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Capítulo 30: Lucha por el trono

No todos queremos obtener algo por los mismos motivos, ni con los mismos fines.

— Anónimo

El público, aquel que momentos antes estaba vitoreando a Kogler por haber derrotado a su rival, ahora había estallado en sonoras carcajadas. Al parecer, nadie se tomaba en serio las palabras que el trol había soltado, o al menos esa era la sensación que el público le daba a Marco. Junto a ellos, Kogler también se rio, llevándose una mano al estómago. A pesar de todo, Globgor permanecía serio e impávido.

— Así que quieres ser rey —decía Kogler bajando la mirada, pues le sacaba dos cabezas a Globgor.

— Más bien, quiero recuperar mi puesto —aseguró este, con expresión fulminante.

Kogler detuvo su risa, pero aún mantuvo una sonrisa fanfarrona en su rostro. Miró a Globgor a los ojos y enarcó una ceja.

— ¿Qué quieres decir con eso? —preguntó entre curioso y escéptico.

— Digo, que quiero recuperar el trono que alguna vez me perteneció —sentenció con severidad.

— El trono que alguna vez te perteneció. Entiendo, entiendo. Y dime, ¿Cuándo fue que alguien como tú ocupó el trono?, porque a mí no me suena haberte visto nunca como rey —preguntó Kogler con aires de bravuconería, buscando dejar en evidencia a Globgor.

— Eso es porque cuando yo reinaba tu abuelo ni siquiera había nacido. Yo soy Globgor, antiguo rey de los trols.

El público enmudeció un momento, pero solo para estallar nuevamente en carcajadas. Lanzaban comentarios como "sí, claro", "que más quisieras", "no saques a ese inútil en este tema".

— ¿Por qué mencionas a alguien como él? Ese no es más que la triste leyenda del que alguna vez fue un gran trol. Ese monstruo era capaz de crecer tanto como una montaña, capaz de doblegar a los enemigos más feroces, capaz de abatir hasta a los más fuertes —comenzó a decir Kogler, alzando la voz, dándole al público su palabra—. O al menos eso es lo que cuenta algunos. ¿Sabes que fue ese trol para mí? Nada más que un monstro con potencial que sucumbió ante los encantos de una mewmana escuálida y harapienta.

— ¿¡Como has dicho!? —gritó Globgor de golpe, haciéndose tan grande como pudo.

De pronto, las risas y los abucheos cesaron. El griterío molesto del público se convirtió en un silencio pesado lleno de tensión e incertidumbre. El trol que antes proclamaba ser Globgor ahora se había convertido en un gigante que le sacaba una cabeza y media Kogler.

Marco se sorprendió del rápido cambio de ambiente que había provocado aquella respuesta por parte del trol, pero también se sorprendió a sí mismo con un pie hacia adelante y los puños apretados en pos de atacar tras haber escuchado lo que le había dicho a Eclipsa.

— Es él —comenzaron a murmurar algunos.

— No puede ser —decían otros.

— Debería estar muerto —aseguraban otros más.

La tensión en el ambiente y el desconcierto en el mismo era tal, que Marco tomó a Eclipsa del hombro y la acercó un poco hacia sí mismo para que no se perdieran entre el bullero en el que se estaba convirtiendo la multitud.

Ella no dijo nada, tampoco hizo gesto alguno, solo se quedó con la mirada fija en Globgor y Kogler.

— Entonces dices la verdad —respondió Kogler, notoriamente sorprendido—. Eres Globgor. Pero, ¿cómo?

— Estuve aprisionado durante mucho tiempo. Al principio pensé que algo le habría pasado a mi pueblo, y que sería demasiado tarde. Pero veo que llego justo a tiempo. El reino trol decae por momentos mientras tú te dedicas a luchar sin más —acusó Globgor señalando a Kogler con su dedo índice.

Al principio el trol al que le sobresalían huesos seguía algo sorprendido por la revelación que acababan de darle, pero, a los pocos segundos entornó los ojos y apartó la mano de Globgor.

— Me acusas de no hacerme responsable de algo que literalmente no se puede parar. ¿Crees que no lo hemos intentado ya? Da igual lo que hagamos: tirarle piedras, gritarle de todo, o escupirle con desprecio, esa cosa negra sigue avanzando. Pero como no eres tú quien está en la cima crees que nadie se ha preocupado por este problema antes —expuso este, retomando cierta fuerza en la conversación—. Nos limitamos a vivir al margen de esa cosa.

