Capítulo 29
En mi pueblo dicen que el que no arriesga no gana, y tienen razón. Qué bien es aplicar ese dicho cuando no se tiene nada que perder. A esta edad se vale hacer lo que se te pega la gana, y el cuerpo te lo permita, porque aunque siempre tienes esa libertad en este momento las cuestiones salen sobrando.
Para mí, que me crie viendo televisión, salir en ella era lo más alucinante del mundo. Ni en mis sueños más locos me imaginé aparecer aunque sea un miserable segundo atrás de algún reportero. Sería un pequeño gusto que me daría.
Lo único malo es que tuve que levantarme más temprano que de costumbre, porque el lugar estaba lejos y teníamos que tomar dos camiones lo cual apretaba mucho el horario. Sobre todo si coincidíamos con la hora de entrada de trabajadores y estudiantes. Ahí uno pelea con su vida por un asiento, se los digo yo que siendo más joven llegué a ir colgada de la puerta para no tener que esperar otro.
—Me apiadaría de ti si no fuera porque tú misma te metiste en ese problema. —Escuché la voz de Carlos cerca, pero no le presté mucha atención. Yo estaba concentrada en comerme la avena, y eso no es sencillo cuando lo haces con los ojos cerrados. Aún recuerdo cómo mordí con tanta fuerza esa cuchara. De milagro no se me cayó un diente.
Ya se me había olvidado qué se sentía levantarse cuando el sol apenas se estaba asomando. No entendía cómo Natalia, que estaba mi lado, y Carlos ordenando todo para irse a trabajar, estaban tan frescos como unas lechugas. Yo era la única que parecía muerta viviente.
Me había pasado toda la noche recordándome que tenía que ponerme de pie temprano, y ya a la mera hora me quedé dormida. No me levantaba ni una grúa.
—Oye, pensé que serviría de algo. Espero tengas una idea brillante que pueda superar la mía —le dijo con esa actitud de siempre. Parecía que les pagaban por pelear a ese par, aunque más que riña, parecía su modo de comunicación natural. La vi arrojarle una manzana que descansaba en el centro con un aire risueño.
—¿Quieres que convierta a Margarita en actriz? —se burló mientras la atrapaba. Yo estaba que me ahogaba en tazón de leche de tanto sueño que traía encima y estos dos jugando con la comida—. Si sales viva de esta veré qué hacer.
—Hablas como si fuera a la guerra.
—Vas a trabajar con Margarita, es más o menos lo mismo —comentó mientras guardaba unas cosas.
¡Oye! Qué mal concepto tenían de mí. Acepto que era algo problemática, que eso de seguir instrucciones no eran lo mío y mi carácter estaba lejos de ser de ayuda, pero tampoco era tan difícil...
—Ya te tocará a ti hacerlo y tendrás que reconsiderar tus palabras —le dijo ella, no sé si para defenderme o sólo para ver qué oportunidades tenía él de trabajar conmigo en algo. Pensándolo así yo podría ser una buena maestra, los chiquillos sí que aprenderían cosas de utilidad en mis clases—. Por cierto, Margarita, tenemos que darnos prisa o llegaremos tarde.
—¿Qué se supone que vamos a hacer hoy? —pregunté con un ojo abierto y el otro luchando por cerrarse. Natalia rio por mi cuestionamiento. Ya me lo había explicado como veinte veces, pero si despierta no entiendo nada, menos dormida.
—Sólo tiene que leer una líneas frente a la cámara. Hay mucho trabajo atrás, pero eso no nos corresponde a nosotras —me explicó con paciencia.
Yo asentí fingiendo que lo había procesado por completo. Fácil, me gustaban las cosas así. Nada de usar la cabeza antes de las nueve.
—De verdad vas a necesitar más que suerte para que esto resulte —se burló Carlos al verme asentir como cien veces seguidas, por suerte no me había lastimado el cuello.
