Capítulo 78: El resurgir
Notaba la humedad de su propia baba esparcida por la almohada. Seguía caliente. Comenzaba a abrir los ojos con pesadez, hasta que consiguió abrirlos por completo. Estaba acostada sobre una cama que no era la suya, lo notaba por el colchón. Delante de ella había una ventana que le dejaba ver que ya era de noche. A su espalda podía oír el dulce tararear de una mujer. Se giró para hallarse con Eclipsa, quien seguía tejiendo sentada en un banquillo. Esta vio a la joven durmiente despertarse y le dedicó una sonrisa.
- Cariño, ya estás despierta. - pronunció de forma amable - Cómo te encuentras?
La joven soltó un bostezo mientras se estiraba y luego se limpió un poco los ojos para acabar de despertarse.
- Mejor. - respondió con simpleza - Oye, Eclipsa. - le dijo esta - Gracias por consolarme y dejarme tu cama. He babeado un poco tu almohada sin querer. - se disculpó algo tímida.
- Oh, no te preocupes por eso. Sabes que estoy aquí para ayudarte en lo que necesites. Vuelve a casa, que ya es tarde, y date una ducha también.
- Claro. - dijo algo más animada - Me voy ya entonces. Gracias.
Se fue por la puerta y se dirigió a casa, dejando sola a Eclipsa con sus pensamientos. Entró a su habitación por la ventana con ayuda de Nubi, quien la había traído. Fue con calma hacia el baño, quería darse una ducha como su amiga le había sugerido, después de todo lo que había ocurrido hoy, solo quería relajarse un poco y quitarse el lodo del cuerpo. Cuando salió de la ducha, se encontró de cara con su madre. Esta estaba con un semblante serio a la vez que severo. Star se sintió algo acongojada al verla, lo cual le resultaba extraño, nunca se había sentido así con su madre, es como si no quisiera tenerla delante. Sabía que no se sentía del todo cómoda con su madre últimamente, pero la incomodidad que le producía su mera presencia le resultaba extraño. Supuso que eso se debía a su estado emocional actual.
- Dónde has estado antes de volver al castillo? – preguntó de forma directa y seca.
- He estado con Eclipsa, me quedé dormida y se me hizo tarde. – respondió añadiendo eso último pensando que era muy probable que su madre se lo preguntase.
- Si, me lo imaginaba. Ella vino hasta aquí para pedirme que quite la barrera porque un grupo de monstruos a los que conocías se fue del reino, y eso te había afectado. No es así?
Su hija se quedó sorprendida ante aquella pregunta, Eclipsa no le había dicho nada de eso. Intentó ayudarla y no le dijo nada al respecto, prefirió guardarse el secreto y no decir nada. Esto le hizo valorar más a la mujer.
- Sí, eso es lo que ocurrió. – dijo sin más, esperando que la conversación terminase ahí, no tenía ningún deseo de continuar, pero sabía que tendría que hacerlo.
Su madre no respondió al momento, primero tomó un poco de aire y luego suspiró antes de proseguir con la charla.
- Star, sé que en el juicio se dictaminó que Eclipsa estaba absuelta de sus pecados, pero para mí ella sigue siendo la vil y cruel mujer de la que me hablaron. Me gustaría que no pasases tanto tiempo con ella, lo digo por tu bien. – sugirió esta – Además, me gustaría mucho que dejases a los monstruos de lado en tu vida, eso no te traerá más que problemas, incluso si estos dicen de ser tus amigos.
- Mamá, no voy a dejar de ver a Eclipsa, ella es mi amiga. – respondió en su defensa – Y tú no sabes si todos los monstruos son iguales, solo repites lo mismo que te han contado cuando eras pequeña. A parte, me dijiste que no te importaba a donde me fuera, sino que lo único que importaba era que mientras sigas siendo reina mantendrías la barrera.
- Veo que sigues sin aprender nada. Bueno, ya aprenderás, además, es algo bueno que esos monstruos se hayan ido, así no te distraerás con cosas sin importancia.
Eso último hirió a Star. Quiso irse a su cuarto y encerarse allí para que no la molestasen. Por lo que eludió a su madre y continuó camino a su habitación.
- Hey, Star. Aún no hemos terminado de hablar. – le reclamó su madre.
- Pero yo sí. – respondió seria.
- Acaso no vas a cenar nada? – alzó la voz.
