Capítulo 16: Star en problemas
A veces sufrimos cambios que no entendemos, y nos asusta. Pero está bien, porque son parte de nosotros, y aceptarlos nos ayuda a sentirnos bien con ellos y vivir nuestra vida.
— Anónimo
Tom se hallaba sentado en un banquillo delante de la cama de Star. La muchacha estaba encadenada a su cama. Aparentemente parecía estar dormida, pero su cuerpo levitaba mientras emitía un brillo amarillo. Tenía los ojos abiertos, y parecían dos linternas debido a la luz que producían, pero el resto de su cuerpo seguía igual que antes, y ella no había dicho o hecho nada desde que comenzó a levitar sobre el colchón.
Tom se puso de pie, con expresión decaída, y acarició el brazo de la chica.
— ¿Qué te ocurre, Star?
Un par de golpes en la puerta llamaron la atención del demonio. Este se acercó y la abrió.
— Buenas —dijo Marco en voz baja. Tom lo dejó pasar y luego cerró la puerta—. Lamento la demora. ¿Cuál es la situación?
El demonio no dijo nada, solo señaló a la chica con la mano. Al verla, Marco abrió los ojos de sobremanera.
— Madre del amor hermoso —dijo, acercándose a la chica. Reparó en que esta estaba levitando. Y por curiosidad pasó la mano tanto por encima como por debajo de ella para comprobar que no hubiese hilos o algo por el estilo—. Es como si estuviese poseída.
— No, así no son las posesiones. Las posesiones son más simples, y menos espeluznantes, a menos claro, que el propio espíritu intente parecer espeluznante. Sea como sea, este no es el caso. Créeme, sé de lo que hablo.
— De acuerdo —dijo Marco, un tanto dudoso por la respuesta natural de su amigo—. ¿Hace cuánto que está así?
— Comenzó poco después de volver de la fiesta. Como ella estaba dormida la dejé en la cama y me quedé vigilándola. Al rato comenzó a levitar, así que tuve que encadenarla para que no se despegase de la cama —explicó—. No sabes lo que costó bajarla del techo.
— Bien hecho. ¿Presentó algún cambio más aparte de lo que vemos?
— No. Desde que comenzó a levitar no ha hecho otra cosa que flotar sobre el colchón y parecer un coche con las luces encendidas.
— Entiendo. —Marco frunció el ceño y se quedó pensando—. ¿Alguna idea de lo que pueda ser?
— Ninguna. ¿Tú?
— Hmmm. Esto es algo similar a lo que le ocurrió una vez a Star, cuando sufrió la mewbertad. En ese entonces casi secuestra a todos los chicos de la escuela transformada en una mariposa monstruo. Pero al final volvió a la normalidad. Y la última vez que la vi de esta forma fue cuando se transformó en Butterfly para acabar con Toffee. Pero no he vuelto a saber nada acerca de ello.
— ¿Crees que podamos preguntarle algo a Eclipsa sobre el tema?
— No. No creo. Ella bebió un poco en la fiesta y se puso ebria.
— ¿Ebria? ¿Acaso tomó una bebida alcohólica sin que nadie le dijese nada?
— La bebida estaba al alcance de cualquiera, y por lo poco que probé no parecía muy fuerte. El problema es que ella se tomó cinco copas, y acabó más mareada que un motociclista en una esfera de hierro. Si le preguntamos algo, dudo que nos pueda ofrecer una respuesta en la que podamos confiar. Lo siento.
Tom se fue al banquillo y se sentó, apoyando el rostro entre las manos, y soltó un pesado suspiro. Se quedó mirando a la cama de la chica, pensando en qué hacer para ayudarla.
Marco no pudo evitar sentir pena por su amigo. Este le había dado su consejo la noche de la fiesta monstruosa, y ahora se le presentaba a él la oportunidad de devolverle el favor. Se aproximó a Tom y le colocó una mano en el hombro.
— Eh, tranquilo. Seguro que encontramos una forma de arreglarlo —Tom se volteó a mirarlo, su rostro mostraba signos de tristeza y apatía, pero su gesto se suavizó al escuchar sus palabras—. Además, si no recuerdo mal, creo que Star dijo algo de que tenía que acostumbrarse a su nueva forma o algo así. Que fue lo que Eclipsa le había dicho. Quizá solo tenemos qué esperar y ver qué pasa.
Tom volvió a mirar a Star, hizo un respiro rápido y se rascó el tabique con el dedo.
— Tal vez tengas razón. Pero no sé con seguridad que eso sea así.