— ¿Y cuánto tiempo planeas seguir así?

— Todo el que podamos vivir en este sitio hasta que ya sea inhabitable. Pero, ¿qué me dices de ti? Vienes al reino trol exigiendo el trono, pero dime, ¿cómo puedes ser tan insolente como para irte de tu reino y dejar que te atrapen, solo para después venir aquí cuando ya es tarde, exigiendo el puesto de rey?

Globgor caminó un poco hacia atrás, pues sabía que Kogler hablaba con la razón de su parte. Había dejado el reino trol por la mujer que amaba, y pensaba volver, pero los acontecimientos no se dieron como a él le hubiesen gustado. Pero utilizar su aprisionamiento como excusa por no haber vuelto era algo que el trol no estaba dispuesto a hacer, pues consideraba aquello como un signo de debilidad.

— Sí, no te falta razón en decir que le fallé a mi reino. Mi intención era volver, pero eso no es excusa de lo ocurrido. Seguro que me he ganado el rechazo de muchos, pero no me arrepiento de haber ido a buscar a la mujer que amo —dijo señalando a Eclipsa.

Como era de esperarse, varios se giraron hacia la mujer, quien, ante las miradas de los monstruos se quitó la capucha y enseñó su rostro. La sorpresa que antes se había mostrado cuando Globgor demostró ser quien decía ser se repitió cuando todos vieron a la mujer presente entre el público. Junto a ella Marco también se quitó la capucha, pues pensó que era ese el momento indicado para revelarse ante los trols. Sin embargo, las miradas de muchos estaban cargadas de desaprobación y odio. Entre ellas, la de Kogler.

— Así que no solo vuelves con el rabo entre las piernas, sino que también traes a estos mewmanos a nuestras tierras —dijo, mirando a los presentes con desprecio—. Puedo entender que quieras volver junto a los tuyos, pero dame una razón para que no eche a estos desgraciados de nuestras tierras. —Kogler clavó la mirada en los ojos de Globgor, desafiante.

— ¿Qué pasa? ¿Acaso le temes a un par de mewmanos? —preguntó Globgor, sin intentar ni por un momento que su pregunta sonase menos provocativa.

El otro frunció el ceño hasta dejar una arruga pronunciada en el entrecejo.

— Yo no le tengo miedo a nada ni a nadie.

— Bien, entonces, acepta mi desafío por el trono.

Kogler entornó la mirada y se quedó unos segundos calvando los ojos en los del trol.

— De acuerdo, tendremos una batalla, pero no será solo entre tú y yo. Abriremos un campeonato en donde los trols lucharán por el trono. Sé de más de uno que tiene ganas de partirte la cara por abandonarnos, y yo sigo queriendo luchar con los mejores trols del reino, así que esto será lo que hagamos. Haremos un torneo con faces eliminatorias, dos trols entraran a la arena, y quien quede inconsciente o se rinda perderá la batalla. La contienda será entre dieciséis participantes. Cualquiera puede participar, así que no importa si el que entra es un niño o un anciano, cualquiera puede entrar, siempre y cuando pueda entretenerme en la arena —dijo, sonriendo de forma diabólica y cerrando un puño delante de Globgor, lo cual produjo un sonoro crujido.

— De acuerdo, lo veo justo, pero quiero pedir una cosa. —Kogler se quedó expectante a que el trol expusiera su petición—. Quiero que Marco, mi compañero, pueda participar también.

La pregunta atrapó por sorpresa al humano, quien dio un pequeño respingo al oír la petición de Globgor.

El trol cubierto de huesos sonrió con satisfacción y asintió.

— Solo espero que no te importe no volver a verlo, porque no saldrá con vida de la arena.

— Eso ya lo veremos —dijo Globgor, acercando la frente a la de su compañero.

Los rostros de ambos destilaban violencia, y estaban tan cerca el uno del otro que muchos pensaron que sus frentes se chocarían, pero eso nunca llegó a ocurrir.

— Tú solo espera, pronto tendremos aquí a una docena de trols con deseos de luchar. Ustedes —le gritó al público—, hagan correr la voz, hoy mismo se llevará a cabo un torneo por la corona y en el cuál obviamente participaré.

Muchos de los presentes salieron corriendo del lugar y gritaban a diestra y siniestra que Kogler había abierto un torneo para que todos pudieran participar y luchar. Era necesario que la voz se corriera tanto como fuera posible, pues solo aquellos que oyeran la noticia podrían ser conscientes de la oportunidad única que se les estaba presentando.

