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Capítulo 19: El hombre que amaba a su pueblo

Todo estaba nublado y extraño. Su cabeza se encontraba mareada. Poco a poco fue abriendo los ojos y fue intentando difuminar aquello que estaba delante de él. La imagen del alcalde se mostraba en su izquierda, él se giró lentamente para verlo mejor.

- Al-calde? - dijo casi dormido aún.

- Marco - dijo ampliamente - has despertado. Cómo te encuentras?

Intentó poner su mente en su sitio y tratar de despejarse un poco. Se sentó en su camilla y apoyo su espalda en la almohada. El alcalde se acercó para colocarle bien la almohada. Este le agradeció. Tomó un poco de aire profundamente y exhaló.

- Creo que hacía días que no dormía jeje - dijo frotándose la cabeza.

- Parece que estás bien - dijo aliviado - nos diste un buen susto cuando llegaste al castillo. Te veías exhausto y agotado, te costaba respirar.

- Si, siento eso jeje.

- Y también - dijo un poco más serio - te vi lleno de determinación.

El semblante de Marco se tornó un poco más serio. Este repaso todo lo he hizo por la mañana antes de desmayarse. Miro al alcalde y asintió ante su opinión.

- Dijiste que luchemos. Querría que me explicarás mejor eso.

Marco asintió y comenzó a contarle todo lo que tenía en mente. Le dijo que se había cansado de tener miedo y de atormentarse cada noche. El pueblo de Rotchville debería luchar contra esos asesinos. Probablemente ellos tengan más experiencia en combate. Pero con el entrenamiento indicado y la suficiente organización el pueblo podría estar preparado para la llegada del gremio.

- Estas sugiriendo que se entrene al pueblo entero para luchar contra unos sicarios? - dijo incrédulo el alcalde.

- Es luchar o morir - dijo el sereno.

El alcalde aún intentaba asimilar la idea, no sabía si siquiera considerarla una posibilidad o simplemente declinarla como un plan suicida.

- Me sorprende este repentino cambio qué has tenido, Marco - dijo con sinceridad - pero no estoy seguro de que el pueblo pueda...

- Ken. El pueblo entero podría ser masacrado, sé que suena loco y arriesgado, pero si lo hacemos, cabe la posibilidad de que muchos sobrevivan.

Ken seguía intentando asimilar eso. Marco se veía tan seguro de que podrían conseguir algo si se enfrentaban a ellos. Pero para Ken significaba tener que decidir sobre las vidas de todos los habitantes de su ciudad, era mucho con lo que cargar. Este era uno de los momentos más importantes en su carrera como alcalde, tendría que convivir con la decisión que probablemente llevaría a la tumba muchos, pero si intentaban huir, podrían escapar, o morir todos por el camino en una emboscada como Marco había dicho. Realmente no había una decisión buena o mala en esa situación, solo una decisión que podría conllevar a unas cosas u otras.

- Marco, la verdad es que no sé qué decirte. Hasta hoy por la mañana tenía bastante claro que evacuar al pueblo sería lo mejor. Pero ahora no sé qué podría ser lo mejor. De verdad que no lo sé.

Marco podía imaginar lo difícil que sería para el alcalde tener que decidir sobre la ciudad entera. Aunque no podía decir a ciencia cierta cómo debía estar sintiéndose el en ese momento. Lo único que pudo hacer es decirle que se lo piense bien y que se tome su tiempo.

- Pero, aunque decidiera enfrentar al gremio, mi pueblo no está preparado para pelear contra unos asesinos.

- Los guardias podrían entrenar a aquellos que quieran luchar, incluso yo podría ayudar, he estado tres años en el bosque de las bestias aprendiendo del mejor sobre la caza y lo la supervivencia, se manejar muy bien el arco y otras armas fáciles de confeccionar con materiales del bosque... y también se karate.

Ciertamente Marco había demostrado ser alguien capaz a la hora de mostrar su valía en combate. Aunque el alcalde no lo había visto luchar antes sabía que fue el quién atrapó al primer asesino, el cual dio testimonio de que fue Marco quien lo había derrotado. Además también sabía que era Marco aquel que fue proporcionando carne y pieles de animales salvajes a mercaderes de la ciudad. Pero a pesar de todo ello no consideraba que, en el estado en el que se encontraba ahora fuese capaz de enseñar a la gente.