— Tal vez, pero eso no significa que no pueda quedarme toda la noche contigo y ver lo que ocurre.
Sus palabras conmovieron a Tom, quien le sonrió.
— Gracias, viejo.
— Para eso están los amigos —dijo el castaño, devolviéndole la sonrisa—. Cuesta creer que tiempo atrás tú y yo nos llevábamos como los perros y los gatos.
— Bueno. Tiempo atrás yo estaba obsesionado con Star, y no te conocía lo suficiente como para saber que eras alguien con quien compartía gustos y aficiones.
— Je, je. Sí. Yo de haber sabido que te gustaba tanto Love Sentence y las películas de Mackie Hand le habría dado un bofetón a mi yo del pasado y le habría dicho que comenzar a hablarte.
— Ja, ja. Bueno, para eso necesitarías un delorean que pudiese llegar a las ochenta y ocho millas por hora.
Al escuchar el comentario de Tom, Marco se quedó pensativo por un momento.
— Espera, ¿eso que acabó de oír es una alegoría a la saga de películas de volver al futuro?
— ¿Acaso hay otra saga de películas de viajes en el tiempo con un delorean? —dijo Tom, enarcando una ceja.
— Viejo —dijo Marco, mostrando una radiante sonrisa—, esa es una de mis sagas favoritas.
— La mía también —aseguró Tom.
Al darse cuenta de otra cosa más que ambos tenían en común, Marco recordó algo
— Oh, espérame aquí, tengo algo que mostrarte —dijo, emocionado, y se fue por un momento de la habitación.
Al cabo de unos minutos el chico volvió con algo entre sus manos.
— ¿Qué es eso? —preguntó Tom.
— Míralo tú mismo —le extendió aquello que tenía ante sus manos.
El demonio lo tomó y lo miró con detenimiento. Abrió los ojos en grande cuando vio que se trataba de una réplica de la matrícula del delorean.
— ¿Dónde conseguiste esto?
— Tiempo atrás hubo una convención de cómics y películas en un recinto enorme que se utiliza para realizar eventos. Allí había un puesto en donde vendían unas cuantas de estas maravillas.
— Es preciosa. Y la numeración es la misma que la original.
— Sí, me aseguré de ello.
Entonces, Tom pareció caer en algo al estar sosteniendo la matrícula entre sus manos.
— Espera, ahora me toca a mí enseñarte algo.
Tom le devolvió la matricula al humano, y luego se fue, desapareciendo en un torrente de llamas. Al cabo de un rato, volvió con algo rosa debajo de la axila.
— ¿Qué es eso? —señaló Marco al objeto que traía el chico demonio.
Cómo respuesta, Tom dejó caer el objeto. Este quedó suspendido sobre el suelo. Parecía una patineta. Luego se subió a esta, y la patineta siguió levitando.
El humano suspiró con un sonido de sorpresa ahogado en la garganta.
— ¿Ese es el patinete volador que salió en la película? —dijo, casi sin llegar a creérselo.
— El mismo —dijo Tom, orgulloso.
— Eso no se consigue en las convenciones.
— Ja, ja. No. Este lo conseguí después de hacer algún que otro viaje dimensional. Ya sabes, el inframundo trabaja en muchos sitios.
— Es preciosa.
— Gracias —dijo Tom. Este pareció fijarse en el brillo de admiración en los ojos de Marco al ver la patineta—. ¿Quieres probarla?
— ¿Puedo?
— Claro.
Tom se bajó de la patineta y se la cedió a Marco. Este la miró un momento y luego intentó subirse. Cuando su pie se apoyó en la base de la patineta se percató de que era muy distinto a cuando se había subido a la patineta de Jackie. No resultaba sencillo mantener el equilibrio, pero, después de varios intentos, lo consiguió.
Se movió por toda la habitación usando la patineta, y llegó a acostumbrarse a ella antes de lo que habría esperado.
— Bien, parece que ya lo tienes —comentó Tom.
— ¿Esta cosa se puede mantener en el aire?
La pregunta llegó a resultarle un tanto extraña al demonio.
— No, pero puede planear bastante bien. ¿Por qué lo preguntas?
— Creo que podríamos recrear una escena memorable.
Tom enarcó una ceja, intrigado.
— ¿Qué tienes en mente?
— Podríamos poner un tablón que nos haga de rampa en la ventana, impulsarnos hacia ellas usando tus llamas, que estas dejen dos líneas llameantes en el suelo y que la matrícula de un par de vueltas en el suelo, como si fuese una moneda. Y todo eso mientras reproduzco el tema de volver al futuro en mi celular —dijo, mostrando su teléfono al demonio.
