Capítulo 23: Flendar
El camino fue duro, pero finalmente llego a las planicies de Flendar. Cuando Marco y el mago de la ciudad habían hablado este le había dicho a un lugar donde poder encontrar a sujetos capaces de leer los textos de Hekapoo, pero además también decidió compartir con el joven una opinión sobre la búsqueda que él tenía. Todo el mundo, o casi todo el mundo, habían oído hablar de la gran forjadora de tijeras dimensionales, por lo cual su nombre y conocimientos sobre ella era algo de cultura general. Más dentro de la cultura general siempre hay algunos entendidos en ciertos temas, y para la suerte de nuestro aventurero, el mago era un entendido en cuanto a Hekapoo. Este le comento a Marco la importancia de del puesto de esta mujer en la Alta Comisión Mágica, y también pudo explicarle el sistema que ella utiliza para forjar las valiosas tijeras. Hekapoo se valía de la lava para darle forma a las tijeras, combinando la lava con su propio fuego esta era capaz de dotar a las tijeras la capacidad de abrir una brecha estable entre dimensiones. El mago le sugirió que si su objetivo principal era encontrar a la Hekapoo original, este podría buscarla en donde ella habituase para conseguir los recursos necesarios para la forja. Las planicies de Flendar era un sitio que había recibido el apodo de "infierno en la tierra". El lugar tenía géiseres de fuego, ríos de lava, y volcanes altos como montañas. Si la información que el mago le dio a Marco era correcta, las planicies serían el sitio ideal para encontrar a Hekapoo.
Ya al dar dos pasos dentro de aquel sitio sintió el calor que había en el ambiente. Creyó que lo mejor que podría hacer allí sería buscar y encontrar a Heka tan rápido como le fuese posible y salir de aquel sitio. No sería una tarea fácil, primero debería decidir un sitio del cual comenzar a buscar. Miro el sitio un poco y al ver el enorme volcán que humeaba a lo lejos pensó que a lo mejor no sería tan difícil encontrarla. Lo malo era que no había preparado sus flecas con bolas de agua, por lo cual tendría que hacer las cosas a la antigua.
Raudo decidió seguir con su camino intentando resistir el calor. Vapores y humos salían del suelo sin parar. El sitio estaba lleno de humo a decir verdad. De no haber sido por la inmensidad del volcán es posible que Marco buscase a ciegas por el lugar y acabase perdido y, eventualmente, muerto por deshidratación. Eras bonitos pensamientos sobre los cuales meditar, sobre todo en una situación de gran precaución. Pero resultaba difícil mantenerse firme y atento con el humo. Gracias a él no podía respirar con comodidad, pues este le hacía toser, y además le irritaba los ojos. Los sonidos del sitio eras indescriptibles para él. Erupciones, llamas e incluso... rugidos?, pensó él. Ese pequeño pensamiento lo llevo a otro un tanto ambiguo que al principio le resulto propio de las historias de fantasía, pero teniendo en cuenta que estaba en un sitio donde los monstruos existían y la magia también podría ser algo más acertado que equivoco, allí podría haber criaturas que habitasen la zona. Le resultaba difícil creer que existirían criaturas capaces de soportar tales condiciones de vida. Lo mejor sería tener cuidado, pues cosas de las cuales el jamás se habría esperado encontrar podrían sorprenderlo allí.
A medida que avanzaba sentía cada vez más y más que había alguien o algo más allí. Era incapaz de identificar aromas, pues el olor a azufre y el calor del ambiente le quemaban la nariz, por lo cual intentar captar algún aroma allí sería una insensatez descomunal. Esto haría más difícil la tarea de encontrar a Heka en toda esa zona. No tuvo mucha más tiempo de pensar en su desgracia pues había algo justo delante a él. Una figura comenzó a descubrirse tras la cortina de humo y vapor. Era alta, bastante alta a decir verdad, tuvo que levantar la mirada para ver el final de la criatura. A medida que esta se acercaba emitía un sonido a madera resquebrajándose. Un brazo enorme intento aplastarlo. Este tuvo que moverse rápidamente a su izquierda para esquivarlo. Era un brazo enorme de madera, sin dificultad alguna podría tomar a Marco entero con su mano, pero había algo extraño, como un árbol sería capaz de vivir en un ambiente como ese. Puesto que estaba a muy pocos metros de él pudo mirar con detalle y pudo percibir que la madera de ese brazo estaba carbonizada, eran ascuas más bien. Podía sentir el calor que el enorme brazo de madera incandescente emitía. El brazo comenzó a elevarse y la enorme figura se descubrió. Se trataba de un árbol enorme con piernas y brazos. En la parte alta se descubría un rostro con ojos incandescentes, naranjas y brillantes como el fuego mismo. Donde se supone que habría de estar una copa frondosa y llena de vida solo se podían ver ramas negras por las llamas y extintas. La criatura que tenía la vista perdida la dirigió hacia donde Marco se hallaba. Esta dio un gran rugido y volvió a arremeter con su enorme brazo contra el chico. Marco no tuvo tiempo de analizar la situación ni de encontrar un sitio hacia el cual huir, solo tuvo tiempo de esquivar su nuevo ataque tan rápido como pudo. El impacto de ese enorme brazo contra el suelo hizo que la tierra temblase haciendo que Marco perdiera el equilibrio y cayese. Este fue más fuerte que el anterior, pensó él. Lentamente el árbol de ascuas levanto su brazo de donde había descargado su golpe. Había dejado una marca incandescente en el suelo. Pedazos de ascuas caían de su mano. El brillo de calor que la criatura tenia palpitaba. Con su otro brazo intentó atrapar al chico en vez de aplastarlo. Al chico no le dio tiempo de levantarse, así que cuando la mano del gran árbol estuvo a punto de atraparlo rodo en el suelo alejándose de él. No perdió más el tiempo, pues sabía que otro ataque vendría pronto de esa criatura. Saco su arco y preparo una flecha. El árbol aún no había recogido su mano desde donde intento atrapar al chico, por lo cual este disparo directamente a ella. La flecha se incrusto entre las brasas que componían su mano, esta rugió de dolor. Con su otra mano tomo la flecha y la presiono con furia, incinerándola. Las facciones de su rostro de endurecieron y miraron con furia a Marco.
- Creo que lo hice enojar – dijo el muy elocuente.
La criatura junto sus manos e intento aplastar al joven con ambas. Mientras este esquivaba el golpe a la vez que intentaba que el impacto de este en la tierra no lo desequilibrase de nuevo, sacaba una nueva flecha de su carcaj para disparar. Apuntó directamente al rostro del árbol, pero cuando lo hizo recordó por un momento al jefe del gremio de asesinos, y vaciló. Eso le dio tiempo a la criatura de arremeter contra el utilizando sus manos ya en el suelo. Atrapo a Marco por sorpresa, no tuvo tiempo de esquivar, así que para evitar el contacto directo con la criatura incandescente se cubrió con su capa de stikaag. El impacto lo levanto y lanzo varios metros atrás. La gruesa piel de stikaag evito cualquier tipo de quemadura en la piel, y a su vez esta incrusto varias de sus púas en las manos del árbol, eso tendría que dejarlo fuera de juego durante un rato. La criatura grito fuertemente, obligando a Marco a cubrirse los oídos por el ensordecedor sonido. Se sentía adolorido por el golpe, pero tendría que hacer el dolor a un lado, pues lo que estaba a punto de ocurrir necesitaba de su total atención. Cuando el árbol acabo de gritar más sonidos de madera resquebrajándose comenzaron a escucharse de varias partes. Todas se hacían cada vez más y más fuerte, estaban cerca, era lo que Marco podía comprender. Pronto del humo apareció otro árbol al lado del que estaba peleando con él. Luego otro más y otro. Había cuatro árboles en de brasas preparados para acabar con aquel que le causo aquel dolor a su compañero, y por el sonido podía esperar a que pronto vendrían más de ellos. Lo mejor sería intentar ignorar el dolor y salir de allí cuanto antes. El volcán estaba en dirección a donde se ubicaba el primer árbol que apareció para atacarlo.
- Genial – dijo sarcásticamente.
