Capítulo once
A medida que crecemos podemos comprender la complejidad de la mente del ser humano y cómo una persona puede cambiar de postura en segundos. Un humano puede almacenar más pensamientos que el número de estrellas en el espacio. Desde tiempos antiguos las personas han creído en lo que la actualidad se conoce como la ley de la atracción. Esta ley consiste en que el pensamiento humano puede generar una energía tan fuerte en el universo que es capaz de hacer que ese pensamiento se haga realidad, de esa forma, puedes atraer poder, dinero, amor e incluso la muerte de alguien, así que, solo debes saber cómo y hacia dónde dirigir ese pensamiento que es directamente proporcional a la cantidad de fe que le atribuyes. Muchas personas relacionan inconscientemente este acto con la oración, sin embargo, no hay nada más fuerte que la misma voluntad del ser humano.
Veo a mi madre completamente dormida cuando paso por su habitación antes de llegar a la mía.
Sé en el mismo instante que abro la puerta que alguien estuvo en mi habitación. La ventana se encuentra abierta, aunque en principio eso no es lo que llama mi atención sino más bien la bandera de los Estados Unidos que está puesta sobre la mesa. Me acerco a ella y la levanto. Un pedazo de papel está pegado en la parte trasera de la bandera. Lo retiro suavemente.
"Sabemos lo que eres", es la frase que está plasmada en el lado que estaba pegado a la bandera. Al girarme tiene una inscripción al igual que la anterior.
"En una fría fiesta, el lobo solitario protegió su tesoro con colmillos y garras"
En esta ocasión no me sorprende el mensaje, sea quien sea que está enviando estos mensajes me ha estado vigilando durante un tiempo. Por lo que, dejo el mensaje con los demás.
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El domingo luego de que el alcohol ha abandonado mi cuerpo y puedo sentirme bien, hago todos los trabajos de la universidad. Luz me envía algunos mensajes y fotos de anoche, me dice que estuvo ligando con un chico que encontraron inconsciente al otro día. Todos creen que bebió demasiado y luego se golpeó en la cabeza.
Durante el día las transmisiones son interrumpidas por ese tal Jesús, él solo habla sobre cómo encaja con ser el mesías y hace demostraciones de su poder. El resto del día Luz se limita a hacerme preguntas acerca de ser un Hollow, que contesto con el menor detalle posible, en ocasiones ella me responde con elogios y emojis felices. Hasta que ya cerca de la noche se despide diciendo que le gustaría ser como yo. Miro el mensaje varias veces hasta que me quedo dormido, solo escuchando el fuerte sonido de mi corazón golpeando mi pecho.
Boom Boom Boom...
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Salgo de mi casa antes de escuchar el número de muertes del día de hoy. Llevo puesto unos vaqueros rasgados y una camisa de cuadros que cubren mis brazos. Coloco los audífonos en mis orejas y reproduzco la música de mi celular. Corro al ritmo de la música ya que nuevamente dudo que llegue a tiempo a clases.
Viajo tranquilamente en el metro, hace mucho tiempo que no sentía esta tranquilidad interior. Las puertas se abren en la siguiente estación para ver como una chica bonita entra al tiempo que la canción de Blank space de Taylor Swift comienza a sonar, lo que me hace sonreír y mirar en otra dirección. Por culpa de Luz he tenido que lidiar con varias canciones de ella atrapadas en mi cabeza.
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—Joseph —alguien me llama al salir de la estación por lo que quito mis audífonos para poder escuchar mejor, pero no hay nadie detrás de mí. Al volver a mirar al frente me sorprendo tanto que por poco doy un paso hacia atrás. Una mujer me mira a través de sus ojos color escarlata.
—Solo déjame en paz —le respondo al intentar pasar de ella, pero me detiene el brazo. Hay unas altas probabilidades de que ella sea quien me ha estado enviando esos mensajes y vigilando mis movimientos, llegado este punto no me sorprende que sepa mi nombre.
—Sabemos lo que eres —me dice, una parte de mi está al límite de escuchar esa frase.
—No me interesa —le dejo claro.
—Corres peligro, tienes que irte con nosotros ahora mismo —murmura, esta mujer se encuentra definitivamente loca.
—Mira, no sé quién seas o lo que quieras, pero tienes que dejarme en paz, estas confundiéndote de persona, y además, tengo clases de psicoanálisis ahora mismo —le digo un poco alterado. Ella solo me mira con cara cuadrada y luego me las arreglo para pasar de ella. Intento perderme entre las personas y miro una vez hacia atrás para confirmar que no me está siguiendo.
Compruebo mi celular bajo la sombra de un árbol, pero justo cuando voy a responder un mensaje una mano detrás de mí me lo quita llevándose los audífonos también.
—Con que Taylor Swift —escucho la voz de Luz. Me volteo para verla mirando la pantalla de mi celular.
