Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 9

Aunque juntos hicieron mucho ruido, rieron como dos niños y gritaron entusiasmados, el camino a casa fue silencioso. Meliodas sabía que llegaría la despedida, que Haruka iría dónde Zeldris y olvidaría todo, porque justamente eso era el amor, y lo asustaba. No quería perder aunque sabía que esa batalla era una pérdida de tiempo. Si, él siempre supo que los sentimientos de aquella chica hacía su hermano eran más fuertes que nada, pero si se rendía lo lamentaría después, y ya se arrepentía de demasiadas cosas en su pasado, como para añadir otra a la lista.

Para Haruka, de regreso solo podía imaginar la cara de su mejor amigo. ¿Estaría triste? ¿Decepcionado? Tal vez molesto. Ella había aceptado continuar su cita con el rubio a su lado, pero ahora debía afrontar las concecuencias de sus actos. Para empezar, Zeldris no tenía ningún derecho de enfadarse ni de enviar ese mensaje, era un codicioso de mierda, así que su reacción al verla llegar con Meliodas debía importarle dos comimos, ella era quién debía enfadarse y gritarle por ser un bipolar; pero no, ahí estaba, asustada hasta no poder más.

Recostó su cabeza a la ventanilla y contó los segundos, uno a uno, hasta que se quedó dormida.

.
.
.

Esa misma mañana, mientras aquel par se divertía, un chico pelinegro cerraba sus manos con tanta fuerza que casi se las atraviesa con sus cortas uñas.

Ver a Meliodas sacar su auto tan temprano, para recoger a su Haruka lo enfureció, hizo que su sangre se le subiera a la cabeza y quisiera detenerlo en el acto. Se tuvo que calmar, porque le prometió a la de orbes castaños controlarse y aceptar su cita y posible futura relación con el rubio. Además, se juró a sí mismo, que no dejaría que aquello los separara.

Aunque ninguno de sus juramentos quitó su estrés y nerviosismo. Desde que Meliodas se había ido, estuvo dando vueltas en su habitación, inseguro. Si había alguien capaz de hacerlo sentir así era el estúpido ojos esmeraldas que tenía como hermano, parecía ser mejor que él en todo y lo abrumaba la idea de que Haruka descubriera eso algún día.

¿Cuánto había pasado ya?

Tres horas, aunque fuera mucho tiempo, para él no había reloj que marcara los minutos tan lentos como el de su cuarto ahora mismo. ¿Qué estarían haciendo? ¿Se abrían besado ya? ¿Meliodas ya le habría pedido salir formalmente?

¿Se la habría arrebatado ya?

No pudo contenerse, de verdad que lo intentó, trató por todos los medios de pasar aquel día normal. Abrió su móvil para llamar a Gelda o alguna otra chica, el tiempo de ese modo sería más fácil, sin embargo, terminó en el chat de Haruka y escribió un estúpido mensaje.

Estaba actuando como un novio celoso y lo sabía.

No le sorprendió no obtener respuesta alguna, pero mentiría si dijera que no dolió.

Terminó por lanzarse a su cama y dejar escapar un suspiro. Debía calmarse de un modo u otro. ¿Habría algo capaz de lograrlo?

«No lo hay», pensó mirando al techo. Segundos más tarde, dejó caer su cabeza a un lado, divisando en su mesa de trabajo, un pequeño jarrón, en el que guardaba todas sus margaritas. Zeldris encontró esperanza ahí, y con cuidado se paró hasta llegar a ellas, algunas estaban marchitas, pero él se negaba a botarlas.

Inhaló aquel profundo aroma, aquel que lo tranquilizaba, que le traía tanta paz. Nunca encontró una flor tan simple, hermosa y cálida como aquella. Su chica Margarita tenía buen gusto.

Abrió el primer cajón, el mismo que se encontraba lleno de notas, pequeñas notas que estuvo dejando su admiradora durante más de dos semanas. Se sentó bruscamente sobre su silla, tomando dos o tres papeles y revolviéndose el cabello con su mano libre.

"Desde el momento en que nos conocimos, la melodía en mi corazón ha estado sonando con premoniciones. No se puede detener, no se detendrá".

Sonrió, quería saber dónde se conocieron, porque si la volvía a tener delante, seguramente ya no la vería como una chica cualquiera. Era peculiar y sus palabras desnudaban su alma.

"¿Debería llamar a este desgarrador dolor amor?".

Hablar de tal sentimiento si permitirle saber quién es era muy audaz por parte de aquella jovencita. Tal vez si se conocieran...

"No puedo esperar a que nuestros sentimientos resuenen; es frustrante, pero mi amor es puro".

A veces Zeldris no entendía sus mensajes, eran difíciles de decifrar y tenían palabras que no comprendía. Aún así, su corazón se aceleraba cada vez que los leía, ¿por qué?

"Algún día aceptaré el coraje necesario para comenzar".

Comenzar... ¿comenzar qué? ¿Por qué tenía tanto miedo de declararse?

"Cuando te sientas preocupado, te abrazaré enseguida; donde quiera que estes, no importa donde estés, volaré alto".

