se la entregó —. Tienes que ponértela en los ojos.

—¿Para...?

—Creíste que haría algo excesivamente cursi, pues añadámosle un poco de cursilería a esto —Derek regresó a su asiento y eliminó la cercanía —. Te llevaré a tu primera cita real con los ojos vendados. No sabrás a dónde irás, hasta que lleguemos allá.

—Creí que Derek Osbone rompía clichés, no los hacía.

—Créeme, romperé el cliché. Tan solo hago esto para retar todas esas ideas erróneas que tienes sobre una primera cita. Te aseguro que, cuando abras los ojos, creerás que soy el único nerd capaz de hacer algo tan especial.

—Y creeré que eres súper modesto y humilde, además —ella rodó los ojos, sacándole una carcajada.

—Probablemente —él llevó su mano hasta un mechón de cabello de ella y lo peinó tras su oreja —. Anda, haz lo que te pido. Te prometo que te sorprenderé. Hasta yo quedé sorprendido, jamás había hecho algo así de especial por alguien más...

Lilian parpadeó unas tres veces al escuchar aquello, al parecer esa experiencia también era algo nuevo para Derek. El historial de citas y salidas del chico resultaba demasiado largo como para poner en palabras. Estaba lleno de mujeres distintas, pero solo con ella se atrevía a hacer algo como aquello: romper un cliché de una manera muy literal. Pues, cuando se quitara la bandana de los ojos, ella no encontraría la cita que esperaba.

—¿Me ayudas a amarrarla? —preguntó Lilian con una sonrisa.

Y no, no estaba para nada nerviosa. Ni siquiera cuando sus ojos pálidos no pudieron ver nada.

...

—Ya me arrepiento de esto —dijo Lilian, apretando las manos de Derek con fuerza, mientras intentaba subir al siguiente escalón.

Ella no sabía dónde estaba, tan solo pudo adivinar que habían bajado del auto, entrado en un elevador, y ahora subían unas escaleras que parecían no acabar. Pisaba con cuidado para no tropezar, sintiendo que cualquier paso en falso la llevaría a una caída fea. Mientras tanto, Derek reía ante su rostro. No lo había planeado antes, pero resultó una buena idea vendarle los ojos.

—No te arrepientas aún, falta poco —la animó él —. Hay otro escalón, pisa con cuidado.

—Si me caigo, te haré caer conmigo —amenazó Lili, pisando torpemente el escalón que seguía.

—Vamos, Lili—le dijo Derek, quien sonreía a pesar de no ser visto—. Sabes que nunca te dejaría caer.

Ella agradeció que la bandana cubría parte de sus sonrojadas mejillas. Desde que le había confesado estar enamorada de él, le resultaba difícil aguantar sonrisas o suspiros, mucho menos el color rojo en su pálida piel. Era como si el disfraz que había portado por un año, se hubiese arruinado bajo el árbol de su jardín, y agradecía que fuera así. Jamás había sentido tanto y comenzaba a gustarle...

Dejó de pensar en eso en el momento en que sintió un golpe de costado. Chocó con una pared, provocándole un grito de dolor. Escuchó las carcajadas de Derek frente a ella, a lo que solo pudo soltar un resoplido.

—Te detesto —bramó —. Esta fue una pésima idea.

—Yo no lo creo — él la tomó por la cintura de sorpresa y dejó un beso sutil en su nariz —. Ven, se acabaron los escalones. Ahora, sígueme.

—No tengo opción —apretó aún más sus manos y esperó a ver qué ocurría.

La condujo hasta una puerta, que pudo escuchar que se abría para luego dejarlos en el exterior. El aire fresco llegó a ella como una brisa helada nada conveniente con ese vestido, pero no pudo importarle el frío cuando tenía la curiosidad a flor de piel. Dedujo que debían estar muy alto, pues habían subido mucho. Luego, supo dónde estaban...

—Las citas en azoteas están en el top 10 de las citas más comunes y clichés de la historia —soltó ella —. Así que fallaste.

—Dices eso solo porque sigues con los ojos vendados —él soltó sus manos y caminó hacia su espalda —. Espera a que lo veas, porque lo que hace diferente a esta cita de las miles que han habido en una azotea, es esto...

Él le quitó la bandana, permitiéndole a esos ojos pálidos que tanto le gustaban quedarse impresionados ante lo que observaba. Ella desconocía en que edificio estaban, pero esa vista de Detroit era capaz de quitar alientos. No era la ciudad más hermosa, pero a ese ángulo se veía increíble. Con los colores de la tarde chocando contra las casas y edificios, Lilian sintió que tenía la mejor obra de arte frente a ella. Irónicamente, era el mismo Detroit que tantos defectos tenía.