La propuesta resultaba curiosa a la vez que emocionante. Tom se había quedado con los ojos abiertos, reflexionando acerca de la propuesta que acababan de darle.
— Hay muchas cosas en esa propuesta que podrían salir mal —comentó—. Hagámoslo.
Los chicos decidieron utilizar una de las puertas de los armarios de Star como rampa para saltar por la ventana. También se ataron una cuerda a la cintura y el otro extremo lo ataron a las cadenas de Star, ya que estas eran la cosa más resistente en toda la habitación. Ahora, ambos estaban parados sobre el patinete, Marco adelante y Tom en la parte de atrás. Se había colocado de espaldas a Marco, así podría utilizar su fuego como impulso. Con su cola se aferró a la cintura del chico, y con una mano sostuvo la placa.
— Muy bien —dijo Marco—. Cuando te lo indique impúlsanos. Solo necesito encontrar el tema musical.
— De acuerdo.
Mientras Tom esperaba que Marco encontrase el tema, volteó un momento para ver a Star. Al hacerlo, comprobó con horror como ella se había transformado en butterfly aun estando atada. Esta comenzó a usar sus rayos mágicos para liberarse de sus cadenas.
— Eh, Marco —dijo, nervioso.
— Sí, tranquilo, creo que ya casi la tengo.
El humano no se había percatado de lo que estaba ocurriendo.
Star consiguió cortar tres de las cuatro cadenas, y ya sólo le quedaba una.
— Marco —insistió Tom.
— Sí, ya casi.
Star consiguió cortar la última cadena y se dirigió había la ventana.
— ¡Marco! —dijo, espantado.
— ¡La encontré! —celebró el humano.
Las cadenas que la chica había roto aún colgaban de los brazos y piernas de la chica. Mas eso no parecía molestarle. Y en una de esas cadenas estaba atada la cuerda de los chicos. La rubia salió volando a toda velocidad por la ventana y se llevó a los chicos con ella. Justo en ese momento Marco reprodujo el tema del que había hablado antes de ser arrastrado. Y a Tom se le escaparon un par de llamas que quedaron marcadas en el suelo, junto con la matrícula la cual se había quedado girando.
Los muchachos fueron arrastrados a través de la ventana. Antes de que pudiera darse cuenta de lo que ocurría los dos ya se encontraban suspendidos en el aire, siendo arrastrados por Star. Ambos se abrazaron mientras Star los arrastraba consigo. Esta daba giros bruscos en el aire, y hacía que los muchachos casi se chocasen con las torres. Marco tuvo que maniobrar encima de la patineta para que la suspensión gravitatoria amortiguase el impacto contra las paredes y los tejados.
Los dos estaban cagados de miedo. Marco, por instinto se había aferrado a la cuerda con todas sus fuerzas, pese a estar atados a ella.
— Hay que llegar hasta ella —señaló Tom, alzando la voz para hacerse oír debido al ruido del viento por ir tan rápido.
Marco apretaba los dientes para no soltarse mientras que intentaba pensar en cómo haría lo que su amigo le estaba pidiendo y, a la vez, no perder de vista lo que tenía delante, o acabaría por estamparse con una torre.
— B-bien. Creo que lo tengo
Tragó saliva mientras que una gota de sudor frío le recorrió la sien. Respiró hondo y luego transformó sus brazos en los brazos monstruosos. Estos tenían más fuerza que sus brazos normales, y las ventosas le ayudarían a aferrarse mejor a la cuerda. Eso sin mencionar la capacidad que tenían para estirarse.
— ¿Dónde los conseguiste? —preguntó Tom.
— Es una larga historia —respondió Marco, gritando—. Y creo que no es el mejor momento para hablar del tema.
Comenzó a tirar de la cuerda para acercarse cada vez más y más a Star. Pero los giros no cesaban, para colmo, a estos se le habían sumado piruetas. ¿Qué estaba haciendo Star? ¿Acaso estaba soñando que volaba un cohete o un aeroplano?
Para evitar colisiones con mayor facilidad, Tom creaba pequeñas explosiones ígneas con las manos, sirviéndoles de impulso. Ya casi estaban a punto de llegar a Star, pero Marco se percató de algo al ver la cuerda, que estaba a punto de soltarse de la cadena.
— Oh, oh.
— ¿Qué? ¿Qué ocurre? —se alarmó Tom.
— Sujétate, vamos a experimentar algo de turbulencia.
La cuerda se soltó y Marco estiró el brazo derecho tanto como pudo para alcanzar la cadena, pero solo fue capaz de tocar un eslabón, el cual se escapó de su alcance.
