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Capítulo 35: Volvamos al templo

Grandes estruendos y sacudidas se percibían en toda la colmena. Aquella desestabilización de la estructura había hecho que todo se fuese quebrando poco a poco. Tierra caía del techo junto con pequeños trozos de rocas, los cuales anunciaban la caída de trozos más grandes.

Todos los rjins que había ocultos en varias partes de la colmena comenzaron a morir. Con la ausencia de la reina estos carecían de propósito y al romperse la conexión que estos mantenían con ella, automáticamente su sistema biológico de detenía. Dejando un cadáver en perfecto estado, una muerte totalmente limpia.

En otra parte de la colmena, Treya y sus alumnos estaban cargando con aquellos chicos inconscientes o heridos. Desde que comenzó el temblor la prioridad para esta fue sacarlos a todos de allí. Los más fuertes pudieron cargar con ellos sin problemas. Aquellos que eran más ligeros se quedarían en la retaguardia para defender al resto en caso de que apareciese algún enemigo. Aunque el hecho de que la cueva estuviese derrumbándose le daba a pensar a Treya de que no tendrían inconveniente alguno en cuanto a enemigos se tratase.

Lawrence, quien se encontraba corriendo para dejar atrás el derrumbamiento, se sentía cansado, tanto físicamente como mentalmente, pero aun así este siguió corriendo como un poseso. Este sentía en sí un deber mayor que el mismo, cumplir la última voluntad de su maestro y tomar su lugar en el templo, es por lo cual en su mente se negaba a dejarse morir allí.

Lo que le había extrañado durante ese tiempo fue el hecho de que aún siguiese unido a Mondar. En ocasiones anteriores estos se habían separado en más de una ocasión al llegar a un estado de fatiga, pero por motivos que escapaban a su comprensión, permanecían unidos. Cierto es que habían conseguido mantener la unión de dos espíritus en un cuerpo durante mayor tiempo, pero no durante tanto y bajo situaciones tan extremas.

Mondar que compartía con el elfo sus pensamientos también consideró extraño esto último, pero personalmente no lo consideró un problema en esos momentos, pues tanto el cómo su anfitrión tenían un mismo objetivo, salir de allí.

Lawrence no se quejó mucho de ello tampoco, pues permanecer unido a Mondar significaba poder ver y tener más energía, lo cual se traducía en permanecer con vida, eso era lo único que necesitaba comprender ahora.

Los orcos y el lobo por su parte eran quienes más cerca de la salida se encontraban. Estos comenzaron a notar los temblores, pero por el momento no habían caído rocas cerca de ellos, por lo cual no comenzaron a dirigirse hacia la salida. Querían esperar a ver a los demás para cerciorarse de que estuviesen bien. Aunque eso era simplemente una pequeña excusa. Los orcos permanecieron tirados en el suelo desde que la lucha había acabado, y se sentían exhaustos.

Raand aún podía moverse y correr, su aguante y recuperación era excepcionales, estos le permitían salir de una batalla por unos minutos y recuperarse para volver a la acción. Pero no quería dejar a sus compañeros abandonados en ese estado, al menos el resto podían huir o defenderse, pero a estos probablemente les costaría levantarse.

La preocupación de los tres no duró mucho cuando vieron aparecer a los primeros alumnos de entre la oscuridad. En cuanto observó que estos portaban a compañeros a espaldas corrió raudo en su ayuda.

- Maldita sea, como se encuentran? - le preguntó al primero de ellos, específicamente a Than'rod.

- Estamos bien, conseguimos derrotar a los guardianes, pero acabamos con dos heridos y tres inconscientes - respondió el gigante.

- Ha habido bajas? - dijo seriamente.

El alumno agachó la cabeza y guardó silencio, respondiéndole a su maestro sin medir palabra.

- Hemos perdido a Cleid - dijo Treya apareciendo de la nada con el cuerpo del chico.

Raand comprendió la situación y prefirió no indagar más en el tema.

- Bueno, podemos alegrarnos de que no fuesen más los caídos - dijo intentando suavizar la situación.

- Si. Considerando el estado de la cueva, quiero pensar que el maestro y Lawrence lo lograron.

- Lawrence? - pregunto el lobo, extrañado.

- Si, él se unió al maestro para derrotar a la reina.

Ambos miraron atrás esperando que en cualquier momento llegasen. Los alumnos de mientras se iban reuniendo con todos. Los hermanos orcos, que seguían tirados en el suelo, saludaron a la multitud. Estos se rieron un poco al ver a los dos exhaustos. Querían aligerar un poco el peso de toda la conmoción por la cual habían pasado. A veces la risa era la mejor herramienta, incluso en las peores situaciones.

