Capítulo 18
Capítulo 18
En el lugar de una modelo:
Día 27 del programa M.E.R: 6 de febrero del 2015
3:30 pm
Cloe salió del salón de clases un poco después que todos sus compañeros. La señorita Russel, su profesora de química, le advirtió que, si sus notas seguían en picada, le sería imposible graduarse. Claro que la mente de Cloe estaba demasiado concentrada en otras cosas como para pensar en eso. Debía enfocarse en sus prácticas de porristas, en el programa de la doctora Wallace y en no tener hambre. Lo último resultaba más complicado.
—¡Cloe! —Rachelle y Cameron llamaron su atención desde la entrada del instituto. Sonrió al verlos y caminó hacia ellos.
—Hola —dijo para luego dejar un beso corto en los labios de su novio.
—¿Qué te dijo Russel? —preguntó Cam, refiriéndose a la profesora.
—Debo mejorar mi nota en química si quiero graduarme —habló Cloe, con preocupación —. Tengo que mejorar todas mis notas, en realidad.
—Ugh, que fastidio —dijo Rachelle, poniendo los ojos en blanco —. No le hagas caso a esa pesada ¡No tiene ni idea de lo que dice! Tenemos obligaciones más grandes que la tarea de química.
—Si, pero nos vamos a graduar este año —dijo Cloe —. Quieren que piense en mi futuro. Ya saben, universidad y eso.
—¿Para qué pensar en un futuro cuando tenemos todo un año para disfrutar? —preguntó Cam al tiempo en que rodeaba a su novia por su diminuta cintura —. Y hablando de eso, hoy hay fiesta en mi casa ¿Vienes?
—¿Fiesta un martes?
—¡Es nuestro último año, Cloe! —gritó su amiga con entusiasmo —. ¡Hay que enloquecer!
Pasó su mirada de Cameron a Rachelle, y luego al revés. La verdad, nunca le gustaron las fiestas a las que ellos asistían. Las toleraba cuando tenía un par de tragos encima, pero, luego de leer que el alcohol tiene muchas calorías, ya no había nada que mantuviera su interés en "enloquecer", como ellos decían. Además, ya tenía planes para esa tarde.
—Lo siento, amor. Me encantaría ir, pero tengo un compromiso —se excusó —. De hecho, ya llegaron por mi ¿Ves ese carro rojo en la calle? Es mi transporte hoy. Se los compensaré luego.
Cameron y Rachelle intercambiaron una mirada crítica. Por supuesto que a ninguno de los dos les agrado que ella decidiera irse y no asistir a la fiesta. Sin embargo, no insistieron. Luego de abrazar a su amiga y darle un beso a su novio, fue hacia el auto de Sanne.
Margaret las había convocado para otra sesión, así que la dueña del auto se había encargado de buscar a las otras chicas. Todas saludaron a Cloe cuando entró al auto y se sentó en uno de los puestos de atrás, junto a Lilian. Clo les devolvió el saludo al instante. Antes de que lo notara, Dalia ya estaba volteada desde el asiento del copiloto y la observaba, alzando una de sus cejas perfiladas.
—¿Qué? —preguntó al ver esa mirada en la pelirroja.
—Quisiera saber que le ves a ese chico —contestó —. Algo me dice que no es tan perfecto como se ve.
—Te equivocas. Cam es el hombre más tierno y amable de este mundo. Claro que eso no te incumbe —dijo, a la defensiva —. No te metas en mi relación, Dalia.
—Ya, ya, solo doy mi opinión—Dalia volvió a enderezarse al tiempo en que Sanne puso en marcha el auto —. Te lo dice alguien que sufrió acoso por gente como él en la escuela: esos chicos no son lo que parecen.
—¿Dónde es la sesión de hoy? —preguntó Cloe, dando por terminado el tema.
—Estudio fotográfico de la industria Miles Tone —respondió Sanne con los ojos fijos en el camino. Cloe no pudo hacer más que fruncir el ceño al oír aquello.
—¿En la industria de tu hermano, Dalia?
—Entiendo tan poco como tú —dijo la pelirroja —. Pero tranquilas, si Calvin tuvo algo que ver con esto, entonces no debemos preocuparnos. Mi hermano no dejará que se repita algo como lo que pasó en la última sesión, y menos en su trabajo.