— ¡No!
Star, al no estar cargando con el peso de los chicos, aumentó su velocidad de vuelo, y se alejó aún más de Tom y Marco.
El humano maldijo para sus adentros al no haber sido capaz de evitar que su amiga se escapase de ellos. Algo le rodeó la cintura: la cola de Tom.
— Pero ¿qué?
— Ahora te toca a ti sujetarte —gritó el demonio.
Un torrente de llamas expulsadas de las manos de Tom impulsó a los chicos a su objetivo. Marco volvió a verlos a ambos cerca de Star. Podía alcanzarla. No, tenía que hacerlo. Dejó que Tom se acercase un poco más, pero Star giró bruscamente.
— No, no te escaparás —gritó Marco, estirando su brazo derecho tanto como pudo.
Los tres dedos llenos de ventosas se cerraron sobre el frio metal de la cadena y se aferraron a esta como si no hubiese otra oportunidad de hacerlo.
— ¡Lo conseguí! —celebró Marco, sonriendo por la pequeña victoria.
Star sintió el tirón que le produjo volver a cargar con dos cuerpos más. Bajó la mirada hacia los chicos y estos le devolvieron el gesto. Ella no realizó ninguna expresión: su rostro estaba impávido y sus ojos eran como dos linternas. Volvió la mirada hacia adelante y aceleró, con la intención de librarse del peso extra.
Ambos muchachos gritaron, desesperados. Star torció vuelo en dirección a la ventana de la torre de Eclipsa. Esta iba recta, y no parecía tener intención de cambiar de dirección.
Los chicos se encogieron tanto como pudieron para evitar chocar contra el marco de la ventana, y cerraron los ojos, a la espera de recibir algún de impacto con la estructura.
Star atravesó la ventana, y parecía que iba a chocar contra la pared. En el último instante abrió un portal con una de sus manos y ella y los chicos desaparecieron de la habitación. El portal se cerró justo después de que todos lo atravesaran.
Eclipsa, que todavía permanecía en la cama, arrugó un poco la cara al notar aquel estruendo de antes, y se giró sobre el colchón, volviendo a conciliar el sueño.
Hacía un pequeño rato que Marco había notado un cambio en el ambiente. Sentía algo más de calor, y todo parecía estar más iluminado. ¿Dónde estaban?
Abrió los ojos y se vio a sí mismo y a Tom pasando por unas enormes llanuras. El césped era largo, y este se apartaba en el momento que la suspensión gravitatoria de la patineta pasaba por encima. Una suave y agradable brisa acompañaba la escena, pero tanto él como el demonio eran incapaces de percibirla debido al viento que sentían por la velocidad a la que eran arrastrados.
Tom también abrió los ojos.
— Wow, ¿dónde estamos? —dijo este.
— No lo sé. Y tampoco sé cómo hemos llegado hasta aquí.
— Mira —gritó Tom, apuntando a Star.
El castaño volteó a ver, y se fijó en que la chica estaba abriendo un portal con sus manos. Todos lo atravesaron y aparecieron en el medio de un bosque oscuro y peligroso.
— Puede hacer portales. Por el amor a la magia, puede hacer portales —exclamó Tom—. Marco, tienes tus tijeras dimensionales encima por si algo llega a ocurrir, ¿no? —el humano no dijo nada—. ¿Marco?
Marco tenía el rostro pálido, los ojos bien abiertos y se estaba mordiendo los labios. Recordó en ese instante que, como solo iba a ir a la habitación de Star y se quedaría allí con Tom, dejó las tijeras encima del escritorio, junto a su espada.
— Digamos que lo mejor que podemos hacer ahora mismo es no perder a Star de vista —dijo el humano, nervioso.
Se fueron abriendo portales tras portales, y todos y cada uno de ellos los llevaba a sitios distintos en los que alguno de los chicos ya había estado alguna vez: la reserva natural de geiseres, la playa de lava, el campo de futbol del colegio, el patio de la casa de Tom...
— ¿A dónde quiere llevarnos? —quiso saber Marco.
— No lo sé —respondió Tom—. ¿Crees que habría alguna forma de detenerla?
Marco guardó silencio por un momento, y miró a la chica.
— No lo sé.
Star abrió otro portal, y los jóvenes se prepararon para ver cuál sería el siguiente destino al que irían. Entraron en el portal, seguido de un destello amarillo y brillante, y cuando salieron, un enorme paisaje sin fin se abría ante ellos. Cielos rosas y nubes púrpuras adornando el paisaje. Islas de cristales, montañas del mismo material, y cristales flotantes por todas partes. Todo eso inundado en un mar amarillo formado por cascadas que caían de todas partes: de las montañas, de los cristales flotantes, incluso de las nubes. Todo en aquel entorno estaba lleno de brillos y se podía sentir la magia en el ambiente.