Los temblores se estaban haciendo más constantes y el sonido de las rocas cayendo se hacía cada vez más fuerte. Por lo cual en cualquier momento estás llegarían a donde ellos se encontraban.

- Ahí viene - gritó Seikei.

Todos giraron la cabeza para ver, y ahí estaba, sus ojos espirituales hicieron más fácil poder verlo, Lawrence se acercaba corriendo sin parar. Al ver al resto se sintió un poco más aliviado. Ni tan pronto llego hasta ellos este se paró bruscamente y sacó una tiza de su bolsillo. Rápidamente comenzó a dibujar un círculo en la pared.

- Lawrence, lo consiguieron, vencieron a la reina - dijo Treya.

Este no respondió, las rocas se acercaban y solo quería sacar a todos de allí. Su energía estaba casi agotada ya. Pero aun así este posó su mano en el círculo haciéndolo brillar, luego volvió a poner sus manos en cada extremo y abrió el portal hacia el templo.

- Chicos, rápido, entren antes de que sea tarde - dijo el elfo.

Raand levantó a uno de los hermanos orcos y atravesó el portal. Al otro hermano lo ayudaron varios alumnos para que pudiese pasar.

- Espera, y el maestro? - pregunto Treya un poco preocupada.

- Treya entra al portal, no hay tiempo - señaló Lawrence.

- Lawrence dime dónde está el maestro - exigió ella.

- Treya por favor...

- Dilo!

- Esta muerto – dijo casi gritando

La noticia le cayó como un rayo, dejándola en shock. Las piedras se les venían encima y ya no tenían tiempo. El elfo empujó a su compañera por el portal y ambos pasaron, dejando atrás nada más que un montón de restos derrumbándose.

Todo el mundo apareció en el templo. Lawrence, quien fue el último en pasar se giró rápidamente para cerrar el portal. Este pudo ver los últimos momentos de la cueva antes de quedar sellada por siempre.

Ya era de noche en el templo. En lo alto del edificio principal se encontraba Mika, quien vigilaba en caso de que ocurriese cualquier cosa relevante. Esta vio aparecer a los monjes. Rápidamente bajó de las alturas para recibir a sus compañeros. Estos se veían exhaustos y un poco desorientados.

- Han vuelto, lo consiguieron? - preguntó ella algo entusiasmada.

- Eso parece. Aunque perdimos a un alumno - respondió Raand muy a su pesar.

- Bueno - dijo apenada - al menos su muerte no fue en vano.

Ella miró a todos para ver cómo estaban. Pudo comprobar que el alumno fallecido fue Cleid, al ver el cuerpo cubierto con tela que cargaba Treya. Más la mujer-búho notó algo más.

- Dónde está Wûseng? - pregunto extrañada.

- No lo sé, Lawrence vino corriendo y nos sacó a todos de allí con uno de sus portales - expuso el lobo.

- Lawrence, que significa eso de que Wûseng ha muerto? - preguntó Treya seriamente.

De pronto todo el mundo se giró al escuchar esas palabras. Al principio no lo creyeron, pero entonces, porque el anciano no estaba con ellos, era su pregunta. Lawrence ahora tenía la atención total de los allí presentes. No sería una tarea fácil, pero sería la primera tarea a realizar si quería tomar responsabilidad del templo.

- Fue durante la lucha contra la reina. Él se sacrificó para que pudiésemos derrotarla - contó el elfo con voz quebrada.

Hubo un silencio sepulcral entre todos. Realmente no quisieron creer las palabras del elfo. Pero sabían perfectamente que él no mentiría sobre algo tan grave. Pues lo conocían perfectamente. Incluso Raand estuvo tentado de preguntarle si se trataba de una broma, pero estaba claro de que no lo era. Calló para no agravar más la herida de su compañero. Ninguno de los presentes sabía que decir. Por lo que prefirieron guardar silencio y dedicarle un pensamiento a su fallecido maestro.

- Vengan, estarán cansados, necesitan comer y dormir - dijo Mika sin más, llevándolos a todos dentro.

Los alumnos fueron los primeros en entrar, seguido de los profesores. Excepto Lawrence, que se quedó allí, justo en donde se había sentado después de cerrar el portal.

- No vienes adentro Lawrence? - pregunto Mika.

Este negó con la cabeza.

- Necesito un momento a solas - expuso este.

Ella respetó su voluntad y lo dejó solo, con sus pensamientos.

En el templo los alumnos tenían órdenes específicas de no molestar a los recién llegados, pues estos estarían exhaustos y solo querrían despejar el cuerpo y la mente. Por lo cual su espacio no fue perturbado, pudiendo alimentarse bien e ir a la cama con calma. A la mañana siguiente Lawrence había llamado a todos para hacer un anuncio importante. Este informó a todo el mundo de la situación de la colmena y de su victoria. Luego indico que durante la misión uno de los alumnos falleció, y que también lo hizo su gran maestro, Wûseng. Todos en el templo se sorprendieron, hasta el punto de cuestionarse si lo decía de verdad o no, pero el elfo iba muy enserio. También informó que la última voluntad del anciano fue que él lo reemplazase después de su muerte. No hubo murmullos entre la multitud, pero sí que se cuestionaban todo lo ocurrido.

- Espero ser lo suficientemente capaz como para cargar conmigo tal responsabilidad - comenzó a decir - y mi primer anuncio como gran maestro, es que dentro de dos días le daremos a nuestros compañeros caídos el funeral que se merecen.

Los alumnos no dijeron nada, dos grandes noticias les habían golpeado de repente, y necesitaban asimilarlo. Lawrence finalizó su anuncio e indicó que tendrían una semana de descanso, luego volverían a sus actividades cotidianas. Durante esos días Lawrence permaneció unido a Mondar, el cual ya se había hecho a la idea de poseer un cuerpo, pues ahora ambos eran un solo ser, y según especulaciones de Lawrence, lo serian de forma permanente.

El día del funeral se juntaron todos los alumnos en la parte baja del templo, en donde habían enterrado a los caídos en la batalla contra los rjins. Añadieron dos lápidas más al cementerio, la del Cleid y la de Wûseng. Desafortunadamente el cuerpo de Wûseng quedaría perdido en la colmena, en aquel derrumbamiento. Por lo cual la lápida sería en memoria de ese maestro. Lawrence dedicó unas palabras para estos dos caídos.

- Hoy estamos aquí reunidos para rendir homenaje a aquellos monjes que lucharon para erradicar la amenaza rjin de este templo. A Cleid, que dio su vida luchando junto a sus compañeros, y a Wûseng, que se sacrificó para poder dar muerte a la reina, y así acabar con la gran amenaza que representaba para el templo y para los monjes. Sus actos de servicio no serán olvidados nunca, y siempre los llevaremos en el corazón. Monjes, saluden - anunció haciendo una reverencia en señal de respeto y agradecimiento a su maestro.

Todos los allí presentes hicieron lo mismo. Algunos intentaron mantenerse serenos, pero las lágrimas brotaron de sus ojos sin control. Sus corazones estaban llenos de dolor y tristeza. Lawrence dijo que el homenaje había terminado, y que eran libres de volver al templo a realizar las actividades que quisiesen. Pero ningún alumno se movió de allí, todos se quedaron en silencio, haciendo honra a su fallecido maestro. Al cabo de varias horas se fueron dispersando poco a poco. Ese día casi nadie habló con nadie, solo cenaron, los que pudieron, y durmieron.

El transcurso de la semana fue similar al momento posterior al homenaje de los fallecidos. Los alumnos hablaban entre ellos y querían seguir adelante con sus días de entrenamiento, pero resultaba difícil hacerlo. Mientras tanto los maestros se estaban haciendo a la idea de que a partir de ahora en adelante Lawrence sería aquel que cargue con la responsabilidad del templo. Lo cual todos respetaron y acataron. Desde el primer momento lo comenzaron a tratar como gran maestro al elfo. Lo cual le facilitó un poco la adaptación a su nuevo estado como gran maestro, pero debía de admitir que se sentía extraño.

Una vez pasado el funeral, Lawrence se centró más en algo importante. Su nueva condición como ser de dos espíritus. Puesto que Mondar aún permanecía en el interior de su cuerpo. No sabían ni cómo ni porque estaban en aquel estado. Sin embargo ambos coincidieron en que al menos así eran capaces de hacer cosas que antes no. Por razones cómo estás y otras más, antes de intentar comprender que es lo que pasaba con ambos, se centraron más en adaptarse a su nueva forma de vida y desarrollarse a sí mismos. En el fondo el elfo agradeció ello, pues nunca estaría completamente solo en su nueva tarea como gran maestro.

Le semana siguiente los alumnos volvieron a sus ejercicios habituales. Poco a poco fueron retomando la continuidad de sus vidas. Más esa experiencia marcó bastante a aquellos que fueron participes del asedio a la colmena. Se dieron cuenta de que sin importar lo fuertes que sean, seguían siendo criaturas frágiles. Tomando como ejemplo el sacrificio de Wûseng. Varios se replantearon el rumbo que sus vidas estaban tomando. Habían entrenado durante un montón de años con un propósito en mente. Varios dejaron atrás esos propósitos, ya sea por haberse olvidados de ellos o porque cambiaron de parecer. Sin embargo otros no olvidaron en ningún momento el motivo por el que se encontraban allí.

Más pronto que tarde comenzaron las migraciones. El primero en irse fue Gidak, quien se despidió cordialmente de sus maestros y no dio los motivos por los cuales marchaba.

Los siguientes en irse fueron Yuin y Grok, quienes decidieron encontrar un lugar al que pertenece en este mundo, un lugar en donde puedan hacer aquello que más desearan. Estos se despidieron de todos sus maestros y compañeros, les fue difícil, pero habían dicho que era algo que debían hacer. Marco fue uno de los que más sintió su partida, pues se había hecho muy amigo de ellos. No dejo de decirles de nuevo lo infinitamente agradecido que estaba con ellos por salvarle la vida aquel día, ya que sin ellos el no estaría aquí y no sería el fuerte guerrero en el que se había convertido. Los tres se dieron un abrazo y se despidieron. Pero cuando estos estaban yéndose, Under apareció en el último momento con su bolsa en mano.

- Voy con ustedes, yo también quiero encontrar mi sitio en este mundo - dijo él

Los dos amigos no tuvieron problema alguno en que se les uniese en su viaje. Así fue como estos tres partieron en busca de un nuevo camino.

Varios alumnos más fueron dejando el templo. Tanto los alumnos que habían ido a la colmena como los que no. Cada uno con sus motivos, alguno más aparte de Gidak hubo que prefería no hablar de sus motivos, pero todos se despedían de forma cordial y adecuada. Los maestros se sentían orgullosos de sus alumnos, pues estos estaban tomando las cuerdas de su propio destino, y nada les llenaba más de felicidad que ver a aquellos que tanto empreño pusieron en sus entrenamientos seguir avanzando hacia un nuevo día.

Marco, en base a todo lo ocurrido, pensó que también iba siendo hora de continuar con su misión. Sus capacidades de combate habían crecido abismalmente, su mente era más madura, y su convicción, serena. Toda clase de odio o rencor que podría haber sentido hacia Hekapoo alguna vez, ya no estaban. Solo se centraría en seguir con su búsqueda y completar su misión. Fue así como informó a los maestros de sus planes e indicó que su tiempo allí acabaría.

Comenzó a preparar sus cosas para emprender el viaje. Su fiel sudadera, su capa de stikaag, el arco de Krun y las notas de Hekapoo, las cuales al verlas reforzó más su convicción por retomar su viaje. La capa de stikaag, la cual estaba algo destrozada por aquel combate contra los árboles de brazas, tuvo que ser remodelada. Con ayuda de Seikei transformaron la capa de stikaag en una chaqueta piel con hombreras de espinas. Su sudadera también fue remodelada, a partir de entonces pasaría a ser su nueva capa. Tuvo que cortarse el pelo y afeitarse para recuperar parte de su antiguo aspecto.

Ya estaba casi listo, ahora solo necesitaba a ayuda de Lawrence, quien probablemente sabría acerca de los pergaminos que le habló aquel mago de Rotchville. Justo como él se lo imaginaba, el elfo le confirmó sus sospechas, este tenía conocimiento de los pergaminos que el chiquillo buscaba, de hecho, era Mondar quien los había creado. Según sus indicaciones, estos pergaminos eran otra forma de abrir un portal. Este lo llevaría a una gran academia en la cual podría aprender el idioma de su rival. Aclarado esto el joven decidió marchar a la mañana siguiente.

La tarde transcurrió un poco distante, pues ésta sería la última en la que entrenase. Era un sentimiento nostálgico, ese que siempre tenía cuando se despedía de sus compañeros. Por la noche le costó dormir, así que salió a dar una vuelta por el patio. La noche estaba tranquila, y la luz de la luna iluminaba el patio entero. Se sentó encima de una roca a respirar y mirar las estrellas. Una voz resonante detrás de él le llamó la atención.

- Pensando? - dijo la voz a su espalda.

El chico se giró con calma para ver a su inesperado acompañante en esa noche tranquila. Era Lawrence, que al parecer había salido a dar un paseo nocturno.