—Pues, eso es un alivio —dijo Lilian mirando por la ventana del auto —. Aunque no me gusta la idea de ir a un estudio fotográfico.
—¿Por qué? —preguntó Cloe.
—Llámalo cliché, prejuicio o como prefieras, pero no me gustan las cámaras. Me recuerdan a las modelos.
La verdad, todas podían comprenderla en ese aspecto. No había rosa con más espinas que una modelo perfecta en algún anuncio, revista o comercial. Tenían los pétalos más rojos y los tallos más altos, lo que hacía creer a las margaritas que les sería imposible tomar su lugar.
...
4:00 pm
El estudio fotográfico Miles Tone resultó ser impresionante para todas menos para Dalia, quien ya estaba acostumbrada al lugar. Consistía en una gran y amplia habitación con una pared blanca de fondo. Frente a ella, fotógrafos preparaban sus equipos e iban de un lado al otro, alistándose para una sesión. Ninguna de las cuatro supo exactamente qué iban a fotografiar esos hombres, no había modelos a la vista.
Con Margaret frente a ellas, esperaban en un silencio incómodo que Calvin terminara de hablar por teléfono. Él sería el delator cómplice en esa sesión, por lo que necesitaban al joven empresario para saber qué debían hacer esa vez. La espera comenzaba a hacerse eterna, sobre todo con la sonrisa de la doctora frente a ellas.
Lilian hizo lo posible por concentrarse en el suelo de concreto en lugar de ver a la doctora. Lo había hablado con Derek, y luego con las chicas: necesitaba mantenerse controlada si quería llegar al final del programa. No temía responderle a la doctora, pero no debía sobrepasarse ni dejar escapar a esa Lili que podía llegar a ser una pesadilla si se lo proponía. Necesitaba el dinero que le ofrecía con urgencia, así que solo le quedaba aguantar a Margaret y a su sonrisa.
—Bien, ya está todo listo —dijo Calvin, acercándose a ellas —. Lamento haberlas hecho esperar.
—No te preocupes, Cal —habló la doctora—. Ahora que estás aquí, puedo explicar en qué consiste esta sesión.
Como un acto reflejo, las cuatro chicas soltaron un suspiro con pesadez. Calvin no pudo hacer más que sonreír de lado mientras las observaba. Comprendía el enojo que sentían por Margaret e incluso podía entender el hecho de que ninguna de ellas quisiera una sesión más luego de la anterior. Solo esperaba que la doctora tuviese más tacto está vez, o de lo contrario, nunca conseguiría el amor de sus chicas.
—Margaritas, no tengo que decirles que las rosas más envidiadas en el prado son las modelos —comenzó la doctora —. Ustedes ya lo saben bien.
—Si te refieres a que hacen más difícil nuestras vidas, sí, lo sabemos —habló Cloe con amargura en su voz.
—La sociedad idealizo la belleza en algún momento y las primeras en retratar los deseos inalcanzables de la hermosura fueron ellas —explicó —. Pero yo quiero demostrarles que cualquiera puede hacer lo que ellas hacen, incluso ustedes.
—¡Ja! La industria de modelaje jamás dejaría que personas como nosotras aparecieran en anuncios —habló Dalia —. Al menos no alguien como yo.
Calvin y la doctora intercambiaron miradas en el instante en que las palabras de Dalia salieron de su boca. Mientras que Cal se veía preocupado y hasta adolorido por lo que pensaba su hermana, Margaret no eliminó esa sonrisa irritante de sus labios ¿Qué estaba pensando? A este punto, ni yo lo sé. Con un movimiento de cabeza, les indicó a las chicas que la siguieran junto con el delator.
—La belleza que vende la industria no es la única, Dalia —le explicó, caminando —. El trabajo de las modelos es posar y sonreír frente a una cámara, ustedes lo pueden hacer también. Son una belleza distinta, pero eso no significa que no puedan ponerse en el lugar de una modelo.
» Las margaritas pueden hacer lo mismo que las rosas sin la necesidad de pintar sus pétalos de rojo, ¿saben?
Calvin y Margaret las guiaron hasta una puerta al final del estudio. Al atravesarla, dieron a unos camerinos llenos de espejos, luces y ropa. Resultaban algo pequeños, aunque eso podía deberse a que las chicas se sentían asfixiadas ante el exceso de reflejos que las observaban.