Por otro lado, encontró aquello que rompía el cliché de la típica historia de la cita en la azotea. Derek no preparó una cena en las alturas, con velas y demás; tan solo llenó un pequeño rincón de frazadas y almohadas, pues sabía que a Lilian el frío la atormentaba, y junto a ellas, un pequeño caballete reposaba con un lienzo listo para ser decorado. Un diminuto reproductor de música estaba encendido, y se podía leer en la pantalla que una de las canciones favoritas de jazz de Lilian estaba en pausa, lista para ser reproducida. Ella jamás había visto algo como eso.

—Quería traer mariposas, pero no se me ocurrió una manera de hacerlo —aseguró él —. Aun no entiendo cómo te gustan tanto esos bichos. Son horribles.

Lo que rompió el cliché en la cita de Derek fue que la había preparado especialmente para Lilian. Incluyó todas las cosas que le gustaban en un solo lugar, y a eso le añadió una vista espectacular. Supo que había dado en el clavo con todo aquello en el momento en que ella soltó un suspiro. No tenía ni idea de cómo reaccionar.

—Yo...Derek...esto es...—se sintió sin aliento, pues pudo verse a sí misma en ese rincón sin problema. En este mundo es muy fácil sentirse ignorado o abandonado, pero Derek logró que ella se sintiera importante por instantes.

—Es muy tú —él la abrazó por detrás, colocando su barbilla en el hombro de la chica —. No se me ocurrió mejor cita.

—Este lugar es hermoso —ella rodeó sus brazos y observó la ciudad.

—Lo sé, y sabía que ibas a querer pintarlo —sonrió —. ¿Qué esperas? Ve a hacer arte.

Lilian observó el caballete en miniatura con una sonrisa. Su corazón se aceleró al pensar en una pintura de un lugar tan bello, así podría recordarlo por siempre. No obstante, luego pensó bien lo que haría.

—Pero, ¿no se supone que en una cita se hace lo que a los dos les guste? —preguntó ella.

—A mí me gustan muchas cosas, planear una cita con todas las cosas que me agradan sería una pesadilla. Así que solo incluí dos de ellas aquí...

—¿Cuáles?

—La primera, es verte dibujar —se soltó del abrazo y la guío hacia el rincón.

—Si dices que la segunda soy yo, te haré bajar de las escaleras con los ojos vendados tú solo —bramó Lilian —. Odio que me guste tanta cursilería, me darán caries si continúas.

—Pues, sí, me gustas mucho...pero la segunda cosa era la comida.

Él sacó un bolso llenó de alimentos que probablemente devoraría él solo, pues a Lilian le daba vergüenza comer en público. No obstante, Derek se propuso hacer que ella comiera tan solo un poco. Era una de sus metas en esa cita.

Lilian soltó una carcajada ante el comentario de Derek. Él se sentó en los cojines y frazadas, observando lo linda que se veía su sonrisa cuando duraba más de cinco segundos. Estaba perdidamente enamorado, y ser correspondido lo hacía sentir en el cielo...comenzaba a decir cursilerías que nunca imaginó que diría y justo por la persona que menos esperó.

—Y bien, ¡comienza a pintar! —dijo él llevando una botana a su boca —. ¿Qué estás esperando?

Ella sonrió y se sentó a su lado. Atrajo el caballete hacia ella y tomó las pinturas cerca de donde trabajaría. No tuvo que decir que tenía frío, Derek la cubrió con una frazada antes de que pudiera quejarse. Cuando tomó el pincel para comenzar su trabajo, sintió unos labios estamparse en su mejilla.

Definitivamente, esa era una bonita manera de romper un cliché.

...

—Eso quedó hermoso —le dijo Derek cuando ella soltó el pincel, finalmente.

Mientras Lilian pintó, él se encargó de hablarle, halagarla, hacerla reír, y hasta robarle besos. Hasta el momento, no se había repetido el contacto de labios de la noche anterior. Sin embargo, Lili notó en esa cita que ella era alguien minimalista. Los pequeños detalles, las pequeñas caricias, le encantaban, y Derek era experto en ellas.

—Gracias —respondió ella al terminar de masticar la frambuesa que Derek había conseguido que comiera.

