Capítulo siete
Un ligero y distante sonido hace que despierte de forma brusca. Me incorporo del suelo bajo la luz de la intemperie.
¿Dónde estoy?
Parece que estoy en el pasillo de un edificio abandono. La pared y los cimientos son de concreto. Cuando doy un paso hacia el pasillo un hedor a putrefacción me hace retroceder y cubrir mi nariz. El camino conduce a una puerta de metal entreabierta, mis instintos me dicen que me aleje, pero ya estoy dando un paso en el interior.
Mi mente colapsa. Cuerpos colgados en las paredes y el techo. Algunos son completamente irreconocibles. Mis piernas tiemblan haciéndome caer al suelo. Por más que quiero apartar la vista no puedo, la bilis sube por mi garganta y pronto todo sale por mi boca.
¿Qué es este lugar?
En el fondo un sujeto me da la espalda. Me levanto para escapar, pero él se gira en mi dirección.
—¿Qué haces aquí? —inquiere con fuerza. Trago saliva.
—Yo... —intento decir, pero las palabras no salen.
—Espera, no eres uno de ellos —comienza a decir con un tono más macabro,— tus ojos no son de ese color.
Suspiro desde mis adentros.
—No, soy humano —miento intentando dar una sonrisa. La sensación de terror no sale de mi cuerpo.
—Entonces deberías ayudarme —murmura cuando está casi frente de mí.— Estas criaturas son defectos creados por Dios. Su amor infinito nos ha puesto a prueba en esta lucha y debemos afrontarla.
Mis ojos se mueven por la habitación, ahora puedo reconocer fácilmente que esto una iglesia. Intento negar con mi cabeza por la incredibilidad, hasta que mis ojos encuentran una mesa alta donde ese sujeto hace un momento estaba parado. Sobre ella, un hombre tiene los ojos escarlata abiertos hacia mí, pero sin ninguna extremidad. Está muerto, como todos los demás cuerpos que decoran la sala.
Esto no es real.
Quiero gritar y pedir ayuda. No es verdad lo que les está haciendo.
—Ellos son unos demonios, todos lo sabemos y debemos aliviar su pecado —dice con un tono de voz más comprensivo. Me brinda la mano, pero no puedo hacerlo. También somos personas.
—No —la palabra sale de mi boca sin pensarlo apartando su mano.
Su expresión se hace sombría.
—Tienes mucho que aprender —me amenaza con un chichillo de carnicería. Retrocedo, pero la pared me detiene con un ligero golpe en mi espalda.
—No —empieza a decir cuando acorta la distancia— no te matare, mis manos solo pueden usarse contra eso demonios.
—Por favor, déjeme volver a casa —dejo salir aterrorizado— prometo no decirle a nadie de esto.
— ¡No! —me grita antes de golpear la pared a centímetros de mi cara con el cuchillo gigante— que hayas encontrado este lugar es una señal del cielo, tú deber con Dios es ayudarme ¿No te das cuenta? Hemos sido escogidos en su divina misericordia.
Todo mi cuerpo tiembla y quiero empezar a gritar. Mi mirada se va hacia los cuerpos, pasando por cada uno de ellos antes de que mi cabeza quiera colapsar. La frustración y el miedo está a punto de estallarme el pecho. Quiero cerrar los ojos y entregarme a mi final, pero mi mirada involuntariamente regresa a los cadáveres, como si me hubieran hipnotizado.
Eran humanos, solo un poco diferentes, pero eran humanos, no es justo.
Me hace falta el aire y ya no puedo mantenerme en pie. Mis ojos vuelven a él antes de caer al suelo. La sangre sale de mi cuerpo y mancha la pared. Mis dedos son machacados uno por uno antes de que pueda sentir quemaduras en mi piel. Siento los huesos romperse antes de que más sangre sea expulsa. Mis gritos son lo único que puedo escuchar hasta que soy traído a la realidad.
Estoy lleno de sudor y no puedo moverme. Él está parado frente de mí con una sonrisa amplia, su mirada es perturbadora y cuando empieza a reír sosteniendo el cuchillo en alto, siento como pierdo mi conciencia y caigo. Algo en mi se mueve rápidamente intentando liberarse, como un hilo tensionado a punto de ser cortado. Mi cuerpo, aunque inmóvil se encuentra intacto.
¿Fue una ilusión?
No, fue más que eso. Su sed de sangre es casi palpable. Viendo sus ojos vi el momento de mi propia muerte, como si él me hubiera transmitido telepáticamente lo que pensaba hacer conmigo . No he dejado de temblar y sudar por el pánico. Siento mi garganta tan seca que no soy capaz de decir ninguna palabra. El cuchillo se acerca a mí y el débil hilo que me mantenía en un trance se corta. El sujeto es levemente empujado. Lo veo estremecerse.
