Capítulo 23
Capítulo 23
Bajo el agua:
Día 58 del programa: 9 de marzo del 2015
3:15 pm
Cinco días.
Ese fue el tiempo que le tomó a Sanne asimilar los resultados de los exámenes, y aún no sabía bien cómo reaccionar. Había conversado con las margaritas sobre ellos, en especial durante la pijamada que Margaret les ordenó organizar en casa de Cloe. Ellas trataron de animarla, de mostrarle que no estaba tan mal, pero sus intentos no tuvieron el resultado esperado. Ella se sentía a la deriva, como si estuviera flotando en algún lugar del océano, lejos de tierra firme. No sabía que hacer ahora que ya había visto que no estaba tan sana como siempre creyó. Su voz interior le gritó que todo lo escrito dentro de esa carpeta estaba mal; quería creer que todos estaban equivocados, menos ella. Pero con la evidencia en sus manos, era difícil creerle a su voz interna.
Su teléfono vibró en el instante en el que entró en el ascensor del edificio de Dann. Su entrenador aun no sabía sobre exámenes, ella no tuvo el valor para decírselo al instante, así que decidió que ese era el momento de buscar las agallas que él le aseguraba que ella tenía y se lo diría. Dann sabría qué hacer.
Tomó su teléfono y, en lugar de entrar a las miles notificaciones de Instagram (que de seguro eran críticas o malos comentarios), presionó la pantalla para entrar en el chat que compartía con las margaritas.
Chat: las que odian ser llamadas margaritas:
« Cloe: ¡Sanne Coleman, repórtate! Dime que ya estás en casa de Dann.
Sanne comenzó a teclear en el momento en que las puertas del ascensor se cerraron:
En eso estoy»
« Dalia: ¡Bien! Recuerda, tienes que estar tranquila.
« Cloe: Dalia, cuando le dices a alguien que está nerviosa que debe estar tranquila, solo la pones más nerviosa.
« Dalia: ¡Solo trato de ayudar!
« Cloe: Entonces manda emojis como una persona normal.
Dalia está escribiendo...
« Dalia: ok, no sé qué emoji va con la situación, lo siento.
Lilian está conectada...
« Lilian: Ustedes dos son terribles dando apoyo moral.
« Cloe: Como si tú fueras la reina de eso, descorazonada.
« Lilian: Sanne, debes recordar que los resultados de los exámenes no fueron tan graves.
Pero demuestran que Margaret tuvo razón todo este tiempo»
« Lilian: Odio decir esto, pero hay que acostumbrarnos a que esa mujer tenga la razón de vez en cuando.
« Dalia: Uy. Te dolió escribir eso, ¿no es así?
« Cloe: Lilian se arrancará los dedos luego de ese mensaje.
« Lilian: ¿Pueden dejar que apoye a Sanne como se debe sin interrumpirme con sus bromas?
« Cloe: Escríbele al privado.
O tú apaga el celular, Cloe. Aún estás en clase»
« Cloe: Aburridas.
« Lilian: En fin, Sanne, tú solo se sincera con Dann. Nos dijiste que él te ayuda en momentos de crisis y está no será la excepción. Quizá él te haga entrar en razón y te des cuenta de que no es tan grave como crees.
« Dalia: Todo tiene solución, Sanne.
Bien, tienen razón. Lo haré»
« Dalia: Luego, nos vemos todas en Sweets. Las obligaré a comer, aunque sea un dulce. El azúcar alegra la vida.
« Cloe: Y tapa arterias.
« Lilian: ¿Tú no estás a dieta, Dalia?
« Dalia: Si, pero ustedes no.
Ni loca comeré un dulce, no trates de intentar»
Pero si estoy de acuerdo con vernos en Sweets, ¿les parece a las 4:00pm?»
« Cloe: Hecho, nos vemos allá.
Las puertas del ascensor se abrieron en el piso de Dann. Eso fue suficiente como para que Sanne apagara su teléfono y fuera directo hacia la puerta del apartamento de su entrenador. Sacó la copia de la llave que él le había entregado y la pasó por la manilla. Tenía el corazón en la garganta, pero aun así logró abrir la puerta.