— ¿Qué es este lugar? —dijo Marco.
— No lo sé, pero hay magia por todas partes. Se siente como el tipo de magia que usa Star. ¿Acaso es de aquí de dónde proviene la magia que ella utiliza?
Ahora que Tom lo mencionaba Marco se percató de la sensación de la magia en el ambiente. Se sentía natural, ligera y cálida. Quizá sí era el sitio de donde provenía la magia de Star. Al pensar que eso era así, no pudo evitar sentir algo de envidia por ella. No sabía si existía algún reino o alguna dimensión que correspondiera a la magia oscura, pero, desde luego, cuando aprendió a acceder a esta, el sentimiento era de lejos muy diferente al del lugar en el que estaba ahora.
— Supongo que es el precio por utilizar la magia más poderosa —se dijo a sí mismo, un tanto melancólico.
— ¿Qué es eso?
— ¿Eh? ¿Qué? —se alarmó un momento por haber hablado sin pensar—. No, nada. No es nada.
— Me refiero a eso, Marco —señaló el demonio a una parte burbujeante que se hallaba más adelante, y a la cual ellos se dirigían.
Marco se quedó intrigado, pero no sabía qué era eso. Cuando pasaron por encima, un torrente de agua salió disparado hacia arriba y los envió a los cielos. Los muchachos se vieron a más de cincuenta metros del suelo. Por si eso no fuera poco, Marco se había soltado de la cadena, y Star se estaba alejando.
Marco frunció el ceño. Intentó recobrar la compostura en la patineta voladora y luego comenzó a descender apuntando hacia donde iba Star. Pero una montaña de agua se alzó frente a ellos, y estos se vieron obligados a torcer el rumbo de caída, y aterrizar de forma brusca en el agua. Para sorpresa de ambos, era marea baja, ya que el agua no les cubría mucho más allá de los tobillos.
Rápido, ambos intentaron reponerse y volver a perseguir a Star, pero la enorme marea de agua que se había alzado había tomado forma. Ahora, un enorme unicornio formado por continuas mareas de agua amarilla se alzaba frente a ellos.
— ¿Pero qué rayos es eso? —dijo Marco, señalando a la criatura.
— No lo sé —respondió Tom—. Pero está en nuestro camino —pronunció, frunciendo el ceño.
Los ojos de Tom se tornaron rojos y su brazo derecho se rodeó de una creciente llamarada que lanzó al unicornio. Cuando impactó contra él, esta estalló y levantó una gran nube de vapor.
— Lo conseguiste —celebró Marco.
La nube de vapor comenzó a disiparse. La figura tenía gran parte del lado derecho destruida. Pero el agua reconstruyó su forma.
— No es suficiente —se quejó el demonio.
El unicornio rugió y apuntó a ambos chicos con su cuerno. Un enorme torrente de agua a presión salió disparado de él, y los chicos tuvieron que moverse para esquivarlo. Los dos se separaron, y el unicornio continuó atacando a Tom. Este no pudo hacer otra cosa más que esquivar, pues no le dejaba tiempo suficiente como para preparar otro ataque.
Marco observaba impotente como su amigo estaba siendo hostigado de forma continua por el enemigo. Quería ayudarlo, pero no tenía nada con qué atacar a la figura de agua. Sus habilidades mágicas no servirían de nada contra un enemigo así. Y lo peor es que estaban perdiendo mucho tiempo allí mientras Star se alejaba. Tenía que hacer algo rápido.
Pese a estar siendo atacados, seguían saliendo torrentes de agua del suelo, y eso le dio una idea al humano.
— Tom —gritó este para llamar la atención del demonio—. Corre hacia allí —señaló a un terreno lleno de burbujas.
Tom no dijo nada, solo asintió antes de esquivar el siguiente ataque. Corrió tanto como pudo hacia el lugar que le indicó Marco. Este también lo hizo.
El humano estiró uno de sus brazos monstruosos a un cristal, y otro lo estiró hacia Tom. Cuando el torrente del suelo salió disparado, Marco tomó a Tom del torso y lo atrajo sin que el unicornio lo notara. La figura de agua lanzó su siguiente ataque en la parte final del pilar de agua que se había levantado, y cuando acabó, no vio nada.