— ¡Eres uno de ellos! —me grita, pero su voz suena lejana. Lo veo abalanzarse hacia mí, pero nuevamente algo invisible lo empuja, pero esta vez su cuerpo es cortado como si un animal salvaje lo hubiera rasgado. En un intento de desesperación lanza el cuchillo hacia mí, pero se detiene en el aire antes de regresar hacia él e impactar en su pecho. Lo veo caer. La tensión en mi cuerpo se libera junto con un terrible dolor en mi cabeza que me hace retorcerme de dolor en el suelo. Escucho las paredes estremecerse mientras mis gritos de dolor aumentan. Me llevo las manos a mi cabeza para intentar controlarlos, pero es inútil.
El dolor poco a poco desaparece al igual que mis gritos. Estoy tirado en el suelo con dificultad para respirar. Unos pasos en la lejanía me hacen incorporarme. Me siento un poco mareado y el olor tan nauseabundo no ayuda. Veo el cuerpo de ese psicópata a unos metros de distancia. Hay un charco de sangre alrededor de él. Evito mirarlo mucho tiempo, pero algo frente de él me hace levantarme y caminar hacia un pequeño estante. Retrocedo justo cuando compruebo lo que hay ahí. Decenas de frascos llenos de ojos color escarlata. Tengo la necesidad nuevamente de vomitar, pero me esfuerzo en mantener todo dentro.
—Parece que has terminado —dice una voz femenina que se ha vuelto muy familiar. Vuelvo a ponerme alerta.
—Es un lugar horripilante —continua al no responderle. Me empiezo a sentir débil de nuevo.
—Aun así, hay cientos como este lugar alrededor del mundo —deja salir con un tono melancólico. Una parte no puede creer lo que acaba de decir, pero solo tengo que volver a mirar hacia el techo para hacerme cambiar de parecer.
—Al principio solo lo hacían para torturarnos, no tenían otro motivo, hasta que nuestros ojos empezaron a comercializarse —dice en voz baja. Vuelo a mirar los frascos repletos de ellos, pero no puedo mantener la mirada mucho tiempo sin caer de rodillas.
—No todos pueden mantener una vida humana normal —sigue hablando mientras yo poco a poco caigo al suelo— nosotros sabemos lo que eres, pero ¿Tú sabes quién eres realmente?
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Despierto en un húmedo callejón. Mi cabeza ha dejado de dolerme y siento que he recuperado toda mi energía, pero los recuerdo lo que viví hace un momento golpean mi mente.
—¿Fue real? —murmuro para mí mismo. Intento apartar esas imágenes de mi cabeza, incluido el hecho de que ese sujeto haya muerto.
¿Yo lo maté? ¿Cómo pude hacerlo? Él se desplomo frente de mí.
Cierro los ojos unos segundo puesto que Las imágenes de su muerte todavía se mantienen confusas en mi cabeza. Una nota de papel descansa sobre mi estómago. La tomo.
Fue real. La legión. Grupo rebelde de Hollows.
Tiro la nota como si fuera venenosa. Un sentimiento de anegación comienza, pero una parte de mi sabe que en verdad paso. Los ojos, los cuerpos, la sangre...
Me levanto. Al salir a la calle, me doy cuenta de que no estoy lejos de casa. Reviso mi celular, solo han pasado dos horas, pero para mí pareciera que hubieran pasado días. Mis piernas se detienen calles más abajo cuando un grito de auxilio llega a mis oídos.
— ¿Qué tenemos aquí? —dice uno de ellos— Una Hollow.
Doy paso hacia adelante para pararme en el borde del callejón y mirar hacia adentro. Tres sujetos tienen acorralados a una mujer contra la pared. Ellos están al final del callejón y no pueden verme a esta distancia.
—Quítale el bolso —dice el más grande al más pequeño, esté obedece y ella le entrego su bolso.
—Solo hay papeles y maquillaje, Luis —le responde el pequeño al mayor, este hace un bufido de rabia.
— ¿Dónde están tu cartera y celular? —le pregunta el más grande al acercarse más a ella y obligándola a chocar con la pared.
Generalmente una persona en una situación como esta debería tener miedo, pero no lo tengo, quizás por lo que acabe de vivir. Una parte de mí solo quiere observar y eso hago.
Si no tienes nada, no tienes nada que perder.
—No los tengo —responde con temor en su voz.
—Mentirosa —la golpea uno de ellos en el estómago, por lo que queda sin aire unos segundos obligándola a poner sus manos donde la golpeo. Su espalda se encoje por el impacto. Él vuelve a realizar un golpe en el mismo sitio y aunque ella lo trata de cubrir con sus brazos no lo consigue. Ellos rasgan su ropa, mientras ella intenta liberarse.
—Revísala —uno de ellos le revisa todo el cuerpo mientras rompe partes de su vestido.
—No tengo nada, por favor —les suplica empezando a llorar.
