Capítulo 14: Asesinato
Nuestro chico se encontraba caminando por las calles de Rotchville. Ya era de día, el sol apretaba y la gente estaba ajetreada por su trabajo. Todo parecía estar en orden.
Como ya tenía planeado, fue a visitar a sus clientes para darles la mercancía que él les había prometido. Los carniceros se habían mostrado contentos con la carne que conseguía, y por ello siguieron comprando su mercancía.
Todos sus clientes se mostraron contentos con sus productos. Exceptuando al Sr. Macher que se mostró un poco desilusionado al ver que aún no le habían traído su piel de stikaag. Aun así, las pieles que le traía no eran malas, así que las compraba con gusto. Marco le aseguró que tendría las pieles de stikaag, pero que no se impacientase, después de todo un stikaag no es una presa fácil. "Y tampoco tengo ganas de correr durante mucho rato para cazar stikaags" pensó él.
Ya antes del mediodía había entregado todo el material conseguido. Así que pensó que podría disfrutar de un agradable paseo por las calles junto a William.
Pasando por delante de los distintos locales vio uno que le llamo la atención, la barbería. Se pasó la mano por el cabello, lo tenía considerablemente largo. Pensó que ya sería momento de hacerse un pequeño cambio.
- William, iré a este sitio. Nos vemos luego en la cabaña. De acuerdo?
El chiquitín le ladro en respuesta a su charla. Este se fue corriendo por la ciudad perdiéndose de vista.
Dentro del local había un hombre con un bigote prodigioso. Un mostacho para ser precisos. Pero este era completamente calvo, lo que hacía que su bigote resaltarse aún más. Junto a él había una joven de cabellos negros. Tenía una piel un poco pálida y rasgos faciales suaves. Su figura era gentil y sencilla. Ella al verlo entrar por el local se quedó mirándolo fijamente.
- Saludos - dijo Marco al entrar.
El señor, que estaba atendiendo a una clienta correspondió su saludo.
- Buenos días. En cuanto termine con ella estaré...
- Yo me encargo - se apresuró a decir la chica, la cual se acercó a Marco - hola, en qué puedo ayudarte - dijo con una agradable sonrisa.
- Hola, venía a cortarme el pelo – respondió el, un poco inclinado hacia atrás por la proximidad a la que estaba la chica de él.
- Muy bien, sígueme por aquí.
Ella lo llevo hacia una silla libre para que pudiese sentarse, con gusto lo hizo. El señor miró a la chica entornando sus ojos y reprochándola un poco con la mirada. Señalo con su cabeza a un señor mayor que estaba sentado en la sala de espera. Al parecer la muchacha se había saltado a este hombre para atender a nuestro aventurero. Ella se disculpó con su jefe sin medir palabra.
- Bueno aquí estamos – volviendo la atención a su cliente – estas cómodo?
- Si, gracias – dijo un tanto ajeno a la situación.
- Perfecto, cómo te llamas?
- Marco.
- Bonito nombre, yo me llamo Julia. Permíteme ponerte esto – dijo colocándole una tela alrededor de su cuello para que no se ensuciase con sus pelos – que quieres que te haga?
- Quiero que lo cortes, bastante corto.
- Cuanto es bastante corto?
Afortunadamente el llevaba consigo una foto de cuando tenía catorce años, así que utilizo esta para darle a la chica una idea de lo que quería.
- Algo más o menos así.
- Esa eras tú? Aww que adorable.
- Eh... bueno... y-yo – se sentía un poco apenado – gracias. Lo dicho, emmm, déjamelo corto por favor.
- Claro, yo me encargo.
Julia le dio un masaje en el cuero cabelludo para deshacerse de posibles nudos u enredos, así facilitaría el trabajo de tener que cortarle el pelo, aunque ella sabía que no lo hacía solamente para facilitar su trabajo.
- Te gusta?
El masaje realmente lo estaba dejando en un estado de placer del cual no quería salir. No diría eso exactamente pero al menos si sería sincero.
- Sí, es realmente agradable
- Me alegra oír eso.
Pues resultaba que no era solamente para Marco para quien eso estaba resultando ser agradable.
- Muy bien, ahora es momento de cortar.
Julia comenzó a hablar de temas banales como solía hacer con sus clientes mientras les cortaba el pelo. A ella le gustaba hablar con sus cliente, y más si eran guapos. Pero en el fondo también le gustaba hablar con ellos porque en alguna ocasión conseguía oír algún que otro chisme.
- Y dime Marco. Eres nuevo en la ciudad verdad?
- Sí, estoy aquí hacer un par de días.
- Me lo imaginaba, no te había visto nunca por este sitio.
A pesar de que lo que decía era verdad, fue ella una de las chicas que se quedó mirando a Marco cuando este había llegado a la ciudad, cuando no se había duchado, afeitado y cambiado la ropa.
- Y en que parte de la ciudad vives Marco? O acaso estas en una posada?
- No. No. Tengo una casa. Más bien una cabaña, está a las afueras de la ciudad.
- A si? Debe ser un sitio tranquilo.
- Lo es, un poco pequeño, pero también es muy acogedor.
- Puedo imaginarlo, ese sitio debe ser genial para tener tus momentos de calma... o para estas con una chica.
Ejem* - soltó su compañero aun arreglando el cabello de la dama con la que estaba. Este le dio una mirada de reproche a Julia. Esa mirada quería decir "no te pases". Ella le dedicó una pequeña sonrisa y no le dio más atención al asunto.
- Pero sabes, es un poco peligroso vivir en un sitio tan apartado, y más en estos tiempos – dijo retomando el hilo de la conversación.
- Si lo sé, se lo del asesino que hay en la ciudad. Y que no apareció desde hace unas semanas.
- Ah ya sabes lo del asesino... te enteraste de lo que paso ayer?
- No, que paso – dijo extrañado.
- Hoy han encontrado un cadáver en las calles. Era de mujer.
- Era la mujer del pescadero – dijo la señora que estaba siendo atendida por el señor del mostacho.
- Señora Hallen – dijo Marco sorprendido por vela allí.
- Esa soy yo, joven. Dime, acaso nos conocemos?
- No, no, es simplemente que usted es alguien conocido, así que la reconocí.
- Je je, supongo que me he ganado mi propia fama en esta ciudad.
- Podría volver al tema del asesinato por favor? – preguntó intentando evitar que ella se desviase del tema principal.
- Claro, hoy los guardias encontraron el cadáver de la mujer del pescadero tirado en un charco de sangre. Esta tenía el cuello seccionado.
- Los guardias tienen idea de quien pudo ser? – dijo Julia metiéndose en la conversación.
- Me temo que no hijita, por ahora no tienen idea de quién puede ser el culpable.
- Y que pasó con el cuerpo de la mujer? – volvió a preguntar Marco.
- Los guardias se lo llevaron para examinarlo, personalmente no creo que averigüen mucho.
- Una última cosa. Como es que se entera de todo esto?
- A mi edad una aprende a recolectar información de donde sea.
Ambos jóvenes quedaron un poco desconcertados ante la respuesta de la anciana. Marco pensaba que podría investigar lo que estaba pasando. Ese asesino estaba aterrorizando al pueblo, y su sentido del deber le decía que debía tomar cartas en el asunto.
- Ya está listo - dijo la barbero.
Esta le dio un espejo para que pudiese mirarse. Su aspecto era similar al que tenía cuando era más joven.
- Me gusta. Cuánto es?
- Solo una probada de esos hermosos labios tuyos – dijo perdiéndose en sus propias fantasías.
- Qué?
- Que son diez dólares.
Marco entorno un poco la mirada, pues sabía que algo extraño había escuchado.
- Bieeeen... aquí tienes. De todas formas gracias por el corte.
- Vuelve cuando quieras - dijo ella mientras el salía del local.
- Ya está listo - dijo el hombre del mostacho.
Este dio una vuelta a la silla donde estaba la señora Hallen, quien tenía muchos rizos y un cabello rosado. Este le dio un espejo para que se admirase.
- Oh dios mío. Soy hermosa. Ahora podré conquistar a cualquier hombre de la ciudad. Quieres pasar una tarde alocada, guapo? - dijo al hombre que estaba sentado aún en la sala de espera.
Este enrollo un periódico que estaba leyendo y se levantó.
- Saben qué? Creo que mejor volveré otro día – dijo, y salió por la puerta.
Marco caminaba por las calles pensado como poder ayudar a los ciudadanos con respecto al asesino. "Si huelo el cadáver puede que consiga el aroma de quien la asesino" pensó él. Pero sabía que sería algo complicado de conseguir. La guardia no le confiaría el cadáver de una víctima reciente a un completo extraño. Y menos a uno que acababa de llegar hace un par de días. A lo mejor el alcalde podría ayudarlo.
Volviendo a visitar el castillo, Marco se encontraba sentado delante del alcalde. Quien escuchó atentamente su petición.
- Así que quieres ayudar a encontrar al asesino. Y como dices que puedes lograrlo?
- Tengo un gran olfato, si consigo identificar alguno de los aromas que hay en el cadáver de la víctima puede que encontremos al culpable.
- Bueno, en verdad puedo ayudarte a que te den el permiso para examinar el cadáver.
- Enser...
- Pero... y ni quiero ser grosero. No puedo confiarle algo así a alguien que acabo de conocer. Comprendes mi punto, no es así?
- Si. Entiendo.
- Tienes que demostrarme que lo he me dices es cierto, que puedes ser de utilidad para atrapar al asesino, y entonces te ayudaré con tu petición.
- Soy un cazador, estoy experimentando en muchas cosas, rastrear es una de ellas. Póngame a prueba.
- Muy bien, mira esto – dijo enseñándole un papel con el retrato de un perro – este se extravió hace unos 5 días. Los guardias no han podido encontrarlo. Demuéstrame que tú puedes.
- Claro, solo necesito algún objeto de perro para percibir su aroma.
- Ten - dijo sacando un osito de peluche de uno de sus cajones - este era su juguete favorito.
- Perfecto, me servirá... puedo preguntar que hacía el juguete de un perro extraviado en su cajón?
- Me gustan los peluches.
- Okeeeyyy, voy a buscar a ese can.
Ver a un tipo olfateando un oso de peluche que el alcalde guardaba era una de las escenas más pintorescas que los ciudadanos de Rochtville allí presentes, podían apreciar. Una vez familiarizado con el aroma partió en la búsqueda.
Se aprovechó de la altura del castillo para saltar directamente a los tajados de los edificios. Desde las alturas podría localizar el aroma con mayor facilidad y también evitaría obstáculos y posibles intromisiones. En la ciudad había una gran variedad de aromas, esto le dificultaba un poco su tarea, pues captaba varios de esos aromas a la vez, se veía obligado a hacer una separación de olores para quedarse con aquellos que más se asemejasen al del peluche.
"Un perro no se pierde así como así. Debe haberle pasado algo o alguien debió haberlo secuestrado" pensó el, deseando que esto último no fuera cierto. Mas en su continua búsqueda y entre todos los hilos aromáticos encontró uno que lo hizo detenerse y olfatear con más detenimiento. Siguió un aroma que lo llevó hasta un callejón. El olor era cada vez más fuerte. Este lo llevó donde había un montón de cajas de madera. Levantó unas cuantas y debajo de una de ellas había un perro con la pata atorada entre unas cuantas maderas. Este se sorprendió al ver a alguien, y se encogió por el miedo. A Marco se le encogió el corazón al ver esa escena. Intento acercarse gentilmente para no asustarlo más de lo que ya estaba.
- Tranquilo pequeño, no voy a hacerte daño.
Acercó su mano tanto como pudo a la pata atascada y levantó las maderas para que pueda sacarla. El pobre salió de inmediato pero a duras penas, estaba cojeando. Tan pronto el pequeño estaba fuera de las maderas Marco las soltó. Se agachó para estar a la altura del perro, este no paraba de temblar, se le veía sucio y hambriento. Con delicadeza lo levantó y acurrucó en sus brazos para llevarlo consigo.
Ya se encontraban ambos delante del alcalde.
- Creo que encontré al perro extraviado - dijo enseñándole al pequeño.
Ken abrió los ojos un tanto conmocionado. Se podía ver la lástima que sentía al ver a ese pequeño animalito en ese estado.
- Pobre pequeño - dijo mientras lo tomaba la en brazos con una manta - se lo llevaré a los guardias para que se hagan cargo.
El alcalde, tal como dijo, se ausentó un momento para dejar al pequeño a cargo de los guardias. Al cabo de un rato volvió y se sentó en su silla. Marco un tanto impaciente preguntó al alcalde cuál sería su siguiente prueba.
- Qué es lo siguiente que debo hacer.
Ken, que tenía los codos sobre su escritorio y las manos entrelazadas miro a Marco y respondió.
- Nada.
- Qué? - dijo sorpresivamente.
- Así es. Ya puedes mirar el cuerpo de la víctima.
Esto le llamó más la atención. Esperaba tener que tratar con las pruebas. Confuso intento despejar sus dudas.
- Porque? pensé que tendría que hacer más cosas para demostrar mi valía como rastreador.
- La verdad es que lo has hecho bastante bien... eso y que el perro extraviado pertenecía a uno de los guardias que se encargaba del cuerpo.
Tan pronto Ken hizo el comentario, se escuchó una puerta abrir de golpe. De ella salió corriendo un hombre en armadura que tenía al perro que había encontrado en el brazo. Se acercó a ambos y se dirigió al alcalde.
- Quien es el tal Marco?
El alcalde sin medir palabra apuntó justo en donde se ubicaba el rescatistas. Emocionado, el guardia le dio un fuerte abrazo y comenzó a expresarle sus gratitudes.
- Gracias, gracias, gracias de verdad, por fin puedo estar junto a Floffy otra vez.
Marco, que estaba intentado respirar, hizo un esfuerzo corresponder al guardia lo más gentilmente posible.
- Jeje, n-no es nada - dijo con un poco de dificultad - te importaría soltarme?
Después de terminar esa escena de aparente felicidad por parte del guardia, este guío a Marco al sitio donde guardaban los cuerpos de los asesinatos. Tras cruzar una puerta, se podían ver un montón de camillas en donde descansaban los cuerpos de muchas personas, todos estos estaban tapados con telas blancas. El guardia lo guío al cadáver de la señora.
- Es ella - dijo descubriendo su cara.
Marco tomó el cuerpo de la dama, sin sacarlo de la camilla, y lo acercó para sí. Poco a poco intento rescatar con su nariz todo aroma que hubiese en el cuerpo de ella. Identifico alrededor de unos cinco aromas. Uno de ellos era el propio de la mujer, y otro era del guardia del que había encontrado a su perro.
- Muy bien. Ya tengo como encontrar a los sospechosos.
Fue en ese momento que un segundo guardia entró por la puerta.
- Cambio de turno... - este enmudeció al ver la escena del chico sujetando al cadáver tan cerca de su rostro - y-yo... vuelvo luego.
Este salió por la puerta. Tanto el guardia como Marco se miraron entre ellos extrañados. Dejaron el cadáver en su sitio y lo volvieron a tapar. Ambos acordaron no volver a hablar de lo sucedido.
Nuestro rastreador había comenzado a buscar todos los olores que había guardado en su nariz. Le llevó un rato pero acabo por encontrarlos. Dos pertenecían a dos guardias que fueron descartados rápidamente como sospechosos. El alcalde había afirmado que todo guardia estaba bajo un juramento de lealtad a la ley. Por lo cual estos no podían haber sido. El último aroma que quedaba no conseguía encontrarlo por ningún lado. Había buscado de arriba a abajo, de afuera hacia adentro, dos veces, pero no había resultado. Para cuando la luna iluminaba las calles desistió en su tarea y decidió volver a su cabaña.
Allí se encontraba William esperándolo. El pequeño había estado jugando solo por la ciudad todo el día mientras Marco intentaba encontrar al sospechoso. Ambos entraron. William se acomodó en la alfombra. Marco por su parte se desplomó en la cama. La incógnita faltante aún estaba por resolver. Y eso era lo que le molestaba. Había pensado en las diferentes posibilidades sobre la identidad del culpable. Podría ser un guardia corrupto o puede incluso que hubiese una conspiración detrás con la intención de eliminar a la mujer. Pero francamente no era capaz de ver al alcalde haciendo algo como eso. Además de que, en caso de ser cierto, no tendría nada de sentido haber permitido un acercamiento al cadáver de la víctima para ayudar a encontrar al culpable. Lo único que quedaba era el aroma sin dueño encontrado. "Es posible que el dueño se diese a la fuga justo después de cometer homicidio. Pero el alcalde ya lo sabría, siempre hay guardias en las puertas vigilando quien entra y quién sale" pensó él. También era posible que el homicida consiguiese cambiar su aroma, lo cual Marco consideraba imposible. Y lo último que se le llegó a ocurrir es que el asesino no viviese en la ciudad.
Salió afuera un momento. El aire soplaba gentil y gélidamente. La luna iluminaba el bosque con sutileza. Dio un vistazo a la nada y dijo.
- Tal vez seas un sicario... y si lo eres, necesito encontrar a quien te contrató.
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Saludos gente candente, lamento la demora. Les explicaría el interesante mundo de los logaritmos neperianos para que entiendan porque me he tardado tanto, pero doy por hecho que es algo que mejor nos lo podríamos ahorrar. Sin mas que decir, estoy contento conmigo mismo, pues estoy intentando hacer la historia lo mejor posible y lo estoy notando, la verdad.
Espero que lo disfruten :)
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