—Ya deja de echarnos la sal —le dijo ella mientras me ayudaba a ponerme de pie para encaminarme al baño, eso de entrar a la regadera tan temprano no era de Dios—. Todo va salir muy bien, tengo el presentimiento que pese a que sólo son unas líneas su participación tendrá una gran recepción.
—Y luego yo te consigo alguna entrevista en una televisora local —soltó porque las ilusiones de ella le parecían divertidas y fuera de lógica. Y sí, yo tampoco creía que fueran para tanto, pero no lo dije. Más sabe el diablo por viejo que por diablo.
—Pues es una buena idea —lo sorprendió—. Yo conseguí el anuncio, a ti te tocaría la entrevista.
Una lección de vida, jamás trates de subestimar algún ideal de Natalia, te lo digo por tu bien.
—No estarás hablando en serio, Natalia —trató de confirmar porque aunque las palabras parecían ser una broma el tono no lo hacía.
Yo ya no sabía si estaba soñando o ya me había roto la maceta en el baño y estaba alucinando.
—Estoy hablando muy en serio. Seguro que no te resultará muy complicado después del anuncio, sólo tienes que hacer mención a la historia de Margarita. A menos que creas que es muy difícil y no puedas...
—Cualquier persona consigue una entrevista en las televisora. No se tiene que ser muy listo para notar que están deseosos de información —la interrumpió después de que lo retara. Tenía razón. No era nuevo lo que señalaba, las televisoras siempre eran así, yo todavía me acuerdo de los escándalos de Tierra Azul o la empresa Montenegro, esos sí eran chismes, y la televisión sacó muy buen dinero de ello. Si tan sólo yo fuera interesante la cosa sería pan comido.
—¿Entonces yo el anuncio, tú la entrevista? —señaló con una sonrisa victoriosa. No sé si estaba feliz por la idea o porque iba ganando—. Quiero creer que si es tan sencillo no tendrás un pero.
¿Estos dos no podían tener una relación normal? En mis tiempos unas flores, chocolates, frases melosas y promesas que sonaban más a canción que a realidad eran suficientes. No, aquí yo tenía que estar metida en todo el asunto.
—De acuerdo —respondió él con total seguridad mientras entrelazaban las manos pactando su trato. Me pareció que lo hacían más para jugar que para convertirlo en realidad.
—Ya, dejen de apostar con mi vida —los paré antes de que se emocionaran y le pusieran fecha a todos mis triunfos y fracasos, en una de esas no estaban jugando y se lo tomaban a pecho. ¿Se lo imaginan? Yo lo hice.
Y en verdad debí considerar esa opción.
🔸🔹🔸🔹
Tú qué sabes de incertidumbre si jamás viajaste en un transporte público con la duda de no saber qué te pasará en el recorrido. Estando en México te puede pasar de todo, desde encontrar al amor de tu vida hasta perder la vida. Así que como yo ya estaba lejos de la primera tenía que ampararme a no caer en la segunda.
Para mi buena suerte llegamos sin inconvenientes, sólo un par de groserías por haber pisado a un chamaco cuando quería llegar a la puerta trasera en mi objetivo de no pasarme la parada. Me dieron ganas de retornar y darle otro pisotón, pero esta vez intencional. Claro que Natalia no me lo hubiera permitido así que mejor ni lo intenté.
En lo que tenía que concentrarme era en hacer un buen trabajo. Según Natalia sería un comercial de lo más sencillo por lo que mis nulas capacidades interpretativas no afectarían en nada.
Ni eso, ni tampoco que no hubiera un gran escenario porque mis sueños de andar paseando entre decenas de personas y luces de cientos de colores a mi alrededor quedaron en imaginaciones. El lugar era pequeño bastante sencillo, parecía una casa pero con más espacios por la falta de muebles. Eso sí, lo de las luces que casi te dejan ciego y te iluminan hasta el alma sí se me hizo realidad.