Y cumplió, ahora mismo, cuando su corazón bailaba con dudas y preocupaciones, ella lo abrazaba, no con sus manos, pero si con sus fuertes emociones. Zeldris no se sintió solo a pesar de estarlo porque ella no lo permitió.

"Antes de darme cuenta mis verdaderas emociones crecieron demasiado para contenerlas".

"Al pensar en el futuro venidero, mi pulso se acelera".

"Hey, ¿Podrías enamorarte de mi?".

—Puedo —murmuró, con una hermosa sonrisa, tomando con fuerza aquella nota.

Claro que podía enamorarse de ella, lo estaba haciendo después de todo.

.
.
.

Haruka abrió la puerta, sorprendiéndose de encontrar a su mejor amigo leyendo las notas. Ella no lo sabía, pero las había repetido una y otra vez, buscando la compañía que necesitaba en esos momentos cuando ella prefirió estar con Meliodas.

Tragó en seco y cerró la puerta en su espalda, adentrándose en su habitación. El chico se había percatado de su presencia, pero se mantenía en silencio, sujetando sus preciadas notas, sin ni siquiera mirarla.

—Zel —lo llamó, dispuesta a recibir sus gritos.

—Al menos llegaste, Haru —susurró, dedicándole una mirada triste —, tardaste, pero estás aquí.

Ella se sintió culpable. Culpable por dejarlo solo, culpable por no estar cuando la necesitaba, culpable por disfrutar esa cita con Meliodas, se sintió realmente culpable y ni siquiera sabía por qué su pecho se oprimió tanto al verlo así.

Quería decirle algo, pero no encontraba las palabras. La había cagado, lo había hecho de nuevo, porque ella sabía lo inseguro que se sentía su mejor amigo respecto a su hermano, ella conocía el pasado de los dos Yami, lo vio. Tuvo que consolar a Zeldris y reprender a Meliodas. Y aún con todo esto, fue capaz de aceptar aquella cita con el rubio, pensando más en sí misma que en como se sentiría el joven del que estaba enamorada.

Odiaba todo aquello, odiaba el ridículo triángulo amoroso en que se había metido, odiaba ser su mejor amiga y no poder decirle que lo amaba, odiaba no poder aceptar los sentimientos de Meliodas cuándo sería lo mejor.

Quería volver en el tiempo, pero eso sería imposible, ¿Verdad?

Justo allí, Haruka divisó las margaritas sobre su escritorio, acomodadas con mucho amor en un pequeño jarrón con agua. Hacía bastante que no iba a casa de Zeldris y por eso no sabía que las tenía tan bien cuidadas.

—Las guardaste —se atrevió a comentar, ignorando lo anterior.

El pelinegro miró en la dirección en que lo hizo su mejor amiga. Cuando sus ojos esmeraldas se posaron en las flores, una de sus manos se atrevió a acariciarlas, con mucha estima.

—Por supuesto que lo hice. Son demasiado importantes.

Haruka se mordió el labio, sin saber cómo continuar aquella conversación. Abrazó con fuerza su bolsa de regalo y escondió parte de su rostro detrás de esta.

—¿Qué es eso? —inquirió su mejor amigo, curioso.

—Son libros, Mel... Meliodas —rapidamente corrigió —me los regaló.

Zeldris pareció pensarlo unos momentos, y justo antes de ponerse en pie, depósito con cuidado los mensajes de su chica Margarita en el escritorio.

La castaña lo vio caminar con cuidado hasta llegar a unos estantes, de los cuales, sacó un libro viejo. Lo sopló ligeramente, provocando una pequeña nube de polvo, y se dió vuelta para ir donde ella. Cuando estuvo justo al frente, le extendió la novela.

Solo con verla, Haruka comprendió de que se trataba. Depositó la bolsa en el suelo, con mucho cuidado, y se levantó para recibir un ejemplar de las primeras ediciones de Cumbres Borrascosas. Sus ojos se aguaron y sintió un picor intranquilo en su pecho cuando lo sostuvo con fuerza sobre este.

—Feliz cumpleaños, Haru —le dijo, peinando algunos de sus cabellos con mucha ternura y delicadeza —. Sabía que era tu sueño tener uno.

Ella lo abrazó con fuerza, de imprevisto, dejando caer al suelo el libro. Zeldris, asombrado, la envolvió de la cintura con sus grandes brazos, brindándole calor. No estaba enojado, no la recibió con palabras agresivas, ni siquiera la regañó por ignorarlo.

Haruka quiso decirle que se equivocaba, que tener un ejemplar de Cumbres Borrascosas no era su sueño. Por un momento, ente sus brazos, ella quiso confesarle que su sueño era él.


.
.
.

Palabras del autor:

Me gustaría saber qué les está pareciendo.

Me esfuerzo mucho por demostrar los sentimientos de los pobres protas que no ponen pie con bola. Me da mucha pena lo mala que soy ;-;

Sigo esperando una disculpa por parte de FlowerTears222 :)

Misma pregunta...

Team Meliodas.

Team Zeldris.

Me gusta saber que opinan en todo momento.

Si te está gustando la historia vota y comenta para que así pueda llegar a más personas ~(˘▽˘~)(~˘▽˘)~

Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿

~Sora

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro