Capítulo 64: Demonicismo
El corte de espada hacia vibrar la hoja de esta debido a su rapidez al atacar. Silbaba con el viento y la hierba. Marco, a pesar de haber vuelto a su edad adolescente, no había perdido sus capacidades como maestro de armas. Pero había un problema. El cuerpo con el que manejaba todas las armas existentes era otro. Por lo que tenía que acostumbrarse a utilizar todas aquellas armas que no requiriesen de una gran fuerza. Tenía que conseguir acostumbrarse a la mayoría de estas. Pensaba que tras el incidente de Toffee, ya no habría peligros de grandes proporciones como en aquella ocasión, por lo que no se sintió bajo presión para volver a recuperar la soltura que tenía con su anterior cuerpo. Le quedaba un largo camino por recorrer, más no se sintió desanimado por ello. Simplemente tendría que dedicar tiempo a su cuerpo para poder volver a ser quien era.
Por la izquierda se aproximaba un carruaje arrastrado por dos corceles compuestos solamente de huesos. Delante, no había conductor alguno. Aquellos equinos se encargaban de conducirse a sí mismos. Tras su paso, dos rastros de llamas salidas de las ruedas traseras quedaban marcadas en la hierba. El vehículo se dirigía directamente hacia donde se hallaba Marco. Este se preguntó de qué o quién se trataba. Pero en pocos momentos se percataría de quien era él viajante.
Cuando se detuvo delante de él, un par de botas de cuero descendieron por las escaleras al borde del carruaje. Tom Lucitor, se presentó humildemente ante el joven Marco.
- Tom. - dijo Marco, quien estaba sudando a borbotones tras detener su entrenamiento - Que te trae por aquí?
- Marco - respondió este dando una inclinación formal. Cosa que extraño al muchacho, pero prefirió no preguntar acerca de ello - Necesito tu consejo.
- Para qué? - preguntó dudoso de que el mismo Tom fuese en persona a pedirle consejo.
- Es Star, quiero conquistarla. Pero mi falta de paciencia y control no me permiten ser un hombre calmado y decente. Por favor, necesito que me ayudes.
El joven humano entorno la mirada. Tom se había vuelto menos malvado que antes, bastante, a decir verdad. Pero no estaba seguro de que sus palabras fueran honestas, o que estas no se tratasen de solo de un simple y burdo intento más de conseguir el corazón de Star. Tenía varios motivos para dudar de él, pero solo con verlo a los ojos, se dio cuenta de que este estaba decidido a dar lo fuera por esa chica.
- Bien. Apartaré. - le dijo este al demonio. Marco realizó un corte en el césped donde las ruedas habían dejado marcado el camino de llamas. Estas comenzaron a desprenderse del césped y a acumularse en la hoja de keepsake. La propiedad de defensa ígnea en su espada seguía funcionando de forma adecuada. Todo el fuego acumulado hizo que la hoja de su espada cambiase a un tono rojo incandescente. A la espada la envolvieron las llamas que había consumido. Marco realizó un corte hacia arriba, en el cual las llamas de su espada salieron desprendidas al cielo, hasta convertirse en ascuas que se extinguieron a los pocos segundos de caer. Una vez hecho eso, dio paso firme hacia su hogar. Abrió la puerta con calma - Adelante. – invitó este al demonio.
Tom aceptó la invitación del muchacho y entró a la casa. Cerró la puerta tras de sí y luego buscó a Marco con la mirada. No se encontraba en el living, había pensado que podría estar allí en primer lugar.
- Estoy aquí. - anunció Marco desde la cocina. Tom se dirigió allí, donde encontró al muchacho frente a la nevera, bebiendo un largo trago de agua - Quieres algo de beber? - preguntó volteándose hacia Tom.
- No, gracias. - rechazó con cortesía levantando la palma de su mano.
Marco simplemente se encogió de hombros y cerró la puerta de la nevera. Dejó un vaso con agua para él sobre la mesa y luego tomó asiento.
- Siéntate. - ofreció este.
Tom apartó la silla que estaba frente a Marco y se sentó en esta.
- Dime. Porque quieres realizar este cambio repentino?
Para que Marco pudiese entender la situación, Tom le explicó lo que había ocurrido. El baile, su charla con Star. Básicamente todo lo que ocurrió aquella noche.
- Ella dijo que yo no podría dejar de enfadarme. Fue hace un par de semanas y desde entonces hemos vuelto a hablar y a llevarnos bien. Yo sí creo que puedo cambiar, pero necesito ayuda.
Marco comenzó a golpearse el mentón con su dedo índice mientras meditaba acerca de lo que Tom le había contado. Como escudero y mejor amigo de Star, sabía que recientemente ella y Tom habían comenzado a confraternizar. Esto le alegraba al chico, ya que Tom podría convertirse en un buen apoyo para Star, quien no estaba pasando por su mejor momento precisamente.
- Puedo ayudarte, si lo que buscas es controlar tu ira. – dijo el muchacho tras reflexionar.
- Enserio? – se asombró el joven demonio casi brincando de su asiento con una sonrisa estúpida en su cara.
- Si. – confirmó este levantándose de su sitio y volviendo a dar un largo trago de agua – Pero habrás de ser paciente.
- Lo seré. – dijo animado.
La idea que tuvo Marco, fue llevar al joven Lucitor a su sala de entrenamiento en donde le enseñaría el majestuoso arte de la meditación. Estuvieron sentados por media hora sin ningún sonido más que el de las hojas de los arboles siendo mecidas por el viento. Tom no pudo evitar abrir el tercero de sus ojos, solo para ver que Marco permanecía en la misma posición en la que habían comenzado la meditación.
- Oye, Marco. – interrumpió este, pero el humano no se movió ni tan siquiera un ápice de su posición – Como se supone que me va a ayudar esto?
- La meditación es un arte milenario que permite a sus practicantes conocerse a sí mismo y hallar la paz con su espíritu.
- Y eso cuanto tiempo me puede tomar?
- Hay maestros que han dedicado su vida entera a la meditación hasta poder llegar a obtener tal recompensa.
- Que? – cuestionó este – Toda una vida? – Marco simplemente asintió, aun permaneciendo en su posición de piernas cruzadas y con los ojos cerrados – Pero no tengo tanto tiempo para eso.
De repente el chico abrió los ojos y se puso de pie con calma.
- Si, imaginaba que esto sería demasiado para ti. Así que seré breve. La esencia de este ejercicio, es que puedas dejar a un lado tu ira para poder divertirte con Star. Solo necesitas creer que podrás y esforzarte en conseguirlo.
- Pero no puedo conseguirlo así. Incluso he tenido la ayuda de Brian, y no ha sido capaz.
- Tom, si de verdad quieres a Star, yo creo que podrás hacerlo. – dijo sonriéndole. Tom levantó la mirada y sintió que a lo mejor podría si de verdad lo intentaba, por ella – Además, no es como que puedas arrancarte la ira de dentro.
De pronto, el rostro de Tom dio un brinco, como si a este se le hubiese venido algo a la mente.
- Marco, creo que acabas de darme una gran idea. – se levantó de su sitio de inmediato y comenzó a estrecharle vigorosamente la mano al humano. Y luego se fue corriendo a la puerta – Muchas gracias, Marco Diaz.
Este saludó a Tom mientras se subía a su carruaje y continuaba el trayecto que había marcado su llegada, volviendo a dejar un rastro de llamas en el césped por el que pasaba, hasta desaparecer en la lejanía.
- Bueno, keepsake, parece que tendremos que volver a apagar este fuego. – volvió a realizar la misma acción que antes para desaparecer las llamas, enviándolas al cielo y esfumándolas. Acto seguido, calvó su espada en el suelo y apoyó su codo en el mango de esta, dibujando una sonrisa en su cara por haber hecho una buena acción– Porque últimamente todo el mundo me llama por mi nombre completo?
En el Questbuy, Star y Ponyhead se hallaban de compras. Ponyhead estaba buscando un par de zapatos que fueran a juego con su vestido. Examinaba con detalle cada zapato que veía en los estantes.
- Cual crees que me quedaría mejor. Unos con tacones o unos sin, para ir más casual? - preguntaba esta, apuntando con su hocico ambas opciones.
- Sabes que no tienes pies, no? – le recordó su amiga.
- No me dejas ser yo misma. - protestó esta.
Star simplemente rodeó sus ojos y luego sacó su espejo de bolsillo para ver si Tom había respondido a alguno de los mensajes que le había enviado. Pero ni tan siquiera había leído ninguno de los mensajes que esta le había enviado. A su lado, Ponyhead trataba de llamar su atención.
