🌊Capítulo 6:Solecito.
Alex
Como todos los días me despierto al sentir la lavadora de mi mamá, que siempre la enciende a las 6:00 am porque su trabajo en el hospital de Villa Azul no la deja hacer sus quehaceres a otra hora. Bostezo y estiro un poco mis brazos cuando me levanto de la cama. Deslizo la cortina del cuarto hacia un lado y el olor a mar impregna mi rostro. Villa Azul es el mejor lugar en el que podría haber nacido, su belleza natural y el sol ya hace que sea inigualable ante las playas más lujosas del mundo.
Trato de arreglarme lo más rápido posible para poder darle un beso a mi madre antes que se marche al hospital. Antes también lo hacía con mi padre cuando se iba para el trabajo, pero últimamente está de gira con su banda de rock y no volverá a la casa dentro de un buen tiempo. En resumen, tengo unos padres que trabajan mucho y que casi nunca tengo tiempo de verlos, pero que aún así los amo.
Y sí, lo de la música lo heredé de mi padre.
Después de desayunar ejercito un poco mi técnica con la batería. Comienzo con unos toques lentos y a medida que mis muñecas se acomodan al ritmo agilizo el movimiento de las baquetas.Después practico el redoble con las dos manos, para este ejercicio siempre tengo que estar relajado así que lo hago varias veces hasta que los brazos se me cansen. Practico la obra que tengo que presentar el fin de semana y dos horas después ya tengo un hambre tan grande como para comerme un saco de hamburguesas, literal, la música te debilita todo. Así que decido quedar por whatsapp con mi banda en la pizzería de la mamá de Diego.
***
Termino mi deliciosa pizza con queso doble y atiendo las propuestas de mis amigos para la siguiente presentación.
—Estamos pensando en hacer una mezcla de pop con rock and roll y música electrónica para la siguiente canción de nuestro concierto—dice Samdor sonriendo—, sería la bomba tocarlos juntos.
Isabela desvía la mirada de su teléfono y dice:
—Me gusta tu idea, quiero que tenga una vibra de The Weekend, Queen y Alan Walker, al público le fascinaría ver eso.
—Yo creo que tampoco deberíamos complicarnos tanto, con un ritmo fuerte, una voz afinada y de registro amplio, además de un buen manejo del arreglo en la computadora lograremos esa unión de géneros.—dice Diego mientras apunta notas en su block.
—Exacto, ese es el punto, son estilos muy diferentes pero con los elementos que acaba de mencionar Diego dudo que nuestro trabajo no les guste a las personas.—digo acariciándome el mentón—Para cuadrar eso ya tendremos tiempo, ¿quién se une para cenar en mi casa por la tarde?, voy a estar solo.
Todos alzan la mano y yo ruedo los ojos.
—Ya me lo imaginaba—me levanto de la silla—ah, y tengo una condición.
Señalo hacia ellos.
—Se tienen que disculpar con Celine...
—Pero...
—Pero nada Isa, a las 5:00pm en mi casa, ni más tarde, ni más temprano
Apenas salgo de la pizzería me dirijo hacia la parada de autobuses para ir a mi casa.Me tardo poco en llegar y apenas me bajo del transporte veo unos mechones naranjas en la esquina.
Es mi preciosa calabacita.
Está jugando con su hermano al fútbol y veo que ella mantiene menos la pelota en su pie que el pelirrojo pequeño. Sus gafas se mueven cada vez que persigue a su hermano, lo que hace que ella para y se las acomode mientras el mete millones de goles. ¡Que ternurita!, me dan ganas de acercarme y arreglárselas. Ella traía un mono corto que hacía que sus piernas quedaran al descubierto y arriba de este cargaba un abrigo aunque hubiera una temperatura de más de 35°. Su pelo iba recogido en un moño y eso me dejaba ver perfectamente sus expresiones, su cara de cansancio se podía notar desde mi casa.
—Alex.
Al escuchar mi nombre en su boca me acordé de lo que me dijo en la rueda de la fortuna:
<<¿Quiéres saber lo que escondo en mi interior?, bueno, pues aquí en mi pecho solo hay dolor, lágrimas contenidas y más dolor.¿Te quedarías al lado de alguien así?, dime Alex.>>
—Hola.—me acerco y doy un beso en su mejilla.Ella da un salto sorprendida.
—¿Qué hacías?—pregunta pasándose un mechón por detrás de la oreja.
—Nada, había salido un momento de la casa.
Y después me puse a observarte, como todo un acosador.
—No he podido venir a visitarte hoy, me he sentido un poco apenada por lo de mi arrebato...y..tú sabes,no...
—Y te dije que nada de eso va a cambiar lo que siento por tí—me acerco hasta poder rodearla con mis brazos, mientras ella hunde su cabeza agachada en mi pecho. Su perfume con olor a coco inunda mis fosas nasales y yo trato de apretarme más a ella para que se pegue en mi ropa.—Sigues siendo la pelirroja más interesante que he conocido.
Se separa de mí.
—¿Qué sientes por mí solecito?—alza las cejas y yo garraspeo nervioso por el apodo que me acaba de poner.
—¿Porqué solecito? , ¿ya no soy tu alarma despertadora?.
—Me gusta más solecito, por tu pelo y por que te pega más, además estás ignorando lo que te pregunté.—acaricia los mechones de pelo en mi nuca y ya no sé como controlar lo que estaba sintiendo en ese momento.
—Tú...em—tartamudeo.
—¿Si?.—ella me mira con más detenimiento.
