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Capítulo 36: La academia dimensional, Ledge


Ante sus ojos se alzaba un enorme edificio muy similar a un castillo, la academia dimensional Ledge. Rodeada por un vasto césped vívido, el cual era adornado por jardines de flores de todos los colores. Grandes árboles, figuras en arbustos y bancos donde la gente reposaba para leer. Pero lo más llamativo era que todo el lugar estaba suspendido en un enorme trozo de roca flotante en espacio. Por debajo de todo eso solo había un gran vacío sin fin. Trozos de roca flotaban en torno a este lugar suspendido en el vacío. Algunos de ellos tenían pequeños árboles creciéndoles.

La academia era un enorme recinto que estaba compuesto en gran medida por adoquines. Grandes ventanales dotaban al lugar con un toque un tanto hogareño. La parte del techo estaba cubierta en su totalidad por tejas. La entrada, la cual estaba entre dos figuras de roca, era presidida por un camino de piedras.

El joven, quien creyó que ya se había deleitado suficiente con tanta arquitectura, decidió entrar en el recinto. Con ambas manos abrió las puertas. Comenzó a caminar por los pasillos sin rumbo alguno. En su camino se cruzaba a varios de los que serían los alumnos de la academia. Casi todos ellos se quedarán mirando al humano, en parte extrañados, en parte asustados. La forma de vestir del joven no le ayudaba mucho a la hora de dar sus primeras impresiones, ni tampoco la espada que llevaba consigo. Pero el siguió con su camino, hasta que se dio cuenta de que el sitio era tan grande que no sabía a donde ir. Quiso pedir indicaciones a alguien para que lo oriente, pero cada vez que se acercaba a alguien este acababa por ignorarlo o apretar el paso para marcar distancias. Sin embargo alguien a su espalda le llamó la atención.

- En qué puedo ayudarle caballero - preguntó una voz femenina a espaldas del chico.

Se giró para ver de quién se trataba. Una dríade, una de las criaturas mitológicas que resguardan los bosques. Estas criaturas solían resaltar por su enorme belleza con la cual engatusaban al más reservado de los hombres. Por motivos como estos sus cuerpos se mantenían jóvenes durante muchos años. Sin embargo la que estaba detrás del joven era distinta, su piel, que habría de ser de color verde naturaleza, era más bien de una gama de tonos de marrones pálidos. Su cabello, que debería ser salvaje y cautivador, estaba seco y lleno de hojas marchita. El paso del tiempo se podía ver en las arrugas de su rostro y su mirada, la cual era inexpresiva e inamovible.

Este se dispuso a responder, puesto que, de entre todos los individuos con los que se había cruzado, fue ella quien se dignó a acercarse a él para preguntar.

- Mucho gusto - dijo saludando con respeto de la forma que le enseñaron en el templo - me llamo Marco, vine aquí porque quiero aprender algo, y me dijeron que este es el sitio indicado en donde puedo hacerlo.

- Entiendo. De donde viene usted, joven? - pregunto de manera neutra.

- Vengo de un templo de monjes, o monasterio si lo prefiere. Me guiaron hasta aqui los señores Lawrence y Mondar - respondió el.

La mujer abrió un poco más los ojos y miro elevó la vista un poco hacia arriba, como si esos nombres despertasen en su memoria recuerdos relacionados con los mismos.

- Conque Lawrence y Mondar. - mencionó a la vez que recordaba - El joven Lawrence, un chico con capacidades y dedicación a pesar de su ceguera. Y Mondar, aquel hombre que quiso crear sus propios portales, y sobre el cual leí bastante. Pensaba que estaba muerto. - alegó ella.

- Y lo está, yo conocí a Mondar en un estado más... incorpóreo.

Las palabras que el joven decía despertaban la curiosidad de la dríade. Quien no lo mostraba de ninguna de las formas en su cara.

- Creo que esta conversación puede tomarnos un tiempo. Por favor acompáñeme. - indicó ella para que esté lo siguiera.

El joven asintió con respeto, como siempre lo hacía, y acompañó a la señora. Esta lo llevo a una sala en la cual había un escritorio con una gran silla, un par de sofás y una mesa pequeña en el medio, no superaba los cincuenta centímetros de altura. Ella le ofreció un té y lo invitó a tomar asiento. Con gusto el joven acepto la oferta de la mujer. En cuanto estuvieron cómodos ella retomó el hilo la conversación anterior. Marco le habló de su estadía en el templo, de las cosas que allí sucedieron, y del estado en el que Lawrence y Mondar acabaron.

- He leído en varias ocasiones sobre la condición de espíritu que adoptan algunos seres al morir, pero nunca imaginé que en base a esa condición se pudiese crear una nueva clase de individuo, es realmente fascinante. - comentó ella luego de escuchar el relato del joven - bueno, me alegra saber que se encuentran bien ambos.

A pesar de aparentar una gran seriedad, se le veía disfrutar con la conversación que estaban teniendo. Incluso creyó verla sonreír, pero no estaba del todo seguro de ello.

- Y entonces que es lo que te trae aquí, a la academia Ledge? - continuó ella.

- Quiero aprender a leer el idioma en el que habla la gran forjadora de tijeras dimensionales y miembro de la alta comisión mágica, Hekapoo.

- Ya veo. Hablas de ella con gran respeto, acaso sientes admiración por ella? - preguntó sin más.

- Siento respeto por ella porque la considero una gran rival - respondió el.

Esto último volvió a llamar la atención de la dríade. Y así se lo hizo saber a su invitado, el cual sin ningún tipo de tapujos decidió contarle su historia personal, aquello por lo cual estaba aquí y aquello por lo que luchaba. Incluso le mostró las dos notas que había tomado de los símbolos, reafirmando el motivo por el cual estaba en la academia. La señora las miro un momento.

- Yo sé leer esto - expuso ella - si quieres puedo traducirlo y así ahorrarte el tiempo y el esfuerzo de aprenderlo aquí.

La oferta de le pareció bastante tentadora, podría ahorrarse ese tiempo y continuar con su búsqueda. Pero él tenía otros planes en mente. Durante su estadía en el templo aprendió que la paciencia y la constancia son dos virtudes inconmensurables.

- Se lo agradezco de verdad, pero prefiero aprender el lenguaje y leerlo yo mismo. Creo que Hekapoo dejó esos mensajes ahí para que pudiera encontrar un modo de descifrarlos. Y considero que conseguir la herramienta para descifrarlos por mi cuenta es el mejor método. Además de que es probable que ella me deje más mensajes, y si no conozco el lenguaje de nada me servirá conocer el significado de los dos fragmentos que tengo aquí.

La respuesta que el joven le dio acabó le agrado a la mujer, por lo cual este reconoció la ambición del chico, acabando por convencerla.

- Ya veo. Un pensamiento muy maduro y ambicioso. - dijo ella haciendo un cumplido.

- Gracias. Entonces usted podría indicarme cómo puedo inscribirme a la academia.

- Por supuesto. Pero primero permíteme presentarme - dijo, poniéndose de pie para hablar - mi nombre es Meadlay, y soy la directora de este establecimiento.

Él se quedó un poco atontado por la gran revelación que le hizo la mujer. Pero sus prioridades seguían igual de claras. Aun así pudo una cara que decía, "no me lo esperaba".

- En vista a todo lo que me has contado y de la respuesta que me diste a la propuesta anterior, puedo ver que tienes verdadero interés por aprender. Por lo cual te considero apto para estudiar aquí en la academia Ledge.

- Muchas gracias. - dijo Marco haciendo un gesto de respeto - Entonces ya estoy dentro?

- Me temo que aún no. Debemos registrarte, darte una habitación y cambiarte de ropa, no creo que tus vestimentas inspiren mucha confianza a los demás, sobre todo las armas que portas. - señaló Meadlay.

El joven se mostró un poco avergonzado ante su puntualización. Él no se esperaba que la gente de una academia juzgase a alguien por su vestimenta, pero pensó que posiblemente su aspecto y las armas fuesen realmente intimidante.

- Jeje, entiendo.

- El único problema es el pago. Para acceder aquí tendrás que pagar tus estudios. Y no quiero sonar grosera, pero no creo que lleves dinero encima.

En verdad el joven llevaba dinero consigo, o al menos lo había llevado al haber salido de Rotchville. Pero cuando se encontró en la zona prohibida este se perdió por completo. En vista de ello solamente negó con la cabeza ante la afirmación de su anfitriona.

- Ya veo. En ese caso tendremos que buscarte una forma en la que puedas pagar tus estudios - dijo frotándose la barbilla - y no te preocupes, porque seguro que encontraremos una.

El joven agradecido, volvió a realizar su gesto de respeto. Realmente le llamaba la atención a la dríade ese gesto, lo consideró al chico bastantes cortes desde el inicio. Pero seguía pensando que su aspecto desde luego no inspiraba lo mismo.

- Por el momento te asignaremos una habitación de estudiante, yo me encargaré de los papeles necesarios para tu registro. En otro momento te diré la forma en la que podrás ayudarnos para pagar tus estudios. Hasta entonces.

Meadlay presionó un botón de su escritorio y llamó por el micrófono a un compañero. La puerta de la oficina se abrió, apareciendo un no-muerto. Este tenía cabello corto y blanco, piel pálida y ojos celestes, los cuales mostraban una mirada distante. Este era carente de labios, por lo cual sus dientes estaban a la vista. Su altura era considerable, por no mencionar que tuvo que agacharse para entrar por la puerta. Llevaba puesto consigo un traje elegante y respondía al nombre de Deinel.

La directora dio indicaciones al recién llegado para llevar al joven humano a sus aposentos y dotarlo de la ropa adecuada. Deinel asintió sin más y miró al chico para que lo acompañase. Mientras iban caminando, Marco miraba a su alrededor, examinando las distintas ubicaciones del recuento. Intentó entablar una conversación con su guía por el camino.

- Bueno, te llamas Deinel no? Yo me llamo Marco, mucho gusto. - se presentó él.

Deinel siguiente caminando sin medir palabra.

- Hombre de pocas palabras según veo. Conocí a un chico como tú, era un buen tipo, solo que muy callado, seguro que tú también eres un buen tipo. - expresó intentando retomar la conversación.

Pero el continuó sin medir palabra.

- Seguro que eres muy bueno escuchando a los demás.

Deinel de pronto se paró en seco haciendo que Marco se chocase con él por accidente. El joven se disculpó.

- Hemos llegado - dijo Deinel con una voz sepulcral.

- Ves como si puedes hablar. - señaló emocionado.

- Habitación doscientos sesenta y tres. Encontrarás la ropa que necesitas en el armario que verás al entrar. Tendrás que convivir con un compañero de habitación, así que será mejor que se lleven bien. - sentenció el no-muerto - ten tus llaves. - dijo este, entregándole al chico unas llaves.

- Gracias Deinel - dijo haciendo su gesto de agradecimiento.

El no-muerto se fue sin más, dejando al chico totalmente solo.

Se quedó mirando la puerta de la que sería su nueva habitación, con el número doscientos sesenta y tres señalado en esta. Miró un momento la llave y se dispuso a entrar. Cuando abrió la puerta pudo ver una enorme habitación en la que habia dos camas y dos escritos, cada uno a un lado de la habitación. Junto a estos había también un armario y una mesita de noche. Y delante de las dos camas había una estantería que tenía varios libros, pergaminos y escrituras encima de ella. En el lado derecho de la habitación el escritorio estaba lleno de papeles y probetas. La cama estaba desarreglada y en su mesita había una serie de tubos de ensayo. Para rematar, de ese lado de la habitación había lo que parecía ser una mesa de alquimia. Rápidamente pudo deducir que su compañero estaría estudiando alquimia.

Sin querer examinar más las cosas de su compañero, se dispuso a desempacar las suyas. Dejó su espada y arco en una esquina de la cama. Comenzó a mirar en su armario, allí encontró un par de pantalones de color beige, una camisa blanca, un suéter verde y una bata de color azul oscuro. Tenía cuatro juegos de esta ropa. En los cajones del mismo tenía calzoncillos a medida y calcetines. En el otro cajón tenía dos pares de zapatos. Creyó que lo mejor sería cambiarse de ropa ahí mismo.

Pasado un rato el joven escuchó que alguien estaba girando el pestillo de la puerta. Un chico goblin entró a la habitación, con un par de libros en brazos. Tan pronto vio al joven humano dio un brinco hacia atrás.

- Intruso!!! - dijo con una voz chillona.

El pequeñín rápidamente soltó los libros y se dirigió a la estantería, abrió un libro enorme y de dentro de este sacó varios frascos de cristal redondo con líquidos sospechosos en su interior.

- Desde que me tome el brebaje de alucinaciones no paro de encontrar intrusos. - exclamó, listo para lanzar sus pociones.

- No soy una alucinación, soy tu nuevo compañero de habitación. - se defendió el.

- Eso mismo dijo el elefante de veintiocho brazos con tutú.

Inmediatamente después de decir sus incoherencias, el goblin comenzó a lanzarle sus frascos. El joven humano, sin ningún conocimiento acerca de los líquidos que había en esos frascos, comenzó a atraparlos para evitar que se rompiesen y generasen algún daño. Sus reflejos eran totalmente superiores a los de su oponente. Pero se estaba llenando los brazos de frascos, y no pudo atrapar uno cuando el goblin lo lanzo con muy mala puntería a la pared que daba con la habitación contigua. En esta se abrió un hoyo, revelando a un estudiante haciendo repaso. Quien al ver el hoyo se quejó inmediatamente.

- Flikin!!! - dijo el alumno con reproche - me tienes hasta aquí con tus frascos y tú brujería.

- No es brujería, es alquimia - se quejó el.

- Me da igual lo que sea, mira este hoyo en la pared.- volvió a acusar.

- Es que estoy luchando contra una alucinación. - se defendió el.

- No es una alucinación, yo también puedo verlo.

- Si pero creo que se me cayó mi brebaje en tu bebida, así que lo más seguro es que compartamos alucinación.

- Qué...!? - exclamó totalmente sorprendido y un tanto preocupado por haber ingerido algo dañino.

Por el megáfono que había en el pasillo se pudo escuchar un anuncio de la directora.

- Señor Flikin, le informamos que a partir de hoy tendrá un nuevo compañero de habitación, así que por favor intente evitar lanzar frasco con líquidos extraños y hacer hoyos en la pared.

Por un momento el silencio colmó la habitación. El pequeño goblin esbozó una sonrisa de vergüenza.

- Ups, puede que sí seas mi compañero después de todo. Eso explicaría la tangibilidad con la cual atrapaste los frascos que te lancé.

- Te lo dije - expresó el con cara reproche.

- Por un momento pensé que el poder de mi mente consiguió materializar mis pensamientos en seres con vida.

- Señor poder de la mente. - volvió a meterse el otro alumno de la habitación contigua - porque mejor no arregla el hoyo de la pared?

Flikin miró un momento en su mano, tenía un frasco en ella. Luego miro al alumno de la pared. No se lo pensó demasiado y le lanzó el frasco directamente a la cara, el cual reventó liberando una pequeña nube que cubrió el rostro de este. Al cabo de unos segundos el estudiante cayó dormido.

- Eso nos dará un poco de tranquilidad, detesto el ruido y el escándalo. - expresó ignorando que fue el quién comenzó el escándalo.

- No crees que se cortará con los cristales rotos del frasco? - preguntó Marco un tanto preocupado.

- No. Esos frascos están hechos de un material sintético que se rompe con facilidad. Como mucho conseguirá pincharse con los restos. - mencionó, quitándole importancia.

- Entiendo. En cualquier caso, soy Marco. Y a partir de ahora seré tu compañero de cuarto. - dijo haciendo su saludo típico de monje.

- Flikin, el placer es mío. Y disculpa por intentar llenarte con pociones, brebajes y elixires.

- No es nada.

Ahora que no estaba intentando esquivar frascos con líquidos extraños pudo mirar con más atención al goblin. Realmente era pequeño, pues este no pasaba de su cintura. Su piel era totalmente verde oscura. Sus ojos eran de color café con tonos amarillentos al rededor del iris. Poseía orejas puntiagudas, boca ancha y con muchos dientes afilados.

El megáfono volvió encenderse y en este se volvió a escuchar la voz de Meadlay, quien llamó a Marco para que se dirigiese a su despacho. El joven se despidió de su compañero y fue directamente al despacho de la directora. Dejando solo a Flikin.

- Bueno, habrá que arreglar esto - dijo mirando el hoyo en la pared que había creado.

El pequeño goblin tomó un marcador de su mesita de luz y comenzó a escribir en la cara de su compañero.

Marco llegó a la puerta tras la que se encontraba Meadlay. Golpeó dos veces y se dispuso a entrar. Ella estaba ahí sentada en su silla detrás de su escritorio. Sobre este había una serie de papeles que según ella, eran los necesarios a rellenar para te Marco pudiese incorporarse adecuadamente a la academia. Le hizo rellenar todos y cada uno de ellos. Hacía tiempo que Marco no había dado información personal para la realización de gestiones.

Una vez acabado el papeleo, Meadlay pasó a explicar al joven la forma en la que este podría costear sus estudios.

- En este colegio realizamos una amplia variedad de investigaciones de todo tipo. Para la realización de estas investigaciones tenemos que disponer de ciertos materiales y/o herramientas específicas. Algunas podemos conseguirlas por medios convencionales, ya sea comprándolos o buscándolos por nuestra cuenta. Pero a veces estos elementos se encuentran en sitios que están más allá de nuestro alcance. Cómo me has comentado sobre tu larga estadía en el templo di por entendido que debes tener una gran capacidad física. No es así? - preguntó un momento luego de su larga explicación.

El joven asintió con la cabeza.

- Pues el método que te ofrecemos es que en determinadas ocasiones te pediremos que vayas a un lugar específico a conseguirnos un elemento detallado antes de llevar a cabo la misión. Estás de acuerdo con estos términos?

El joven volvió a asentir sin más.

- Pues en ese caso tu formación comenzara mañana.

Meadlay le acercó al joven una hoja que mostraba el horario que habría de seguir en sus clases, y otra donde se mostraba un mapa del colegio con las habitaciones del recinto y una descripción de estas. Ella le ofreció un guía para que le mostrase todas las zonas de interés del colegio. Pero el chico negó cordialmente, anunciando que investigaría la academia por su cuenta. Meadlay, comprendió, dejando al joven explorar libremente su nuevo espacio de estudios y hogar temporal.

El joven estuvo curioseando por todas partes. Encontró el patio de estudios, la biblioteca, el comedor, los baños y demás sitios. Incluso encontró el que sería su clase de estudios. Este acabo por volver a su habitación, en donde su compañero lo llevo a comer a la cafetería e integrarse un poco. Luego volvieron a su habitación y se acostaron cada uno en su correspondiente cama. Descansando para el posterior comienzo de un nuevo día.

Mientras tanto, en la habitación continua a la de ellos, un estudiante se despertaba de una larga siesta. Enfadado al ver los cristales en su escritorio y recordar que Flikin le había lanzado un frasco.

- Maldito goblin me las vas a...

Pero cayó inmediatamente al ver que el hoyo de la pared estaba ya arreglado. Miro un momento la hora y se percató de que todos estarían durmiendo ya. Respiro hondo y se fue un momento a los baños a mojarse un poco la cara y despejarse. En cuanto se miró en el espejo vio que alguien había escrito frases y dibujado cosas en su rostro mientras dormía, se dio cuenta que fue Flikin cuando leyó en su frente, "Flikin estuvo aquí". Enfadado, frunció el ceño y gritó ante el espejo.

- Flikin!!!

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Buenas tardes queridos seguidores, aqui les traigo sus dosis semanal de droga lexica.

Estoy contento con el capitulo de esta semana, no por otra cosa sino por el hecho de que este es una capitulo tranquilo. Despues de tantas luchas y muertes el joven Marco tiene un pequeño momento de tranquilidad.

Como siempre, espero que el capitulo haya sido de su agrado, y espero verlos la semana siguiente.

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