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Capítulo 74: Una fiesta unificaria

El sonido de su espejo de bolsillo comenzó a reproducirse de forma repentina haciendo que la chica perdiera el hilo de la telenovela que estaba mirando, la cual trataba de una mujer vampiro alérgica a la luz de la luna y con fobia a la sangre. El dispositivo se encontraba al lado de una laptop, por lo que su dueña tuvo que detener el vídeo y atender la llamada.

- Chicaaa! - saludó Star en tono alegre desde el otro lado del espejo.

- Chicaaa! - saludo Ponyhead de la misma forma y, al ver que era su mejor amiga del alma quien interrumpía su novela, no se enfadó con ella - Que cuentas de nuevo?

- Pony, necesito tu ayuda. Vamos a hacer una FI-ES-TA! Pero no será cualquier fiesta, será la primera fiesta entre mewmanos y monstruos.

- Una fiesta entre mewmanos y monstruos? - preguntó retórica, resaltando la idea que su amiga le estaba contando - Te gusta ser rebelde, eh. Cuenta conmigo, qué necesitas?

Aquel fue uno de los primeros pasos que la princesa y sus amigos habían comenzado a efectuar, buscar invitados a los que traer a la fiesta. Pero no serían invitados cualquiera, sino que serían individuos influyentes dentro de sus respectivos hábitats. Siendo el apellido Butterfly uno de los más conocidos en el reino, y debido a las alianzas que su familia tenía con varias de las razas del reino, no fue tarea difícil conseguir invitar a los príncipes y princesas de los reinos aliados. El objetivo, invitar a la gente joven del reino y transmitirles la idea de unificar sus pueblos y dejar atrás las disputas de sus antepasados, no unificar en el sentido literal de la palabra, pero sí en el simbólico.

Rich, del reino de las palomas, fue invitado por Marco en persona, quien llevó como ofrenda un pequeño saco con granos de maíz del reino de Mewni. Al intentar comer uno de ellos, Rich casi se atragantó, lo cual puso a Marco en una situación complicada. Pero sus padres dijeron que en realidad él estaba bien, solo era un poco ansioso a la hora de comer maíz de Mewni, por lo que era normal que se atragantara, lo extraño habría sido que no lo hubiese hecho. Después de recuperar el aliento, Rich aceptó acudir a la fiesta de la que el humano le había explicado.

En otra parte de Mewni, Tom había viajado hasta el reino de la gente con enormes marcas de picadura de araña en la cabeza. Solicitó una pequeña audiencia con la princesa Penélope, la cual no tuvo inconveniente en recibir al joven Lucitor. Invitó a este a disfrutar de un poco de té y dulces. Tom no tenía prisa y tampoco quería ser descortés, por lo que aceptó la invitación de la princesa.

- Y dime, a qué debo el motivo de tu visita? - preguntó la chica de forma simple, llevándose a la boca un trozo de pastel con su tenedor.

- Star Butterfly está preparando una gran fiesta para que los príncipes de otros reinos y los monstruos nos reunamos de forma pacífica y pasemos una noche de diversión. - hizo una pausa para dar un sorbo a su té - Qué opinas?

La chica escuchó atenta las palabras del joven. Meditó un momento para decidir qué le respondería, pues este le estaba ofreciendo una invitación a algo que no había ocurrido antes en la historia de Mewni. Alzó su taza y le dio un sorbo a su té, bajó la misma con un poco de esmero y luego la dejó en el platillo de la mesita que tenía frente a ella.

- Mis padres me han dicho mucho acerca de los monstruos, como que han devorado aldeas de mewmanos, o que han destrozado plantaciones enteras de cultivos. Pero si he de ser sincera, nuestro reino nunca sufrió un ataque debido a los monstruos, al menos no en el tiempo que llevo de vida, y, aun así, mis padres sostienen querer seguir manteniendo sus defensas en alto. - volvió a tomar su taza y le dio otro sorbo a su té - Me gustaría ver por mí misma si los monstruos son tan temibles como nos lo cuentan. Así que acepto, cuenten conmigo. - respondió con una sonrisa de satisfacción.

- Nos alegra poder contar contigo, princesa Penélope.

- Por favor, llámame solo Penélope.

