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Capítulo 30: Los rjins primera parte

Después de tanto tiempo de espera, nuestro héroe finalmente se hallaba cazando en el bosque, otra vez. Fue necesario pasar por el nuevo entrenamiento de unas cuantas semanas hasta que Wûseng le permitiera ir a la búsqueda de alimentos. Había sido duro durante ese tiempo. En los entrenamientos físicos habían aumentado el peso de los elementos que utilizaban, Dekei realmente se había propuesto hacerlos exprimir cada gota de energía que tuviesen. Raand también había comenzado a aplicar peso en sus entrenamientos, este además quería que pusiésemos más énfasis y espíritu en cada golpe, su objetivo era que al final los presentes no pensasen en golpear, sino que lo sintiesen, que fuese algo automático a lo que su cuerpo estuviese acostumbrado. Luego Marco tuvo que pasar por una decisión. Elegir si aumentar su entrenamiento con la profesora Treya o Alexia. La decisión para él estaba clara, pues las enseñanzas que Alexia daba le eran de mayor utilidad que las de Treya, sin embargo había un problema, y es que para poder participar en la búsqueda de alimentos había que pertenecer a la clase de Treya o recibir su aprobación. Marco tuvo que hacer lo imposible para demostrar a Treya que sus capacidades para desenvolverse en espacios salvajes eran suficientes como para garantizar que traería comida y aún más importante, que volvería de una sola pieza. Pero después de tanto persistir lo consiguió, y una vez conseguido esto último, solo necesitaba el permiso de Wûseng. Más ahora viviría las clases intensificadas de la maestra Alexia, la cual comenzó a ser más estricta con sus enseñanzas, sin embargo seguía sin perder su aire de amabilidad y bondad. Los movimientos de bloqueo que enseñaba a los alumnos habían de ser muy pulidos, y por eso ella constantemente estaba corrigiendo los errores de los alumnos, y en varias ocasiones les lanzaba ataques sorpresa, los cuales nunca llegaban a tocarlos, solo servían para que ellos reaccionarán antes los ataques inesperados. Después de esto fue cuando Wûseng le concedió el permiso de ir a la búsqueda de alimentos.

Y así es como ahora Marco se encontraba moviéndose por los árboles, recordando sus actividades hace casi un año, cuando cazaba prácticamente cada día. Este estaría con su arco listo y preparado para cazar, pero no se lo permitían, solo podía cazar usando sus propias manos, tampoco podía utilizar elementos del bosque ni de ninguna otra parte. Esto limitaba su capacidad para reducir a su presa y silenciarla, pero había conseguido las habilidades necesarias para hacerlo, así que no era algo a lo que diese gran importancia. Ahora solamente se sentía feliz por poder volver al bosque, y por la posibilidad de saldar cuentas con un viejo conocido. Ciertamente pensó en esto último durante un momento. Al cabo de un rato subió a la parte más alta de un árbol y comenzó a olfatear. Cuando capto el aroma que buscaba dio un prodigioso salto, atravesando ramas y hojas, cayendo en una rama y utilizándola para impulsarse hacia adelante. A su paso veía varios animales de tamaño mediano en tierra, pero no les prestó atención, pues este buscaba a una presa más grande, no en tamaño, sino en valor. Fue así como, siguiendo ciegamente ese rastro con su nariz, entró a la zona prohibida, donde la niebla se tornaba densa e impedía ver nada más allá de cinco metros en su radio de visión. Más esto no le importaba, pues solo necesitaba un olor para seguir adelante. Y más temprano que tarde se encontró con su objetivo. Este cayó desde las ramas para posarse detrás de él. Una figura gris y delgada se dio vuelta para ver a aquel que apareció a sus espaldas. Marco con una mirada sería y un semblante firmó miro a los ojos del stealarak que lo había atacado tiempo atrás. Sin flaquear ante su mirada dijo.

- Dónde está? - esperando a que este fuese a decir algo, aunque sabía que no sería así.

La criatura soltó un chillido en respuesta a la pregunta del joven y se abalanzó sobre él. Marco no se movió un ápice de su lugar. La criatura estaba a punto de llegar a él pero antes de llegar a tocarlo el joven se movió hacia adelante por lo bajo, esquivando al stealarak y tomándolo por su cola. Aprovechando el mismo impulso, arremetió con sus brazos hacia el suelo y azotó al bicho contra este. Rápidamente la criatura se arremolinó sobre si misma usando su cola y miró al chico con furia. Fue hacia él rápidamente otra vez, pero esta vez fue por el suelo, arrastrándose. Marco suspiró, cuando la bestia estaba a punto de llegar a él, solamente le dio una patada directa en el rostro, enviándola contra un árbol. Esto la desconcertó un poco, él se acercó hacia el stealarak, el cual se aferró al árbol y le enseño sus dientes amenazadoramente.