- Oye, chica. - la llamó, provocando que Star se girase de repente - Te encuentras bien?
- Oh, si. Solo es Tom, que desde el mediodía no responde a ninguno de mis mensajes.
- Oh! Es por eso. Déjame que te cuente una cosa. Estaba yo flotando por un camino de piedras en el bosque. Cuando de pronto pensé "que bien me quedarían unos tacones para andar por este camino". Entonces sentí el olor de unos raritos acercándose, y me escondí para que no me pegaran su rareza. Y no te creerás lo que vi. - dijo enfatizando sus palabras - Tom estaba con un grupo de exorcistas, creo que estaban por hacerle un demonicismo.
Al oír eso, Star se echó hacia atrás llevándose las manos a la cabeza.
- Un demonicismo? - preguntó, escandalizada - Acaso está loco? A dónde se dirigían? – quiso saber.
- Wow, no sé. Al bosque o algo así.
Rápidamente Star salió corriendo de aquel sitio, dejando a Ponyhead con su duda existencial acerca de que par de zapatos escoger.
- Entonces me quedo con los de tacón? – gritó esta cuando Star ya se encontraba demasiado lejos como para oírla.
Mientras tanto, Tom se hallaba con el grupo de demonicistas, los cuales estaban realizando los preparativos para dar inicio a la ceremonia. Todos vestían con túnicas azul oscuro. En su capucha tenían el símbolo de una calavera con cuernos y colmillos. Bajo la sombra de esta, asomaban unos hijos rojos y brillantes. El líder de todos ellos era un hombre de vestimenta similar, con calaveras en los hombros y un bastón del cual colgaba una lámpara con incienso. Este se subió encima de una tarima en donde había un micrófono en el cual realizó un par de pruebas.
- Hola. Se me oye? - se aclaró un poco la garganta y luego continuó - Hermanos y hermanas. - anunció, esta vez con voz fuerte y gutural - Hoy toma lugar otro demonisismo. - la multitud aclamó eufórica - Uno a uno exterminaremos a todas estas alimañas del inframundo y así limpiaremos este reino de la escoria demoníaca. Somos la mano de Dios. Somos su castigo divino. Somos justicia.
- Somos demonicistas. - aclamaron todos al unísono.
Dentro de una tienda, los demonicistas tenían encerrado a Tom. Dos de los acólitos se adentraron en esta y salieron con el joven Lucitor, quien vestía con un traje elegante, como si aquello fuese una ceremonia formal.
- Podía escucharlos desde aquí. Son muy entregados a su trabajo, de verdad. Hasta parecen auténticos acólitos. - decía el chico, sin ningún tipo de preocupación.
El par no respondió, simplemente llevó al chico hasta una enorme cruz de madera en donde lo ataron de sus cuatro extremidades. Tom miró los cierres con los que lo habían atado, consideró que eran cómodos, pero algo ajustados. El que era el líder de los acólitos, se acercó al muchacho haciendo balancear su lámpara de incienso. Del farol se desprendían pequeñas motas de ascuas junto con pequeñas estelas de humo. Varias de estas ascuas fueron echadas encima del joven Lucitor. Estás emitían un aroma agradable. Con un movimiento de mano, el líder ordenó a cinco de los presentes que se colocaran al rededor del muchacho, situándose en las aristas de un pentagrama imaginario. De sus túnicas sacaron cada uno un símbolo religioso, el cual sujetaron firmemente apuntando hacia el demonio. El líder de la ceremonia mojó sus dedos en un líquido amarillo y viscoso dentro de un cuenco.
- Cierra los ojos. - ordenó al muchacho.
- De acuerdo, pero sin cosquillas. - respondió sin darle importancia a la situación.