Acomodó su frazada, que resultaba bastante útil para el frío que sentía. Pensó en recostarse en los cojines, pero tendría que acurrucarse junto a Derek para eso y aún sentía vergüenza. Carraspeó un poco, mirando fijamente el lugar que pensaba ocupar. Derek entendió a la perfección y se hizo a un lado, permitiendo que ella se recostara y se cubriera con más frazadas sin la necesidad de un contacto apresurado. Aunque no pudo evitar tomarla de la mano.

—Tengo curiosidad —soltó él, acomodándose para poder verla a la cara.

—Que raro —ella rodó los ojos, haciéndolo reír.

Tener una cita con ella se sentía increíblemente bien, ya que ambos se conocían a la perfección. No había la presión común que tuvo con sus ex novias al tener que conocerlas desde cero, y tampoco la necesidad de explicarle el significado de cada pequeño gesto. Tan solo debía disfrutar con ella, y era agradable pasar un tiempo así.

—¿Qué te da curiosidad? —preguntó Lilian.

—Saber cuándo las gafas hicieron efecto en ti —confesó él, logrando que Lilian bajara la mirada con timidez.

Ella se acomodó de la misma manera que él, solo para quedar cara a cara. Le resultaba increíble ver cómo los ojos de Derek brillaban, se veían perfectos así. Suspiró y llevó un mechón de su cabello detrás de su oreja. Él llevó su mano hasta el mentón de ella y le levantó su mirada. Tras dedicarle una sonrisa, le dio a entender que podía contarle lo que sea, no debía ser tan tímida con él.

Y eso haría.

—Primero que nada, las gafas no tienen nada que ver. Tienes mucho más encanto del que imaginas, Osbone.

—Ah, ¿sí? —él alzó una ceja, sintiendo que su pecho se inflaba.

—Sí, es muy fácil enamorarse de ti. Eres atento, inteligente, divertido y tú visión del mundo es...creo que es lo que más me gusta de ti.

» Muchos creemos que le pertenecemos a la vida, y que la seguimos hasta morir, pero tú vives como si la vida te perteneciera solo a ti, conviertes cada detalle en algo único sin tener que seguir a la multitud. Eso me cautiva de ti, sinceramente.

Él respiró con fuerza. Se sentía vibrante en su interior, y las polillas en su estómago ya no tenían espacio para revolotear con precisión. Nunca alguien le había dicho algo tan lindo, era el mejor piropo que jamás había escuchado.

—Además, no eres nada feo —ella bajó la mirada, sonrojada de pies a cabeza —. Pero que no se te suba a la cabeza, por favor.

Él sonrió de lado, ya podía decir que le encantaba hacerla sonrojar. Lo que le sorprendía era lo sencillo que era provocar ese rubor. Es decir, jamás había visto color en las mejillas de Lilian hasta la noche en que la beso. Desde entonces, no había otro tono en su cara más que ese. De haber sabido lo bonita que se veía así, la habría besado antes.

—En cuanto a tu curiosidad...—ella se mordió el labio y fijó su mirada en él —. No sé cuándo me enamoré de ti, pero si recuerdo cuando lo noté.

—¿Y cuándo fue? —él tomó su mano de nuevo y comenzó a jugar con sus huesudos nudillos.

—Cuando a comenzaste a salir con tu última ex novia —confesó ella —. Me sentí como una tonta, porque de repente comenzaron unos celos absurdos hacia ella. No quería arruinarte nada, ni con ella, ni con nadie, y creí que nunca te fijarías en mí; lo creí caso perdido. Así que me convencí a mí misma de esconder mis sentimientos...total, para alguien como yo, es sencillo

—Creíste que jamás me fijaría en ti —repitió Derek con lentitud —. ¿Cómo terminamos enredados en algo así?

—No lo sé —ella soltó una pequeña risa —, pero me gusta.

—Y yo te gusto —canturreó Derek, logrando que ella rodara los ojos.

—No, me gustan las frambuesas —evadió ella con diversión —. ¿Me das otra?

Derek negó con la cabeza, divertido ante su manera de evadir lo que ya ninguno podía evitar. Soltó su mano y buscó en su mochila la bolsa con frambuesas, además de otro detalle. Era sencillo enamorarse de Lilian, al menos lo fue para él. Hablar con ella, bromear con ella, reír con ella, sentir con ella, resultaba demasiado fácil. Solo con verla, sabía que quería hacer las cosas bien. No solo bien, sino extremadamente bien.

