Capitulo 1
Corría un fuerte viento, yo me dirigía a mi nuevo trabajo, que quedaba a unas cuantas calles más adelante.
Trabajaría en la casa de un matrimonio como mucama, y en esa casa comenzaría mi historia.
A mis 19 años tenía tantos sueños que quería cumplir, y uno de ellos era conocer al gran amor de mi vida, y así cambiar el rumbo de mis días.
Otro de mis sueños era llegar a ser alguien importante. Tener una profesión digna con la que pudiera defenderme en el futuro.
Crucé la última calle y antes de llegar a la casa, la miré de lejos, ya que era muy grande y con un inmenso patio delantero.
Toqué el timbre y esperé a que alguien me abriera para entrar, pero nadie salió de la gran casa, fue cuando noté que la puerta estaba abierta. Tímida la abrí y entré.
Caminé lentamente por la terraza, que yacía cubierta de hojas en el parrón y centenares de flores y plantas a su alrededor, lo que me pareció fascinante al instante.
De pronto, salió un tipo alto de aquella casa. Pasó serio y molesto por mi lado. Yo lo miré y sin imaginármelo, él volteó a verme.
_ Disculpa ¿Buscas a alguien? - preguntó mirándome aún más serio. Lucía enfadado -
_ Hola, si. Busco a la señora Elisa Larsson, ¿Usted la conoce? - Pregunté mirándole sus ojos, que me provocaron algo muy especial. Algo que no pude describir -
_ Claro que la conozco. Ella se encuentra en la casa...
Respondió aún más molesto, después de que yo le preguntará por ella, luego se giró y se fue indignado.
Lo vi alejarse y le miré su cabello como se movía al ritmo de sus pasos acelerados. Lo seguí con la mirada, hasta que salió fuera de la casa. Luego reaccioné y entré aprisa a la casa, puesto que ya estaba retrasada en cinco minutos para mi entrevista con la señora Larsson.
La señora Elisa me mostró cada lugar y sitio de su enorme casa y quedamos que desde ese mismo día yo comenzaría a trabajar allí, lo que fue muy reconfortante y grato para mí.
Impresionada, miré todos los lugares que la señora me mostró, y por último, ella me llevó a donde sería mi dormitorio. Muy grande y con todas las comodidades también. Elisa me sonrió.
_ ¿Es de tu agrado este cuarto Stephanie?
_ Si señora Elisa. Muchas gracias.
_ Perfecto, entonces aquí te daré las instrucciones para que comiences ahora ya con tus labores. Primero quiero que vayas al supermercado y hagas todas las compras del mes...
Sentimos la puerta y entró él, aquel mismo sujeto con el que me había encontrado en la terraza.
Él me miró sorprendido, y yo lo miré sonriente y también sorprendida, mientras que la señora Elisa lo miró seria y sin emociones al parecer.
_ Ella desde hoy trabajará en la casa. Será nuestra sirvienta...
Él la miró con enfado e ignorándola, se acercó a mí y me dio dulcemente la bienvenida, dándome un beso en la mejilla frente a ella. Mi corazón sobresaltó en mi pecho y sólo reaccioné a sonreírle.
Noté cierta tensión entre ambos, ya que no dejaban de mirarse con enfado.
Elisa lo miró más molesta y con desprecio al él haberla ignorado y se retiró indignada a su dormitorio.
Él me miró y me sonrió.
_ Así que tú eres la nueva joven que trabajará en la casa. Es un agrado tenerte aquí. Soy Joakim, pero tú me puedes decir Joey. – sonreí -
_ De acuerdo. Yo me llamo Stephanie Bossi, para servirle a usted y a su esposa. - dije sintiendo que los nervios me invadían por completo y él me miró con atención -
_ Lamento mi mal comportamiento de hace un rato en la terraza
_ No se preocupe por eso. Todos tenemos nuestros momentos de rabia. - dije olvidando lo ocurrido y contemplé discretamente sus profundos ojos celestes -
_ Me parece muy especial tu nombre Stephanie
Me miró tierno y coqueto.
_ ¿De veras lo cree?
No pude evitar no perderme en su coqueta mirada y él volvió a sonreírme.
_ Si Stephanie. Encuentro muy lindo y dulce tú nombre...
Comencé hacer los primeros quehaceres, la señora Elisa se acercó para mostrarme el que sería mi nuevo uniforme, y le señalé que yo me había diseñado uno...
En mi cuarto, me miré frente al espejo como lucía con mi uniforme, diseñado por mí y abroché los botones de mi vestido de mezclilla, con mangas cortas. Ya estaba lista para estrenarlo.
Caminé con la escoba por los pasillos de aquella gran casa. Miré todo a mí alrededor y recordé a mi madrina Estela.
Trapeaba las baldosas e inevitablemente miré en ellas al que era mi nuevo patrón, Joey.
Reaccioné del sueño que tejí por unos instantes en mi mente y quise olvidarlo y seguí trapeando las baldosas. Miré mi reflejo en ellas y miré frente a mí una pintura de un castillo, que estaba en una arboleda. Me acerqué a ella con la escoba, para verla más de cerca, y me pareció fascinante. Observé sus colores y pasé mis dedos por el cuadro.