Los dedos del líder trazaron un símbolo de tres puntas que pasaban sobre los tres ojos del muchacho. Luego sacó un libro de su túnica y lo abrió en un capítulo marcado con un separador. Apuntó su bastón con incienso hacia el sujeto y luego comenzó a recitar los textos del libro en sus manos. Palabras inentendibles brotaban de los labios ocultos tras la capucha del líder. Tom no sentía cambio alguno, por lo que llegó a pensar que esos tipos no eran lo que decían ser. Sin embargo, disfrutó del ambiente y del cántico a capela que habían comenzado a realizar los encapuchados mientras este estaba perdido en sus pensamientos. De repente, unas marcas azules comenzaron a recorrer el cuerpo del muchacho, sin previo aviso. Sintió como estas marcas comenzaban a quemarlo allá por donde se extendían. Su cuerpo comenzó a levitar hasta despegarse la cruz de madera. Solo los enganches en sus brazos y piernas lo mantenían atado al altar ceremonial. El muchacho comenzó a emitir gritos demoníacos, acompañados de llamas azules, las cuales nunca antes habían sido liberadas por él. Los cinco integrantes seleccionados evitaron que aquella destrucción fuese liberada del pentagrama que estaban creando con sus símbolos. Pero aquello no evitó que la combustión se alzará hasta llegar a los cielos.
Star había llamado a Marco para que la ayudase a buscar un sitio peculiar en donde se hallarán un grupo de tipos raros y Tom. Estos se dieron a la tarea buscando por aire. El humano buscó junto a su compañero draconiano. Y la mewmana junto a su compañero Nubi. Resultaba complicado encontrar algo similar a lo que Star había descrito, pues en lo que llevaban de búsqueda, Marco había hallado a unos goblins bailando alrededor de una fogata y a un paladín y un bárbaro luchando a muerte, pero nada similar a lo que Star había dicho.
- Estás segura que es en este bosque? - preguntó el chico casi gritando por la distancia en la que se hallaba de su amiga.
- No. - contestó ella con franqueza.
Marco entorno la mirada hasta tener los párpados por la mitad de sus ojos. No le ayudaba en nada la sinceridad sin escrúpulos de su amiga. Desistió en su idea de realizar más preguntas y prefirió seguir buscando. Probablemente encontraría algo antes si lo hacía de esa forma.
Una columna de llamas se alzó desde el bosque y llego hasta el cielo, iluminando todas las copas de los árboles. El muchacho y la chica se giraron rápidamente hacia la Columba de fuego. Sin siquiera decir una palabra, ambos bajaron rápidamente al lugar de donde provenía todo aquel caos.
Tom gritaba como un poseso, producto del dolor que le provocaban las marcas que se habían extendido por su cuerpo. Estás brillaban con un tono azul eléctrico, y, a medida que aumentaban los gritos del chico, también lo hacía la luz de las marcas. El líder había acabado de recitar las palabras que había en su libro. Lo cerró con una sola mano y con la otra levantó su bastón, listo para el siguiente paso. Azotó la base del bastón contra el suelo haciendo que el incienso soltase muchas virutas de ascuas y una pequeña nube de humo. Las marcas de Tom respondieron a aquel gesto, y comenzaron a brillar con más fuerza, aumentando el agudo dolor del muchacho y provocando en su cuerpo una sacudida involuntaria. Sus gritos desgarraban el cielo como si este fuese a romperse. Un segundo golpe resonó otra vez, causando el mismo efecto que antes, pero mayor. Fue a darse el último golpe, cuando un muchacho cayó del cielo y cortó la espalda de uno de los acólitos que formaba el pentagrama. Este dejó caer el símbolo en sus manos, rompiendo la figura imaginaria y retirando la barrera defensiva que habían creado.
- No! - gritó el líder.
La ráfaga de poder y llamas salió desprendida de donde Tom se hallaba, enviando a volar a todos los presentes.
- Tom! - gritó Star en la lejanía. Pero no hubo reacción alguna por parte del demonio.
El líder creó un bloqueo contra toda aquella ráfaga que se desprendía del cuerpo de Tom, utilizando su libro. Poco a poco comenzó a avanzar hacia el joven Lucitor.
Desde otro extremo, Marco vio al acólito dirigirse hacia Tom. Sabía que aquello no podría tratarse de nada bueno, por lo que comenzó a moverse con dificultad a través de todo aquel caos. Varios de los acólitos que estaban cerca de él, intentaron impedir su paso. Por lo que el chico tuvo que deshacerse de ellos a medida que se interponían en su camino. Pero estaban retrasándolo. En líder, en cambio, avanzaba sin problemas gracias a aquella barrera que le impedía ser empujado por la energía del demonio. Haciendo acoplo de todas sus fuerzas, Marco corrió sin control hacia el líder. Le resultaba difícil al intentar no caerse. Cada paso llevaba consigo un posible desequilibrio que amenazaba con tirarlo al suelo, y si se caía, no llegaría hasta Tom a tiempo. Clavó su espada en el suelo como apoyo y continuó corriendo hacia su objetivo. Finalmente estuvo a punto de alcanzarlo, ya cuando el líder tenía el bastón alzado. En un último esfuerzo saltó hacia él para cortarle el brazo, más este había conseguido dar el tercer golpe antes de que su extremidad fuera cercenada.