De esta forma los chicos fueron invitando los individuos que tenían pensado invitar. Star fue a ver a Kelly, quien, como de costumbre, estaba luchando a muerte contra su amigo, Jorby. Esta había sometido a la criatura, dejándola de espaldas al suelo. Kelly estaba parada sobre su pecho con una gran espada a punto de atravesar a la bestia.

- Kelly. - saludó Star interrumpiendo a la chica.

La espada que estaba por cernirse sobre la criatura se detuvo justo cuando la punta entro en contacto con su piel. Con un hábil movimiento de muñeca, Kelly dejó reposar la espada en su hombro.

- Cómo estás, Star? Qué se te ofrece? - preguntó con porte sereno, como si hasta hace unos momentos no hubiese estado a punto de acabar con la vida de Jorby.

- Voy a hacer una fiesta en donde nos juntaremos mewmanos y monstruos, te gustaría venir? Tú y Tad están invitados. - miró un momento a Jorby que aún seguía recostado en el suelo - También puede venir él si quieres. - dijo apuntando a este último.

- Agradezco la intención, tal vez te tome la palabra y asista. - respondió Jorby.

- Tad y yo ya no somos pareja. Pero sí, iré. - se sentó un momento para descansar encima del pecho de la bestia - También llevaré a Jorby conmigo.

- Genial, ya te daré los detalles. Nos vemos.

Ella siguió invitando a más de sus amigas y a otras princesas conocidas, como las que estuvieron presentes durante el baile entre príncipes y princesas.

Al ser un príncipe, Tom continuó su lista con los príncipes del reino. No tuvo problemas en conseguir que estos aceptarán ir a la fiesta, estaban pasando por una edad de cambios y querían atraer la atención de las chicas, independientemente de la presencia de los monstruos. Por lo que Marco tuvo que encargarse de invitar a varios de los monstruos en la lista. Tal y como Star había solicitado, estos tenían que ser jóvenes con cierta importancia dentro del mundo de los monstruos. Por lo que no le fue fácil poder llegar hasta ellos, pero el humano relucía por su ingenio y astucia, además de sus cientos de años de experiencia como guerrero. Tenía más de una habilidad que le sería de utilidad para llegar hasta sus objetivos. Cómo la habilidad de sobornar a los guardias y pasar a través de ellos sin la necesidad de luchar. Al principio, los monstruos que se encontraron con Marco, pensaron que este era un extraño cualquiera, pero luego de que les explicase el motivo de su visita, todos se mostraron alegres. Al parecer, a casi todos les gustaban las fiestas, así que querían asistir a esa gran fiesta revolucionaria de la que el humano estaba hablando. Una vez conseguido invitar a todos los mewmanos y monstruos necesarios, continuaron con el siguiente paso.

Varios tipos de adornos decoraban el interior de aquel templo abandonado. Marco y Tom estaban poniendo unas cintas de colores que se aferraban de una columna a otra. Ambos vestían con traje elegante para la situación. Star estaba repasando su lista para verificar que no les faltase nada en la fiesta. Tenían luces de disco, equipos de sonido en las columnas, una mesa con bebidas y aperitivos, una estatua de hielo y, lo las importante, una máquina de humo. Ponyhead, quien estaba probando la máquina de humo, presionó un botón que hizo que una nube de humo saliera de la máquina. Como el humano ya había sospechado que algo así pasaría, trajo una aspiradora consigo. Con esta se deshizo de la nube, pero, oculta dentro de ella, apareció Janna, sobresaltando a Marco.

- Qué ocurre, Díaz, acaso te asusté? - preguntó de forma burlona - Pensé que eras un adulto.

- Tú asustarías al mismísimo demonio. - se defendió este.

- Tranquilo, ya me encargaré de Tom, pero en no ahora.

Janna, a diferencia de Star, no llevaba un vestido, sino un traje formal femenino. Llevaba falda negra junto con una camisa blanca y una americana del mismo color que la falda. En cambio, la princesa se había puesto un vestido naranja chillón que iba a conjunto con la flor de complemento que llevaba en su tiara. Se había recogido el pelo por la parte de atrás y dejó dos mechones colgándole de cada lado de su frente.

- Janna, pudiste venir. - dijo Star al ver a la chica.

- Claro, no me perdería esta fiesta por nada. - mencionó – Sobre todo si comienza una pelea. - habló para si por lo bajo.