- No tengo hambre. – dijo en un mismo tono antes de irse a su habitación y dejar atrás a su madre.
Se tiró en la cama y enterró la cara en su almohada, buscando perder sus pensamientos negativos, y esperando que el sueño llegase antes que la melancolía. Volteó su cabeza hacia la derecha para respirar mejor. Vio encima de su mesita de noche una foto de ella junto con Tom y Marco. Estaban los tres juntos en un parque de diversiones, ella estaba en el medio abrazando a ambos, todos con unas sonrisas enormes en sus rostros. Estiró el brazo para tomar la foto y verla de cerca. Recordaba aquel día. Marco se había mareado en una de las atracciones y tuvieron que llevarlo a un cubo de basura para que vomitara. Tom le había conseguido un peluche tirando unas botellas con una bola de beisbol. La había lanzado con tanta fuerza que esta había atravesado el puesto y se había perdido a lo lejos. Le dio dinero de más al hombre para que pudiese pagar los arreglos de su puesto, aun así, le dio el peluche que se merecía. Y Star se había perdido en un laberinto de espejos. Tardaron tres horas en encontrarla. Ahora se preguntaba si acaso esos días se habían perdido ahora que todo parecía estar tenso en el reino. Acaso eso era lo que significaba crecer, pensó esta. Abrazó aquella foto y la acurrucó en su pecho hasta quedarse dormida.
A la mañana siguiente se levantó para desayunar junto con sus padres. Pero ella no le dirigió la palabra a su madre. Solo tomó su desayuno en silencio y con calma. River podría ver la tensión entre ambas. Trató de toser un poco para intentar llamar la atención de alguna de las dos. Pero ambas siguieron con sus propios asuntos.
- Oh, vamos. Sé que últimamente ustedes dos no han estado en su mejor momento, pero al menos podríamos tener un desayuno normal. – propuso este con un tono un tanto alegre para transmitirles esa misma sensación a las mujeres a las que amaba – Digo yo.
- Lo siento, papá. – comenzó su hija – Pero no siento que pueda tener un desayuno normal ahora mismo, de hecho, no sé cuándo volveremos a tener uno que lo sea.
- Qué, acaso ahora también quieres alejarte de nosotros. Acaso es aquella mujer alguien a quien quieras más? Más que a tu propia madre? – preguntó Moon con el mismo semblante serio que había tenido toda la semana, pero, esta vez, más hostil.
- No me hagas responder a esa pregunta. – respondió con la misma seriedad que su madre, o al menos le hubiese gustado que fuese con la misma que ella.
Moon no dijo nada, solo se puso recta y levanto el mentón, mirando a su hija por lo bajo, a pesar de estar separadas por la mesa, estando una en cada extremo de esta. Su hija ya no quiso tener que soportar más aquella situación. Se levantó de su sitio e hizo ademán de marcharse.
- Ya he terminado. Me voy. – dijo esta, dejando la silla en su sitio.
- Pero, corazoncito, no te has terminado tu trozo de pastel. – dijo River.
- A dónde vas? – preguntó su madre alzando la voz.
- Acaso importa? Después de todo, estaré dentro de la barrera. – respondió antes de marchar
Como era costumbre para ella, se fue a ver a Eclipsa, quien aún seguía tejiendo. Esta vez llamó a la puerta, pero no esperó a que la mujer le abriera, simplemente entró. Pensó que ella era la única que visitaba a aquella mujer, eso le daba un poco de lástima, pero en parte le gustaba, porque siempre estaba ahí cuando la necesitaba. Aun así, quería que tuviese otro amigo con el que dialogar.
- Cariño, estás aquí. – dijo la mujer con una sonrisa mientras seguía tejiendo.
- Buenos días, Eclipsa. Aun sigues tejiendo? – preguntó viendo sea lo que sea que estuviese haciendo, ya no parecía quedarle mucho.
- Ah, tejer lleva su tiempo. Hay que ser paciente y tener constancia. Pero ya casi he acabado. – respondió cerrando los últimos bordados de su tejido. Dejó las varillas a un lado y levantó su costura. Se trataba de un suéter de color purpura con acabados en negro en el cuello, en las mangas y en la parte del torso – Ten, pruébatelo. – dijo lanzándoselo a la chica.
Star atrapó el suéter al aire, lo miró por un momento y luego se lo puso. Cuando acabó de colocárselo se fijó un poco más en su diseño. Tenía un corazón delante, y una pica en la espalda. Es como si fuese un suéter con los símbolos de las mejillas de ambas.
- Es para mí? - preguntó tímido.
La mujer solo asintió con una sonrisa cálida y segura. Enternecida por aquel gesto, se aproximó a ella y le dio un fuerte abrazo.
- Me encanta. - dijo con sinceridad - Gracias.
- No es nada cielo, me ayuda a pasar el tiempo.
- Oye, no te hagas la tonta. - decía de forma amigable - Me enteré que ayer fuiste a hablar con mi madre sobre lo de la barrera porque yo estaba deprimida.
- Ah, eso. Bueno, tú estabas realmente deprimida ayer, así que quise ver si podía intentar arreglar algo, pero no fui capaz de conseguir nada. – respondió inclinando un poco la cabeza con una sonrisa un tanto melancólica – Cómo te enteraste de eso, por cierto?
- Sobre eso, pues... ayer cuando volví a casa tuve una discusión con mi madre. Me dijo que viniste preguntando por la barrera, y que le dijiste que estaba triste por la pérdida de mis amigos.
- Oh, cariño, lo siento, no quería causarte problema alguno.
- Oh, no, no, no. No te preocupes, tu no hiciste nada malo. Eso solo que – hizo una pausa – me gustaría que mi madre volviera a ser la de antes. Pero mientras la barrera siga en pie, eso no ocurrirá.
Eclipsa escuchó las palabras de la chica con atención. En su mente se planteó una idea que llevar a cabo, aunque no estaba del todo segura.
- Star, creo que podría contarte una forma de destruir esa barrera si es lo que estás diciendo. Pero no quiero ponerte en un compromiso con tu madre.
- Espera, sabes cómo destruir esa barrera? – preguntó casi incrédula – Entonces no hay nada de lo que preocuparse, enséñame cómo hacerlo y yo me encargaré del resto.
- Bueno, si insistes. – accedió esta – Sígueme.
Ambas mujeres se fueron a un lugar cercano a la barrera, en una parte del bosque de Mewni. Allí fue donde Star se preparó para recibir las instrucciones de Eclipsa. Esta última le explicó a la chica que romper la barrera de su madre sería lo mismo que romper un cristal. Pero este era un cristal especial, y para romperlo necesitaba algo igual de especial; magia. Era muy simple, Star tenía que visualizar un martillo en su cabeza, ese martillo sería la varita, y estaría echo enteramente de magia. Comprendió a la perfección lo que tenía que hacer, por lo que hizo su primer intento. Tal y como Eclipsa lo había dicho, la magia que Star estaba utilizando tomaba forma sólida y se convertía en un objeto tangible. Un aura rosa envolvía su varita, tomando la forma de un martillo semitransparente, se podía ver la varita en su interior. Cuando Star creyó que era lo suficientemente resistente, tomó el mango con ambas manos y golpeó con fuerza la pared de la barrera. Sin embargo, cuando el martillo impactó, este estalló en mil pedazos, como si se tratase de una figura de cristal.
- Se ha roto. – dijo ella sin más mientras miraba al martillo – Porqué?
- A lo mejor no es muy consistente. – opinó mostrando que no estaba segura – Inténtalo de nuevo, pero esta vez piensa que el martillo debe ser realmente resistente.
Asintió en confirmación a la sugerencia de su compañera y se aferró a la varita con ambas manos. Volvió a concentrar su magia imaginando un objeto inanimado y comenzando a formar un martillo. Una vez más golpeó la barrera, solo para obtener el mismo resultado. Se echó un poco hacia atrás y respiró de forma periódica. Inhaló profundo y volvió a crear un martillo, una y otra, y otra vez volvía a hacer lo mismo, pero el resultado no variaba. Todo martillo acababa hecho trizas.
- No lo entiendo. Porqué no funciona? - se preguntaba mientras jadeaba por el cansancio.
- Tal vez este hechizo es más poderoso de lo que pensaba. - mencionaba esta mientras acercaba su mano a la barrera, atravesándola y recordando que aquella no era una barrera normal, sino una que solo funcionaba contra los monstruos.
- Si la barrera es poderosa, entonces necesitamos un martillo más grande.
Tras soltar esas palabras, Star se puso en pie y cambió a su forma Butterfly. Esta vez tomó la varita con sus seis manos y creó un martillo mágico más grande que el que tenía antes. Su mango medía poco más de un metro, y la cabeza del martillo era tan grande como la cabeza de la propia Star. Tomó distancia volando con sus alas y se preparó para golpear. Cargó hacia la barrera con gran ímpetu y estampó el martillo tan fuerte como le fue posible. El golpe fue rígido y seco, lo que provocó que el martillo temblara junto con el cuerpo de la chica. Se vio obligada a soltar la varita, la cual perdió el aura del martillo al no estar en contacto con su hechicera. Cuando el temblor en su cuerpo se desvaneció, miró hacia la barrera para comprobar su estado. No le había hecho nada, ni siquiera un rasguño.
- Cómo puede ser posible? - se quejó la chica - Debería haber caído ya, o al menos tener una grieta o algo. Pero sigue igual. Es como si nada le hubiese pasado.
Después de aquel intento, Star volvió a su forma normal y luego tomó su varita otra vez.
- Bueno, si quieres podría intentarlo yo misma. Pareces exhausta. – sugirió Eclipsa.
- Normalmente te diría que no, pero creo que esta barrera es algo diferente a todo lo que me había enfrentado hasta ahora. Así que toma. - le dijo lanzándole la varita.
Eclipsa la atrapó en el aire y luego la varita comenzó a cambiar de forma en base a su portador. El mango se estiró y la punta cambió, convirtiéndose en la sombrilla que se mostraba en el cuadro que retrataba a la antigua reina oscura.
- Mmm, se siente un poco diferente a como lo recordaba. Supongo que será la falta de costumbre. Gracias por confiarme la varita Star.
- No es nada, solo espero que al menos tú puedas hacer algo. Y si no, ya se me ocurrirá otra cosa. - hablaba optimista a pesar de que las cosas no habían salido como ella quiso.
- Bueno, de nuevo, gracias. Y - hizo una pausa mirando al suelo y apretando su sombrilla con ambas manos - lo siento.
- No entiendo, porqué te disculpas?
- Por esto. - sus mejillas comenzaron a brillar en el momento en el que terminó de hablar - Prisión de costura.
Esta balanceó su varita y apuntó a Star. El suéter de la chica comenzó a estirar sus mangas y la atrapó como si estas fuesen los amarres de una camisa de fuerza, luego se volvieron a estirar y se aferraron al tronco de un árbol. El impacto provocó que ella cerrase los ojos por un momento antes de volver a abrirlos lentamente y ver a Eclipsa.
- Eclipsa, porqué haces esto? – preguntó totalmente confundida.
La mujer apartó un momento la mirada, esta se sentía apenada por la chica. Le hubiese gustado que ella no se viera involucrada en el plan que estaba por llevar a cabo, pero necesitaba la varita, por lo que quisiese o no, Star estaba involucrada.
- Lo siento cariño. – comenzó ella – Tu madre y la alta comisión han hecho muy mal las cosas. Ya es tiempo de que haya un nuevo reinado, y para eso es necesario cambiar de gobernante. La alta comisión mágica ya no será necesaria, así que me ocuparé de ellos. Ya no podrán causarle más daño a aquellos que solo quieran vivir sus vidas a su manera, con o sin monstruos. – se le acercó a la chica y le acarició la mejilla – No espero que entiendas porqué hago esto. Solo espero que algún día puedas perdonarme por lo que haré.
Esas fueron sus últimas palabras antes de alejarse de Star e invocar una nube purpura y oscura que le sirviese de montura.
- Eclipsa, no, espera, no hagas esto. – al oír esas palabras, la mujer solo se giró para ver a Star por última vez – Acaso no hay otra forma de hacer las cosas?
- No. No la hay, Star.
Un movimiento de varita le indicó a la nube que tenían que elevarse. Esta se fue con Eclipsa encima. Star solo pudo ver como la mujer se alejaba más y más. Recordó que para estos casos de emergencia tenía un marcado rápido en su espejo de bolsillo para llamar a Marco. Para su suerte, el espejo estaba a medio salir de su bolsillo. Solo tuvo que zarandearse como pudo para intentar hacer caer el espejo. Este rodó hasta quedarse justo en frente de ella. Se sacó una de sus botas y con el dedo gordo de su pie presionó el espejito, el cual se abrió gracias a su sistema de cerrado.