—Está limpia —dice el otro en frustración.
—¡Maldición! —se queja nuevamente— aparte de ser un maldito fenómeno, no tienes dinero. Ustedes no deberían de vivir en las calles como las ratas que son, sino deberían estar muertos como los fenómenos que realmente son.
—Por favor, déjenme ir —murmura ella entre lágrimas.
—Vamos a golpearla —propone el más pequeño. Los tres se colocan a su alrededor y comienzan a enviarle patada, sin embargo, yo no hago nada, solo me limito verla recibir los golpes, incluso cuando la lluvia comienza, yo solo me quedo de pie.
—Quítale la ropa —dice el mayor. En ese momento una parte de mí alcanza a imaginar lo que pueden hacer con ella. Solo de pensar en eso, es como si el tiempo marchará más despacio, casi como si se hubiera paralizado de repente. Veo como uno de ellos se acerca a ella, quizás es mi imaginación, pero en su mirada hay duda, los otros están más animados y lo único que puedo escuchar es el sonido de las cremalleras de sus pantalones bajar mezclado con los gritos y las suplicas de la mujer.
—No te preocupes —lo anima uno de ellos al que duda— la mataremos cuando terminemos, son unos fenómenos, hasta el gobierno nos apoyara por eliminarla del mundo.
La sensación de repulsión me revuelve. Este mundo. Sus habitantes.
¿Por qué estaba tan ciego?
Doy unos pasos hacia adelante. No estoy seguro de lo que quiero hacer, pero si permito que esto suceda, no, si permito que ellos sigan con vida se convertirán en ese sujeto de la parroquia. Tengo que detenerlos ahora. Escucho sus risas perversas mientras mis lágrimas bajan por la impotencia.
—Estoy embarazada, por favor —deja salir ella en medio del llanto. Cierro los ojos y trato de tomar aire.
Un grito de dolor me hace abrirlos de golpe. Ella se cubre el estómago mientras uno de ellos saca un cuchillo de su vientre. Me quedo mirando la escena impactado.
—No podemos permitir que traigas fenómenos al mundo —le dice. Los demás lo apoyan con una sonrisa. Siento que me desconecto, que algo en mí deja de sentir lo que es real y lo que no, pero no hago nada para impedirlo, me dejo llevar y caigo en la profunda oscuridad.
Siento como mis ojos comienzan a arder como si tuvieran vida propia. Los lentes de contacto son expulsados de mis ojos como balas, pero ellos no se dan cuenta. Cuando uno de ellos coloca sus manos sobre el pecho de la mujer su cabeza ha dado un giro de 360 grados antes de verlo caer al suelo cubierto de sangre. Los dos siguientes miran con horror la escena.
—Es un Hollow —alcanza a decir uno de ellos nervioso, no puedo reconocer cual fue, tampoco importa, porque al más pequeño le separo el abdomen de su cuerpo, esto hace que la parte del cuerpo que tiene las piernas caigas sin vida en el suelo mientras sostengo la parte superior en el aire. La sangre sale de su cuerpo como una cascada unos segundos antes de dejarla caer al suelo. El chico que está tirado en el suelo a su lado y por ende el más grande de los tres comienza a temblar, pero cuando se levanta para empezar a correr lo impacto fuerte a la pared. Su huesos hacen un crujido mientras la pared se hunde donde su cuerpo impacto y no lo suelto hasta que deja de moverse. Me acerco a la muchacha atravesando los cuerpos de esos dos individuos, o lo que queda de ellos.
—¿Estas bien? —le pregunto. Ella asiente con la cabeza antes de caer de rodillas al suelo en medio de las lágrimas. Todavía cubre su vientre con sus manos a pesar de que se encuentra ensangrentado.
Me levanto y tomo mi mochila.
Esta vez no llegaré cubierto de sangre.
— ¿Qué pensabas hacerle? —dejo salir con furia, mi mente viaja a las escenas de hace unas horas y de repente comienzo a reírme en su cara por la expresión en su rostro.
—Piedad —es lo único que dice antes de escupir sangre y pedir disculpas.
Le tomo del mentón y lo obligo a mirarme, le expreso mi mejor cara de satisfacción, porque así me siento.
—Te perdonaré —le digo, él me mira confundido antes de expresarme una sonrisa. Miro hacia su cremallera abierta, veo la sangre salir de ahí antes de escucharlo gritar.
—Eres un fenómeno —me comienza a gritar. La palabra me lleva a la noche donde Sofia me dejó diciendo las palabras de este sujeto.
—Ese fenómeno fue el que te mató, recuérdalo —le digo molesto.
Me separo lo suficiente para ver como su cuerpo se hace pedazos por dentro, pero su boca la mantengo sellada. Veo como sus mejillas y cabeza se hinchan antes de que todo acabe.
Ahora soy un homicida, me he convertido en ellos, soy un Hollow.
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