Sin que nadie se diese cuenta, mientras las chicas mantenían su charla, en la entrada del templo estaban las dos vertientes de invitados. Los príncipes y princesas se estaban riendo entre ellos hasta que llegaron a la entrada del templo, justo cuando los monstruos también habían llegado. Eran adolescentes igual que ellos, no se veían agresivos. Aun así, en el momento en el que sus ojos se cruzaron, todos callaron de golpe y en el ambiente se sintió como una tensión atribuida a los años de rencor se alzaba entre ellos. El príncipe del reino subacuático, Larry Kelpbottom, salió de entre la multitud y dio un par de pasos, situándose al frente. Su expresión era de cautela, estaba a la defensiva. Examinó a los monstruos con una mirada rápida de arriba a abajo y razonó consigo mismo en su mente. Dibujó una sonrisa amigable y se dispuso a hablar.

- Por favor, son invitados en esta tierra, adelante, pasen primero. - dijo este con un pequeño gesto de reverencia y apuntando con sus manos a la entrada del templo.

Al ver este gesto, de entre la multitud de monstruos, salió una hembra minotauro. Esta tenía un pelaje completamente negro, ojos color miel, y un tamaño y músculos tan imponentes como los de cualquier otro minotauro. Se acercó al príncipe en silencio, haciendo sonar sus pezuñas a cada paso que daba. Cuando se halló delante de este, no dijo nada, solo lo miró a los ojos, provocando que este alzase la mirada para verla, media una cabeza más que el príncipe. Le extendió la mano y el príncipe se quedó mirándola por un momento. Volvió la mirada hacia ella y luego sonrió. Con decisión, tomó la mano de la minotauro y la estrechó con fuerza, intentando no pasarse. Aunque quien realmente intentaba no romperle los huesos era ella, pues sus manos podrían destrozar las del príncipe sin problemas.

La joven hizo una pequeña reverencia tras soltar la mano de Larry y se dispuso a entrar al templo. Uno de los príncipes de entre los que había, se le acercó a su compañero, el cual había hablado por ellos.

- Oye Larry, porqué has hecho eso? - preguntó sin levantar la voz, para que nadie los oyese.

- Star dijo que quería hacer esta fiesta para poder dejar atrás el odio entre nuestros pueblos, francamente me gustaría pensar que algún día no habrá monstruos que nos ataquen, y seguro que aún queda mucho para eso, pero debemos comenzar a poner de nuestra parte también. - explicó de forma serena.

La raza tritón era una raza pacífica, vivía en armonía con la fauna del mar y coexistía con esta. Por lo que no eran propensos a las batallas, es por ello que de entre los príncipes de varios reinos, él era uno de los que más interés tenía en que los mewmanos y los monstruos pudiesen coexistir sin el temor a sufrir un posible ataque.

Al atravesar la entrada, el grupo de monstruos vio a la princesa Butterfly guiando a sus compañeros en la decoración, Kelly y Tom estaban sosteniendo una escalera en la cual Marco estaba subido. Este estaba terminando de colgar unos globos. En cuanto Star se percató de la presencia de los invitados, rápidamente ordenó a los chicos que se llevasen la escalera junto con el humano. Debido a su repentina retirada, Marco casi se cae de la escalera, pero solo fueron los globos que tenía en sus manos lo único que se había caído.

- Chicos, ya llegaron. - decía ella con fingida sorpresa - Adelante, la fiesta está a punto de empezar. - se giró hacia donde estaba Janna - Janna, dale a la música.

Janna estaba ocupada con el equipo de música. Tenía un teclado de DJ para poder controlar la música durante la fiesta. Al escuchar la orden de Star, dio al play y la música comenzó a reproducirse por los altavoces ubicados en las columnas del templo. Esta era agradable y enérgica, lo cual invitaba la gente a bailar.

Los monstruos entraron con más seguridad. La minotauro que iba delante de ellos fue la primera en saludar a la princesa, dándole un apretón de manos. El resto de monstruos hizo lo mismo y comenzó a dispersarse por el lugar. Algunos se metieron en la pista y comenzaron a bailar. Otros se acercaron a la mesa de aperitivos para comer algo. Y alguno que otro se acercó a la barra, donde se encontraba Tom preparando bebidas varias. Un diablillo se dispuso a pedirle un batido.

- Buenas, quiero una malteada de maíz al azufre. Dele un toque especial de azufre por favor.

- Entendido.

Mezclando varios granos de maíz congelados con un poco de leche y algunas sustancias dulces, Tom hizo el batido que le habían pedido. Solo le faltaba el último toque, una mota de fuego creada con sus propias manos. Estaba a punto de dejarla caer en el vaso donde estaba el batido, pero entonces cayó en la cuenta de una cosa.

- Un momento. Eres un diablillo, los diablillos son demonios menores.

- Si, pero los diablillos no respetamos los requisitos de edad.

- También es verdad. - dejó caer la mota de fuego en el vaso, lo cual encendió la sustancia e hizo una pequeña llamarada que se apaciguó hasta convertirse en una pequeña llama - Ten, que lo disfrutes.

Con toda la ilusión en su rostro, el diablillo se bebió todo el batido de un solo trago. Esto provocó que subiera rápido a su cerebro y lo alterara. Tras soltar un pequeño grito de guerra, el chiquitín salió disparado hacia la salida.

- Siguiente. - indicó Tom.

Por la entrada estaban a punto de pasar los príncipes y princesas, los cuales se apartaron un momento al ver que un objeto desconocido se acercaba hacia ellos peligrosamente rápido. El diablillo pasó muy de cerca de la gente, solo se le pudo oír gritando alegre mientras desaparecía en la lejanía.

- Eso era un diablillo? - preguntó el príncipe con cuernos en los hombros.

- Creo que sí. - opinó Rich del reino paloma - Parece que deben estar divirtiéndose ahí dentro. Vamos a unirnos también.

Rich se dispuso a pasar sin ningún tipo de miramiento. Sus compañeros lo siguieron al interior del templo, allí vieron el panorama. Los monstruos se habían distribuido por el lugar, estaban dialogando entre ellos y con la gente mientras que otros bailaban o comían. A pesar de saber que aquella fiesta era para dejar a un lado las diferencias entre ambos bandos, los príncipes no sabían a donde ir, solo se quedaron allí parados al pasar la entrada.

- Bah, que demonios. - exclamó el tritón, y se separó del grupo para ir a la barra.

Allí estaba sentada una chica arpía bebiendo un batido de lo que parecían ser gusanos. El tritón se acercó a Tom y le pidió una bebida.

- Qué hay, Tom? - saludó este - Dame un batido de algas con dos trozos de coral abisal.

- Hey, príncipe Larry. Marchando.

Con un poco de agua del mar, varias algas, y dos trozos y un toque de limón, Tom preparó el batido del chico, lo vertió en un vaso y luego le puso dos trozos de coral de color celeste y verde. Larry le dio un sordo y luego miró el vaso perplejo.

- Esta muy bueno.

- Es el limón, confía en mí.

- Oye, yo te conozco, tu eres el chico que nos cedió el paso antes, verdad? - dijo la arpía a su lado, lo cual provocó que el muchacho se girase - Soy Keshta, quieres probar de mi batido? - le invitó empujando su vaso con el ala y acercándoselo al tritón.

El príncipe le lanzó una mirada rápida a ese batido, podía ver a varios gusanos removiéndose entre la tierra, o lo que al menos pensó que era tierra. Luego volvió la mirada hacia la arpía. Esta en particular parecía una arpía lechuza. Sus brazos, los cuales eran alas, estaban cubiertos por plumas totalmente blancas con algún degradado gris en las puntas de sus alas. Las piernas eran las mismas que uno esperaría de un ave, patas con dedos alargados y garras afiladas. El rostro de esta era similar al de un mewmano, solo que su nariz no acababa en punta, sino que más bien parecía un pequeño bulto que se extendía por la zona entre sus ojos y su boca, el cual tenía dos orificios para respirar. Y, por último, sus cabellos, este era una formación de plumas que abarcaban desde sus cejas hasta su nuca, de la cual salía una última pluma alargada que llegaba hasta el final de su espalda, simulando ser un tipo de melena.

- Un gusto, yo me llamo Larry. Agradezco tu amabilidad, pero debo rechazarlo, soy vegetariano. - respondió sonriendo al decir esto último, como si hacerlo provocara en el algún tipo de gusto.

- Vegequé? Qué es eso? - preguntó confundida.

- Vegetariano, es cuando alguien decide no comer nada que sea carne o, en este caso, algún tipo de ser vivo.

- Porqué querría alguien hacer eso? El sabor a muerte es fantástico.

Un poco comprometido por la conversación que había tomado un rumbo inesperado para él, el cual le resultaba algo incómodo, se quedó en blanco ante aquel argumento. Intentó idear algún tipo de excusa para poder escaparse de esa situación, pero no se le ocurría nada y la chica lo miraba esperando una respuesta.

- En, yo... - comenzó deseando encontrar en la espontaneidad de la situación las palabras para salir de aquella situación.

- Hola. - dijo Rich interrumpiendo a los dos y poniéndose en el medio - Veo que mi amigo ha rechazado lo que parece ser un manjar digno. Sería muy atrevido de mi parte poder probar esta bebida?

Aquella actitud informal le llamó la atención a Keshta, quien como respuesta movió su ala invitando al príncipe a probar de su batido. Tom, quien además de barman, era solo un mero espectador, se hecho hacia atrás recostándose en una columna a su espalda y se dedicó a observar con una sonrisa detrás de la barra mientras limpiaba un vaso con un trapo.

Richard acercó su pico a la pajilla que salía del vaso, dispuesto a probar el batido que, de forma amable, la arpía le había dejado probar. Dio un par de sorbos y luego miró a Tom.

- Señor Lucitor, sería tan amable de prepararme el mismo batido que le ha hecho a esta mujer? - pidió este con cortesía.

Al oír eso, Keshta se bebió su batido de sorbo hasta dejar el vaso completamente vacío.

- Qué sean dos, por favor. - añadió la arpía.

Sin ningún tipo de problema, Tom preparó los batidos de ambos. Así, Keshta y Rich entablaron una conversación de manera espontánea, dejando de lado al tritón, el cual no sabía si sentirse agradecido u ofendido tras haber sido ayudado a salir de aquella situación incómoda, pues, ser aludido de la conversación no ayudaba a ver la situación con buenos ojos. Pero, de forma inesperada, alguien le dio un pequeño toque en el hombro, llamando su atención. Al girar la cabeza, vio a la minotauro de la entrada, la cual le estaba ofreciendo su mano y miraba hacia la pista de baile. El príncipe abrió la boca advirtiendo decir algo, pero se fijó en que la chica no había dicho una sola palabra en lo que llevaba de noche, por lo que pensó que a lo mejor habría un motivo para ello. Intrigado por desvelar ese motivo, guardó silencio y tomó la mano de la minotauro con una sonrisa en los labios, y esta, se llevó al muchacho a bailar.

Desde la plataforma en la que se encontraba, Janna veía a todo el mundo bailar al son de la música que reproducía. Le encantaba el continuo rallar de sus discos, los cuales distorsionan el sonido de la música y creaban ritmos nuevos y originales. Era gracioso ver cómo Ponyhead se ponía en el medio de la pista y acaparaba el espacio poniéndose a girar como si fuese una botella. Y para añadirle más peculiaridad al asunto, cuando paraba de girar, le decía a la persona que apuntaba con su cuerno con quién tenía que bailar. En este caso, le tocó a un chico slime salir a bailar con la princesa Pennelope. Ambos se miraron con una expresión entre sorpresa y vergüenza, pues todo el mundo dirigió sus miradas hacia ellos. Aunque esa vergüenza se desvaneció en el momento en el que se acercaron. El chico no pudo evitar mirar sin ningún tipo de discreción el enorme grano que tenía la princesa, el cual había sido producido por la picada de una araña. Algo ofendida, la princesa reaccionó ante el chico.

- Mira, sé que no es algo bonito ni para ti ni para mí, pero agradecería que dejaras de mirar mi grano de esa forma. - expresó con desconformidad.

- Oh, lo siento. No era mi intención ofenderte, es solo que... - hizo una pausa - Quieres que te ayude a quitártelo? - preguntó sin más.

- Bromeas, verdad? - inquirió algo incrédula a pesar de no notar burla o falsedad en las palabras del chico.

- No. Mi baba es algo similar al aloe vera, puede ayudarte con esa cosa.

- Enserio? - dijo con algo de ilusión en su mirada - Viejo, dame un poco de eso.

Al frotar sus manos el slime produjo una pequeña bola de baba que le dio a la princesa. Esta se pasó la baba por su grano y rápidamente comenzó a desaparecer hasta no dejar rastro. Aún incrédula por notar como su gran había desaparecido, se pasó los dedos por la frente para comprobar que este ya no estaba allí.

- No puedo creerlo. - exclamó - Gracias. - se abalanzó al chico para darle un abrazo de agradecimiento.

De forma involuntaria, la chica aplastó un poco al slime debido a la baja consistencia de su cuerpo.

- Uh, lo siento. - pronunció al ver lo que le había hecho.

- No te preocupes. - le calmó mientras se reponía - Te sorprendería saber las veces que eso llega a ocurrir.

Ella se rio un poco debido a la extraña situación, no mucho, pues no le resultaba gracioso, solo un tanto peculiar.

En otra parte, un sujeto regordete con piel de felino probaba los distintos aperitivos que había en la mesa con comida. La expresión de disgusto en su rostro evidenciaba lo poco que le agradaba aquella comida. Olfateaba el aire con su nariz esperando hallar el aroma de algo que lo cautivase, pero los bigotes que poseía, los cuales vibraban cuando encontraban algún alimento de buen apetecer, estaban más rígidos que las estalactitas de una cueva.

- Aquí no hay nada sobresaliente que llame la atención de mi paladar. La comida no es mala, pero ni de lejos llegaría a ser tan buena como la mía. - hablaba para sí, criticando la comida del lugar.

De pronto, sintió que el hilo aromático de un platillo se colaba en su nariz y le daba un pequeño regustillo de sabor a su paladar. Quiso saber de dónde provenía aquel aroma. Dejó que sus sentidos felinos lo guiarán hasta dar con el causante de aquel olor. Atravesó la pista golpeando a un par de chicos con su barriga y apartándolos. Cuando por fin cruzó la pista, halló aquello que estaba buscando. Sostenido por dos manos ocultas tras un par de guantes de cocina, un cuenco repleto de figuras triangulares cubiertas de lo que parecía ser queso, de varios tipos, además.

- No sé qué es eso, pero juro por los bigotes de mi madre que pienso averiguarlo.

Marco se acercaba a la mesa de los aperitivos con un tazón de nachos, los cuales habían sido solicitados por Star. Le pareció algo excesivo por parte de la chica que preparara una cocina en una parte oculta del templo, pero era su fiesta, así que no se quejó.

- Aquí están los nachos! - cantaba alargando la última vocal de la frase.

- Tú. - gritó el gato apuntando a Marco con uno de sus dedos peludos acabado en punta de uña - Deja al gran Letosh probar un poco de tu comida extravagante.

Confundido por esa reacción, el muchacho miró a ambos lados para percatarse de que era a él a quien se refería. Dejó el cuenco en la mesa y luego se quitó los guantes.

- Claro, para eso los he traído. - pronunció encogiéndose de hombros al no saber qué hacer ante esa situación tan peculiar.

Sin tiempo a perder, el así mismo llamado Letosh, tomó uno de los triángulos del cuenco, este estaba cubierto de queso. No se dio tiempo a examinarlo, pues la perspectiva que ofrecía la vista a veces engañaba al paladar, así que solo abrió la boca y devoró el nacho de un solo bocado. Notó la textura crujiente de aquel trozo de pan tostado, pues es lo que le parecía, pero a su vez sintió la cremosidad del queso, la cual se combinaba a la perfección con la del pan.

- Mmm, tiene un sabor y textura peculiares. - evaluó acariciándose los bigotes - Tu, cuál es tu nombre? - preguntó al chico.

- Emmm, Marco, me llamo Marco.

- Marco, debes enseñarme la forma en la que diseñas estos trozos de pan tostado en forma de triángulo. Muéstrame como lo haces para que yo, el gran Letosh, pueda recrear esa receta y mejorarla.

- Wo, wo, wo. Alto ahí, compañero. Estás diciéndome que quieres hacer unos nachos mejores que estos? - señaló al cuenco de nachos que había traído. A lo que Letosh respondió asintiendo de forma leve - Uuuh, esto se volvió algo personal. - exclamó entonando la mirada y apuntando a gato con su dedo índice - Star - alzó la voz - podrías prepararme una cocina aquí para mí y este señor?

