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Capítulo 28: Volviendo a la acción

Era una tarde clara y bella, la luz naranja que el sol proyectaba se filtraba por las columnas del templo, haciendo que este pareciera un cuadro. En este cuadro se hallaba Marco buscando a Mika por todas partes, preguntaba a quién sea que se le cruzase por delante. Un par le dijeron que no tenían idea de donde podría hallarse. Fue entonces que se encontró de nuevo con aquella hada a la que había preguntado ese mismo día el motivo por el cual no había alumnos entrenando allí.

- Buscas a Mika? Puede que se encuentre con los profesores. Normalmente están juntos después de comer en donde estaba Seikei - índico al joven.

Este le estrecho la mano agradecido, otra vez, y de inmediato se puso camino hacia el gran horno donde Seikei había cocinado. Pero antes de avanzar se dio vuelta un momento y miró al hada.

- Por cierto, cómo te llamas? - pregunto el "elocuentemente".

Esta cerró los ojos y soltó una pequeña risa, pues esto último le resultó un tanto gracioso.

- Yip, me llamo yip – expuso amablemente.

- Yip, muchas gracias Yip, de nuevo - dijo esto y volvió a caminar hacia donde le habían indicado.

Yip se despidió de él saludándolo con la mano. De no ser por sus heridas es probable que el joven hubiese comenzado a correr para llegar antes, pero tuvo que resignarse y caminar lo más rápido y seguro que pudo. La paciencia era uno de los puntos a tener en cuenta a la hora de meditar pensó, pero también quería encontrar a Mika lo antes posible. Consiguió salir a fuera, pudo ver a un par de maestros allí juntos. Entre ellos estaban Raand, Seikei, Mika y otro orco más al cual Marco no conocía. Parecía que estaban charlando y lo estaban pasando bien. Un poco a su pesar despidió dar media vuelta y volver luego cuando estuviese sola. Pero cuando estaba por marchar una voz lo llamó.

- He Marco, ven aquí - grito animando Seikei.

Este se alarmó un poco al escuchar el pequeño estruendo bucal que hizo el orco, pero este estaba levantando la mano y haciéndole una señal para que se acercase. Su rostro mostraba una sonrisa que exhibía sus grandes y puntiagudos dientes. Sin mucho hacer decidió aceptar la petición del orco acercándose a ellos.

- Qué tal chico, cómo van esas heridas? - exclamó dándole una palmada la espalda, una que tenía más fuerza de la que marco hubiese querido.

- Cof, bien, cof - soltó entre tos.

Mika, que sabía cuál era el estado del joven, se preocupó un poco y con una de sus alas apartó al chico del orco.

- Seikei deberías tener más cuidado. Los mewmanos son criaturas frágiles - dijo Mika en tono de reproche al orco.

El otro orco que estaba junto a ellos y Raand se rio un poco por la reprimenda que recibió su compañero. Este se dio cuenta y se giró a responderle.

- No te rías mucho Dekei, que tú tienes de bruto lo mismo que yo, o más.

- Sí, pero quién golpeó al niño fuiste tú, no yo - respondió entre risas.

Una vez recupero el aliento el joven intervino en la conversación.

- De hecho, no soy mewmano - todos se giraron y lo miraron extrañados ante su aclaración - soy un humano.

- Un humano dijo Raand. Qué hace un humano en estas tierras? Su especie esta en otra dimensión, y además no tienen contacto alguno con la magia.

- Es una historia larga a decir verdad. Solo diré que estoy buscando a Hekapoo.

Raand levantó una ceja al escuchar eso. Los orcos se miraron un momento. Mika permaneció callada pero el comentario del joven le llamó la atención.

- Así que buscas a la forjadora de tijeras dimensionales - exclamó Seikei rompiendo el silencio misterioso que Marco había creado.

El chico no agrego palabra a ello, solo asintió.

- Ja - soltó el orco - te deseo suerte chico.

El chico medio sonrió un poco. Queriendo cambiar de tema busco hablar con Mika.

- No sabía que eras una maestra.

- Yo no sabía que eras un humano - dijo ella elocuentemente - porque lo mencionas?

