Victor

La fuerza regresaba a mi cuerpo. Me preocupaba el hecho de que sabía que los episodios de mi enfermedad serían cada vez más fuertes, no quería que Marcela continuara aquí tratando de ayudarme y esperando que le explique cuál es mi situación.

—Ya te había dicho que no estaré mucho aquí.
Las personas mueren y mi turno en la fila está llegando. Por favor cuando te vayas no cierres la puerta, alguien vendrá.

Me retiro a mi habitación.

—¿Qué rayos se supone que  significa eso?—me grita Marcela. —contéstame.

Ignoro sus palabras y continuo mi camino.

Al llegar a la habitación me aseguro de cerrar la puerta, tomó mi teléfono y me recuesto sobre la fría, sentí como una cálida lágrima recorría mi mejilla mientras escuchaba a la mariposa curiosa llamar a mi puerta. No pude realizar la llamada.

Sabía que ella aún se encontraba al otro lado de la puerta, desee por un instante levantarme y dejarla pasar pero no quería meterla en esto, no deseo que se involucre en mi vida, en vez de ayudarla solo le causaría dolor y traería desgracias a su vida.

No tengo intención de pedir nada, al menos eso era lo que solía decirme hasta tal punto que lo creí. Pero...

Me levanté de la cama y caminé hacia el baño.

El frío del agua cayendo sobre mi cabeza me mantenía despierto.

¿Por qué ahora de pronto empiezo a desear quedarme?

Abrí los ojos y vi en su mirada que estaba preocupada, note como sus ojos empezaban a nublarse mientras sus brazos empezaban rodearme.

No tengo idea de cómo logró llegar hasta aquí, tampoco tengo intención de preguntar, no quiero saber nada. No quiero hablar, no diré nada solo quiero seguir así, sintiendo su calor.

Duramos un buen rato así, hasta que Marcela se dispuso a levantarme, secarme y ayudarme a cambiarme, me sentía como un bebé, la verdad es que tenía las fuerzas suficientes para hacer todo eso por mi mismo pero disfrutaba la idea de tener a alguien junto a mi, una chica que casi no conozco pero empiezo a desear querer hacerlo.

Tal vez no he sido el mejor con ella, quizás mi trato pudo se mejor pero aún así ella se quedó, cualquier otra chica quizás abría huido en el momento que le grité dejarme solo.

Marcela

Empecé a ver cómo Víctor volvía a decaer, la poca luz que se lograba ver en la profundidad de sus ojos cafés empezaba a desaparecer. Este sentimiento de nuevo volvió a mi, no es algo que quiera volver a vivir, no de nuevo, no quiero ver a nadie más desaparecer frente a mi sin poder hacer nada.

—No es una adición, ¿cierto?