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Capítulo veintidos

Cada día enfrentamos diferentes acontecimientos que de alguna u otra forma marcan nuestra historia. Todo esta ligado a las decisiones que tomemos, sin embargo, por mucho que quieras escoger un camino y quieras luchar en contra de la corriente, en algún punto te arrastrará también. No sé puede escapar de un océano que se expande y te consume.

Las risas y los gritos de gloria es lo único que prevalece, las palabras de las personas que me rodean ya no tienen vida. Si tan solo hubiera sido más fuerte, probablemente hubiera podido salvar su vida. Cuando levanto la mirada su débil cuerpo se encuentra sobre el escenario, la sangre cae hacia una multitud eufórica. La persona que sostiene el arma mira satisfecho a su víctima. Esa mirada cubierta de placer solo me recuerda a la mía.

Las nubes oscuras que ocultan el atardecer comienzan a extenderse en el cielo antes de que el sujeto con el arma mire a la multitud.

Mi torrente sanguíneo comienza a arder mientras ese sujeto muestra una sonrisa. Aún conserva la herida que una vez le hice y el brazo que sujetaba el arma con que mató a mi madre ha sido removido de su cuerpo. Lo había dado por muerto, pero al verlo sonriente y lleno de vida, solo me provoca matarlo nuevamente.

—Lo lamento, Kenya, luchaste como una guerra, incluso en este momento —murmuro hacia su cuerpo.

Los señores con saco y corbata comienzan a bajar del escenario mientras los guardias los protegen. El individuo salta hacia la multitud y comienza a comprobar a las personas mientras las apunta con el arma.

Doy una vuelta cuando veo como más miembros del cuerpo de policía revisan a las personas a medida que avanzan. Solo me toma unos segundos comprender que me han tendido una trampa.

Mis piernas son las primeras en reaccionar mientras me muevo entre una multitud confundida, veo a un policía revisar los ojos de las personas mientras se acercan. La capota del busco debe estar cubriendo parte de mi rostro y por consiguiente mis ojos, por lo que sigo avanzando. A mi derecha veo un policía revisando en solitario una parte del grupo, por lo que, me dirijo hacia esa dirección. No puedo salir de aquí sin a travesar la fuerza armada, pero en esta dirección solo necesito eliminarlo a él.

—Espere —escucho su fuerte voz. No alzo la mirada solo veo como por su cuello comienza a bajar sangre. Sus manos se acercan a la herida para evitar ahogarse con su propia lengua. Nunca había escuchado los ojos reventarse, ahora sé que es lo más parecido al estallido de una burbuja.

— ¡Ahí está, es él! —escucho el grito de uno de los oficiales. Hasta este momento no me había percatado que las personas a mi alrededor estaban gritando y corriendo.

— ¡Es uno de esos fenómenos! —exclama otro oficial quien tiene la voz más delicada que el anterior.

Ambos se acercan a gran velocidad hacia mí, pero desconozco si alcanzaron a moverse antes de que sus cabezas dieran un giro y cayeran al suelo.

Veo el rostro del primer oficial que asesine, su cara está morada por la falta de oxígeno y sus ojos son solo dos cuencas vacías. Escucho el sonido de los disparos y por el rabillo del ojo veo como las personas comienzan a agacharse para dejar solo a los oficiales con las armas apuntando hacia mí. Miro por última vez el cuerpo de Kenya.

Tú también me obligaste a hacer algo que no quiero hacer.

Empiezo a correr hacia la carretera mientras la lluvia cae lentamente.

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Me he perdido calles abajo. La oscuridad ha cubierto el cielo nublado ocultando la luz de las estrellas. Hace mucho que las personas dejaron las calles. Todo el camino solo me he topado con autos abandonados.

Sino fuera por mis poderes hace mucho que las balas hubieran dado conmigo, por lo que comienzo a dudar sobre la veracidad de las películas de acción.

Intento no pensar en la emboscada que me habían hecho y me concentro en escapar por la carretera llena de muchos vehículos estacionados que han sido abandonados.

El agua en el suelo ha aumentado tanto que ha entrado en mis botas haciendo que mis pies se encuentran llenos de agua.  La ropa está pegada a mi piel al igual que mi cabello. La policía y quién sabe qué más cosas no han dejado de perseguirme, lo sé porque la única luz proviene de sus lámparas. Todos los edificios se encuentran oscuros y sin vida.

Al parecer habían planeado capturar a algún miembro de la Legión en esa ejecución, por lo que evacuaron toda la zona.

He dejado de escuchar las balas. Me volteo para ver caminar lentamente policías con sus linternas entre los carros.

He utilizado tanto mis poderes que comienzo a sentir un fuerte dolor en mi cabeza. Tengo que aferrarme a los vehículos para caminar. Al parecer el gas que pusieron en el coche de Rubí aún tiene efecto en mis sentidos. Coche por coche comienzo a intentar abrir sus puertas, pero todas están aseguradas.

Algo hace que caiga de rodillas al suelo. El agua llega más allá de mis rodillas, solo debo cerrar los ojos y flotaría en este charco de agua, pero soy tan testarudo que me aferro a la vida e intento incorporarme.

Tengo que hacerlo, por ti, Kenya.

Vuelvo a ponerme en pie. Nuevamente comienzo a comprobar los coches hasta que en uno de ellos la puerta trasera cede. Entro en el estrecho coche y cierro la puerta detrás de mí. En vez de sentarme en el sillón del coche me siento en el tapete. Gracias a que el coche es lo suficiente grande mi cabeza no alcanza a llegar al vidrio del coche, posiblemente estaré seguro.

Mi cuerpo comienza a temblar del frío, acerco mis piernas a mi pecho y espero. Mis ojos se sienten pesados mientras mis músculos aún tiemblan rítmicamente con mi respiración, en algunas ocasiones puedo ver la luz de las linternas iluminar el vidrio, pero nunca se quedan.

Quisiera regresar a casa, pero no encuentro un camino a ella.

La lluvia en un punto disminuye el ritmo hasta que por fin se detiene. He estado mirando la puerta del frente hasta que coloco mi cabeza sobre el sillón y en algún punto, sin más energías para poder continuar luchando, el sueño me vence.

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Un pequeño salto hace que me despierta de golpe, pero no muevo mi cuerpo. Compruebo dos cosas, la primera es de día y la segunda el vehículo se está moviendo fuera de Filadelfia.

En el asiento de copiloto puedo ver a una mujer mayor. Al alzar la mirada puedo chequear que alguien de la misma edad se encuentra manejando el vehículo.

Puedo subir y bajar la ventaja con mis poderes, entonces esto no es un secuestro o simplemente no saben que pueden inmovilizarme y acabo de arruinar su plan.

La mujer voltea a mirarme, sus ojos color miel me da una mirada de sorpresa y luego una sonrisa tranquila.

—Despertaste joven —me dice.

— ¿Cómo te encuentras? —pregunta el señor que conduce.

—Disculpen, ¿para dónde vamos? —pregunto, pero luego una sensación me hace arrepentirme de hacerlo.

—Vamos a visitar a nuestros nietos en Nueva York —dice la señora emocionada— lamentamos alejarte de la ciudad y no despertarte, pero lucias muy cansado.

Esos sujetos no saben quién soy o incluso lo que soy. Para cuando ella vuelve a darme un vistazo sus ojos han perdido un poco la nitidez.

Solo por precaución.

—Gracias —les digo.

Ellos me preguntan sobre mi ocupación y mi familia, la cual respondo con honestidad saltándome ciertos detalles. Les explico que no pude realizar la evacuación y luego cuando comenzó a llover fue el único coche al que pude acceder.

—Habíamos pensado lo mismo, Joe —comenta la señora.

—Llegamos, héroe —me dice el señor parando a mitad de la autopista entre Filadelfia y Nueva York.

No soy un héroe.

Bajo del coche.

—Gracias por dejarme quedar en su vehículo y traerme hasta aquí —les agradezco con sinceridad, porque de verdad lo siento.

— ¿Seguro que estarás bien? —pregunta la señora y yo asiento la cabeza hacia ella.

—Cuídate chico —se despiden ambos y minutos después se alejan hacia Nueva York.

Miro el horizonte a lo lejos con el sol llegando a la mitad de su recorrido. Estoy a medio camino de la base de la legión.

Lo conseguí.

Sonrío al ver al auto desaparecer. Por fin estaré de regreso con ellos. Pienso en Zayda y la pequeña Victoria, seguro querrán jugar conmigo cuando me vuelvan a ver. Estoy a punto de alejarme de la carretera cuando siento como algo golpea mi espalda y caigo al suelo. Siento mis poderes irse mientras muchos pasos se acercan.

—Lo encontramos —escucho a lo lejos.

—Los señores tenían razón, lo han dejado donde nos habían acordado —dice otro. Pienso en los ancianos del auto. 

Me han traicionado.

Intento levantarme, pero el sonido de un arma me hace caer al suelo de nuevo.

— ¡No! —grito cuando uno de ellos me toma del brazo.

— ¿Creíste que podrías escapar fenómeno? —inquiere uno de ellos.

— ¿A dónde pensabas ir? —pregunta otro soldado.

Me intento liberar forcejeando, pero es inútil porque pronto soy superado en número.

Mis ojos se llenan de lágrimas al ver el edificio de la Legión.

Ayúdenme. 

Si digo algo sabrán que esa es nuestra base. Quiero gritar por ayuda, pero no lo hago, solo veo el edificio alejarse cada vez más hasta que me suben a un vehículo.

—Hemos capturado al Hollow que había escapado ayer, lo interrogaremos para saber si esta relacionado con la Legión  —escucho decir cuando me tiran dentro de un camión.

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