- Porque necesito tu ayuda. Quiero meditar mejor aún para recuperarme lo antes posible. Quiero entrenar aquí y volverme más fuerte.

Los hombres que se encontraban allí tras de él sonrieron en comprensión al sentimiento del joven por querer aprender, Mika también lo hizo.

- Y como sabes que soy una maestra?

- Me lo dijo Wûseng.

- Ya veo. Muy bien, sígueme.

Marco siguió a la chica-búho y se despidió de los demás. Esta lo guío hasta la sala de meditación. Una vez sentados ambos ella comenzó a preguntarle cómo avanzaba su meditación.

- Has conseguido dejar la mente en blanco al meditar?

- La verdad es que no - respondió el.

- De acuerdo, te enseñaré un pequeño truco. Cuando estés meditando evita pensar en nada. Solo céntrate en tu respiración. Céntrate en el aire que inhalas y exhalas y poco a poco notarás como tu mente abandona tu cuerpo.

El joven asintió y pasados unos segundos en los cuales ninguno de los dos dijo nada, el preguntó.

- Eso es todo? - dijo un poco incrédulo.

- Si. La meditación no es algo complicado de hacer, solo necesita práctica y constancia. Yo estoy aquí más que nada para guiar y ofrecer apoyo - dijo y se levantó de su asiento - así que te deseo suerte joven aprendiz.

Ella salió de la sala dejando al joven un tanto incrédulo sobre el método. Pero como siempre decidió aceptarlo y comenzar a probarlo cuanto antes. Fue así como comenzó a implementar el método que su compañera, ahora maestra según su reciente descubrimiento, le explico. El como siempre se colocaba en una posición cómoda para él, una vez hallada esta comenzaba a concentrarse en nada más que su respiración. Él pensaba que sería algo sencillo, pues solo tenía que pensar en su respiración. Pero lo que pensó que sería algo que no debería de suponer mucho esfuerzo se tornó en una práctica complicada. Normalmente después de un momento de poder centrarse su mente se desviaba en otros pensamientos. En varias ocasiones se sorprendió a si mismo pensando en algo que no era su respiración. Al joven le frustraba en corta medida estos pequeños contratiempos, pero a medida que pasaban los días comenzaba a notar progreso en su práctica. Las desviaciones de pensamientos comenzaban a ser menos frecuentes, y eso lo animaba a seguir practicando cada vez más y más. Hubo un día en el que se halló especialmente centrado en su tarea, tanto fue así que Mika, muy su pesar, tuvo que interrumpirlo para ir a cenar. Antes de que se diese cuenta comenzaba a rascar resquicios de dejar su libre de todo pensamiento.

Al cabo un tiempo Marco fue llamado por Kend, el maestro en primeros auxilios. Este era un hombre perezoso. Tenía unas piernas cortas, su torso era similar y sus brazos eran alargados. Tenía un pelaje color ocre, en la parte de sus ojos era marrón oscuro. Tenía uñas largas en sus brazos y piernas, lo cual le permitía precisión a la hora de encargarse de sus pacientes. Este examino en cuerpo del chico, y para alegría del joven, le comunico que este ya se encontraba en condiciones de incorporarse a las clases de entrenamiento físico. Marco casi no podía creerlo, se sentía muy emocionado por escuchar esas palabras. Esa emoción se esfumo al poco rato de comenzar el entrenamiento al día siguiente. Normalmente los alumnos comenzaban el día recibiendo entrenamiento físico. El maestro que impartía estas clases era el maestro Dekei, un orco similar a Seikei, pues este era su hermano menor. Dekei tenía unos músculos más pequeños que su hermano pero más marcados, también era más pequeño en estatura, además que este poseía algunas marcan en sus brazos y torso debidas a los entrenamientos padecidos de joven. Llevaba puesto un pantalón naranja y el torso desnudo, como era normal en todos los hombres en el templo. Este daba entrenamientos bastante duros y estrictos a los estudiantes del tempo. Estos tenían que correr durante una hora cargando con un saco de piedras en la espalda. Luego debían hacer cien flexiones con esa bolsa en la espalda. Esa misma bolsa se ponía encima de una tabla y tenían que levantarla en diversas ocasiones como si de unas pesas se tratase, de hecho los alumnos utilizaban mucho esa bolsa llena de piedras. Incluso fueron obligados a ponerle un nombre cada uno a su bolsa. Marco llamo a la suya Jackie, en honor a la chica que quería, sin embargo este era un detalle que prefirió no revelar a ninguno de sus compañero o maestros. Estar unas pocas semanas sin darle entreno a su cuerpo lo dejo fuera de forma, en una medida muy corta, pero al ser unos entrenamientos duros los de Dekei hacia que el joven se cansase con mayor facilidad.

