Capítulo 33
Un simple gracias fue mi respuesta esa tarde. No me permití llamarla, ni tampoco transcribir las palabras que se acumulaban en mi cabeza. No me lo permití por muchas razones, la principal fue que a pesar de mi avance aún no había llegado al nivel que necesitaba para dejar de lado cosas tan básicas como esperar que el otro diera el primer paso. Y ahora sé que esperar que los demás decidan sólo tiene como resultado que una se queda estancada. Debí hacer las cosas como me dictaba mi corazón, sin buscarle tanta lógica a mis acciones y arriesgarme a lo que yo creía necesario. Pero no lo hice.
Natalia le envió el mensaje sin agregar más frases al respecto, aunque yo sabía que quería decir de todo, y prefirió cambiar de tema después del aire de melancolía para no arruinar lo que restaba del día. Sin embargo, a pesar de no demostrarlo, la idea de reencontrarme con ella con una invitación mía de por medio se sembró en mi cabeza sin darme tiempo de negarme a ello. Ya había esperado demasiado, estaba llegando el momento de cerrar ese capítulo en mi vida.
Sólo necesitaba un poco de valor. Un poco de valor y ya.
🔹🔸🔹🔸
La motivación que inyectó la entrevista y los números que causó fueron un factor muy importante para que las palabras posaran frente a mí sin mucha dificultad.
Avancé tanto como pude y los últimos capítulos no me dieron tantos dolores de cabeza. Creo que tener todo planeado ayudó a no hacerme bolas por la emoción y regarla. De igual manera no hubo recurso que me hiciera sentir satisfecha cada vez que publicaba en la plataforma, porque ver la historia irse entre mis manos no era como lo imaginé.
Mi mayor problema no era crearla sino sobrevivir a ella, darle un desarrollo coherente y un final digno. Y es que al verme tan cerca de la meta las cosas se complicaron, era como si me encariñara más con ella, se resistía a la despedida. No podía ponerme a quejarme por ello, ya tendría días enteros para hacerlo después, si es que el sentimiento nacía.
Una mezcla de emociones se encargó de hacerme sudar cuando me senté frente a la pantalla con el título del final. No sabía si estaba lista para cerrar un ciclo de esa magnitud, para decirles adiós a seres que tanto amé y me hicieron tanto bien, no quería volver a lidiar con no saber a dónde caminar. Sí, definitivamente no estaba preparada, y para ser honesta no lo estaría nunca.
Uno jamás está listo para poner el punto final a algo que te robó tanto y que te devolvió mucho más. Este libro era un antes y después en mi vida. Aquellas líneas se habían convertido en mi motivación para ponerme de pie cada mañana. ¿Qué haría con mi vida sin tener que encontrarme con ese mundo que me regalaba tanta paz?
Pero había que dejarlo ir, más allá de quererlo o no. Nada es para siempre y mientras más prolongues la despedida es más difícil dejar el barco. Y pese a que por decisión propia yo podría haberme quedado haciendo lo mismo todo lo que me restaba de vida, tuve que darme cuenta de que había llegado el momento de cambiar la hoja. Yo no era la dueña de las vidas de las personas involucradas en esa historia y no podía decidir arruinarlas por un capricho.
El objetivo estaba cumplido. Había comenzado a escribir esa historia por la necesidad de contar lo que esas criaturas me mostraron, y había hecho mi parte del trato. Era afortunada, porque sin merecer nada había ganado muchísimo por estar en el lugar adecuado, con las personas correctas y por haberme decidido a no ignorar lo que entre sueños apareció.
Estar ante la lupa de miles de personas me hizo reconsiderar, por unos segundos, el final, porque de verdad quería que hablaran de él de manera positiva. Quería que las personas se sintieran satisfechas al llegar a la última línea y no sabía si con lo que tenía en mente lo lograría. Pero no hice cambios al plan general porque después de todo la historia había seguido un sendero para llegar a un punto y cambiarlo sería ir en contra de esa misma naturaleza. Además, había que tener claro que nunca le daría gusto a todo mundo. A la única persona que podía satisfacer en cada palabra era a mí, y eso sólo momentáneamente, porque estaba segura de que cuando la editara querría ponerme a llorar por todos los errores que cometí.
Hay que verle el lado positivo, si pasado el tiempo notaba los disparates que en un inicio ignoraba era porque estaba evolucionando, ¿eso es bueno, verdad? Pues traten de explicármelo cuando releo los primeros capítulos y me pregunto qué demonios estaba pensando para colocar esa palabra ahí. Y para acabarla de amolar el proceso se repetiría cientos de veces.
Escribí con el corazón, quizás jamás volvería a vivir esas sensaciones, sentir que todo lo que hiciste tiene una razón. Cada noche en vela, cada mañana trabajando, todo había pasado para ese momento.
Puedo decir que hice lo que quise y dejé que las cosas caminaran como debían hacerlo, sin presiones, sin prestar atención a voces ajenas y tratando de despedirme sin ponerme a llorar. Reconozco que fallé en lo último.
Ahí entre sus líneas una parte de mi vida se fue, se abrazó a las hojas con todas sus fuerzas decidida a no renunciar a su refugio. Y yo no hice un esfuerzo por separarlas, porque ninguno podía vivir sin el otro.
Y cada vez que la tormenta pusiera a temblar mis cimientos, cuando creyera que la esperanza estaba perdida y que cualquier batalla era imposible, volvería a él. Recordaría entonces que todo es posible cuando se cree en uno mismo.
🔸🔹🔸🔹
Cuando me levanté ese sábado no creí que pasaría nada importante. No tenía planes en mentes y tampoco labores por hacer, mi tiempo lo ocuparía en leer y chismosear en Wattpad. Ignoraría la idea de Carlos de releer la historia para editarla, necesitaba unos días para vacacionar. Y sí, ya habían pasado algunas semanas pero nunca era suficiente. Apenas estaba superando el adiós para un reencuentro.
Lo único bueno de terminar de escribir era que podía darme el lujo de leer tantas historias en la plataforma como se me antojara, aunque me acabara la poca vida que me quedaba.
Para matar el tiempo, antes de perderme entre el catálogo de recomendaciones, decidí pasarme por mi perfil y ver cuántas lecturas tenía ya. Eso se estaba convirtiendo en una costumbre.
—¡Ya son más de ciento cincuenta mil lecturas! —celebré lo más alto que pude para que Carlos dejara de hacer lo que estaba haciendo y prestara atención en el acontecimiento. No lo logré—. Y tengo un montón de comentarios nuevos.
Lo que más me gustaba era encontrarme con esos lectores que comentaban cientos de veces, podía pasar horas leyendo todo lo que escribían. Y digo horas porque me tardaba un montón entendiendo cómo se manejaban los comentarios entre líneas.
—Que nadie me moleste hoy —anuncié y Carlos no se rio de intento de hacerme la importante porque aún era temprano—. Me pasaré toda la tarde respondiendo comentarios.
—Apuesto a que a las dos horas se aburrirá y dejará todo a medias —agregó haciéndose el gracioso.
—Yo nunca hago eso —respondí casi sin pensarlo, pero después recordé que solía pasarme a veces. No es que me aburriera los comentarios, pero me daba en cara la pop. Ya me dolían los dedos con los duro que estaba el teclado—. Sólo a veces —rectifiqué antes de que me recordara los eventos pasados—. Además, si me canso es porque no como bien, pero eso no me pasará hoy.
Estómago lleno, energía recargada. Era un carro, si me llenaba el tanque no daba problemas. O muy poquitos.
Estuve charlando con Carlos sobre el libro que leí de Wattpad, a mí me había gustado mucho, y él pareció satisfecho con el suyo. Le dije que esperaba que las lecturas subieran un poco más y alguna editorial se animara a contactarme, pero él mencionó que si las cosas seguían así lo mejor era que nosotros buscáramos las oportunidades. ¿Yo los tenía que buscar? ¿Cuál era el chiste de subirlo a Wattpad si de igual manera tenía que ponerme a trabajar?
Carlos se armó de paciencia para explicármelo, pero antes de poder emitir alguna palabra el sonido de la puerta nos alarmó. Me salvó la campana.
La que no corrió con la misma suerte sería la puerta si el invitado seguía dándole duro. ¿Quién podría golpearla de esa manera? Los vecinos de Carlos preferían golpearse el rostro antes de hacer semejante escándalo. Los cobradores por otra parte no solían visitarlo. La única persona que tenía en interés en nosotros era Natalia, y ella jamás abollaba la entrada en su intento por llamar la atención.
De ser más joven me hubiera levantado presurosa a recibir la noticia, porque esa intensidad sólo podía significar malas nuevas, pero a mi edad ya no estaba para esos trotes. Que se encargue Carlos, él está joven, que aproveche.
—Pensé que no me escuchaban —dijo Natalia antes de saludarlo. Me sorprendió que fuera ella la escandalosa. La observé para comprobar que sí lo fuera, y la respuesta era positiva. Lo único que me llamó la atención era que se encontraba agitada, como si hubiera estado corriendo.