La chica, quien estaba distraída con otras cosas de la fiesta, se giró al oír al muchacho, solo para verlo con su delantal puesto y un gato enorme al lado suyo. No sabía para que quería una cocina allí mismo, pero todo lo que tenía que ver con Marco y la cocina solía ser bueno. Por lo que solo se encogió de hombros y sacó su varita apuntando a un espacio detrás de los chicos en donde no había nada, lanzó un rayo de colores que hizo aparecer una cocina similar a las que hay en los concursos de chefs. Volvió a guardar su varita y levantó su dedo pulgar para indicarle al muchacho que esa era su cocina. Marco le devolvió gesto con el dedo pulgar como agradecimiento por su ayuda.

- Muy bien. Comencemos desde el principio. - decía el chico mientras se situaba en esa nueva cocina.

Letosh rebuscó en su ropa hasta dar con un delantal y un gorro de cocina. Solo cuando se los colocó se dignó a moverse.

- Adelante, humano.

Así, Marco sacó varios elementos de cocina junto con los ingredientes y fue mostrándole al tipo el proceso que seguía a la par que lo explicaba con palabras. Como si se tratase de un estudiante, Letosh apuntaba meticulosamente los pasos a seguir para preparar los nachos. La gente comenzó a acercarse debido al pequeño espectáculo que hacía Marco al cocinar. Pero en el momento en el que el chico sacó los nachos del horno, la gran mayoría se acercó a probar. Cuando lo hicieron, los cocineros pudieron oír el sonido de placer producido de las bocas de los presentes tras el sonido crujiente de los nachos al ser masticados. Una sonrisa y una mirada de satisfacción fue lo único que tuvo Marco cómo señal de alarde. Y, cómo era de esperarse, Letosh también probó un nacho antes de decir nada.

- Impecable. - expresó este - Pero, ahora me toca a mí.

Se colocó un par de guantes especiales para que los pelos de sus manos no se pegaran a la masa de los nachos. Con gran maestría, como la que cabría esperar de alguien de su profesión, el gato comenzó a recrear la receta del humano usando varios toques personales para añadirle pequeños detalles a la comida.

Marco no despegaba la mirada de las manos del muchacho, sabía de antemano que era un chef en potencia, pero no había pasado años y años enteros en una dimensión a base de comer cuervos como para dejarse intimidar por alguien con mayor afinidad en el campo de la gastronomía.

Haciendo uso de sus garras, el chef felino dio forma a los nachos y luego los metió en el horno. Mientras estos se hacían, comenzaba a preparar una salsa de queso para acompañar los nachos. Pasados quince minutos, Letosh sacó los nachos del horno y los volcó todos en un cuenco para luego dejarlo en la mesa. Junto al cuenco colocó un bol pequeño en donde había vertido la salsa de queso. Dado por acabado su plato, el felino se quitío el gorro y apuntó a sus nachos con su mano.

- Adelante, prueben.

Los presentes no dudaron en tomar varios de los nachos y pasarlos por la salsa. No se tardaron ni un segundo en llevarse la comida a la boca. Primero se oyó el crujir de los nachos entre los dientes de la gente, y luego el sonido de gusto al notar el sabor bailando en sus lenguas. Intrigado por la reacción de los presentes, Marco también tomó un nacho y lo untó de queso. Se dio a probar la comida del felino, solo para darse cuenta de esta era maravillosa.

- Y dime, Marco, qué opinas? - inquirió Letosh ante la primera reacción del chico.

No tenía celos ni envidia por lo que el gato había hecho.

- Están realmente buenos, hasta me haces dudar incluso que esta sea la primera vez que los preparas.

- Juro por mi delantal que esta es realmente la primera vez que preparó este plato.

- Pues me duele decirlo, Letosh, pero tu plato me ha sorprendido de sobremanera.

El comentario sincero del chico provocó una sonrisa de satisfacción en el rostro del cocinero, pero este era un rival de respeto, es por ello que acepto su victoria de forma cordial.

- Je, no te sientas mal. Llevo años en este oficio, es normal que haya podido superarte.

- Aun así, no crees que le sentaría bien un toque de dulzor?

Aquella sugerencia provocó que el felino arqueara una ceja, dudoso de esta.

- Un sabor dulce amenazaría con acaparar el resto de sabores.

- Quizá, pero si es un toque sutil? como el del pimiento rojo.

Se llevó la garra al mentón para pensar un poco en las palabras del muchacho, ciertamente no era un chef como el, pero notaba que este estaba hablando con conocimientos de lo que decía.

- Podría ser, pero habría que usar ciertas especias para que los sabores se combinen o se mantengan separados y se saboreen a la vez, pero de forma individual, según la que sea la voluntad del cocinero.

- Estás pensando lo mismo que yo? - inquirió el humano con una sonrisa.

Como si Letosh hubiese podido leer el pensamiento del chico, pronunció junto con él.

- Podemos mejorarlo. - anunciaron al unísono.

Pronto comenzaron a preparar juntos una harina de maíz triturado con especias y condimentos varios. Letosh sonreía enseñando todos sus dientes por el disfrute que le producía una cocina conjunta. Star los miraba con ilusión. Un monstruo y un humano estaban trabajando juntos mientras la gente los miraba. No había odio, no rabia, ni peleas. Solo diversión y alegría, su fiesta estaba siendo justo como ella quería, una fiesta en la que todos pudiesen ser felices juntos.

Por la espalda de la chica apareció Tom con un batido en su mano.

- Gusta la señorita de un batido de fresas dulces? - preguntó el muchacho de forma suave y pícara.

- Tom lo estás viendo? - dijo de golpe con mucha alegría - Está pasando, los monstruos y los mewmanos se están llevando bien, oh dios mío, realmente está pasando. Soy un genio. - se elogió a sí misma y tomó el batido que Tom le trajo para beberlo de inmediato. - Mmm, eres muy bueno haciendo estas cosas.

- Gracias, Brian me dijo que hacer batidos y cócteles podría ayudarme a redirigir mi ira. Y la verdad es que eso de cortar cosas para luego triturarlas y agitarlas como si estrangulases a alguien, te ayuda a desinhibirte. - explicaba este, pero la chica parecía estar muy metida en sus propios pensamientos.

Al chico no le gustaba ser ignorado, pero tampoco podía quejarse, era un día muy especial para Star, y lo mejor que podía pasarle era que todo estuviese saliendo como ella planeaba. La dejó tranquila y volvió a su sitio detrás de la barra, el cual le resultaba agradable, pues desde ahí veía todo lo que ocurría en la fiesta, tanto las cosas normales como las más privadas.

Star aún seguía emocionada por lo que había logrado, no dejaba de disfrutar solo de ver el panorama de la fiesta.

- Este es solo el comienzo. Algún día humanos y monstruos podrán vivir juntos. Hoy todo saldrá bien. - se dijo a sí misma.

Lo que no sabía la chica, era que un invitado no deseado estaba acercándose al templo. Atraída por el escándalo que oía desde abajo y por lo que su instinto le indicaba, Mina Loveberry se encontraba al pie de las escaleras que daban a la entrada del templo. Inspiró hondo mientras miraba hacia arriba.

- Huelo monstruos. - anunció a los oídos de nadie más que los propios mientras ponía un pie en el primer escalón.

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Bueno, un poco de chill después de tanta historia del pasado.

Ralmente no tengo mucho que decir esta semana, a parte de que espero que les haya gustado el capítulo, como siempre. Antes de irme, los dejaré con uno de los comentarios postwritting:


Yo: Tom, durante la noche te han ido pidiendo batidos bastante peculiares en más de una ocasión, qué cosas tienes ahí para hacer batidos?

Tom: pues, los batidos podrían ser hechos con: fresa, banana, naranja, manzana, pera, mango, mandarina, kiwi, sandía, caqui, cereza, mora, frambuesa, mandarina, piña, coco, melón, vegetales, pescado, carne de ternera, gusanos, algas, coral, roca dulce, roca salada, roca agria, goblindog, cuervo de con cinco ojos, pastel, azufre, hamburguesa krusty, piedra filosofal, semillas del ermitaño, frascos de estus, titanita, buenolado, baya frambu dorada, cabello de unicornio, cristales de maná, fruta del diablo, dorayaki, pastel de chocolate espacial, nachos, burrito, quesadilla, sándwich de Heavy, fruto del edén, rosca prohibida, moho, serpientes de túnel, hielo puro de freljord, ora, dolomita, tantrum, nuka cola, tomaco, pitufo, adamantium, kriptonita y muchas otras cosas que tengo el el resto de neveras.

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