Según querían ser lo más natural posible por lo que no armaríamos una historia que tuviera que verse de muchos ángulos, en pocas palabras sólo un fondo blanco y mucho realismo. Sí, esa es la forma más práctica de llamar a ahorrar costos.
—Pensaba que ya no llegarían —nos apuró una mujer que tenía un chaleco y una botas como si de un momento a otro fuéramos a empezar la obra. Llegué a preguntarme si esto había sido una broma y estábamos a punto de construir una pared. Y yo no había traído mi casco.
Creo que Natalia trató de soltar algunas palabras pero no fue necesario, a la encargada poco le importaba si habíamos llegado temprano o tarde, lo que deseaba era que empezara a leer lo que tenía que decir para practicar quién sabe qué cosas.
Me entregaron la hoja donde venía las frases y me hicieron leerla en voz alta dos veces, pero al ver su rostro deduje que me faltaban varias horas de prácticas para ganarme un Oscar. Un par de horas o una vida, no hay mucha diferencia.
—Tú encárgate de esto —le pidió a Natalia mientras señalaba la hoja como si fuera muy valiosa. Seguro amaba la naturaleza y por esa la cuidaba tanto—. Yo voy a empezar a grabar a los demás. ¡Julia, te necesitó aquí, pero ya!
¿Nadie le había recomendado tomarse un té para calmarse un poquito? En una de esas pierdo un oído de tanto griterío y íbamos a tardar más en el argüende.
Julia era la mujer que trabaja para preparar a los actores, y a mí, a verse decentes frente a la cámara. Traté de aparentar que venir sencilla era intencional y no que traje lo mejor que tenía.
—Me alegro que de no apostaras algo valioso, Natalia, me hubiera dado una pena que perdieras —comenté cuando repasé con la mirada el párrafo que estaba impreso.
—Usted y Carlos deberían ser familia, que poca fe tienen —me dijo mientras me ayudaba a sentarme en la silla de la tortura frente a un espejo, con lo que odiaba esos objetos, en especial estos que agradaban tu cara pareciendo un extraterrestre. Ya no sabía si siempre me veía tan mal o estas cosas tenían ese propósito—. Mire, vamos a ensayar juntas y verá que le sale muy bien —me animó mientras observaba la ropa que se supone tenía que ponerme. Noten bien que dije se supone.
Era un cuartito pequeño con dos espejos, un par de sillas y mucha ropa colgada de un tubo a mis espaldas. Eso sí, sobre los muebles había tantas cosas que ni siquiera les presté atención.
—Soy Margarita. Tenía setenta años cuando entré al INEA. Al principio no sabía... —Preferí guardar silencio cuando descubrí que parecía un microondas hablando. Las personas ya no sabrían si era un comercial para animarlos a estudiar o estaba destinando a sus máquinas—. El que escribió esto le falta creatividad...
Y ganas de vender, se supone que en esto uno miente un poco para motivar, si dices toda la verdad tal cual nadie va ponerte atención porque es como estar en el colegio, yo batallaba mucho para concentrarme si no encontraba algo interesante en la lección.
—¿Oiga, qué eso que trae en las manos? —pregunté dejando mi tarea de lado cuando la otra muchacha estaba a punto de embarrarme en la cara. Una no puede distraerse unos minutos porque sabrá Dios qué piensan hacerte.
—Es una crema para que su piel se vea más suave, antes de aplicar lo demás —me explicó, pero yo no entendí nada. Se necesitaba más que una cubeta de eso para que mi piel se apreciara suave.
—Cuando dices lo demás te refieres a...
—Al maquillaje —rio por mi inocencia y al ver todo lo que estaba tirado en la base del espejo quise largarme de ahí. Ni loca iban a ponerme todo eso, no podría ni mover la boca después.
Yo sabía que ella era una profesional y que su trabajo superaba por mucho mi criterio, pero lo que la muchacha tenía de talentosa yo lo tenía de testaruda. En otra época hubiera accedido emocionada, pero en ese momento de imaginar tener que quitarme todo me eché para atrás.