Las dos maquilladoras y el maquillador presentes en el camerino dejaron de charlar al instante en que no estuvieron solos. Las margaritas notaron como ellos las examinaban de pies a cabeza sin sutileza alguna. Genial, como si los espejos no fueran lo suficientemente críticos ya.
—Hoy, gracias a la ayuda de Calvin y su equipo, ustedes serán modelos por instantes —la doctora hizo caso omiso a la presencia de los maquilladores y continuó hablando —. Quiero demostrarles que para ser hermosa no es necesario ser un estereotipo perfecto. Es obvio que ninguna de ustedes es modelo, no tienen esa profesión, pero pueden hacer lo mismo que ellas si se lo proponen.
—Es broma, ¿cierto? —preguntó Sanne —. Digo, primero somos margaritas y ahora planea convertirnos en...una especie de ángeles de Victoria's Secret. De verdad que no entiendo.
La chica había caminado con los ojos fijos en la pantalla de su celular hasta los camerinos, pero eso no significó que no escuchó a la doctora. Sanne tenía una capacidad increíble para mantener su atención en varias cosas a la vez, y lo había demostrado con eso.
Calvin soltó una carcajada sonora con su comentario. Dann le había descrito a Sanne como alguien madura, competitiva, un tanto reservada y arrogante. Le dijo que esos eran los defectos en su amiga. Sin embargo, también le había hecho entender que ella era alguien muy comprensiva cuando se lo proponía y bastante animada cuando entraba en confianza. Ahora, Calvin debía añadir a la lista que Sanne era alguien bastante ocurrente.
—No, nada de eso —dijo Cal al detener su risa —. Tan solo tendrán una sesión de fotos. Una de las diseñadoras más leales a mí industria tiene una colección nueva y le pedí el favor de dejar que ustedes fueran sus primeras modelos.
—Y, como tú eres el jefe, no se negó —habló Dalia.
—Me haces sonar como alguien intimidante, hermanita.
—Pues, con ese traje, intimidas bastante —Cloe habló con sinceridad—. Claro que no de una mala manera, pero si fueras mi jefe no podría decirte que no.
—Cuando la conozcan entenderán que esto va más allá de que siga mis órdenes —aseguró Calvin —. En fin, solo necesitan tomarse unas fotos con las prendas que ella les pida. Ninguna imagen saldrá al público, esto es algo que quedará entre ustedes; nadie más.
» De hecho, en lo personal, me gustaría verlas divertirse. Sonrían, hagan lo que quieran frente a la cámara, y disfrútenlo. Creo que se lo merecen.
Bien, las cuatro concordaron que aquello fue un pensamiento muy dulce por parte de Calvin. Sin embargo, no veían cómo eso podría resultar divertido. Ya el solo hecho de estar rodeadas de espejos y miradas críticas era terrible ¿Ponerse en los pies de una modelo? Sonaba como un sueño y una pesadilla al mismo tiempo. Fingir estar en los zapatos de alguien que crees inalcanzable, da terror ¿Y si los tacones resultaban ser muy altos y se caían en el primer paso?
Y hablando de tacones...
—¡Ya llegué! ¡Ya llegué! ¡Lamento haber tardado, es que...!
La chica rubia con varios mechones de cabello color rosa que entró en la habitación, cayó poco después debido a un tropezón con su propio tacón. Maldijo al instante sus zapatos altos y aceptó la ayuda de Calvin, quien aguantaba una la risa al oír sus quejas.
—Zapatos de porquería, ni para caminar sirven —dijo entre dientes.
—¿Por qué te los pones entonces? —preguntó Calvin, mientras le sonreía con diversión.
—¡Porque son lindos! ¡¿Bien?! Me enamoré de ellos, pero ellos no de mí, y solo quieren que bese el suelo cada vez que los uso ¡Le pido al cielo que alguien invente unas chanclas con estilo para que yo dejé de enamorarme de tacones tan malvados como estos!
—Invéntalas tú, para algo eres diseñadora.
—¡Ah! ¡Buena idea! Por eso eres el jefe, Cal.
Al ponerse de pie, la chica alcanzó la altura de Calvin, lo que indicaba que, sin esos tacones de casi ocho centímetros, debía ser un poco más alta que Cloe, que era la más baja de la habitación. Comprobó lo que a simple vista se podía suponer cuando se quitó los zapatos y se quedó descalza. Le sonrió a su jefe buscando una aprobación que sin duda consiguió. Cosas como esas solo ocurrían trabajando para Calvin Milestone.