- Santos nachos crujientes. – soltó la chica.
El espejito reconoció el comando de voz de Star y comenzó a llamar a Marco. El muchacho se encontraba caminando con Hekapoo, estaban dando un paseo. De pronto, el bolsillo de Marco comenzó a vibrar. Extrañado porque alguien lo llamase, tomó el espejo y lo abrió. En él se podía ver la imagen de las piernas de Star, a una de ellas le faltaba una bota.
- Star? Qué ocurre? – preguntó este. Hekapoo se inclinó un poco para ver también el espejo.
- Marco, ven rápido, es Eclipsa. Dijo que va a tomar el reino. Me ha quitado la varita y me dejó amarrada a un árbol. Esta confundida, tienes que detenerla rápido.
- Qué? Dónde estás? – preguntó de forma más seria, tomando el espejo con ambas manos.
- Estoy en un bosque dentro de los territorios de Mewni, me encuentro cerca del límite de la barrera.
- Eso no me sirve de mucho, necesito que me muestres donde estás. Mueve tu espejo para que apunte hacia arriba, y no dejes de sostenerlo.
Star usó su pie para presionar el espejo y que este apuntase hacia arriba.
- Muy bien, iré para allá.
El muchacho juntó su dedo índice y pulgar y luego se los introdujo en la boca para silbar con gran fuerza. Ese sonido trascendió las distancias y llegó hasta la casa de ambos. Allí se encontraba Nachos, estaba durmiendo cuando el pitido se coló por sus oídos y lo hizo abrir los ojos. Miró afuera de la ventana, sabía lo que tenía que hacer. Salió disparado hacia arriba y luego siguió el sonido del silbido a gran velocidad, surcando los cielos. A lo alto, Marco pudo divisar a su compañero aproximándose.
- Hey. – le dijo Hekapoo al chico – Iré contigo.
- Esto es por tu odio hacia Eclipsa?
- Para nada, solo quiero ayudar a la princesa a recuperar su varita y detener a la mal naci... digo, a la antigua reina oscura.
Su marido la miró de una forma en la que se denotaba que no creía lo que ella le decía.
- De acuerdo, vendrás. Pero yo me encargaré de detener a Eclipsa y tú te encargarás de buscar a Star y desatarla, y no quiero ningún "pero". – dijo este adelantándose a una posible protesta por parte de su mujer, quien ya tenía la mano levantada a punto de protestar.
- Muy bien, entonces.
Marco dio un par de pasos atrás y saltó a un costado. Su compañero pasó volando y lo atrapó al vuelo, haciendo que este cayese sobre su lomo. Con las tijeras dimensionales que el humano llevaba en su bolsillo, abrió un portal por encima de su cabeza y luego hizo que Nachos diese un giro en el aire y volviese a pasar por donde antes estaba el chico, esta vez, para levantar a Hekapoo. Le estiró el brazo para atraparla y ella también hizo lo mismo. Se aferraron muy bien el uno a la muñeca del otro y la colocó detrás de él. Volvieron a dar un giro en el aire otra vez y se metieron en el portal.
Aparecieron en el medio del cielo, justo en el centro de la barrera. Miró de nuevo al espejo en su mano, se podía ver a sí mismo volando en el cielo en la imagen del espejo de Star. Mediante aquel espejo se guió a sí mismo para hallar la ubicación de su amiga.
- Bien, debemos encontrarnos justo encima de Star. Bájate aquí, yo iré a buscar a Eclipsa.
Hekapoo, simplemente asintió y saltó del lomo de Nachos. Marco vio como esta descendía cada vez más hasta llegar al suelo, luego levantó la mirada y buscó a Eclipsa, la cual, no fue muy difícil de encontrar, puesto que era la única persona en el aire, a parte de él, con una nube purpura. Se aproximó hacia ella con rapidez, sobrepasándola y colocándose al frente.
- Oh, tú debes de ser Marco, el marido de Hekapoo. A qué debo esta visita?
- No intentes eludirme, Eclipsa. Star me dijo que le quitaste su varita, y que planeas apoderarte del reino. – sacó su espada del lomo de Nachos mientras continuaba hablando – Será mejor que abandones esas ideas. – le apuntó con la espada – O tendrás que vértelas conmigo.
Al ser apuntada por la espada del muchacho, la expresión de Eclipsa cambió. Su sonrisa se torció en una mueca de disgusto y su porte se tornó serio.
- Imagino que no tienes intenciones de dejarme ir hasta que me detengas, o te derrote.
- Eso parece. – afirmó este.
La mujer respiró hondo y comenzó a descender. Marco la siguió hasta que ambos llegaron a tocar tierra. Se bajó del lomo de Nachos y le indicó que se alejara de ellos. Este obedeció y volvió a tomar vuelo, alejándose de ambos.
- Sabes, me hubiese gustado no tener que llegar a esto, pero supongo que tu espíritu de caballero no te dejará en paz a menos que te derrote.
- Cómo sabes que soy alguien que conoce la batalla? Nunca te lo había mencionado.
- Se puede ver en tu mirada y en la forma en la que sostienes tu espada. Además, Star me habló de ti, así que te conozco más de lo que crees. Pero dejemos de hablar, tengo asuntos que atender.
Con aquel anuncio, Eclipsa apuntó a Marco con su varita sombrilla y le lanzó un rayo purpura, el cual tuvo que esquivar. Aquel rayo dejó un hoyo en la tierra, como si una mina oculta hubiese explotado ahí. Rápido, el muchacho corrió hacia su enemiga con la espada preparada, esta tuvo que reaccionar rápido, pues el chico era veloz. Con su sombrilla trazó una línea en el suelo y de esta se alzó un escudo de energía semitransparente y violáceo. Al ver esto, corrió hacia el escudo y aprovecho la fuerza de la carrerilla que había tomado y continuó corriendo sobre este para así impulsarse y retroceder de un salto. Aquella protección se desvaneció y Eclipsa realizó otro hechizo. Trazó un arco encima de ella, el cual creó un arco de magia, este se dividió en varias esferas de energía que se mantenían flotando sobre la mujer. Cuando apuntó al muchacho con su sombrilla, estas esferas salieron disparadas hacia él como si fuesen rayos. Tuvo que esquivar uno tras otro para no ser atravesado. Hasta que las esferas se acabaron. De inmediato, Eclipsa volvió a preparar otro hechizo, pero Marco corrió para evitarlo. Eclipsa golpeó el suelo con la punta de su sombrilla, entonces algo salió la tierra y atrapó el tobillo del chico mientras corría, lo que provocó que cayera de bruces al suelo y tirara su espada.
- Pero qué rayos? – llevó la mirada hacia abajo para ver qué lo estaba reteniendo.
Una mano esquelética estaba sosteniendo el tobillo del muchacho. Otra mano salió del suelo y lo tomó de su otro tobillo. De repente muchas manos comenzaron a salir y apresaron al chico por varios sitios, brazos, piernas, cuello. Este quedó completamente pegado al suelo.
- Bueno, pequeño, parece que te he derrotado.
- No, espera, aún puedo pelear.
Eclipsa simplemente le sonrió al muchacho y le dio un par de palmadas en la cabeza, dando por terminada su pelea. Volvió a invocar la nube purpura para marcharse y continuar con su plan, pero un portal rojo apareció encima de ella. Hekapoo apareció de golpe, cayendo del portal y dándole una patada en el rostro a Eclipsa, provocando que esta se cayera de la nube. La mujer se puso delante de su marido con sus tijeras listas y con una sonrisa de satisfacción en el rostro.
- Viejo, hacía siglos que quería hacer eso.
- Genial, me alegro de que hayas podido cumplir uno de tus mayores sueños. Ahora, te importaría ayudarme?
- Claro. – dijo esta.
Cortó las manos esqueléticas que sujetaban al chico y lo dejó libre. Pero tras de sí oyó la voz de aquella que había apresado a su marido.
- Hekapoo. – llamó la reina oscura – Justamente, tenía ganas de verte. Hay ciertas cosas que necesito escuchar de ti.
La forjadora no respondió ante las palabras de Eclipsa, solo se puso en guardia sosteniendo las dos mitades de sus tijeras.
- Supe que mi marido intentó rescatarme después de que me cristalizaran. Y que ustedes lucharon contra él. Lo cual es comprensible. Pero, de entre todos los miembros, fuiste tu una de las más entusiasmadas en brutalizar a Globgor. No es así?
- Puedes estar segura de ello. Solo hice lo que tenía que hacer, reducir al marido de la mujer que abandonó a su hija y traicionó a su reino.
Ambas se sostenían la mirada sin siquiera pestañear. Marco podía notar la tensión entre ambas; esta pelea era solo de ellas.
Eclipsa volvió a llamar a aquellas esferas que se convertían en rayos, estas comenzaron a atosigar a Hekapoo. Su velocidad sin igual le hacía fácil la tarea de esquivar los rayos. En un instante estaba frente a su enemiga a punto de cortarla con ambas tijeras. Esta tuvo que interponer su sombrilla para bloquear el corte. Concentró magia en la sombrilla y creó una pequeña onda expansiva que hizo retroceder a la forjadora. Cuando la onda desapareció, Hekapoo volvió a atacar a Eclipsa cargando hacia ella. La antigua reina realizó un golpe en arco hacia adelante y de su sombrilla salió disparado el corte producido por aquel movimiento. Para evitar aquel corte, la forjadora se echó hacia atrás y se deslizó en el suelo, llegando hasta su enemiga y dándole una patada en las piernas, provocando que se cayera. A la vez que dio aquella patada, aprovechó el impulso para ponerse de pie antes que su enemiga y atacar con sus tijeras. Rápido, Eclipsa golpeó el suelo con su sombrilla y de detrás de ella salieron dos esqueletos de debajo de la tierra, ambos fueron impulsados hacia la pelirroja, empujándola hacia atrás y alejándola de la mujer Butterfly. Aquellos esbirros no duraron demasiado, solo lo suficiente como para que su invocadora se levantara. De nuevo volvió a apuntar hacia Hekapoo con su sombrilla, esta solo le ofreció una sonrisa, evidenciando que aquel ataque no funcionaría. Eclipsa mantuvo su porte serio, por una fracción de segundo desvió su mirada hacia el chico que estaba detrás de la forjadora, luego le devolvió la sonrisa a esta. Cambió de objetivo y apuntó con su sombrilla hacia donde estaba Marco.
- Marco. – dijo esta, dándose cuenta de las intenciones de Eclipsa.
La Butterfly lanzó su rayo directo hacia el chico, pero este se hizo a un lado, esquivándolo. Aquello dejó más tranquila a Hekapoo, pero el movimiento de Eclipsa aún no había terminado. De los huesos que había en el suelo se había vuelto a formar un esqueleto, el cual tomó a marco por la espalda y lo apresó. Dos manos más de esqueleto salieron del suelo y lo tomaron de los tobillos, este no podría moverse de nuevo si Eclipsa lo atacaba. Antes de que la reina lanzara su ataque, Hekapoo corrió desesperadamente para liberar a su marido de aquel esqueleto. Lo hizo tan rápido como pudo, esperando que no le lanzase el ataque a su marido, pero cuando consiguió liberarlo y ambos intentaron moverse, un destello de luz atravesó el pecho de Hekapoo. Marco, quien estaba de cara a ella, vio como el rayo de Eclipsa había atravesado el pulmón derecho de su amada. Las dos tijeras cayeron de sus manos y su cuerpo amenazó con caer también, pero Marco se lanzó para atraparla entre sus brazos. Este miraba horrorizado el hueco que Hekapoo tenía en el pecho. Sangre comenzó a salir de la herida y también de la boca de la mujer.
Hekapoo sintió como su cuerpo se enfriaba poco a poco. Sus fuerzas la abandonaban, y su visión comenzaba a ser borrosa. Solo tenía delante a su marido quiso decirle algo, pero sus palabras quedaban ahogadas en la sangre que tosía. Notaba como la vida se le escapaba. Estiró su mano hasta tocar la mejilla del chico, movió sus labios intentando decir algo sin palabras; "lo siento".
Marco veía como su mujer perdía poco a poco su fuerza y el calor de su cuerpo. Aquella sensación, esa sensación de notar la frialdad proveniente del cuerpo de la mujer que amaba, era horrible. Desde aquella vez que Toffee le había arrebatado el alma, pensó que nunca más volvería a sentir aquella frialdad en su cuerpo. Comenzó a temblarle el labio inferior al muchacho, pronto el resto de su cuerpo acompañó aquel temblor. Su mujer había estirado su brazo para tocarle la mejilla, este apoyó su mano sobre la de ella mientras veía que intentaba decirle "lo siento".
