CAPÍTULO 1
—Cariño, me alegro mucho por ti. Siempre te he dicho que eres un hombre muy hermoso y que la gente se daba cuenta. Eres el hombre más guapo del mundo. —dice una mujer de unos cincuenta años a su guapo hijo de melena castaña, ojos oscuros y cuyo cuerpo parece esculpido por el mismísimo Miguel Angel, que ahora vive tan lejos del país en que nació ; Suecia.
El muchacho sonríe.
—Bueno, mamá, la tuya no es una opinión muy objetiva que digamos. Soy tu hijo y para ti siempre he sido y seré hermoso. —responde él.
—Porque lo eres. Soy tu madre pero no estoy ciega. Pregunta a las hijas de mis mejores amigos si les pareces guapo o no. Todas ellas estaban locas por ti. Seguro que no lo sabías. —responde su madre en tono pícaro.
El sueco estalla en carcajadas aunque luego su rostro se vuelve serio.
—No sé si soy todo eso que tú dices pero no he tenido demasiada suerte en el amor. Las relaciones que he tenido no han durado demasiado. Muchas mujeres no se acercan a mi porque me tienen miedo. —se sincera el joven.
—No creo que te tengan miedo. Más bien no se sientan a tu altura físicamente, se consideren inferiores a ti. Temen tu rechazo.
—Pero eso no pueden saberlo si no se acercan, además las personas somos algo más que un aspecto exterior. A los modelos también se nos juzga por nuestro aspecto físico porque la gente no se molesta en conocernos. No quiero volver a salir con otra modelo, no me entiendas mal, son chicas maravillosas, pero necesito conocer personas distintas, otro tipo de mujer y mundo. Mamá otro día hablamos, tengo cosas que hacer. —la sonríe el muchacho.
—Claro, amor, no te preocupes. Te quiero mucho, amor. —le confiesa su madre.
—Y yo a ti, mamá. —responde él.
Sofía Santana camina por el paseo marítimo del lugar en el que se graba en la actualidad la serie Baywatch con una amiga que conoció pocos después de su llegada a Estados Unidos.
En su país, Venezuela, es una exitosa y reconocida actriz de cine, teatro y televisión. Pero Sofía ha decidido dar el salto a Estados Unidos para probar suerte en Holywood aunque ya sabe lo que hay en el mundo del espectáculo de Estados Unidos y debe tener cuidado.
Los depredadores están ocultos, tienen poder y no dudan en recurrir a lo que sea con tal de salvar sus traseros de la cárcel. Se aprovechan de muchos artistas en muchos sentidos.
Muchas personas transitan por allá, ya sea caminando, en bicicletas o subidos en unos patines al igual que ellas dos. Sofia lo intenta, trata de dominar sus patines, aunque estos parecen controlarla a ella. Es su segundo día subida en ellos pero lejos de dominarlos ya se ha caído varias veces aunque su amiga le repite que debe seguir practicando hasta que los domine por completo.
Sofía no está muy segura de lograrlo.
La actriz de menuda estatura y cabello negro vuelve a caerse una vez más de ellos dando con su trasero en el suelo y quejándose de dolor.
Su amiga se ríe.
—Y eso que llevas protección en los brazos y las piernas. —comenta Amanda, su amiga.
—No te rías. Me hice daño en...—responde la latina.
Su compañera se vuelve a reír.
—Bueno, aún no han inventado protección cular, aunque tienes un bonito y respingón trasero. Eso seguro que amortiguó el golpe. —se burla la pelirroja.
La venezolana va a responder a su amiga cuando un espectacular hombre se acerca a ellas subido en unos patines y se agacha frente a la artista.
—¿Te encuentras bien? ¿Te hiciste mucho daño? —le sonríe él.
—No, gracias. Me he caído varias veces y ya no siento nada.
La amiga de Sofía los mira aunque tiene que aguantarse la risa porque la morena la fulmina con una mirada.
La pareja se mira sonriendo unos segundos y luego él le tiende su mano ayudándola a levantarse. Aunque el joven debe irse pues tiene cosas que hacer, su mano sigue agarrando la de Sofía. Y cuando finalmente la suelta y se aleja patinando, vuelve la cabeza hacia atrás mira a la venezolana, la sonríe y sigue su camino.
—¿De dónde salió ese hombre? —pregunta la muchacha de cabello rojo mientras ambas lo miran alejarse.
—No lo sé, pero es el hombre más bello que he visto en mi vida aunque su cara me resulta un tanto familiar no sé porque. —responde la chica de cabello negro.
—Pues está el hombre como para olvidarlo. —bromea su amiga mirando como se aleja. —Yo trataría de seducirlo pero me parece que llegué tarde.
—¿Por qué lo dices? —pregunta la chica de la melena negra.
—Creo que ya le echó el ojo a otra. —contesta la pelirroja mirando a su amiga y sonriendo.
—Pues es una mujer con suerte. —asegura Sofía.