Marco se hallaba pegado a un conjunto de cristales que salían del suelo y que servían de refugio para él y para Tom. Le estaba cubriendo la boca para que no hiciese ruido. Y ambos miraron de reojo solo para centrar el oído en la dirección en la que se encontraba la figura.
— No podemos luchar contra esa cosa, solo nos hará perder el tiempo —susurró Marco—. Necesitamos escondernos y movernos sin que nos vea para encontrar a Star lo antes posible. Si no lo hacemos, no podremos salir de este sitio.
Había una voz. Una voz que la estaba llamando entre esas visiones llenas de brillos y colores. Resultaba familiar, pese a que no sabía a quién pertenecía. ¿Quién? ¿De quién se trataba?
Todo el color y el brillo que inundaba el paisaje fueron desapareciendo y la visión se le fue aclarando. Estaba recostada en el suelo, y este estaba mojado. Miraba al cielo, uno muy distinto al de Mewni.
Un momento, ¿no se suponía que hasta hace un momento estaba en la cama?
Star se levantó de golpe y comenzó a mirar a todas partes. Se encontraba en un lugar distinto a todo lo que había visto antes: cascadas amarillas, cristales por todas partes, un cielo rosa. Le resultaba familiar, pero no sabía dónde era, solo sabía que no era Mewni.
— ¿Qué es este sitio? —se dijo a sí misma.
Algo que descansaba entre sus muslos le llamó la atención. Miró a su regazo, y en este estaba recostado un bebé unicornio, el cual dio un pequeño bostezo al sentir el estremecimiento en el cuerpo de la joven. Luego, clavó su mirada inocente en la rubia.
— Awww, pero mira qué cosita más linda —dijo ella, llevando sus manos al animal y acurrucándolo entre sus brazos, como si fuera un bebé—. ¿Qué haces tú aquí?
Es un hijo de la magia, como muchos otros que caminan por estas aguas. Así como yo soy tu hija, y tú la madre que pertenece a este lugar.
Esa voz. Esa era la voz que la había estado llamando. Pero era peculiar, no podía escucharla, al menos no con sus oídos. Era como si la voz no proviniese de ningún lado, como si estuviese en su cabeza.
Detrás de ti.
Star se giró y vio ante ella a un unicornio adulto, el cual se alzaba majestuosamente sobre las aguas. Sorprendida, la chica abrió la boca y se quedó maravillada.
— Oh. Me suenas, me suenas mucho. Como si te hubiese visto en algún sitio.
Como he dicho, yo soy tu hija.
— Que raro, no recuerdo haber sido madre. Tampoco recuerdo haber hecho funcionar la máquina de bebés... —mientras estuvo hablando, le vinieron a su mente los recuerdos de aquello que sucedió cuando Toffee la consumió. Aquel pequeño unicornio que creció entre sus manos en aquel mar de corrupción hecho con la propia esencia de Toffee—. Oh, ahora recuerdo —colocó sus manos en el rostro del animal—, yo te hice —comenzó a examinar a este, incluso miró sus dientes—. Te hice bien —sonrió, sintiéndose orgullosa de sí misma.
Lo sé, madre, y es por eso que yo velo por ti y por tu poder.
— Me gusta tu actitud —sentenció, colocando las manos en la cadera—. Por cierto, ¿qué hago aquí? —volvió a mirar a su alrededor—. ¿Y dónde es aquí?
Estas en las aguas de la pureza, el mar de la sabiduría, el reino de la magia. Tú magia. Te he estado llamando porque tu cuerpo presenta cambios que no eras capaz de comprender ni afrontar. Es por eso que he usado mi voz para guiarte hacia aquí, a este reino, el lugar en donde has podido hacerte con tu transformación, y dominarla.
— ¿En serio? —dijo Star, asombrada.
Intentó acceder al estado Butterfly. Y, para su sorpresa, solo con desearlo este se llevó a cabo. Lo hizo varias veces para estar segura, y vio con aún más asombro que ahora le resultaba tan fácil como encender y apagar una bombilla.
— Gracias, gracias, gracias —le dijo al unicornio, dándole un abrazo en su forma normal.
No hay nada que agradecer. He podido hacer que tu crecimiento fuese natural, y así lo he hecho.
— No sabes lo mucho que me has ayudado. Tengo que ir a casa y contarle esto a Tom y Marco, que seguro estarán preocupados por mí.
¿Irte? ¿Por qué habrías de hacerlo?
— Porque allí está mi casa, es allí en dónde está mi familia y mis amigos. Ellos estarán preocupados por mí.
