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Capítulo 14

Zeldris y Meliodas pasaron aquella noche hablando, no en calidad de mejores amigos, ni remotamente cerca, pero si intentaron mantener una conversación sin que los golpes salieran a flote. Al final resultó bastante bien, pudieron dejar las diferencias de lado para tener una plática normal. Tal vez con el tiempo pudieran volver a ser lo que fueron antes. Claro está, ninguno habló de temas íntimos o de sentimientos, ahora mismo eran dos conocidos intentado hacer las pases, intentando afianzar una relación, no tenían confianza para aquello.

Haruka, por su parte, estaba inmensamente feliz de saberlo, si dios lo quería, se acabarían las guerras con ella de por medio, al fin podía dirigirle la palabra a uno sin que el otro la mirara mal; aunque el rey de eso siempre fue Zeldris. Era como si le hubieran hecho un regalo, el más maravilloso y fascinante de los regalos. Atesoraría, incluso más que ellos, la segunda oportunidad que se estaban dando. No saben lo que es estar en ambos bandos de una batalla de los Yami, era agotador.

Así fue como terminó todo, por lo menos aquel día. De ello habría pasado una semana. Una larga semana en la que pasaron inmesidades de cosas, para empezar, Zeldris no había recibido ni una sola margarita más, lo que lo había dejado confuso y realmente triste.

Hoy, viernes de la última semana de curso, la última vez que estarían en la escuela hasta el próximo año, descontando la fiesta, era el día de la decisión final. Era momento de aceptar que la chica no le escribiría, mas negar que esperó su flor hasta el último minuto del último timbre, sería hipócrita, porque de verdad lo hizo.

—Zel, es una señal —le dijo su amiga, acomodándose la mochila.

Se estaban dirigiendo a la salida. El año había terminado oficialmente y solo quedaba que los alumnos fueran a casa, esperaran cinco días más y tendrían su aclamado baile, entonces, definitivamente, ya estarían en segundo año.

El tiempo había pasado veloz, eventualmente era momento de decirle adiós a la generación de arriba. Meliodas iría a la universidad, sus amigos se buscarían la vida y comenzaba un nuevo ciclo de cambios.

—¿Una señal de qué? —inquierió el pelinegro, soltando un quejido cansado. Ahí, donde estaba, aún esperaba la margarita del día, con una nota de la muchacha diciendo que había tenido problemas pero que no era su intención dejar de escribirle.

Hasta que su amiga le abrió los ojos con las siguientes palabras:

—La chica de las margaritas es Gelda, la última que te entregó fue como una despedida, todo tiene sentido —razonó, golpeando el hombro del varón con su codo. Estaba cansada de que su amigo fuera tan tonto y no viera las señales —. Te dijo que si no la encontrabas podías acudir a ella, porque es ella.

—Es algo que he estado pensando esta semana, Haru —confesó. La verdad es que había pasado todas las tardes imaginando la posibilidad aquella, comiéndose la cabeza con distintos escenarios —. Me haría feliz, no lo niego. Gelda me gusta, me gusta bastante, podría tener algo serio con ella, es mi tipo y realmente lo estaba pensando antes que todo esto ocurriera. Pero una parte de mi... —la miró, encontrándola con el ceño fruncido.

—¿Una parte de ti qué? —indagó curiosa, ¿qué idiotez se le habría pasado por la cabeza?

—Nada —negó, decaído y apartando su vista de Haruka.

Ella pareció pensar unos momentos que decir, no era normal ver a Zeldris en ese estado. Generalmente era alguien orgulloso, temerario, sarcástico, sonriente, le costaba trabajo creer que eso le pudiera hacer una mujer.

—No me salgas con dudas ahora —exigió cruzándose de brazos y haciendo un puchero —. Te he visto sonreír como tonto, suspirar como enamorado y esperar como pendejo esas notas. Ya sabes quien es, está frente a ti. ¿Por qué dudas? Corre hacia ella, dile que la encontraste y pídele ir a ese asqueroso y romántico baile contigo —lo tomó de la oreja, obligándolo a doblarse por el dolor.

—Haru, eres muy agresiva —sinceró, entre risas.

—Y tú eres muy idiota —contestó, sin soltarlo, haciendo más presión —. Pero no te preocupes, la gran Haru siempre será tu guía, sin importar lo imbécil que seas.

—Dos insultos por uno, que ofertón —bromeó, soltándose para acomodar su ropa, como si ella le hubiera dado una paliza.

—Así de misericordiosa soy —dijo diva, empujando un mechón de cabello detrás de su hombro —. Ahora ve.

Le apuntó a la puerta, donde se encontraba Gelda. Estaba hablando con un chico y seguramente si Zeldris no se apuraba terminaría aceptando su proposición para ser su pareja.

—Gracias —le dió un ligero beso en la mejilla —. ¡Nos vemos en casa, Haru!

Exclamó él para salir corriendo. Haruka lo despidió con la mano y con la mayor sonrisa falsa que pudo encontrar en su almacén de mentiras. Había decidido sacrificarse por Zeldris, se llevaría a la tumba ese amor. Al final solo quedó su cirueta en la puerta, hablando con la Gelda. Ella lo vio rascarse la nuca, estaba avergonzado y nervioso, otra de las señales de que de verdad le gustaba aquella chica.

Casi se queda ahí, parada, observando la escena; pero alguien la salvó. Meliodas colocó uno de sus brazos alrededor de sus hombros y soltó su característica y peculiar risa cerca de su oído.

—Veo que te has quedado sin Príncipe —se atrevió a burlarse de ella, que agallas —. Puedo reemplazarlo si quieres.

La castaña terminó por soltar una amplia carcajada y sonreírle. Lo miró a los ojos, a esas esmeraldas que le recordaban tanto a Zeldris. Era hora de avanzar, tal y como lo habían hecho ellos dos.

Volvió a posar su mirada en la joven pareja, que ahora caminaba de la mano. Él era feliz. Ella también lo sería, aunque no fuera a su lado.

—Llévame a casa, Melo —le pidió, apartándose ligeramente —. Compra pañuelos de camino y prepárate para consolarme, porque lloraré todo el día, pero te aseguro será la última vez que lo haga por él.

—A sus órdenes —el rubio, en respuesta, hizo una pose militar, como si fuera un soldado siguiendo a su capitán.

Tal vez con Meliodas, podría olvidar a Zeldris de una vez por todas

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Palabras del autor:

¡NO ME MATEN!

Esperen a leer el final para sus ataques. Perdóname la vida por hoy, ya mañana degollenme.

Les juro que tenía la intención que la historia fuera mu rosita y con brillitos, pero al final me gana el drama y tengo que hacer de las mías (╥﹏╥)

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Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿

~Sora.

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