Por supuesto, las margaritas quedaron confundidas al ver a la extraña. Todas menos Dalia, quien se apresuró en envolverla en un abrazo y saludarla con entusiasmo.
—¡Dalia, que gusto que estés aquí! —dijo la chica —. Debes decirle a tu hermano que te traiga más seguido. Y hablando de ese pelirrojo...—ella volteó hacia Calvin —. Perdón por la tardanza, jefe. Te daré una buena excusa si me das unos cinco minutos para pensarla. Aunque, si me das diez, podría fingir lágrimas y todo.
Calvin rio y negó con la cabeza.
—Ya, lo dejaré pasar —dijo Calvin —. Como siempre.
—Por eso te amo y amo trabajar aquí —sonrió ella, con entusiasmo —. Ahora, deja de hablar y preséntame a las chicas con las que trabajaré hoy. Llevo emocionada por esto toda la semana, así que hazlo rápido ¡Muero por empezar!
—Bien —Calvin se giró hacia el resto de las margaritas, quienes miraban con curiosidad hacia la extraña —. Chicas, ella es Padme Everton. Es la diseñadora más joven que trabaja para la industria Miles Tone, pero sus veinte años recién cumplidos no la hacen menos talentosa.
—¡Aw! ¡Eres tan lindo! —exclamó Padme —. Y que bueno que resaltaste lo de "recién cumplidos". Aún espero mi regalo, Milestone.
—Oh por Dios, ¡Yo sé quién eres! —chilló Cloe —. Tu sección es mi preferida en las tiendas Miles Tone. Fuiste la primera diseñadora en trabajar para la industria y hasta ahora, eres la mejor; o eso opino yo.
—Chica, ya me caíste bien —le dijo, divertida —. ¿Cómo llamas?
—Cloe Nicols.
—Lindo, ¿y ustedes, chicas?
—Pad, ellas son Lilian Bennett y Sanne Coleman—las presentó Dalia —. Ah, y ella es la doctora Margaret Wallace.
—Oh, a ella ya la conozco, Dali —Pad sonrió en dirección a la doctora —. Supongo que quieres que haga todo lo que pactamos, ¿no es así, mamá?
—Sí, linda —dijo Margaret con una sonrisa —. Tú solo sigue mis indicaciones al pie de la letra.
—Espera un momento —la detuvo Dalia —, ¡¿Dijiste mamá?!
—Me enteré hace una semana y tuve la misma reacción —aseguró Calvin.
Las chicas miraron atónitas a Margaret y luego a Pad, e hicieron eso unas cuatro veces hasta que lograron asimilar que ellas dos venían de la misma familia. Los únicos parecidos físicos que tenían era su tono de piel, ambas pálidas como la nieve, además de sus narices respingonas. Del resto, madre e hija parecían no tener relación alguna.
Padme soltó una carcajada ante esas reacciones y les dijo que eso era algo normal, estaba acostumbrada a que señalaran las diferencias que tenía con su madre. Ella era la única entre sus tres hermanas y hermano que no nació con los genes Wallace siendo predominantes. Casi se consideraba una Everton pura y bromeó al decir que su padre se veía igual a ella, solo que sin pechos ni cabello rosado.
—Pero tú eres tan amable y divertida —dijo Cloe, en shock —. Y ella es tan...
—Tan insufriblemente Margaret —culminó Lilian sin importar lo ruda que fue su sinceridad.
—Ay, mamá ¿Qué les habrás hecho para que hablen así de ti? —ante la pregunta de Pad, Margaret se encogió de hombros. Su hija sonrío de lado en dirección a las margaritas, casi sintiendo lástima por ellas. Finalmente, se encogió de hombros —. En fin, debo ponerme manos a la obra. Yo me encargaré de arreglarlas, chicas. Les aseguro que hoy la pasaremos muy bien, claro que sí ¡Ni hemos empezado y ya estoy emocionada!
Con entusiasmo, Padme caminó descalza hasta las prendas colgadas en el ropero movedizo de la habitación. Saludó a los maquilladores con cariño y, cuando encontró lo que buscaba, dio un pequeño salto ante la emoción. Descolgó un vestido precioso, corto, sin espalda y de color azul rey. Regresó con él hasta donde estaban las chicas y se paró frente a Lilian.