—¡Por supuesto! La envidio. Si no fuera quien es iría a por él sin duda alguna. —asegura la chica de pelo rojo volviendo a mirar a su amiga.
La mañana siguiente, las dos amigas llegan a la playa, la misma en cuyo paseo marítimo estuvieron paseando el día anterior en patines, a pesar que la actriz, en realidad, se caía más que patinar, provocando la risa de su amiga Amanda.
Las chicas colocan sus toallas se despojan de la ropa y se quedan en bikini atrayendo las miradas de la gente, hombres en especial.
Amanda es algo más alta y delgada que su compañera. Sofía con su pequeño bikini, es más menuda, con la piel algo más tostada y algunas redondeces traseras típicamente latinas también atrae miradas. Algunos hombres no saben si fijarse más en su cuerpo o en sus provocativos labios.
Por su parte, el muchacho que ayudó a Sofía a levantarse del suelo el día anterior se encuentra en esa misma playa pero para otra cosa muy diferente.
Ha transcurrido apenas media hora desde la llegada de las chicas a la playa cuando un revuelo se forma entre varias de las jóvenes que han acudido a la playa. Todas se arremolinan en un punto concreto de la misma.
Las amigas que acaban de salir de darse un baño en el mar las observan.
—Vamos a ver que pasa. —propone Amanda a Sofía.
—Seguro que es cualquier tontería. La gente es muy morbosa y cualquier cosa le llama la atención. —responde la actriz.
—Por eso tenemos que averiguar. —asegura su amiga tomando a la morena de una mano sin darle opciones de una negativa.
—¿Eres un poco...ya sabes? —comenta Sofía.
—¿Curiosa y cotilla? Es lo que soy y no lo oculto. —se sincera su amiga encogiendo los hombros.
Su amiga se ríe con la ocurrencia de la pelirroja y va con ella.
Al llegar ven a un grupo de mujeres mirando embobadas a alguien. Un impresionante chico de cabello largo y castaño vestido solo con un bañador atigrado posa para unas fotos en la playa. Acto seguido, le mojan el cabello con una pistola de agua mientras el muchacho echa la cabeza hacia atrás y cierra los ojos. Luego le humedecen un poco el cuerpo y ponen arena sobre él. En el instante en que las amigas se dan cuenta quien está posando se quedan sin habla.
—¡Oh, my God! ¡Uff madre mía, qué hombre! —comenta la amiga de Sofía
abanicándose con la mano.
Mientras vuelven a mojar al modelo para nuevas fotos él se fija en ese momento en Sofía a la que recuerda perfectamente del día anterior. De hecho no la ha podido sacar de su cabeza desde aquel momento en el la ayudó a levantarse del suelo.
El chico de cabello largo no puede creer lo que ve en ese momento. Él es un profesional y debe mantener la compostura pero es que...
¡Santo Cielo! Ver a esa mujer tan bonita con ese cuerpo típicamente latino, esa parte que empieza en la parte baja de la espalda tan turgente y bien formada...El pelo mojado y las gotas de agua bajando por ese fantástico abdomen...Necesita beber un poco de agua porque tiene la boca seca en ese momento.
¿Qué le pasa con esa chica de menuda estatura?
No tiene nada que ver con las mujeres con las que ha salido y sin embargo no puede apartar los ojos de ella. Su mirada es intensa además de persistente y teme que la gente se dé cuenta de ello aunque no es que le importe mucho la verdad sea dicha.
El fotógrafo de la sesión para el que el modelo está posando ese día se dispone a seguir con las fotos y enfoca al joven con su cámara pero hay algo que no le convence.
—¿Qué pasa? —le pregunta un miembro del equipo.
—No sé. Pero para estas fotos falta algo. —dice el hombre mirando a su alrededor. —Ya sé lo que falta. —asegura el profesional de la fotografía.
—¿Qué? —pregunta uno de los compañeros de la sesión.
—Ella. —dice el hombre disparando una foto. —¿Nos harías ese favor, posando con él? Eres lo que falta para la foto redonda.
La chica no sabe que decir, ni que hacer pero alguien la empuja a hacerlo.
—De acuerdo. —responde ella.
Cuando Sofía llega junto al modelo las chicas la miran deseando estar en su lugar. El chico le tiende la mano y ella se la toma. El fotógrafo coloca a Sofía delante del modelo pero con el cuerpo de la actriz pegado al de él.
Ambos llevan tan poca ropa encima que sus pieles se tocan, se pegan, casi en su totalidad. El fotógrafo coloca el cabello de Sofía a un lado e indica al muchacho que pose sus labios con sutileza sobre el cuello de la morena.
Sofía no puede creer lo que está viviendo. Tener a ese hombre tan cerca con su aliento en el cuello y su piel desnuda tocando la suya la pone muy nerviosa. La misma sensación que tiene él en ese momento. Esa chica es muy bonita y demasiado tentadora.
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