Luego del entrenamiento de Dekei tocaba entrenar con Raand. Este era un hombre de cabello negro y cuerpo fornido. Él se encargaba de mostrar a los chicos las artes marciales mixtas. Allí les enseñaba a los alumnos como dar golpes certeros y eficaces. Patadas rápidas y precisas como un látigo. Mostraba posiciones con las cuales se habían de iniciar una pelea y en qué tipo de situación aplicarlas. Algunas posiciones daban mayor facilidad para enfrentarse a un enemigo de mayor tamaño que él, otras para darle prioridad a uso de los pies para atacar y otro que favorecía más a una pelea segura para defenderse ante los ataque de su contrincante. Les enseñaba a moverse siendo concisos con su cuerpo, lo cual era complicado, pues todos los presentes tenían complexiones diversas y esto le dificultaba un poco el enseñarle a sus discípulos los movimientos adecuados para que sus cuerpos se sientan cómodos con estos. A pesar de ello Raand siempre conseguía una forma de explicar las cosas de forma adecuada a sus alumnos, muchos de ellos consideraban a este uno de los mejores profesores con los cuales entrenar, a pesar de la seriedad y energía que mostraba el tipo en múltiples ocasiones.

Por la tarde tenían clases con Treya, una chica-pantera. Esta tenía un pelaje negro muy muy oscuro, este brillaba con la luz del sol. Poseía ojos pardos y felinos, sus brazos eran robustos y fuertes. Usaba un pantalón naranja como los hombres pero también una venda blanca la cual cubrían su pecho y le permitía moverse sin que estos la molestasen. El carácter que ella mostraba era de respetar. Se encargaba de impartir clases de supervivencia. Ella llevaba a los alumnos a los alrededores del templo, lugares selváticos, para mostrarles cómo realizar desplazamientos efectivos, rastrear posibles presas, como atacarlas con sus manos desnudas, entre otras cosas. Ese día en particular Treya decidió enseñarles a los alumnos el desplazamiento por los árboles. Ella se subía a un árbol de forma casi automática, sus capacidades felinas la ayudaban bastante en situaciones como esta. Realizaba movimientos llenos de gracia y presteza, como si danzara entre las ramas de los árboles. En un determinado momento esta desapareció de la vista de sus alumnos para después caer en el medio sorprendiéndolos. Algunos de los que poseían un buen olfato no mostraron sorpresa por su repentina aparición, sino por la rapidez con y gracia con la que se movió. Marco no pudo evitar recordar a Krun al verla, pero podía ver claramente que ambos eran muy distintos, pues Krun se movía por los arboles igual de rápido pero de forma más tosca. Una vez acabada la demostración les enseño el modo adecuado de subirse a los árboles y mantenerse encima de estos. Para algunos alumnos no resultaba tan complicado realizar esto. Por ejemplo a Yiun le resultó un poco distinto subirse a los árboles, pero una vez arriba se movía con naturalidad. A Marco tampoco le resultó complicado, puesto que esta era una de las habilidades que ya había entrenado en su momento en el bosque de las bestias. Treya reconoció la capacidad del chico de moverse por los árboles, pero dijo que aún necesitaba mejorar su forma de moverse, pues esta al igual que aquel que le enseño era tosca. En cambio a alumnos con complexiones grandes como la de Under les resultaba más complicado mantenerse en las ramas, no solamente eso, sino que sus pezuñas hacia que mantenerse parado en una rama fuese bastante difícil. De hecho en varias ocasiones se cayó, y cuando por fin pudo mantenerse en una rama esta cedió, rompiéndose y dejando al pobre minotauro una vez más en el suelo. Lleno de rabia comenzó a golpear el árbol del que se había caído. Por su culpa desequilibró a varios de sus compañeros haciendo que estos casi cayesen del árbol también. Treya lo detuvo y en consecuencia lo expulso de la clase y lo envió a meditar.