- No lo sé chico, tal y como estás ahora no me siento seguro de que seas capaz de enseñar adecuadamente. Y además no sabemos cuándo podrían atacar estos hombres. Podría ser hoy o mañana, o dentro de una semana.

Sabía que el tiempo era algo crucial, y más en la situación en la que se encontraban, pero habían pasado ya dos semanas y media desde que el segundo asesino fue matado por William, y aún no habían aparecido. Teniendo en cuenta eso y la carta, todo le resultaba extraño. Porque alguien avisaría a un pueblo entero de que sería aniquilado? no tenía sentido.

Mientras tanto en una cueva alejada de la ciudad un miembro del gremio de asesinos estaba vertiendo vino en la copa de su jefe, el cual se hallaba sentado en su trono. Este bebió un poco de su copa y asintió con una sonrisa, alegando que este era exquisito. Su subordinado hizo ademán de querer decir algo, pero este calló. El jefe percibió este gesto y decidió proceder.

- Hay algo que te inquiete? - dijo natural y elocuentemente.

El subordinado miro un momento a la botella de vino pensando si debería hablar sin vacilación o callar. Teniendo en cuenta que su jefe acababa de hacerle una pregunta decidió responder a su superior.

- Gran jefe, podría hacerle una pregunta? - dijo un poco tímido y asustado.

- Adelante, no tengas reparo en preguntarme aquello que te acongoja.

- No quiero cuestionar sus decisiones, pero quería saber porque envío esa carta avisando al pueblo de su inminente ataque? No haría eso que se preparen para nuestra llegada o que huyan?

El jefe, que seguía sentado en su trono, dibujo una pequeña sonrisa en su rostro y volvió a dar un sorbo a su copa con vino.

- Es verdad, esta será la primera vez que participaras en un exterminio. Verás, hace algunos años hemos adoptado está costumbre, la de avisar a pueblos o ciudades pequeñas de nuestro inminente ataque, pues cuando llegamos allí ellos están totalmente alerta y desconfiando de cualquiera, entonces cuando unos pocos ciudadanos bajan la guardia comenzamos el espectáculo, a veces los vamos acabando por sectores hasta aniquilar a la ciudad entera, y a veces la paranoia que sembramos antes de atacar es tal que comienzan a matarse entre ellos pensado que cualquiera podría ser un asesino o que podría estar colaborando con nosotros. Aunque también ha habido veces en que algunas de nuestras cartas no han sido tomadas en serio y acabamos matando a los ciudadanos mientras siguen con su vida cotidiana sin esperarse nada. Y si bien es cierto que pueden huir, tenemos contactos, en el momento que intenten moverse los atraparé en las sendas que hay por los bosques. Como podrás ver, el motivo por el cual envío esta carta es para sembrar miedo e incertidumbre entre los habitantes - terminó diciendo con una sonrisa.

Cuando hubo acabado de decir todo aquello comenzó a reírse maliciosamente, excitándose solo de pensar en cómo el miedo estaría ahora mismo carcomiendo poco a poco a los habitantes. El subordinado, entre aterrado y fascinado expresó su palabra.

- No tenía idea jefe, es usted realmente diabólico.

Este aun riéndose se levantó del trono y rodeó amistosamente con su brazo izquierdo a su subordinado, mientras que con el derecho sostenía su copa, ya vacía.

- Si vedad. Vamos sírveme más vino, y también sírvete tu un poco, hoy me encuentro de humor.

Volviendo al hospital, se encontraba Marco argumentando su punto para convencer a Ken de comenzar a prepararse para la llegada de los asesinos. Le explicó que la situación era muy peculiar y que creaba incertidumbre. Si el objetivo principal de los asesinos fuese aniquilar la ciudad entera, estos habrían atacado cuanto antes sin avisar. Por lo cual ellos estarían dándoles tiempo para asimilar la idea y atacar en cualquier momento, ciertamente no sabrían cuándo podría ser ese momento, pero por todo lo anterior mencionado podrían tener la sensación de que no sería de inmediato, pero que deberían actuar cuanto antes.

