Capítulo 21
Chloe continuaba con sus sesiones de terapia, intentaba ignorar todos sus malos pensamientos, pero le era casi imposible porque su mente se aferraba en hacerla culpable de todo. Aunque lo intentase siempre terminaba llorando hasta quedarse dormida de solo pensar en lo mal que lo estaba pasando Jake en la cárcel.
¿Era acaso que Jake no merecía estar en la cárcel?
Todos piensan que si merece estar en la cárcel, pero Chloe piensa que no lo merece y piensa que ella merece sentir toda esta culpa que la hace querer vomitar.
Por otro lado, Arthur ya no mantenía contacto con nadie, ignoraba los mensajes y llamadas de sus amigos, cuando tocaban su puerta ignoraba los golpes hasta que ellos se cansaban de golpear a la puerta. Pensaba que todo se había acabado con la pelinegra, Chloe. La frase de Jennifer lo perseguía día y noche. El no quería darle la razón pero la verdad es que nunca a amado a nadie como la amo a ella. Y teme lastimar a esa mujer perfecta que le hizo abrir los ojos y sentir de nuevo.
Pero la verdad ambos seguían pensándose y no descartaban la idea de volver a verse, de volver a hablar, de solo mirarse a los ojos y en algún momento unir ese torbellino de dolor para, que como dijo Chad, ese torbellino de dolor se convierta en un torbellino de amor.
Bob, Tam y Chad ya no sabían que hacer para ayudar a su amigo que en cualquier momento estaría sumido en una tristeza de la que no podría salir tan fácilmente.
El padre de Arthur ya estaba recuperado y así mismo Alice volvió a ser esa mujer cariñosa y llena de vida que todo el mundo amaba. La madre de Chloe y la madre de Arthur mantenían el contacto y, aunque quisieran tanto la unión de sus hijos, ambas sabían lo mal que lo estaban pasando.
Antes de continuar deben mejorar.
Los trabajos los consumían. Chloe volvió a ser esa mujer obsesiva con el trabajo y como ya lo había pensado antes consiguió un trabajo para los fines de semana, para así poder comprar un apartamento y volver a ser esa mujer independiente que ella amaba ser, ese era parte de su plan de volver hacer ella misma. Arthur solo salía a su trabajo y luego se sumía en la pesada oscuridad y soledad de su habitación, una habitación repleta de documentos y ropa sin lavar.
Alice tuvo que volver a hacerse cargo de la florería, pues Arthur no quería salir de casa. Temía encontrarse con Jennifer y cometer un error. Las palabras que Jennifer le dijo la última vez que se vieron lo dejaron destruido.
Hoy las cosas posiblemente salgan bien para ambos.
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Chloe se encontraba caminando hacia la casa de Celia, el autobús la dejo en una parada equivocada y aunque en un momento se enojo luego se dio cuenta de que sería bueno caminar y así observar las casas. Andaba en búsqueda de un lugar para ella. Sus papás adoraban tenerla en casa, pero ella pensaba que ya era tiempo de dejar el nido.
Cuando vio la pequeña casa color verde menta al final de la calle se alegro, sus pies ya dolían y estaba ansiosa por ver al pequeño César quien ya se encontraba impaciente pensando que ella no llegaría. Al estar frente a la puerta dio dos golpes y de inmediato la puerta se abrió.
— Chloe, gracias por aceptar quedarte con César — la saludo Celia dándole un corto abrazo —. No creo que lleguemos hoy, mamá está grave todavía.
Los ojos de Celia se cristalizaron y el corazón de Chloe se hizo pequeñito al ver el sufrimiento de su amiga. Ambas se abrazaron y seguido de eso Celia se fue a ver a su madre, quien ya tenía varios días en el hospital a causa de un infarto.
Chloe entro a la casa y miro toda la decoración, la casa era pequeña; todo estaba en orden y limpio. Al parecer César no había tenido tiempo de hacer esos pequeños desastres que hacen los niños.
—¡Mamá! — Chloe escucho el grito de César que venía desde una habitación.
Abrió lentamente la puerta y cuando ya estuvo frente a él, el niño se abalanzo a los brazos de la pelinegra quien recibía gustosa el abrazo.
Chloe amaba los niños, quería tanto ser mamá que en algún momento ni siquiera le importó que el padre fuera un irresponsable como Jake, pero gracias al cielo esos pensamientos están en el pasado y aunque Chloe siga queriendo ser mamá sabe perfectamente que debe elegir con conciencia con quien estará por el resto de su vida.
Chloe y César comieron juntos mientras se ponían al día de todas las cosas que habían pasado desde que no se veían, el niño escuchaba atento cuando Chloe le contaba varias historias y Chloe lo miraba encantada al ver como narraba y se emocionaba mientras contaba sus aventuras en la escuela.
Cuando ya se pusieron al día ya no tenían nada más por hacer, así que pensaron y pensaron hasta que César recordó lo que Chloe le había prometido por teléfono.
— ¡Veamos Spiderman! — expreso el niño levantándose de donde estaba sentado.
Chloe quien ya venía preparada saco un CD donde se encontraba la película de Spiderman. Chloe era amante de las películas en CD, ella prefería verlas así que verlas en plataformas digitales, pensaba que era como verlas en el cine, pero en casa. Aunque en plataformas digitales fuera lo mismo.