Star, este es tu hogar. Tú perteneces aquí, este es tu verdadero reino. Aquí tienes todo lo que necesitas. El lugar crece con la magia y tú creces con ella. Es un ciclo contino en donde el usuario y el lugar se nutres y se complementan. Es de aquí de dónde proviene tu poder.
— Pero...
Star, quédate.
No sabía por qué, pero las palabras del unicornio estaban empezando a convencerla. Sentía su cuerpo bastante relajado. El agua en sus pies le acariciaba la piel y se sentía agradable. Su mente estaba difusa, como si estuviese siendo mecida por las aguas de un mar tranquilo y calmado. Resultaba bonito y placentero.
— Sí. Podría quedarme —balbuceó—. Seguro que mis amigos están bien y tranquilos. No necesito volver...
— Star —se oyó a lo lejos, pronunciado por dos chicos.
— Sí, así solían llamarme.
— Star.
— Es como un eco en mi cabeza.
— ¡Star! —gritaron los dos con fuerza.
La chica sacudió la cabeza y volvió en sí.
— ¿Chicos? —dijo, confundida.
Comenzó a mirar a todas partes, y allí los vio. Ambos estaban montados en una especie de patineta que iba sobre el agua, y Tom los propulsaba usando sus llamas. Detrás de ellos los seguía un unicornio gigante de agua.
Marco sacó su celular y presionó la pantalla, y una música de aventura comenzó a sonar.
— Star —gritó el chico—, toma mi mano.
Estos se estaban acercando a la chica, y esta no sabía qué estaba pasando, solo sabía que esos dos estaban metidos en un lio.
Star miró al unicornio a su lado, luego miró a sus amigos, los cuales estaban haciendo lo posible por tomarla y salir corriendo de allí. No pudo pensarlo demasiado, se separó del animal y estiró la mano para que Marco la tomara. El chico se aferró a ella, tomándola de la cintura con su enorme mano monstruosa.
— Chicos, ¿qué está ocurriendo?
— No hay tiempo para eso —se quejó Tom—, tenemos grandes problemas —dijo, señalando al unicornio con la nariz.
— Ya lo veo —dijo Star.
— Necesitamos que abras un portal con tus poderes y nos lleves a casa —dijo Marco, nervioso por la proximidad de la criatura de agua.
— ¿Un portal? ¿Puedo abrir portales?
— Sí, sí puedes. Y necesitamos que lo hagas ya. ¿Puedes hacerlo? —la miró a los ojos, entre nervioso y preocupado.
Star pudo ver que el chico estaba exaltado, Tom también lo estaba. Le dedicó una última mirada al unicornio que la había llamado, y luego se transformó allí mismo y abrió un portal que los sacó de allí.
Aparecieron en el aire, varios metros delante de la ventana que daba a la habitación de Star. Todos se sujetaron como pudieron y entraron sin llevarse ningún golpe en el proceso. Pero el aterrizaje fue forzoso, y acabaron esparcidos por la habitación de la chica. Esta estaba tirada en la cama, mientras que Marco y Tom estaban recostados en la pared de forma poco natural.
— Chicos —dijo Star, acercándose a ambos, preocupada—. ¿Están bien?
— Eso creo —dijo Tom.
— ¿Marco?
El humano no dijo nada, solo levantó un dedo pulgar. Sus brazos ya habían vuelto a la normalidad.
Star suspiró, sintiéndose algo más aliviada.
— ¿Qué fue lo que ocurrió?
— Te transformaste en Butterfly y nosotros te seguimos para ver que no te pasara nada malo. Comenzaste a abrir portales a lo loco, llegamos hasta aquel lugar desconocido, casi nos mata una entidad de la que no teníamos conocimiento alguno y de alguna forma logramos escapar —explicó Tom—. ¿Y tú cómo estás?, ¿ya te sientes mejor?
— ¿Yo? Sí —dijo, mostrando que ahora se podía transformar a voluntad sin ningún tipo de problemas.
— Genial, todo el esfuerzo ha valido la pena —suspiró Tom.
— Chicos, hicieron mucho por mí —dijo Star, abrazando a ambos—. Son los mejores.
— Cuando quieras, cariño —dijo Tom, abrazando a la chica también.
— Somos amigos después de todo —dijo Marco—. Pero ahora me gustaría dormir un poco —y soltó un enorme bostezo.
El humano tomó un cojín que había volado cuando entraron y que tenía cerca, y se acostó encima de este. Star se rio y Tom hizo lo mismo. El sol estaba a punto de salir, pero los tres estaban agotados por todo lo ocurrido, así que se permitieron dormir después de aquella noche tan larga.