Había muchas cosas que tener en cuenta, no era algo fácil de asimilar, pensó Ken. Pero le parecía que Marco había pensado en todo eso ya, se le notaba bastante seguro. Aún sentía cierta incertidumbre sobre la idea de enfrentarse al gremio pero el chico supo hacer que la idea le comenzase a resultar cada vez más sólida.

- Mira Marco, realmente tienes una idea bastante consistente, pero son muchas vidas sobre las cuales decidir. Dame tiempo para tomar una decisión.

- Comprendo, pero debo recordarle que no tenemos mucho tiempo para perder.

- Lo sé. Tendré una respuesta para mañana.

Ambos se miraron y Marco asintió. Veía a Ken notoriamente agobiado después de soltarle todo eso. Y no era de extrañar. Era probable que está fuese la decisión más importante en toda su carrera como alcalde. En ese momento Marco se sintió aliviado de no estar metido en sus zapatos.

Decidido a continuar con su día, Ken salió de la habitación dejando a Marco a solas. Había mucho en lo que pensar y poco tiempo que perder.

Volviendo a estar solo en esa habitación solo podía esperar a la respuesta de Ken mañana. Ahora que ya había decidido enfrentar al gremio, fuese cual fuese la respuesta de Ken, Marco tenía una nueva prioridad... salir de ese hospital tan pronto como le fuese posible. Decidió que ya había perdido demasiado tiempo maltratando su propia salud, y que era hora centrarse en su recuperación. Este había notado que los médicos habían dejado una bandeja con su comida en la mesa a la izquierda de su cama. Un vaso con leche, pan y una manzana. Este alargó su brazo bueno y tomó la manzana, se la acercó a la boca y dio un mordisco.

Los destellos anaranjados iluminaban las calles de la ciudad por la tarde, dándole a la ciudad un toque pintoresco. Ken se encontraba sentado en la silla de su mesa en el castillo sellando y firmando papeles. Por esas horas los funcionarios del castillo dejaban de atender al pueblo para dedicarse al papeleo, sin embargo sólo unos pocos se quedaban por la tarde, el alcalde y otro trabajador que había por allí. Los guardias de la entrada seguían allí, la puerta estaba abierta a pesar de que ya nadie entraba, a Ken le gustaba ver como el panorama del exterior iba cambiando poco a poco, esta vez en particular, se quedó especialmente embobado mirando a fuera, disfrutaba de esa efímera tranquilidad a sabiendas de que en poco tiempo está se esfumaría para convertirse en incertidumbre y tensión. Su compañero, que estaba ocupado con sus papeles, notó a este muy distraído. Este comenzó a hablarle para ver cómo se encontraba. Sin embargo parecía totalmente perdido mirando la puerta. Probó acercándose a él y hablándole más fuerte. De pronto el alcalde fue sacado de su pequeño trance preguntando qué pasaba.

- Qué si estás bien, te noto algo distraído - mencionó el tipo.

Ken se pasó la mano por la cabeza y respiro hondo.

- Si, si, estoy bien Mike. Es solo que... estoy dándole vueltas a un tema importante y no me concentro del todo en mi trabajo - dijo un tanto desganado.

- Tal vez deberías terminar por hoy e irte a casa.

- Tal vez...

Mike apoyo un momento su mano en la espalda de Ken en señal de apoyo. Este le sonrió agradecido por su comprensión y decidió tomar en cuenta su consejo.

Todavía había sol en la tarde, pero igualmente Ken había decidió salir para despejar un poco su mente, cosa que le resulto difícil. Mientras paseaba por la ciudad veía a la gente feliz, a los niños jugando y corriendo, y algún que otro transeúnte que saludaba al alcalde. Todo esto en conjunto no le ayudaba, lo único que conseguía era hacerle pensar más y más en lo que haría con ellos. Al final decidió ir a casa a para intentar despejar su mente de todo aquello y decidir con más claridad.

Estando solo había decidido prepararse un poco de té. Había dejado la taza al lado en una pequeña mesita que tenía al lado de su silla, se sentó en ella y disfruto de su bebida caliente. Estaba bastante bueno pensó él. Miró más en lo profundo de la taza y se perdió en ella. Volvió a pensar en su ciudad y en qué hacer. Todo resultaba confuso. Por un lado tenía la oportunidad de escapar y comenzar una vida nueva en otro sitio, eso rezando porque no los ataquen por sorpresa por el camino y también porque no los busquen después de huir. Y por otro tenía la opción de manda a toda su gente a un campo de batalla del cual no estaba seguro si saldrían victoriosos. Todo lo que había pensado durante el día se reducía a eso, pero le resultaba realmente complicado decidir.

Ya era hora de cenar, pero no tenía hambre. Estaba cansado, cansado de pensar, mañana tendría que darle una respuesta a Marco y esa respuesta conllevaría a decidir qué hacer con el pueblo, pues ya sea pelear o evacuar habría de contarles todo.

Normalmente cuando tenía temas importantes sobre los que pensar Ken no paraba de darle vueltas al asunto hasta encontrar una solución, pero esta vez creyó que ya había pensado demasiado, así que se fue a su cama y se dejó llevar por el sueño y el cansancio.

Esa noche Ken había soñado con su ciudad siendo asaltada por los asesinos. Figuras negras caían de los tejados, salían de rincones, aparecían de lugares insospechados, todas ellas aparecían y asesinaban al ciudadano más cercano que tenían. No median su sadismo ante las formas de asesinar sin importar el sexo o la edad de la persona. Todo era un caos, todos gritaban, y todo el mundo moría poco a poco, los guardias eran incapaces de detenerlos. Todos esos hombres vestidos con armaduras eran masacrados por los asesinos. Les incrustaban sus puñales en las partes abiertas de su armadura. Así les apuñalaban su cuello, abdomen y axilas. Ken no podía hacer nada, estaba paralizado en el medio de todo ese caos, ningún asesino le prestaba atención, solo se dedicaban a matar a todos. Rompiendo a llorar por el dolor que le provocaba esa escena cayó de rodillas al suelo creyendo que ya había visto suficiente de todo ello. Pero no fue así. Un ruido te de festejo de varios asesinos hizo que este levantara la mirada. Fue entonces cuando contemplo horrorizado a un grupo de 5 hombres desfilando por las calles, uno de ellos portaba un palo como si fuese un estandarte, y en la punta de ese palo se encontraba clavada la cabeza cercenada de Marco.

De un golpe el alcalde se levantó, estaba sudando y respirando rápidamente. Miró a su alrededor solo para comprobar que se encontraba en su habitación. Dio un suspiro aliviado porque solo se tratase de un sueño. Pero todo eso que había visto lo sintió muy real, lo suficiente como para decidir que no quería que le pasase eso a su ciudad. Así que tomó la decisión de que lo mejor sería evacuar. Se preparó para ir inmediatamente al hospital a hablar con Marco.

Una vez hubo llegado allí fue directo a la habitación del chico. Cuando abrió la puerta no lo encontró allí, para su sorpresa. Así que fue y le preguntó al médico más cercano que le paso a Marco. Este cordialmente le pidió que lo siguiera, y así fue, llevo al alcalde a al patio en donde estaban algunos pacientes, fue allí donde vio a Marco, se encontraba caminando con la muleta y con un señor a su lado en caso de que cayera o no pudiese más.

- Marco dios mío, te encuentras bien? – dijo sorprendido. Desde que lo había visto ayer en el estado en el que estaba, lo último que esperaba era verlo caminar de nuevo.

- Oh, hola alcalde – respondió el – sí, me encuentro genial.

Uno de los médicos que se asesoraba de llevar a cabo una documentación de la recuperación de Marco se acercó a Ken para despejar un poco su sorpresa.

- Si, la verdad es que desde ayer no ha parado de sorprendernos. Ha comenzado a comer todo lo que le damos y ha estado intentando caminar cada vez que podía, de hecho, hemos tenido que pedirle que descanse un rato, o sino solo conseguiría empeorar las cosas. Sabe, nunca esperamos ver un cambio tan brusco de no hacer nada a querer hacerlo todo.

- Vaya. Parece que de verdad quiere recuperarse ahora.

Al cabo de un rato Marco se sentó en una silla a descansar. Ken lo acompañó, así podría aprovechar las situación para charlar con él.

- Qué tal le va alcalde? – pregunto el chico mientras bebía un poco de agua.

- Pues la verdad es que desde ayer no paro de pensar en todo lo que hablamos y en cuál será la mejor decisión para mi gente... pero creo que después de un largo día finalmente llegue a una conclusión.

- A si? Y cuál es?

Ken lo miro a los ojos, sabía que la respuesta probablemente no sería de su agrado, pero el juro ser siempre sincero ante su gente, y ahora Marco pertenecía a su pueblo, ya sea definitiva o temporalmente, así que él no sería la excepción.

- Antes de responderte, podrías responderme tu a una cosa?

- Claro, dispare.

- Porque estas tan determinado en recuperarte. Tan solo hace unos días estabas totalmente decaído por todo lo que está sucediendo ahora.

- Sabe – dijo con una sonrisa en el rostro – realmente estaba asustado por todo, deje que el miedo se apoderase de mi, y acepte mi muerte fácilmente. Pero entonces alguien me dijo algo, eso hizo que me enojase conmigo mismo por ser débil, por rendirme solo porque parecía que todo estaba en mi contra, pero aun no pasó nada, aún sigo vivo, herido pero vivo, y fue entonces que decidí que pasase lo que pasase intentaría con todas mis fuerzas luchar, a pesar de tener todo en contra, si ya estoy dado por muerto, entonces no tengo nada que perder al intentar levantarme y oponerme ante esos asesino.

- Pero... ellos son mucho, probablemente lo sean, no podrás ganarles.

- Puede, pero ya he pasado mucho tiempo lamentándome, y llegue a la conclusión de que si ellos me mataran, al menos les daré la guerra suficiente para que no se olvides de mí, para que recuerden que este chico no se dejó matar, sino que lucho hasta el final con la esperanza de vencer.

Otra vez fue que las palabras de Marco habían perforado en lo más profundo de Ken. Este se quedó atónito antes el sorprenderte cambio que el chico había tenido. Parecía irreal, sacado de cuentos, incluso parecía... un milagro.

- Entonces... que decidirá hacer? – pregunto al alcalde.

Esa pregunta lo devolvió de golpe a la realidad, haciéndolo pensar un momento. Por un momento sintió la duda en su interior, volvió a ver a Marco, este lo miraba fijamente esperando la respuesta a su pregunta. Ken cerró los ojos un momento incrédulo por lo que estaba a punto de decir. Firme se levantó de la silla, miró a Marco decidido y dijo.

- El pueblo luchará.

Marco lo miro con una sonrisa, entonces se apoyó en la silla usando su mano izquierda y se paró. Le extendió la mano derecha al alcalde para estrecharla. Este lo miro un momento y también le sonrió, tomo la mano del chico y la apretó con gusto.

- Ouch – soltó por un leve dolor en su hombro.

- Te he dicho que tengas cuidado con esas cosas – dijo el doctor reprochando a Marco por su acción.

Tanto el alcalde como el chico se rieron juntos por la situación.

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Aquí estoy mortales, he vuelto... creo que a partir de hoy se dejara claro que casi que subiré un capitulo por semana, a poder ser los viernes, son días bonitos para darles algo nuevo a la gente. Espero sepan comprender los motivos que hacen que me demore esto en subir capítulos. Y terminando esta pequeña parte de mi vida.

Marco ha vuelto totalmente decidido a recuperarse y el alcalde esta dispuesto a luchar con todo el pueblo de su parte. Ahora, estará dispuesto el pueblo a luchar? serán capaces de aprender en caso de aceptar? atacaran los sicarios antes de que ellos puedan si quiera hacer nada? quien sabe... a si, yo lo se jeje. Todo esto y mas cosas en el siguiente capitulo.

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