Capítulo 79: Nueva presencia, nueva ausencia
En el interior de una cueva oscura se abrió una pequeña abertura, un portal violeta del cual salió Eclipsa y, seguidamente, Hekapoo. En circunstancias normales la mujer Butterfly tendría que haber invocado una luz que les iluminase el camino, pero la llama de su esbirro ya cumplía aquella función.
- Mira, eres más útil de lo que esperaba. - elogió esta a Hekapoo, quien no respondió, tampoco hizo nada, solo se quedó inmóvil como una estatua.
La reina oscura dio la orden de avanzar y ambas caminaron un par de metros hasta encontrarse de cara con la inmensa figura cristalizada de Globgor. Se aproximó a esta dejando atrás a la forjadora. Apoyó su mano en la figura de forma delicada y luego hizo lo mismo con la frente.
- Tranquilo, cariño, pronto serás libre. - comenzó ella y luego se alejó un par de pasos de la figura - Hekapoo, retrocede un poco. - avisó a su esbirro.
La que alguna vez fue la forjadora, obedeció la orden de su señora y retrocedió un solo paso, dando la orden por acatada.
Eclipsa apoyó la varita en el suelo, como si esta fuese un bastón, y sus mejillas comenzaron a brillar. La sombrilla se envolvió de un aura mágica similar al humo que producen las llamas, y luego la alzó. Trazó un círculo que abarcaba la extensión de su brazo junto con el largo de la sombrilla de diámetro, dejando un rastro de humo en forma de anilla. Pasó a través de ese círculo y luego se preparó para recitar.
- Por el poder de la magia que se nos ha conferido, yo te libero de tu prisión eterna. Sal, Globgor, antiguo rey de los trolls.
Tras pronunciar esas palabras, Eclipsa tocó el cristal con la punta de la sombrilla y entonces todo el humo que había en la sala se precipitó hacia la prisión y se pegó en ella. La cueva comenzó a temblar, el humo se introducía en el cristal, a pesar de que este no tenía oberturas. Los ojos de Globgor brillaron con fuerza como si se tratase de dos soles, solo para después apagarse con la misma velocidad con la que aparecieron. Pequeñas grietas comenzaron a aparecer a lo largo y ancho de la prisión de Globgor, hasta que fueron las suficientes como para que su estructura flaquease. Uno de los ojos de Globgor se movió y se enfocó en su mujer. Trocitos de cristal comenzaron a salir disparados de aquella prisión. Pronto trozos más grandes que los anteriores comenzaron a salir uno tras otro hasta que todo el cristal estalló. Varios de aquellos trozos salieron disparados hacia ambas mujeres. Eclipsa se defendió abriendo su sombrilla y recubriéndola con magia para usarla como escudo. Hekapoo abrió un portal delante de ella y dirigió aquellos proyectiles justo detrás de esta. Los proyectiles cesaron y el aura mágica se dispersó.
- Ya es libre. - pronunció la mujer.
La figura de Globgor se mostró libre después te tanto tiempo apresado. Alzó los brazos y gritó con júbilo por su libertad. Cuando el grito cesó, bajo la mirada y la centró en su mujer, aquella que no veía en años y que lo observaba con el rostro lleno de ilusión.
- Mi reina. - dijo lanzándose hacia ella.
Este medía más de cinco metros, daba la impresión de que le haría daño con solo tocarla, pero la tomó con ambas manos y la llevó junto a sus mejillas dándole un pequeño abrazo. Ella también lo había extrañado, por lo que le devolvió el abrazo, el cual solo abarcaba poco más que su cuello. Eclipsa comenzó a llenar de besos a su marido, el cual se sonrojó debido a aquel gesto.
- Te extrañé tanto. - confesó ella.
- Y yo a ti, mi reina, y yo a ti.
Ambos estaban muy emocionados, y Globgor no quería romper el momento, pero sintió curiosidad al ver a la forjadora ahí parada como si nada.
- Querida, esa de ahí es Hekapoo? - preguntó el troll buscando confirmar sus sospechas.
- Si, es ella.
El tipo dejó a su mujer en el suelo con una delicadeza inmensa, la cual era inesperada de un tipo de su tamaño y aspecto. Este se precipitó hacia la mujer de cabello negro y la tomó con ambas manos aplicando gran fuerza. Esta no se defendía ni nada, solo se quedaba inmóvil e inexpresiva.
- Qué haces aquí, maldita? - gritó este - Tú y tus amigos de la alta comisión pagarán por lo que nos hicieron a mí y a mi esposa.
- Globgor, espera, no es la Hekapoo que tú piensas, ella está bajo mi control.
Miró con detenimiento a la mujer. Tal y como Eclipsa le había dicho, esa era Hekapoo, pero no parecía ser la misma. Su aspecto era diferente, lo cual podía deberse a un simple cambio de estilo, pero lo que le confirmó que lo que le decía su mujer era verdad, fueron las marcas en forma de picas en las mejillas de la forjadora.
- Tienes razón. - le dijo este - Bueno, así será más fácil matarla. - sentenció apretando su agarre y estrangulando a la mujer.
- Sé que tienes muchas ganas de hacerlo, pero la necesitamos con vida. Ella es parte del plan que estoy tramando, y creo poder decir que te gustará.
Este era un tipo que solía dejarse llevar por sus emociones, y habría acabado con aquella mujer de no ser por su esposa. Confiaba en ella más que en ninguna otra persona, por lo que, si ella decía que tenía un plan, seguro sería de su interés.
Arrodillado en el medio del bosque se encontraba Marco, mirando al lugar en donde se había cerrado el portal por el cual Eclipsa y Hekapoo se habían marchado. Aún seguía en shock por lo que había pasado. Su mujer se había convertido en una cierva de la reina oscura. No podía creerlo, o más bien, no quería creerlo. Pensar que la persona que más amaba en este mundo se había convertido en una marioneta del enemigo era inconcebible. Para su sorpresa, delante de él se comenzó a abrir un portal, era rojo. Por un momento la ansiedad comenzó a invadirlo. Solo había una persona capaz de abrir un portal así. Vio salir una bota de cuero de color canela. Reconocería esa bota en cualquier lado. La figura de su amada se mostró ante él, una figura normal y sin ningún signo del control de Eclipsa sobre ella. No podía creer lo que sus ojos veían. Parecía un sueño, uno del cual no quería despertar.
- Hekapoo, eres tú? – preguntó con la voz quebrada.
Esta miró al joven y le sonrió con sinceridad y ternura. Se acerco a él y se arrodilló para ponerse al mismo nivel que este. Lo notaba conmocionado, exaltado y nervioso. Le pasó la mano por el rostro con delicadeza. Al sentir su tacto, este apoyó su mano sobre la de Hekapoo. Podía sentirla, el calor de su mano, era real. Aquello provocó que un par de lágrimas pasaran por su rostro mientras seguía mirando a la mujer a los ojos.
- Creía que te perdía. Por un momento temí perderte de verdad. – pronunciaba mientras las lágrimas comenzaban a caer sin control.
- Marco, Marco, Marco. – comenzó a decir ella, como si aquel nombre fuese un susurro.
Pero algo extraño pasaba, a medida que ella pronunciaba su nombre, su voz se distorsionaba y se notaba más alejada. Como un eco que va disminuyendo con cada repetición.
- Heka? – preguntó confundido.
La imagen de su mujer de tornaba borrosa e irreconocible, se limpió los ojos para verla mejor, pero lo que vio fue algo muy diferente a lo que pensaba.
- Marco. – decía su amiga, Star, quien llevaba rato tratando de hablar con él – Estás bien?
- Star? – mencionó aún más confundido.
Esta sonrió alegre al ver que su amigo aún seguía consiente. Este volvió a la realidad, aquello que había visto no era más que un producto de su imaginación.
- Qué fue lo que pasó? Dónde está Eclipsa, y, dónde está Hekapoo también? – Quiso saber al no ver a ninguna de las dos mujeres por ahí – Ella venía conmigo, dijo que se adelantaría, y dejó un clon para que esté conmigo, pero mientras veníamos hacia aquí, el clon desapareció.
Con tan solo mirar el rostro de su amigo y ver la expresión que puso al verla se dio cuenta de que este no se encontraba bien, de hecho, parecía estar roto. Temió lo peor.
- Hekapoo peleó con Eclipsa, esta nos comenzó a lanzar unos rayos extraños. También habían invocado esqueletos, los cuales me apresaron, por lo que no pude esquivar el siguiente rayo que venía hacia mí. Pero Hekapoo me liberó de esos esqueletos tan rápido como pudo, y por culpa de ese pequeño momento de distracción, el rayo le atravesó el pecho. – Star se llevó las manos a la boca al oír al chico explicar eso. Este comenzó a temblar, miró hacia abajo y tragó un poco de saliva – Luego, Eclipsa realizó un hechizo que le devolvió la vida a Hekapoo, pero ahora estaba bajo su control. – dijo con dificultad – Se fueron, ella abrió un portal y se fueron, Star.
Aquella noticia golpeó a Star con fuerza. Eclipsa había matado a Hekapoo y la había convertido en su esclava. La sola idea le hizo estremecerse de impotencia. Lo primero que pensó fue, fue mi culpa por darle la varita. Consideró que, de no haber sido por ella, a lo mejor la mujer de Marco seguiría con ellos. Pero si esto la hacía sentirse así de mal, no quiso imaginarse por lo que su amigo debería estar pasando.
- Ven, Marco. – le dijo extendiéndole la mano – Volvamos a casa, creo que esto es algo que habrá que contarle al resto, a pesar de lo mucho que me gustaría no tener que hacerlo. – comentó pensando en su madre, y en lo poco que le gustaría escuchar lo ocurrido.
Marco no respondió al momento, no tomó la mano de su amiga, solo mantenía la cabeza gacha apuntando al suelo. Sentía que había perdido aquello que más había querido en el mundo, y todo por su culpa. Habría seguido así por un rato largo, de no ser porque su amiga se agachó para tomarle la mano y animarlo a levantarse.
- Vamos, Marco, deberíamos volver. Hablaremos con todos para resolver esto de alguna forma. – le dijo, pero en su interior sabía que aquellas palabras eran solo para intentar animar a su amigo, en el fondo, ella no sabía qué hacer, y no se sentía segura de sí misma.
Al final aceptó la mano de su amiga y para acompañarla al reino, tuvo que dejarle sus tijeras, aunque no era algo que le importase, seguramente, nada le importaba en ese momento. Star a este a su casa y lo dejó en el sofá del living. Como ya no podía invocar a Nubi le preguntó si podía llevarse sus tijeras, prometiéndole que luego las devolvería, este no respondió, como era de esperarse en su estado actual. A pesar de ello las tomó y le dijo que se las devolvería, solo entonces se fue.
En el castillo, Star, muy a su pesar, buscó a su madre para explicarle la situación actual. Como ya era de esperarse, no se tomó aquello de buena forma.
- Cómo pudiste dejarle la varita a Eclipsa? - gritó histérica - Te das cuenta de que gracias a tus acciones ahora el reino está en peligro? Y todo porqué. Por querer deshacerte de la barrera que coloqué?
- Quería deshacerme de ella porque te está cambiando, ya no eres la misma. Siempre a estás histérica y también gritas, tu nunca gritabas.
- Lo sé, Star, lo sé. Sé cuáles son los efectos secundarios que provoca mantener esta barrera en pie. Pero no me importa pagarlos si con eso defiendo a mi familia y a mi reino. - se defendió esta, segura de sus palabras.
- Solo intentas proteger el reino y a tu familia, y por eso sacrificas tú estabilidad mental y tu energía. Pero eres incapaz de darte cuenta de que lo único que estás consiguiendo es alejar a tu hija de la madre a la que conoce.
Moon calló de repente y miró sorprendida a su hija.
- Ya no te reconozco mamá, ya no me siento cómoda hablando contigo, y no me refiero a incómoda como se puede sentir un hijo con sus padres, sino que me da cosa hablar contigo. Tengo miedo de que quieras decirme lo que tengo qué hacer y que me prohíbas cosas, que pienses que lo que hago está mal. Que soy una mala princesa. Quiero aprender a ser una buena princesa, pero no quiero ser obligada a ser como todas las demás, quiero ser yo, y quiero que me dejes ser yo. Quiero de nuevo a la madre en la que podía confiar y sentirme cómoda con ella, aquella que cuando le conté que me habían robado el libro de hechizos intentó consolarme y ayudarme diciéndome que todo estaba bien. - confesó desde el fondo de su corazón - Es por eso que quería romper la barrera. Solo quería devuelta a mi madre, solo eso.
Lágrimas aparecían en el rostro de la chica, cada una de las cosas que había dicho era verdad, quería a su madre devuelta y había tenido el valor de decírselo. No sabía cómo esta reaccionaría ante sus palabras. Comenzó a sentirse mal cuando ella no dijo nada, solo se quedó mirándola, aún sorprendida por aquella revelación.
- Star, yo. - se quedó sin palabras - No sé qué decir. Yo... - se quedó a medias de decir algo, cuando su vista se perdió y cayó al suelo desmayada.