Algo lo estaba sacudiendo.
— Marco —le decía una voz—. Marco, despierta.
El muchacho se quejó por tener que levantarse del suelo. Le dolía un poco el cuerpo al haber dormido en un sitio tan duro, pero hizo lo posible por abrir los ojos.
— ¿Qué ocurre, Star...? —cuando su mirada se aclaró lo suficiente, vio que la chica estaba junto a él, llorando.
— Es Eclipsa. Han llevado a cabo su juicio mientras dormíamos. Ahora está encerrada en una celda, dijeron que mañana la ejecutarán.
La noticia despertó de golpe al chico y aquello le sentó como un fuerte puñetazo en el estómago. Sin decir nada se levantó de golpe y salió por la puerta de la habitación de la chica.
— Marco, espera. ¿A dónde vas? —asomó la cabeza por la puerta—. ¡Marco!
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Comentarios del escritor:
Marco y Tom se hallaban compartiendo comentarios acerca de volver al futuro, mientras cuidaban de Star.
— ¿Sabes qué sería genial? —dijo Marco.
— ¿Qué?
— Que pudiésemos ir al futuro y ver cómo es el mundo allí. Cómo seremos nosotros, cómo serán nuestros hijos, si es que los tenemos.
— Sí, sería genial —concordó Tom—. Oye, tengo una idea —Marco se giró al chico para prestarle atención—. De aquí en adelante, si algún día alguno de nosotros tiene la oportunidad de viajar en el tiempo, entonces tendrá que venir a recogernos a nosotros de este presente para llevarnos a conocer el futuro.
— Eso suena bastante loco —se rio Marco.
— Lo sé, pero me gusta pensar que el día de mañana cosas como estas podrían ocurrir. ¿Estás de acuerdo conmigo? —dijo Tom, extendiendo la mano.
Marco sonrió.
— Estoy de acuerdo —dijo, estrechando la mano de Tom, sellando así su palabra.
Un sonido estruendoso provino de fuera, y unos destellos llamaron la atención de los chicos, quienes se asomaron por la ventana. Debajo, en el patio del castillo, había un delorean con las luces encendidas. Ambos muchachos se miraron el uno al otro, incrédulos, y bajaron tan rápido como pudieron.
Cuando llegaron se quedaron paralizados ante lo que tenían delante. No sabía si acercarse más o esperar, pero no tuvieron la oportunidad de hacer nada, porque la puerta del coche se abrió hacia arriba. De dentro salió un hombre de piel morena y cabello castaño. Este rondaría los treinta y tantos años de edad.
— ¿Marco? —preguntó Tom, boquiabierto.
— ¿Yo? —dijo Marco, igual de sorprendido que su amigo.
— Así es, soy Marco del futuro, y vengo a llevarlos de viaje conmigo para enseñarles el futuro, y de paso prevenirles para que no ocurra lo mismo que nos pasó a nosotros.
— ¿Qué ocurrió? —preguntó el Marco joven.
— Star, en un movimiento estúpido, destruyó toda la magia, nuestras dimensiones se fusionaron y la tierra fue forzada a convivir con las especies que vivían en Mewni.
— Oh, vaya.
— Sí, y eso no es lo peor. Por culpa de esa mierda, ahora todos los creadores de fanfics se sienten incómodos al intentar continuar con una historia donde la magia sigue existiendo, porque el daño que le hicieron a sus corazones y esperanzas fue tal que no se sienten capaces de reparar lo que Daron Nefcy destruyó.
— Eso es horrible —admitió Marco.
— Lo sé. Ahora síganme, tenemos un final que cambiar y un montón de fanfics que rescatar.
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Creo que lo que hice se llama cliffhanger... mentira, no lo creo, LO SÉ. Y es un truco muy sucio, pero qué puedo decir, soy un tanto (100%) diabolico. Y me gusta torturar a mis lectores.
A todo esto, quien esté mirando el resto de mis historias sabrá que la semana pasada decidí hacer un paro en la otra historia que estaba haciendo a la par con esta. En consecuencia, Marclipsa saldrá cada semana, y no cada dos semanas. Solo lo comento para que la gente no se sorprenda.
Con eso dicho, solo quiero añadir que me terminé el manga de Kimetsu no Yaiba (demon slayer). *existencial void intensifies*
Sí te gustó el capítulo deja un like, o mejor aún, escribe un comentario, el que sea, sin importar que estés leyendo esto después de uno o dos años de su publicación, siempre me alegra leer los comentarios de mis lectores.
Gracias por el apoyo, y nos vemos en la próxima ocasión.
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