Me gusta ver el mar.

Es relajante sentir el agua en tus pies cuando estás en la orilla.
Tiene una inmensa variedad de especies en él y su profundidad es curiosa e intimidante, ya que muchos no la exploran por miedo y lo entiendo, porque yo me encuentro en esa lista de personas.

Es especial.

¿Me pregunto cómo sería si las personas viviéramos bajo el mar?

¿Seríamos una especie de sirenas o nos mantendríamos siendo humanos?.

Cuando se acercan las vacaciones mi familia y yo siempre hacemos un viaje hacia Villa Azul, un pueblo alejado de donde vivíamos para disfrutar de un nuevo ambiente, específicamente, la playa.
Además de que lo hacíamos por nuestro bienestar y por  tradición, este año lo hacían por mí.

Tranquilos, no es porque me voy a morir.

Traté de ocultarle lo que tenía a mis padres, pero ellos no lo merecían, así que un día decidí contárselo, claramente consciente de que al otro día me llevarían al psicólogo y me recetarían pastillas como lo hacen con los locos.
Tendría que adaptarme a oír esa última palabra porque era la que seguro estarían cuchicheando los compañeros de mi escuela al enterarse que faltaría a la escuela por mi problema.

Por cierto, mi problema es:Soy una llorona.

Me ofendo porque detesto tener depresión sin tener traumas con  accidentes, sin tener un familiar muerto, no tengo ningún momento de mi vida que sea oscuro como para recordarlo todos los días.
Ya quisiera tener motivo para el dolor que siento en mi pecho a cada hora del día.

De ahí viene lo de pasar las vacaciones en un lugar tan colorido.
El mar es un calmante a mi tristeza.
Lo puedo admirar por horas sin soltar un sollozo.
La verdad, no es que me pase todo el día llorando.
Mis síntomas son diferentes cada día.
Y espero curarlos todos pasando mis vacaciones en este hermoso lugar, espero poder relacionarme con las personas normalmente y no acabar pasando pena mostrando lo débil que soy.

Mientras tanto, mi vida sería una Marea Alta hasta que lograra recuperarme.