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Capítulo 12: Rotchville

El esfuerzo sin recompensa es una de las cosas más crudas que nos puede dar la vida a veces. Deja un sabor amargo y nos hace sentir como si el trabajo hecho por nuestra propia mano no sirviese de nada. Así es como se sentía Marco en estos momentos.

Hekapoo lo echó de la cueva sin poder conocer significado alguno de las palabras que el tanto buscaba. Mas su espíritu no estaba del todo hundido, pues recordó que fue capaz de vencer a ocho de los trece enemigos que vio en aquel lugar.

- Parece que el entrenamiento de Krun me ayudó mucho.

Miro fijamente donde antes estaba la entrada a la cueva de la cual fue expulsado.

- Tal vez... sea el momento de irme de aquí.

Así pues se levantó y con sus manos se quitó el exceso de polvo que tenía encima.

- Volveré a seguir con el plan que tenía antes de entrar en el bosque de las bestias. Es momento de ir a la ciudad.

Un suave viento soplaba a su favor. Se colocó la capucha, se adentró al bosque y emprendió su camino a la ciudad que Neprh le comentó que fuera.

A pesar de la lucha reciente que había tenido con Hekapoo, o más bien sus clones, no se sentía del todo cansado. Al menos podía decirse que conservaba la energía suficiente para dirigirse a la ciudad.

Sin dar más a la espera de puso en marcha hacia la ciudad. El trayecto normalmente tardaría unos 3 días si no hay inconvenientes de por medio. Pero la cueva desde donde partió estaba a más o menos la mitad del trayecto habitual, y con las capacidades físicas actuales de Marco este llego al anochecer. Sin embargo se sentía agotado, así que decidió parar un momento en las afueras para comer y recuperar fuerzas.

Al cabo de un rato, nuestro aventurado se encontraba delante de la entrada a la ciudad. Esta estaba rodeada por una muralla de piedra. Más está no era de gran escala, pese a rodear la ciudad entera está no superaba el metro de altura.

- Bienvenidos a Rotchville - leyó en un cartel de la entrada.

Comenzó a caminar dentro de esta y a observar con curiosidad su arquitectura. Las calles estaban adosadas con piedra. Las casas, locales y posadas también. En el centro de la ciudad se levantaba lo que parecía ser un pequeño castillo. Este presentaba unos escalones que daban pie a la entrada del mismo. El edificio mostraba unas dos torres, cada una a sus lados. No era una edificación demasiado distinta al resto, solo presentaba una envergadura mayor, pero no demasiado. Pero lo que más le llamaba la atención era que la ciudad era de mewmanos, o al menos eso parecía.

- Y yo que pensaba que aquí solamente habría monstruos - dijo mirando al castillo - Me pregunto si el suyo será un rey humilde.

Siendo ya tarde pensó que sería buena idea encontrar una posada en la que poder pasar la noche.

Buscó la que estaba más cerca y se dispuso a entrar. Había poca gente, dentro, llego a ver a un par de tipos bebiendo, lo que parecía ser un guardia, y una pareja con su hijo. Más cuando esté entro todos se giraron a verlo.

- Hola - dijo a todo el mundo levantando la mano a modo de saludo.

Más nadie correspondió a su saludo. Todos ellos desviaron la mirada hacia lo que estaba haciendo a la previa intromisión del extraño.

- Supongo que no estarán de humor - dijo el para sí.

Se acercó a la barra para hablar con el propietario del local. Al no ver a nadie tocó la campanilla del local. De lo que parecía ser la cociné salió una mujer que traía una tarta en sus manos.

- Perdone la tardanza, bienvenido a... - cuando la mujer vio a Marco se quedó totalmente muda.

- Hola, soy un viajero, me gustaría pasar la noche aquí. - dijo con naturalidad, pero este se sentía extrañado por la reacción de la mujer.

- Emmm, y-ya se nos terminaron las habitaciones. - dijo con una sonrisa un tanto forzada.

- Oh, es una pena. Segura que no le queda ninguna habitación?

- No, lo siento, será mejor que pruebe en otro sitio.

- De acuerdo, gracias. - dijo saliendo del lugar. Cuando estuvo ya fuera - eso fue extraño. Supongo que tendré que probar suerte en otro sitio.

Pasó por muchos albergues pero ninguno quería aceptarlo.

- Lo siento, no acogemos a vagabundos - dijo un señor fuerte y barbudo.

