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Capítulo veinticuatro

Toda causa tiene efecto. Todo lo que hagamos pone en movimiento una consecuencia y esta puede ser tanto positiva como negativa, que dependerá únicamente de la acción puesta en ejecución. Es justo indicar que nada sucede del azar. Algunas religiones orientales definen esto como el simple ajuste de cuentas.

Despierto en la parte trasera del camión, Zayda se encuentra a mi lado. Ella me sostiene mi cabeza sobre sus piernas antes de ayudarme a incorporar.

— ¿Cómo te sientes? —me pregunta. Rubí me da un vistazo rápido antes de volver a su conversación con Edward acerca de una prisión.

—Hambriento —respondo y Karen se ríe.

Realmente no he comido nada en días, por lo que ya casi me siento sin energías.

—Te prepararé un plato increíble, es el favorito de Victoria —empieza a decir Zayda emocionada.

Una sensación de calidez se aloja en mi corazón a medida que el complejo se hace visible.

Algún día encontraras personas que llegaran a ser como tu familia.

Salimos del vehículo. Karen me ayuda y ambos caminamos juntos hacia la puerta de cristal, pero antes de que puedan llamar por el citófono.

—Hey, sigues vivo —es la voz de Sam. Se siente bien escucharla. Las puertas se abren.

Bajamos en el ascensor, no sé qué decirles o que hacer, así que miro las puertas del ascensor hasta que se abren.

El resto de la legión están parados frente de mi como la última vez, incluso Camila.

—Oh, Joe —corre Daniela hacia mí y me abraza— creíamos que habías muerto.

Siento como toda su preocupación se alivia de su cuerpo en forma de lágrimas, intento contener las mías mientras veo a Rubí que solo muestra una mirada gélida.

— ¿Por qué no hiciste nada para impedirlo? —me grita mientras veo cómo su cuerpo se pone rígido y sus manos se comienzan a empuñar. No lo entiendo en un principio, pero ahora lo recuerdo. Kenya ha muerto y yo estaba ahí mirando. Deje que la mataran frente de mis ojos. No tengo una respuesta, ni siquiera una excusa. Tenía la patética esperanza de que un milagro sucediera.

Las palabras no pueden salir de mi boca.

Perdóname, no pude hacer nada.

—Kenya pudo haberse salvado —me dice más fuerte. Por un segundo sus ojos se hinchan.

—Respóndeme, Joseph —me grita mucho más alto.

—Rubí —es Edward. Su voz suena firme, pero calmada, casi como si le murmurara.

Ella voltea a mirarlo a él. Rubí se aleja en dirección al pasillo, Edward va detrás de Rubí y el silencio se rompe cuando se escucha el sonido de una puerta cerrarse.

—No lo decía en serio, Joe —murmura Zayda. Ella está junto con Ellied y Victoria.

Veo el rostro de los demás, algunos han estado llorando otros solo mantienen seriedad, cada uno de ellos se despide con algún gesto, excepto Camila. Ella simplemente se fue sin dejar rastro.

—Joe, lo importante es que estás a salvo —me dice Ellied. Me mira con un calidez diferente a como la hacía en la estación del metro.

—Estaba delante de mí y no pude hacer nada —dejo salir. Mi voz fuerte se escucha rota.

—Lo sabemos, Joe —me toma Zayda del rostro para que la mire.

—Te vimos levantar tu brazo —contesta Ellied acercándose más.

—El general Kaho fue quien le arrebato la vida —murmura Karen con rabia en su voz.

— ¿Cómo se llama? —inquiero.

Nadie responde, todos se miran unos segundos.

—Kaho Rocket —responde Ellied.

—Espera, ¿Qué vas a hacer con esa información? —pregunta Zayda y suelta mis mejillas.

— ¿No es obvio? —digo en un murmullo.

— ¡Venganza! —dejo salir más fuerte.

—No lo harás sin un plan, no quiero perderte a ti también —protesta Karen. Me muerdo el labio por la furia.

—Fuiste secuestrado por el enemigo, tuvimos la suerte de que decidieran interrogarte en vez de matarte. Gracias a eso tuvimos el tiempo suficiente para encontrar el lugar en el que estabas y planear un plan de rescate —empieza a decir Ellied. Sus ojos me miran fijamente antes de suspirar y darme la espalda.

—Pero acaban de matar a nuestra amiga, no podemos quedarnos de brazos cruzados —comienzo a decir un poco desesperado. Siento como algo oscuro me quiere dominar.