Por fortuna la mujer fue muy comprensiva y después de unos minutos de lucha cedió a mi petición. No me libré del todo porque me pusieron una cosa encima dizque para que no me brillara tanto la cara y pareciera carro recién pulido.
—Siguen ustedes —nos indicó la otra mujer apenas asomándose a la puerta para volver a lo suyo.
Yo me tragué mis inseguridades para seguirle el paso porque si empezaba a pensar no saldría del pozo ni con ayuda del cielo.
Grabar algo para televisión no era tan divertido como parece. Yo creía que todas esas sonrisas eran casi espontáneas y que la presión no existía por ahí, pero es todo lo contrario, o al menos sí cuando el que está al frente está tan tenso.
No pueden moverte a tus anchas, te tienes que pararte donde te indiquen y centrar tu atención a la cámara pero sin parecer pescado. Y lo más difícil creer lo que estás diciendo. Como si estuvieras charlando con un amigo frente a muchas personas que conoces y no perdiendo la poca vista que te queda.
—Suerte —me animó Natalia cuando se tuvo que quedar atrás y yo me enfrenté sola a las indicaciones como una alumna. Vine a salvarme de Carlos para caer con alguien igual o peor.
—Margarita, la cosa es súper fácil, para que no se le complique lea lo que le apuntamos en este monitor —me indicó después de acomodarme frente a la cámara. Con que se podía leer... Y una jugándose la poca memoria que le queda—. Le voy a poner un ejemplo.
Uno que duró mucho porque leyó conmigo todo un par de veces para enseñarme cómo debía pronunciarlo y cuándo. Si le hubiera tocado alguien más talentosa hubiera salido a la primera porque su explicación era muy comprensible.
—Trate de pararse más erguida —me indicó, pero yo estaba más concentrada en el micrófono que traían de un lado para otro. En una de esas se les suelta y me da en la cabeza—. Margarita, concéntrese. ¿Listo? Ya.
¿Así a lo loco? Los cinco minutos de relajación eran puro cuento. Busqué mi voz, estaba segura no la había perdido, pero de verdad que se hizo la difícil para salir.
—Pues... Yo soy...
—¡Corta! No, no, no. Va de nuevo. Una vez más —me asustó cuando me interrumpió. Apenas me estaba inspirando.
—Soy Margarita, tenía setenta años cuando me entré al INE...No, ese no, ahora que recuerdo ese es otro. Pero es parecido...
—¡Corte!
Y esa iba a ser un día muy largo.
🔸🔹🔸🔹
—Si yo pude, tú también... —Aguanté la respiración para que ya corten. Ese es el primero que quedaba bien y no me iba a arriesgar a regarla al mero final. La mujer hizo una señal que indicaba que había quedado y suspiró aliviada en respuesta—. Falto decir en una de esas chance y pega.
No está tan fácil la cosa.
De hecho ahora que lo pienso a fondo nada está fácil en la vida. Sobre todo cuando tienes una bocota como la mía y una suerte como la que me cargaba.
Pero quejarse sobraba, en ese momento estaba muy contenta porque habíamos terminado. La mujer no quiso arriesgarse a perder más tiempo en repetir lo que ya había quedado. Seguro pensó que más valía uno medio hecho a cientos sin hacer.
Y yo no le llevé la contraria porque estaba segura de que aquí acababa el asunto. Ya sólo quedaba disfrutarlo en televisión con una gran sonrisa. Literalmente con una gran sonrisa.
🔹🔸🔹🔸
Si algo me gusta de los establecimientos de las zonas adineradas es que siempre tienen aire acondicionado y una enorme sonrisa en el rostro cuando te dan la bienvenida. O en algunos casos. En el del tipo de adelante sucedió, pero cuando yo llegué no tuve tanta suerte. Me faltaba estilo para esos barrios.