Uno todas las fuerzas para decir:
—Calabacita tú me gu...
—¡Piiiiiiiiiii!
Un camión pasó pitando a todo volumen en el mismo momento que me había confesado. Miedosamente miré la cara de Celine y según su ceño fruncido no había escuchado nada y seguía esperando que hablara.
—Hoy a las 5:00pm haré una cena con mis amigos, allí te contaré todo—me iba alejando de ella—nos vemos más tarde.
—¡Eres un cobarde!.—grita Celine y yo me acerco para hacerle cosquillas.
—No seas tan impaciente, es mejor hacer todo a su debido tiempo—doy un último beso en su mejilla y entro a mi casa.
***
Casi se me quema el pollo por andar pensando en lo que le tendría que decir más tarde a Celine. Con cuidado me puse los guantes y saqué la bandera llena de humo del horno. Hice la ensalada y la acomodé en la mesa junto a los platos, los cubiertos y los vasos. Para añadir color a la mesa coloqué un jarrón con lirios, eso le daría un aroma agradable a la cena. Puse un canal de música en la televisión, ya que posiblemente la atmósfera que iba a tener Celine al tener a mis amigos al frente sería muy tensa y no quiero que terminen comportándose mal igual que la última vez.
El timbre de la casa suena y decido abrir la puerta inmediatamente.
—¡Llegamos a tiempo!—afirma Isa a la misma vez que me brinda una botella de vino.
—Gracias, no tenías que molestarte.
—Es mi disculpa por lo que te hice pasar—ella toca mi hombro y me aparto un poco.
—No es conmigo con quien te tienes que disculpar, es con Celine.
Ella hace una mueca y dice:
—Okey, señor malhumorado.
Samdor se acerca a la mesa y señala hacia la comida con una sonrisa.
—Tío, me tienes que enseñar, ¡¿Cómo diablos hiciste tanta comida?!.
Pongo la botella en el refri para que más tarde la podamos tomar.
—Juega menos videojuegos y aprenderás a hacer más cosas en la casa.¡Diego, suelta el muslo que traes en la mano!.
—A la orden coronel. —deposita el pollo en el mismo momento que vuelve a sonar el timbre.
Debe ser ella.
Le rezo a diosito para que la cena salga bien y con último suspiro abro la puerta.
—Hey, solecito—me saluda Celine y mi mirada rápidamente escanea su cuerpo.
Está hermosísima, el vestido floreado que usa le queda exquisitamente bien. Sus ondas naranjas andan sueltas dejándome oler su delicioso champú que me hace sentir sensaciones dentro de mí que jamás pensé sentir. Sus labios están más carnosos que nunca con el labial fresa que se untó y sus ojos de color ámbar me hacen ver como si fuera lo más importante en su mundo ahora mismo.
—Ven, pasa, estás en tu casa—rodeo su cintura con mi brazo para que camine junto a mí hasta llegar al comedor.
—Buenas, Celine.—le saluda Diego a la misma vez que le da un beso en la mejilla, el cual no sé por que me hace sentir celoso.
—Hola, Diego.—le sonríe.
A los otros les tengo que hacer un guiño para que reaccionen ante mi invitada.
—¿Qué tal, Celine?—Samdor hace un movimiento con la mano desde la mesa, sin embargo, Isabela se queda callada.
—Siempre es así, no lo tomes en cuenta—echo hacia atrás su silla y me siento a su lado—,buen provecho para todos.
Todos empiezan a comer y al instante siento un exclamación al lado mío.
—Está muy bueno el pollo, ¿dónde aprendiste a cocinar así?.—me dice Celine con la cara asombrada.
—Es un secreto familiar—le susurro en el oído.
—Ash, que pesado.—me da un golpe en el hombro.
—Dejen los secretitos, es de muy mala educación hablar mientras se come. —nos interrumpe Isabela con cara de enfado.
Celine y yo decidimos centrarnos en la comida pero más tarde le reclamaría ese comportamiento a la pelirrizada.Mientras tanto termino de saborear la deliciosa masa de pollo que preparé junto a la ensalada de lechuga y tomate. Tomo un trago de agua y decido romper el hielo.
—Celi, se que debí haberte avisado que invitaría a mis amigos, pero entonces no hubieras venido, y, en fin, ellos te querían pedir...
—Disculpa.—dice Diego con un hueso en la boca pero con cara de perrito mojado.
—No fue nada, no les cojí rencor por aquello, tranquilos..
—Estuvo mal lo que hicimos, apenas te estábamos conociendo y la cagamos, lo sentimos—la interrumpe Samdor con su confesión.
Mi vecina asiente.
—Y o no voy a disculparme porque lo hecho, hecho está y vine aquí por gusto, lo siento Alex, no puedo.
Isabela se marcha y su falta de compañerismo hace que me decepcione de ella.
—Lo siento—digo con la cabeza agachada.
Celine levanta mi mentón y dice:
—Ya hiciste mucho por mí, tú no eres el culpable.—sus ojos vuelven a brillar de la misma manera que cuando la recibí en la puerta.¿Cómo es que ella hace eso de levantarme el ánimo en un segundo?, de alumbrarme el día con su sonrisa. Yo quiero ser el que le quite el dolor que siempre la está hiriendo, quiero ser el que le provoque las mismas emociones que ella transmite, quiero ser su tabla de surf cuando haya una marea alta en su vida,quiero serlo todo para ella.
Con nervios entrelazo mis dedos con los suyos y decido soltarle lo que llevaba horas pensando en mi cabeza.
—Me gustas mucho, calabacita.
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