Quizá Lilian tenía razón y los resultados de los exámenes no eran nada del otro mundo, pero a ella le costaba asimilarlos. Se sentía de cabeza, como si hubiesen cambiado su mundo de un día a otro. Sabía que Dann la ayudaría, él era capaz de poner sus pies de nuevo en la tierra cuando lo necesitaba, pero no se sentía lista para admitir que de hecho estaba asustada.
Escuchó las voces de Lei y de su entrenador en algún lugar de la casa. Las siguió hasta dar con la habitación de la futura bebé Carlton, en donde ambos padres se encontraban en la dura tarea de descifrar como armar correctamente una cuna. Sanne sonrió de lado, eso le trajo recuerdos de cuando los dos esperaban a Caleb. Fue incapaz de interrumpir la escena, así que los observó apoyada del marco de la puerta.
—Cariño, esa cosa no va ahí —habló Lei tratando de leer las instrucciones.
—Ya armé una cuna antes, creo que sé dónde van las cosas —respondió Dann tratando de encajar un pedazo de madera con otro muy diferente.
—Pero las instrucciones dicen que eso hay que ponerlo de último.
—¿Y cómo carajo lo voy a poner de último?
—Yo que sé, es lo que dice aquí.
—Bah, no le hagas caso a las instrucciones. Lo haré solo.
—Romperás algo ¿Y si llamó a mi hermano para que la arme? Al paso que vas, nuestros hijos se irán a la universidad antes de que tú logres ensamblar esa cuna.
—Pero qué poca fe tiene en mí, señora Carlton.
—Con el matrimonio viene la sinceridad, y la verdad es que eres pésimo constructor.
Sanne soltó una carcajada que hizo voltear a la pareja en la habitación. Tanto Lei como Dann sonrieron al encontrarse con la chica apoyada en el marco de la puerta. Ella se adentró en la habitación, que ya estaba decorada de un precioso color lila que ambos padres junto con Caleb escogieron para la bebé.
—Está es mi parte favorita de cuando ustedes tienen hijos —admitió Sanne divertida —: Verlo sufrir armando la cuna.
—Genial, no me bastaba con una esposa burlona —él rodó los ojos —, también me conseguí a una amiga idéntica.
—Deja de hablar y termina de armar eso —reclamó Lei con diversión en su tono de voz. Luego, miró a Sanne —. ¡Me alegra tanto verte por aquí, Sanne! Caleb estuvo preguntando por ti toda la semana.
—Lo siento, pasé mucho tiempo con unas...Ehh...Digamos que son unas conocidas —se disculpó Sanne sin saber cómo definir su relación con las margaritas —. Se lo compensaré a mi sobrino.
—¿Por qué no llamaste antes de venir? Habríamos recogido todo esto —le dijo Dann.
—Es que vine para hablar contigo sobre algo, pero podemos charlar luego de que termines con esa cuna. Mientras, jugaré con Caleb.
—Está en su habitación —le informó Lei —. Hace unos minutos estaba cantando, lástima que se detuvo.
Sanne sonrió de lado y asintió. El pequeño Caleb tenía una voz muy tierna que sonaba demasiado bien cuando entonaba alguna canción infantil. A sus padres y a su tía les encantaba escucharlo cantar, lo cual era bueno porque el niño rara vez se callaba.
Tras decirles a Lei y a Dann que iría con él, salió de la habitación convencida de que hablaría luego con su entrenador sobre los exámenes. Utilizaría el tiempo con su sobrino para prepararse mentalmente a lo que vendría. Admitir lo que estaba escrito en esa carpeta no era sencillo para ella, ni siquiera si se lo decía a su mejor amigo.
Se asomó por la puerta abierta del cuarto infantil y de inmediato encontró a su pequeño sobrino jugando en el suelo con autos de juguete. El mechón blanco en su cabello había crecido lo suficiente como para verse con facilidad. Ella suspiró, al menos ese era el único problema que se le había presentado al niño.
—Hola, precioso —dijo con una sonrisa.
Esperó a que el niño contestara, o que la notara apoyada en la puerta, pero Caleb no se movió. Para ese momento, notó que estaba demasiado callado para ser normal. Él era hiperactivo y ruidoso, extremadamente cariñoso y alegre; el silencio no iba con él. Se acercó hasta su sobrino y se agachó a su altura para tocarlo en el hombro. Él se sobresaltó al instante, ¿acaso no escuchó entrar?
