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Capítulo 61: La batalla por Mewni

Ajeno a todo lo que estaba ocurriendo, River festejaba en el castillo día tras día. Al principio fue genial, se despertaba eufóricamente, la música comenzaba a sonar y todo el mundo bailaba usando máscaras y trajes. Luego River luchaba contra un simio hasta el cansancio, luego se atiborran a comida y dormían, y vuelta a empezar. Desafortunadamente, la calidad de la fiesta fue decayendo con cada día que pasaba. Al cuarto día, el recinto y la gente estaban en un estado lamentable, las paredes y el suelo estaban sucios, había comida por todas partes y había muebles y cortinas destrozados. Toda la gente estaba cansada, la cabeza le daba vueltas, y a cada bocanada de aire que daban le acompañaba una sensación de mal estar en el estómago, como si quisieran vomitar. River miraba con tristeza el estado deplorable en el que se encontraba todo, pero él, desesperadamente quería mantener viva la llama fiestera.

- Eh, todos, vamos a festejar.

Los presentes, quienes estaban tirados en el suelo, sillas, sofás o encima de algún cojín, emitieron un quejido al escuchar esa proposición. Uno de entre todos ellos, un bufón, reunió las suficientes fuerzas como para responder.

- Rey River, estamos agotados.

- Va, tonterías, el cansancio se soluciona con más fiesta.

- Rey River, llevamos cuatro días aquí. Allí fuera hay una crisis y lo único que hace es festejar.

- De qué hablas? Si los ciudadanos están contentos.

- Siquiera ha se ha asomado por el balcón a mirar?

Este no respondió, simplemente se acercó al balcón para asomar la cabeza y mirar a la gente de su reino.

- Gente. - gritó este desde arriba, provocando que todo el mundo abajo se girase para verlo - Tengo un compañero aquí que dice que ustedes no están felices, que en el reino hay una crisis. Díganle lo equivocado que está.

Los rostros de los ciudadanos no lucían muy alegres de ver a su rey. Una anciana, que vestía con ropas de tela raídas y un bastón, de entre todos los presentes, se aproximó a responderle.

- Señor River, es usted una vergüenza! – gritó ella - además de engañar al pueblo y ocultarnos algo que bien podría considerarse un claro conflicto político y mágico, ahora se oculta en sus aposentos teniendo fiesta tras fiesta mientras el caos y el desasosiego gobierna en las calles de su reino.

- Pero... - quiso intentar defenderse medio oculto tras la barandilla de mármol del balcón.

- Silencio, no queremos un rey egoísta que no se preocupa en lo más mínimo por su pueblo.

- Entonces... no soy un buen rey?

La señora entornó la mirada haciendo que las arrugas de su rostro fuesen más notorias. Frunció el ceño e hizo una mueca de desagrado con su boca.

- No. - contesto seca y cortante.

Humillado, el rey caminó lentamente hacia el interior con la cabeza abajo mientras el pueblo le tiraba vegetales podridos.

- Que le dijeron? - preguntó el bufón.

- Déjame en paz. - soltó este mientras se recortaba en una esquina en posición fetal y se chupaba el dedo.

Un halcón que portaba un collar con un espejo pequeño, miraba por la ventana del castillo. Dio un gañido y salió volando. En el cuartel de la orden armada, Talux observaba como el ave se alejaba de allí tras haber presenciado la derrota emocional del rey River. Marco apareció detrás de él con dos cafés, uno en cada mano.

- Aquí tienes. - dijo el humano acercándole uno de los cafés.

- Gracias. – respondió tomando el café que le habían traído.

El tiempo que River había llevado de fiesta, ellos lo llevaban de estar vigilando los alrededores del castillo y de dormir poco. Sabían que tenían que estar descansados si querían luchar, pero en aquella situación no podrían permitirse el lujo de ser sorprendidos mientras algunos dormían y perder tiempo preparándose. Es por eso que los caballeros habían comenzado a dormir con la armadura puesta y con sus armas pegadas a la mano. Marco en particular, llevaba puesta la armadura que Hekapoo le había hecho específicamente para él, la situación lo ameritaba. Hacían dos descansos de dos horas por día, el resto del tiempo se pasaban haciendo guardia por los muros, y vigilando el reino desde arriba mediante los espejos.

- No crees que River necesite un poco de ayuda? - preguntó Marco tras ver aquel lamentable intento de charla entre el rey y el pueblo.

- Si. - dio un sorbo a su café - Pero ninguno de los que estamos aquí sabe de política, ni mucho menos como tratar a una turba furiosa, pero sí creo que necesita ayuda.

- Tal vez yo pueda echarle una mano, ya he vivido esta clase de situaciones antes.

- Adelante, si veo algo te avisaré, llévate tu espada por precaución.

El muchacho tomó a keepsake y abrió un portal hacia el castillo. Tan pronto llegó, buscó al rey con la mirada, lo encontró tirado en una esquina, en posición fetal, y chupándose el dedo, tal y como se vio en el espejo. Se le acercó para llamarle la atención.

- River? - al oír esa pregunta, el desdichado se giró bruscamente para ver de quién se trataba.

- Oh, eres tú, Marco.

- Que hace ahí tirado?

- Nada, solo acepto que soy un farsante y que no sirvo para reinar.

- De qué habla, si usted es un buen rey.

- Dime algo que haya hecho por este reino.

La preguntó tomó a Marco desprevenido, comenzó a darse golpecitos en el mentón con su dedo índice, para pensar mejor.

- Usted hace buenas fiestas.

- Oh, por favor. - dijo levantándose del suelo, indignado - Ser rey requiere de mucho más que saber hacer buenas fiestas, hay que preocuparse por el pueblo y velar por su prosperidad. Pero yo no soy esa clase de rey. - soltó acercándose al balcón, Marco los acompañó - Míralos, muchacho, les he fallado, todos ellos están pasando por un momento de crisis y esperan que su rey les ayude a arreglar las cosas, pero no valgo para eso, no soy un buen rey, solo soy un tipo que se cree rey.

Las palabras de River eran arrolladoras, se había percatado de que este reino podría estar mejor sin él, la verdad lo aplastó.

- Ni siquiera podré proteger al pueblo de ese monstruo gigante de allí

- Espera, qué?

Marco giró la cabeza y vio en el horizonte a un monstruo similar a un dinosaurio con una cabellera emo.

- Siquiera es esto serio?

El monstruo avanzaba sin pausa hacia donde ellos se encontraban.

- Bueno, la barrera lo detendrá.

Cuando se fijó mejor en la barrera, se percató de que está había comenzado a desintegrarse, tenía un hueco enorme en su epicentro, el cual se extendía hasta la base y una mitad de la cúpula, justamente por donde el monstruo podía pasar sin problemas. Decidió, Marco tomó el mango de su espada, listo para detener a la criatura, pero echó un último vistazo a River, aún se veía demacrado, él necesitaba recobrar la confianza en sí mismo.

- Rey River, tiene que hacer algo.

- No me llames así, no soy un rey, solo soy un fracaso.

Al principio, Marco se había apiadado de River, pero tanto mártir había acabado por colmar su paciencia.

- Suficiente. - dijo tomándole la cabeza a River y obligándolo a mirarlo a los ojos - Escúcheme, tal vez no sea un buen rey, ni tampoco el que este pueblo merecería, pero usted es lo que este pueblo tiene, y le guste o no, usted es su rey, aquí y ahora. Se lamenta por no serles de ayuda, entonces deje de llorar y salga ahí fuera y defiéndalos.

Las palabras del muchacho dolían, no por ser duras, sino por ser ciertas, pero un corazón puede soportar cierta cantidad de dolor, y cuando esté llega a su límite, se opone a seguir sufriendo.

- Bah, tienes razón. - gritó este - Soy River, un hombre de acción, curtido en lo salvaje. Mi pueblo me necesita, y les guste o no, tendrán que aceptarlo.

Este se subió a la barandilla del balcón y arrancó sus ropas dejando nada más que su corona y una falda hecha con hojas.

- Pueblo. - anunció este gritando a los cuatro vientos, todo el mundo se giró a verlo - Se que no he sido, ni soy, el mejor rey, pero soy lo único que tienen, y juro por mi vida que lucharé por este reino.

- Luchará por nosotros rey River?

- Lucharé por ustedes. Empezando por ese monstruo. - expuso apuntando al monstruo que se aproximaba al castillo.

Todo el mundo soltó un suspiro de sorpresa al ver a la criatura que se acercaba. River salto del balcón y cayó de pie.

- Uy, no debí hacer eso. - soltó apoyándose la mano en la espalda. Tomó una lanza que había tirada por el suelo y lideró a su pueblo - Mewmanos, tomen un arma y síganme, derrotemos a ese monstruo.

El pueblo entero grito y siguió a River, quien corría encabezando a toda la turba de gente. Llegados a un montículo, se vieron cara a cara con el monstruo.

- Monstruo, prepárate para luchar. – anunció River alzando su lanza y soltando su grito de guerra.

