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Capítulo veintisiete

No es posible determinar lo correcto de un acto bajo las perspectivas de un ser humano. Carecemos de una visión imparcial que cubra todos los aspectos. Una persona que asesine en defensa propia puede ser considerada buena o mala bajo el ángulo que lo observes. Por lo tanto, solo se necesita que hagas las cosas que tú mismo consideres correcto, pero recuerda, te están observando bajo este diminuto cristal que llamamos justicia.

A medida que paso a través de las personas ellas me agradecen y me hacen espacio para pasar, todos ellos me tocan con una sonrisa y la mirada más sincera que haya podido ver. Aunque no estamos fuera de peligro tienen la esperanza de que estamos seguro juntos. Dejo de mirar sus humildes rostros y miro hacia el frente, en donde han hecho un agujero improvisado en la pared y la luz de la noche penetra en la habitación.

—Hemos encontrado al mensajero de la legión, dijo que él se adelantaría —me dice el mismo sujeto que me hablo antes de que Carol atacara.

—Muy bien —le digo a él en un murmullo. Me volteo a mirar a todas esas personas con ojos color escarlata.

—Para los que aún no lo saben un barco los espera en esa dirección — les hablo fuerte y con una sonrisa.— Hemos sido esclavos toda la vida, hoy somos libres.

—Cualquier Hollow que no quiera seguirnos, puede hacerlo y nadie le hará daño —mi voz suena firme.— ¿Pelearan conmigo como Hollows libres?

Los gritos de júbilo se intensifican levantando sus manos.

Soy el primero en dar un paso fuera de la prisión con el viento fuerte golpeando mi rostro. Un grupo de Hollows camina detrás de mí. Miro el arma de un soldado en el suelo antes de levantarla con mi mente y al sujetarla tan alto para que todos puedan verla. Con ayuda de mi fuerza mental destruyo el arma en dos y lo tiro a un lado.

El helicóptero televisivo no tarda en aparecer en el cielo.

—Todos corran —les grito mientras me detengo aun mirando el helicóptero. Las personas comienzan a pasar a ambos lados mientras intento tomar el helicóptero sin éxito.

Mis poderes se han debilitado.

Ese debe ser el efecto secundario de esa bebida.

Escucho los disparos entre los árboles. Dejo de mirar al helicóptero y miro hacia los árboles para cubrir a los Hollows que van avanzando con el muro que acabo de crear, no obstante, las balas son capaces de penetrar mi barrera.

—Estoy quedando sin energías —les aviso al intentar mantener el muro. 

—¡Deprisa! —les grito a los que aún no avanzan por quedarse mirando. Cuando todos han podido avanzar, en vez de irme por el camino que ellos tomaron para ir al barco me sumerjo al bosque detrás de mí para poder esconderme de los oficiales que estaban disparando en la otra dirección.

No dejo de correr, aunque mi cuerpo se comienza a sentir más agotado que de costumbre, todas mis fuerzas son drenadas con facilidad de mi cuerpo. Veo el muelle a lo lejos y un barco grande donde están abordando todos los prisioneros. Tengo que disminuir la velocidad para tomar más aire. El sudor desciende por mi rostro como si estuviera en medio de la lluvia.

Una risa malévola hace que me detenga. Me escondo detrás de un árbol.

—Solo son fenómenos —es la voz de Carol.

Me asomo por uno de los bordes del árbol para comprobar la peor escena de esta noche.

David de la legión está colgado de sus extremidades a dos árboles, frente de él Carol está parada sonriendo, debajo de él hay un charco de sangre que se ha formado por las heridas de David.

—Aún no han ganado, incluso han marcado su final al quemar la bandera de las naciones unidas. Ahora le han declarado la guerra al mundo —le dice en medio de risas mientras se acerca a él.

—Déjame vivir, por favor, prometí vivir —le suplica. La imagen es atroz, el David que se esforzó por no llorar al contarme su historia, ese mismo que lleno de miedo no podía matar a nadie a pesar de su deseo por ayudar, ahora se encuentra siendo torturado por esa mujer, solo por intentar ayudar a los Hollows a escapar.

¿Por qué ha venido? ¿Por qué no puedo ayudarlo?

—Maldición, funciona —me digo a mí mismo en voz baja cuando trato de mover algo, pero no puedo. Mi cuerpo tampoco puede moverse, está completamente paralizado de miedo.

¿Quién es esta mujer? ¿Es la misma Carol que conocí?

—Quiero vivir —murmura él entre lágrimas mientras intenta luchar.

Ella se acerca a él antes de verla cortarle la cabeza a David. Mi garganta contiene un grito de horror mientras que Carol sostiene la cabeza de David en sus manos para acerarla poco a poco a su pecho sin quitar esa sonrisa perturbadora del rostro.

—Lo logré otra vez —dice victoriosa. Mi mirada se oscurece.

—Papá, derrote a otro miembro de la legión nuevamente —habla con más emoción en su voz y sin quitar la sonrisa de su rostro— la justicia volvió a iluminar nuestro camino.