—Caleb, te saludé —ella se fijó en sus dulces ojos de distintos colores —. ¿No me escuchaste?
Él arrugó su pequeña frente, y abrió la boca con sorpresa. Sanne notó de inmediato que había confusión en su mirada, pero también le fue sencillo percibir que eso no era lo único que sentía su sobrino. Caleb, por alguna razón, tenía miedo.
—Caleb, cariño, ¿estás bien? —preguntó Sanne alterada.
—¿Qué? —cuestionó él con un hilo de voz —. Tía Sanne, no te oigo
—¿Cómo qué no me oyes, Caleb?
Por instantes, Sanne creyó que Caleb solo estaba bromeando. Pero al notar los ojos cristalizados del niño, vio que no se trataba de un simple juego. Él se fijó en los ojos de su tía, sin comprender lo que estaba ocurriendo. Estaba tan asustado que perdió todas sus fuerzas y dejó caer el carrito en su mano. Ni siquiera el golpe del juguete contra el suelo pudo escuchar.
—Caleb, ¿qué tienes? —ella lo tomó por los hombros, alterada por su reacción.
—Tía...yo...yo...no te escucho—dijo con su voz infantil completamente quebrada.
—¿Cómo que no me escuchas? ¡¿Cómo que no me escuchas, Caleb?!
Lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de distinto color del pequeño Carlton, alterando por completo a su tía.
—Ti-Tía —tartamudeó —. Te escuchas como si...como si...como si estuvieras bajo el agua.
Sanne quedó muda ante esas palabras. Sintió algo dentro de ella quebrarse al ver más y más lágrimas en los ojos de su sobrino. Solo pudo arrojar la carpeta que traía en la mano al suelo, abandonar cada terror propio, y atraerlo a sus brazos. Lo rodeó al tiempo en que su pequeño cuerpecito se estremecía por el llanto. Definitivamente, algo no estaba bien.
—¡Dann! ¡Dann!
Sus gritos sonaban necesitados, desgarradores. Le preguntó a Caleb si los escuchó, pero él solo lloró. Sin embargo, sus padres si lograron oírlos, y fue suficiente como para que corrieran hasta aparecer en la habitación.
—¿Sanne? — cuestionó Dann con Lei a sus espaldas. Ambos se alteraron al instante en que la vieron en el suelo, abrazando al niño que lloraba —. ¿Sanne, que ocurre?
—Mami, papi — lloriqueó el niño al verlos.
—¿Qué pasa, bebé? — la voz de Lei tembló al acercarse a su hijo, que no se soltó de su tía —. ¿Por qué lloras, mi cielo?
—Mami, no te escucho — lloriqueó.
—¿Cómo que no la escuchas? — preguntó Dann con preocupación.
—Papi, mami, no los oigo ¿Estoy bajo el agua? No oigo...Tengo miedo...No los escucho.
Lei y Dann intercambiaron miradas llenas de miedo y preocupación, para luego mirar a Sanne.
— No nos oye, Dann —le dijo, como si hubiese sabido que solo así terminaría de comprender.
Eso fue suficiente como para que Dann reaccionara y cargara a Caleb que lloraba con fuerza. Lei también reaccionó con la misma velocidad y, aguantando sus lágrimas, salió de la habitación corriendo, seguida por su esposo y por Sanne. Entre el llanto de Caleb en los brazos de su padre, el miedo que la invadía por completo, y su corazón latiendo a un ritmo ensordecedor, Sanne no supo cómo fue que Lei y Dann podían si quiera pensar. Ellos se movían a la velocidad de la luz, buscando las llaves del auto y acordando que debían ir al hospital más cercano. Mientras, para ella, el mundo a su al rededor no solo estaba se cabeza, ahora lo sentía en cámara lenta...
—Lei, carga a Caleb —ordenó Dann al momento en que la vio temblar al recoger su bolso a toda velocidad.
—Ya, bebé —Lei tomó a su hijo y lo acurrucó en su pecho, él aún lloraba —. Te prometo que todo estará bien.