Las marcas en el cuerpo de Tom, junto con sus ojos, dieron un último destello y luego comenzaron a apagarse. Los desprendimientos de energía se apaciguaron y las llamas se extinguieron. Tom dejó de levitar y cayó sobre la cruz, inconsciente. Preocupada, Star se apresuró a donde se encontraba el muchacho para socorrerlo.
- Tom, estás bien? Dime algo, por favor. - rogaba esta. Más no recibió ningún signo de vida por parte del demonio. Su preocupación aumentó por momentos. Acercó su oído al pecho del chico, con la esperanza de oír algo. Para su sorpresa, lo oyó. El palpitar de su corazón seguía allí - Marco, aún sigue con vida. - dijo con una sonrisa en su rostro, casi llorando.
Marco se levantó del suelo y se giró hacia la chica. Dibujó una sonrisa en su rostro al saber que su amigo seguía con vida.
- Claro que está vivo. - interrumpió el líder de los acólitos - Nuestra ceremonia estaba hecha para que él liberarse su maldad interna. Y ahora que lo menciono. - se agachó para tomar el bastón de su brazo cercenado y se acercó a donde se encontraba el demonicizado - Apártate. - le ordenó a la chica.
Star, un tanto insegura, obedeció a las palabras del acólito. Aun así, le apuntó con la varita por si este hacia algo sospechoso. El demonicista meneó el candil colgante de su bastón y dejó caer incienso sobre el cuerpo inconsciente del joven Tom. Dentro del traje del muchacho, se comenzó a revolver un pequeño bulto. Se colocó el bastón entre los dientes y, de su túnica, sacó un frasco y encerró al pequeño bulto a través del orificio del recipiente.
- Niña, ayúdame con esto. Toma la tapa. Cuando el pequeño engendro salga de la ropa del muchacho, cierra el frasco. Yo me encuentro un tanto indispuesto. – dijo sugerente, refiriéndose a su brazo cortado.
Sorprendida de lo bien que podía hablar el tipo con él bastón entre los dientes, Star hizo caso de sus indicaciones. El pequeño bulto se movía de un lado a otro en el pecho de Tom, desesperado por salir. Cuando lo consiguió, se encontró nuevamente atrapado, esta vez, por una jaula de cristal. Se trataba de un pequeño demonio llama. Este miraba a todos los presentes y les fruncía el ceño a la vez que protestaba con gritos y chillidos para que lo liberarsen de aquella prisión. Star acercó la tapa hacia el frasco y, de un rápido movimiento, el acólito consiguió encerrar a aquel renacuajo.
- Y, listo. Trabajo terminado. - dijo volviendo a guardar el frasco en su túnica - Que la cólera del señor caiga sobre este espíritu impío y lo purifique.
- Esperen. Ya está? Tom no fue exterminado? - preguntó el chico, un tanto confundido. Lo único que recibió por respuesta, fue una fría negación por parte del acólito. Torció su expresión en un gesto de culpabilidad al ver a su alrededor a varios acólitos cercenados por él - Oh dios mío, a acabo de matar a un montón de gente inocente. - se llevó las manos a la cabeza, preso del pánico y la culpa por haber matado a esos acólitos. Pero un bofetón lo hizo calmarse. Se giró un momento para ver al líder, quien le había dado el bofetón usando su brazo cercenado como arma.
- Ni son inocentes, ni están muertos. - respondió el líder.
El chico, anonadado por la reacción del este, volvió a mirar los cuerpos en el suelo. Se llevó una gran sorpresa al confirmar que estos seguían con vida.
- Los acólitos nunca morimos del todo. Ahora, toma mi bastón y esparce algo de incienso en mi muñón.