—¿Lilian, cierto? —preguntó y la margarita asintió —. Ponte esto. Desde el momento en que vi tus ojos supe que tenías que usar este vestido. El azul rey hará que el color pálido en tu mirada brille ¡Te verás preciosa!
—Preciosa no es una palabra que usaría para describirme —dijo ella, alejando con amabilidad el vestido —. Es lindo que trates de ser cortés, pero no te sientas obligada a fingir simpatía con nosotras.
—Mhm, ¿fingir? —cuestionó Pad, extrañada —. No estoy fingiendo.
—Si tu madre y mi hermano te obligan a esto, puedes olvidarlo —habló Dalia, con cierta tristeza —. Sabemos que no somos las indicadas para modelar tus diseños.
—Pero...
—No, tranquila. No trates de explicarte —la detuvo Sanne —. Ninguna de nosotras busca caridad en alguien más. Si no estás de acuerdo con esto podemos irnos.
—Lamentamos mucho que tu madre te metiera en esto —continuó Cloe —. Que vergüenza, de verdad.
Padme las observó a todas, se había quedado sin palabras. Luego, entendió bien lo que ocurría.
—Oh, ya veo... Creen que hago esto por obligación—dijo, para luego sonreír —. Pues, no es así. Mi madre no me obligo a nada. Es más, se enteró que yo era la diseñadora que las ayudaría hace menos de dos días.
—¿Cómo así? —preguntó Dalia.
—Bueno, al inicio de la semana, Calvin me ofreció hacer está sesión de fotos con ustedes. Me dijo las condiciones, eso de que era algo privado y más por diversión que por trabajo. Además, habló sobre la idea de poner a cuatro chicas comunes en el lugar de una modelo solo por unas pocas horas, lo cual me encantó. Me enamoré de la iniciativa al instante porque, después de estar tras la cámara tantas veces, me he dado cuenta de que la industria es dura, pero no inalcanzable.
» Me alegró muchísimo que mi jefe confiara en mí para esto, así que acepte. Me lleve una sorpresa al descubrir que las chicas de las que me habló eran las margaritas de mi madre, pero, ¡hey! La vida es una sorpresa gigante, ¿o no?
Las chicas observaron a Padme y su sonrisa, la de ella se veía mucho menos pretenciosa que la de Margaret. No les costó comprender a las margaritas que el entusiasmo en ella era real, todos los espejos en el cuarto lo retrataron. Les resultó increíble creer que en un mundo donde la perfección debía estar siempre presente, había chicas como ella, que andaban descalzas y aceptaban a cualquiera a pesar de que no cumpliera con los estándares de la belleza.
Lilian miró el vestido azul en las manos de Padme y mordió sus uñas ante el nerviosismo.
—¿Segura que quieres hacer esto? —preguntó Lili, mirando a la diseñadora a los ojos —. Algo me dice que ni tus diseños, ni tu equipo, están preparados para algo así. Jamás han tenido que presenciar a personas con mi contextura hasta ahora; quizá la de Sanne, pero no la mía.
—¡Lo arreglaré! —aseguró de inmediato —. Cariño, sé coser bastante bien.
—En cuanto al equipo, no te preocupes —dijo Calvin, dando una mirada fugaz a los maquilladores. Eso fue suficiente para que ellos bajaran la vista con cierta vergüenza —. A todos les debe quedar claro que ustedes cuatro son las modelos más importantes que han pisado este estudio.
Padme le ofreció el vestido una vez más a Lilian. Ella lo observó por largos instantes, preguntándose cuándo fue la última vez que se sintió tan hermosa como una modelo. La mano le tembló al darse cuenta de que nunca lo había hecho, esa era otra razón para odiar las cámaras. Sintió el vacío en su estómago exigir algo de alimento, el pensamiento de atorarse con comida volvió a atormentarla...
Así que se aferró al vestido con ambas manos cuando se lo entregaron.
—¡Perfecto! —dijo Pad, entusiasmada —. Comencemos con esto...
La belleza que venden las modelos no es la única, hay tantas que no se pueden contar, y todas las formas de hermosura merecen ser exhibidas de la misma manera. Claro que solo unas pocas personas comprenden eso...Esa escasa cantidad de personas que se atreven a andar descalzas en un mundo en el que te obligan a usar zapatos de tacón.
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