El agua cae sobre mi piel desnuda mientras miro como se filtra por el desagüe cuando en algún punto el jabón ha desaparecido. Aunque llevo solo un día en la legión no puedo evitar sentirme en casa de alguna forma.
Pienso en el encuentro con esa chica de hace unas hora, si sigo el patrón de los nombres ella debe ser la única que falto a la presentación. Ella debe ser Camila.
Ahora que por fin estoy solo, siento como todo mi mundo se destruyó en una fría noche, pero todo ahora se encuentra bien, estoy viviendo por la última voluntad de mi madre y Luz.
Dejo que el agua se lleve todo ese constante dolor de mi pecho hasta que ha quedado una delicada calma.
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Miro mis ojos color escarlata en el espejo mientras pienso en lo feliz que me hace no tener que volver usar lentes de contacto otra vez, pero incluso ahora, se siente raro no tenerlos puesto, supongo que los extraño después de todo. Luego de 20 años viviendo en la opresión que ahogaba mi vida, siento que por fin puedo empezar, que encontré un lugar donde puedo ser quien realmente soy, aunque todo el mundo amenace con destruirnos, siento que podemos afrontar juntos cualquier obstáculo. Observo el vendaje que ha cubierto mi brazo derecho durante 20 años. Lo contemplo durante un largo tiempo antes de poner mis manos temblorosas sobre el vendaje, justo cuando estoy a punto de retirarlo escucho el sonido de la puerta.
—Joe —es la voz de Rubí llamándome.
Tengo que dar un paso hacia atrás para evitar ser golpeado por la puerta.
—Lindo miembro —me dice antes de cubrirme con las manos.
—¡Largo de aquí! —le contesto molesto.
—Deja el drama —coloca los ojos en blanco.
—Entraste bruscamente a mi baño y no dejas de mirarme, ¿Cómo esperas que me calme? —le contesto más nervioso y molesto de lo usual.
— ¿Y? —pregunta mientras arquea una ceja.
— ¿Te parece poco? —inquiero sorprendido.
—El bebé parece que está sonrojado —dice con un tono juguetón.
La empujo fuera del baño con mi mente y antes de que pueda sentir el golpe de su cuerpo con algún objeto de mi habitación cierro la puerta con seguro. Me pongo rápidamente un bóxer antes de cubrirme con la toalla.
—Escoria —escucho la puerta abrirse violentamente al golpear con rapidez la pared del baño.
—Déjame en paz —le respondo ya cansado.
— ¡Rompiste mi uña! —me grita antes de mostrármela, mis piernas comienzan a sentirse inestables y luego me doy cuenta de que estoy temblando de miedo.
¿Cómo alguien puede transmitir tanto terror? ¿Eso mismo sintieron las personas que asesine?
—Tú empezaste —es lo único que puedo decir.
—Sam tiene tu maldita grabación en el ordenador —me responde con furia antes de darme la espalda.
— ¿Dónde está él? —le pregunto, pero no hay respuesta, ella ya se ha ido dejándome solo en el baño.
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Al abrir el armario encuentro diversos tipos de camisas, chaquetas y suéteres de color negro, debajo de ellos se encuentran vaqueros, zapatos, botas y zapatos deportios también de color negro.
—El paraíso —dejo salir mientras tomo unos vaqueros con deportivas y una camisa con el logo de Linkin Park. Al terminar de cambiarme no puedo evitar pensar en Luz y lo que debe estar haciendo, desde que baje al piso subterráneo no he tenido cobertura, por lo que no podré contactar con ella por ahora.
Como voy vestido sería toda la antítesis de su estilo, aunque ella estaría encantada de poder quitarme la ropa. Pensar en eso hace que una sonrisa traviesa se ponga sobre mi rostro. Esos pensamientos deben ser culpa de esa mujer por verme desnudo, pero por ahora tomaré lo que me dijo como un cumplido.
Al salir de mi habitación nuevamente la habitación de Camila se encuentra abierta.
—Ella es una perra —dice con una sonrisa y solo por un segundo cuando nuestros ojos hacen contacto siento que estoy en un manicomio.
Pensaba preguntarle al primero que vea acerca de Sam, pero tendré que hacer una excepción con ella.
—Buen día, Joe —me saluda la muchacha morena.
—Kenya ¿cierto? —saludo con una sonrisa mientras que ella asiente con la cabeza. Sus cabellos negros ahora están lacios y caen hasta sus hombros.
—Muchos han salido hoy a hacer sus misiones, aparte de Camila y nosotros dos, no queda nadie en este piso —me informa mientras caminamos por el pasillo.
— ¿Sam se encuentra aquí? —le pregunto al llegar al salón con pilares y mesas donde se me presento la legión el día de ayer.
—Él nunca abandona el complejo, su utilidad es más preciada aquí que en el exterior —responde Kenya con una sonrisa.
Ella tiene una actitud muy encantadora.
—Disculpa, generalmente hablo mucho y nunca puedo contener las palabras —deja salir nuevamente sin que pueda responder.
—Así que, ¿tienes novia? —la pregunta me toma por sorpresa, por lo que mi voz se atora mientras trato de encontrar las palabras.
—Lo siento, solo que todos están hablando de eso y tenía mucha curiosidad —veo como sus mejillas morenas comienzan a volverse rojas.
—No, no tengo novia, Kenya —respondo dándole una sonrisa con mis labios porque no quiero parecer antipático.