—Ojalá Joe hubiera abandonado a todos esos seres malignos como el monstruo que resulto ser... —dice un poco más desanimada, pero aún con la sonrisa.

—Bueno, al menos el mundo conoció que el mal siempre huye de la justicia —la risa sale de su boca y luego comienza a apuñalar la cabeza de David sin piedad.— Hare que toda la legión pague por sus crímenes en nombre de la justicia absoluta.

Mis piernas aun rígidas por la conmoción comienzan a moverse para cobrar la venganza, esta vez lo haré, pero unas manos cubren mi boca de repente y al intentar reaccionar, una voz me calma.

—Déjalo, Joe —es la voz de Karen.

Intento protestar, pero siento como ella entra a mi cuerpo con su mente y empiezo a sentir cansancio, pero mis ojos niegan a cerrarse y continúa viendo como Carol sigue masacrando a David mientras ríe de felicidad.

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Despierto desesperado por un ardor fuerte en mi espalda. Mis gritos aumentan cuando siento como la bala sale de mi cuerpo de forma violenta antes de poner un pañuelo para bloquear el sangrado.

—Tranquilo —me murmura Karen. Intento abrir los ojos cuando la respiración se me dificulta.

Otra roseada de alcohol me hace querer desgarrar mi garganta.

—Lo lamento, pero no tenemos anestesia en el barco —dice antes de dar otra roseada,— y tengo que desinfectar la herida. Se ve muy mal.

No sé cuánto tiempo pasó cuando ya he dejado de gritar a pesar de sentir ese maldito liquido en mi piel. Mis ojos por fin enfocan la habitación metálica en la que me encuentro. He visto a personas salir y entrar. Los veo cambiar el suero que me han inyectado o el vendaje que me han puesto luego de rociarme con alcohol.

—Has provocado un caos —la escucho decir, pero mi mente no puede procesarlo claramente.— La misión de Kenya había quedado suspendida, aun así, decidiste reanudarla, pero el objetivo era liberarlos, no declarar abiertamente una guerra.

—Entiendo lo que deseas conseguir, todos queremos hacerlo, pero matarnos entre nosotros no lograra cambiar nada. Los que lucharán serán personas que de alguna u otra forma son obligadas a hacerlo, el verdadero enemigo no se encuentra entre ellos, sino protegido por ellos —la escucho decir, no tengo nada que decir,— sin embargo, es demasiado tarde para considerarlo. Pocos países como el nuestro se han mantenido neutrales, alegando que no somos una amenaza. Si al final, no se usa el miedo y la fuerza para conseguir el poder, quizás el camino que has decido crear no es tan malo.

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La sensación de movimiento hace que despierte de golpe. La luz del sol entra por una pequeña ventana. Los recuerdos de lo que sucedió abruman mi cabeza mientras los trato de organizar. Desearía que no fuera verdad, pero en el fondo sé que si sucedió, que David está muerto.

Estoy sentado en una silla de avión, hecho un vistazo a la ventana, el cielo despejado con la débil presencia del sol al en el fondo me intenta conmover. Karen está a mi lado. Ella solo me observa a través de sus anteojos.

—Antes de que preguntes este es el avión privado del jefe, David fue que nos informó de tu plan suicida y planeó tu rescate —comienza a decir. Escuchar su nombre me envía una punzada a mi pecho. Saber que venció su miedo solo para salvarme me hace querer desaparecer, me siento miserable. 

No pude salvarlo.

—No quería causar problemas —respondo.

— ¿Declararle la guerra al mundo te parece poco? —pregunta anonadada tanto que me hace reír.

—Yo solo pensaba, ya sabes... —ella me interrumpe.

—Ser un héroe —es lo que dice con un tono serio.— Suenas como un niño, Joe. lo que has hecho no solo te afecta a ti o a nosotros, afecta a cada Hollow del mundo, la posibilidad de que por miedo a una rebelión masacren niños está más que justificada que antes.

—No, no soy un héroe —respondo mirando la ventana decidido.— Nos mataran de cualquier forma, si al menos nuestras vidas sirven para un propósito mayor, entonces nuestras muertes al menos servirán para algo.

—Claro, tú no estás en el frente ahora, estas aquí recuperándote, protegido, seguro —las palabras suenan con ironía en su voz.— Ahora mismo, hay mucha gente muriendo allá fuera por un propósito.

Trago saliva evitando mirarla. Una parte de mi se siente molesta.

—Un propósito que yo apoyo —deja salir. La miro fijamente.

—Salvaste personas anoche —me dice y luego coloca la mano sobre mi brazo, sin embargo, la quita de inmediato al acordarme de todos los Hollows.

— ¿Dónde están todos ellos? —pregunto un poco desesperado al volver a verla.

—Fueron enviados como refuerzo en distintas bases de la legión alrededor del mundo, sino lo has olvidado, le has declarado la guerra al mundo —me responde agitada, pero luego respira.— Todos voluntariamente, incluso los más pequeños.

