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Capítulo 34: La colmena de los rjins

Delante de ellos se encontraba una criatura a la que nunca antes habían visto. El fuego de las antorchas comenzó a iluminar la figura oculta en la sombra, hasta mostrar su aspecto. Este insecto era distinto a lo que habían visto antes. Su cuerpo era realmente robusto, al igual que sus brazos, eran extremidades largas y enormes, sobre todo en los antebrazos. Estos estaban recubiertos por la coraza que normalmente llevaba la especie rjin, y dónde habrían de estar sus manos había un par de tenazas. Bajo estos brazos había cuatro más, dos en cada lado, eran unas cuchillas similares a las de los soldados, pero más grandes y robustas, aparte de que estaban recubiertas por coraza, al menos hasta la punta. Todo su cuerpo estaba recubierto por coraza. El rjin en cuestión se mantenía en pie gracias a su cuerpo largo con una gran cantidad de patas. Su mitad inferior guardaba gran similitud con la forma que tienen los ciempiés. Pues tenía un esqueleto muy alargado y un montón de patas con coraza. Al final de esta estructura corporal se hallaban unas tenazas por cola. La espalda de la criatura era una coraza completa. Y por último su cabeza, esta era un tanto más chata y ancha en comparación con los anteriores enemigos, los dientes de este eran más grandes que los que poseen la especie rjin, estos, más que para cortar la piel, eran para destrozarla. Tenía tenazas al final de las comisuras de su boca. Sus ojos eran pequeños y de color rojo carmesí, por encima de esto se podían ver unas antenas largas que se movían a ratos. Por último unos cuernos que acompañaban la forma de su cráneo. Lo que los monjes se encontraron de cara en la colmena, era un guardián.

- Así que así es como se ven - dijo Yuin por lo bajo.

La criatura los miro a todos en una pequeña vistazo rápido. Luego dio un gran alarido que resonó en toda la colmena. Los monjes aún seguían estupefactos por la criatura que estaban viendo. Por lo cual no mostraron reacción ni siquiera cuando por la colmena se comenzaron a escuchar sonidos de varios individuos acercándose. En unos pocos momentos, a lado del guardián, aparecieron otros dos guardianes más. Estos tres bloqueaban el paso.

- Creo que llegó el momento de luchar - anuncio Lawrence.

Algunos alumnos miraron a los bichos pensando que eran unas monstruosidades, sentían un poco de miedo al verlas, pero también se sentían seguros en grupo a la hora de luchar. Aun así, justo cuando todos los alumnos y maestros se colocaron en posición para dar comienzo a la lucha, Wûseng salió del grupo caminando tranquilamente hacia adelante. Todos se sorprendieron al verlo alejarse y yendo directo hacia los guardianes.

- Maestro, a dónde va? - pregunto Lawrence con preocupación.

- Ya dijimos que es lo que haría yo en el plan, ir por la reina, si la reina cae el resto lo hará también - dijo sereno.

- Pero maestro, usted solo no puede contra los guardianes - dijo muy preocupado, a lo cual el resto apoyo.

- Confía en tu maestro - sentenció sin más.

El anciano tortuga avanzaba cada vez más y más. Ya se encontraba en el rango de ataque de los guardianes, pero estos no realizaban movimiento alguno ante la presencia del anciano. Él se seguía acercando sin vacilar. Ya se encontraba debajo de ellos, y aun así seguían sin siquiera mirarlo. El resto lo observó incrédulos de lo que estaban viendo. No tenía el más mínimo sentido, y por eso es que lo primero que se les pasó por la cabeza fue, cómo? El anciano era más sabio y conservaba más trucos de los que enseñaba. Uno de ellos, y el que estaba usando en ese preciso momento, era la capacidad de dejar su espíritu totalmente calmado, anulando cualquier tipo de amenaza emergente de su ser. Por lo cual los guardianes no lo consideraban si quiera un ser insignificante. Él era para ellos como el aire, simplemente estaba ahí. Gracias a ello el anciano paso a través de los guardianes sin que estos le hicieran nada. Wûseng fue desapareciendo poco a poco en la oscuridad hasta que finalmente dejo de vérsele.

Ahora los maestros y sus alumnos estaban cara a cara con los guardianes. Raand dio un paso hacia adelante.

- Yo me encargaré de uno de ellos - dijo el licántropo.

Lawrence estaba por protestar ante ese acto voluntario, al cual él consideraba más bien una locura por parte de su compañero. Pero no le tuvo tiempo para decir nada, pues alguien más habló e interrumpió al elfo.

- Entonces creo que yo me encargaré de otro - dijo Dekei entregando en escena.

- Pues el tercero queda para el herrero - añadió Seikei, quien también dio un paso hacia adelante, dispuesto a luchar.

Sin importar como lo viese Lawrence no se sentía cómodo dejándolos a ellos pelear contra unos enemigos totalmente desconocidos. Tenían tantas oportunidades de ganar como de perder, pues no tenían información alguna de ellos.

- Chicos, no estoy seguro de que sea una buena idea pelear solos contra los guardianes - apuntó Lawrence.

- Sabes que la misión es llegar hasta la reina. Si nos quedamos muchos aquí solo perderemos el tiempo.

Por más que el viese arriesgado dejar a los maestros solos no podía negar de que Raand tenía razón. Después de meditarlo por un momento asintió y miro a los guardianes. Estos estaban esperando a que ellos se movieran. Lawrence indico a todos que esperarían juntos a tener una oportunidad de escabullirse entre ellos y seguir adelante, habrían de hacerlo. La señal fue dada cuando Raand corrió directamente al ataque de una de estas criaturas. El guardián rápidamente racionó y atacó directamente al hombre con una de sus pinzas gigantes. Raand salto esquivando el golpe. La pinza del guardián se estampó en el suelo, esto le permitió al hombre caer sobre este y comenzar a correr en dirección a la cabeza del bicho. Pero este levantó su brazo con fuerza, lanzado al monje hacia el techo. Raand giró en el aire para colocar sus pies en el techo, y amortiguar el golpe. Usando sus piernas se impulsó, aprovechando el techo como base, y se dirigió justo a donde estaba el guardián. Preparó su puño derecho para clavarle las garras de metal en su rostro. Pero el insecto interpuso su brazo. Las garras no pudieron perforar la dura coraza del rjin. Tuvo que saltar y marcar distancia para evitar otro posible ataque, volviendo a ponerse junto a sus compañeros.

- Parece que es duro - expuso el licántropo.

- No perdamos más el tiempo y ataquemos todos - dijo Dekei.

- A la cargaaa!!! - grito Seikei corriendo hacia su enemigo.

Los hermanos orcos y el licántropo corrieron todos para atacar a sus enemigos. Los guardianes prepararon sus pinzas para atacar los intrusos. El resto de maestros y alumnos los acompañaron para no perder más tiempo. Dekei quiso interceptar uno de los golpes de su enemigo usando sus guanteletes. El puño del orco y la pinza del rjin chocaron. El impacto resonó en la colmena, ambos dieron un duro golpe, pero el del guardián fue más fuerte, por lo cual este echó atrás al orco en el choque. Seikei por su parte esquivo la tenaza del bicho, en el momento en el que está se quedó en el suelo, aprovecho para dar un gran golpe con su martillo. Esto también dio como resultado en eco que resonó en la colmena. El orco sintió aquello como si hubiese golpeado el yunque sobre el que trabajaba, duro y poderoso. No pareció hacerle daño alguno. Aun así el guardián recogió el brazo rápidamente ante aquel golpe. Esto creó un hueco por el cual pasó Lawrence.

- Rápido, pasen por aquí - gritó el elfo.

Los alumnos lo siguieron e intentaron pasar como pudieron. Estos mantenían gran precaución, pues en cualquier momento el guardián podría intentar atacar, y durante la conmoción podrían darles a varios a la vez. Lo bueno era que el grupo de alumnos que habían ido era veinte. Los maestros consideraron que era mejor no meter a una gran cantidad de individuos en un sitio cerrado.

Cinco alumnos consiguieron pasar. Lawrence estaba cerca para evitar algún inconveniente. Un par más estaba por cruzar, pero el guardián ya se había recuperado y bloqueo su paso con una tenaza. Tuvieron que esperar para aprovechar otra oportunidad para avanzar. Y no era por falta de ganas, pues Raand volvió a esquivar una de las pinzas del guardián y a atacar para distraerlo. Intento retroceder para que el guardián lo siguiera y así crear un hueco, pero el bicho no se movía del sitio, y probablemente no lo haría. Volvió a acercarse a él y llamar su atención, en cual respondió volviéndolo a golpear. Y el licántropo en vez de retroceder, decidió avanzar en esta ocasión. Pero en cuanto pasó por debajo de su brazo, las cuchillas que poseía salieron disparadas a donde él se encontraba. Haciendo uso de sus garras pudo parar una, pero cuando vio que la otra se le venía encima tuvo que retroceder. Pasar por debajo no era buena idea.

Como si de una descarga se tratase, al licántropo se le ocurrió una idea para crear una obertura. Rápidamente llamo a los hermanos orcos, quiénes tuvieron que dejar un momento sus combates, esperando que el licántropo tuviese buenos motivos para interrumpir. Evitando ser golpeados, llegaron a donde se encontraba Raand. Él les explico rápidamente la idea que había tenido. Ambos orcos se miraron y sonrieron. Raand se deshizo de sus armas y decidió transformarse en licántropo. Dekei junto sus manos para hacer un apoyo en el cual Raand se posó, y con gran fuerza el orco lanzó al lobo por encima de los guardianes. Raand aulló de emoción, pues este estaba por pasar por encima de ellos. Los tres guardianes lo observaron y todos levantaron una tenaza para atacar. Pero en ese momento Seikei atacó dando un martillado directo en el pecho del guardián del medio, haciéndole caer.

- Ahora!!! - grito Dekei.

Todos los alumnos corrieron en ese hueco enorme que pidieron crear. Ambos guardianes bajaron la mirada al escuchar el impacto de los martillos y el ruido de la multitud. Como el hueco producido estaba entre el guardián caído y el de la derecha, este intentó atacar a los monjes. Pero un licántropo cayó encima de él y lo tomó por los cuernos, retorciéndole la cabeza. El guardián quiso mover sus pinzas para atrapar al lobo, pero este giró la cabeza del bicho con tanta fuerza, que acabo por retorcerle el cuello. Haciendo uso de sus garras le cortó la cabeza y la lanzó en dirección a la entrada. El cuerpo al perder la cabeza, cayó inmóvil. Los alumnos corrieron velozmente aprovechando el hueco. Todos consiguieron pasar.

- Muchas gracias camaradas, no desaprovecharemos está oportunidad - grito Lawrence.

- Más te vale - respondió el licántropo.

Los tres maestros volvieron a ponerse delante de sus enemigos. El guardián que había caído ya había conseguido levantarse. Y el cuerpo sin cabeza ya había vuelto a la vida. Estaban molestos, y ahora no tenían que retener a nadie, los atacarían sin piedad.

- Muy bien señores, comienza el show - anunció el licántropo.

Mientras tanto el resto avanzaba por la colmena. Su paso era ligero y constante. Pronto llegaron a un lugar en lleno de luz, un lugar donde las antorchas no eran necesarias. Se encontraban en el centro de la colmena. Era precioso, todo el sitio era iluminado por la luminiscencia natural de las plantas que había por el techo y las paredes, la cual era de color verde, dándole un toque extraño al ambiente. Pero había algo más interesante allí. Por el techo y las paredes había varios agujeros. Pudieron suponer que esos varios agujeros eran madrigueras de los rjins. Había un montón, pues el espacio era enorme. Pero aún no habían terminado de asombrarse, pues en un momento bajaron la cabeza y vieron otros agujeros, pero estos eran más grandes que el resto.

Se vieron metidos en una encrucijada, pues no sabían por donde habría ido el maestro, ni si el camino que hubiese tomado fuera el correcto. Algunos alumnos intentaron acercarse para ver si conseguían escuchar algo, cualquier cosa que pudiese ayudarlos un poco a encontrar el camino correcto. Por el momento no ocurría nada, nadie conseguía escuchar sonido alguno ni hallar una pista relevante. Tenían terminantemente prohibido entrar a un agujero para ver, pues lo último que habrían de hacer es separarse.

Al cabo de un rato, uno de los que estaban allí llamó a los demás, había conseguido escuchar algo. Todos se acercaron a él. Efectivamente, podían escuchar un sonido, un sonido que venía de arriba, como de algo acercándose. Cada vez estaba más cerca, hasta que de uno de los agujeros de arriba salió un rjin obrero. Este se quedó suspendido en el aire viendo a los monjes, quienes habían dirigido su atención al insecto.

Un alumno allí presentes, un salvaje, criatura humanoide de aspecto salvaje y piel oscura, le lanzó si lanza, la cual atravesó al insecto, y se clavó en la pared. Este comenzó a gritar de dolor y a retorcerse. El alumno en cuestión fue hacia él y corrió utilizando la pared como impulso y llego hasta el insecto. Se sostuvo por el borde de un hueco que había allí y sacó la lanza de la pared, dejando caer al obrero. Aun retorciéndose en el suelo, el salvaje cayó sobre el clavándole la lanza en la cabeza. Sin embargo el sonido que está había producido llego a muchas partes de la colmena. Pronto se comenzaron a oír movimientos de montones de bichos acercándose por las madrigueras. De las paredes comenzaron a salir obreros tras obreros y unos pocos soldados. Rápidamente todos se pusieron en guardia y crearon un círculo. Los rjins cayeron sobre ellos como gotas lluvia sobre la tierra. Pero caían con facilidad ante los monjes. A los soldados les tomaba más tiempo, pero también acababan por caer.

- Tenemos que encontrar el camino hacia la reina antes de que esto se ponga peor, Lawrence - indico Treya.

Pero Lawrence no respondió a su comentario.

- Me escuchas? - reiteró ella para llamar su atención.

- Se va a poner peor - dijo el seriamente mientras miraba años huecos.

Pronto entendería ella a lo que el elfo se refería. Sonidos más fuertes que los anteriores comenzaron a oírse, venían por varios sitios. Los obreros y soldados al oír ese ruido volvieron rápidos a sus madrigueras, dejando totalmente solo a los alumnos allí presentes y a sus maestros. Algunos pocos se preguntaron porque se fueron, otros estaban mentalizándose para lo que se les venía encima.

Fue más pronto que tarde cuando de los agujeros más grandes de las paredes aparecieron tres guardianes. Esto ponía a todos los presentes en una situación difícil. Lawrence se acercó un poco a su compañera sin despegar la vista de sus enemigos.

- Treya, puede que haya encontrado la forma de llegar hasta la reina - dijo este.

- Enserio? Cómo lo sabes? - pregunto casi incrédula.

- Seguí el rastro de algunos rjin al irse y pude encontrar un sitio donde hay una gran cantidad de energía espiritual acumulada, es probable que la reina esté ahí, y que ese cúmulo de energía sean todas las crías incubando.

- En ese caso deberías ir allí tan pronto puedas, nosotros nos encargaremos de los guardianes.

- Pero...

- No pierdas el tiempo, eres el único que sabe cómo llegar. Además, estamos preparados para esto.

Treya sin darle más tiempo al elfo se giró a sus alumnos y grito.

- Consigamos tiempo para que Lawrence llegue a la reina y acabemos con esos guardianes.

Los alumnos dieron un grito de aprobación y se prepararon para el combate. Lawrence no tu más opción que hacer caso e irse en busca de la reina.

Mientras tanto los guardianes se prepararon para el ataque, pues tan pronto Lawrence salió corriendo, estos fueron hacia él. Uno de ellos fue detenido por un fuerte martillazo del minotauro. A un tercero lo interceptó Treya dando un salto y conectando un hachazo directamente en su cabeza, el cual solo aturdió un poco al insecto. Y al tercero lo interceptaron Gidak y Marco. La joven gárgola había volado hasta la cabeza del guardián y lo tomó por los cuernos, imitando la hazaña de Raand. Marco por su parte aprovecho la distracción que este estaba creando y cortó en una de sus patas por la parte no protegida. Rápidamente el bicho golpeó con fuerza en el suelo, desestabilizando a los alumnos. Momento que aprovecho uno de los guardianes para aplastar a un alumno. Este no tuvo tiempo alguno para reaccionar. Quedó hecho un charco rojo e inerte.

- Estupendo - dijo Treya, quejándose - algo más? - preguntó retórica.

Pronto se comenzó a escuchar un estruendo como el de antes. Y de una de las madrigueras salió otro guardián.

- Genial - suspiro ella.

Lawrence estaba corriendo, poco a poco veía como la gran fuente de energía se iba acercando más y más.

- Espero llegar a tiempo - dijo el elfo.

En un punto céntrico de la cueva se encontraba parado el maestro de maestros, el anciano tortuga. Este tenía ambas manos posadas en su bastón, mirando hacia arriba. Allí estaba ella, más enorme de lo que él lo hubiese imaginado. Con quince metros de altura ella se alzaba hasta lo más alto de la colmena. Su rostro era alargado, un poco similar a los de los soldados. Sus ojos eran alargados, por encima de estos había unas largas antenas que percibían lo que había cerca. El torso de esta criatura era delgado y muy alargado, estaba lleno de pequeñas patas con cuchillas. A sus costados se encontraban brazos extremadamente largos que llegaban hasta la entrada de la colmena. Poseía seis, dos de ellos eran tenazas, otros dos cuchillas, y otros una especie de manos insectoides, tenía dos dedos en cada mano. Y por último, la parte inferior de su cuerpo. Esta era como una gran masa cubierta por coraza, tenía múltiples patas muy pequeñas, las cuales no parecían cumplir función alguna, pues el cuerpo de la reina estaba pegado a la pared. Esa era su naturaleza, asentarse en un sitio y criar allí por el resto de su vida.

- Parece que finalmente nos encontramos - anunció el anciano tortuga.

La reina no emitía sonido alguno, ni se movía, solo miraba al anciano fijamente.

- Tú eres la causante del sufrimiento por el cual hemos pasado. Me asegurare de que eso no vuelva a ocurrir - dijo Wûseng seriamente.

Él se preparó para comenzar a pelear, deshaciéndose así de su estado no hostil. La reina comenzó a sentir la amenaza emanando del pequeño anciano verde, y no dudó en atacar con una de sus tenazas. Wûseng saltó, evadiendo su ataque y posándose encima del brazo de la reina. Esta usó uno de sus brazos izquierdos, aquel que era como una mano pero con solo dos dedos, para intentar atrapar al anciano.

Wûseng corría por el brazo de la criatura mientras el otro se le acercaba. Este uso su bastón cuando el brazo estuvo escasos centímetros de él, dándole un fuerte golpe y desviándolo. La reina, enojada por el golpe, comenzó a sacudir la extremidad en donde tenía su tenaza, para hacer caer al viejo. Efectivamente se deshizo de él, pero este no sufrió golpe alguno de aquel lanzamiento. Había conseguido caer de pie y reducir el posible daño a producirse.

La batalla más grande que el anciano jamás antes había librado comenzaba de forma titánica. El anciano movía su bastón con presteza, caminado hacia un lado, sin dejar de ver a la reina. Esta, preparaba sus brazos mientras observaba al viejo. Pero algo interrumpió ese momento de desafío entre ambos. Un intruso más en la guarida de la reina. Un elfo que tan pronto llego vio a una enorme criatura frente a él.

Así que aquella aura espiritual no era por las crías de la reina y ella, sino que era solo ella - dijo para sí, estupefacto ante aquella criatura enorme.

De hecho, en ninguna parte de aquella guarida había siquiera huevo alguno. Solo se encontraba la reina y un anciano de muchos años preparado para dar batalla.

- Maestro - dijo el elfo, y se acercó rápido al anciano.

Este le dio una rápida mirada de reojo sin desviar su atención de su adversario. Pues el más mínimo despiste podría costarle caro.

- Qué haces aquí, joven elfo? - preguntó el seriamente.

- He venido a ayudarle maestro - respondió él.

El anciano meditó un pequeño momento y respondió ante la contestación de su aliado.

- En circunstancias normales te habría dado una reprimenda por abandonar a los demás. Sin embargo estas no son circunstancias normales. Si he de serte sincero, no sé si podré derrotar a este oponente, así que no me vendrá nada mal tu ayuda, pero debes estar atento joven elfo, nuestro enemigo es uno sin precedentes.

Lawrence escuchó atentamente las palabras del viejo, e hizo caso a su advertencia. De su espalda saco su arco. Había conservado unas pocas flechas para cuando fuesen al interior de la colmena. En cuanto se le acabasen solo tendría a manos una espada corta que pidió a Seikei. Ambos se movieron coordinados hacia su oponente la reina dio un fuerte grito en respuesta a ello.

Raand, Seikei y Dekei estaban librando una poderosa batalla contra los guardianes. Golpes con tenaza, puñetazo, martillazos y zarpazos volaban por igual.

El rjin descabezado luchaba contra el licántropo. Este, a pesar de no ver por su ausencia de cabeza, daba golpes realmente certeros. Raand podía esquivarlos con facilidad gracias a sus facultades como licántropo. Su agilidad era muy superior a la de su contrincante. Pero aun así no conseguía vencerlo. Cuando esquivaba un ataque, él tenía la oportunidad de devolvérselo, sin embargo cuando atacaban al brazo del rjin, este no sufría daño alguno, su coraza era realmente resistente. No podía perder tiempo atacando demasiado, pues cuando se quiso dar cuenta, varias cuchillas estaban amenazando con convertir al lobo en un colador. Por lo cual se alejó de él.

Fue un momento en el que, durante el fervor de la batalla, no vio que la cola del guardián se le había acercado por detrás y lo había atrapado con sus pinzas. El licántropo se retorcía para liberarse, pero le era imposible, lo tenía atrapado por la cintura, ya no lo dejaría ir.

El guardián se preparaba para asestar un fuerte golpe al lobo. Este tuvo que prepararse para recibirlo. La tenaza del guardián cayó fuertemente sobre él, Raand había preparado sus manos para atrapar ese golpe, y así lo consiguió, pero no le fue fácil, pues estos aún estaban forcejeando. Pero el licántropo tenía las de perder, no por ser incapaz de mantener el forcejeo, porque él podía y lo estaba haciendo, sino porque las cuchillas de guardián se prepararon para atacar al lobo sin contemplación. Las pinzas de la cola del bicho le impedían moverse, y la enorme tenaza de este le impedía usar los brazos, no importa cuánto pensase, no se le ocurría nada. Pero un martillo voló en su ayuda. Era Seikei, quien había lanzado uno de sus martillos a la tenaza del guardián y la había apartado de él. Sin embargo las cuchillas avanzaban hacia el lobo sin piedad. Pero Raand ahora podía defenderse. Con varios zarpazos desvió los ataques de su enemigo, exceptuando el último, el cual atrapó con sus manos. Con un fuerte movimiento aprovecho la cuchilla del guardián y se la clavó en la cola del mismo. Este, lleno de dolor, soltó al lobo, el cual se aprovechó de la situación.

Mientras el guardián estaba ocupado con su cola, Raand dio un salto que le permitió posarse encima de donde antes se encontraba la cabeza del guardián. Con sus garras comenzó a abrir hueco en su carne. La criatura intento atraparlo usando sus tenazas, pero no le fue posible hacerlo. Él ya se había metido en su interior.

Dekei, que forcejeaba con el guardián, se estaba cansando de una pelea sin resultado alguno. Por lo que decidió usar su furia orca. Poco a poco el guardián iba cediendo ante la presión de su enemigo.

En cualquier momento el orco lo desequilibraría. Por lo que este uso sus cuchillas para atacarlo. Dekei movió los brazos del rjin para salir del forcejeo y marcar distancia antes de que lo apuñalasen. El guardián se acercó a este para llegar a conectar su ataque. El orco se protegió desviando las cuchillas. Pero las últimas dos fueron atrapadas por este. Afortunadamente para él, los guanteletes que su hermano le había hecho lo protegían de corte alguno. Con una fuerza enorme golpeo la cuchilla por el costado, rompiéndola. Con la otra hizo lo mismo, dejando una cuchilla inútil en cada brazo. El orco dio un gruñido tan potente que se escuchó en toda la colmena. Sintiéndose victorioso, corrió hacia su adversario, el cual lo atacó con su tenaza. Dekei sin dudarlo interceptó el golpe propinándole otro. Fue como escuchar a un martillo golpear una piedra. El guardián fue echado hacia atrás por la potencia del golpe. Entonces Dekei aprovechó para tomar uno de sus brazos cuchillas. Tiro de este con mucha fuerza, más tuvo que apoyar su pie en el torso del bicho para hacer palanca. Unos crujidos se oyeron, seguidos de unos sonidos de carne estirándose. En unos momentos el orco consiguió arrancar el brazo del guardián. La criatura dio un fuerte grito de agonía y de dolor.

El orco parecía tener un plan, pues este mostraba una sonrisa casi victoriosa. En su mente él sabía que la única forma de atravesar esa coraza era usando las propias armas del rjin, ejemplo que tomo al ver a Raand cortando al guardián con su propia cuchilla.

Una rápida estocada iba en dirección a la criatura, la cual se defendió golpeando con su tenaza y desviando el golpe. Pero Dekei aprovecho el impuso y giro sobre sí mismo, usando el brazo como si fuese un látigo, y golpeando directamente en la en la extremidad con la que si enemigo se había defendido. Fue un corte limpio. El brazo tenaza cayó al suelo, creando un fuerte sonido. El guardián fue a gritar de dolor otra vez, pero antes de que pudiera siquiera, Dekei tomo la cuchilla con todas sus fuerzas y se la clavo a su enemigo en el pecho. Pequeños trozos de coraza salieron despedidos del impacto. Y su enemigo, con una mirada entre incredulidad y rabia, pereció.

Al momento que Dekei libraba su batalla con el guardián, y antes de que este muriese, Seikei mantenía una batalla entre martillos y tenazas. Pero en un momento dado tuvo que perder uno de sus martillos para salvar a un compañero. Esto lo coloco en desventaja, pero no se vendría abajo solo por no poseer un arma más. Para equilibrar la balanza y compensar la falta del martillo, este recurrió a la furia orca.

Enrabiado en sí mismo, dio un fuerte grito que retumbo por las paredes, el guardián ni se inmuto. Ambos cargaron el uno contra el otro, el guardián dio un gran golpe en el suelo con su tenaza, por poco y le da al orco. Este, que se había detenido justo delante de su ataque, levanto su martillo en lo alto y con ambas manos cayó como un meteoro sobre la tenaza del guardián. Como si nadie lo hubiese esperado, la coraza que protegía el brazo del guardián, se rompió. Por un segundo el tiempo de detuvo, y la incredulidad paso por el rostro inexpresivo del guardián. Seikei sonrió y, lleno de júbilo, volvió a atacar a su oponente. El miedo y la sorpresa hicieron que el rjin retrocediera ante la amenaza que el orco representaba. Quiso defenderse con su otro brazo del siguiente ataque, lo cual fue un grave error por su parte. Seikei volvió a arremeter contra este usando su martillo con todas sus fuerzas y volviendo a plagar el aire de trozos de coraza de rjin. Ese último golpe dejo expuesto al guardián, oportunidad que el orco tomo para dar un salto hacia él y, con el martillo en su espalda, llego hasta donde estaba su cabeza dandole un fuerte martillazo. El golpe fue tal, que no solo rompió la coraza de su cabeza, sino que se la hundió hasta llegar al interior de su pecho. Automáticamente el cuerpo se quedó inmóvil, y se desplomó en el suelo.

El herrero giro su cabeza buscando a su hermano, este también había acabado de aniquilar a su oponente. Ambos estaban jadeando y respirando mucho, estaban totalmente exhaustos, lo cual suele suceder después de utilizar la furia orca.

- Y a Raand como le está yendo su batalla? – pregunto Dekei, entrecortadamente.

A lo cual Sekei solo respondió encogiéndose de hombro. Ambos hermanos miraron al guardián con el que el licántropo había combatido. Estaba tirado en el suelo, sin cabeza. Pero de pronto comenzó a menearse un poco. Los hermanos se alarmaron, pensado que aún seguía con vida. A pesar de estar exhaustos se prepararon para luchar contra este.

El cuerpo se movía de forma extraña, como si tuviese convulsiones. Su pecho parecía ensancharse. De pronto partes de la coraza que cubrían su pecho comenzaron a levantarse, como si se estuviesen despegando. Una garra abrió un hueco en la piel del bicho, desde dentro. Un gran agujero fue abierto por dos garras, y de este salió Raand, dando un gran rugido de victoria.

Los orcos arrugaron un poco la cara al ver la escena. El lobo estaba cubierto de líquido verde. Líquido que desconocían, y que preferían seguir sin conocer.

- Ja, lo conseguí – dijo Raand, lleno de orgullo.

- Te has visto en un espejo? Deberías darte un baño – apunto Dekei, aun con la cara arrugada.

- Daños colaterales, ya se arreglará – señalo riéndose.

En otra parte de la colmena, Treya y sus alumnos mantenían batalla contra cuatro guardianes. La situación no era fácil. La mujer pantera era capaz de evadir una gran cantidad de ataques. Lo mismo era en el caso de Marco, Yuin, Gidak y varios alumnos más. Pero había otros alumnos que no podían esquivar tan fácilmente, o de tan buena forma como ellos. Estos eran las de gran tamaño del grupo, como Grok, Under y Than'rod.

Afortunadamente para Than'rod este tenía la misma altura que un guardián, por lo que podría defenderse con calma contra él. Había elegido guanteletes como arma, lo cual fue un dolor de cabeza para Seikei, le resultaba más fácil hace cualquier arma más grandes. Pero hacer unos guanteletes más grandes ya era algo excepcional. Obviamente no se quejó por ello, el juró hacer el arma que cada alumno quisiese.

Gracias a los guanteletes, este podía mantener un forcejeo seguro contra las tenazas de su enemigo. Pero el problema lo representaban las cuchillas de las cuales el gigante no se podía defender.

- Necesito ayuda por aquí - solicitó él con voz grave.

Fue en su ayuda un compañero leal. Wild, un chico zorro, quien manejaba dos cuchillas similares a dos guadañas pequeñas de mano, estas estaban conectadas por una cadena. Con ella enrollo dos de las cuchillas de su enemigo. Las otras dos fueron paradas por su compañero portador de lanza, el salvaje. Y mientras ellos lo mantenían ocupado, dos fueron para acatarlo por su espalda, con maza y alabarda. Pero sus golpes no surtieron efecto contra la dura coraza del guardián.

Under y Grok estaban ocupándose de otro. Gracias al escudo de Grok este evitaba violentos golpes. Under por su parte, se defendía arremetiendo golpes con su martillo cuando lo atacaban. Yuin, que también estaba con ellos, atacaba a las extremidades del guardián. Las cuales le resultaban bastante difíciles de cortar. Pues estas también estaban recubiertas de coraza. Sentían como si el esfuerzo que empleaban para derrotar a su enemigo fuese inútil.

A otro guardián lo mantenían ocupado Marco, Gidak y otros dos chicos más. Las espadas katana del humano y la gárgola parecían más que inútiles frente a la defensa del guardián. Este tenía partes que no estaban recubiertas por la coraza. Pero llegar a estas partes era una tarea titánica en la cual había más posibilidades de salir perdiendo. De hecho, varios alumnos quedaron inconscientes por acercarse demasiado a su enemigo. De los veinte alumnos qué vinieron, uno había muerto y otros cuatro estaban heridos u inconscientes. Ellos querían seguir luchando, pero Treya se los prohibió, no quería volver al templo con más bajas aliadas.

Gracias a eso, la ayuda que podrían tener los alumnos para crear oportunidades de ataques certeros se reducía, ya que al ser menos, pocos podrían distraer al guardián mientras otro lo atacaba.

Treya tenía el apoyo de tres alumnos con sigo. Aún no sabía si sentirse afortunada o preocupada. Pues si ellos no eran lo suficientemente ágiles como para esquivar al enemigo, saldrían heridos.

El guardián atacaba a todos por igual. Cuando esté atacaba a un alumno, la mujer pantera aprovechaba para atacarlo a él. En una de sus oportunidades intentó cortarle el brazo de la tenaza. Desafortunadamente para ella, no lo consiguió, a pesar de haber conectado el golpe adecuadamente. Le resultaba difícil creer la capacidad de aguantar golpes que tenía esa coraza suya, pero no podía parar de intentarlo, o sino acabaría por ceder ante la dificultar y, eventualmente, perecer ante su enemigo.

Uno de los alumnos que luchaba junto a Treya pudo percibir la duda en ella. El podrían haberse dejado llevar por el pánico al ver a un maestro dudar de en un enfrentamiento. Pero no quería darse por vencido cuando pasaron por un montón de cosas hasta llegar allí. El alumno en cuestión era un semielfo. Este portaba una espada larga. Se armó de valor y ataco al guardián gritando. La criatura se defendió sin problemas con su tenaza. El joven aprovecho el momento.

- Maestra, ahora!!! – grito él.

Treya estuvo confundida durante unos instantes, pero pronto entró en razón y se centró en la misión. Su alumno había creado una obertura para ella. Sin dudarlo atacó, pero esta vez apuntó a los brazos en donde tenía las cuchillas. Justo en la parte de las axilas ella conecto su golpe. Los brazos cuchilla del guardián cayeron al suelo después de ser amputados. La criatura retrocedió, adolorida. La maestra pudo ver el miedo en su enemigo, y no dudó un segundo siquiera en aprovechar el momento.

- Por los monjes y por el templo. Alumnos ataquen!!! - grito ella moralizadora.

Todos los alumnos gritaron junto con ella, avivados por su hazaña.

El forcejeo entre el gigante y el guardián de antes fue decantándose para el monje. Than'rod aplicaba más fuerza, por lo cual estaba haciendo retroceder al guardián. Hasta que este cedió ante su enemigo. El gigante tiro al guardián al suelo. El chico que se encontraba detrás de él aprovecho el momento y le cortó la cabeza con su alabarda. Wild se hacer a las comisuras entre coraza y coraza del guardián y cortó todos los tendones de sus brazos, dejándolo sin cuchillas izquierdas. El salvaje hizo lo mismo, con ayuda de su compañero con maza por el lado derecho. Para acabar Than'rod tomó la tenaza izquierda del guardián e hizo toda la fuerza posible. Acabo por arrancarle el brazo de cuajo y lo lanzó lejos. Todos se quedaron mirando el cadáver de la criatura, no esperaban que se levantase más, y si lo hiciera, sólo sería para volver al suelo.

Yuin seguía esquivando y atacando las extremidades de su oponente. Más no conseguía dañar a ninguna. Sabía que había comisuras a las cuales podía atacar, pero con la longitud de sus armas y la fuerza que él tenía no serían suficientes como para hacerle un daño crucial. Mientras esquivaba quiso pensar en algo. Pero el sonido de sus dagas chocando con las cuchillas, y el de los martillos golpeando las tenazas del guardián, no conseguía pensar. En ese momento un golpe de tenaza dio en el suelo, justo delante de Under. El minotauro aprovecho y le dio un gran martillazo, introduciendo la tenaza de la criatura en la tierra. Ese gran golpe le dio una idea al joven chita. Rápido fue y corrió detrás del guardián. Ágilmente subió por su espalda y le clavó una daga en la comisura del hombro con el que tenía atascada su tenaza. Seguidamente se cambió de sitio y clavo otra daga en el otro hombro. Miro a Under y le gritó.

- Dale un martillazo donde clavé mi daga.

El joven vio un momento el mango que sobresalía del hombro de la criatura, y como si fuese un clavo, le dio un fuerte martillazo. La daga fue introducida profundamente en el hombro del guardián. Este se agachó por el dolor que le produjo. Momento que Under aprovecho para volver a golpear el hombro. Este se despegó totalmente del cuerpo del guardián, cayendo al suelo. Grok entendió rápido cuál sería el siguiente movimiento. Mientras el guardián se centraba en el dolor producido por ese último ataque, el trol dirigió un martillazo a la daga ubicada en el otro hombro del bicho. Seguidamente Under, quien estuvo atento al movimiento de su compañero, dio un fuerte martillazo en el hombro en el cual Grok había golpeado. La criatura se había quedado sin tenazas. El trol no lo pensó dos veces, y le dio un martillazo en el mentón a la criatura. Lo cual hizo que cayera de espaldas. Grok soltó sus armas y se subió encima del guardián.

- Reténganlo - dijo con una voz gélida y áspera.

Sus compañeros se quedaron mudos por un momento, pues nunca antes habían escuchado hablar al trol. Pero reaccionaron rápido, pues la situación era crucial. Ambos bloquearon las cuchillas de su enemigo, para que estas no atacaran al trol. Este posó su mano en el pecho del bicho y cerró los ojos. Tomó aire profundamente y suspiró. Fue un suspiro gélido, que llenó el aire con frío. Poco a poco vinieron como restos de congelación comenzaron a aparecer en el pecho del guardián. Entonces el trol abrió los ojos y dio un puñetazo en el pecho de su enemigo, rompiendo su coraza y destruyéndole el corazón.

El guardián que tenían Marco y Gidak seguía luchando contra ellos sin tener problema alguno. Los jóvenes se estaban hartando de la situación, pero Gidak perdía la paciencia aún más. Este dio órdenes a sus compañeros para distraer al guardián. Estos se miraron dudosos, pero al ver la cara enfadada del chico decidieron obedecer. No por nada Gidak era uno de los alumnos más fuertes del templo. Ambos chicos fueron a los lados. Marco se puso de cara a este. Gidak levantó vuelo y se preparó para atacar desde lo alto. El guardián atacó al chico humano, el cual se limitó a esquivar sin más. Los otros dos intentaron atacar por sus extremos, pero las cuchillas defendían al rjin. En el momento en el que todos estaban distrayendo al enemigo, Gidak se lanzó en picado hacia su enemigo. Para aplicar más fuerza al corte este se volvió piedra y piso la parte sin filo de la espada. Fue en un instante que la espada entro en el hombro del guardián y salió rápidamente, cayendo con su portador en el suelo. Ese corte no le amputó el brazo, pero sí que se lo inhabilitó. La caída había hecho que se levantase una pequeña nube de polvo. Gidak se giró rápidamente para terminar de cortarle el hombro a su oponente. Pero el rjin estaba preparado, y lo recibió con un ataque de cuchilla. El chico estaba en el estado de piedra, pero aun así no estaba seguro de que eso no le haría daño. Rápidamente levantó la espada para bloquear el ataque de su oponente, pero solo consiguió desviarlo un poco, este acabó por hacerle una herida profunda en el hombro. El chico se paró un momento por el dolor. Lo cual fue un craso error, pues una de las tenazas se dirigió directamente a la ubicación del joven. Le dio un golpe tan fuerte, que el chico salió volando y acabó por chocar en la pared, quedando inconsciente.

Marco pensó ingenuamente que podría aprovechar ese momento para atacar él a su enemigo. Iba bien encaminado, de no ser porque una cuchilla casi le da. Al esquivar está de forma tan brusca, no tuvo oportunidad de esquivar la siguiente, por lo cual tuvo que bloquearla con la espada. El guardián atrapó la espada del joven con su tenaza. Marco intentó liberarla del agarre, pero no pudo. Tuvo que saltar y alejarse de este antes de que lo atacara otra vez mientras intentase sacar la espada. El guardián rompió la katana del chico con su tenaza. Marco se había quedado sin arma, lo cual era un gran problema. Sus compañeros fueron a atacar mientras el humano se recuperaba.

Sin arma sería bastante complicado enfrentar al guardián, ya de por si era imposible penetrar su a madura con arma, sin una lo más sensato sería huir. Miro a todos lados, esperando encontrar la respuesta a su problema, pero solo pudo ver a sus aliados combatiendo y a otros inconscientes. Pero entonces lo recordó. Gidak también tenía una katana, nakamada. El humano fue corriendo velozmente en donde yacía Gidak. Nakamada estaba tirada a su lado. Este se agachó para tomarla, jurando que la devolvería a su dueño. En cuanto estuvo en sus manos volvió a sentirlo, aquella libertad y aquella soltura que sintió cuando probó a nakamada por primera vez. Le proporcionaba seguridad, confianza en sí mismo y en su arma.

Sin más dilación, Marco fue a ayudar a sus compañeros. Estos sentían que estaban perdiendo ante el guardián, estaban agotados. Una cuchilla estaba a punto de darle de lleno a uno de los dos. Este quiso cubrirse, pero su cuerpo no respondía a la orden. Cerró los ojos esperando lo peor. Pero no fue así, abrió los ojos para ver qué había ocurrido. Delante de él estaba Marco, quien había bloqueado la cuchilla del rjin. Posó la hoja de nakamada sobre la coraza del guardián, y el joven corrió hacia él arrastrando el filo por la cuchilla de este. Quiso atacar, pero no le dio tiempo, el joven usó el torso del guardián como apoyo y corrió hacia arriba, cortando con la katana todo a su paso. Sabía que no cortaría nada de la coraza de la criatura, pero ese no era su objetivo, sino el hombro herido de esta. Cuando llego a lo alto del todo, la hoja se llevó por delante carne y hueso del insecto. Amputando el hombro de este. El joven acabó posándose en la cabeza del guardián, el cual levantó su otra tenaza para deshacerse de él. Marco sin dudarlo un momento clavo a nakamada en el ojo de la bestia, la cual soltó un grito de dolor descargador. El humano miró a sus aliados rápidamente, era una mirada cómplice, indicando a estos que aprovecharán el momento. Uno de ellos, que quien era portador de una guadaña, aprovecho para cortar el otro hombro del rjin desde su axila. Y así lo consiguió. Dura de amenaza de ataque de su enemigo, el humano atacó al otro ojo del bicho e inmediatamente salió de encima de este.

Totalmente desorientado el guardián comenzó a atacar un sus cuchillas hacia adelante sin parar. Los aliados de Marco se alejaron del bicho. Mientras tanto, este lo miraba desde atrás, como se movía desesperado sin saber dónde se encontraba su enemigo. Decidió acabar con su sufrimiento. Corrió hacia él y atacó con precisión a un punto desprotegido de su espalda, llegando a su pecho y perforando el corazón.

Al guardián que estaba peleando con Treya y los otros alumnos el pánico lo había invadió al haber sido cortado por su enemigo. Eso le pesó bastante, pues la mujer pantera se acercaba hacia él enojada, y este retrocedía sin cuidado. Los alumnos aprovechaban para cortar en los puntos desprotegidos de este. Lo pinchaban y cortaban por igual, este al sentir el dolor se giraba para defenderse, pero no hacia más que provocar otra abertura para ser atacado otra vez. La pelea parecía bastante decantada para los monjes, pero más allá de eso, Treya ya sabía que el había perdido. Solo fue cuestión de tiempo que el rjin se descuidó lo suficiente para que ella le pudiese cortar la cabeza sin preocupación alguna. Una vez el cuerpo cayó al suelo, ella utilizo la punta de la base de su hacha para perforar su pecho y aniquilarlo. Al ver el cuerpo sin vida del guardian pensó un momento en que ellos no eran del todo diferente a los demás seres como ella había pensado. Ellos también temían y dudaban, cometían errores como los demás. En el fondo ella sintió un poco de cercanía hacia ellos, pero solo por un momento.

Al momento que todos los monjes libraban su batalla con los guardianes, Wûseng y su compañero Lawerence luchaban contra la reina. El elfo disparaba flechas apuntando a los ojos de la criatura, pero no era capaz de darle, pues esta se movía y provocaba que las flechas chocasen contra la coraza de ella, por lo cual el daño era reducido a nada. Sin embargo esta no se movía mucho, ya que su condición de estar pegada a la pared limitaba mucho su movimiento. Aun así no le hacía falta. Solo se valía de sus brazos para llegar allí donde necesitase.

El anciano se movía continuamente intentando acercarse a esta todo lo posible. Este sabía que no sería capaz de causarle daño alguno en las partes convencionales de su cuerpo, por lo cual se centró en intentar llegar hasta su cabeza. Una y otra vez saltaba encima de las extremidades de esta intentando acercarse lo mayor posible. Más ella nunca le dejaba avanzar más allá de la mitad del brazo al que se subía. Aunque él no dejaba de persistir, ya comenzaba a sentirse fatigado. Y por si fuera poco, el elfo se quedó sin flechas.

La reina, al ver que sus dos enemigos parecían haberse quedado sin recursos para alcanzarla decidió atosigarlos. Aquello que los monjes consideraron que eran los pies de la reina, realmente eran otras de sus potentes armas. Estos comenzaron a salir de la piel de esta y a alargarse. Eran tentáculos. Estos se alargaron e intentaron atrapar a los intrusos. Lawrence sacó una espada que portaba en la funda de su cintura, la portaba consigo para cuando se le acabasen las flecha, poder defenderse.

Los tentáculos buscaban a sus enemigos de forma exhaustiva. Aparecían por todas partes, por arriba, a los lados, por delante y a sus espaldas. Ambos monjes se mantuvieron cerca para evitar ser atrapados. El anciano era capaz de evitar los tentáculos propinándoles un golpe, pero el elfo los cortaba limpiamente, consiguiendo que estos se ocultaran otra vez dentro de la maza viscosa del al cual salieron. Eficazmente estaban logrando evitar ser atrapados. Sin embargo lo que ellos estaban percibiendo como una situación controlada, no era más que una distracción. Cuando menos se lo esperaban, una cuchilla fue directo hacia Wûseng, este se giró, pero solo para ver que ya no tenía tiempo de esquivar aquel golpe. El elfo también se dio cuenta de ello, pero tarde. Para cuando quiso mirar solo pudo ver como la cuchilla de la reina atravesaba el costado del torso de su maestro. Rápidamente cortó todos los tentáculos cercanos, dejando a la reina sin ninguno para atacar. Este corrió hacia donde se hallaba su maestro y arremetió contra la extremidad que lo había atacado, alejándola de él. Lo tomo entre brazos y quiso sacarlo de allí. La reina intentó atacarlo mientras cargaba con el anciano, pero gracias a la percepción de todo aquello que entraba en su radio de ataque, él podía evitar cualquier ataque aunque estuviese de espaldas a este. Ya casi estaban en la salida, pero el anciano tortuga lo tomo del cuello de su toga, llamándole la atención a este.

- Maestro! - exclamo algo aliviado al ver que aun seguía con vida - no se preocupe, lo sacaremos de aquí.

- No, la reina aún sigue con vida, debemos acabar con ella - señaló este.

- No podemos maestro, ya lo ha visto, somos incapaces de llegar hasta ella. Su armadura es impenetrable, y sus herramientas de ataque son muchas, este enemigo va más allá de lo que habíamos esperado.

- Sí que podemos derrotarla, tu joven elfo, junto a Mondar poseen las capacidades necesarias para derrotar a su enemigo, atacando en su espíritu y no en su cuerpo físico.

- Pero para ello necesitaría preparar el ataque y usarlo lo más pronto posible. Pero tendría que estar cerca de ella, y lo más seguro es que me ataque antes.

- Yo la distraeré.

- Eso ni pensarlo.

- Es la única solución - sentenció el.

- Pero maestro, cuando la ataque su cuerpo retumbara con la resonancia de su espíritu perturbada, eso provocará que se colapse el lugar y el techo se nos venga encima. No podré sacarlo a tiempo de aquí si eso sucede.

- Mi tiempo en este mundo ya está llegando a su fin, solo quiero realizar este último acto de servicio en nombre de los monjes y de nuestros queridos alumnos.

- Pero le necesitamos. Quien sera el gran maestro del templo sino lo es usted.

- Lawrence, durante todo este tiempo has demostrado preocupación, sabiduría y empeño por aquellos que te rodean. Buscaste mejorar para evitar que calamidades le ocurriesen a tus seres queridos. Yo creo que estas más que capacitado para ser quien me reemplace.

- No diga eso maestro, usted seguirá con vida y volveremos todos juntos al templo.

Este lo miro a los ojos y negó con la cabeza. Lawrence no quiso admitirlo, pero tenía razón, tenían que derrotar a la reina, y el tomaría su lugar como gran maestro. Mondar también estuvo de acuerdo con la decisión del anciano, pero a duras penas.

Ambos volvieron donde la reina, decididos. Lawrence estaba nervioso, pues sabía lo que estaba punto de pasar. Mas no podía dejarse llevar por sus emociones en una situación tan crítica como esa, pues si su maestro moría, seria en vano. Arrancando una de las mangas de su pantalón hicieron un vendaje improvisado al viejo. La reina los ataco dando un golpe con su tenaza, el cual ambos esquivaron. Wûseng sintió un fuerte dolor al apoyarse en el suelo de golpe, pero tenía que ignorarlo y seguir con el plan. Este volvió a subirse al brazo de la reina, de nuevo volvió a correr sobre este para llegar a su cara.

Mientras tanto en el suelo, Lawerence aprovechaba que la reina estaba ocupada con su maestro y comenzó a tomar aire cerrando sus ojos. Concentró la energía que generaba en su mano derecha, convirtiéndola en un arma letal. El anciano, que seguía corriendo, fue atacado por la otra tenaza de la reina, este quiso esquivarla, pero el dolor que le produjo su herida se lo impidió, ya se había extralimitado demasiado. Ella se lo acerco a su boca lentamente para devorarlo. Finalmente Lawerence había terminado de concentrar la energía necesaria para sacudir un espíritu del tamaño de la reina. Para su horror vio a Wûseng en la situación en la que estaba. Cada fibra de su ser quiso correr para intentar salvarlo, pero este sabía lo que tenía que hacer. Fue corriendo hacia la reina y dio un salto como nunca antes lo había dado. Mientras se elevaba, sabía que en el momento que atacase a la reina, todo acabaría, y los recuerdos de cuando el llego al tempo y conoció a Wûseng inundaron su mente. Por una fracción de segundo el hizo una dedicatoria a su maestro, hasta que finalmente estuvo a la altura del corazón de la reina, listo para atacar. Wûseng, que estaba a punto de ser devorado lo vio, y le dedicó unas últimas palabras.

- Lawerence... cuida bien de los monjes - dijo como última voluntad.

Lawrence dio un grito de rabia y golpeó con fuerza en el espíritu de la reina. Este se quedó paralizado un momento pero luego se sacudió de golpe y de forma violenta. Haciendo que su cuerpo se desprendiera de las paredes y creando una inestabilidad en la estructura. El impacto ya había desestabilizado el techo y este comenzó poco a poco a caerse. Piedras comenzaba a caer una tras otra. La reina intento cubrirse, pero su cuerpo, al estar tantos años unido a la pared, no tenía consistencia, por lo cual cayó en el suelo, sin poder cubrirse completamente de los desprendimientos. Las rocas poco a poco la sepultaron a ella y a toda la habitación, dejando el cadáver de la reina rjin totalmente oculto entre las rocas y el del maestro Wûseng también. Los monjes habían vencido a la amenaza rjin.

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Bueno, mas de ocho mil palabras... como se nota que es final de saga XD. Bueno, finalmente he podido acabar el capitulo de la colmena. Quería revisarlo y que quedara bien, a parte de poner las ilustraciones en este. Espero que les haya gustado tanto como a mi me gustó escribirlo.

Sin mas que añadir. Hasta la semana que viene.

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