Después de la clase con Treya llegaba la hora de tomar un baño y luego cenar, meditar y dormir. Al día siguiente se repitió la misma rutina hasta el mediodía, por la tarde tuvieron a otro maestro en lugar de Treya, una maestra para ser exactos. Alexia, una mewmana de cabellos dorados los cuales llegaban hasta sus omóplatos, ojos color miel, con rostro suave y de piel pálida. Su complexión física era de una mujer fornida, su estatura era similar a la de Marco, pero un poco más baja. Al igual que Treya también un pantalón naranja y una venda en su pecho, pero también tenía vendajes en la planta de sus pies y en sus manos. Su personalidad era relajada y tranquila. Se encargaba de impartir clases de defensa personal. Esta enseñaba a los alumnos a ponerse en posición para defenderse de uno o más oponentes. Sus enseñanzas se centraban más en desviar ataques, esquivar, bloquear y usar la fuerza del enemigo en su contra. Ella solía hacer las clases juntando a dos alumnos y mostrando los movimientos a relazar antes posibles ataques, agarres y diversas formas de agresión ante alguien. Sus movimientos eran fluidos y limpios. Ordenaba a alguno de sus alumnos que la atacase, y aunque al principio Marco dudaba de la seguridad de la mujer, esta mostro presteza al esquivar y desviar los ataques que el alumno en cuestión lanzaba contra ella. Estaba mostrando su capacidad de acompañar los ataques de su adversario y adaptarse a ellos, con lo cual dio como resultado un agarre por parte de la maestra, con el cual el alumno acabo de cara al suelo, con un bazo en la espalda y con la maestra encima de él. Ella era experta en lo que hacía, por lo cual se aseguraba solamente de inmovilizar al pobre sin causarle dolor alguno. A nuestro joven protagonista le llamaba bastante la atención esta maestra, pues demostraba que no importaba su tamaño o fuerza para luchar contra un adversario superior a ti en tamaño o fuerza, y era algo que quería tener muy en cuenta, pues varios de los alumnos que se encontraban allí en el templo eran criaturas enormes en comparación a él.

Fue así como paso la primera semana de entrenamiento en el tempo para el joven chico. Los horarios de la semana eran claros ya para él, de lunes a sábado tenían entrenamiento físico con Dekei a primera hora. A segunda hora tenían entrenamiento en artes marciales con Raand. Por las tardes tenían supervivencia con Treya y defensa personal con Alexia, estas intercalaban las tardes un día cada una. Y los domingos era día de descanso. Marco se percató de que no todos los alumnos del templo hacían las mismas clases que él, y no era solo porque había diferentes grupos a los cuales se les daba clase, sino que también, después de un tiempo entrenando un horario obligatorio, el alumnos era libre de elegir a que clase dedicar más tiempo, pues había alumnos que preferían aumentar su pericia en las artes marciales, otros en la supervivencia, otros en las clases con armas, a las cuales Marco aun no tenía acceso todavía, y así con el resto de clases.

La primera semana fue tomada por el como un primer acercamiento a los maestros y a sus enseñanzas, a medida que pasase el tiempo descubriría que preferiría potenciar y que no, pero lo importante para él era que finalmente había comenzado a formar un camino para conseguir recuperar su sudadera, y no solo eso, sino que Marco comprendió que para vencer a Hekapoo también necesitaría aprender a luchar sin armas, no solo contra una Heka ni con trece, sino con todas las que fuesen necesarias, y si quería hacer eso, debía aprender. Antes de dormirse miro fijamente al techo y dedico un pensamiento antes de cerrar los ojos. "Volveré a mi camino, y recuperare las tijeras de Star, me volveré fuerte, solo espérame Heka, espérame y veras".

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Muy buenas gente, aquí les traigo el capitulo de esta semana. Tenemos un primer acercamiento hacia lo que es el mundo de los maestros y sus artes, espero que les guste. Tendremos mas la semana que viene.

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