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Capítulo 15

Capítulo 15
Miedos y agujeros negros:
Día 20 del
programa M.E.R: 30 de enero del 2015

5:30 am

Te alegrará saber que las chicas lograron pasar una noche entera juntas sin conflictos de por medio, lo cual era un gran logro a ese punto del programa. Las cuatro seguían dormidas en el pent-house Milestone mientras sus respectivos delatores llegaron uno a uno al consultorio de Margaret. Esa vez, la doctora no fue nada considerada con la hora de la reunión. En fin, Derek y Dann fueron los primeros en llegar, pero el tema de conversación que dio a relucir no tuvo nada que ver con Sanne, ni con Lilian. El muchacho de lentes aprovechó la ausencia de los otros delatores y de la doctora Wallace para preguntarle al delator de la margarita ortoréxica qué era lo que le ocurría, porque Dann se veía demasiado destruido últimamente.

Caleb fue mencionado, y ahí todos sus síntomas recientes fueron revelados ante Derek. Dann le contó lo preocupado que estaba y lo desconcertante que era el caso de su hijo. El chico notó que estaba asustado, no tardó mucho en confesarlo. La verdad, la vida de Dann estaba hecha un desastre en ese momento.

—Vaya, amigo, como lamento escuchar eso —habló Derek —. ¿Lei y tú ya le hicieron los exámenes al pequeño?

—No —Dann desvío la mirada hacia alguna de las macetas que Margaret conservaba en su consultorio —. Nos aterran los resultados.

—Tienen que saber qué es lo que le está ocurriendo. Sé que les da miedo, pero es mejor que estén informados.

—No entiendes. Mi hijo puede perder mucho si esos resultados dan positivos.

—Pues, deben ser valientes por Caleb. Sé que les será difícil, pero solo ustedes pueden mantener a salvo a ese niño y necesitan armarse de valor si quieren hacerlo.

Dann suspiró, sabía que Derek tenía razón. Aun así, el terror que corría por sus venas era demasiado fuerte como para aceptarlo por completo. Tarde o temprano, tendría que afrontar que algo podría estar pasándole a Caleb, pero en ese momento prefería ignorarlo. Aún no tenía el valor necesario.

La puerta se abrió para dejar pasar a Eve y Calvin. La primera venía desarreglada y en pijama. Prácticamente, estaba siendo arrastrada por su novio al interior del consultorio. La chica trabajaba en el noticiero nocturno, por lo que dormía unas pocas horas. Gracias a Margaret, su horario de sueño se redujo aún más esa noche, pero no se quejó. Estaba ahí por Cloe, así que valía la pena.

Derek no pudo hacer más que fruncir el entrecejo al ver como las manos de los dos delatores estaban entrelazadas. Apoyaba esa relación, hasta la celebraba. Eve y Cal eran muy parecidos, podía decirse que se complementaban. Sin embargo, había algo que le molestaba de las decisiones de sus amigos.

—Joyitas, muero de sueño —dijo Eve, tras bostezar.

—No se nota —le dijo Dann, con una sonrisa.

—Tuve que ir a levantarla —informó Calvin, soltándola y sentándose en el sofá libre —. Aun así, tardó horas en abrir los ojos.

—Sabes bien que tengo el sueño pesado—dijo ella, sentándose a su lado. No tardó mucho en apoyar la cabeza en sus piernas y acostarse en el sillón.

Debía admitirlo, Calvin era mucho más cómodo que su almohada.

Sus ojos adormilados se encontraron con el ceño fruncido de Derek. Lo conocía lo suficientemente bien como para saber que estaba pensando en algo que la incluía.

—Bien, Derek, suéltalo —le dijo, acomodándose mejor en las piernas de su novio —. Dinos que piensas antes de que se te arrugue permanentemente la frente.

—Pienso que tú y tu novio son un par de idiotas —soltó, sin tacto alguno.

—Comentarios como ese me hacen preguntar, ¿por qué lo escogiste a él como el diamante de tu colección, cariño? —dijo Calvin, levantando la comisura de su labio. Creyó que Derek estaba bromeando.

Pues bien, esa vez él estaba lejos de un chiste o broma. Hablaba muy en serio.

—¿Y por qué somos idiotas, joyita? — preguntó Eve, notando la seriedad en el tono de Derek.