Por otro lado, los tres compañeros de viaje se reunieron en las afueras de la ciudad para comer un poco ya hablar de lo ocurrido.

— ¿Por qué hiciste eso? —pregunto Marco, algo molesto.

— Así es como elegimos a los reyes entre los trols, el que demuestre ser el más fuerte es quien ocupa el puesto. Se suele celebrar un torneo antes del invierno y al principio del verano. Mi intención fue forzar un adelanto de la misma, y parece que funcionó —explicó Globgor mientras miraba las llamas de la hoguera en la que cocinaban la carne.

— No me refería a eso, me refería a ¿por qué me metiste en el torneo? La idea no parece agradarle nada al resto de los trols.

— Claro que no les agrada. Te consideran inferior a ellos, y meterte en un torneo de este estilo es casi un insulto. Es como si yo te dijera que te pondré a luchar contra una hormiga, y que si ganas salvarás a tu familia. Sí, resulta fácil, pero también resulta carente de emoción.

— O sea, que me menosprecian porque piensan que soy débil. —Por respuesta Globgor solo asintió con expresión de evidencia en el rostro—. De acuerdo, entonces quiero reiterar, ¿por qué me metiste en el torneo? —dijo este, alzando los brazos entre confundido y algo molesto.

— Porque tenemos que ser los máximos posibles para recuperar el puesto de rey y hacer algo con esa cosa negra.

— Pero ¿no se supone que soy más débil que los trols? —preguntó el humano con una fingida expresión de ofensa.

Globgor sonrió y posó una mano encima del hombro del humano.

— Marco, eso es lo que piensa la mayoría de los míos, pero ellos no te conocen. Fuiste capaz de rescatar a Eclipsa, mataste a Rhombulus y conseguiste liberarme entre tú y ella. Me gustaría ver a un trol logrando todo eso —aseguró el trol con una sonrisa marcada.

Las palabras del monstruo consiguieron convencer un poco al humano, pues su rostro mermó los suficiente como para dejar entrever la satisfacción en sus ojos.

— Por favor, Marco, ayúdame a recuperar mi reino, les fallé hace muchos siglos, no puedo fallarles ahora. ¿Qué me dices?

El pálido rostro del humano no parecía menguar en lo absoluto ante la petición del trol, pero de un momento a otro una sonrisa burlona asomó por sus labios.

— No hace falta que me lo pidas, iba a hacerlo de todas formas —Globgor le sonrió con triunfo, mostrando sus grandes y afilados dientes—. Pero si voy a luchar contra ellos me gustaría saber de forma más específica cómo son los trols.

— Creo que puedo ayudar un poco con eso —dijo Eclipsa, entrando de pronto en la conversación—. Existen tres tipos de trols, dentro de los cuales hay dos variantes, exceptuando uno. Primero están los trols salvajes, como mi marido —mencionó, mirando a Globgor con una sonrisa de las suyas—, ellos son fuertes, rápidos y ágiles. Además, sanan bastante rápido. Su tamaño puede menguar un poco para acechar u ocultarse de una presa. Globgor, a diferencia del resto, tiene esta habilidad muy, muy desarrollada.

— Eso quiere decir... —quiso saber el humano.

— Quiere decir que puede crecer y encogerse más de lo que podría hacerlo un trol salvaje común.

— Curioso —señaló Marco.

— No llegué a ser rey por nada —comentó el trol, encogiéndose de hombros.

— Dentro de los trols salvajes existe una variante de pelaje blanco y abundante que vive en las montañas y zonas nevadas. A diferencia de los que se crían en terrenos con climas más suaves, estos pueden soportar temperaturas muy bajas.

— ¿Alguna debilidad? —preguntó el humano.

— Son menos resistentes al daño que los otros trols. Como, por ejemplo, los trols de roca. Se les llama así porque sus brazos y espalda están recubiertos por rocas duras y resistentes. En la espalda suelen ser más grandes y gruesas, mientras que en los brazos son más pequeñas y algo menos resistentes que las otras, pero no demasiado. Son bastante fuertes, pues suelen trabajar con la roca a la hora de crear construcciones, pero son lentos. Su versión polar posee trozos de hielo en vez de rocas, y la piel suele ser de un color más apagado que los trols de la roca normales. A parte de eso no presentan muchas más diferencias, sin mencionar su resistencia al frío.

— ¿Y qué hay de Kogler? ¿Qué clase de trol es ese? —preguntó Marco, inclinándose un poco hacia adelante debido a su interés.