—Dann, ¿qué necesitan que haga? —preguntó Sanne con voz temblorosa.
—Nada —él estaba demasiado concentrado en tomar todo lo necesario para correr al hospital como para dar una mejor respuesta.
—Pero...
—Sanne, en este momento no te necesito —la tomó por ambos brazos con delicadeza.
Al ver sus ojos, Sanne notó lo asustado que estaba su entrenador. Era difícil encontrar a un Dann aterrado, pero ahí estaba, con el miedo a flor de piel. Las palabras que le dijo, eso de que no la necesitaba, solo fueron una manera de decirle que debía afrontar ese problema solo. Si ella se añadía a todo eso, solo empeoraría la situación. Asintió con debilidad y apretó la mano de su entrenador para darle, aunque fuera un poco de apoyo.
—Llámenme cuando tengan noticias, ¿sí? —pidió —. Y no lo dejen llorar solo.
—Jamás haríamos eso —Dann se acercó hasta ella hasta dejar un beso protector en su frente. Luego se soltó y fue hacia su esposa, que lo esperaba en la salida —. Te mantendré informada.
Sanne asintió con la cabeza y luego los vio irse a toda velocidad. Aún sentía que su mundo daba vueltas, estaba de pie sin estarlo en verdad. El miedo la golpeó como un martillo y sin piedad. Llegó temiendo por su salud, y ahora solo podía pensar en la se Caleb. La sensación de hablarle a su sobrino, y que este no lo escuchara, fue la peor que había sentido en su vida. Ahogó un grito antes de romper en llanto, algo estaba terriblemente mal. Y, por primera vez en su vida, sintió que ese terror que la recorría no se le quitaría al nadar en una piscina.
...
4:00 pm
—No lo entiendo, nerd —dijo Cloe por cuarta vez, frunciendo el ceño en dirección a su cuaderno de física.
Derek soltó un largo suspiró, señal de que su paciencia comenzaba a agotarse. Había accedido a ayudar a Cloe con sus materias en la escuela, pero no creyó que ella sería una alumna tan difícil. Dalia soltó una pequeña risa al ver la frustración en ambos rostros. Era divertido ver esa clase, y deseaba en silencio que Lilian dejara de hacer batidos para ver aquello. Resultaba agradable ver a Lili reír, era esperanzador observar a alguien de ojos tristes soltar una carcajada.
—A ver, friki, es sencillo —explicó Derek —. Tercera ley de Newton: A cada acción siempre se le opone una reacción igual, pero en sentido contrario. Se llama principio de acción y reacción, eso es lo que representa este lado de la ecuación en tu cuaderno ¿Ves?
—Yo solo veo números y letras —habló frotando su sien —. Es como si el alfabeto hubiera vomitado en una tabla de sudoku.
—No digas eso, por favor —pidió Derek haciendo una mueca —. Siento que acabas de insultar cada libro de física que he leído desde los diez años.
—Los niños de diez años normales se sacan los mocos, no se aprenden las leyes de Newton.
—¿Y Derek te parece normal? —preguntó Dalia con diversión.
Cloe observó a Derek, quien le ofreció una de esas sonrisas tan típicas en él. Definitivamente, no le parecía alguien usual. Era distinto en muchos sentidos, y quizá por eso se llevaba tan bien con las cuatro margaritas. Solo alguien inusual podría comprender a un grupo con personas tan distintas.
La puerta de Sweets se abrió, dejando pasar a una chica de piel chocolate y cabello voluminoso conocida para las chicas. El negocio comenzaba a vaciarse, así que les fue sencillo a las margaritas reconocer a su miembro faltante. Incluso Lilian dejó de hacer batidos para fijarse en ella, y las tres notaron demasiado pronto que algo no estaba bien.
Sanne solía tener una mirada retadora instalada todo el tiempo en sus ojos grises. Caminaba siempre con la cabeza en alto, como diciendo: "si me retas, te ganaré". Solo la bajaba para ver su teléfono, pero esa vez, el aparato no estaba en sus manos. Sus pupilas estaban fijas en el suelo, perdidas en algo que sus compañeras no lograron descifrar. De ella desprendía un aire que las chicas jamás esperaron ver en la mayor de ellas: uno lleno de tristeza y horror.