Dio un pequeño respiro intentando no quemarse con el calor y corrió tanto como pudo hacia ellos, rezando para que no fuesen capaces de atraparlo. El árbol que vino en ayuda del primero lanzo un golpe hacia el chico, este tuvo que acelerar rápidamente y saltar hacia adelante para que le golpe no lo alcanzase y a su vez pudiese pasar a través del gigante. El otro que aún tenía las manos heridas por las púas de la capa de stikaag intento aplastarlo con uno de sus enormes pies, volvió a repetir lo mismo que hizo antes para salvarse de ser aplastado. Lo consiguió, pero no pudo darse un momento de respirar pues vio como sombras en el humo comenzaban a mostrarse, más árboles de brasas. Golpes caían por todas partes, esquivarlos era casi milagroso, pues aparecían de golpe y sin darle margen de tiempo para reaccionar. A eso se le sumaba el cansancio que provocaba el ambiente, el calor incesante y el aire caliente que tenía que respirar. Esto es lo que le pesaba, y se notaba, pues en uno de los ataques su mochila fue tomada. Esta fue destrozada entre los dedos del árbol gigante. Todas las cosas que había allí, incluido el carcaj con sus flechas, estalló en llamas. El joven, desesperado, pensó rápidamente en la libreta donde tenía apuntadas las palabras de Heka. Lo vio caer incendiado. Rápidamente lo tomó e intentó apagar el fuego. Al parecer las llamas no habían dañado las dos palabras que había conseguido escribir. Las fechas eran inservibles ya. Las provisiones se estaban quemando, y también su... sudadera. Esto volvió a correr para recuperarla. Solo había conseguido salvar eso, su sudadera y la libreta. Todo lo demás se había perdido, pero aún tenía su arco y la capa de stikaag. Sin perder más tiempo siguió corriendo para evitar correr la misma suerte que sus objetos. Ahora que iba con menos peso era capaz de esquivar con más facilidad, pero aún seguía cansado por el continuo movimiento y escape, por lo cual era solo cuestión de tiempo para que los golpes mortales de los árboles de brasas lo alcanzasen. Los golpes continuaban pero él se mantenía firme. Siguió corriendo y corriendo y se percató de algo, los golpes habían parado, posiblemente hubiese salido ya de la zona de peligro. Miro a varias partes para cerciorarse de que no hubiese árbol alguno, y así parecía serlo.
Después de tanto huir y esquivar por fin podía tomarse un pequeño respiro, o al menos eso es lo que él pensaba. Mientras intentaba respirar un poco pudo oír un rugido de las alturas. No era un sonido próximo pero en lo alto, como con los árboles. Sino que era un rugido que provenía del cielo. Cada vez estaba más cerca. Se ató la sudadera a la cintura y preparo su arco para defenderse. De pronto vio una criatura alada que caía en picado hacia el con sus fauces abiertas. Esta tenía la piel rojiza con un rostro parecido al de un murciélago, orejas puntiagudas, cuatro extremidades similares a las de un ser humano, pero los brazos de este eran más largos que sus piernas, poseía alas y también una cola. Rápidamente interpuso su arco en medio para evitar ser comida de... fuese lo que fuese eso. La criatura clavó sus dientes en la madera del arco, esta era resistente así que era capaz de aguantar la fuerza con la que esa cosa mordía y empujaba contra él. Mas esta cosa no se daría por vencida así de fácil. Se valió de sus manos para intentar empujar a su presa hacia su boca tomándolo por la espalda. Marco intento despegarse de él moviendo el arco hacia todas partes mientras ese murciélago raro lo mordía. Entre el forcejeo la criatura rasgo su sudadera con las garras de sus manos. Esto lo enfureció bastante. Tanto fue así que hizo acoplo de una gran fuerza consiguió lanzar a la criatura al suelo y mantenerla ahí apresada. La tenia dominada, esta no era capaz de liberarse de la presa que marco le hizo, pero pronto vería algo que haría que su atención se derivase. Los arboles estaban llegando, casi los tenían encima de ellos. Viendo que en cualquier momento se les echarían encima miro a la bestia pensativo. Tuvo un plan casi sacado de una película de ciencia ficción, y tampoco estaba seguro de que si lo que tenía pensado hacer funcionaria, pero a estas alturas era mejor que simplemente esperar a que un árbol te aplaste.