- Mamá! - gritó Star, confundida a la vez que preocupada.
Los guardias oyeron los gritos de preocupación de la princesa y acudieron en su ayuda para atenderla.
Marco se encontraba en el sofá de su casa mirando al suelo, estaba de la misma forma en la que Star lo había dejado cuando llegaron. Habría permanecido allí por un rato largo de no ser porque sintió el hocico de su amigo en su mano. Nachos se mostraba preocupado por él, también expresaba tristeza al verlo así. El muchacho sabía lo que significaba, quería que lo llevase a pasear. Lo que no sabía era que este quería sacarlo a tomar el aire para ayudarlo a despejarse un poco, no había comido nada, y tal y como se le notaba, tampoco cenaría. Marco acarició un poco el rostro de su amigo sin mucha emoción, aun así, le dio una sonrisa pesada al verlo.
- Vamos, chico, salgamos a dar una vuelta.
Ya había comenzado a oscurecer, lo único que iluminaba el camino por el que ellos pasaban era la luz de la luna. Solo las estrellas le hacían compañía al humano a parte de su amigo. Le lanzaba una bola para que fuese a buscarla y se la trajera devuelta. Sus ojos estaban perdidos en el horizonte, ni siquiera miraban la pelota que Nachos le traía, simplemente sabía que este se la dejaría en la mano. Pero en una de esas ocasiones en las que tenía la mano preparada para recibir la pelota de regreso, solo notó la cálida y húmeda lengua de Nachos pasándole por la palma. Esto lo obligó a volver en sí un momento y prestarle atención a su amigo. Este se quejaba con tristeza. El joven se agachó y le acarició la cabeza.
- Qué pasa chico? Todo está bien. – dijo deteniéndose el mismo al momento de terminar la frase, diciéndose por dentro que aquello no era así – Es solo que han hipnotizado a Hekapoo, y ahora no está. – le decía con una sonrisa falsa, queriendo autoconvencerse de que todo estaba bien, pero su amigo podía ver a través de su mentira, y él tampoco era capaz de creerse esas palabras de sí mismo – No sé cuándo volverá. – confesó con la voz quebrada y acercándose más a su amigo para abrazarlo – No lo sé, Nachos. – lágrimas de dolor comenzaron a caer por sus mejillas mientras abrazaba a su compañero – No lo sé.
Terminó por quebrarse allí en medio del césped, apoyándose en su amigo, deseando que aquello fuera un mal sueño, y esperando que Hekapoo volviera. Pero solo eran deseos sin sentido, él ya lo sabía, solo era que no se sentía capaz de evadir esos pensamientos, a pesar de saber que no le llevaban a ningún lado. Solo quiso llorar y llorar junto a su amigo. Este sollozó con él, acompañándole en el dolor, rogando porque este se mejorase.
Después de un rato volvieron a casa, Nachos llevó al chico volando. Este le dio algo de comer al dragón motocicleta y luego miró si había algo que el pudiese comer también, pero no tenía hambre, solo quería descansar y dejar de pensar. Fue al baño para darse una ducha y luego fue a la cama. Se metió en ella y apoyó su cabeza en la almohada, mirando hacia el lado de Hekapoo. Se cubrió con la manta y luego cerró los ojos, esperando conciliar el sueño pronto. Pasaron los minutos, los cuales se volvieron horas, y en ningún momento el muchacho pudo pegar ojo. Se sentía cansado, pero su mente no lo dejaba tranquilo, no ahora que ella no estaba. Abrió los ojos, solo para ver que delante de él seguía habiendo un sitio vacío en la cama.
- Este lugar, se siente frio ahora, ahora que tú no estás, ahora que ya no te veo por aquí. Todo se siente vacío, carente de sentido, y no es porque te hayas ido para no volver, o porque estés muerta. Sino porque no sé si algún día volverás, y porque es mi culpa que no estés aquí a mi lado, es mi culpa que de mi te hayan alejado. Me hubiese gustado pedirte disculpas por mi error, por causarte este tipo de problemas otra vez, por mi imprudencia. Parece mentira que haya pasado años y años entrenando contigo y volviéndome más fuerte y ágil, y aun así seguir cayendo en cosas como estas. – dijo a la nada, esperando que esas palabras le ayudasen a consolidar su dolor – Ahora que no estás, y que no se si volverás, es cuando más te extraño, Hekapoo.
Cerró los ojos y dejó que una lágrima cayera por su rostro y desapareciera en la almohada antes de que el dolor en su corazón lo hiciese dormir.
Los guardias en el castillo habían dejado a Moon en su habitación, esta había sufrido un desmayo debido al cansancio que le provocaba el consumo excesivo de energía por la barrera, además del colapso emocional debido a la charla con su hija. Le dijeron a Star que todo estaba bien, solo necesitaba descansar. Sin embargo, ella pensó que había una cosa por hacer mientras su madre acababa de recobrar el sentido. Star llamó a Rhombulus y Omnitraxus para hablar con ellos. Les explicó lo que había sucedido en el bosque, lo de Eclipsa, lo de la varita y lo de la pérdida de Hekapoo. Estos se mostraron sorprendidos y horrorizados por igual. Ahora que la varita estaba en manos de la antigua reina oscura, quien sabe qué sería capaz de hacer. La chica les explicó que lo qué Eclipsa quería era vengarse de aquellos que dañaron a su marido, y aprovechar eso para derrocar a la reina y apoderarse del reino, eliminando la alta comisión mágica.
- Parece una clara declaración de guerra. – expuso Omnitraxus.
- Opino lo mismo. – coincidió Rombulus.
- Pero esto es en lo que nos estamos basando ahora, horas después de que Eclipsa se haya hecho con el control de la varita. Si realmente hará una guerra, necesitará un ejército. – intentaba pensar este basándose en sus antiguas experiencias de guerras en Mewni – Además, dijiste que ella quiere venganza y que quiere eliminar a la alta comisión mágica, pero no entiendo que tiene que ver la comisión con su venganza. – calló de golpe al darse cuenta de un detalle que se había pasado por alto – Oh, no. No había caído en ello. – maldijo – Rápido, debemos ir a la prisión de cristal que hay en la montaña del templo abandonado.
Tanto Rhombulus como la chica se miraron entre ellos y obedecieron las ordenes de Omnitraxus. Todos fueron a la cueva que estaba debajo de la montaña en la que reposaba el templo en donde Star había hecho aquella fiesta. Caminaron por un largo trayecto, iluminados por dos antorchas, una llevada por cada miembro presente de la alta comisión. Cuando llegaron a la parte que Omnitraxus buscaba llegar, este se quedó atónito ante lo que vio. Rhombulus también hizo lo mismo que este. La chica se giró para ver lo mismo que ellos, pero no consiguió ver nada fuera de lo común, nada que le hiciese sentirse preocupada.
- Qué ocurre? Ahí no hay nada. – dijo señalando en dirección a donde los tipos habían dirigido sus miradas.
- Ese es el problema, Star. Aquí solía estar apresado en cristal el antiguo rey de los trolls, Globgor.
Mientras tanto, en una cueva oculta a las afueras del reino de Mewni, Eclipsa se hallaba explicándole a su marido todo el plan que ella tenía en mente.
- Veo que has pensado bien en esto. – comentaba Globgor – Muy bien, cuando querrás realizar el siguiente paso, teniendo en cuenta que el anterior fue liberarme y sacarme de aquel lugar.
- Calma. – decía ella – Lo primero es que sanes estas heridas. – le decía mientras le acariciaba su brazo allí por donde tuviera marcas – Además, necesito un par de días para familiarizarme lo suficiente con la varita y comprobar que el hechizo que quiero hacer salga bien. Por lo que no hace falta que desesperes por empezar, disfrutemos de nuestro reencuentro.
- Tienes razón, mi reina. Tal vez no lo sepa, pero seguro que han pasado muchos años desde la última vez que nos vimos. Atesorar estos momentos es lo mejor que podemos hacer antes de comenzar a luchar.
La mujer asintió conforme y luego se aproximó lentamente a su marido. Le pasó la mano por los labios y lo miró de forma cariñosa y con una sonrisa en el rostro. Este le devolvió la sonrisa a su mujer, y se aproximó a ella para darle un beso en los labios. Aquello que el tiempo les había arrebatado sería recuperado durante el resto de días. Una pareja decidida a acabar con sus enemigos y tomar control de Mewni y deshacerse de la alta comisión mágica de una vez por todas.
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Otro viernes, otro punto más en esta historia, cada vez se complica más la situación en la trama, espero poder darles una experiencia que merezca la pena. Estoy ilusionado por ver como plantearé mis ideas.
Bueno, sin más que agregar, y como siempre, hasta la próxima semana.
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