Aquí entre nos no me afectó en absoluto, lo que me preocupaba en ese momento era encontrar lo que había venido a buscar.
Estábamos en la librería que tenía algunos ejemplares que comenzaron en Wattpad. No había sido fácil ubicarlos porque para muchos eran más fácil pedirlos por la pop, algo así como comprar comida por teléfono. Les explicaría más sobre el tema pero es algo complejo y la verdad no me quiero meter en tantos detalles, la mayoría ni los entendí.
—Vamos a curiosear en las novedades, seguro hallamos algo. Luego habrá que pasearnos por cada pasillo —dijo Natalia con naturalidad.
¿Qué? Espérame tantito, vinimos a comprar libros o a una excursión. Ni de loca me aviento semejante recorrido de a gratis. Mucho amor al sitio ese, pero hay límites.
Esperé encontrar unos diez libros como máximo, pero no, ahí sobre las meses estaba todo un listado de opciones que peleaban por ser el elegido. De todo un poco, desde barcos a punto de partirse, hasta cara de artistas de televisión que no sabía que podían leer y ahora eran autores de libros. Si ellos podían yo no la tenía tan lejos.
—¿After en novedades? —preguntó para si misma mientras le daba un vistazo. Yo sólo observaba los colores que se mezclaban en la portada, parecía arcoíris.
—En ese caso Moby Dick debe estar por ahí —agregó Carlos mientras observaba otros libros con más interés. Yo no sabía cuándo había empezado la clase idiomas, que de un momento a otro ya nadie hablaba español.
—No seas exagerado —rio ella negando con la cabeza mientras lo devolvía a su lugar—. Es sólo que ya lleva tiempo de ser publicado. ¿Cuántos años serán? ¿Cuatro? Fue muy popular en la plataforma, ya le contaré la historia después.
¿Por qué después si ya estamos en eso? Me gustan las historias dónde hay éxitos como finales, en una de esas uno le pesca el truco, aunque lo dudo, siempre esconden muy bien la fórmula.
—El chico de la ventana del baño... —leí de sílaba en sílaba porque repasaba si era cosa de mi imaginación o en verdad se llamaba así. Seguro que era de misterio porque que alguien te esté espiando en el baño nunca tiene otra intención— ¿Mi plan D? Este a de estar bueno para uno que no le funcionan el plan A, B, C...
Nadie me ponía atención por lo que preferí guardarme mis comentarios originales para mí, que sí sé valorarlos. Me pasé un buen rato revisando todas las portada e interrumpiendo a Natalia cada dos minutos preguntándole qué libros eran de Wattpad y cuáles no. Ya leería los otros después, en ese momento lo que me interesaba era centrar mi atención a lo que salía de ahí, para poder conocer un poco sobre ese mundo.
Encontré libros de todo tipo. Desde portadas tiernas como Olivia, que seguro era un cuento infantil, hasta muchos hombres sin camisa de todas las profesiones que encabezaban romances.
—Oye, este está bueno para mí —comenté en voz alta cuando me encontré con uno peculiar. En la portada estaba una muchacha con cabello blanco con apariencia sombría. Y si en aquello ya teníamos algo en qué coincidir, el título era una declaración de hermandad—. La legión de los olvidados.
¿Legión era un sinónimo de región? En ese caso mi casa podía ser una buena ubicación para la trama. De igual manera yo ya sabía que ese me iba a llevar, porque cuando algo se mete en mi cabeza es mejor no perder el tiempo tratando de cambiarlo.
Le dije a Natalia que ese sería el que me acompañaría y pareció gustarle mi elección porque la aprobó. De igual manera lo pensaba comprar, pero era bueno saber que le gustaba también. Eso sí, no pensaba prestárselo a nadie hasta que lo terminara.
—¿Tú cuál te vas a llevar? —me acerqué de chismosa para no aburrirme. Saliendo Natalia del dilema apurar a Carlos para irnos a comer era más sencillo.