—Cállate —le gruño arrebatándole mi celular de sus manos.
Guardo mi celular en el bolsillo y cuando vuelvo a mirar al frente, ella se abalanza sobre mí en un abrazo.
—Esto me da miedo —le digo al aceptar el abrazo.
—Solo quiero aprovechar todo el tiempo que pueda contigo —me dice en el pecho.
—Pero no voy a ir a ningún lado —le confirmo dando un golpe suave en su cabeza y ella solo se aferra a mi pecho.
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Cuando las clases han terminado una paz recorre mi cuerpo, el día de hoy he tenido que recibir muchas miradas extrañas lo que creo es culpa de que Luz no se ha separado de mí.
— ¿Quieres que te lleve Joe? —me pregunta Luz cuando hemos llegado al estacionamiento. Solo camina unos pasos cuando cuatro muchachos se acercan a nosotros.
—Hola, Luz —comienzan a saludarla con morbosidad.
—Oigan —los llamo.
—No te tenemos miedo, Hollow —escuchar esa palabra hace que el flujo de mi sangre se detenga.
—No... —intento mentir, pero ellos son más rápidos.
—No trates de ocultarlo, Luz ha revelado toda la verdad —mi cabeza comienza a dar vueltas. Los miro unos segundos antes de mirarla a ella. Su expresión de sorpresa se marca en su cuerpo, espero que niegue esa afirmación, pero no lo hace.
¿Por qué? Una parte de mi se rompe.
—Míralo tú mismo —me animan mostrando las publicaciones en una red social. Veo mi nombre en todas ellas y cada una explica porque soy un Hollow, pero lo único a lo que he prestado atención es al perfil de la publicación, Luz Stormers. Mis manos comienzan a temblar al tiempo que siento como todo mi mundo se desmorona.
—No, Joe, escúchame —es Luz, pero no veo su cara de sorpresa. Dejo de escuchar sus palabras. Solo oigo las risas de esos muchachos mientras se alejan y siento como todos los acontecimientos de hoy en la universidad encajan perfectamente.
No quiero que me lleve a casa, no quiero verla. Empiezo a correr muy rápido al metro, porque necesito llegar a casa antes de que puedan destruirme. Mi corazón roto es lo que me acompaña hasta la estación, una vez en el metro me siento en uno de los asientos y dejo que los recuerdos con Luz vaguen por mi mente. Su sonrisa, sus tonterías, sus gustos pegajosos, su mirada perdida y finalmente su actitud, pero justo ahora todo me parece tan falso. Espero algún mensaje de ella, pero nada llega. ¿Cómo fue capaz de traicionarme? O al menos ¿Por qué lo hizo? Quizás las personas tienen razón, no merezco esta vida. Veo con melancolía mi viaje de regreso, porque es muy probable que sea la última vez que lo haga. Volveremos a irnos como hace cuatro años.
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La lluvia no tarda en llegar. Salgo de la estación y corro hacia mi casa. A medida que me acerco, comienza a verse más abandonada la zona por lo que acelero el paso.
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Mi casa se encuentra a oscuras cuando abro la puerta.
—Mamá —la llamo, pero no hay respuesta. Subo rápido las escaleras para encontrarme en la oscuridad de nuestra sala con la tenue las luces de la calle que entra por la ventana.
—Mamá —vuelvo a llamar más fuerte.
—Joe —dice forzosamente, por lo que me apresuro a buscar su voz.
Ella se encuentra tirada en el suelo. Me arrodillo frente de ella, es mi impresión, pero tiene marcas en su cuerpo.
— ¿Qué te sucedió? —pregunto alterado al tratar de levantarla.
—Huye, Joe —me murmura. La miro sorprendido.
No voy a dejarla.
La puerta principal golpea fuerte contra la pared y luego escucho los pasos de muchas personas subiendo las escaleras.
Le coloco una mano sobre mi hombro y la ayudo a levantarse, pero es demasiado tarde. Más de 10 personas con uniformes nos apuntan con sus armas y luego uno de ellos se coloca al frente de los demás.
—Hollow, por órdenes del presidente de los Estados Unidos, tú y tu cómplice serán eliminados en los próximos 60 segundos —informa, no tiene cabello, pero tiene una barba corta, su cara es fuerte. Debe tener alrededor de 40 años.
No puedo contestar porque él dispara hacia mi brazo izquierdo obligándome a soltar a mi mamá y caer al suelo. Escucho a mi madre gritar mi nombre. Me doy cuenta de que no estoy expulsando sangre. Reviso mi brazo, solo hay un pequeño dardo con un tubo donde debió haber un líquido que ya se encuentra en mi organismo.
—No te preocupes, eso es para que no puedas activar tus poderes —vuelve a hablar el señor.
—No le hagan daño —se pone mi madre de pie.