—Todos nos sentimos igual que tú —murmura Zayda cerca de mí,— pero nosotros somos un grupo rebelde, no la policía. Todos sabemos los riesgos, incluso tú. Así que, detente, no es un grupo de personas cualquiera, estamos hablando del mundo entero.

La bandera de la organización de las naciones unidas pasa por mi cabeza junto con las palabras de ese tipo.

—Nos ha tomado mucho tiempo reunir grupos pequeños de Hollows alrededor del mundo, así que, debemos mantenerlos vivos lo más que podamos —deja salir Karen a mi lado.— Es nuestra única oportunidad para cambiar el mundo en el que vivimos, pero si solo dejamos que se lancen a matar como si no hubiera mañana, entonces no habría nadie que reciba el alba.

—Ella murió por esto, no puedo simplemente dejarlo pasar —mascullo.

—La muerte de Kenya no será en vano, su sueño, nuestro sueño, todavía vive en nosotros y tenemos que vivir por ella —murmura Ellied poniéndome una mano en el hombro. Le doy una mirada rápida, no quiero seguir discutiendo este tema.

¿Cómo pueden estar tan tranquilos?

Kenya acaba de morir en manos de esa basura. Recuerdo las palabras de Camila cuando llegue. Todos sabemos el riesgo que corremos al unirnos a la legión, no, incluso antes, todos los Hollows sabemos el riesgo de perder la vida desde que nacemos. Es por lo que, todos aquí, ya deben estar acostumbrados a perder a alguien. Me dirijo a mi habitación y ellas no dicen nada, saben que necesito descansar.

Solo una cosa es segura.

¡Kaho Rocket! Yo seré quien te asesine, lo prometo.

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Luego de que salgo del baño siento como todo ha salido de mi cuerpo. Me coloco ropa cómoda y me acuesto en la cama. Por más que me obligo a dormir, no lo logro. Paso minutos rodando en la cama mientras mi mente se laguna en pensamientos. Tomo el celular y me dirijo al Chat de Carol, la foto que tiene es de ella en un paisaje.

Luce hermosa.

Luego de unos minutos dejo de mirar su foto como un pendejo y escribo un saludo. Ella ve mi mensaje inmediatamente y antes de que pueda ver qué pasa mi puerta suena.

—Puedes pasar —le informo a la persona que está detrás de la puerta, quien por obvias razones no es Rubí.

Veo a una chica con lentes abrir la puerta y pasar adentro, ella no me mira. No despega la mirada del suelo.

—Hola, Karen —la saludo.

—Joe, lamento estar aquí —comienza a decir— sé que debes estar cansado, pero Zayda te manda esto. 

Le agradezco al tomar el plato y comenzar a comer de un pechuga que tiene textura de pastel. 

Sabe delicioso.

Karen sigue parada frente a la puerta.

—Vamos, siéntate —le ánimo. Ella me mira por fin a través de sus anteojos y se sienta en la silla que está frente de mi cama.

—Kenya era mi amiga —murmura. En estos momentos no me gustaría hablar de ella, pero si puedo ayudarla, escucharé.

—Ella llegó días después de que yo lo hiciera, teníamos la misma edad —continúa,— esa noche le dije que no debía hacerlo.

La miro con curiosidad, ella mira hacia otra dirección.

—Su misión era infiltrarse en un lugar —dice.

— ¿Qué lugar? —presiono. Karen duda, pero deja salir el aire. 

—La prisión de alcatraz —dice.

—El lugar dejó de estar en funcionamiento desde 1963, sin embargo, desde 1998 volvió a tener un uso significativo —contesta de inmediato. No necesita unir los lazos, sé hacia dónde se dirige la historia. 

Ahora es una prisión de Hollows.

Ella continúa contándome acerca de Kenya hasta que en un punto decide irse. Yo también salgo con ella hacia el exterior porque necesito hablar con Luz.

Al pasar por el salón veo a Victoria sentada en el sillón justo como la última vez. Debe estar esperando a Zayda.

Me pregunto si alguien también se sentó en ese sillón para esperarme a mí.

—Victoria —la llamo. Ella me mira con curiosidad.

— ¿Quieres salir? —le pregunto luego de que no me responda.

—Estoy esperando a mi mamá —deja salir.

—Podemos hacerlo afuera —la animo. 

En ocasiones por muy destruido que estés puedes reparar las grietas de los demás.

El sol casi ha completado su ciclo cuando salimos por las puertas.

— ¿Conoces algún juego? —pregunto y ella niega con la cabeza.

— ¿Me trajiste hasta aquí sin saber ninguno? —pregunta en respuesta. Se me escapa una risa, pero ella sigue sería.

—Cuando era niño solía gustarme un juego... —comienzo a decir.

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Jugamos en los jardines del complejo, corriendo de un lado al otro mientras intento capturarla o ella a mí. Lo único que me hace sentir bien a pesar del caos es escucharla sonreír. El crepúsculo ilumina el lugar. La alcanzo de nuevo. Tomo su cintura y la elevo al cielo.

—Estoy volando, Joe —dice muy feliz.

En ese momento es que lo sé. Tengo que hacer un mundo mejor para esta niña. No sólo para ella, sino también para todos los niños Hollows que no pudimos vivir en libertad.

Al dejarla en el suelo veo a Zayda mirándonos desde dentro de su vehículo rosa. Victoria corre hacia ella mientras Zayda sale del auto para abrazarla en el suelo.

Tengo un nuevo mensaje cuando enciendo el celular.

"Me encanto conocerte". Es la respuesta de Carol.

—Joe —me llama Zayda cuando ya están ambas cerca de mí.

—Mamá quiere darte esto —me dice Victoria.

Tomo un frasco de cristal transparente que contiene un líquido azul.

—Úsalo cuando no tengas otra opción. El liquido puede matarte —me recomienda Zayda.

—Suena muy peligroso —le respondo.

—Y muy útil como último recurso —contesta con una media sonrisa. A ella tampoco le agrada la idea.

— ¿Cómo te encuentras? —pregunta ella mirando hacia mi brazo.

—Me siento mucho mejor —le doy una pequeña sonrisa.

—Creo que debes descansar —murmura con una sonrisa más alta.

—Suenas como mi madre —le contesto inclinando la cabeza.

—Soy una madre después de todo —me contesta levantando a Victoria. Ella protesta y ambos nos reímos.

—Habían usado un asilo para ocultar un grupo de Hollows —comienza a decir luego de volver a dejar a Victoria en el suelo.

Intento preguntar, pero ella es más rápida.

—Experimentos... —deja salir mirando hacia el cielo. La veo tomar un suspiro.

Por su expresión debo imaginarme lo peor.

— ¿Cómo pueden hacernos esto? —las palabras salen de mi boca sin pensarlo.

—Para ellos no somos humanos, no tienen por qué sentir remordimiento —responde con un tono bajo.

—Esa no es razón para hacer lo que nos hacen, nos tratan peor de que a los animales, como si fuéramos... —no puedo terminar, la impotencia me domina.

—Quizás necesitamos un salvador —dice con una media sonrisa antes de caminar hacia el complejo.

— ¿Vendrás con nosotras Joe? —interrumpe Victoria.

—Tengo que hacer una llamada —digo mostrando mi celular. Ellas asienten con una sonrisa en sus labios antes de entrar al complejo.

—Joe —escucho una voz chillona desde el teléfono.

—Hola, Luz —respondo.

Hablamos sobre lo que sucedió en la mansión y en Filadelfia, pero evito mencionar el hecho de que me secuestraron. Una parte de mi todavía no se siente lista para afrontar lo que sucedió, aunque pude conocer la bondad de los Hollow y por primera vez, comprender lo que se siente no estar solo. Es difícil para mí incluso mencionarlo.

—Sabía que eras tú, algo me lo decía —me dice animada.

—Lo lamento, Joe, sé lo difícil que debió ser para ti —vuelve a hablar luego de sentir mi silencio.

—Pero no debes dejarte abatir por eso —responde a mi silencio.

—Eres un Hollow, se un Hollow —me anima.

Miro hacia la puesta de sol. Las estrellas ya son visibles en el cielo. No tengo que ser un humano, incluso no tenemos que ser humanos o tratarnos como tales. Nosotros sabemos quiénes somos. Somos Hollows. Necesitamos un héroe, alguien que luche por nosotros y nos devuelva los derechos que nos han arrebatado durante todos estos años. Pienso en Victoria. No permitiré que ella sea lastimada como nosotros, que tenga que vivir en un mundo en que sus sonrisas sean convertidas en llanto.

Sino hay un héroe que nos salve, entonces me convertiré en el salvador de este mundo. 

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