Dejo escapar un suspiro y vuelvo a recostarme sobre el asiento hasta que finalmente cierro los ojos.

—Te has vuelto famoso Joe, desde hace unas horas las noticias solo hablan de ti —me informa por lo que vuelvo a abrir los ojos.

—Entonces puedes presumir que me conoces —me burlo y ella hace una media sonrisa.

—Eny era mi amiga —me dice luego de un rato de silencio.

—Más que eso, éramos hermanas —se corrige de inmediato.

—Siguen siéndolo, aunque se haya ido, ella seguirá con nosotros —le digo,— al igual que David.

Intento mantener el rostro de David cubiertos de lágrimas con una sonrisa amable fuera de mi cabeza.

—Él sabía que está misión era un suicidio, pero él no se detuvo, quería hacerlo por Eny también —me contesta.

—Al igual que tú —agrego. Ella asiente con la cabeza.

—En un principio quería darte apoyo en caso de que necesitaras ayuda, pero quemaste la bandera de las naciones unidas —dice con un suspiro.— No quiero una guerra Joe, solo quiero que seamos tratados por igual y podamos vivir todos juntos, humanos y Hollows.

—Eny, pensaba que si el gobernante de este planeta fuera un líder benevolente... —esta vez soy yo quien la interrumpe.

—No tendríamos que matarnos entre nosotros —término de decir mientras que ella me mira con sorpresa.

Hablamos sobre el sueño donde vi a Kenya.  Karen me cuenta cómo se conocieron, creo que en una parte de la conversación el cansancio me vence. 

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Unas manos sobre mi pecho son las que me despiertan con un atardecer entrando por la ventana del avión.

—Hemos llegado, Joe —me brinda una sonrisa. Le sonrió de regreso e intento levantarme, pero mi cuerpo no reacciona como debería y casi caigo al suelo, solo que Karen me sostiene con su mente para luego llevarme hacia un auto negro con vidrios del mismo color. Ambos nos sentamos en la parte trasera antes de que el auto se ponga en marcha. Dos hombres vestidos de negro con saco y corbata van adelante, pero ellos no nos dicen nada durante el viaje. la vista a mi alrededor tampoco me brinda información de donde estoy y si no fuera porque sé que vamos a casa no sabría hacia donde nos dirigimos.

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Ver el complejo de vuelta luego de varios días fuera me hace sentir tranquilo otra vez. Ambos salimos del vehículo como entramos, en silencio. Karen ya no necesita ayudarme a caminar cuando llegamos al complejo y bajamos por el ascensor.

—¡Es una farsa! —escucho la voz fuerte de Rubí mientras bajamos por el ascensor.

—Él no es un héroe —vuelve a gritar.— ¿Quién en su sano juicio creería semejante basura?

—Todas las personas que están luchando ahora mismo, pero ha sido buena idea, si atacamos ahora con todo lo que tenemos, los países no podrán reaccionar a tiempo, o al menos los que militarmente son incapaces de defenderse por sí mismos. —es la voz de Edward.

—Pero no pudimos aprovecharlo, porque al igual que al mundo entero, a nosotros también nos tomo por sorpresa —responde Rubí más agitada.

—Ha encendido una antorcha, nuestro deber ahora es mantenerla encendida —la voz de Zayda es tan fuerte que la podemos escuchar sin que las puertas se abran.

—Tú —Rubí me mira fijamente cuando entramos al salón. Ella se acerca a mí y me mantiene la mirada. Su mano fuerte golpea mi cara obligándome a caer sobre Karen por la debilidad de mi cuerpo.

— ¿Te has puesto a pensar en lo que hiciste? —me grita.

—Salvó personas —es la voz de Zayda en protesta. Volteo en la dirección de su voz. Ella está de pie con Victoria frente a los sofás.

—Las cámaras grabaron cuando quemó la bandera de la organización de las naciones unidas, eso es una declaración directa de conflicto, y todo gracias a su estupidez—se queja Rubí nuevamente.

—Gracias a eso, los Hollows hoy se han levantado contra los humanos. Están luchando por unos derechos que nunca nos dieron —dice Zayda con un tono serio.

—Suficiente, ¿acaso no ven la gravedad de los hechos? —Rubí está más molesta. La veo levantar la mano hacia Zayda, pero de repente Rubí es empujada hacia la pared detrás de ella. Sé que es Karen porque uno de sus brazos ha dejado de sostener mi cuerpo. Rubí nos mira a ambos con furia,. Edward levanta una de sus manos hacia nosotros y es entonces cuando siento como somos empujados hacia la pared cerca del ascensor. Mi cuerpo aplasta al de Karen cuando golpeamos la pared, me disculpo con bajo tono.

— ¡Basta! —es una voz que no había escuchado antes.

Un señor con traje sale del pasillo de las habitaciones y se para en medio de todos. Tanto Karen como Edward dejan de usar sus poderes. Caemos al suelo nuevamente.

—Él es el jefe —me informa Karen.

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