Luego ambos se dieron cuenta que no tenían donde reproducir la película. Buscaron y buscaron por todas partes un reproductor DVD, pero no encontraron nada.
— Los vecinos deben de tener, Chloe — dijo el niño.
— Vayamos a preguntarles — respondió Chloe y el niño dio un saltito. La tomo de la mano y salieron de la casa.
Frente a la casa de los vecinos César toco la puerta y juntos esperaron a que alguien saliera. La casa era hermosa y estaba muy bien cuidada, el césped verde relucía con los rayos del sol. Un minuto después la enorme puerta de madera se abrió y dejó ver a un anciano quien al ver al niño en su rostro apareció una gran sonrisa.
— ¡Hola, Albert! ¿cómo estás? — le pregunto el niño al anciano dándole un corto abrazo.
La voz del anciano algo demandante le respondió que nunca se había sentido mejor. César pregunto a Albert, el anciano, si tenía un reproductor DVD y el respondió que le preguntaría a su hijo.
— ¿Puedo ir yo a preguntarle?
Albert asintió y le dio paso al niño. César desapareció tras entrar y la mirada del hombre se posó sobre Chloe quien se presentó con un apretón de manos que el hombre correspondió enseguida.
— César es un increíble niño, me recuerda a mi hijo — añadió Albert tratando de entablar una conversación con Chloe —. ¿Qué relación tienes con César, Chloe?
— Soy amiga de Celia, trabajamos juntas — responde Chloe mientras mira a Albert.
El hombre le recordaba a alguien a Chloe. Su porte era demandante, era alto y sus cabellos teñidos de blancos por los años tenían algunos cabellos rubios que sobresalían.
— ¡Lo conseguí! — grito el niño mientras salía, pero detrás de él venía alguien más.
— ¿Papá, el reproductor que estaba en el sótano aún sirve? — se escuchó una voz desde adentro de la casa.
— No lo sé, Arthur. Revísalo antes de prestarles ese aparato.
La pelinegra se había quedado paralizada al escuchar la voz que provenía de la casa y aún más cuando escucho el nombre que dijo Albert.
— Vamos, enano. Yo lo colocaré, no creo que sepas cómo hacerlo.
Cuando ambas miradas chocaron el mundo se detuvo para ellos. Los ojos azules de Arthur no podían apartarse de los ojos negros de Chloe, quien ya no podía ni respirar al verlo. Ambos corazones se aceleraron al tiempo y en sus mentes se reprodujo el recuerdo de la última vez que se vieron.
Arthur vestía una camiseta negra con la imagen de Iron Man, un pantalón de pijama rojo y tenía el cabello despeinado. Chloe no podía apartar la vista de ese hombre irreal que le causaba un torbellino en la mente.
— ¡Chloe!
— ¡Arthur! — pronunció con dificultad Chloe, los nervios la traicionaban.
— ¿Tú eres la Chloe de la que no deja de hablar mi esposa? — interrumpió Albert mirándolos a ambos.
Ante el silencio de ambos el hombre asiente y repite varias veces:
— Alice tenía razón.
Albert al ver a su hijo detalladamente vio ese brillo en sus ojos del que tanto hablaba su esposa. Chloe era una mujer encantadora, en eso tampoco se había equivocado Alice. Ella ni se equivocaba ni mentía.
— ¿Vamos a ver Spiderman? — preguntó el niño tomándolos de las manos. La mirada de Chloe y Arthur se dirigió de sus rostros a sus manos sujetadas por el niño.
Una sensación extraña inundó el cuerpo de Chloe.
— Si, vamos — respondió Arthur empezando a caminar hacia la casa de Celia. Le dio una mirada fugaz a su papá y siguió de la mano con César.
— Fue un placer conocerte, Chloe — dijo Albert despidiéndose de la pelinegra que aún seguía nerviosa y algo sorprendida.
— También fue un placer conocerlo, Albert.
Los tres llegaron a la casa de Celia. Arthur se dispuso a colocar el reproductor DVD, César miraba emocionado a Arthur, le hacía demasiadas preguntas que el rubio respondía con toda la paciencia que tenía.
Chloe estaba anonadada, no sabía cómo reaccionar, no sabía que hacer. Pensaba en huir, en inventar una excusa y salir de ahí como pudiera, pero algo la detenía. Esas ganas que tenía de verlo de nuevo la hacían permanecer ahí.
— ¿Qué comeremos, Chloe? — pregunta César mirando a Chloe.
— ¿Qué quieres comer, amigo? — pregunto ella agachándose a la altura del niño.
— ¿Palomitas o papas fritas, Arthur? — se dirigió César a Arthur quien se mantenía en silencio mientras colocaba el reproductor y luchaba contra los nervios de tenerla en un momento tan íntimo, como si en ese momento ellos tres fueran una familia. Esa idea le hacía tener que tragar saliva y respirar pesadamente.
— ¿Por qué no dejamos que Chloe decida? — dijo Arthur acercándose a ellos. Ya había acabado de instalar el reproductor.
— ¿Qué elegirás, Chloe? — pregunta César, pero seguido de eso le susurra — por favor elige las palomitas.
— Yo voy a elegir las pa–palomitas — Chloe respondió haciendo que el niño salga disparado a la cocina a buscarlas.
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Hola, espero que estén bien y estén disfrutando de esta historia. Hoy publicaré tres capítulos no olviden dejar sus votos y comentarios💗
Colores y flores para ustedes💐
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