Arrepentido por lo que les había hecho, Marco hizo caso a las órdenes del líder. Este último, había juntado su brazo cercenado con su muñón. Cuando le esparcieron el incienso sobre este, la carne de ambas partes comenzó a buscar desesperadamente el contacto de la otra. Al hallarse, la piel de ambas comenzó a fundirse como si fuese alguna clase de material viscoso. Una vez terminado el proceso, el demonicista recuperó la total movilidad de su brazo, como si este nunca hubiera sido cortado.
Lo primero que hizo el líder, tras recuperarse su brazo, fue tomar su bastón y sanar al resto de sus compañeros.
Mientras tanto, Star se encontraba al lado de Tom, esperando que esté mostrase algún signo de vida. Sintió un pequeño temblor en el brazo del chico. Se le iluminó la mirada al pensar que este despertaría. Muy lentamente, Tom fue abriendo los ojos.
- Star? - preguntó, algo confundido, pero consciente - Que haces aquí?
- He vendido para ver cómo estabas, demonio idiota. - dijo con una sonrisa en su rostro - Como te sientes?
- Bueno, siento mucho dolor en todo el cuerpo. Pero supongo que eso debe significar algo. - se inclinó para sentarse sobre la cruz de madera y ver mejor a la chica.
- De hecho, te han quitado un pequeño demonio en llamas de tu cuerpo. Parecía realmente alterado cuando lo extrajeron.
- Eso significa que ya no seré un demonio malvado con problemas de ira? - saltó de la alegría al pensar en esa posibilidad.
- Nada de eso. - gritó una voz desde atrás. El líder de los demonicistas se aproximó al chico - Solo te hemos extraído uno de los cientos y cientos de demonios que tienes en tu interior. Para poder extraerlos todos, estaríamos hablando de un plan de trece años. Pero déjeme decirle que en su primera sesión se ha portado usted de maravilla.
- Trece años? - exclamó, incrédulo. - Seré un demonio malvado y furioso por el resto de mi vida. - se quejó este, enterrando la cara en sus manos.
Star tomó al chico de la muñeca, haciendo que este la mirase a los ojos.
- Tom, no necesitas esto para cambiar. Ya me has demostrado que realmente quieres ser un tipo nuevo, y al menos para mí, eso ya es suficiente. - dijo la chica acercándose al muchacho para darle un cálido abrazo.
Este correspondió el gesto de la chica. Disfrutó del momento con gran alegría. Tristemente fueron interrumpidos por el demonicista.
- Bueno señor Tom, cuando querrá realizar la siguiente sesión? - preguntó este con bolígrafo y agenda en mano.
- Sabe, creo que con la sesión de hoy ya he tenido suficiente.
- Una pena. Si cambia de opinión, ya sabe dónde encontrarnos.
Cuando todos los acólitos se encontraron de una sola pieza. Se dispusieron a recoger todas sus cosas. Star, por su parte, se fue a preparar una nube para llevarse a Tom, por lo que lo dejó al cuidado de Marco. El humano paso el brazo del demonio por encima de sus hombros, para que así se apoyase en él.
- Oye, Marco. - dijo el joven demonio, provocando que el chico se girase a verlo - Gracias por ayudar.
- Nah, yo no hice nada. Solo le impedía a un grupo de gente espeluznante que continuase con tu ritual de forma adecuada
- No me refiero a eso, me refiero a tu consejo. Gracias a tu ayuda, ahora siento que estoy más cerca de ella. – expresó, mirando a Star - Podré controlar mi ira, estoy seguro de ello.
Una vez Star tuvo preparada la nube, fue a buscar a Tom para recostarlo encima de esta.
- Ayúdame a ponerlo encima de la nube. - le indicó a su amigo.
Marco ayudó al joven demonio a ponerse de pie y avanzar hasta la nube que Star le había preparado.
- Vamos, Tom, te llevaré a casa.
- Gracias. - respondió este mientras se elevaban hacia el cielo. Tom le dirigió una última mirada a su amigo humano - Adiós, Marco Díaz.
El humano le correspondió el saludo con la mano. Hasta que ellos desaparecieron en la penumbra de la noche.
- De nuevo, me siguen llamando por mi nombre completo.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Buenas, peña.
Como siempre, les traigo un nuevo capítulo para el deleite de ustedes.
Espero que les haya gustado.
Hasta la próxima.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro