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Capítulo treinta y siete

La vida de una persona equivale a un minuto de vida para toda la población actual. Lo que significa que si alguien sacrifica su vida por la vida de todas las personas del mundo, solo les daría un minuto de vida extra.

—Mátame —le digo a Camila en derrota.

— ¿No vas a luchar? —pregunta.

—Debes tener tus razones, ¿Quién soy yo para impedirlo? —contesto mirando hacia un lado.

—¡Imbécil! —gruñe.— Suplica por tu vida.

—Muchas personas han tratado de matarme, sin éxito claro —me burlo al ver lo obvio.

—Escúchame, Joe —me amenaza obligando a que la mire a los ojos.

—Hay un toque de maldad en tu corazón —me dice.— Un corazón cubierto de maldad descabellada y perturbadora.

Solo la miro mientras intento tragar saliva sin que el cuchillo me lastime.

—Igual que yo —murmura. Siento como todo su cuerpo se relaja.

Aprovecho esa oportunidad para empujarla lejos de mí, ella es incapaz de reaccionar a tiempo y golpea contra la pared.

Camila se levanta enseguida, pero rápidamente enciendo la luz de la habitación con mi mente y luego me siento en la cama.

—Dijiste que no importaba que te matará —se queja molesta.

—No dije eso, pero lastimosamente recordé que salvaré a este mundo y para hacerlo no puedo morir —contesto.

— ¿Salvar? —pregunta.— Un ser inferior como tú, jamás podrá salvarme.

La puerta se abre y Paul entra. Camila y él se miran a los ojos varios segundos hasta que ella sale de la habitación.

—Lamento lo ocurrido —se disculpa Paul y cierra la puerta detrás de él.

—No te preocupes —le respondo acariciando mi cuello.

—Camila perdió a su novio días antes de que llegaras y esta solía ser su habitación —me dice al sentarse en la silla frente a mi cama.

—Eso explica muchas cosas —concuerdo al final.

—Me hago una idea —sonríe y luego me mira a los ojos.— ¿Estás bien?

—Sí, no me hizo ninguna herida —le respondo con una sonrisa.

—Es la primera vez que tenemos una conversación normal —me dice melancólico.

Me pregunto si todos vienen aquí a descargar sus cargas porque saben que estudiaba psicología. Dejo de ser tan antipático y lo escucho.

—Soy un Hollow, pero no puedo ser como uno —me dice, pero lo miro confundido.— Mis poderes no funcionan.

—Lo lamento —es lo único que logro decir.

Miro su cabello negro y su definido rostro, podría ser modelo en otra vida, pero ahora es un ser que no es ni humano ni Hollow. Alguien que busca su lugar en este mundo, una búsqueda mucho más destructiva que la mía.

Él me habla acerca de su pasado y de cómo llegó a la legión. Vivía en un instituto para niños huérfanos hasta que Albert fue por él. Los niños eran duros con él y siempre sufría de humillación.

—Gracias, Joe —me dice luego de varias horas. Sus mejillas están rojas y las lágrimas se apresuran en sus ojos.

Le doy una sonrisa con mis labios y él toma mi mano fuerte, lo que me sorprende.

—Si el gobernante... —intenta repetir las palabras de Kenya, pero se termina riendo al no recordarlas. Al parecer todos en la legión sabían de eso.

—Si el gobernante de nuestro mundo es un líder bondadoso, entonces no tendremos que luchar más entre humanos y Hollows —le ayudo con una sonrisa. Me da un fuerte apretón.

—Sobrevive, Joe —me dice y luego se levanta. Asiento con la cabeza.

—Habrá un ataque mañana —es lo único que dice,— en Nueva York.

Odio cuando dicen las cosas y se marchan dejándome con la duda mortal. Dejo escapar un suspiro y apago la luz, sorprendentemente caigo dormido.

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Lo primero que ha llegado a mi mente desde que desperté ha sido la imagen de Luz, por lo que luego de levantarme me alisto para salir hacia Nueva York.

Cuando suena mi celular me apresuro a ver el nuevo mensaje, sin embargo, este mensaje solo me altera mucho más.

"Sigue siendo un placer enorme conocerte, mi querido Joe", es lo que pone el mensaje de Carol.

Miro la puerta de Zayda mientras intento llenarme de coraje para golpear la puerta.

—Joe —busco la voz de Victoria en el pasillo, pero ella está cerca a mis piernas, me mira con los ojos bien abiertos.

—Victoria, ¿tu madre se encuentra? —le pregunto señalando la puerta. Ella asiente con la cabeza. Unos minutos después Zayda sale de su habitación luciendo muy dulce.

—Cariño, ¿podrías esperar en el auto? —le pide a Victoria y luego me mira a mí.

—Sé que quieres ir a Nueva York, pero antes quiero decirte algo —me habla muy despacio luego de que Victoria se ha ido. Asiento con la cabeza en confirmación.

—Si algo llega a pasarme, cuida de Victoria —intento decirle que no diga eso, pero me calla.

—Escúchame, Joe —quiero decirle que estoy cansado de escuchar a las personas y que no sepan lo que pienso, pero no lo hago— nuestra vida corre peligro cada segundo, por lo que si llega a pasarme algo...

No termina la frase, pero sé que quiere decirme por eso le abrazo fuerte y ella se aferra igual de fuerte a mí.

—Yo la protegeré —le aseguro al acariciar su espalda.

—Yo los acompañare —la voz de Ellied hace que nos separemos.

— ¿También estas informada de lo que pasará en Nueva York? —pregunto y ella asiente con la cabeza

—Paul me contó esta mañana —me responde.

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Victoria nos espera frente del auto rosado de Zayda.

—Yo quiero ir también, mamá —le pide Victoria decidida.

—Es muy peligroso —le contesta Zayda. Ella hace una mueca de furia y luego levanta la mano hacia uno de los arbustos del jardín. El arbusto se hace añicos mientras todos miramos sorprendidos el acto.

— ¿Cómo? —es lo único que puedo decir.

— ¿Desde cuándo? —le pregunta Zayda.

—Hace unos días —responde Victoria animada.

Zayda se voltea para vernos, pero ambos la miramos confundido sin saber qué hacer.

—Creo que deberíamos llevarla —sugiere Ellied.

—Yo cuidaré de ella —le digo a Zayda mientras ella considera lo que ambos le acabamos de decir y entra al vehículo.

—Suban —dice al final y Victoria sonríe hacia nosotros.

—Vamos pequeña —le anima Ellied sentándose con ella en el asiento trasero.

Miro el complejo antes de entrar al coche, no sé porque tengo un mal presentimiento.

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Ellied me informa que varios países han sido tomados por Hollows en nombre de la legión en todos los continentes del mundo, lo que ha confirmado el inicio de una guerra mundial.

—Todos los Hollows que hasta hace unos días permitían la impunidad han levantado los brazos —continúa Ellied dándome un vistazo, lo que me hace sonrojar.

— ¿Cuántos países? —pregunto mientras recorremos las calles de Nueva York.

Se siente agradable regresar luego de un tiempo, pero bajo estas condiciones no deja de sentirse muy tenso.

Luz, voy por ti.

—Cincuenta y ocho países —responde Ellied,— de los cuales la mayoría son de América según me informo Karen esta mañana.

—Paul dijo que sería aquí —habla Zayda al detener el vehículo. Victoria me entrega unas gafas negras mientras que le devuelvo una sonrisa al tomarlas y ponérmelas.

—No puedo creer que vayan a atacar una escuela —vuelve a decir Zayda cuando hemos bajado del vehículo. La miro confundido.

Estamos en un barrio de Manhattan, cruzando la calle se encuentra un gran colegio, desde la distancia podemos ver varios niños jugar afuera.

—No te dijeron ¿Cierto? —pregunta Ellied a mi lado.

—Muchos niños Hollows se encuentran ahí, al parecer el gobierno reunió todos los que pudo para mantenerlos vigilados —me explica Zayda.

—Pero estamos en guerra, así que ellos ya no importan —concluyo.

Lo que no me convence de todo esto es ¿por qué asesinarlos en frente de todos a esos niños? Solo lograrían formar un gran alboroto, pero minutos después, lo sé. Los carros dejan de transitar por la calle y las personas empiezan a desparecer.

Es una trampa.

—Salgamos de aquí —les digo tomando a Victoria del brazo.

—No podemos dejar a todos esos niños indefensos —Ellied me responde al mirarme fijamente.

Cuando vuelvo a ver el colegio no sólo hay niños Hollows sino también niños humanos jugando detrás de la malla. Cuando pretendo moverme hacia el colegio un estruendo hace que me quede donde estoy. El sonido continúa hasta que vemos como un misil recorre el cielo y se dirige hacia la escuela. Intento detener el misil, pero es inútil, mis poderes no alcanzan.

El misil impacta contra el colegio haciendo que este comience a caer, el fuego se expande por todo el edificio y las zonas cercanas donde hace un momento estaban los niños jugando. Ahora solo hay gritos y cadáveres incinerados en el suelo.

Este es nuestro mundo, un mundo cruel y despiadado. La humanidad está sucia, sacrificar a su propia especie para matar a las otras.

—No... —escucho la voz rota de Zayda mientras comienza a correr hacia las ruinas de la escuela.

—¡Ayúdelos! —grita, pero solo estamos nosotros.

Corro detrás de ella y la tomo de la cintura, pero ella intenta liberarse, sin embargo, no lo logra.

—Joe, maldición, suéltame —me grita Zayda más fuerte antes de comenzar a llorar.