Sirviéndose del arco, Marco maniobro a la bestia y consiguió ponerse en su espalda.
- Vuelva desgraciado, vuelva – decía el desesperado.
La criatura no parecía entender lo que este decía, mas no le hizo falta. Las sombras de los arboles comenzaban a difuminarse, dejando a la vista a los gigante de brasas. La criatura, asustada comenzó a batir las alas fuertemente. Marco se sostuvo aprovechándose del arco que aún tenía la criatura en su boca. Rápidamente se elevaron antes de que los arboles intentasen hacerlos presa de ellos. Se encontraban en lo alto, donde había aire libre de calor y humo, aire puro. Pero el no tuvo tiempo de pararse a disfrutar de ese detalle, pues una bestia alada le servía de montura y este no tenía idea de cómo guiarla. Provo usando el arco como si se tratase del manillar de una bicicleta, y movió a esa criatura extraña a su antojo. Le resulto más fácil de lo que esperaba. Una vez dominado al animal, si es que lo era, se centró en vislumbras el volcán, cosa que no le fue difícil. Tan pronto lo vio hizo girar a la criatura hacia esa dirección.
Cuando se encontraban por encima intentó hacer descender a la criatura. Esta lo dejo justo en el borde la cima del volcán. Justo después de que Marco se bajase, esta huyo tan rápido como pudo. El joven no le dio importancia a ese hecho tan ambiguo. Comenzó a buscar a Heka por allí. No la veía por ninguna parte, así que pensó que a lo mejor no se encontraría allí. Se le ocurrió por curiosidad mirar dentro del volcán, y allí estaba. Canales de lava suspendidos en el aire como si fuesen dirigidos mágicamente hacia un punto en concreto. Ese punto era las manos de Hekapoo, que se encontraba encima de una base de rocas desde donde ella llamaba a la lava para que fuese directo a sus manos. Si quería atraparla tendría que bajar. Comenzó a saltar entre las rocas que sobresalían, después de tanto tiempo volvió a hacer uso de sus habilidades de escalador cuando Krun. Pronto se encontró en el mismo nivel que ella. Hacia bastante más calor allí del que esperaba, pero no importaba, pues la había encontrado.
- Me resulta curioso que llegases hasta aquí con vida – dijo ella sin despegar la mirada de su tarea.
- Así que me descubriste – dijo él.
- Si. No todo el mundo se adentra en el interior de un volcán.
- Es curioso que lo digas tú justamente.
- Sí, pero yo no soy como todo el mundo.
Él le sonrió y comenzó a avanzar por piedras que parecían en un principio, no muy calientes.
- No avances más, estoy ocupada, y aparte, este no es un sitio para humanos o monstros, deberías irte – dijo en un tono condescendiente.
- No vine hasta aquí y pase por lo que pase para intentar recuperar las tijeras de mi amiga, así que devuélvemelas.
- Sabes que no lo haré.
- Entonces tendré que ir por ellas.
- Sabes que no eres capaz de vencerme. Verdad?
- He luchado contra varios de tus clones, no creo que sea tan difícil luchar contra ti.
- Puede, o puede que no. Mi sugerencia es que te largues por donde viniste y que continúes divirtiéndote con mis clones.
Últimamente notaba a los clones de Hekapoo más cálidos, más humildes y generosos. No entendía porque la verdadera no era así también. Fuese cual fuese el motivo, tenía que recuperar las tijeras, así que con lo que tenia se lanzó directo hacia ella para atraparla. Ella no se movía del sito. Dijo entre susurros. "esta es la principal diferencia entre los clones y la original. Cuando Marco estaba a punto de alcanzar a Heka, ella utilizo sus tijeras dimensionales y abrió un portal justo delante de Marco impidiéndole reacción alguna.
- Adiós pequeño – dijo ella despidiéndose del chico.
Marco cuando atravesó el portal solo pudo percibir un gran sitio oscuro sumido en las tinieblas.
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Bueno peña, después de ese viernes vacío, y de ese especial picante, vuelvo a la acción, espero que ya con normalidad.
Aquí les dejo el capitulo de esta semana, una toma de primer contacto con las planicies de Flendar y un movimiento inesperado por parte de Heka, donde se encontrara Marco ahora?
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