—Llámame Eny —me responde cambiando el tema, al parecer no quiere seguir hablando del tema.
— ¿Cómo llegaste aquí? —le pregunto un poco incómodo.
—Alguien de la legión me rescato —dice en voz baja con la cabeza agachada. Parece que no quiere hablar de eso. Me pregunto cuál de todos fue quien la ayudo.
—Los humanos son superficiales allá afuera, me daban constantemente su cara de lastima o de repulsión cuando me veían, es algo que jamás podre olvidar —ella continua para mi sorpresa.
—Solo somos una amenaza para ellos —planteo mirando hacia el frente. Hemos dejado de caminar. Sus ojos me observan.
—Una niña de cinco años en medio de un grupo de chicas que van a golpearla solo porque es diferente, ¿te parece una amenaza? —su tono suena rígido, pero quebradizo. Se me dificulta distinguir si es una pregunta o una afirmación irónica.
Silencio. No sé qué responder a eso. En el colegio nunca supieron que era diferente, o al menos el sentido más literal de la palabra, todos somos diferentes de alguna forma.
—Desde muy pequeños nos hicieron saber nuestro lugar —respondo al recordar lo que alguna vez pensé.
—Las cosas puedes ser diferentes, Joe —deja salir con voz baja, pero con una débil sonrisa en su rostro.
Esperanza.
Cuando llegamos al ascensor solo tengo un pensamiento en mi mente, todos en este lugar están locos, pero heridos, tenemos algo en común todos, incluso eso que nos ha destruido emocional y mentalmente.
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Eny me comenta que el complejo cuenta con diez pisos y tres subterráneos, el primer piso que viene siendo el recibidor y a su vez; los superiores, eran las oficinas donde trabajaban empleados que no estaban involucrados con la parte científica de la instalación. El segundo piso y por lo tanto el primer piso subterráneo, es donde hace un momento estábamos, un gran salón equipado con una cocina, que fue destinado para descansar y comer, el tercer piso son los dormitorios, y finalmente el cuarto piso, que es donde se realizaban experimentos con los Hollows. Luego de unos años, el dueño; Albert, despidió a todos los miembros del complejo con el objetivo de salvar a una niña de cinco años, a quien iban a extraerle todos sus órganos para intentar comprender que hace especial a nuestra raza, pero él se negó a este proceso y pudo salvar a esa niña, unos años después, tenemos a una gruñona Rubí.
Hasta que el ascensor llega al último piso es que me fijo en cómo el color escarlata resalta tan bien con su piel, se ve tan curiosos que pareciera hecho en porcelana.
—Bienvenidos a Génesis —nos saluda una voz masculina.
—Es una inteligencia artificial, se encargaba de mantener organizado las actividades que se realizaban en este sitio, pero ahora solo saluda y sirve de Google —dice lo último con una sonrisa mientras sale del ascensor y descendemos unas escaleras metálicas. Nos espera un largo pasillo lleno de cubículos de cristal, no es necesario acercarme para comprobar las sillas o mesas donde se realizan operaciones quirúrgicas.
— ¿Cuántas personas? —pregunto a medida que hemos caminado a través de muchos más cubículos.
—12.191.998 entre niños y jóvenes —nos responde una chica a la derecha y luego nos observa a través de sus lentes. No sé en que momento ha llegado aquí o si ya se encontraba aquí. La recuerdo de anoche, es la chica de los lentes que se llama Karen.
— ¿Murieron? —inquiero un poco ahogado.
Ambas chicas se miran y luego bajan la mirada. Esa es la respuesta que busco.
—Por ahí es donde los científicos realizaban las diferentes operaciones —me dice Karen al ver que me he concentrado en las puertas de metal.
—Esto parece un laboratorio para experimentar con animales —dejo salir al ver tantos aparatos.
—No era muy diferente —concluye Karen cruzado los brazos al caminar.
—No somos animales —le respondo y ella me mira sin voltear hacia atrás.
—Para un 90% de la humanidad somos incluso peor —me responde. No puedo responder a eso. Vuelvo a mantener silencio. Deseo que no tuviera razón.
Al final del pasillo se encuentra una puerta de metal, al atravesarla nos introduce a un gran salón con computadoras.
—Sam —lo llama Eny.
Veo una mano alzada varias filas abajo entre varias computadoras.
—Pude pasar tu video a la computadora —me comienza a decir sin despegar la vista de la pantalla y luego me entrega la cinta.
—Gracias —respondo.
—Creo que querrás ver su contenido con privacidad —dice mirándome a mí y luego fijamente a ambas chicas.
—Nos vemos luego, Joe —se despide Eny. Karen solo me regala una sonrisa antes de que ambas se pierdan computadoras abajo.
—Hombre, ¿tienes un club de fans o algo parecido? —me dice con una sonrisa.
—Dímelo tú a mi —le contesto igual. Alrededor de la computadora hay cantidades de envolturas de comida y un rápido vistazo al suelo me regala muchas más.
—Es mi santuario —me dice antes de fijar su vista a la pantalla nuevamente.
—Tu video está en ese computador —me señala hacia la derecha, a lo lejos veo una pantalla encendida.
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Mientras me acerco no puedo evitar sentirme nervioso por el contenido de la cinta, pero Sam ya lo sabe. Él sabe que necesitare estar solo, tanto así que prefirió que lo viera en un computador diferente.
Al sentarme, la pantalla solo me arroja un fondo negro con el icono de play en grande.
A un solo toque de saber lo que esa cinta oculta.
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