—No interfiera, señora —le advierte.
—Joe, vete de aquí —dice más fuerte.
—Los lentes —me habla el señor mientras me apresuro a quitar mis lentes.
—Objetivo verificado —dice a un comunicador portátil.
— ¡Joseph! —habla más fuerte mi madre.
La miro, ella voltea para verme y sonríe.
—Te amo —me dice. La bala penetra su cabeza tan rápido que no puedo reaccionar mientras veo caer el cuerpo sin vida de mi madre cerca a mis pies.
—Sigues tú —dice nuevamente ese sujeto. Mi cara de sorpresa se confunde con un llanto. Él comienza a contar los segundos restantes. Intento decir algo, pero nada sale, en vez de eso veo como la sangre de mi madre comienza a recorrer la habitación. El dolor en mi cabeza empieza a hacerse tan fuerte que mi alma lo agradece. Me gustaría golpearme la cabeza con el suelo hasta romperla o arrancarme la piel hasta que el dolor dentro de mí se vaya.
Las paredes y el piso comienzan a salirle grietas. Escucho el sonido de sus armas apuntar hacia mí.
—La ANTI no funciona —grita uno de ellos.
Sus brazos salen de sus cuerpos antes que sus dedos puedan apretar el gatillo, las armas caen al mismo tiempo que sus extremidades al suelo. Luego veo como el resto de sus cuerpos se hacen picadillo delante de mis ojos.
La casa pintada de sangre.
Gateo hacia el cuerpo muerto de mi madre. Me cuesta cada vez más ver con claridad debido a la cantidad de lágrimas en mis ojos. Cuando intento acariciar su cabello un dardo se pega en su cuerpo. Veo el dardo parpadear rápidamente junto con un sonido. Solo me toma un segundo saber lo que es, intento retirarlo, pero mis poderes no funcionan. Veo hacia la pila de partes humanas cubiertas de sangre. El hombre que asesinó a mi madre me mira acostado en el suelo. Su cuerpo está cubierto de sangre y su brazo tiene un arma apuntando hacia nosotros.
Las palabras de mi madre suenan en mi mente.
Huye.
Corro hacia la ventana más cercana y salto. La explosión me impulsa hacia la calle y seguidamente caigo sobre el suelo. Empiezo a toser mientras intento levantarme.
—Joseph Dunkelheit —es la voz de una mujer. Al levantar la mirada, muchas furgonetas negras con el escudo de los Estados Unidos están frente de mí. Una mujer con guantes y gafas negras me mira. Ella está sentada en el asiento del conductor de un auto convertible. A su alrededor hay una docena de oficiales muertes.
— ¿Quién eres? —inquiero al incorporarme totalmente.
—Alguien que vino a salvarte, pero al parecer te has encargado tú mismo del problema —me responde.
¿Salvarme?
Siento como esa palabra hace eco mi cabeza. Acabo de perder a la única persona que he tenido de verdad, como se supone que eso es salvación.
—No tardaran en enviar refuerzos, si te quedas aquí, morirás —continúa al salir del auto y acercarse a mí.
—Si voy a morir aquí, sería lo adecuado para mí —dejo salir en voz baja, ya no me queda nada.—Estoy cansado de recorrer el camino que he tenido que vivir.
Ella acorta la distancia entre nosotros y me da un puño que me hace retroceder, cuando me intento incorporar por el golpe, ella me subo sobre su hombro.
—Bien, vámonos de aquí —dice aburrida.
—Espera un momento —le pido y ella se detiene— ya no tengo razón para vivir. Bájame y vete de aquí antes de que lleguen.
— ¿Por qué tendría que escucharte imbécil? —me responde con un tono aburrido, sin embargo, caigo al suelo al intentar liberarme. Ella me observa decepcionada.
—Tu madre murió por culpa de ellos, nada de lo que hagas la traerá de vuelta —comienza a decir con un tono frio.
— ¡No te atrevas a hablar de mi madre! —le grito sintiendo como el dolor regresa— ¡Tú no la conoces, así que cállate!
—No, pero estoy segura de que no hubiera querido que murieras como un cobarde —me dice. Me quedo hecho piedra.— Ella arriesgo todo para protegerte durante todos estos años, si hubiera querido que murieras te hubiera entregado desde que naciste, así que, intenta vivir, niño de mami.
Me agacho sobre la acera para contener las lágrimas mientras mis dedos intentan aferrarse al duro y rugoso suelo.
— Así que, ¿vas a venir o prefieres morir? —dice sin entusiasmo. Miro hacia la ventana por donde salte, puedo ver el fuego a través del vidrio roto.
No voy a morir esta noche.
Entro al coche y me siento en el asiento de copiloto.
—Soy Rubí —me saluda al quitarse las gafas, veo mis ojos color escarlata en los suyos.
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