Capítulo 49: Volvemos a vernos después de dieciséis años
Luego de tomarse su día de descanso tras completar la misión de búsqueda del Njönder, Hekapoo se puso manos a la obra en la creación del accesorio que portaría la piedra del Njönder para otorgárselo a Marco. Para ello necesitaría situarse en la forja que había tras una de las puertas de aquel pasillo que conectaba con su habitación. Esta estaba hecha en su totalidad de metal. En el centro superior tenía la imagen de un martillo y un yunque, solo para hacer evidente lo evidente. Allí dentro se podía apreciar una sala bien iluminada por antorchas, pero estas palidecían ante la luz producida por la lava que había en un pozo similar al de había en la entrada. Separado por un muro de piedra considerablemente angosto había otro pozo, el cual estaba lleno de agua. Un cubo de hierro macizo resistente al calor colgaba encima del pozo de lava, este se usaba para derretir los metales y verterlos en moldes. Debajo del pozo de agua había un recipiente rectangular hecho de piedra, en este se depositaba agua para luego dejar reposar allí el artefacto forjado y enfriarlo. Tanto aquel cubo como el recipiente de piedra eran lo suficientemente grandes como para hacer varias piezas de armadura y armas a la vez. Cerca de los pozos había dos yunques, cada uno de un tamaño diferente, abarcando desde un tamaño normal, hasta llegar al segundo el cual tenía dos metros por tres de superficie, este era utilizado para hacer las piezas de armadura para criaturas de grandes dimensiones. Normalmente Hekapoo lo usaba como mesa para las obras terminadas. Junto al pequeño había un taburete que parecía llevar años en aquella forja, más, detrás de este, había una mesa de madera enorme sobre la cual reposaban varios minerales para fundir, armaduras que reparar y armas que mejorar. En la pared derecha colgaban varios elementos que ella utilizaba, como martillos y tenazas, además de otras armas y armaduras en encargo. En la otra pared tenía lingotes de varios minerales, telas y diversas pieles para la confección de armaduras. También había un mueble en el cual se guardaba piezas pequeñas, como hebillas, cadenas, pinzas, clavos y demás materiales. Y por último se hallaba, próximo a los pozos, aquel que sería el corazón de la forja, el horno. Compuesto por ladrillos de barro y de un tamaño capaz de crear armas de todos los tamaños, incuso para gigantes. Junto a este se hallaba una pila de carbón para generar el fuego que necesitaba, aunque no solía usarlo, pues con su propia llama generaba el calor suficiente para derretir los metales necesarios para su forja.
Esta tomó asiento en su taburete y se hizo un lugar en la mesa para colocar el Njönder. El primer paso fue buscar los utensilios necesarios para extraer la gema del cinturón. Estaba incrustada en una hebilla de metal que estaba aferrada al cuero del cinturón, el diseño de la misma era el adecuado para aferrarse al cinturón y mantener la gema fija a la vez. Sin duda aquel que hizo el cinturón era alguien de admirar, pensó ella. Más no había nada que no pudiera hacer en lo que a la forja respectaba. Comenzó a cortar los ligamentos que mantenían unida la hebilla al cinturón hasta separarla por completo de este. Lo siguiente que hizo fue colocar un cuenco de barro encima de la mesa, luego sostuvo la hebilla sobre este y le aplicó calor intenso encendiendo su mano. El metal comenzó a derretirse y gotear sobre el cuenco poco a poco, hasta dejar la gema al descubierto, solo hacía que limpiarla un poco, el fuego la había cubierto de tizne negro. Una vez limpia pudo comenzar a crear el accesorio para Marco.
Mientras tanto Marco pensó que sería buena idea ir a visitar a un viejo conocido. En una vieja villa se abrió un portal, por este salió el muchacho y su fiel amigo Nachos. Debían de ser las once de la mañana, pues el sol brillaba con fuerza. Comenzaron a caminar por las calles. Los transeúntes observaban a este con aires de curiosidad y cautela, lo consideraban un tipo peligroso, al menos su aspecto les inspiraba eso. Su paso se detuvo justo al llegar frente a la puerta de un bar.
- Espérame aquí fuera chico. - le dijo a Nachos acercándose a él y acariciándole la cabeza - Volveré pronto.
Se dispuso a entrar, una campana sobre el marco de la puerta sonó tras su paso, dentro no había mucha gente, por la hora del día los clientes habían de estar en sus trabajos. Quienes estaban allí eran aquellos que ya eran mayores o que hacían un pequeño paro para llenar un estómago hambriento. Los clientes levantaron la vista un momento para fijarse en el recién llegado, este les devolvió la mirada y ellos reaccionaron volviendo la suya a sus respectivos desayunos. Marco no pudo evitar sonreír un poco por esa reacción, pensó que hace dieciséis años habría sido diferente. Tras una puerta por detrás de la barra apareció un tritón que cargaba consigo una sopa de pescado junto con un té de algas.
- Bienvenido, lamento la demora, pero es que estoy un poco ocupado. - le dijo el tritón al tipo - Permítame servirle esto a un cliente y ya mismo lo atenderé.
El extraño cliente simplemente asintió, llevaba puesta una capucha roja, cosa que le llamó la atención al dueño. Tan pronto le dejó el plato y la taza al cliente que esperaba para desayunar, fue directo a atender. Ya estaba sacando su bloc de notas para tomarle el pedido, pero la intriga que sintió hacia el extraño fue superior a él.
- Perdone, le conozco de algo? - preguntó aún extrañado.
- Digamos que ha pasado tiempo desde la última vez que nos vimos. - respondió este quitándose la capucha y revelando su rostro.
Al principio el tritón no consiguió reconocer al tipo, pero pasados unos segundos pudo percibir en sus ojos la mirada que antaño perteneció a un joven perdido en el mundo. Por un momento se echó un poco hacia atrás, incrédulo ante lo que sus ojos le mostraban.
- Marco? - preguntó con un tono entre sorprendido y contento.
- Hola Nerph. - saludó este - Es bueno volver a verte.
Tan pronto el extraño le confirmó su identidad, Nerph se acercó a darle un fuerte abrazo, el cual Marco correspondió.
- Por todos los reinos, dónde has estado todo este tiempo? Y mira cómo has crecido. Y qué has hecho? Has sobrevivido al bosque de las bestias por lo que veo. - comenzó a preguntar emocionado por volver a ver al que alguna vez fue un niño.
- Calma, Nerph, ahora te lo contaré todo. - dijo este buscando que Nerph contuviese su emoción.
El tritón invitó al muchacho a sentarse en la barra para hablar con calma y ofreciéndole un té de algas. Marco comenzó a explicarle todo desde que partió de allí. El bosque de las bestias y Krun, Rotchville y sus habitantes, su paso por Flendar, el entrenamiento en el templo de los monjes, sus estudios en la academia Ledge, y los dos años que pasó en el bosque de las aflicciones para dar con Hekapoo. También le explicó los diversos encuentros que tuvo con ella durante su viaje, y la culminación de su búsqueda, además de su reciente relación con la forjadora. Los clientes ya habían acabado sus platos y se habían marchado, permitiéndoles tener un poco de privacidad.
- Veo que has vivido mucho desde que te fuiste. No te había visto en dieciséis años, has crecido mucho desde entonces. - comentaba él.
- Jeje, sí. Tú también, te ves algo... mayor. - mencionó él.
- Sí, sí, me he vuelto un poco viejo, pero aún conservo vida en estos huesos. Sabes, me alegra saber que has vuelto sano y salvo del bosque, bueno, al menos a salvo. - comentó refiriéndose a la cicatriz que tenía en su ojo izquierdo - Pero si debo serte sincero nunca me esperé que fueses a tener una relación con Hekapoo, es lo último que se me hubiese paso por la cabeza. Cómo ocurrió, a todo esto? - quiso saber él, lleno de curiosidad.
- Bueno, la verdad es que antes yo tampoco lo hubiese imaginado. Al principio solo me centré en atraparla, pero cada vez que nos veíamos yo disfrutaba más y más de su presencia, supongo que para ella habrá sido lo mismo que para mí en mi caso. Ambos disfrutábamos luchando, y cuando nos dimos cuenta, comenzamos a conocernos. Recuerdo que una vez me senté con uno de sus clones a platicar bajo la luz de las estrellas. - contaba este mostrando alegría al rememorar los buenos momentos junto a ella, Nerph pudo notarlo en el tono de su voz, en su expresión al hablar y en la tonta sonrisa que tenía en su rostro.
- Parece que realmente se quieren ustedes dos. Han pasado muchas cosas entre ambos. - mencionaba él, lo cual le hizo pensar a Marco en la noche anterior en donde más "cosas" habían pasado entre ambos, esto le hizo reír un poco de forma confidencial.
- Jeje, si, hemos hacho varias cosas a pesar de realmente una semana de relación. - comentaba él - Oye, quieres ir a pescar algo por allí atrás? - acabó por sugerir - De paso te enseñaré a un amigo mío.
Nerph había accedido con gusto volver a pescar junto a aquel que ya no era un niño, y que, a pesar de todo, le resultaba raro hacerse a la idea de lo mucho que había crecido este.
Salieron por la puerta de atrás, que daba al patio donde, un poco más allá, estaba el río en el pescaban con las lanzas de madera. Pasaron por el cobertizo que había fuera para tomar dos de ellas y prepararse. Pero antes de continuar el muchacho se detuvo, Nerph hizo lo mismo para esperarlo, junto los dedos en su boca y dio un silbido. Por encima del bar ascendió una figura difícil de denotar por la luz del sol, esta se situó encima de ellos y luego descendió en picado, hasta acabar a su lado. La sorpresa mezclada con un poco de miedo hizo retroceder al tritón ante el dragón motocicleta.
- Tranquilo, no te hará nada. - le indicó para calmarlo e invitándolo a acercarse - Se llama Nachos.
- De acuerdo, si tú lo dices. - dijo acercándose con cautela a la criatura. Le arrimó la mano, aún dudoso de ello.
Nachos olisqueó un momento al tritón para luego lamerle la mano. Al ver que no presentaba ningún peligro Nerph se animó a acercarse un poco más al dragón, el cual se dejó acariciar por el tritón.
Cuando las presentaciones acabaron, hombre y monstruo se pusieron manos a la obra en la pesca. Se situaron uno al lado del otro para bloquear lo máximo posible el paso de los peces. Un pequeño grupo de tres peces pasó entre ellos, con un movimiento preciso Nerph consiguió atrapar a uno.
- Aún no he perdido el toque, tu cómo lo llevas? - preguntó el tritón, quien al girarse para verlo se llevó una gran sorpresa.
Marco atrapaba peces con gran precisión, clavando su lanza a todo aquello que pasaba por su rango de alcance. Los años de entrenamiento en el tempo y continuos combates de práctica hicieron que equiparar la velocidad de un pez fuese una tarea sencilla. Tan pronto atrapaba un pescado giraba la lanza para clavar otro, y así sucesivamente hasta llenarla por ambos lados. Nerph tuvo que detenerlo antes de que continuase, pues este ya había atrapado las peces de los necesarios.
- Caray, parece que has mejorado en esto. Me preguntó qué clase de entrenamiento habrás tenido durante estos años. - comentaba este ante la exhibición de habilidad del muchacho.
- Digamos que han sido muchos los años que pasé fortaleciendo mi cuerpo y mis sentidos, al igual que mis capacidades. - explicó él.
- No, no, si ya lo veo, esos monjes debieron de ser duros con los alumnos. - apuntó este.
- Si, lo fueron. - dijo casi suspirando. En su mente apareció el recuerdo de Wûseng, haciendo que este tuviese en pequeño momento de nostalgia, pero se recuperó casi de inmediato - Oye, preparamos la comida para el medio día?
- Será un gusto tenerte de nuevo en la cocina.
En tanto el humano volvía a recordar viejos tiempos junto a Nerph en la cocina, la forjadora continuaba con el accesorio del muchacho. Esta había hecho una figura de acero ovalada en donde estaría protegida la gema. Golpes de martillo aseguraban dejar la pieza con la forma adecuada, pero aun así tenía que darle algunos retoques para dejar un acabado preciso y refinado. Tras comprobar que la gema cabía perfectamente en el interior de la figura, procedió a sellarla y preservarla dentro. Tras ellos, quiso pulir la pieza y dejarla perfectamente ovalada. Luego añadió unos retoques dibujando en esta el símbolo del árbol de la vida. Decidió que el accesorio sería un collar, así que buscó una cadena adecuada para este. Rebuscando en el cajón halló la que pensó que le quedaría mejor al muchacho. Solo hubo de añadir un eslabón al collar por el cual pasar la cadena, y así finalmente, terminó la pieza de Marco. Decidió salir a buscarlo por casa para hacerle entrega del nuevo Njönder. Pero por más que buscase por toda la casa, no halló rastro alguno del hombre, tampoco vio a Nachos en la entrada, donde solía descansar. "Probablemente haya ido a visitar a alguien" pensó ella recordando lo que este le había dicho en la ducha. Aun así, preguntó a los guardias solo para asegurarse.
- Saben algo de Marco? - preguntó justo al salir por la puerta.
- Es humano. - respondió la de la izquierda queriendo bromear un poco.
Tanto la original como el otro guardia le dieron una mirada severa a esta.
- Ay no sean así, que somos la misma persona. - se defendió está.
- Se fue a visitar a alguien. - dijo el otro clon respondiendo a la pregunta de Heka - Pero no dijo a quién ni dónde, tampoco nos dijo lo que tardaría, así que...
- Bueno, me lo esperaba, así que supongo que me iré a tomar una ducha. - decía mientras daba media vuelta hacia la guarida.
- Por cierto. - llamó el mismo clon, haciendo que Heka voltearse para oír - Te divertiste anoche? - preguntó sin ningún tipo de reparo, haciendo referencia al tiempo de calidad que había pasado con el muchacho.
- Muy gracioso, sabes del tema porque eres un clon. - acusó ella.
- No, no, no. Yo ya estaba aquí antes de que tú te divirtieses con Marco, sí sé del tema, es porque se te hoyo desde aquí. - evidenció está mostrando una sonrisa de triunfo.
No hubo respuesta alguna por parte de la original, solo continuó con su trayectoria y fue a bañarse. Tras alejarse, los clones chocaron sus manos en señal de complicidad por haberle hecho pasar vergüenza a la original.
Platos de sushi estaban siendo preparados uno tras otro para ofrecer a la clientela. Aquellos que recordaban al pequeño Marco se enteraron de su visita, por lo que decidieron ir a visitarlo, y ya de paso, comer un poco. Su destreza con el cuchillo era similar a la que tenía con su espada, pero no se le podría equiparar nunca siendo esta un arma específica. Rápidos y precios cortes separaban la piel y espinas del pecado, dejando un trozo de carne limpio y listo para servir a los clientes.
Nerph pasaba a llevar los platos de sushi preparados por Marco mientras esté seguía detrás de la barra. Los clientes estaban encantados con el servicio y el ambiente. Con una jarra de cerveza en la mano, Lanus, un tritón morsa y viejo conocido del muchacho, se levantó de su silla y propuso un brindis en honor a la visita de este.
- Por Marco, quien al parecer se volvió un tipo rudo, fuerte y varonil. A SU SALUD!!! – gritó, siendo apoyado por los presente y llevándose a la boca la jarra entera de cerveza, la cual bebió en un momento.
- Por la de ustedes. - decía el muchacho en respuesta a su brindis y bebiendo con ánimo.
La alegría colmaba el ambiente, haciendo que algunos de los presentes se sintiesen invitados a relatar alguna historia de aventura, de una tragedia o de lo más estúpido que les hubiese pasado últimamente.
Toda esta sensación también invitó al humano a contar alguna de sus aventuras en las cuales se enfrentó a diferentes tipos de criaturas. Bestias feroces y peligrosas luchando garra a mano contra él. Desenvainó su espada apuntando al techo y poniendo énfasis a su historia, nombrando a los monjes que habían luchado en aquel templo. Una especie antigua los sometía bajo el terror que esta imponía sobre los corazones de los aprendices. Más el miedo fue vencido junto con el enemigo gracias al esfuerzo y el trabajo en equipo.
Vitoreo y gritos de triunfo llenaban el bar como si ellos mismos hubiesen sido los participantes de tan épica batalla. Eufóricos, llevaban la comida a sus bocas y bebían con ahínco, producto de la emoción de escuchar tales historias llenas de emoción, de alegría, de terror y de tristeza.
Entre la emoción del momento, Marco se percató de que su estómago clamaba por comida. Inmediatamente el hambre le recordó que en casa había haber alguien esperándolo; pensó que sería mejor volver para comer junto a ella.
- Bueno muchachos, debo volver, mi amada me espera. - un quejido en coro resonó por parte de los clientes tras oír esas palabras - Pero no se preocupen, volveré. - inmediatamente volvieron los gritos de alegría entre la multitud.
Marco se acercó a Nerph para despedirse antes de partir, este lo miraba con una sonrisa de branquia a branquia.
- Bueno chico, te estaré esperando. Vuelve cuando quieras, y trae contigo a Hekapoo, a lo mejor le gusta el sushi. Lo cual me recuerda. - detrás de la barra tomó una bolsa que llevaba dentro el sushi suficiente para llenar el estómago de ambos. Se lo entregó al tipo - Has trabajado bastante hoy, y has traído la alegría a este sitio, te mereces algo de comida.
- Gracias Nerph. Prometo que volveré pronto y que intentaré traer a Heka. No creo que tenga inconveniente en venir. - explicaba el.
- Jeje, así lo espero.
Ambos se dieron un abrazo antes de que el tipo se fuera. Salió por la puerta de atrás, donde se encontraba Nachos comiendo algunos pescados que le habían dejado, ya solo quedaban las espinas de estos. Al ver a su compañero aparecer, dejó de lado la comida roída. Marco le indicó que ya era hora de volver, se subió a lomos de él e inmediatamente levantaron vuelo. Sacó sus tijeras de su bolsillo y abrió un portal con destino a casa.
En la guarida prevalecía el ambiente de calma y tranquilidad. El aburrimiento estaba albergando a los guardias que estaban en la puerta, quienes, ya sin saber qué hacer, buscaban formas en las nubes.
- Veo un caballo.
- Yo veo una oveja.
- Ahora veo a Marco.
Tras un instante en el que analizaron la última frase dicha, tuvieron un pequeño sobresalto al ver que el muchacho había regresado. Bajó de las alturas y aterrizó derrapando, levantando consigo un poco de polvo.
- Saludos señoritas. - dijo este tras desmontar al dragón motocicleta - Donde se encuentra Hekapoo?
- Cómo sabes que no soy yo? - insinuó entonando la mirada y levantando una ceja junto con una sonrisa pícara.
- Digamos que es algo que se nota.
- Seguro? beso igual de bien que la original. - más el intento de seducción que esta ejerció sobre Marco no parecía dar resultado. Tanto tiempo habiendo luchado contra clones y habiéndolos conocido hizo que el muchacho se percatase de detalles imperceptibles que denotaban cuando hablaba con un clon o con la original.
- Ejem. - se oyó detrás del clon. A pocos metros de este apareció Hekapoo, quien venía de brazos cruzados - Interrumpo algo? - el clon, al verla, no expuso comentario alguno, y volvió a su puesto. Ante esta reacción Hekapoo mostró una media sonrisa en su rostro. Se acercó al muchacho y lo tomó de la mano, llevándolo consigo al interior de la guarida. - Un día de estos cualquiera de ellas intentará usurparme. - Marco soltó una pequeña risa ante ese comentario.
- Pero Heka, ellas son tú, explícame un poco cómo funcionan tus clones y tú? - ella suspiró tras escuchar su petición. Acto seguido comenzó a explicarle el funcionamiento de su habilidad de clonación.
- Muy bien, por dónde empiezo? - dijo mientras se daba toques con el dedo índice en la barbilla - Tengo la capacidad de producir un sin fin de clones, aparentemente. Estos clones son una copia exacta de mí, tienen la capacidad de utilizar habilidades de fuego y de utilizar las armas que poseo en mi arsenal, aun así, un clon no es más fuerte que la original, tampoco puede forjar tijeras dimensionales, pero si puede usarlas, aunque es algo que no tengo el gusto de hacer, porque, en caso de que uno de ellos fuera vencido, dejaría a su rival con unas tijeras de obsequio, y eso sería un desastre. Los clones pueden transportar en la llama de su cabeza un arma previamente otorgada, es decir, que pueden usar su llama como un almacén. Si el clon es vencido, deja el arma tras de sí. Pero si el clon es vencido sin haber liberado el arma de su almacén, esta se desvanece junto con el clon. Como medida de seguridad un clon puede desaparecer por su propia cuenta. Y, por último, la conexión que poseen los clones con respecto a su original. Todo lo que los clones, ven, sienten y/o recuerdan, lo recuerdo yo una vez el clon desaparece. Sin embargo, los recuerdos que yo posea solo los poseerán los clones creados posteriormente a los recuerdos vividos, a menos que yo decida transmitir esos recuerdos a los clones mediante la llama de mi cabeza, aunque eso es algo más complicado de explicar. A fin de cuentas, un clon es prácticamente yo misma.
- Eso sólo refuerza mi hipótesis, es decir, si ellas son tú, porque preocuparse si alguna intenta besarme?
- Si debo serte sincera, me da igual, porque lo que sientan ellas también lo siento yo, y es normal que ellas se sientan tan atraídas por ti como yo lo siento. Sin embargo, no les dejare hacerlo tan fácilmente, desde que llegaste ellas se han puesto en mi contra, por así decirlo, así que esta es una forma de vengarme.
Era extraño para el muchacho escuchar como una misma persona podría tener conflictos con ella misma. No sabía cómo se sentiría, ya que él no era capaz de ponerse en su piel, pero intentaba hacerse a la idea.
- Tú y tus clones llevan una convivencia un tanto peculiar.
Ese comentario le causó gracia. Pensar que intentaba molestarse a ella misma sin duda resultaba excéntrico. Marco la vio un poco confundido al notar que se reía, pero no le dio importancia, solo pensó que se veía linda de esa forma.
Terminaron por ir al comedor, donde Marco desenvolvió el sushi que le había preparado Nerph para compartirlo con ella, quien pensó que no estaba mal variar del cuervo rostizado. Fue explicándole la visita que le había hecho a su viejo amigo. La pesca, la cocina juntos y las historias que contaba la gente del bar. Ella recordó el sitio del cual le hablaba, allí fue donde él peleó contra su primer clon desde que el reto había dado inicio, recordó lo tierno que se veía intentando atraparla inútilmente, y la sorpresa que le dio al ver cómo había conseguido apagar su llama. El muchacho le confesó que tenía intención de llevarla allí algún día para que conociera a Nerph, y no solo a él, a muchas otras personas a quienes conoció durante su aventura. Para ella fue un halago que le quisiera presentar a sus seres queridos, sintió que el muchacho estaba interesado por que ella conociese su mundo. Con gusto aceptó ir cuando él quisiera, pero ahora mismo se debían de centrar en algo importante.
- Tengo algo para ti. - dijo ella sacando de su bolsillo un collar - Es el nuevo Njönder. Decidí transformarlo en un collar. Los eslabones finales aún no están unidos, eso es porque quiero ajustar el collar lo máximo posible a tu cuello para que este no pueda salirse. El metal que use para la cadena es muy resistente, por lo que romperlo será complicado. Tendrás que llevarlo por el resto de tu vida si quieres ser eterno, será incómodo al principio, pero tengo fe en que te acostumbrarás.
- Wow, realmente has pensado en todo. Gracias Hekapoo.
- No hay porque darlas.
Una pequeña sensación de nerviosismo crecía en el interior del muchacho, ahora sería eterno. No sabía exactamente como tomarse ese pensamiento, pero cuando recordó que era un collar dirigió su mano al collar de la academia Ledge que llevaba consigo. Hekapoo se percató de ese detalle y le pidió que le dejase el collar un momento. Con el calor de sus dedos fundió la Junta que unía el símbolo de la academia con la cuerda del collar, luego colocó el símbolo en uno de los eslabones de la cadena, junto al óvalo que resguardaba la gema de la eternidad.
- Mejor? - preguntó ella mostrándole el collar con ambos símbolos.
Agradecido, Marco le dedicó una sonrisa. Acto seguido, se giró dejando su cuello libre para que ella pudiera colocarle el collar. Se acercó hacia él y rodeó su cuello con la cadena, ajustándolo tanto como podía, pero dejando el espacio suficiente como para que no se asfixiase. Fundió los eslabones que marcarían el final del collar, cuidando de no quemar al muchacho, luego chupó la parte caliente con su boca, quitando el exceso de calor, cuando acabó dejó que Marco estrenarse su nuevo collar.
Este se palpó la parte posterior, notando aún los restos de calor sobrantes del metal fundido. Deslizó sus dedos por todos los eslabones de la cadena hasta llegar a los símbolos, estos colgaban y le dejaban el suficiente espacio para respirar cómodamente. Volvió a girarse para ver a Hekapoo. Le obsequió una sonrisa profunda, solo para luego acercarse a ella y darle un beso de agradecimiento.
- Gracias por el regalo cariño. - soltó entre una sonrisa que estaba al borde de convertirse en risa.
- Lo que sea por mí chico. - respondió ella.
Ambos comenzaron a reírse tontamente por la situación mundana. Realmente disfrutaban de los pequeños momentos estúpidos que podían rescatar del día a día. Se pasaron los dedos por los párpados, limpiándose las pequeñas lágrimas producidas por la risa y volvieron a respirar con calma.
- Bien, ahora que tienes el collar, es momento de seguir con el siguiente paso.
- Hm?
Es momento de entrenar.
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Hey Marco, sabes que rima con entrenamiento? mas entrenamiento. Asi es compañeros, despues de tantos años sin volver a entrenar, al menos de forma rigurosa. Esta señorita hara aun mas overpowered a nuestro ya overpowered prota. Al menos en esta historia no hay powers up que salen del culo... aun XD
Como siempre, es un placer, hasta la semana que viene, que ya aviso, estoy en temporada de examenes, asi que si me retraso un dia o mas, ya saben por que es.
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