El resto de mewmanos gritaron con él, eufóricos e inspirados por la devoción del rey por protegerlos. Uno a uno, levantaron sus lanzas y se prepararon para atacar.

- Espera, lucha? No me habías llamado tu desde la ventana de tu balcón.

Tras oír lo que el monstruo acababa de decir, tanto la turba como el rey, se detuvieron, desconcertados.

- Emmm, no. - dijo el rey pasándose la mano por la nuca - Ciertamente no te he llamado, tampoco te conozco así que no veo motivo por el cual lo haría.

- Oh, entonces debió haber sido un malentendido por mi parte, disculpen las molestias. - expuso el monstruo antes de dar media vuelta y partir - Mamá tenía razón, necesito comprarme gafas. - murmuraba para él en la lejanía.

Cuando el tipo grande se perdió entre los árboles, el pueblo entero estalló en gritos de euforia y alegría, aclamando al rey por su hazaña. Un portal se abrió a su lado, y de este salió Marco.

- Ves River, no eres un mal rey después de todo.

- Gracias, Marco.

- Viva el rey River. - gritó alguien de la multitud, haciendo que el resto también lo vitorease.

Lo subieron en brazos y lo llevaron de vuelta al reino. El humano se quedó atrás, admirando como la moral del reino subía por las nubes y como River se alegraba por volver a recuperar la confianza en sí mismo. En su bolsillo algo comenzó a vibrar, era un pequeño espejo que llevaba consigo para que pudiesen contactar con él. Cuando lo abrió, vio en el cristal a Talux, este no se veía muy contento.

- Eh, Talux, no crees que soy el mejor consejero que el rey podría tener?

- Marco, no es tiempo para eso, acabamos de avistar a las tropas de Ludo, se acercan por el flanco izquierdo del castillo, no hay tiempo para que vengas aquí. Lleva a todos los ciudadanos lo más al centro posible de la ciudad y luego ve a la torre este.

Todo era muy repentino e inesperado, pero como caballero de la orden, se le exigía mantener la calma en todo momento al humano, por lo que no se dio el lujo de sorprenderse, solo asintió y acató las órdenes de su líder y dirigió a donde estaban los ciudadanos. Apareció delante de ellos por un portal. Inmediatamente abrió varios portales he indicó a la gente que se metieran en ellos.

- Que pasa Marco? - preguntó el rey alarmado por la repentina actitud del muchacho.

- Estamos a punto de sufrir un ataque. Tenemos que llevar a los ciudadanos a un sitio seguro.

- Podemos luchar, Marco.

- No están preparados, los caballeros se encargarán de defender el reino.

- Entonces déjame ayudarte.

- No puede señor, ahora mismo su pueblo lo necesita, debe permanecer junto a ellos como rey que es.

A River todo aquello no lo convencía, pero el rostro de Marco decía que no era momento de perder el tiempo. Hizo caso a las palabras del muchacho, y se dirigió a los portales junto con sus ciudadanos. Una vez todos atravesaron los portales, estos se cerraron. Sin tiempo que perder, Marco usó las tijeras para aparecer en la torre este junto a sus compañeros. Los cuales se hallaban ya preparados para la batalla que se avecinaba. A lo lejos, veían a un ejército de zarigüeyas corriendo como si se tratase de pequeños caballos galopantes.

- Guerreros, prepárense, porque este día será el día en el que defendamos Mewni codo con codo, unidos contra el enemigo. Recuerden, una vez que estemos en el fervor de la batalla no pararemos ante nada hasta que cada una de esas alimañas peludas sea aniquilada. Orden armada, están listos? - gritó Talux lleno de euforia, motivando a sus guerreros.

Los presentes gritaron afirmativos a las palabras de su líder. Eran treinta y cinco caballeros. Siete arqueros, tres lanceros, cuatro asesinos, doce espadachines, tanto a una como a dos manos, y nueve guerreros que usaban armas pesadas, tales como martillos gigantes, manguales y mazas, dos de esos nueve guerreros eran enormes hombres de más de dos metros de altura, además de que sus cuerpos ocupaban lo que dos hombres de ancho. Todos estaban más que listos para atacar.

Talux dio la orden y los arqueros abrieron siete portales por los cuales saltaron los caballeros. Aparecieron el en campo de batalla a quinientos metros de sus enemigos. Su número parecía superar los mil, pero no se acobardaron ante la desventaja numérica. En su sangre había inspiración, hambre de lucha, y un noble sentimiento de protección por su reino y sus ciudadanos. El sol, despejado de nubes, hizo brillar con ahínco la armadura que Hekapoo le había hecho a Marco, esta sería su primera batalla.

- Orden armada, formación en flecha. - gritó Talux. Inmediatamente todos se colocaron en una posición predeterminada. Los lanceros hicieron una punta triple, los dos tipos grandes irían justo después de ellos, y el resto se distribuyó de forma organizada por los otros dos lados - A mi señal. - anunció este. Las zarigüeyas estaban ya a menos de cien metros de ellos - Ahora!

Los caballeros gritaron llenos de valor y corrieron hacia sus enemigos. Los lanceros chocaron contra las desafortunadas zarigüeyas que corrieron la suerte de ir al frente de su ejercicio, fueron empaladas como carne a la brasa, estos movieron sus lanzas con fuerza para deshacerse de estos cadáveres, los cuales golpearon a varios soldados. Estalló la batalla. La orden había entrado en las líneas enemigas. Los animales comenzaron a atacar a todo aquel que podían. Furiosas eran las hojas que cortaban a sus enemigos por la mitad. Marco cortaba a todo enemigo que se ponía a su alcance, no importaba su número, pues todos perecían rápidamente a ante el filo mortal de keepsake. Aquellos guerreros con espadas cortaban con facilidad a las zarigüeyas, pero tenían que ser rápidos, pues su número era lo que les daba ventaja. Varios asesinos se escabullían entre ellos y los eliminaban con rapidez. Una en particular, se movía por lo bajo y conseguía mezclarse con los animales, Sernya, quien aparecía por sorpresa y apuñalaba y cortaba la yugular de sus enemigos. Entre los asesinos, se encontraba Roger, quien se movía como un animal entre las alimañas, corría y saltaba, y a la par que lo hacía, cortaba todo lo que había a su paso. Los lanceros se dedicaban a crear poderosos cortes entre las filas enemigas, además de usar sus lanzas como picas para apuñalar a los roedores y lanzar sus cadáveres contra el resto. Ronnin, en particular, prefería a abatirlos a todos a base de cortes fuertes y violentos. Aquellos que usaban martillos, mazas y manguales, se dedicaban a destrozar a todas y cada una de las criaturas que estaban a su alcance. Los tipos grande, quienes portaban un martillo enorme y una maza desproporcionada, barrían todo a su paso con cada golpe que daban. Zarigüeyas volaban por los aires cada vez que ellos movían sus armas. Pero eran lentos, y eso los exponía a ataques por la espalda. Varias de las criaturas saltaron con sus dientes expuestos, preparados para arrancar la piel de sus adversarios. Desde los aires, cayeron varias flechas que atraparon a los roedores en el salto y los hicieron caer antes de llegar a tocar a nadie. Por último, estaba Talux, quien cortaba a todo lo que había a su alcance usando su mandoble. Este realizaba golpes en arco, tajos, estocadas, y giros mortales que lo convertían en un torbellino de acero. El enemigo tenía claramente rodeado a los caballeros, pero no eran rivales para ellos. Perecían rápidamente, aun así, no dudaban en continuar.

- Ves que estén reduciendo en número? - gritaba uno de los espadachín.

- No lo parece.

- Si tienen tiempo para hablar, tienen tiempo para matar. Así harán que su número reduzca antes. - soltó Ronnin al oírlos.

Era verdad, su número era inmenso, parecía no acabar, pero los arqueros veían claramente que estos eran cada vez menos.

- Sigan luchando, no pueden con nosotros. - gritaba Talux quien no dejaba de acabar con zarigüeya tras zarigüeya. Una que le saltó por detrás estaba a punto de atraparlo, pero este se giró rápidamente y la apuñaló, dejando su cuerpo colgando en la hoja de su espada - Por Mewni. – vitoreó, alzando su espada con el cadáver en ella.

Los caballeros se estaban cansado, pero las palabras de Talux subían sus ánimos y los llenaba con energía. Cada vez atacaban con más fuerza, con mayor velocidad y mejor. Aquella era la orden armada, aquellos eran sus guerreros, y aquel era su líder, un líder que inspira la confianza y la seguridad que sus caballeros necesitan para continuar luchando sin importar el adversario. La moral de sus enemigos estaba por los suelos, tanto fue así, que varias de las zarigüeyas entre sus filas, comenzaban a retirarse.

- Se están retirando. Continúen el ataque, vamos!!! - seguía inspirando Talux a sus aliados.

La euforia los invadió a todos, su victoria estaba más que asegurada, pero ocurrió algo que les llamó la atención. Las zarigüeyas retrocedieron, pero se pararon tras alejarse varios metros del enemigo. Algo no andaba bien, su moral debía de hacer que estos huyeran, pero había alguna cosa que hacía que ellos permaneciesen allí, con total calma. Talux se detuvo en su sitio y ordenó al resto de guerreros que esperasen, los arqueros mantuvieron sus arcos tensados a la espera del siguiente movimiento del enemigo. Entre las filas de su ejército, se abrió un camino, por este apareció un monstruo que todos los allí presentes conocían.