Ella me mostró más de cinco libros diferentes. Yo quise ayudarle a decidir, pero no tenía ni idea de qué iba cada uno así que más ayuda el que no estorba.
—¿El de somos electricidad es un manual para cambiar focos? —la interrogué para sacar tema de conversación mientras ella se releía las letras impresas—. Porque si es así sería bueno que te lo llevaras. ¿Bestia es el libro al que hicieron película después? La que contaba cómo una muchacha se enamora de un oso, o algo así... —Nunca vi esa película, pero era muy famosa—. ¿Lo que todo gato quiere? Seguro que una lata de atún. ¿La chica de los colores? Está bonita la portada, se me hace que tiene un final feliz —comenté mientras tomaba cada uno entre mis manos.
Natalia no me puso una cinta en la boca porque no contaba con una, porque de lo contrario seguro lo hacía. La vi tomar el libro de portada de colores pasteles entre sus manos y encaminarme con Carlos mientras me decía que después vendría por otro par.
—Me llevaré este —me lo mostró mientras que caminábamos. ¿Carolina entre líneas? Sabrá Dios de qué iba pero sonaba bien, y Natalia se veía bastante feliz con su elección. De igual manera ya me haría yo de una opinión cuando decidiera prestármelo.
—¿Tú cómo vas? —le preguntó a Carlos que parecía bastante divertido con la escena de nosotras dos—. ¿Ya tienes algo que te guste?
—No. Te recuerdo que en mis planes no estaba comprar nada. Aunque supongo que me decidiré por uno de este par sólo para no alargar el asunto.
—Parecen buenos, ya verás que terminarás amando alguno.
¿Asfixia? ¿Los gatos negros de Londres? Qué obsesión tienen en Wattpad con los gatos. El próximo éxito sería Margaret y sus gatos, una historia de comedia con tintes de misterio, en el que se cuente cómo trataron de aniquilarla. Sí, ya me veía en cientos de librerías con ese libro.
—¿Creen que algún día un libro mío pueda estar aquí? —pregunté porque en mi broma había recordado a dónde quería llegar. Aunque nunca lo reconocí en voz alta la idea de poder llegar a este extremo me ilusionaba.
Sabía que eso quizás nunca llegaría, que con lo que tenía en Wattpad era más que suficiente, pero soñar en grande no hace mal a nadie. Una vez que escuché a una persona decir que uno debe aspirar a lo más alto para llegar a la mitad, porque si la meta está en los escalones de en medio uno ni arranca.
—Pues... Yo creo que sí —dijo Natalia, creo que la pregunta le había pescado de sorpresa y primero se estaba respondiendo a ella misma—. ¿Por qué no?
—Tal vez porque ninguna editorial publica un libro sin terminar —agregó Carlos recordándome ese paso tan importante. Sí, debí suponer que eso también influenciaba.
—Pero si lo termina y prueba suerte tal vez lo logre —me animó Natalia sin saber el peso que sus palabras tendrían—, y entonces yo seré la primera en comprarlo.
Yo sabía que para que eso sucediera tenían que pasar muchas cosas, algunas ni siquiera estaban en mis manos. Y mientras más imposible parecía más me aferraba a la idea, así que antes de probar tenía una cosa que hacer.
Terminar el libro.
Esa era mi primera meta y estaba dispuesta a todo para alcanzarla.
🔹🔸🔹🔸
¡Hola! De corazón gracias por leerla y por sus comentarios. A Margaret ya se le metió la idea de publicar su libro, veremos qué tal le va ♥. Las menciones a Tierra Azul es a otra de mis historias, siempre hago menciones entre mis libros :).
Los invito a formar parte de esta familia uniéndose al grupo de lectores. Además, quería invitarlos a revisar el perfil Humor-ES que me seleccionó como autora destacada del mes de Marzo por este libro. ¡Todo esto es gracias a ustedes! <3
Muchísimas gracias por su apoyo.
Un enorme abrazo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro