Capítulo 31
¿Saben lo espantoso que es esperar algo, estar segura de cómo pasarán las cosas y al final sucede todo lo contrario? Bueno, si no lo saben voy a contarte lo que se siente. Es como si anduvieras muy alegre caminando una mañana y un meteorito te cae encima. Sí, algo así.
Definitivamente algo estaba mal. Cuando yo grabé mi colaboración no dijeron que usarían mis intentos y fallos como parte del material.
—¡Oye, eso no era parte del trato! —me quejé cuando terminó, aunque ninguno de los presentes pudiera hacer algo para arreglarlo.
Natalia buscó la mirada de Carlos para que la ayudara a encontrar las palabras adecuadas para que me calmara, pero él estaba muy entretenido repitiendo la escena como para prestarle más atención. Hasta parecía que le divertía.
—Debo admitir que fue un gran acierto lo último —comentó importándole un pepino mi disgusto, o tal vez ni siquiera había notado mi semblante porque de lo contrario yo no compartía su opinión.
¿Un acierto? ¿Un acierto? ¡Si eso era un acierto yo era rusa! Era un tontería, una grande, haber agregado aquello que no estaba en el guión y no avisarme. Si tanto quería demostrar con esa bromita su espontaneidad al menos me hubieran avisado para que pudiera crear una frase más atractiva, no aquello que había soltado de la nada en los momentos que mi cerebro se conectaba con mi boca produciendo un corto circuito.
El comercial estaba correcto hasta la parte donde colocaban unos segundos de ensayos donde me mostraba tal como era.
—Bueno, no es tan malo —intervino Natalia antes de que le arrebatara a Carlos el teléfono y lo arrojara por alguna ventana lejos, donde no pudiera ser testigo de mi torpeza—. Nadie va a notarlo, lo que vale es el mensaje de superación. Eso es lo realmente importante.
Sí, claro. Yo le creí porque confié que tendría razón. Después de todo yo no sabía nada de internet. Nada. Qué iba a saber yo de lo que se estaba por venir.
🔹🔸🔹🔸
Aprende algo, querido amigo, este sitio es como la mesa donde se juega lotería en el mercado. Aquí uno no viene a charlar sobre lo maravilloso que fue tal cambio de ley, lo acertado que son las marchas por la paz o los sucesos fuera de común en el que los buenos mensajes tocan nuestro corazón. No, aquí al igual que en la realidad, lamentablemente, se hace charla de esa minúscula parte que no debería ser importante pero que se convierte en una avalancha de un momento a otro.
Las horas de estudio, los trayectos para llegar al colegio, mi certificado que colgaba de la pared, fueron brutalmente ignorados por una gran parte de la sociedad para centrarse en esa miserable frase que no pensé. ¿Saben que es lo peor? Aquí no era como en el mercado que recogían la mesa y cada uno se iba para su casa, el chisme quedaba entre un par y las referencias ante algunos sucesos no se convertían en más un par de frases. No, esto era otra cosa. En esta cosa del diablo algo puede durar semanas, y se ríen de los más tonto hasta al hartazgo.
Los números después de ese anuncio fueron un antes y después en mi estadía en la plataforma. No era que el comercial tuviera un impacto enorme y fuera recordado por todo mundo, pero el hecho de usarlo como gancho para generar controversia tuvo resultados. No todos positivos por desgracia. No debería quejarme porque sé que la publicidad, buena o mala, al final de cuentas sirve para darse a conocer, pero no me sentía como creí lo haría.
Muchas personas comenzaron a cuchichear sobre el hecho de que una mujer de mi edad estuviera en la plataforma, lo cual no era nuevo, pero si parecía interesante mi evolución y la lucha por tener mi libro en físico. En los grupos donde solían hacerme publicidad había logrado enganchar a las personas para visitar mi libro. Algunos sí se pasaban a leerlo, otros sólo dejaban mensajes de apoyo. Todo muy bello, pero yo necesitaba lecturas. De igual manera los números se movieron casi de inmediato y la historia ingreso al ranking en un abrir y cerrar de ojos. Estaba en una categoría sencilla por lo que mantenerme estable resultó sencillo.
Carlos, que parecía contento por la manera en la que se estaban dando las cosas, logró que mi nombre hiciera eco en los grupos de una y otra manera. No todo mundo me leería, pero las posibilidades crecieron como espuma. El hecho de que hubiera una prueba de la versión de lo que antes contaba y que esa figura tuviera una cara hizo que las personas se interesaran por la curiosidad o morbo. Algo pasa con el mundo en internet, que si uno hace algo otros lo repiten aunque no conozcan la razón. Traté de encontrarle un nombre a ese impulso, pero no lo hallé. No me enojó, al contrario, a mí me beneficiaba.
Seguí escribiendo con la meta de poder terminar mi libro y perfeccionarlo. Le siguieron días de trabajo en los que mis personajes se convirtieron en mis confidentes, aquellos que callaban el estruendo que solía confundirme, y en mis máximos aliados. Ellos tenían tantas ganas de salir de su jaula para poder susurran sus palabras a otras personas que ayudaban a que todo caminara sin trabas.
Los mensajes en mi tablero eran una constante motivación. Ya había llegado hasta ahí aun cuando el inicio del camino estaba lleno de piedras, tenía que dar el último empujón. Tenía que seguir luchando por mi momento.
Me casé con ese computador, con los libros que empezaban a decorar el buró, con mis borradores y con mis horas de trabajo. Por primera vez en mi vida las cosas estaban encajando y danzaban al ritmo perfecto. Sentí entonces que había nacido para esto, que todo lo anterior había sucedido de cierto modo para llegar a este punto en específico. Quizás de otro modo no hubiera descubierto esto que me apasionaba, tal vez no les estaría contando esto o peor aún no hubiera conocido a Carlos y Natalia. Eso sí hubiera sido una desgracia.
Era gracioso, como el éxito que realmente me importaba era el que se veía en mi vida personal. En las charlas que teníamos, en los sueños que se quedarían en eso o en la conexión que en lugar de hartarme parecía fortalecerse con el paso de los días.
Por primera vez en mi vida estaba justo donde quería estar.
🔹🔸🔹🔸
Cuando subí un nuevo capítulo revisé los comentarios del pasado mientras los otros dos charlaban de una tontería. Repasé cada uno de ellos y con torpeza contesté tratando de dejar claro lo feliz que me hacía que inundaran la pop con menciones a la historia. Cada vez que un lector comentaba sobre su amor u odio hacia un personaje mi corazón se ponía a brincar como si fuera conejo. Las emociones que provocaba en otros eran una recompensa.
Incluso me divertían los comentarios que usaban expresiones que no entendía, pero me hacía una idea de lo qué significaban. Estos niños que tienen más imaginación que yo...
Cuando estuve a punto de terminar encontré un comentario que me llamó la atención, no era porque fuera de esos extensos que uno hasta se lee dos veces para contestar, sino más bien de aquellos que no le encuentras sentido.
Vine por el meme, abuela. No pensé que me gustaría, pero terminó convenciéndome. Tiene una nueva lectora.
¿El qué? ¿El meme era el nombre de alguna organización secreta? Seguro ahí criaban borregos porque así es su manera de comunicarse. En un caso así, cómo demonios mi nombre había terminado metido ahí. Quizás ya hasta era miembro y yo ni enterada.
—Oye, Natalia —la llamé para que ignorara a Carlos y me prestara atención a mí. Lo hizo, apenas escuchó mi voz sus ojos chocolate buscaron los míos. Seguro pensaba que la había calabaceado, pero no, esa vez primero pregunté—. ¿Qué es un meme? Así se llamaba un vecino mío —recordé. ¿Se habría enterado de mi vida y estaba ayudándome a promocionar? ¡Qué considerado! Y yo siempre considerándolo un holgazán.
—¿Dónde leyó eso? —me preguntó cuando se acercó para ver lo que le indicaba. Esta vez yo no había ello nada por si las dudas.
¿Meme sería una página de contenido prohibido?
Natalia releyó el comentario y tras unos segundos la vi entrecerrar sus ojos y darse la vuelta para buscar la mirada de Carlos.
—Algo hiciste —lo acusó. El otro no lo negó, se acercó a nosotras y contempló el mensaje sin necesitar respuestas, como si ya esperara que sucediera. ¡Con que era él el integrante del grupo de los borregos!
—Lo de la historia conmovedora ya no estaba funcionando. Hay que buscar nuevos métodos, y cualquiera que esté en internet más que un par de horas saben que el humor es una herramienta infalible —nos contó muy tranquilo. Yo no entendí nada, Carlos no podía soltar las cosas de la manera simple, tenía que enredarme toda primero.
—¿Y se puede saber qué clase de humor usaste?
—El más simple, tampoco puedo ponerlos a pensar demasiado —le respondió mientras se adueñaba de la pop para buscar algo. Yo sólo quería que alguien me dijera qué era un meme.
Y no tardé mucho en descubrirlo. En la pantalla el error de hace unas semanas volvió a aparecer, pero esta vez no en vídeo sino en imagen. Sí, y lo peor es que yo estaba en ella. Leí lo que estaba sobre mi ilustración y la línea que rememoraba la escena final del anuncio.
—¿Hiciste un meme con Margarita? —Ni siquiera logré distinguir si estaba molesta o sorprendida, supuse que una mezcla de ambas. Yo estaba en blanco, más que de costumbre.
—A la sociedad les gustan las personas que saben reírse de uno mismo —soltó como si no lo supiera. Eso ya estaba claro, la cosa estaba en que yo no quería aplicarlo. ¡A mí no me daba risa! Cuando apenas estaba superando el tonto error del comercial...
—Esto no va a funcionar, Carlos —le hizo ver para que dejara aquella estrategia y nos pusiéramos más serios. Ya saben, hacer cosas como todos, vídeos o imágenes que robaran la atención.
—Natalia, también opinaste lo mismo de Wattpad y aquí estamos —señaló como si aquello fuera un argumento con mucho peso, y antes de que él pudiera enumerar las razones por las que todo método de publicidad era válido el sonido de otra notificación llegó avisando de un mensaje semejante al anterior.
Lo que me faltaba, que a las personas les llamara la atención mi historia por mis tonterías.
Natalia observó la pantalla buscando una manera de debatir eso, y yo me preparé para una buena hora de exposición en la que ambos tratarían de demostrar quién tenía más puntos a favor. Yo le iba a ella, pero si las visitas aumentaban apostaría por Carlos.
—Y si eso no funciona —se adelantó dejándola con la palabra en la boca—, lo hará la entrevista de este fin de semana.
El rostro de la muchacha fue digna de fotografía, definitivamente no pensó que la plática de hace tiempo iba en serio. Para ser sincera yo tampoco.
—¿Conseguiste la entrevista? —lo cuestionó aunque conocía la respuesta, sólo quería confirmar que no se trataba de una broma. Él asintió mostrándose orgulloso de sorprendernos—. Pensé que no lo harías.
—Gracias por la confianza —se burló cuando yo repetí lo mismo—. Es este sábado por la mañana. Tiene permitido hablar sobre sus obras en la plataforma y rechazar las preguntas relacionadas con el drama de su vida —me explicó qué habían acordado. Por mi estaba perfecto. Hablaría de mi presente, de la etapa que me gustaba—. Eso sí seguro harán referencias a los memes sobre usted en internet —me advirtió para que no me hiciera la desentendida en pleno espectáculo, algo así como lo estaba en ese momento. ¿Hablaba en plural? ¿La publicidad de Carlos había llegado tan lejos?
—¿A qué te refieres con eso?
—A que yo sólo tomé la plantilla, que ya es famosa por internet. Ayer descubrí que la cara de Margarita no sólo era conocida por su historia.
¿Quieren decir que las personas, la mayoría que no conozco, me reconocen por un estúpido chiste? Esto debe ser una broma. Y lo peor de todo era que mi cara andaba por internet sin que yo ganara nada.
—Necesito un rato para procesar todo esto —escupí tratando de ordenar tantas ideas y formar una historia coherente—. Con una vida o dos bastará.
¿Tenía que estar feliz porque ahora no sólo me conocían en Wattpad o ponerme a llorar por no entender nada? ¿Me beneficiaría de alguna manera todo este lío? ¿Podía sacarle provecho?
—Margarita, trate de pensar lo positivo, tendrá una entrevista este fin de semana —repitió Natalia enfatizando lo último con todo el entusiasmo del mundo. Estaba tan feliz que llegué a contagiarme un poco—. Deje que el mundo haga lo que quiera, viva y disfrute la oportunidad.
Me lo pensé, no estaba muy convencida de su intento por hacerme sentir feliz, pero si lo analizaba a fondo no podía estar aplastada en el sofá lamentándome por lo que los demás pensaran. Además, las personas siempre hablan mal y se ríen de uno, no dejaría que eso me afectara más de la cuenta.
—No sé qué debo hacer el sábado —confesé. Todas las entrevistas que había visto eran de famosos de cine o televisión, jamás de escritores. ¿Tendría que ver alguna para hacerme una idea? Sería bueno considerarlo, existía la posibilidad que terminara hablando de tacos al pastor si me perdía.
—Aproveche el momento, internet tiene mala memoria —me aconsejó Carlos. Yo en verdad esperaba que fuera verdad—. Si quiere que su nombre resuene tiene que ser ingeniosa y tratar de dejar algo en la mente de espectadores. Las personas tienen la posibilidad de acceder a mucha información en poco tiempo, tiene que motivarlos para que decidan dar clic en su nombre.
—¿Alguna idea?
Carlos apenas lo pensó unos segundos antes de soltar la respuesta.
—Sea usted misma, si lo hace le puedo asegurar que la recordarán —me dijo sin duda. Yo pensé que aquello era una frase que buscaba hacerme sentir valiente por mostrarme tal cual era, sin disfraces o pretensiones, pero no, Carlos sabía perfectamente por qué pronunciaba aquellas palabras.
Claro que me recordarían.
🔹🔸🔹🔸
Hola <3 Aquí traigo el nuevo capítulo ♥. Espero les gustara.
¡Se vienen cosas muy grandes a partir de ahora! Les invito a seguir leyendo porque de aquí en adelante habrá muchas sorpresas que no se imaginan.
Los quiero muchísimo.
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