- H-Hekapoo, no digas nada, intenta guardar fuerza. Todo estará bien, te trataremos para que te cures. – decía mientras intentaba forzar una sonrisa creíble intentando olvidar que el miedo lo corroía por dentro, el miedo de perder a la persona que más amaba en este mundo.
Al ver los intentos del muchacho por hacerla sentir mejor, le sonrió de vuelta. Luego comenzó a cerrar los ojos lentamente. Se sentía cansada y con sueño. Quería dormir un rato y descansar, fue cuando la llama de su cabeza desapareció.
Preocupado al ver aquella reacción, Marco comenzó a perder la calma.
- Eh, Heka, dime algo, no me dejes así, por favor. – hablaba esperando tener alguna respuesta de su mujer, pero esta no decía nada, tampoco se movía – Vamos, no te hagas la dormida, levántate. – la voz comenzaba a temblarle y la desesperación se apoderaba de su alma – Por favor, levántate. Abre los ojos al menos. – pero no obtenía respuesta.
Las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos del muchacho. Su mujer se había ido, esta vez, de verdad, pensaba el mientras la abrazaba deseando con todas sus fuerzas de que esta mostrase algún signo de vida. Pero solo pudo quedarse ahí, sollozando por su pérdida.
- Oh, no estés triste, Marco. – dijo Eclipsa, quien se había acercado a ellos – Todo va a estar bien. – pronunció con una sonrisa.
El chico alzó la mirada para mirar a la cara a aquella que le había hecho eso a su mujer. La rabia y la ira deberían haberse apoderado de él y hacerlo luchar contra ella, pero el dolor de su pérdida le impidieron pensar con claridad. Eclipsa hizo brillar sus mejillas y la punta de su varita. Con su mano derecha se acercó al cuerpo de Hekapoo y apoyó sus dedos en la frente de esta.
- Como lo pensaba, aún estoy a tiempo. – mencionó con una sonrisa.
De la punta de sus dedos comenzó a extenderse un manto oscuro que comenzó a cubrir todo el cuerpo de Hekapoo. Entre dolorido y confundido, Marco vio como aquella oscuridad cubría el cuerpo de su mujer. El hoyo en su pecho comenzó a cerrarse y en su cuerpo comenzaron a producirse varios cambios. Su pelo se tornó negro, su piel un tanto más oscura, casi gris. Y su ropa tomaba unos tonos purpuras y violetas. Fuera de toda expectativa, la llama de la cabeza de Hekapoo, volvió a aparecer, pero esta era purpura. En sus mejillas aparecieron dos picas, justo como las de Eclipsa, pero negras. Luego, los ojos de esta se abrieron de golpe, ahora estos eran completamente violetas y brillantes. Se levantó de los brazos del chico y miró directo hacia Eclipsa.
- Bienvenida. – pronunció esta
Atónito, Marco se levantó y miró a lo que parecía ser su mujer resucitada.
- Hekapoo? – preguntó tembloroso sin saber qué estaba pasando.
Ella se giró hacia el chico y lo miró detenidamente, su expresión era inexistente, su mirada estaba perdida y sus labios eran una línea horizontal. Este hizo ademan de acercarse a ella, pero fue rápidamente alejado por un fuerte puñetazo en su estómago, el cual lo envió hacia atrás y lo hizo encogerse en el suelo.
- Lo siento, Marco. Ella ya no es la Hekapoo a la que solías conocer. Ahora me pertenece. – dijo de forma simple – Vámonos. – le ordenó a la forjadora – Llévame con Globgor.
Hekapoo obedeció las ordenes de su nueva reina y le abrió un portal oscuro y violeta por el cual pasó. La siguió justo detrás, metiéndose en el portal también.
- Hekapoo, no te vayas. Vuelve. – gritaba Marco estirando su brazo para alcanzar inútilmente a su mujer – Nooo!
El portal se había cerrado.
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Ya sé, solo subo capítulo los viernes. Como mucho, un sábado, pero a eso tengo dos cosas que decir. Acá ya es viernes, y, además, hoy me siento contento, así que dije, porqué no? Y aquí está la prueba, jeje.
Bien, dejando de lado el motivo de la pronta subida del capítulo de esta semana, creo poder decir en nombre de todos los que están leyendo esto, que a partir de acá, las cosas se van a poner interesantes.
Bueno, no quiero desvelar trama ni nada por el estilo. Como siempre, un placer, y, hasta la semana que viene.
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