Le dio la frambuesa a Lilian y observó cómo ella la devoraba con gusto. Aún se mostraba reservada al comer frente a la gente, pero él logró hacerla sentir lo suficientemente cómoda como para permitirse eso. Otro logro conseguido.

—Hace tiempo que no probaba una frambuesa —dijo Lilian, escuchando el jazz tras saborear la fruta —. Son deliciosas.

—Avísame la próxima vez que quieras y yo te las llevaré —le aseguró, luego observó aquel detalle que había traído, a parte de las frambuesas —. Oye, Lili...

—¿Sí? —preguntó ella.

—Me gustas mucho —ella sonrió —. Y es raro, porque nunca nadie me ha gustado por completo. Siempre son pequeños detalles, cosas insignificantes, pero tú...tú eres diferente.

—Derek...—él llevó una mano hasta su mejilla y le sonrió.

—Quiero hacer todo bien contigo. Me encantaría ver cómo pierdes la timidez, y sé que eso será de a poco, pero es algo que estoy dispuesto a conseguir. Quiero quererte de la manera correcta, de verdad que quiero hacerlo...

—Derek...

—Y sé que yo jamás hago esto tan pronto. Lo que menos quiero es que te sientas presionada, pero de verdad, de verdad, me gustaría poder llamarte...

—Derek —Lilian llevó una mano hasta su boca y lo calló —. Si quiero ser tu novia, pero deja de divagar.

Él abrió los ojos con sorpresa y quitó con delicadeza la mano de ella de su boca.

—¿Cómo supiste que...?

— Supe que me lo preguntarías desde que me invitaste a esta cita. Después de todo, eres Derek, cuando quieres algo, das todo para conseguirlo—sonrió ella —. Claro que nunca imaginé que yo sería algo que querrías.

—Ni yo —él se acercó a ella —, pero vaya que te quiero, Lili.

Ella sonrió y mordió su labio como respuesta. Sintió la mano de Derek buscar la suya una vez más. La tomó sin problema, y permitió que la otra hiciera patrones en su pantorrilla bajo la frazada a pesar de la timidez.

—Ya te dije que seré tu novia —ella acercó su rostro al de él —. No es que siga un protocolo, pero creo que está es la parte en que me besas.

Derek sonrió y no pudo hacer más que obedecer a las palabras de Lilian. A ella le sorprendió la manera en que sus labios se encontraron, pues fue un tanto distinta a la primera vez. Dejó que él se adentrará en su boca con delicadeza, lentitud y cariño. Siguió sus movimientos y lo acercó aún más, tomándolo del cuello. Cualquier milímetro de distancia entre ellos se sentía incorrecto, como un pecado en el que se rehusaban a caer.

Las manos de él subieron hasta las caderas de ella, el recuerdo de las caricias que no fueron caricias que le proporcionó el "compañero" de su madre llegó a la mente de Lilian como un destello no deseado. Creyó que entraría en pánico, que lo alejaría, pero con Derek todo se sentía tan diferente...Las caricias se sentían caricias, los te quiero se sentían reales, el dolor no existía, era reemplazado por el sabor a frambuesa él encontró en su boca en ese momento.

La recostó mejor en las frazadas, terminando sobre ella sin dejar de besarla. Se sentía correcto estar de esa manera, con la música de Jazz de fondo ante el vaivén de bocas y labios sabor a frambuesa. Se sentía extremadamente bien, pero ella tuvo que detenerse al sentir que ya no tenía aire en sus pulmones para aguantar.

Y, en ese momento, Derek aprovechó para mostrarle el detalle.

—¿Por qué trajiste una pegatina de tu cuarto? —preguntó Lilian al ver la estrella fluorescente en la mano de Derek.

—Cabía la posibilidad de que te negaras —él pegó su nariz a la de Lilian, al momento en que ambos recuperaban aire —. Así que te baje una estrella del techo. No puedes rechazar a alguien que te baje una estrella, ¿o sí?

El cuerpo de Lilian se estremeció ante las carcajadas. Tomó la estrella al tiempo en que Derek comenzó a reír también y atrajo su rostro al de ella una vez más. Lo beso lento, con ganas, como se besa a alguien capaz de bajar una estrella solo por ella.

Por eso, y por muchas otras razones, aceptarle una cita a alguien que prometía bajar las estrellas no era lo mismo que ir con alguien que le bajara las estrellas en verdad.

[1] (latín): Estás usando un vestido

[2] (latín): Te ves hermosa, más hermosa de lo que puedo expresar en palabras.

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