- Ludo. - dijo Marco por lo bajo.

- Vaya, vaya, vaya. No me habría esperado un enfrentamiento como este, pero la verdad es que merecen un aplauso. Aunque ahora mismo su mejor opción es rendirse.

- De qué hablas, maldito? - gritó Talux - Hemos acabado con más de la mitad de tu ejercicio y hemos infundido el miedo entre tus tropas. Mis guerreros aún tienen hambre de batalla. Que te hace pensar que estás en posición de sugerirnos la rendición?

Ludo no pronunció palabra alguna, solo sonrió y apuntó hacia arriba con su mano derecha, la cual estaba fusionada con la varita. Talux se giró y vio en el cielo a un águila sosteniendo una araña enorme entre sus patas.

- Pero que? Arqueros. - ordenó este para que atacasen a las bestias, pero estos se hallaban atrapados en redes arácnidas - Maldito. - dijo este corriendo hacia él con su mandoble en alto.

- Levitato. - pronunció lado apuntando con su mano al arma del guerrero esta se elevó más allá de sus manos y fue lanzada a lo lejos. Hizo lo mismo con todas las armas del resto de guerreros, a la vez.

En tan solo un momento desarmó a todos los miembros presentes de la orden armada. Estaban en una situación complicada, lo mejor en ese momento, era la retirada.

- Caballeros, retirada. - anunció Talux sacando de su bolsillo unas tijeras y apresurándose a abrir un portal en el suelo.

El resto de caballero hizo lo mismo, pero varios disparos de telaraña atraparon sus tijeras y las dejaron pegadas al suelo. Sus enemigos aéreos habían cortado su método de escape. El plan era volver a la base y tomar nuevas armas para volver a la batalla, pero ahora no podrían volver a hacerlo.

- Adiós, caballeros. - se despidió Ludo levantando su mano y apuntando a todos sus enemigos - Levitato. - todos ellos salieron volando por los cielos hasta perderse en las nubes. Todos, excepto uno - Ha, Marco, no esperaba volver a verte por aquí, y mucho menos esperaba verte convertido en adulto. Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que nos vimos.

- Vaya, si recuerdas mi nombre. Más aún me sorprende que me reconocieses.

- Como olvidar al chico que ayudó a Star a frustrar todos y cada uno de mis planes malvados.

- Todos y cada uno de ellos. - bramó este a la vez que corrió con gran velocidad y saltó con el pie delante, listo para darle una patada en la cara a Ludo. El intentó atraparlo en su hechizo, pero el tipo se desvió rápidamente a donde se encontraban sus tijeras. Ese era su plan desde el principio, consiguió tomarlas, pero...

- Levitato.

Ludo atrapó al muchacho en su hechizo y lo lanzó muy lejos hasta perderse en el horizonte. El lanzamiento fue tan fuerte, que las tijeras se le cayeron sin que siquiera pudiese hacer uso de ellas.

- Y ahora, llegó el momento de ir por el castillo.

Mientras tanto, Star y su madre se encontraban golpeando a puerta de la casa de Buff Frog. Estás dos habían pasado por una gran cantidad de cosas hasta llegar allí.

Cuando Moon se fue con el carruaje tan lejos como pudo, llevó a Star a un templo secreto escondido bajo el río. Allí se refugiarían hasta que el peligro pasará. En el templo había varios altares en con agua en donde se colocaron a los miembros de la alta comisión, allí, la magia del sitio renovaría la esencia de sus cuerpos y estos volverían a la normalidad. Aun así, Star se opuso rotundamente a quedarse allí estancada mientras Toffee andaba suelto. A pesar de las advertencias continúas de Moon, Star no quería aceptar que lo mejor que podían hacer era quedarse allí a esperar solo porque ella era la portadora de la varita.

Moon se dio cuenta entonces, de que para que su hija entendiera su punto, tendía que contarle la historia de su pasado. La historia en donde el ejercicio de lagartos, liderados por Toffee, asesinó a su madre. Ella tuvo que convertirse en reina a sus catorce años y hacerse cargo del reino, y de la delicada situación de guerra en la que se encontraban. Todo el peso del reino recayó sobre sus hombros. Tuvo que hacer un pacto con Eclipsa, la reina oscura, para aprender un hechizo que pudiese derrotar a los lagartos, una raza con la capacidad de regeneración muy superior a la del resto de seres, prácticamente inmortales. Lo consiguió, obtuvo el hechizo haciendo un trato con la reina oscura, pero a cambió, esta, quien era prisionera en un enorme trozo de cristal creado por Rhombulus, sería liberada una vez que derrotase al líder de sus enemigos. A Moon no le gustó, tener que liberar a aquella mujer de su prisión, pero el reino estaba en peligro, por lo que no tenía más opción que aceptar. El hechizo funcionó, ella destruyó el dedo medio de la mano derecha de Toffee, su magia impidió que este se regenerase, y eso fue suficiente advertencia para que el ejército lagarto se disolviera y abandonase sus planes de guerra. Moon había salvado al reino, y como no eliminó a su enemigo, Eclipsa no sería liberada de su prisión. Pero el trato que hizo, y la marca de corrupción en sus brazos por usar la magia de Eclipsa, la perseguiría por el resto de sus días.

Tras explicarle todo esto a Star, ella entendió la preocupación de su madre, y le dijo que estaría tranquila. Esto la calmó. Pero su paz no duró mucho tiempo. Algo había ocurrido con el curso de la magia, por lo que el templo comenzó a expulsar un fluido oscuro por sus fuentes y por los altares de forma alarmante. Tuvieron que abandonar el templo, junto con los miembros de la alta comisión mágica dentro mientras esté se hundía. Las esperanzas de recuperar a sus aliados se esfumaron, dejando nada más que desesperación al perder la oportunidad de volver a la vida a sus camaradas y de perder su único refugio. Sin embargo, Star conocía a alguien que podría ofrecerles cobijo.

La puerta de la casa del pantano se abrió, revelando a Buff Frog tras ella.

- Star Butterfly. - dijo este con alegría.

- Buff Frog. - gritó ella saltando y dándole un fuerte abrazo.

El monstruo vio tras la chica a la reina de Mewni, no se veía muy alegre de ver a este tipo, aun así, él debía mantener sus modales.

- Adelante, pasen. - ofreció él abriendo la puerta he invitándolos a entrar.

Una vez sentados, le contaron la situación en la que se encontraban, y en la que se encontraba el reino. Su amigo comprendió a la perfección la preocupación de ambas chicas, él también se preocupó al saber que Toffee aún seguía con vida y que tenía un plan para apoderarse del reino. Las invitó a hospedarse allí cuanto les fuera necesario. Moon le agradeció y se disculpó un momento para asistir al tocador. Star aprovechó el momento en el que su madre su fue para comentarle algo a Buff Frog.

- Buff Frog, necesito que me ayudes con una cosa. Quiero que distraigas a mi madre mientras yo voy hacia el castillo para detener a Toffee.

- Espera, Star. Este no es como ninguno de los enemigos a los que te has enfrentado, si vas a buscar a Toffee, será mejor que tengas un plan.

- No te preocupes, tengo un gran plan.

- De acuerdo, confío en ti. Ve a jugar un rato con mis bebés, yo distraeré a tu madre mientras tanto. Cuando veas la oportunidad, te marchas.

La princesa le dio un abrazo de agradecimiento a su amigo y se fue a la habitación de los bebés sapos. Estos ya tenían brazos, excepto por Catarina. Se alegraron mucho al ver a Star, tato, que le saltaron encima.

En el salón, Moon y Buff Frog charlaban mientras jugaban un juego de mesa que tenía el monstruo. Por los objetivos a realizar y el concepto del juego, Moon veía en este una percepción distinta hacia la relación que había entre los monstruos y los Mewmanos de la que ella tenía. Era como si los monstruos fuesen las víctimas de los Mewmanos, como si estos fueran criaturas agresivas y temibles. Esto la llevó a terminar en ciertas discusiones con su anfitrión, expresando que la idea que tenían los monstruos acerca de la sociedad, estaba equivocada. Buff Frog le decía que él estaba convencido de que la concepción que ellos tenían acerca de la sociedad, era correcta. Lo que se podía notar en común por ambas partes, era que su principal prioridad era proteger a las crías de cada uno de los bandos, dándose a entender que ser los mejores padres estaba por delante de todo. Esto hizo mella en el pecho de Buff Frog, quien se levantó de golpe de la mesa y apuntó hacia la puerta, allí se encontraba Star a punto de girar el pomo y fugarse de allí, la había delatado.

- Lo siento, Star, pero no puedo dejarte marchar sabiendo que tu madre hace todo lo posible por tu bienestar, y como padre que soy, lo entiendo perfectamente.

- Gracias, Buff Frog. - dijo Moon apoyando su mano en el hombro de este - En cuanto a ti, jovencita, ve a la habitación y no salgas de ahí.

Sintiéndose completamente traicionada, Star se fue de nuevo a la habitación con los bebés, cerró la puerta de golpe y se apoyó en ella hasta caer sentada.

- No parece que tu plan haya salido como querías. - dijo una voz chillona.

- Ni lo menciones. Un momento, quien dijo eso?

- Yo. - dijo Katrina frente a ella.

- Katrina, puedes hablar.

- Hace tiempo que puedo hablar, soy la única de momento, pero eso no es lo importante ahora, puedo ayudarte a salir, sígueme.

La pequeña, con ayuda de sus hermanos, abrió una escotilla secreta que había bajo la alfombra de su cuarto. Todos se metieron por allí, sin dudarlo ni un momento, Star se metió junto con ellos. Tras un par de minutos aparecieron a las afueras de la casa, en medio del bosque.

- Genial, como es que tenían un pasaje secreto?

- Lo usamos cuando nos vamos de fiesta para bailar. - explicó la bebé - Oye, Star, tienes un plan para detener a Toffee?

- Sinceramente no.

- Star, no sé si deberías hacer esto sin un plan.

- Si no lo hago yo, no lo hará nadie, debo detener a Toffee cuanto antes. - se acercó a los bebés y les dio un abrazo a todos - Gracias, los echaré de menos.

Una vez se despidió de ellos marchó en dirección al castillo. Katrina solamente observó con el resto de sus hermanos como Star se alejaba hasta perderse en los árboles.

- No lo conseguirá. - dijo desilusionada para sí.

En el castillo ahora dictaba la orden otro rey, Ludo, quien, tras haberse desecho de los caballeros de la orden, tomó el castillo sin muchos problemas, encarceló al antiguo rey y se apoderó de todo. Pero, a pesar de que había conseguido lo que quería, se sentía vacío, los ciudadanos no lo querían, lo repudiaba y le temían. Intento hacer todo tipo de trucos para ganarse su afecto, pero todos ellos fueron en vano. Fue al calabozo del antiguo rey, en donde le ordenó que les dijese a sus antiguos ciudadanos que le obedecieran. Este solamente se rio y le dijo que no importaba lo que ocurriese, ellos nunca lo seguirían, podría ser un gobernante, pero no sería un verdadero rey. Aquello acabó con la paciencia de Ludo, quien decidió hacer una ceremonia en donde se desharía públicamente del rey. Un coro realizaba cánticos hacer a de historias heroicas, falsas, del rey Ludo. Cuando llegó la hora del destierro, no le dio a River ni la oportunidad de decir sus últimas palabras, utilizó su hechizo de levitación y lo elevó por las nubes hasta perderse en el cielo, también hizo lo mismo con el coro, se había cansado de escucharlos.

Star, que había conseguido infiltrarse en el castillo, se disfrazó de zarigüeya e intento atrapar a Ludo. Este caminaba por la sala que daba al balcón en donde acaba de enviar a River por los cielos, pero la princesa ni lo sabía. Estaba hablando con su mano derecha. Ella creyó que el monstruo final mente había perdido la cabeza. Hizo caso omiso a ese detalle, y se centró en su trampa. Se acercó para atraparlo por la espalda mientras no la veía, pero antes de ponerle la mano encima, una red de araña la atrapó la dejó colgando del techo. Ludo se giró al oír el sonido que se produjo la chica al ser atrapada, solo vio a una zarigüeya enorme. Le levantó la máscara un momento y entonces todo cobró sentido.

- Star Butterfly, que sorpresa tenerte aquí en mi castillo.

- No te saldrás con la tuya Ludo. - amenazó ella.

- De hecho, ya lo hice, acabo de enviar a tu padre al cielo, donde nunca más lo volverás a ver.

- No te creo, aunque así lo fuera, el volvería, es un hombre curtido en lo salvaje, un poco de aire no podrá con él.

- Bah, palabrerías. Llévenla al calabozo.

Un par de zarigüeyas tomaron a Star y se la llevaron consigo, la llevaron a la celda en donde me pusieron un par de grilletes y luego la encerraron. Ahora se hallaba sola y atrapada.

- Maldición, debería haber pensado en un plan antes de venir aquí. - dijo para si, lamentándose por haber sido atrapada tan fácilmente.

- Eso habría sido lo mejor. - respondió una voz misteriosa.

- Quien anda ahí?

La reja de ventilación que estaba en el techo de la celda se cayó, de esta salió una cara familiar.

- Hola, Star.

- Marco, qué haces aquí? También te atraparon y conseguiste salir.

- No exactamente. - se le acercó y abrió los grilletes de la chica utilizando una llave que le había robado a Ludo mientras dormía. Cuando la chica se liberó abrazó a su amigo, él le correspondió el abrazo, luego la apartó un poco y continuó con su explicación - Un grupo de guerreros y yo nos enfrentamos al ejército de Ludo, estábamos ganando, pero entonces apareció el y utilizó su magia para enviarnos por los aires. A mí en particular, me envió lo más lejos posible, de no ser por Nachos, que me escucho cuando lo llamé, tal vez no estaría aquí, estaría a muchos kilómetros en la lejanía.

- Me alegro de que estés bien.

- A ustedes cómo les fue?

- El plan de mi madre era ocultarnos de forma indefinida hasta que el peligro pasase. La dejé en casa de Buff Frog y me escapé para intentar detener a Toffee.

- Y los miembros de la alta comisión?

Esa pregunta le recordó a Star lo que había sucedido en el templo, trago saliva porque siento como se estuviese a punto de formar un nudo en su garganta. Pensó que podría decirle una mentira a su amigo para no herirlo, pero este vería a través de su farsa. Llegó a la conclusión que lo mejor era ser sincera, a pesar de lo difícil que sería para Marco oír aquello.

- No conseguimos despertarlos. Mi madre me llevo a un templo en el agua en donde había varios altares para dejar a los miembros de la alta comisión, se supone que allí deberían de haberse recuperado, pero algo ocurrió. De los altares comenzó a salir un líquido oscuro y espeso. Tuvimos que salir de allí lo más rápido que pudimos. El templo se hundió, junto con los miembros de la alta comisión en él.

La noticia le sentó como un cubo de agua fría, se le notó en el rostro. Marco se giró un momento y apoyó la cabeza en la pared. Sentía tristeza, rabia e importancia. Le hubiese gustado ir personalmente por Ludo y hacer que Toffee saliera para aniquilarlo con sus propias manos, también le hubiese gustado llorar por la pérdida de su amada ahora que sabía que no podría recuperarla. Pero no se permitió distraerse con sus emociones, dio total prioridad a la situación actual, eso había aprendido en el templo, a no dejar que sus emociones lo dominasen, y él, había aprendido bien. Despegó su frente de la pared y volvió a mirar a Star.

- No pasa nada, ahora lo importante es detener a Toffee. Tienes algún plan?

A la princesa le sorprendió la forma en la que el muchacho se había tomado la noticia, no pareció afectarle eso le preocupó más de lo que podría aliviarla. Decidió centrarse en derrotar a Toffee y recuperar el reino.

- De hecho, tengo uno, pero necesitaré tu ayuda.

Ludo seguía en su balcón hablándole a su mano, se veía un tanto confundido. Tras de él volvió a aparecer la dichosa princesa.

- Espera, hablamos luego. - le dijo a su mano - Como te has escapado?

- Secretos de princesa.

No le importó que ella hubiese conseguido escapar, pronto volvería a su celda. La araña que había aparecido anteriormente, volvió para atrapar de nuevo a la chica. Le lanzó un disparo de telaraña para atraparla, pero una mano se interpuso, recibiendo el disparo.

- Star, apartaré un poco, esto no será bonito.

El muchacho tiro con fuerza de la tela y trajo consigo a la araña. Preparó su puño y le dio un poderoso golpe cuando está llegó hasta él. La envío contra la pared y está cayó inconsciente.

- Tú también? Te lancé muy lejos de aquí. – se quejó al ver al humano.

- Creo que calculaste mal las distancias.

- Ahora verás. - amenazó Ludo apuntándole con su mano.

- Espera. - dijo Star - Ludo este no eres tú, es Toffee, te está controlando. - bajó la mano, más por confusión que por credulidad - Cuando hablas con tu varita, no son voces, no estás loco, sino que es alguien más que busca apoderarse de tu cuerpo.

Al principio le pareció una completa estupidez, pero cuando mencionó las voces, todo cobró otro sentido. Esa habla en su cabeza, ese pequeño pitido que no lo dejaba en paz, quería deshacerse de él, quería erradicarlo.

- Las voces, tienes conocimiento acerca de ellas. Quiero quitármelas, quitarme estas voces de la cabeza, me están volviendo loco, ayúdame a quitarlas, no me importa lo que cueste.

- Puedo echarte una mano con eso. Sígueme.

Por otra parte, Buff Frog y Moon se estaban acercando. Ya se encontraban por las calles de Mewni, casi a punto de llegar al castillo.

- Esa niña no me escucha cuando le digo que no debe enfrentarse a Toffee, solo espero que se encuentre bien.

Finalmente llegaron a las puertas del castillo. El monstruo dio un poderoso salto y cargo a Moon hasta uno de los balcones. Rápidamente quiso entrar para buscar a su hija, pero Buff Frog le detuvo.

- Espere reina, mire allí. - dijo apuntando a otro balcón más bajo en donde se hallaba Star y Ludo. Moon se asomó presurosamente al balcón.

- Star, estás bien. - dijo con alegría. Pero había algo extraño allí.

Star terminaba de pronunciar las últimas palabras del hechizo del susurró, aquel que destruía la varita. Ella miró a su madre por un momento y dibujó una pesada sonrisa mientras el espíritu del unicornio que daba poder a la varita de Ludo, se esfumaba. El colapso de energía se produjo debido a aquel suceso, y creó una explosión que destruyó la torre en la cual se hallaba el monstruo y la chica. Moon y Buff Frog bajaron rápidamente a buscar en los escombros para encontrar a la niña. Entre varios trozos de torre, la reina encontró a Ludo. Inmediatamente lo tomó de los brazos y comenzó a sacudirlo desesperadamente.

- Donde esta mi hija?

Ninguno se esperó lo que iba a pasar en ese momento. Los ojos del villano se abrieron de golpe, mostrando una luz rosada en casa uno de ellos.

- Mamá, soy yo.

- Star? Estás bien?

- Si, pero no sé dónde estoy ahora mismo.

Star miró a su alrededor, solo veía un líquido negro y espeso, era el mismo líquido que vio en el templo. Como si se tratase de una película de terror, de ese líquido se comenzó a alzar una figura que tomó la forma de alguien a quien hubiese preferido no tener que ver, Toffee.

- Saludos, princesa.

- Toffee.

- En efecto.

- Qué haces aquí? Y qué es este sitio?

- Oh, Star, realmente no reconoces tu propia magia, ni siquiera cuando estás nadando en ella.

- Esto es magia? - preguntó incrédula mientras tomaba de entre ese líquido negro una piedra dorada que irradiaba luz pura y brillante.

- Lo era. - respondió este acercando su mano a la piedra, cuando la tocó, esta se convirtió en el mismo líquido negro en el cual ella se hallaba - Hasta que llegué para corromperlo todo.

- Star, sigues ahí? - se oyó la voz de Moon como eco en todo ese sitio.

Trató de responder a su madre, pero el cuerpo de Ludo ya no la obedecía, era Toffee que tenía el control ahora.

- Nos volvemos a ver, Moon. - al oír esa voz, la reina se apartó un poco del cuerpo de Ludo y cambió la expresión de su cara por una seria.

- Toffee, devuélveme a mi hija.

- Claro, pero antes tú debes devolverme algo que me pertenece. - exigió levantando su mano derecha.

Moon agachó la cabeza y buscó en su armadura un frasco que contenía el dedo de Toffee.

- Mamá, no lo hagas. - gritaba Star desde el espacio en el que se encontraba.

Toffee hizo mover las aguas en las que la chica se encontraba para forzarla luchar contra ellas y acallarla de una vez.

En el mundo real, Moon le estaba entregando a Toffee su dedo.

- Nooo! - volvió a gritar Star mientras una gran ola la sumergía en el líquido.

Toffee tomó su dedo y lo colocó en su sitio, la carne de este comenzó a expandirse y a recubrir todo el cuerpo de Ludo. Esta comenzó a menguar y retorcerse hasta adoptar la figura de Toffee, quien mantenía su buen peinado y traje. Regurgitó un poco y escupió el cuerpo de Ludo, el cual se retorcía por la conmoción.

- Donde está mi hija? - preguntó Moon, preocupada al no ver a la chica.

No tuvo respuesta, el lagarto solo levantó su mano derecha, mostrando la media estrella de la varita totalmente negra. Cerró su puño con fuerza y destruyó el símbolo en su mano, dejando nada más que añicos de lo que antes era parte de la varita. La reina vio como caían lentamente los trozos de estrella, y con ellos, la poca esperanza que le quedaba para ver a su hija con vida. Las lágrimas comenzaron a asomar por su rostro, su semblante se tornó hostil y violento. Tomó la varita que ella tenía y corrió hacia Toffee, apuntó a quemarropa al corazón de este y comenzó a recitar el hechizo para eliminar a las criaturas inmortales. Más no ocurrió nada, la falta de energía y la varita rota no le permitieron a Moon realizar aquel hechizo de alto nivel. Miraba fijamente a su enemigo con furia y rabia, pero, sobre todo, con tristeza por haber perdido a su hija. Al ver que ya no podía hacer nada contra él, su dolor se acrecentó más, y las lágrimas comenzaron fluir como cascadas. Toffee la vio con indiferencia, la tomó por la muñeca y observó la varita como si fuese un inútil trozo de madera.

- Se acabó, Moon. Ya no hay nada que puedas hacer.

Le soltó la muñeca y esta cayó de rodillas en el suelo, se quebró por dentro y comenzó a llorar sin control. Sin darle importancia alguna, Toffee se dispuso a marcharse. Pero antes de que pudiese girarse, sintió como algo impactaba en su rostro. Una fuerte patada en la cara lo lanzó por los aires, cayendo al suelo y rodando hasta detenerse. Este se apoyó encima de su codo y buscó con la mirada a aquel que lo había atacado. A varios metros de distancia, vio la figura de un tipo que caminaba lentamente hacia él, portando una armadura de llamas que brillaba con el sol. Quiso quejarse, pero se percató de que aquella patada le había dislocado la mandíbula, por lo que tuvo que recolocársela. Ese hombre, sabía perfectamente de quien se trataba.

- Toffee, amenazas al reino entero, te deshaces de mi mejor amiga, y además... me quitas a la persona que más amo en el mundo. - decía Marco con sumo pesar en cada una de esas palabras, apretó el puño lleno de rabia - No vas a salir de esta con vida.

El lagarto consiguió recolocarse la mandíbula, inmediatamente usó sus dedos para silbar y llamar a sus aliados. Un chillido se escuchó en lo alto. Desde los cielos una red de telaraña atrapó el brazo del muchacho, tirando de él e impidiéndole avanzar. Marco solo frunció el ceño, juntó sus dedos y también silbó. Por los cielos se escuchó un fuerte rugido, seguidamente apareció una pequeña llamarada que quemó la telaraña que aprestaba al tipo.

- Nachos, encárgate de ellos, el lagarto es mío.

El águila y la araña gigante miraron al dragón motocicleta sin ningún tipo de expresión en su rostro. Se miraron entre ellos y luego se abalanzaron hacia él. Sin quedarse atrás, Nachos también voló raudo hacia sus enemigos.

Buscando volver a sus asuntos, Marco volvió a dirigirse hacia donde Toffee se hallaba, este ya se había puesto de pie.

- Te felicito, Díaz, conseguiste darme un golpe. Puedo ver por tu aspecto que ha pasado más tiempo para ti que para mí desde la última vez que nos vimos, casi no sales vivo en aquella ocasión.

- Tú serás el que no saldrá vivo en esta ocasión. - amenazó este.

- Tal vez hayas crecido un poco y te hayas entrenado, pero yo he vivido incontables batallas y he estado al frente de un enorme ejercito comandado por mí, eso sin mencionar, que soy inmortal.

- Cierra la puta boca de una vez. - gritó mientras lanzaba un puñetazo al rostro del lagarto.

Toffee detuvo el golpe usando su mano derecha, le sonrió al humano en tono de superioridad, este solo lo observaba con semblante serio mientras mantenía el forcejeo, entornó un poco más la mirada y aumentó la presión que generaba con su puño, traspasando la protección de Toffee y conectando el golpe con su cara. Acto seguido, giró sobre sí mismo y le propinó una fuerte patada en las costillas, la cual lo envió varios metros hacia un costado. El villano clavó sus garras en el suelo para frenar, mientras que con su otra mano examinaba la zona en donde el tipo le había dado la patada, le había roto un par de costillas. Tuvo que esperar un momento para que sus huesos se reconstruyesen y luego volver a la pelea. Le lanzó una rápida serie de golpes al humano, el cual pudo ver a través de ellos y fue cubriéndose, logrando que ninguno de estos consiguiese impactarle. Pero, para su sorpresa, la cola del lagarto se enroscó en su tobillo y lo arrastró, luego lo levantó y comenzó a estamparlo contra el suelo. En uno de esos lanzamientos, paró el impacto usando sus manos de amortiguación contra el suelo, fue entonces cuando tiró al lagarto usando la pierna que este había tomado con su cola, lo lanzó contra el suelo dando un giro hacia atrás y cayendo de pie. Toffee apoyo el peso de su cuerpo sobre sus manos y luego dio un salto para levantarse y ponerse de pie. Se miraron cara a cara.

- Nada mal, Díaz.

Marco no respondió, solo se lanzó a la batalla de nuevo. Entró saltando y dándole una patada en el aire. Su enemigo se cubrió colocando sus brazos en forma de cruz, pero el muchacho flexionó su pierna en el aire y empujó con fuerza al lagarto, el cual salió impulsado varios metros atrás. Este se repuso de inmediato y corrió a atacar al humano, el cual se defendió con su brazo, pelo la cola del lagarto lo tomó de nuevo y lo lanzó, haciendo que este se arrastrara varios metros. Estuvo a punto de levantarse cuando a su derecha vio algo que le llamó la atención gratamente, sus tijeras, estaban entre varios trozos de torre, estiró su mano para recuperarla. Se paró un momento para verla, apreció que estás aún seguían manteniendo el mismo brillo de siempre, la inscripción de "MARCO" le hizo recordar a su amada, por lo que tomó una decisión. Se levantó del suelo y caminó había su enemigo, él lo esperaba con una sonrisa. Marco abrió sus tijeras y luego se las lanzó como si fuesen un cuchillo, estás pasaron a varios centímetros de rostro de Toffee, como si la puntería del muchacho se hubiese esfumado de repente.

- Creo que la puntería no es lo mejor que tienes. - dijo a modo de burla.

El humano no dijo nada, solo le apuntó a Toffee para que esté mirase detrás de sí. Indiferente, se giró un momento para ver a lo que este se refería. Tras de él se había abierto un enorme portal. Al parecer las tijeras se había clavado en el suelo y el impulso las hizo rasgar el tejido dimensional, estás aún seguían clavadas en un extremo del portal, lo cual lo mantenía abierto. Cuando volvió para ver al humano se percató de que este se le había echado encima, llevándolo consigo al interior del portal. De pronto, todo estaba oscuro, Toffee intentó situarse en vano, cuando de pronto, algo grande y de metal impactó contra él, haciéndolo chocar contra una pared y destruyéndola. Salió arrastrado por el suelo junto a un montón de armas. Este no lo sabía, pero Marco los había llevado a la dimensión de Hekapoo. El lagarto levantó la mirada y vio a su enemigo salir de lo que parecía ser una armería oculta dentro de un tronco enorme, este portaba un espadón consigo.

- Ahora lo haremos a mi manera. - anunció el muchacho - Elige tu arma y lucha.

- Oh, me dejas levantarme y defenderme con algún arma, que honorable. - halago este mientras tomaba dos espadas gemelas de hojas cortas a la par que se levantaba - El honor no te servirá de nada una vez que hayas muerto. - mencionó este, lanzándose hacia él con las espadas listas.

Marco se puso en guardia y se preparó para recibir a su enemigo.

En Mewni se estaba llevando a cabo una batalla de bestias. Los dos sirvientes de Ludo contra el compañero de Marco. Nachos volaba sin problemas alrededor de sus enemigos a la par que esquivaba varios disparos de telaraña, esto le impedía pararse un momento para contratacar usando su aliento de fuego, por lo que tuvo que intentar hacer otra cosa para derrotarlos. Este comenzó a volar hacia arriba hasta situarse justo encima de ellos. Desde ese ángulo, la araña era incapaz de apuntarle. El reptil aprovechó el momento para cargar su aliento y escupir fuego sobre ambos, eso los obligó a descender bruscamente hasta caer al suelo. Pequeñas llamas cubrían varias partes del cuerpo del águila, el cual comenzó a arrastrarse en el suelo para apagarlas. La araña le apagó las llamas usando sus patas y luego recubrió las partes quemadas con su telaraña, simulando un vendaje. Nachos apareció delante de ellos, listo para acabarlos. Llena de rabia, el águila soltó un chillido y luego salió disparada hacia arriba, el dragón la siguió sin ningún tipo de miramiento. Pronto se dio cuenta, de que aquello había sido una trampa. Desde tierra, la araña le disparó con su red mientras esté perseguía al águila, no pudo esquivarlo, por lo que fue atrapado. Aquella tela pegajosa le impedía elevarse más, pues su enemigo estaba tirando de él. Quiso volver hacia donde se hallaba aquel pajarraco, pero lo único que se encontró, fue una feroz garra que le araño el ojo derecho. Este rugió de dolor y de furia. Decidió acabar con la contienda en ese mismo instante. Haciendo acoplo de toda su fuerza, Nachos elevó a la araña y la llevó consigo mientas esta colgaba. Escupió una pequeña llamarada al águila, la cual se precipitó al esquivarla y perdió el equilibrio, fue en ese momento que Nachos subió a las alturas he hizo chocar a la araña contra su aliado, pero no se detuvo ahí, comenzó a girar en torno a ellos y los envolvió con la red que colgaba de sus piernas y su vientre, hasta que estos quedaron enredados el uno con el otro y cayeron. Desesperadamente, la araña intentó liberarlos de la las ataduras de su red, pero no tuvo tiempo, porque un gran torrente de llamas cayó sobre ellos, calcinándolos. Nachos se situó en tierra y se recostó para descansar mientras veía como la araña y el águila se retorcían mientras las llamas los consumían.

Marco interceptó el golpe doble de Toffee usando el gran tamaño del espadón y devolviéndolo hacia atrás. Corrió había él y realizó un corte en horizontal, el cual Toffee esquivó de un salto. Aprovechó el momento para atacar al humano mientras este se reposicionaba tras usar ese basto trozo de metal, pero no esperó que el humano lo recibiese con una patada en el estómago, la cual lo hizo retroceder, pero tuvo que reaccionar de inmediato, porque el filo de la hoja enemiga estaba a punto de caer sobre él. Sin tiempo para esquivar, intentó detener el golpe usando sus dos espadas, pero fue inútil, la fuerza con la que el espadón cayó sobre él, hizo que sus brazos cedieran al golpe y no pudiesen detener la hoja. La hoja descendió desde su hombro izquierdo, pasando por su pecho, su estómago y acabando en su pierna, partiendo al lagarto por la mitad. Aquello tomó por sorpresa a Toffee, pero no se dejó vencer. Tomó sus espadas y clavó cada una en el lado contrario del cuerpo las sostenía, así, juntó las dos partes en las que este había sido cortado y las acercó la una con la otra para que volviesen a unirse.

- No puedes matarme, Díaz, soy un lagarto, soy superior a ti.

Toffe le lanzo una de sus espadas como si fuese una daga arrojadiza, provocando que el humano se cubriese con el espadón. Ese momento fue aprovechado por su enemigo, quien le dio una fuerte patada, la cual lo envió hacia atrás, haciendo que este soltase su arma. Levantó la mano y atrapó rápidamente la muñeca del lagarto, este estaba a punto de apuñalarlo con su espada. Mientras Marco se cubría, la cola del reptil le rodeo su cuello y comenzó a asfixiarlo. Con su otro brazo intentó liberarse del estrangulamiento, pero la cola lo estaba sujetando a conciencia. Comenzó a buscar con la mirada algo con lo que defenderse, y lo encontró. Soltó la cola de Toffe y rápidamente tomo un escudo que estaba a su alcance, con este le golpeó en la muñeca lo cual lo obligó a soltar la espada, este la tomó en el aire y le cortó la cola al lagarto. Apresuradamente se echó hacia atrás y se quitó ese trozo de cola del cuello e intentó respirar. Cuando levantó la mirada, solamente vio como a su enemigo volvía a crecerle la cola otra vez.

- Eso es todo lo que tienes?

Marco volvió a entornar la mirada. Comenzó a desengancharse varias partes de su armadura, el peto, los quijotes y las botas, solo se dejó las muñequeras. Dejó caer la espada y el escudo que tenía, miró a su alrededor y visualizó todas las armas que había dispersas por el campo de batalla, se familiarizó con ellas en un solo segundo. Consideró que ese era el mejor momento para mostrar sus capacidades como maestro de armas. Como si fuese un rayo, salió disparado en dirección a donde se encontraba Toffe, en mitad de su recorrido tomó una maza y, sin que este tuviera tiempo a defenderse, se la estampó en la cara. El humano continuó la trayectoria del golpe con su cuerpo y tomó un hacha con su mano izquierda, la cual descargo contra el brazo de Toffee, cortándole la muñeca. Le propinó una patada en la espalda, haciendo que este se tambalease hacia adelante. Del suelo, Marco tomó una jabalina y se la lanzó en la pierna, la cual la atravesó y lo dejó clavado al suelo. El lagarto intentó liberarse usando la otra mano mientras la otra se regeneraba, pero Marco atravesó su pecho con una espada larga. Usando otra espada que sostenía en su mano derecha, le cortó el otro brazo, y a la vez que se inclinaba por el corte que le hizo, uso la mano con la que le había clavado la espada, ahora libre, y tomó un martillo de guerra, se giró rápidamente, y le propinó un golpe en el rostro, provocando que este cayese de espaldas y se clavase aún más la espada en su pecho. Para rematar, Marco tomó una katana que había en el suelo y con un movimiento veloz, le cortó la cabeza al lagarto, la cual cayó al suelo y miró al muchacho usando solo sus ojos.

- Se acabó, Toffee.

Una serie de cortes rápidos y veloces convirtieron la cabeza del lagarto en miles de trocitos de carne sin vida. Clavó la espada sobre estos y se arrodilló a tomar un poco de aire.

- Se acabó. – suspiró para sí, aliviado.

Se levantó y caminó hacia un tronco que había unos metros más allá de donde se encontraban las armas, fue a sentarse y a permitirse respirar la calma una vez más. Miró detrás de él, más allá, a varios metros, se encontraba la guarida de Hekapoo.

- H-poo, ojalá siguieses conmigo, ojalá hubiese podido hacer algo por salvarte. – se lamentó – Al menos ya nadie tendrá que volver a preocuparse por Toffee nunca más.

- Yo no estaría tan seguro. – dijo una voz desde el campo de batalla.

Marco giró la cabeza para ver con desagradable sorpresa como el enemigo al que había derrotado se levantaba otra vez.

- Admito que fue buena idea intentar matarme cortándome la cabeza. – contaba este mientras arrancaba las armas que tenía clavadas en su cuerpo – Pero hay algo que debes saber acerca mí. Como lagarto, pertenezco a una raza de criaturas capaces de sanarse grandes heridas, heridas que incluso podrían ser mortales, de hecho, muchos lagartos han muerto por ser decapitados, pero yo, de entre todos ellos, poseo una capacidad de regeneración superior entre los de mi raza.

- Entonces tendré que matarte las veces que haga falta hasta que ya no puedas volver a regenerar ni una sola célula de tu escamoso cuerpo.

La batalla entre los dos guerreros no había terminado, estos volvieron cernirse en una encarnizada lucha por cobrarse la vida del otro. Lucharon como auténticos guerreros, ambos eran buenos y fuertes, pero Marco lo era más, y a cada minuto que pasaba, aprendía a leer los movimientos de su adversario. Finalmente llegaron a un punto en el que Toffee era prácticamente incapaz de asestar un solo golpe a Marco, pero el lagarto aún no estaba cansado.

- Podría hacer eso todo el día, Marco, si te rindes ahora, te mataré de forma rápida, así te ahorraré el sufrimiento de luchar hasta que te canses y te torture hasta la muerte.

- Nunca pensé que hablases tanto.

El muchacho quiso volver a intentar acabar con su enemigo. Comenzó a correr alrededor de este y a tomar varias de las armas que había en el campo. Le lanzó, jabalinas, espadas, lanzas, dagas, hachas y toda clase de elementos punzante y cortantes. Toffee se vio sumergido de una marea de hierro y acero, pero, aun así, seguía con vida.

- Que no lo entiendes, Díaz, nunca vas a poder matarme. ¡Nunca!

A la par que Marco y Toffee peleaban, Star luchaba por su vida en aquella zona llena de magia corrompida. Estuvo intentando encontrar restos de magia pura para tratar purificar el lugar, para intentar siquiera algo que no sea dejarse llevar por la marea de corrupción. Pero la magia pura se estaba acabando, ya no quedaba casi ningún destello de luz, ningún destello de esperanza. Ya cuando se estaba dando por vencida, sus mejillas comenzaron a brillar en el mismo tono que lo hacían los restos de magia pura. Miró hacia abajo y vislumbró en el fundo un último trozo de magia pura. Desesperadamente, comenzó a nadar hacia él, este comenzaba a apagarse. Pidió a su cuerpo que le diese todas las fuerzas necesarias para alcanzar aquel último vestigio de esperanza antes de que este se apagase. Pero su esfuerzo no fue suficiente como para alcanzar su última oportunidad de hacer algo. Vio como es trozo de magia se corrompía cuando ella se encontraba ya a escasos centímetros de él. Quiso volver a la superficie para respirar, pero estaba agotada, ya no le quedaban fuerzas, ni oxígeno. Terminó por desmayarse en medio de toda aquella corrupción, sin saber que sería de ella.

Tras pasar por aquella aterradora experiencia, Star se despertó de golpe debido al sonido de un caldero burbujeante.

- Oye Star, despierta. – dijo Glossaryck mientras la chica yacía en el suelo, confundida – Crees que le falta sal? – preguntó mientras metía en su boca una cuchara con un poco de sopa. Conmocionada, esta se levantó y comenzó a escupir la sopa – Si, le falta sal.

- Donde estoy? Que pasó?

- Donde estamos, no lo sé, y que te pasó, sinceramente tampoco lo sé.

- Estoy muerta?

- Star, si estuvieses muerta, eso querría decir que yo estoy muerto, y puedo asegurarte que no estoy muerto. Además de que insinuar que yo estoy muerto me resulta insultante.

- Tú, tú me traicionaste y ahora me encuentro aquí, en un sitio totalmente desconocido, muerta, mientras mi madre está ahí fuera, mis amigos corren peligro, y Toffee anda suelto.

- Star. – grito este, provocando que la chica se detuviera – Mira, no estás muerta, lamento que hayas interpretado mis acciones como si estas fuesen una traición, pero todo lo que ocurrió hasta ahora es parte del pasado. Porque mejor no disfrutas de nuestra compañía y de un poco de sopa.

Ella se estaba secando las lágrimas mientras escuchaba las palabras de Glossaryck. Miró el interior del caldero con sopa y vio dentro de este un destello brillante, igual que el de la magia pura.

- Oh, ahora lo entiendo. Ya entiendo que estás tramando.

- Oh, sí. que estoy tramando? – preguntó este con total indiferencia.

- Esta es otra de tus pruebas. Como siempre sueles hacer, pero no caeré esta vez, ya no soy la misma de antes. – decía ella mientras miraba fijamente dentro del caldero con una idea alocada en la mente.

- Star, que haces? Star, el caldero está hirviendo.

- Inmersión profunda. – pronunció ella metiendo las manos en el caldero.

El agua comenzó a brillar al igual que sus ojos y sus mejillas. El trozo de magia pura se convirtió en un pequeño unicornio que creció exponencialmente e iluminó todo el lugar con su brillo. Toda la magia corrupta comenzó a purificarse, y junto con esta, la del templo.

Los miembros de la alta comisión mágica se vieron bañados por un torrente de magia pura del templo. Sus ojos volvieron a iluminarse con el brillo de la vida. Hekapoo, de entre ellos, se despejo rápidamente y comenzó a examinar el lugar con la mirada para saber en dónde se hallaba. Recordó de golpe como Toffee los había vencido, y como este les robó la esencia. Al notar que estaba con vida, se dio cuenta de que se encontraba en el templo secreto de la familia Butterfly. Miró a sus compañeros y notó que estos se estaban despertando, pero no encontró al canciller entre estos.

- El castillo. – dijo de repente – Marco.

Buscó sus tijeras por todo su cuerpo, pero no las halló, soltó una maldición por dentro y salió de allí corriendo tan rápido como pudo en dirección al castillo.

- Ay, cinco minutos más, mami. – dijo Rhombulus mientras despertaba.

Moon seguía llorando en el suelo mientras Buff Frog intentaba consolarla en vano. De pronto, la varita comenzó a brillar. La reina levantó la mirada un tanto confundida y observó como esta se elevó por el cielo. Un destello de luz enorme destruyó la varita, y junto con ella, la estrella quebrada en su centro, pero los restos volvieron a juntarse en una nueva estrella pura y completa, la cual creó una nueva varita. De un portal misterioso, salió la mano de Star Butterfly, la cual tomó la varita e hizo que su cuerpo comenzase a metamorfosearse. Star se convirtió en una hermosa mariposa amarilla, con rasgos similares a la transformación de su madre, esta tenía seis brazos, al igual que ella, unas preciosas alas doradas, y en vez de antenas, tenía cuernos, los mismos que de su tiara.

- Star. – dijo Moon con una sonrisa colmada de alegría al ver a su hija de vuelta, además, en su estado de mariposa.

- Hola mama. – dijo esta con una sonrisa alegre y pura.

- Te ver preciosa, hija mía.

- Gracias. – de pronto, cambió la expresión de su rostro por una de seriedad – Donde está Toffee?

Moon solamente apuntó al enorme portal que había en el suelo. Sin pensárselo dos veces, Star se metió de cabeza en el portal.

Marco se hallaba clavándole más armas a su enemigo, el cual estaba aprisionado entre tantas espadas, lanzas, jabalinas, naginatas, y otras armas de punta. Solo podía mover su brazo derecho, pero no le era de mucha ayuda.

- No podrás matarme, Marco. Ríndete de una vez.

- Porque no te mueres?!

De la armería, surgió una silueta que le resultó terriblemente familiar a Marco.

- Star? – pregunto este, incrédulo, y a la vez alegre por volver a ver a su amiga con vida.

- Marco. – dijo esta con una sonrisa – Apártate de ahí. – ordenó mientras apuntaba con su varita. Esta comenzó a cargar grandes cantidades de energía, la cual se acumulaba en el centro de la estrella.

El muchacho quiso apartarse, pero algo le impidió alejarse. Toffee lo había tomado por su collar, el Njönder, y lo había jalado hasta él. Varias de las puntas de las armas que había allí amenazaban con atravesar su cráneo y su pecho.

- Star, espera, no puedo zafarme.

La chica parecía hacer caso omiso a las palabras del tipo, esta, ya no lo escuchaba, solo cargaba energía para soltar un ataque devastador. Marco volvió a mirar a su enemigo con furia.

- Parece que tú te vienes conmigo. – se reía el lagarto.

Intentó tirar del collar para que Toffee lo soltase, pero las armas que apuntaban a este le impedían halar con fuerza. Buscó con la mirada algo con lo que cortarle la mano al lagarto, vio en el mango de una espada, a modo de adorno, una cadena que tenía un chuchillo pequeño en su extremo. Inmediatamente estiró la mano para tomarlo mientras con la otra se sujetaba el collar para evitar que Toffe lo estrangulase.

- Crees que vas a poder cortar mi mano con ese insignificante cuchillo?

- No, solo quería alcanzarlo antes de decirte una última cosa. – el muchacho acercó el cuchillo a la cadena de su collar y tensó los músculos de sus brazos – Espero que ardas eternamente en las llamas del infierno. – le dijo por última vez a su enemigo mientras tiraba con todas sus fuerzas del cuchillo, rompiendo la cadena del Njönder y quedando libre de las garras del lagarto.

Toffee solo pudo tirar del collar cuando vio que el muchacho se alejaba de él. Se giró a su derecha solo para ver como Star terminaba de cargar su hechizo y lo lanzaba hacia él. Miró por última vez a Marco con rabia y estiró su mano para intentar alcanzarlo.

- DÍAZ! – gritó este mientras el rayo de luz dorada engullía todo su cuerpo y desintegraba cada célula de su ser.

Cuando Star terminó de lanzar su hechizo, no quedaron más que cenizas de lo que alguna vez fue su más grande enemigo. Cayó al suelo, exhausta por haber utilizado tan grande habilidad. Sacudió un poco su cabeza para despejarse y buscó a su amigo con la mirada. Cuando lo encontró, se horrorizó con la escena que le mostraban sus ojos. Marco yacía en el suelo, agonizando. Su cabello comenzaba a tornarse gris y blanco, sus músculos comenzaban a reducirse, su rostro mostraba arrugas, y su piel comenzaba a perder vida. Corrió rápidamente hacia él con lágrimas en los ojos.

- Marco, que te pasa? Marco. – decía ella mientras lo tomaba de la mano. Estaba sumida en pánico, no sabía qué hacer, no sabía que le pasaba.

- Star, lo siento.

- No digas eso, te vas a poner bien, te voy a salvar.

De la armería salió Hekapoo, quien miró a todas partes, desesperada. Esta vio como sus armas estaban desperdigadas por todo el lugar, luego encontró a Star arrodillada al lado del cuerpo de alguien. Se acercó rápidamente para comprobar, horrorizada, de quien se trataba.

- Marco. – dijo con horror.

- Heka, estás viva. – pronunció con alegría mientras estiraba su mano para acariciarle el rostro, esta tomó su mano - Siento no haberte ayudado, si hubiese ido contigo tal vez no habrías... - la vida se estaba escapando de su cuerpo a la vez que este continuaba envejeciendo a gran velocidad.

- Que le pasa? – preguntó Star con lágrimas en los ojos.

- Hay que sacarlo de aquí, rápido.

Marco sintió como todo se tornaba oscuro y como una sensación de frio invadía todo su cuerpo. Sintió sueño, mucho sueño. Rendido ante el cansancio, cerró los ojos y dejó que su cuerpo, mente y espíritu, descansasen.

Todo se sentía distante, casi como si todo lo que estuviese en contacto con él, no lo estuviese realmente. Se veía a si mismo flotando en un abismo oscuro y sin fin. A lo lejos, creyó ver una luz, una llama viva que iluminaba en la gran oscuridad de ese abismo. Fue hacia ella, sin saber muy bien cómo. Cada vez encontraba más cerca de ella, tanto que ya podía sentir su calor. Estuvo a punto de tocarla antes de que la oscuridad se esfumase de repente.

Marco abrió los ojos lentamente, sentía como la cabeza le daba vueltas, se pasó las manos por los ojos para intentar ver con más claridad. Se encontraba en una cama. Por la ventana, los rayos del sol iluminaban su rostro. Sintió un calor intenso cerca de su mano. Cuando se giró a ver, se encontró con su amada. Estaba sentada en una silla, tenía la cabeza apoyada a un costado de la cama. Su llama estaba cerca de la mano de Marco, pero no lo quemaba.

- Heka? – pronunció este.

Ella abrió los ojos lentamente y se levantó, vio a su amado y de pronto las lágrimas asomaron por su rostro. Inmediatamente se acercó hacia el para darle un abrazo. Lo sujetaba con fuerza, como si tuviese miedo a perderlo, pudo apreciar este mientras notaba como ella lloraba.

- Pensé que estaba a punto de perderte. – pronunció.

Sus palabras hicieron que los ojos del muchacho también se humedecieran. Después de esperar tanto tiempo pensando que jamás volvería a ver a la mujer de su vida, dejó que sus emociones se apoderasen de él, y la abrazó con fuerza mientras lloraba de alegría.

- Se supone que eso debería decirlo yo. Moon me había dicho que ustedes habían sido derrotados, te vi flotando en el aire, sin vida. Pensé que ese era el final, pero me dijeron que podrías volver. Cuando Star me dijo que no habían podido salvarte, sentí como la poca esperanza que tenía por volver a verte, se marchaba de mi alma. – explicaba este mientras la apretaba con fuerza y las lágrimas cubrían por completo su rostro.

- No pienses más en eso. Estoy aquí, con vida, a tu lado. No pienso irme.

- No quiero volver a perderte, Heka.

- No voy a irme. – decía ella mientras le temblaba la voz.

Ambos se apartaron un momento y se miraron a los ojos. Se acercaron el uno al otro y se besaron con infinita alegría. Su tristeza se había esfumado, dejando esperanza en su lugar. Tras besarse volvieron a mirarse de nuevo.

- Te quiero, Hekapoo.

- Y yo te quiero a ti, Marco Díaz.

Volvieron a abrazarse un rato más hasta que sus emociones se apaciguaron. Marco estaba mirando por la ventana, pensaba en que finalmente habían derrotado a Toffee, esta vez, de verdad. Se sentía aliviado. Notó como Hekapoo lo estaba mirando con una sonrisa.

- Que? – preguntó este, sintiendo como la sonrisa de ella se le contagiaba.

- Te quiero, Marco Díaz, ahora y por siempre, sin importar lo que pase. - este sonrió con alegría tras oír aquellas palabras – Y sin importar tu estado actual.

- Espera, que quieres decir con eso?

- Oh, cierto. Mírate en el espejo. – dijo mientras esta tomaba un espejo que había en una mesita al lado de su cama – Pero no te alarmes.

Cuando el muchacho vio su reflejo, encontró en él algo que no se habría esperado. Su cara se veía más joven, su piel también. Sus brazos habían perdido toda su musculatura.

- Mi cuerpo, que pasó? Vuelvo a tener catorce años. Pero como...

- Shhh, cálmate, te lo explicaré luego. De momento descansa, has tenido una dura batalla y mereces descansar. Mañana tendremos que ponernos manos a la obra para ayudar a reconstruir el castillo.

El chico siguió mirando su reflejo, dudoso y preocupado, pero cuando desvió la mirada hacia la mujer a la que quería, dejó que las preocupaciones se esfumasen. Ya habría tiempo para preocuparse, lo único que quería ahora, era estar con la mujer a la que amaba.

Ajena a la calma que volvía al reino de Mewni, Moon se encontraba corriendo por las prisiones de cristal, desesperada por ver que todo estuviese como tenia que estar. Llegó hasta la prisión de Eclipsa. Esta seguía atrapada en el cristal. En la garganta de Moon se produjo un suspiro de alivio al ver que todo seguía igual. Pero esta no notó que, al darle la espalda a la prisionera y volver por donde vino, las mejillas de la reina oscura brillaron con furor.

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FIN DEL TOMO DOS!

Se lo que están pensando, me espero algún comentario como "te has pasado", y es que doce mil palabras es un buen rato leyendo, pero qué puedo decir? el capítulo ameritba ser largo, y cuando lo escribía, sentía ganas de escribir más y más, hasta que acabó siendo lo que es.

Cambiando de tema. Final de temporada, queridos lectores, asá es. En comparación con el tomo uno, este tiene un poco más de la mitad de páginas que su tomo anterior, pero sinceramente, creo que lo que tenía qué mostrar en el tomo dos, se ha mostrado, por lo que es momento de dar paso a otra aventura.

Al ser final de tomo, y al ser el capítulo más largo que he escrito hasta ahora, estoy pensando en tomarme un pequeño respiro la siguiente semana, pero realmente no es algo que tenga del todo seguro, mñas que nada, porque ultimamente me está gustando por donde está yendo la historia, así que supongo que lo único que les toca, es esperar y ver qué pasa.

Bueno, como siempre, es un placer seguir aquíi con ustedes. Hasta el próximo capítulo.

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