- No soy un vagabundo - protestó el - soy un viajero.

- Y dígame usted, señor viajero, tiene dinero?

- Pues - hubo un pequeño silencio incómodo - no.

- Pues no hay habitación para usted.

- Acepta carne? - dijo sacando de su mochila un trozo de stikaag envuelto en hojas.

- Váyase de aquí.

Marco salió del local molesto. Aun así sabía que aquel hombre tenía razón, sin dinero no llegaría a ninguna parte ahí. Necesitaba encontrar una forma de conseguir dinero. Pero lo primero era encontrar un sitio donde dormir.

- Supongo que dormiré en el bosque - dijo encogiéndose de hombros - además, no es la primera vez que lo hago. Aunque me hubiese gustado dormir en una cama después de tanto tiempo.

Partió camino al bosque, pero sintió que lo estaban siguiendo. Por un momento pensó que podría ser Hekapoo, solía aparecer cuando menos lo esperaba, como ahora. Pero descartó esa posibilidad cuando al olfatear el ambiente no logró percibir el aroma de ella. Se giró y vio un pequeño perro. No era muy grande, no le llegaba ni a las rodillas. Tenía el pelaje de color gris como el acero. Y sus patas y hocico tenían partes blancas. El pequeño al verlo se sentó y lo miró fijamente. Marco se acercó a él y se inclinó para acariciarlo.

- Oh, hola pequeño. Acaso te perdiste?

El perro movía la cola mientras lo acariciaba. Lo examinó detenidamente. Se veía un poco desnutrido y tampoco llevaba collar. Le lamió la mano.

- Acaso estás en la misma situación que yo? - dijo con una sonrisa melancólica - debes tener hambre.

Metió la mano en su mochila y con un cuchillo de piedra cortó un trozo del stikaag que había sacado antes.

- Ten, come cuanto quieras. No me es difícil conseguir más.

El perro olisqueó un poco la carne y no tardó en darle un buen mordisco. Mientras esté estaba disfrutando de una comida que no había tenido en días, recibió una última caricia y aquel que le dio de comer desapareció. El pequeño miró a ambos lados buscando al extraño. Pero no lo halló. Volvió a centrar su atención en la carne y continúo devorándola.

Marco había encontrado un árbol con unas ramas adecuadas sobre las cuales reposar. Sin mucho esfuerzo subió y dejó sus pertenencias en unas ramas donde no se caería. Agotado por todo el ajetreo del día apoyó su cabeza en una rama y dejó que el sueño lo invadiera.

Los primeros rayos de luz anunciaron el comienzo de la mañana. El chico abrió muy despacio los ojos y dio un enorme bostezo. Se tomó un momento para estirarse y crujirse los huesos. Tomó sus pertenencias y de un salto volvió a la tierra. Tan pronto tocó el suelo noto algo extraño. Miro detrás de él y vio recostado en el árbol al mismo perro de la otra noche.

- Hey, acaso me seguiste pequeño? - dijo notoriamente emocionado por verlo.

El perro se levantó de golpe y al ver al chico fue hacia él y se apoyó en su pierna con sus patas delanteras mientras estaba parado y moviendo la cola. Le acercó la mano para que le lamiera. El perro correspondió al gesto con mucha excitación.

- Jeje, eres un buen chico. Quieres venir a comer conmigo?

El pequeño dio un pequeño ladrido de alegría y miró a al chico con la lengua fuera.

- Tomaré eso como un sí.

Con un fuego improvisado concinó la carne para ambos. Sentados estaban los dos disfrutando de su comida. Mientras, Marco seguía pensando en cómo conseguir dinero. Observó al perro comiendo con gusto su carne y entonces la idea lo golpeó como si de un rayo se tratase.

- Eso es - dijo levantándose de golpe y asustando al pequeño.

Después de haber cazado un par de presas, este y el cachorro se dirigían a la ciudad en busca de clientes. Pero antes de ponerse a ofrecer carne recordó algo importante. No tenía idea de que moneda se usaba allí ni el precio por el cual se vendía la carne. Antes de ponerse a vender habría de investigar el mercado.

Habiendo dejado sus presas en un sitio seguro, emprendió viaje a las tiendan. Como era de esperarse, todo el mundo lo estaba evitando. Algunas madres alejaban a sus hijos de él. Algunos hombres lo miraban con recelo. Y alguna que otra joven admiraba sus abdominales bien conseguidos después de tres años de entrenamiento.

Así no consiguió la información que buscaba, pues tan pronto un comerciante lo veía cerca, este lo echaba. Así que optó por utilizar un método más discreto. Decidió subirse a los tejados, evitando ser visto, y desde las alturas escuchar las negociaciones entre los clientes y mercaderes.

- Hola Juan, como esta todo? - preguntó una señora mayor a un carnicero.

- Señora Hallen, que bueno verla por aquí.

- Te has enterado lo que hizo la mujer del pescadero con el hijo del panadero? se dice que entre ambos hicieron buenas migas.

- Qué osadía por parte de ellos.

- Hay mujeres que buscan el placer en los más jóvenes. Y es normal que alguien quiera emociones fuertes. A pesar de que ella tenga 45 y el 17.

- Qué descaro por parte de ella y que poco autocontrol por parte de el.

- Si, desde que se escapan juntos han estado construyendo una carreta en el aserradero del carpintero. Como el panadero se entere de esto les destrozará el carro.

- Válgame Dios.

"Oh enserio, no puede solo comprar algo e irse" pensó Marco desde las alturas.

- En fin Juan...

"Gracias"

- Dame lo de siempre.

- Lo de siempre?

- Si lo de siempre.

"ENSERIO!!!???"

- Aquí tiene señora. Serán cincuenta dólares.

- Muchas gracias Juan.

- Que tenga un buen día señora Hallen.

La señora se fue un poco encorvada y caminando lentamente con su bolsa de carne en mano.

"Este no fue un primer contacto fructífero, pero al menos ahora sé que usan el dólar como moneda de cambio, qué coincidencia" pensó él.

A medida que avanzaba el día Marco se dedicó únicamente a investigar a los mercaderes anotando toda información que le fuese de utilidad, diferencia de precios, piezas, cantidades, tiempo que lleva la carne conservándose. No se convirtió en un experto, pero al menos obtuvo información con la cual poder orientarse en el mercado.

Al investigar tanto también sacó sus propias conclusiones. Como que podría vender la carne a los carniceros y las pieles a los peleteros. Por lo cual también investigo los precios de las pieles de los peleteros.

- Hola Pedro

- Hola señora Hallen - dijo el peletero saludando a la anciana.

- Has escuchado lo que pasó con la esposa del pescadero y el hijo del panadero?

- No, cuéntemelo.

"Oh por Dios" se quejó mentalmente.

Pero a pesar de todo el conocimiento adquirido, este no serviría de nada por sí solo. Tenía que hacer algo con su aspecto.

Esa misma tarde confeccionó unas ropas de cuero con los animales que había cazado, se hizo unos pantalones y un peto bastante decente. Cortó la cabeza de la piel del stikaag que le había dado Krun y utilizó el resto como si fuese una capa de espinas. También se hizo un par de botas de cuero, todo eso en conjunto le daría un aspecto más sofisticado y, por lo tanto, menos agresivo al público. Pero sentía que aún le faltaba algo.

- Me pregunto si... - levantó el brazo para oler su axila - puaj... sí.

Se quitó toda la ropa que tenía y decidió darse un baño en el río. De paso lavó su sudadera que sería la única prenda de la cual no se desharía, y al perro. Aún no sabía cómo se llamaba el chiquitín, y como lo estuvo siguiendo todo el día creyó que iba siendo hora de que tuviese un nombre.

- Mmmm, creo que te llamaré... William. Te gusta ese nombre?

El pequeño solo respondió con unos pocos ladridos y le lamió la barba.

- Ajaja, para, para - entre risas y carcajadas en el agua se percató de algo - creo que también tendré que arreglar esto.

Afilo el cuchillo de piedra que tenía y afeito su barba. Aunque también le hubiese gustado hacer algo con su pelo, pues este, después de tanto tiempo, estaba un poco largo. Se miró en el río para ver su nuevo aspecto.

- Jjmmm, creo que estoy listo para ofrecer mi mercancía... mañana - dijo al ver que el sol se ponía.

Guardó los cadáveres para mañana despellejarlos y tener todo listo para su venta. Y así después de un largo día, él y William se dispusieron a dormir.

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Por fin conseguí sacar este capítulo. El comienzo de un nuevo capitulo en la aventura de mas. Espero haya sido de vuestro agrado.

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