Marcela

—Hola, ¿me podría decir en cuánto tiempo estaría saliendo el paciente que entro con la enfermera hace unas horas? él Dr. Williams es quién lo atiende. —le pregunto a una de las enfermeras que va por el pasillo después de pasadas unas dos horas y aún nadie me dice nada.

—No, pero alguien saldrá y hablará con usted si es familiar. —contesta la enfermera y se aleja.

Tomo asiento y recuerdo que aún tengo el teléfono de Víctor conmigo, busco en los contactos y no encuentro ninguno guardado como madre, padre o hermanos, me siento confundida y llamo a los números que hay con llamadas registradas.

Solo tres, solo tres contactos.

—¿Eres Marcela?-un señor vestido de blanco y pelo rubio se acerca preguntándome.

Reconozco su voz.

—Si, usted es el doctor William, ¿Como se encuentra Victor?

—Sígueme por favor.

Camine detrás de él pensando en los únicos tres números que hay registrados en su teléfono y que el hecho de seguir extraño se me estaba haciendo una costumbre. Veo una puerta abrirse y a él acostado sobre una cama con algunos aparatos pegados a él.

—Puedes pasar—me deja saber el doctor.

—Si que eres problemático ¿eh? —comento acercándome cuidadosamente y tomando su mano.

—Los  dejaré solos unos minutos. — replica el doctor cerrando la puerta.

—Llamé a todos tus contactos, pero no pude comunicarme con nadie.

—No te preocupes por eso, lamento haberte hecho perder el tiempo, si quieres ya te puedes ir.

Sus palabras me hacen querer golpearlo, he estado todo este tiempo esperando alguna respuesta sobre el a pesar de querer haber salido corriendo de este lugar.

—Si vuelves a decir algo así, te golpearé a pesar de que estés enfermo.

—Sabes, hace un tiempo había decidido irme sin arrastrar a nadie conmigo, pero tuviste que entrometerte tú. Tu con tus ojos llenos de curiosidad, con tus ganas de tener respuestas. tú siendo tú. Y yo que ya no quería hacer más preguntas ahora necesito verte vivir las respuesta. —me dice viéndome a los ojos, apretando mi mano y regalándome una sonrisa, veo su mirada brillar mientras la anestesia empezaba a dejarlo dormido —¿Sería una molestia pedirte esperarme solo unas horas más?

Me pregunta sin dejar desaparecer la sonrisa de su rostro.

—Mientras sean sólo unas horas. —le doy una sonrisa de vuelta-además aún me debes una cena.

Le doy un beso en la frente y salgo de la habitación al verlo por fin dormirse. Al salir veo como dos enfermeras entran junto al doctor.

La puerto se cerro.

Mientras pasaban las horas que parecieron ser una eternidad decido acercarme a una ventana y veo a la gente correr por la lluvia que empieza a caer con fuerza. Al devolver mi mirada al pasillo tras escuchar el grito de una niña veo a una elegante señora de abrigo blanco pasar, lo me hizo pensar en el vestido rojo que llevaba y llamaba la atención de todos a mis alrededores, además del frio del hospital.

Caminaba por los pasillos de emergencia buscando distraer mi cabeza de los pensamientos negativos, vi cómo llegaban a un señor al cual parecía haberle la dado un infarto y de su lado la que parecía ser su hija que se encontraba gritando y lamentaba la partida de su padre pero aún los médicos parecían no darse por vencidos con él, y de pronto por fin llego la idea clara y completa a mi mente.

Ross.