- Mira, fue estúpido por mi parte que podría hallar mi sudadera encontrándote. Y está claro que no tienes nada que hacer contra mí, así que mejor vete y continúa con tu vida - soltó apuntando hacia otra dirección para que la criatura se fuera.

Esta estaba colérica, pero no era estúpida, sabía perfectamente que el joven podía acabar con ella sin problemas, así que se desenrosco del árbol y se fue rápidamente. El joven suspiró, decepcionado, encontrar su sudadera allí sería muy complicado. Así que decidió caminar por donde había venido y buscar comida. Pero cuando avanzó varios metros vio un sitio que le resultó familiar. Había unos árboles con marcas, como si hubiese habido una batalla. Examino con su mirada más detenidamente y se dio cuenta, allí era donde el stealarak lo había atacado por primera vez, y era allí en donde Yuin y Grok lo había encontrado y rescatado. Con un poco de esperanza en su mirada comenzó a buscar por la zona con una mezcla de ilusión y desesperación. Pero no dudaron mucho, porque tas un arbusto estaba allí tirada, su sudadera. Este sonrió alegremente, rápido, la tomó y en cuanto la tuvo entre sus manos frotó su rostro en ella con cariño. Pensó que ciertamente necesitaba ser limpiada, pues su hedor era notable. Lamentablemente ese precioso momento se vio interrumpido por un rugido de una bestia que con solo escuchar, uno sabía que era grande.

Mientras tanto en el templo varios alumnos y Seikei esperaban ansiosos por ver que traía el joven.

- Seguro que algún animal enorme se lo comió por el camino - dijo Gidak.

- Porque no te callas un rato - le respondió Yuin - tal vez haya sido imprudente ir solo a la búsqueda de alimentos, pero estoy seguro de que regresara en cualquier momento.

- Ahí está - anuncio Than'rod con vos grave.

Todos los presentes se giraron para mirar. Por las escaleras se comenzaba a ver la figura del joven que venía con una mochila cargada de alimentos y tirando de un conjunto de lianas. Este pidió un poco de ayuda para tirar. Than'rod y Grok se le acercaron y le ayudaron a tirar. Entre los tres subieron lo que parecían ser tres animales cuadrúpedos del tamaño de un rinoceronte, estos tenían una boca alargada, piel gruesa, tren cuernos en la cabeza, y varios más en hombros y rodillas. Yuin miro a Gidak con una sonrisa de triunfo, este simplemente guardo silencio y se alejó del chico-chita. Alegre fue a felicitar a su amigo por su captura.

- Wow Marco, es impresionante. Cómo conseguiste capturar a estos tres? - pregunto Yuin.

- A decir verdad no fue fácil. Estos animales dieron batalla. Una batalla prodigiosa, digna de ser relatada o escrita. Pero el caso es que conseguí atraparlos.

Seikei se acercó al chico con una enorme sonrisa que como siempre, exhibía sus enormes dientes, y felicitó al joven. El solo tomó las lianas y llevo los animales al horno. Con un cuchillo enorme forjado por el mismo abrió de par en par a cada uno de los cuadrúpedos. Los preparativos para la comida estaban listos, así que puso las jugosas carnes en la parrilla y las metió en el horno. Mientras tanto Marco dejó la mochila con varios tipos de fruta en una esquina. Luego llevo un pequeño paquete envuelto entre hojas hacia donde lavaban los cuencos con restos de comida. Desenvolvió su sudadera y se puso de inmediato a limpiarla. Poco a poco el barro desaparecía de la tela, también lo hacía el hedor provocado por el tiempo y la humedad. Una vez limpia fue y la dejo a secar con el resto de ropas. Se sintió satisfecho al verla y sentir que había recuperado una pequeña parte de si, un pequeño recuerdo de la tierra.

Mientras Marco se perdía en sus pensamientos, en el cielo comenzaban a aparecer un montón de figuras pequeñas. Varios de los alumnos se percataron de ello, y alguno de estos palideció al sospechar lo que esto significaba. Seikei se dio cuenta de que algo pasaba cuando vio a todos los alumnos mirando hacia arriba. Este abrió los ojos de par en par y sin perder el tiempo tomó un martillo que tenía cerca de sí y lo uso para golpear el horno a modo de tambor. Con el sonido este, anunció aquello que varios temían, la llegada de los rjins. Cientos de esos bichos surcaban los cielos en dirección al templo. Ellos hacían zumbar sus alas, abrían y cerraban sus bocas mientras movían sus patas, ansiosos por llegar para comenzar a devorar. En el templo los profesores estaban saliendo uno a uno de donde estaban y se reunieron en el patio exterior donde se hallaba el horno. Los alumnos que no se hallaban allí hicieron lo mismo. Todos observaron con preocupación, más el día había llegado. Era hora de preparar a los alumnos para la lucha. Una voz anciana se escuchó desde atrás mientras todos miraban al cielo.

- Todos, prepárense. El enemigo está cerca. Maestros tomen a sus alumnos y defiéndalos con sus vidas. Rápido, llegarán en cualquier momento - dijo Wûseng con suma seriedad.

Rápidamente los alumnos hubieron de hacer una formación para facilitarles la labor a los maestros de distribuirlos. Cada profesor se encargó de un grupo de unos dieciocho alumnos. Lo alumnos debían estar preparados para atacar, pues aquí es donde se vería el resultado del entrenamiento que habían tenido. Muchos dieron un último rezo por sus vidas y respiraron hondo pidiéndose a sí mismos que tuviesen el valor suficiente para seguir adelante. Otros se sentían nerviosos pero aun así se mantenían decididos. Gidak quería comenzar a usar sus puños para acabar con ellos. Marco intentaba mantenerse sereno, esta era la segunda invasión que vivía, y en esta ocasión, la viviría más de cerca.

Los rjins ya estaban sobre ellos. La formación de insectos se abrió y comenzó a dispersarse hacia los lados para abarcar a todos. Así es como la batalla finalmente empezó. Un rjin se abalanzó sobre el primero de los maestros, Dekei, que se encontraba al frente junto con sus alumnos detrás de él, preparados para atacar. Con sus poderosos brazos tomó la cabeza del rjin y los estampó contra el suelo sin dejarle tiempo a hacer nada, tomó su cadáver rápido y lo lanzó fuera del templo, cayendo así en la espesura del bosque. Dekei rápidamente se volvió a poner en posición de defensa con sus puños delante y listos para golpear. Otros dos bichos más se le acercaron, estos iban con sus membranas filosas por delante, preparadas para atravesar carne y hueso. Dekei dio un puñetazo a uno de ellos, enviándolo hacia atrás, al otro lo tomo de ambas membranas. Aquel que había salido volando se repuso y volvió otra vez a atacar. Pero uno de los alumnos que estaba junto con Dekei, una arpía, subió al vuelo y atacó a este con sus garras. El bicho se preparó rápido para clavar sus membranas en la chica, pero está lo lanzó al suelo antes de que lo hiciese nada. Otro alumno que estaba allí, un gorila de cuatro brazos, lo golpeó con uno de sus poderosos brazos, dejándolo caer sobre el cuello del rjin como si fuese una guillotina. Le arrancó la cabeza por la presión y la contundencia del mismo. El resto los miro sorprendido, un error por su parte, pues fue esto lo único que necesito un rjin que apareció por detrás y clavo sus cuchilla en las clavículas de uno de los alumnos que se distrajo, un ogro, este dio un fuerte grito de dolor el cual no duró mucho, pues el rjin abrió su boca de par en par y clavo sos dientes en su víctima como si su cráneo fuese mantequilla. El resto de los alumnos dio un grito de terror. Dekei que estaba forcejeando con el otro rjin vio lo que le ocurrió al pobre chico.

- Nooo!!! - grito este.

Con ambas manos doblo las membranas del rjin con el que luchaba y se las clavó en el pecho. Una vez muerta la criatura la lanzó. Rápidamente dio un salto con giro en el aire y cayó con su puño sobre la cabeza del rjin que había acabado con su alumno. Su puño cayó con tanto poder y rabia que hizo explotar la cabeza del rjin en el suelo.

- No sé distraigan alumnos - gritó, y volvió a ponerse en posición - o les podría costar muy caro.

Los presentes tragaron saliva y se pusieron lo más firmes que pudieron, mas no podían evitar temblar de miedo, pues ya habían visto la muerte de cerca, y no podían hacer nada por el cuerpo de su compañero caído, pues les podría costar otro.

El resto de maestros había comenzado a enfrentarse los insectos también. Treya usaba sus garras para romper la coraza de los bichos. A un par les rasgo la cara y luego se las arrancó a ambos. Su instinto animal, sus garras y el poder de la mujer-pantera eran de temer. Pero los alumnos allí no iban a quedarse quietos, pues los profesores se encargaban de la mayoría que estaba en el frente. Pero el resto que se acercaba por detrás y a los lados tenían que ser recibidos por ellos. Yuin, que estaba con ella, tomó ejemplo y también utilizo sus garras felinas para proporcionar ataques letales y rápidos debidos a su velocidad como chita. Le resultaba sencillo ver los ataques de sus enemigos, y contraatacar también le resultaba sencillo, pues él estaba acostumbrado a moverse rápido y tanto su cuerpo como su vista estaban a un rito diferente que el de esos insectos.

Grok, que estaba en el grupo de Seikei, también aportaba su ayuda. Este no era muy rápido, pero sí que aportaba una buena defensa. Sus ataques también estaban cargados de gran poder. Este tomaba a los rjins con ambas manos, usando sus poderosos y robustos dedos. Con una mano tomaba su cabeza y con la otra su cuerpo, de un giro les quebraba el cuello y se los retorcía para asegurarse de que muriesen. Al final el cuello de sus víctimas acababa por caer de tanto retorcerlo. Pero algo pasaba, los cuerpos descabezados comenzaban a moverse. Estos saltaron hacia el joven trol. Eran tres, este pudo atrapar a uno de ellos, pero los otros dos estaban a punto de caerle encima. Sus compañeros que estaban a su lado, una pareja de hermanos arbóreos, o gente árbol, lanzaron una patada hacia adelante y dieron directo en su estómago de los dos rjins, enviándolos fuera del patio. Grok, aun forcejeando con el que quedaba, abrió su boca de par en par y de mordisco arrancó el pecho del cuerpo sin cabeza. Lo que quedó no eran más que restos inertes, escupió el pedazo que había arrancado y volvió a ponerse en posición.

Seikei que estaba delante en la formación cargaba con dos martillos. Con estos aplastaba los cuerpos de los rjins, cuando vio que los cadáveres descabezados atacaron a sus alumnos hubo de informar rápidamente al resto.

- Oigan - gritó - descabezados aún están vivos. Destruyan el cuerpo. Su corazón es lo importante.

Dekei que había visto como uno de sus alumnos había hecho esto, se giró rápidamente para advertir el cuerpo del rjin, pero cuando lo vio este ya había atravesado el pecho del chico-gorila con sus cuchillas. Este cayó sobre el bicho que lo había apuñalado, aplastándolo y acabando con él. Otros alumnos que también habían conseguido cortarles la cabeza a sus rjins, también los habían tomado por sorpresa. Lo cual les costó muy caro. Raand había conseguido evitar que uno de los cuerpos atacase a su alumno. Este había atravesado su pecho de un puñetazo. Sus golpes eran certeros y potentes como un rayo. Marco, que estaba en su grupo tomó ejemplo e imitaba sus acciones. Sus puñetazos no eran tan potentes como los de su maestro pero sí que conseguían hacer un gran daño a los rjins. Sus golpes los dejaban atontados en el suelo, entonces un compañero a su lado, perteneciente a la clase de Seikei le clavaba su alabarda para acabar con la criatura. Ambos se miraban sonrientes de su complicidad, este era un reptiliano.

Mika aprovechaba sus alas para combatir desde las alturas, no muy alejada de los alumnos, pues su objetivo principal era protegerlos. Con sus patas clavaba sus garras como cuchillos en as corazas de los rjins. Una vez debilitado los lanzaba hacia abajo, en donde sus alumnos se encargaban de terminarlo. Under estaba con ellos. Este usaba sus pezuñas para aplastar el corazón de los rjins que caían. Y sus compañeros aprovechaban sus cuernos para perforar los cuerpos de los bichos.

- Si! Hoy nos daremos un festín con estos insectos de pacotilla - gritaba triunfante el minotauro.