—Porque llevan meses en una de las relaciones más estables que he visto ¡Se quieren tanto que me da caries verlos! Aun así, mantienen esto en secreto —les dijo él —. Eso me parece de idiotas.

—Estoy de acuerdo con Derek —habló Dann —. Tienen que decirles a Dalia y a Cloe que están juntos.

Eve se levantó de las piernas de su novio y lo miró a los ojos con cierto temor. El mismo escalofrío los recorrió a ambos, recordándoles porque decidieron guardar el secreto de una relación que iba tan bien como la suya en un principio.

—No —dijo Eve —. No podemos, chicos.

—¡Claro que pueden! —insistió Derek —. Ese es el problema: pueden, pero no quieren ¿Saben lo molesto que es que una pareja que lo tiene todo se esconda sin ninguna buena razón para hacerlo? Son como un mal cuento que tendrá un terrible final.

—Si tenemos nuestras razones —se defendió Calvin.

—A ver, ¿cuáles? —preguntó Dann, cruzándose de brazos.

—No quiero que mi prima piense que me aprovecho de este programa para estar con un chico —confesó Eve —. Conociendo a Cloe, solo dirá que soy una perra que jamás se preocupó por ella y que solo quería acostarme con uno de los delatores. Sé que no es cierto, pero preferiría que no lo pensara.

—Y yo no quiero que Dalia piense que me distraigo con Eve. No quiero que mi hermana crea que la voy a abandonar en este proceso por estar con una chica —añadió Calvin.

Los dos se veían muy serios con respecto al tema. Sin embargo, Derek soltó un largo suspiro para luego dejar escapar una carcajada seca. Quería a esos dos, los adoraba, pero estaban siendo unos imbéciles en ese momento.

—Son las excusas más baratas que he oído —les dijo.

—No son excusas, joyita —se defendió Eve —. Es que no lo entiendes...

—¡No! Eve, tu eres la que no está entendiendo. Cloe y Dalia ya son grandes, deben aprender a vivir con el hecho de que su prima y hermano tienen una vida a parte de ellas. Ustedes deben dar la cara y admitir lo que sienten ¿Qué es lo que les está pasando? ¿Dónde quedó el valor de los delatores que conozco?

—Amigo, perdona que diga esto, pero no tienes moral para hablar sobre eso —intervino Cal —. No cuando aún no le dices a Lilian lo que sientes por ella.

Derek abrió los ojos en sorpresa y miró a Eve de inmediato. Ella le sonrió con culpabilidad, esperando que ese gesto fuera suficiente para pedirle disculpas.

—¿Le dijiste? —preguntó, sorprendido.

—Nos lo dijo a los dos —confesó Dann —. No fue su culpa, se le escapó.

—Lo siento muchísimo, Derek —ella saltó desde donde estaba sentada hasta él para abrazarlo —. ¡Perdón! ¡Perdón! Soy una terrible amiga.

Derek solo pudo suspirar.

—No, no lo eres —dijo —. Solo recuérdame tener más cuidado cuando te cuente un secreto, Eve.

—¿Ves? Es un secreto —continuó Calvin —. No somos los únicos que tienen miedo a admitir lo que sienten.

—Te equivocas, Milestone —le dijo Derek, poniéndose de pie —. Yo jamás he tenido miedo en demostrar lo que siento.

—¿Y por qué no le has dicho algo a Lili, entonces? —preguntó Eve, observándolo caminar por el consultorio con total tranquilidad.

Se detuvo al ver cuatro macetas con cuatro margaritas en una de las muchas mesas llenas de flores que había en ese consultorio. Seis letras llamaron su atención, seis letras que formaban una palabra que lo había estado persiguiendo por meses, consiguiendo síntomas que jamás creyó posibles en su sistema: Lilian.

Con solo ver ese nombre, sintió anomalías en su ritmo cardíaco. Incluso estaba seguro que sus manos sudarían si llegaba a pronunciarlo. Alguien tan enamoradizo como Derek debía estar familiarizado con unos síntomas tan comunes como esos. De hecho, si lo estaba. Sin embargo, a pesar de que no era la primera vez que se sentía así, experimentó esas sensaciones como si fueran completamente nuevas. Eran raíces que comenzaban a crecer en su corazón ¿Acaso de ellas surgiría alguna flor?

—¿Por qué no le digo? —repitió la pregunta, sabiendo que conocía la respuesta.