—¿Sanne? —preguntó Lilian mientras se acercaba hasta la morena. Notó sus ojos cristalizados y rojos, lo que la preocupó.
—Dios, Sanne —Dalia se paró de su lugar y la observó con preocupación —. ¿Qué pasó?
—¿Qué fue lo que te dijo Dann para que te pusieras así? —preguntó Cloe cerrando su cuaderno para enfocarse en ella.
—Yo...yo no se lo dije a Dann —dijo abrazándose a sí misma.
Las chicas y Derek intercambiaron miradas. Si no le había dicho a Dann lo enferma que sus exámenes decían que estaba, ¿entonces que la traía así?
—¿Qué fue lo que pasó? —Lilian, que tenía la voz más tenue del grupo, se encargó de hacer la pregunta.
El cuerpo de Sanne comenzó a temblar por los sollozos y lágrimas se escaparon de sus ojos una vez más. El dolor en el pecho que sintió cuando vio a su sobrino llorar regresó hasta apoderarse de su corazón y pulmones. Era la primera vez que Cloe, Dalia y Lilian veían a alguien tan estructurada y fuerte como Sanne derrumbarse de esa manera. Las tres estaban presenciando la caída de un rascacielos bien construido.
—Caleb...—susurró —. Él...
—Sanne, ¿qué te pasa? —Cloe se levantó de la silla en la que había estado hasta llegar a su lado.
—Está demasiado pálida —notó Derek, quien ya estaba en modo alerta, dispuesto a saltar la barra para socorrerla de ser necesario.
—Caleb...él...no me escuchó —un dolor intenso se apoderó de la cabeza de Sanne, su mundo estaba de cabeza una vez más.
—¿Qué? —preguntó Dalia.
Derek tenía razón, Sanne estaba demasiado pálida. Se veía débil y mientras temblaba por los sollozos, sentía que su cabeza daba vueltas en una dirección no específica. Solo podía pensar en el llanto de Caleb, en sus palabras y en el hecho de que él no podía oírla. No pudo escucharla, y ella dejó de escuchar al resto del mundo en el momento en que sus piernas flaquearon y cayó al suelo.
Dalia y Cloe hicieron lo posible por agarrarla, pero ni siquiera así lograron que no se cayera. Sanne podía verlas, pero estaba tan mareada y tan concentrada en Caleb y su llanto, que le fue imposible escucharlas. Lo próximo que supo fue que un chico con lentes trató de socorrerla, pero ni con su ayuda se pudo levantar.
Estaba demasiado mareada, demasiado débil...Tan solo pudo pronunciar las únicas palabras que eran claras en su mente.
—Él...él dijo que oía como si estuviera bajo el agua.
Y luego de que esa oración abandonó sus labios, todo se volvió negro para Sanne. Débil y sin fuerzas, se desmayó en el suelo de Sweets, pero su conciencia ausente la llevó a un sueño dónde estaba en la piscina, su lugar favorito.
Solo que esa vez, el agua tenía un tono distinto.
Dinámica:
En la dinámica de hoy, me gustaría hacer algo lindo por todas esas personas que lo necesiten. El sufrimiento es una de las cosas más silenciosas del mundo, a veces no vemos que las personas que mas amamos están sufriendo. Por eso, hagamos algo para todos los que están cayendo en silencio; los que están ahogándose bajo el agua, pero sé que podrán salir de ahi.
Quisiera hacer algo grande, asi como super importante, pero la verdad es que no se puede porque...cuarentena chicos :) Pero hagamos esto: busquen algo simbólico, una frase, un icono, una imagen, lo que sea, y pónganla en donde ustedes quieran; en una pared, en una hoja, en sus redes sociales, en una camisa (he estado pintando ropa y se me ocurrio jajajaj). Pónganla en donde sea y cuando lo plasmen dejen esta posdata:
"Esto no es para mi, es para ti. No estás solo"
Y ya. Hagan que la mayor cantidad de gente posible lo vea, por fotos o lo que sea. Después de todo, no se sabe quien esta sufriendo y quien no.
Con esto listo, recuerden marcar check en sus calendarios.
Con amor, Rina García❤
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