Joey estaba mirándome, sin yo darme cuenta y de pronto lo miré. Él estaba apoyado en la pared y yo nerviosa, continué con lo que hacía y Joey se acercó a mí; trapeando, estaba muy nerviosa, con mi corazón desesperado y él me sonrió.
_Tom Hill hizo esa pintura que tanto tú observas
Mencionó mirando la pintura, y yo volví a mirarla, ahora junto a él.
_ ¿Así se llamaba el pintor que la hizo? – quería saber más de aquel cuadro -
_Si, ese era su nombre. Aunque, esta es una de sus únicas pinturas que tuvo éxito.
_Que lastima, porque pienso que hizo una verdadera obra de arte
_ Y no te equivocaste. Fíjate en los colores de los árboles, como los mezcló con la textura del cielo y el castillo
Dijo colocando su mano en la pintura y yo seguí sus dedos por todos los colores que se combinaban entre sí.
_ Es un trabajo exquisito
Solo dije y me sentí inmensamente feliz sin saber porque. Lo miré risueña y Joey me miró tierno. Pretendía decirme algo, pero Elisa lo llamó y no pudo decírmelo.
La noche pronto cayó en la casa del matrimonio, aparentemente perfecto, y yo debía de encargarme de la cena y tratar de que todo, como mi primer día, me saliera a la perfección.
Elisa sentada frente a su esposo, ambos aparentaban que no había nadie del frente del otro.
Los miré desde la cocina y esperé el momento oportuno para servirles la cena.
Elisa lo miró con seriedad y Joey la miró fríamente, pero su mirada cambió al verme a mí acercarme a ellos para distribuirles la comida y sin evitarlo me sonrió.
Me retiré a la cocina y escuché a Elisa hablarle de forma golpeado a él y comenzaron a discutir.
Desde la cocina los oí discutir por algo que no pude entender. Luego escuché el portazo de la puerta.
Elisa enfadada comenzó a llamarme y yo fui en su llamado. Ella me miró enfurecida.
_ ¡Sílbeme otra taza de té! ¡Vamos! ¡Muévete, si no quieres problemas!
Sin poder contradecirle, no pude defenderme y solo guardé silencio y le preparé otra taza de té.
Después de unos días las cosas se habían colocado muy tensas en la casa. Yo sólo debía escuchar y obedecer órdenes de parte de Elisa. Ella me trataba como lo que era yo, una simple sirvienta en su casa.
Regaba las plantas de la terraza cuando Elisa me dio la lista para que fuera de compras al supermercado y me miró de una manera clasista y con envidia.
_ ¡Quiero que vayas ahora ya al supermercado! ¡Y espero que no te demores tanto! ¡Recuerda que como sirvienta tu deber es también preparar la cena! ¡¿Te queda claro niñita?!
_... Si señora Elisa
_ Así me gusta ¡Ahora muévete!
Dejé tirada la manguera en el pasto y me fui corriendo hasta la casa para irme al supermercado.
Corrí por la terraza y vi a un costado a Joey mirando distraído el cielo. Él me miró y yo nerviosa y aun exaltada por cómo me había tratado Elisa, preferí seguir caminando, pero él me siguió.
Lo escuché llamarme, pero yo no quise detenerme y Joey volvió a llamarme.
_ ¡Stephanie!
Me volteé y él se me acercó.
_ ¿A dónde vas con tanta prisa?
_ Voy de compras al supermercado. – le sonreí sin evitarlo -
_ Yo puedo llevarte en mi auto.
_ ¿Usted? – más nerviosa me puse -
_ Si, ¿Hay algún problema con eso?
_ No, Creo que ninguno...
Dije en voz baja y desvié la mirada. Joey me sonrió y yo no pude controlar aquello inexplicable que estaba sintiendo por él.
_ Entonces, vámonos ya al supermercado...
Estacionó el auto y entramos los dos al supermercado.
Él quiso acompañarme a comprar y yo feliz de que lo hiciera, Joey tomó el carrito de compras y comenzamos a ver todo lo de la lista.
Joey siguiéndome, yo lo echaba todo en el carrito y él sonriéndome, yo me perdí en su tierna y coqueta sonrisa y me sentí inmensamente feliz.
El supermercado no estaba muy lleno, de modo que él pudo caminar feliz y relajado por los pasillos junto a mi lado, lo que me pareció aún más encantador.
Al llegar a las cajas, Joey sin evitarlo me miró fijamente, lo que me puso nerviosa.
_... ¿Sucede algo Joey?
_ No... tranquila... es tan solo que... no sé, me gustó esto de, bueno venir al supermercado contigo. Normalmente siempre vengo solo y es monótono; escoger lo que se necesita y todo eso, pero ahora fue diferente. Me agradó y es porque tú viniste conmigo...
Lo miré sorprendida y el corazón me latió rápido y desesperado. No me esperaba una confesión así suya. No supe que decirle y él mirándome, yo bajé la cabeza, sonreí con nervios y sentí algo muy especial.
_... A mí también me agradó que usted me haya acompañado... De verdad me gustó mucho...
_ Entonces volveremos a hacerlo para la próxima ¿Te parece? – volví a sonreírle –
_ Si, por supuesto...
Él me miró tierno y yo lo miré con ilusión y felicidad de estar a su lado.
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