—De hecho creo que la mitad del país no te escuchó —agregó él mientras la acompañaba en su recorrido a la sala. La otra mitad perdió el oído. Y para mi mala suerte yo siempre soy de la mitad que pierde algo.
—Lo siento —pareció caer en cuenta de su acción, se mostró apenada unos segundos, pero recuperó la actitud enseguida—, es que necesitaban ver algo.
Yo me levanté de donde estaba con mucho pesar para poder unirme a la conversación. Ella me dio un leve saludo antes de sacar de uno de su bolsillo su celular y buscar algo en él con prisa. Estaba a punto de quejarme que su falta de efusiva se debiera a una tontería de esas que había en el teléfono, pero antes de poder externar mi descontento Natalia transformó su rostro. A diferencia de otras ocasiones en lugar de mostrarse preocupada sus facciones se iluminaron dejando claro lo ilusionada que estaba.
—Acaban de publicar a los ganadores de los Wattys —anunció sin disfrazar su emoción.
—¿Gané? —le pregunté enseguida, los segundos que tardó en responder me parecieron una eternidad, estuve a punto de arrebatarle el dichoso aparato si no conseguía lo que buscaba.
—No lo sé, sólo me llegó la notificación. No pude revisarla porque estaba en medio de la calle —me explicó mientras accedía al apartado en el perfil.
—Te invitaría a desayunar, pero eso se puede todos los días y saber los ganadores sólo hoy —le dije antes de dejarme caer en el sofá y hacerle espacio para que se sentara a mi lado, necesitaba observar todos sus movimientos.
Ella siguió mi ejemplo antes de volver a enfocarse en la pantalla.
—Los Wattys de este año fueron todo un éxito —leyó en voz alta cuando entró a la noticia—, hemos descubierto historias maravillosas en el camino y hoy estamos anunciando a los ganadores. Pueden leer los ganadores en el siguiente enlace. Felicidades y muchas gracias a todos por participar.
—Sí, como sea, sólo quiero saber si gané o no —dije desesperada de que la hicieran tanto de emoción. Natalia rio por mi impaciencia y se dedicó a presionar las palabras celestes con cuidado.
—¿Cuántos ganadores fueron este año? —quiso saber Carlos.
—Cien.
¿Cien? ¡Eso eran muchos! No debía ponerme tan contenta sólo por escuchar un número, porque eso no decía nada, pero entre más posibilidades existiera mucho mejor.
Estaba muy nerviosa, tanto que fingir normalidad fue un fracaso. De verdad deseaba ganar. Si lo hacía la historia tendría más visibilidad, quizás alguna editorial se interesaría en ella y lo más importante sería una demostración de que mi historia destacaba. Al fin silenciaría ese gusanito que solía decirme que todo lo que había logrado tenía base en muchas razones, menos en mi talento. Si más personas reconocían su calidad todo empezaría a tener más sentido para mí.
Natalia accedió a una lista con muchas historias. Pasé la mirada en cada portada que desfilaba en el listado de ganadores. Pasaron muchas portadas, algunas de ellas de autores que conocía, y mientras más libros pasaban la tensión aumentaba.
Terror, fantasía, misterio, novela juvenil, humor, romance, paranormal... Había de todo. Ver tantas historias alimentó la llama de esperanza. De sólo pensarlo una sonrisa se dibujó en mi rostro. No debía ilusionarme, pero es que todo estaba saliendo tan bien que me fue imposible no creer que el último golpe se daría sin dificultad para cerrar con un cien.
—¿Por qué te detienes? —le pregunté cuando ya no avanzó. ¡Natalia no es momento para distraerse, me dará un infarto de tanta emoción! Necesito saber la respuesta ya.
—Eso es todo —dijo más para ella que para mí. Seguía con la mirada clavada en su celular.
¿Qué?
No articulé palabras porque no se me ocurrió nada por decir. Era como si las ideas se hubieran escapado corriendo y yo tratara de alcanzarlas. ¿Eso es todo?
—Quizás le di muy rápido y me brinqué la suya —trató de animarme apenas notó mi semblante—. Volveré a revisar.
Pero no hacía falta que lo hiciera, porque por más que lo intentara no encontraría mi historia entre esas cien. Yo no estaba en esa lista. Yo había perdido en los Wattys.
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¡Hola! Capítulo para festejar que estamos en los primeros lugares de humor ♥♥♥. De corazón muchísimas gracias por esto. Todo es gracias a ustedes. Los quiero muchísimo.
Los invito a unirse al grupo de lectores. Cada días somos más.
Para reír un rato les dejo un meme de -Arepita. Amo sus memes ♥😂. Siempre alegra el grupo con su creatividad.
Los quiero mucho.
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