- Maestro - exclamó con sorpresa - sí, estoy pasando un poco. Desde que llegué aquí he pasado por muchas cosas, me he enfrentado a bestias horribles, me he vuelto más fuerte y también más sereno, siento como si fuera alguien diferente a quién vino aquí por primera vez. Todo el mundo me ha enseñado mucho, y a partir mañana tomaré un camino distinto. No es la primera vez que hago esto, pero por alguna razón no dejo de sentir la nostalgia y la añoranza de siempre, aún sin siquiera haberme ido de aquí.

Lawrence tomó asiento junto al joven, y decidió corresponder la sinceridad de este.

- Ciertamente piensas mucho Marco. Si me permites opinar, considero que tienes un objetivo claro, por el cual no te desvías en tu camino. Pero durante ese camino te encontrarás con otros viajeros, y es posible que te caigan bien y los quieras, pero a veces son sólo eso, viajeros, tarde o temprano tu camino tomará un rumbo distinto al de ellos.

Marco dio un pequeño suspiro. Las palabras de Lawrence, a pesar de impartir una gran sabiduría, también afloraban una gran melancolía en el corazón del joven. Pues las palabras de este hicieron recordar viejos tiempos en los que también se tuvo que despedir.

- Sin embargo - continuó el elfo - los caminos siempre pueden volver a cruzarse. La vida es un misterio, y saber lo que nos depara el futuro es imposible. Lo que si podemos hacer, es querer a aquellos que se lo merecen y no olvidarlos.

El chico se giró para verlo. Le dedicó una sonrisa en señal de agradecimiento por sus palabras. Se levantó del asiento e hizo una señal de respeto ante su maestro, dándole las gracias. Volvió a su habitación con la mente un poco más tranquila, se acostó en su cama y concilio su sueño. Lawrence por su parte decidió seguir con su paseo nocturno, pero no por mucho tiempo, pues mañana sería un día intenso.

Todos los preparativos estaban listos. El chico tenía sus pertenencias preparadas. Lawrence tenía el pergamino con destino a la academia Ledge. Solo le quedaba despedirse de todos. Por la mañana temprano fue y se despidió de sus aliados fallecidos y su antiguo maestro en el cementerio. Luego se despidió de los alumnos. Y por último de los profesores. Dio las gracias a todos y cada uno de ellos por sus enseñanzas. Más le faltó uno. Seikei no se encontraba en el gran salón, en donde estaban por despedir al joven. Marco miró para todos lados, el orco apareció de golpe por una de las entradas. Este traía consigo un objeto alargado, envuelto en telas. Se acercó al chico, y se lo entregó.

- Ten - le dijo este.

- Para mí? Qué es? - pregunto intrigado.

- Algo para que no olvides tu estancia aquí - dijo el sonriente.

El joven lo tomó con gusto. Dio gracias a su maestro por su regalo y por sus enseñanzas. Sin más por lo que esperar, el joven se acercó al portal, listo para partir. Pero antes de hacerlo se giró un momento y se despidió otra vez.

- Adiós a todos, espero que algún día nuestros caminos se vuelvan a cruzar.

Dicho esto él se adentró en el portal, listo para su nuevo viaje. Marco apareció en una zona de riscos, total y completamente llena de rocas. Solo se podía escuchar el sonido del viento, y solo se veía el polvo levantado en el paisaje. Miro un momento el regalo que le dio Seikei, decidió desenvolverlo. Este abrió los ojos bien grandes cuando lo vio. Era una nueva espada katana. La probó allí mismo, haciendo un par de movimientos. La sintió muy fluida consigo mismo, incluso más fluida que con nakamada, acaso Seikei la hizo especialmente para él, se preguntó. En su cabeza resonaron sus palabras "es algo para que no olvides tu estancia aquí". Con una sonrisa en la cara miro su katana.

- A partir de hoy te llamaras "keepsake".

Este envaino su arma en su funda y se preparó. Dio un par de pasos hacia delante y extendió su mano como si fuese a tocar algo en la nada. De pronto su mano se introdujo en algo invisible a los ojos. Este siguió avanzando para terminar de atravesar esa extraña cosa. Y así como así, nuestro héroe desapareció en el medio de la nada. Cuando este abrió sus ojos, la tenía justo delante de él.

- La academia dimensional, Ledge.

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Buenas gente, volvemos a la accion. Nuestro querido humano se despide de sus comapñeros y maestros para emprender viaje a su nuevo destino. Poco a poco se acerca mas a su objetivo.

Espero sigan disfrutando de la historia, nos vemos la semana siguiente.

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