Varios de sus compañeros miraron un momento los cuerpos de los rjins tirados por el patio, estos arrugaron la cara ante la propuesta de su compañero. Gidak estaba con el maestro Kend, quien usaba sus largas uñas para atravesar a los rjins. Sus brazos al ser largos simulaban ser un látigo al golpear, un látigo que atravesaba a sus enemigos. A su vez el joven gárgola usaba su capacidad pétrea para aplastar los caparazones de los rjins a los que atrapaba. Más él debía de tener cuidado, pues cuando un par de ellos intentaron clavar sus cuchillas en el estás consiguieron hacerle varios rasguños, lo cual no era mortal, pero si debía tenerlo en cuenta, pues ellos podían dañar su armadura. Sobretodo debería evitar sus dientes, puesto que estos eran peores que las cuchillas.

Alexia no era uno de los maestros que poseyera más fuerza, tampoco tenía garras ni nada con que atravesar a los rjins. Más ella era un maestro a tener en cuenta. Aquellos que se acercaron a ella iban con sus chuchillas cagadas hacia adelante dispuestos a acabarla, pero tal sería su sorpresa cuando ella, con un rápido movimiento de brazos, utilizaba las propias cuchillas con las cuales era atacada y se las clavaba a ellos mismos. Sus movimientos eran graciales, como si estuviese bailando entre las garras de la muerte. Las cuchillas le rozaban pero jamás la llegaban a tocar. Sus alumnos quedaban maravillados con sus capacidades.

- No sé distraigan - les reprochó ella.

Se estremecieron un poco, pues no sé esperaban que ella los notase. Instantáneamente volvieron a sus posiciones y continuaron apoyando. Yip acompañaba a su maestra, la admiraba. Ella aprovechaba sus alas para luchar desde las alturas, sus compañeros arrancaban las cuchillas del cuerpo de los rjins caídos para luego pasárselas a Yip, ella las lanzaba y atravesaba a sus enemigos para abatirlos. Juntos se defendían adecuadamente.

El maestro Lawrence y su grupo se hallaban a su izquierda. Este, a pesar de ser ciego, se defendía bastante bien. Con sus manos formaba una punta y así generaba gran daño en ciertos puntos de presión. Sus dedos atravesaban los caparazones de sus enemigo solo hasta llega a su corazón. Un vez tenía su mano dentro reventaba este órgano y acababa con los rjins. El revoloteo constante producido por estos insectos revelaba su posición. Ninguno de ellos escapaba de sus oídos. Timoras estaba en este grupo. Él era uno de los alumnos que no demostraba mucha afinidad en combate. Aun así, intentaba defenderse como podía. Lanzaba puñetazos y patadas, los cuales no estaban cargados con mucho poder, pero lograba mantener a los enemigos al margen.

Por último se encontraba Wûseng parado en el centro de todo, esperando pacientemente a que sus enemigos atacasen. Y así fue cuando cuatro rjins descendieron directamente hacia él. Permanecía con los ojos cerrados y con ambas manos en su bastón. Los rjins ya podían saborear el dulzor de la carne de tortuga. No sé esperaron en ningún momento que Wûseng fuese capaz de hacer nada contra ellos. Un simple viejo tortuga, no solo eso, sino que sin caparazón. Cuan equivocados estaban esos bichos al subestimar al gran maestro. En un rápido movimiento perforó a uno de los rjins con el bastón que portaba. Movió rápido el bastón para lanzar el cuerpo del que había matado. Mientras otro se le acercaba por el frente, este saltó haciendo una voltereta en el aire y golpeando al rjin que venía hacia el con el bastón. Este fue estampado contra el suelo, quiso levantarse pero no le dio tiempo, el bastón del anciano lo atravesó. Otro insecto apareció a sus espaldas mientras acababa de ocuparse del último. Llevo su bastón hacia atrás golpeándole en la cara al que estaba en su espalda. Hizo girar el bastón y esta vez se lo clavo, atravesándolo. El cuarto vino de un costado mientras el anciano se ocupaba de su compañero. Giró sobre sí mismo y le estampó en la cara al rjin que tenía clavado. Con su bastón golpeó una de las membranas del rjin que había caído encima de su compañero, así le clavó la cuchilla al otro rjin que estaba en el suelo. Una vez acabo con estos, volvió a ponerse en posición de espera, posando otra vez sus manos encima del bastón.

Los jóvenes monjes sentían júbilo en sus corazones. La batalla que tanto temían, estaban consiguiendo ganarla, varios de los allí presentes se estaban acostumbrando a los movimientos de los insectos. Tanto fue así que algunos pocos comenzaban a romper la formación para atacar a más bichos. Y sus acciones mostraban resultados, pues los rjins, al verlos aislados, los atacaban con mayor ímpetu. Más estos alumnos habían entendido algo de su larga batalla. Los insectos eran muy impulsivos, por lo cual estos no median sus movimientos, sino que atacaban a matar. Eso los hacia fáciles de esquivar y por lo tanto, predecibles. Con solo hacerse a un lado estos alumnos evitaban cada ataque que les era lanzado. Parecían inútiles los esfuerzos de los rjins por acabar con los jóvenes valientes. Estos, aprovecharon para tomar las cuchillas de los cuerpos que había por el suelo y usarlas en su favor. Cuando un rjin cargaba contra uno de ellos este simplemente lo esquivaba y lo cortaba usando el propio impulso del ataque del bicho, partiéndolo por la mitad. Se sentían invencibles al derrotar a sus enemigos con tal facilidad. Más los maestros que los vieron consideraron su acto una imprudencia.

- Vuelvan a la formación - grito Dekei.

Veintiséis habían sido los alumnos que abandonaron la formación, catorce fueron los que flaquearon al escuchar las palabras de su maestro y volvieron a la formación.

- Pero maestro Dekei, no ve que estamos acabando con ellos. Si nos dividimos ocuparemos más espacio y los venceremos antes. Ellos no son nada contra nosotros.

La arrogancia que mostraban estos alumnos demostraba su falta de reflexión y su falta de juicio, fue eso lo que los llevo a la perdición. Se habían alejado demasiado del resto. Por lo que varios rjins comenzaron a acatar unidos. Un grupo de siete se abalanzó sobre un joven desde todas las direcciones. Pudo esquivar a dos de los insectos, pero los que venían por su espalda atravesaron su pecho. Pronto todos se le lanzaron encima y comenzaron a devorar desesperadamente al chico. Comenzaba a pasar lo mismo con el resto, una vez que los rjins vieron que ese método funcionaba comenzaron a centrarse más en los individuos que en los grupos. Esos animales volaban con sus fauces abiertas, listos para arrancar la carne de sus víctimas. Ellos gritaban con desesperación, arrepentidos de su imprudencia, de su falta de disciplina, y de su arrogancia. Solo cinco jóvenes quedaban de los que habían salido de sus formaciones, y los grupos de insectos estaban listos para atacarlos. Pero se dispersaron antes de llegar a ellos. Los alumnos, quiénes se estaban cubriendo por el miedo, abrieron los ojos confundidos por el comportamiento de su enemigo. De pronto comenzaron a escuchar un sonido de algo afilado chocando contra la piedra. Cada vez más fuerte, y más cerca. Wûseng, quien estaba sobre una pequeña montaña de rjins mientras seguía luchando comprendió lo que esto significaba.

- Ya están aquí - dijo el maestro.

Del límite del patio comenzaron a surgir unos bichos enormes. Median poco más de dos metros de alto. Tenían un torso humanoide con cuatro brazos, todos ellos eran cuchillas. Sus patas eran como las de los rjins normales. Pero su estructura corporal era similar a la de un centauro. Poseía unas alas enormes, y su cabeza tenía una boca alargada que abarcaba de un extremo al otro de su cara, está también estaba plagada de dientes afilados y puntiagudos como agujas. En sus ojos rojos se podía ver la sed de sangre que emanaba de ellos. Lo primero que vieron fueron los alumnos desertores. Impulsados por sus alas llegaron a ellos en un momento. Espantados, se quedaron petrificados ante este nuevo enemigo. Poco duro su sorpresa, pues las cuatro cuchillas que tenían por brazos los rebajaron antes de que pudiesen darse cuenta siquiera. Aquellos que estaban en su sitio en las formaciones observaron con horror lo que había sucedido.

- Rjins soldados - sentencio Wûseng finalmente.

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Buenas, gente. Aquí les traigo el capitulo de esta semana, realmente disfrute haciéndolo. Creo que las cosas que mas me gusta escribir por ahora son las peleas, pues cuando escribí la invasión en Rotchville también me sentí bastante suelto.

Pro cierto, quería preguntarles sobre Marcopoo. Quería saber si les está gustando la historia, el rumbo que va tomando. Y también quería saber si la forma que tengo de escribir también les gusta o si por el contrario creen que hay alguna cosa a mejorar. Díganme algo en los comentarios, lo apreciare mucho.

Sin nada mas que agregar, los estaré esperando la semana que viene.

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