— A eso voy —pidió calma con las manos—. Kogler es una clase de trol bastante especial dentro de los suyos. Él pertenece a los trols de hueso. Como su nombre indica, y como ya has podido ver, estos trols poseen algo similar a un exoesqueleto de huesos. Propiamente no llega a ser un exoesqueleto como tal, ya que en sí son trozos de hueso que sobresalen de la piel para actuar como elementos punzantes. Poseen muchos en su espalda y hombros, y sobre todo en los nudillos y antebrazos —Marco asintió, recordando los puños de Kogler, que parecían que tenían puntas de acero o pinchos—. Estos serían, por así decirlo, un punto intermedio entre los trols salvajes y los de roca. Tiene una piel más resistente que los salvajes, además de un buen recubrimiento, pero no son tan duros como los trols de la roca. Poseen más fuerza que los trols salvajes, pero no son ni tan rápidos ni tal agiles como ellos. Además, no sanan tan rápido como estos. Y, a diferencia de las otras dos clases de trols, esta no tiene una variante invernal, pues esta misma puede sobrevivir sin problemas a las bajas temperaturas.

— Ahora entiendo porque Kogler llegó a ser rey.

Al oír eso, Globgor le echó una mirada de reproche a Marco, y este se disculpó con una pequeña sonrisa de arrepentimiento.

— Por cierto, ¿esta clase de trols tiene alguna debilidad aparente?

Eclipsa se quedó callada un momento antes de mirar a Marco y negar con la cabeza.

— Estos trols son de los más fuertes, y si bien no llegan a ser tan duros como los trols de la roca, ni tan rápidos como los trols salvajes, se encuentra en un punto medio más que aceptable. Se podría decir que esta especie de trol cubre bien sus carencias.

— Ya veo, pues entonces tendré que tener cuidado.

— Todo trol que tenga medio dedo de frente tendría cuidado al enfrentarse con uno de hueso —aseguró Globgor—, y más si este ha llegado a ser rey.

— ¿Cuándo crees que se celebre el torneo? ¿En una semana? ¿Tal vez menos?

Al preguntar, Marco se fijó en la expresión de extrañeza del trol, quien tenía una ceja bastante enarcada.

— No, el torneo se celebrará esta tarde.

— ¿¡Esta tarde!? Pero, si casi no hay tiempo para que los competidores se reúnan, además...

Sin embargo, aquello que el humano pensaba no podía estar más lejos de la realidad. Para después de la hora de comer se produjo una gran aglomeración de trols cerca de la arena. Las gradas estaban llenas, y muchos se habían sentado en el suelo, o traído una roca para sentarse en esta y poder ver. Eclipsa se mantuvo de pie cerca de una de las gradas. Por su tamaño, era incapaz de molestar a ningún trol que quisiera mirar el espectáculo.

Mientras tanto, los luchadores fueron llamados en conjunto por un trol de la roca que estaba junto a un gong. Los dieciséis participantes se situaron junto al límite del circulo que marcaba la arena de combate, esperando a escuchar las palabras de quien sería el árbitro del torneo.

— Seré simple y directo —dijo árbitro con voz tosca y lerda—, gana quien deje inconsciente a su participante, haga que este se rinda o lo eche del círculo. Si un luchador está en el suelo y no se levanta a la cuenta de diez, se lo dará por inconsciente. Nada de golpes en las bolas ni en los ojos. Y tú, el mewmano —señaló a Marco—, nada de armas, solo lo que tengas en tu cuerpo.

— ¿¡Qué!? —exclamó entre sorprendido e indignado. Miró a los contrincantes, todos ellos medían más de tres metros. Algunos más grandes, otros menos robustos, pero todos ellos parecían una muralla de granito impenetrable—. Pero ¿acaso has visto a los oponentes?, son unas condenadas montañas —evidenció, señalando a todos los trols con ambas manos.

— ¿Qué pasa, mewmano? ¿No puedes luchar sin tu cuchillo para untar la savia? —se burló uno de los luchadores.

— Sí, tal vez necesites eso y un escudo para sentirte un poco más en igualdad, pero para eso necesitarías un escudo tan grande como las tetas de mi abuela —rio otro.