La verdad, él no estaba seguro de si quería admitir la verdad en voz alta. Volteó para ver a sus amigos, no le daba miedo decirles lo que pasaba, o porque lo callaba. El problema era que no sabía cómo explicarlo. El gran Derek Osbone, el chico que sabía ocho idiomas distintos, se quedó sin palabras para describir lo que un simple nombre estaba causando en su interior; hasta que se le ocurrió una idea para poder expresar sus sentimientos.

—Se los explicaré de la única manera que sé —les dijo Derek —: Con física.

—¿Es un mal momento para decirte que reprobé esa materia más de una vez, joyita? —preguntó Eve.

—No importa, es sencillo; tan sencillo que cuesta creer que se me hace difícil decirlo —admitió Derek, poniendo sus manos en los bolsillos de su jean —. No hay que ser genio para saber lo que es un agujero negro, ¿o sí? Todos saben que se forma en el espacio y que es un vacío.

» Podría irme a lo teórico y decirles que tiene en su interior una densa concentración de masa, lo que crea un campo de gravedad tan fuerte que ninguna partícula logra escapar de ella, ni siquiera la luz. Pero ustedes solo entenderían que lo que entra en un agujero negro, no vuelve a salir de él, ¿o me equivoco?

—Agujeros negros, nada sale de ellos —repitió Calvin —. Bien, eso lo entiendo. Pero, ¿qué tiene que ver esta clase de física con tus sentimientos hacia Lilian?

—No solo se trata de Lili, es con mis sentimientos en general. Yo jamás he caído en un agujero negro, chicos.

Los tres delatores observaban con atención a Derek, sabían que su lección sobre el espacio pronto se aplicaría a la realidad. Así era él, encontraba relación entre la física, las estrellas, y el mundo que lo rodeaba; lo hacía con facilidad.

—Me he enamorado muchas veces, pero nunca he llegado al punto en el que no puedo escapar de lo que siento. Jamás me he sentido atraído pura y completamente por una persona. Jamás he caído en el agujero negro que implica enamorarse perdidamente de alguien más, ni siquiera por Lilian.

—¿Dices que no sientes nada por ella? —preguntó Eve.

—Ella me gusta, me gusta mucho más de lo que creí que podría llegar a gustarme, pero no estoy enamorado. No he caído por ella y esa es la razón por la que no le he dicho nada sobre lo que siento.

» Lili me importa más que nadie en este mundo. Tiene una vida difícil y lo que menos necesita es que alguien más la abandone. Si le confieso lo que siento sin estar enamorado, las cosas entre nosotros podrían convertirse en un desastre. No quiero hacerle daño, así que me quedaré callado hasta que me caiga en ese agujero negro.

La verdad, si llegaba a enamorarse por completo en algún momento, nada le garantizaba que las cosas le saldrían bien al confesarlo. No podía negar que sentía un poco de miedo al pensar que podría quedar atrapado en un sentimiento unilateral. Debes saber que no existe nada más doloroso que amar y no ser correspondido, eso destruye corazones. Por esa razón, Derek tanteaba tanto el terreno y dejaba que sus sentimientos fluyeran en un ritmo lento, pero inevitable.

—Y esa, es una buena excusa —concluyó Derek.

—¿Sabrás diferenciar la atracción que sientes por ella de un enamoramiento? —le preguntó Calvin.

—Creo que es muy distinto y sabré cuando ocurra, si llega a ocurrir —se encogió de hombros —. Con algo de suerte, lo que siento por ella podría extinguirse y así seguiría con nuestra amistad como lo he hecho estos años. No me encanta la idea de seguir en la zona de amistad, pero es lo más cómodo y sensato.

—¿Nos dirás cuándo caigas en ese agujero negro? —cuestionó Eve, mirándolo directo a los ojos.

— Créeme, ustedes serán los primeros en enterarse.

—Bien —ella sonrió —, porque muero por verte enamorado, joyita. Si dices que Cal y yo damos caries, tú debes ser otro nivel.

Derek soltó una pequeña carcajada. Si bien él era un enamoradizo sin remedio, jamás había experimentado la clase de amor fuerte y sincero que todos esperamos sentir. No había conseguido caer por alguien, dudaba caer por primera vez con Lilian. No veía esperanzas en ellos dos, ni siquiera con todo el aumento que tenían sus gafas. Lili solo le gustaba...Más de lo que esperó en algún momento.

—Volviendo a ustedes, linda parejita —habló Derek, acomodando sus gafas sobre el puente de su nariz—. Desconozco si son el agujero negro del otro, pero sí lo son, creo que deberían encontrar la valentía suficiente como para ir y gritarle al mundo lo que sienten. Los sentimientos no se hicieron para ser callados, chicos.

Eve y Calvin intercambiaron miradas una vez más. Ellos tampoco sabían si eran el agujero negro del otro, la manera de hablar y reflexionar de Derek era algo confusa. Si traducían toda esa teoría científica, podrían deducir que el cariño que sentían no estaba hecho para ser un secreto...O algo así intentó decirles el nerd de este cuento.

Quizá tenía razón, quizá no debían seguir viéndose a escondidas de las margaritas, pero el miedo de dejar salir todos los sentimientos no les permitiría a Eve y a Cal confesarles todo a sus margaritas. Ellos solo prefirieron callar.

La puerta del consultorio se abrió una vez más solo para dejar pasar a la doctora Wallace. Por la manera en que se veía, radiante y con una sonrisa, costaba creer que fuera de madrugada ¿Quién podía estar de buen humor a esa hora? Solo Margaret Wallace. Pasó sus ojos por los delatores y los detuvo cuando llegó hasta Eve. Una carcajada salió de sus labios al verla despeinada y en pijama.

—Vaya, pero que elegancia, querida Eve —dijo, con gracia.

Eve observó por última vez a Derek y con ese intercambio de miradas dieron por terminada la antigua conversación.

—No soy una mujer de mañanas, Maggie —le dijo Eve —. Pero admito que conversar con estos chicos es mejor que tomar un café. Ya estoy despierta y dispuesta a seguir tus órdenes.

—Todos lo estamos —concordó Dann.

—¿Para qué nos necesita hoy, querida doctora? —preguntó Derek, retomando su lugar en el sofá.

—Charlemos un rato sobre sus chicas, ¿les parece? —sonrió la doctora —. Pero antes, rieguen un poco esas margaritas de allá, necesitan cariño.

—¿Las que tienen los nombres de las chicas en ellas? —preguntó Calvin.

—Exactamente, Cal —respondió Margaret —. Las chicas no deben saber que ustedes también sirven de jardineros para esas flores, no todavía. Algún día les haré saber que, para que una sola margarita florezca, se necesita del cuidado y el amor de muchos jardineros.

—La jardinería se me da fatal —habló Eve, soltando un suspiro.

—Cariño, es una metáfora —le explicó Calvin —, o eso creo.

—Lo es, Calvin. Ellas aún no están conscientes de esto, pero ustedes las han cuidado por años. Sus cuidados y amor no han sido suficiente porque ellas perdieron el amor propio en el camino, la sociedad se los quitó. Ahora, con el programa, busco que sean igual que estas flores: deben ser regadas por ellas mismas y dejar que ustedes también las cuiden.

—En ese caso, denme la regadera —dijo Eve, levantándose —. Es hora de la jardinería, joyitas.

Le hicieron caso a la delatora rubia y se levantaron junto a ella. Cuando a Derek le tocó regar la maceta con el nombre de Lilian en ella, tuvo que tragar saliva al leer esas seis letras en ella. Definitivamente, su cuerpo y su corazón comenzaban a reaccionar distinto ante el pensamiento de esa margarita. Desconocía que tan cerca estaba de caer por ella.

Si hablamos de los delatores, ellos debían de ser valientes, jardineros intachables capaces de superar a la sociedad. Ahora bien, la valentía se había marchado de ellos hacía algún tiempo. Cada quien tenía sus propios miedos, cada quien estaba siendo arrastrado por un agujero negro distinto.

Y solo para dejarlo claro: lo que entra en un agujero negro, no vuelve a salir de él.

Dinámica 16:

En lugar de hacer algo relacionado a la vergüenza, hagamos algo lindo sobre recuerdos. Busquen una (o varias) fotos que les recuerde a sus momentos más queridos y cuélguenla en algún lugar que les recuerde lo importante que es ese recuerdo. Sobre todo en momentos como este, es lindo tener presente instantes que nos marcaron la vida.

Recuerden marcar check en sus calendarios y comentarme junto con el hashtag #soyunamargarita si suben sus dinámicas a redes sociales

Con amor, Rina García❤

PD: ¿Y qué les parece la historia hasta ahora? En serio espero que les este gustando...

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