La libero un poco y ella cae de rodillas al suelo.

—Llegamos tarde —dice Ellied detrás de nosotros.

—En ese maldito lugar solo había niños indefensos —le respondo con furia.

—Ellos no hacían parte de esta guerra, maldición —sigo hablando fuerte.

—Cálmate, Joe —Ellied me coloca una mano en el brazo.

— ¿Cómo esperas que lo haga? —le respondo más fuerte,

Yo ocasione esto, quiero decirle, pero no lo hago.

—Mientras esos seres sigan gobernando este mundo no habrá justicia, debemos luchar y destruirlo —le respondo manteniendo firme mi voz.

Miro a la pequeña Victoria ver los restos de esa escuela, para su corta edad es consciente de las atrocidades de este mundo. Quiero cambiarlo, construir un mundo mejor para ella y los demás niños.

—¡Mamá! —escucho los gritos de Victoria. Me giro rápidamente para ver como Zayda cae al suelo con una herida en su brazo.

A la derecha, un grupo de soldados se acerca hacia nosotros, pero solo reconozco a quien los lidera.

Kaho Rocket.

—No, Joe —me detiene Ellied y la miro directamente a los ojos. Lo único que puedo pensar es en la venganza. Todas las noches he imaginado todas las formas de asesinar a ese sujeto y cada uno de esos pensamientos son los que me impulsan ahora mismo.

Corro hacia donde está Zayda mientras detengo la mayoría de las balas, por el rabillo del ojo veo como Ellied cubre a Victoria detrás del carro de Zayda.

— ¿Estas bien? —le pregunto cuando llego donde se encuentra.

—Solo me inyectaron esa cosa —me dice cuando le brindo la mano para levantarla.

—Nunca pensé que un insecto como tú, causaría la tercera guerra mundial —me grita ese sujeto aun en la distancia.

—Sabes Joseph Dunkelheit —había tratado de ignorarlo, pero ha llamado mi atención.

—Aún puedo recordar el sonido de la bala atravesando la cabeza de tu madre —me dice con ese placer haciendo que mi sangre comienza a arder. Quiero matarlo ahora mismo,— y te recuerdo a ti, llorando de frustración.

—Joe, no lo escuches, te está provocando —me dice Zayda, pero mi cabeza está en un trance.

—Dime, te sentías poderoso en la prisión, ¿te sientes así ahora? —me pregunta presionando cada célula de mí ser.— Tampoco recuerdo que te hayas sentido así cuando ejecute a esa chica vulgar que solo suplicaba por su miserable vida.

Suelto a Zayda. Comienzo a correr en su dirección mientras las balas son desviadas hacia las paredes de los edificios con mis poderes. Él no se mueve, sin embargo, los soldados se acercan a mí, pero a todos ellos les arranco la piel y partes de su cuerpo.

—Eso es, demuestra ese verdadero ser sediento de sangre que se esconde en tu interior —sigue hablando con voz fuerte. Las chicas llaman mi nombre, pero nada de eso es claro ahora en mi mente.

La segunda línea de soldados se adelanta un poco y apuntan hacia mí.

Cuando quiero arrancar alguna parte de su cuerpo está no cede. Una energía extraña me atraviesa haciendo que mis poderes fallen repentinamente, intento retroceder, pero el miedo me ralentiza.

—¡Mátenlo! —escucho su voz por encima de los disparos, pero mi barrera alcanza a defenderme mientras intento dar marcha atrás.

Escucho los pasos de esos soldados detrás de mí, sin embargo, no dejo de correr, pero un dardo se clava en mi hombro justo donde no había creado la barrera. El impacto hace que tropiece y caiga al suelo mientras escucho los pasos de alguien cerca. Subo la mirada para ver a Victoria protegerme de las balas. Ellied me ayuda levantarme y seguido de eso tomo a Victoria en brazos para correr de los soldados. Zayda nos espera en la entrada de un callejón y por el rabillo del ojo veo a Ellied protegernos de las balas sin dejar de correr a mi lado.

—Rápido corran —nos motiva Zayda, la alcanzamos y entramos al callejón. El sonido de su grito hace que nos giramos de repente para ver a Zayda de rodillas en la acera con la sangre saliendo de su pierna. Quiero correr hacia ella, pero Ellied toma mi brazo y comienza a alejarnos de ahí.

—Suéltame —protesto sin dejar de mirarla.

—Victoria —la llama Zayda— te amo.

Como a mi madre veo como la bala atraviesa su cabeza sin poder hacer nada, pero el grito de Victoria nunca llega, solo siento como su cuerpo cae inconsciente en mi pecho y sé que Ellied debió haberla dormido. Cuando el cuerpo de Zayda se desploma al suelo sin vida, veo la sonrisa triunfante de Carol.

—Padre, ¡volví a juzgar al mal! —grita de felicidad.

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