El público no ayudó en nada, pues al oír las burlas comenzó a reírse de él, y también comenzó a burlarse ellos mismos del humano. Eclipsa los escuchaba mientras fruncía el ceño con preocupación, luego miró a Marco. Este tenía la cara tan roja como le era posible en su color de piel similar al de los muertos, y parecía que estaría a punto de estallar en cualquier momento. Caminó hacia un lado, dirigiéndose directamente hasta Eclipsa y le entregó a Choppo, su espada, y también un cuchillo que llevaba en la bota.

— Cuídamelos, por favor —dijo, intentando no sonar más molesto de lo que se sentía.

Eclipsa solo tomó las armas del tipo y asintió de forma serena. Tras eso, Marco volvió a su posición junto a los contrincantes. El que sería el árbitro asintió conforme y luego pasó a anunciar a los participantes uno por uno: Globgor, Elgor, Rok, Shrak, Honk, Brek, Narx, Kogler, Ferior, Rolfor, Tork, Sklag, Nok, Grub, Strok y Marco.

El espectáculo no se hizo de esperar, pues el combate dio inicio tan pronto los contrincantes se alejaron del círculo de la arena.

El primer combate fue entre Globgor y Elgor. Elgor era un trol salvaje, al igual que Globgor, tenía el pelaje de un azabache oscuro, pero en vez de líneas como las que tenía Globgor, este tenía tonalidades más claras al final de sus extremidades, la cola, y en el pecho.

Ambos se colocaron al borde del círculo, posicionados sobre sus cuatro patas. Solo cuando el árbitro dio la señal, ambos salieron disparados como unos animales salvajes, dieron un salto a la vez, y en medio del aire el tamaño de sus cuerpos comenzó a menguar, haciéndose más grandes. Pero Globgor creció más que Elgor, y cuando chocaron en el aire, el trol de color turquesa quien tomó a su enemigo y cayó sobre él, estampándolo contra el suelo.

Elgor abrió la boca, dejando escapar algo de saliva por el golpe, y luego Globgor alzó sus puños, y golpeó reiteradas veces a Elgor en el estómago. Los golpes resonaban y retumbaban en la arena, como si en cualquier momento se fuese a producir un terremoto. Cuando Globgor dejó de golpear a su oponente, este ya no se movía, tenía la mirada ausente y la cabeza miraba hacia un costado. Tras el conteo reglamentario, el árbitro levantó la mano que tenía del lado de Globgor.

— Globgor gana la pelea.

El público estalló en vitoreo. Pareciera que el odio y el rencor que algunos habían manifestado antes se hubiese esfumado. Aquello le hizo pensar a Marco lo mucho que los trols adoraban las peleas. Una parte de Marco se sintió tranquila pues, pese a ser brutales, los combates parecían ser justos y fieles a las reglas. Nadie intentaba matar a nadie, o al menos Globgor no lo hacía. Le gustó ver eso, pues no había podido evitar recordar a sus peleas a muerte con los daskins. Aun así, también se sentía intranquilo, pues, si conseguía luchar contra Globgor en alguna ocasión, tendría que batirse contra su fiereza, y la verdad es que impresionaba bastante. Aunque ya había pensado acerca de ello. Cuando le tocase luchar contra Globgor se dejaría ganar, ya que él no quería ser rey, solo quería ayudar a Globgor a recuperar la corona.

El siguiente combate fue anunciado: Marco contra Strok, otro trol salvaje, este de pelaje pardo como el de un oso.

— Vaya, vaya, pero si es el mewmano de la espada —dijo este. Al instante Marco vio que ese había sido el trol que se había burlado de él al principio—. Espero que no te mueras al inicio del combate, o sentiré que he abusado de mi suerte —se rio este.

Otra vez, lo estaban menospreciando, aunque, después de ver cómo luchaban los trols salvajes, no le extrañaba que no lo estimase como un rival a su altura. Ambos se colocaron en el borde interior del círculo de la arena y luego se prepararon. Marco convirtió sus brazos en los brazos monstruosos, y Strok se colocó a cuatro patas, entornó la mirada de sus cuatro ojos y erizó el pelo de su espalda.

— Comiencen —gritó el árbitro.

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Últimamente estoy teniendo bastantes cosas de las que ocuparme, pero seguiré trayendo estos capítulos, todavía soy capaz de organizarme en mayor o menor medida. En cualquier caso, espero que sigan disfrutando de la historia.

Sí te gustó el capítulo deja un like, o mejor aún, escribe un comentario, el que sea, sin importar que estés leyendo esto después de uno o dos años de su publicación, siempre me alegra leer los comentarios de mis lectores.

Gracias por el apoyo, y nos vemos en la próxima ocasión.

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