Capítulo ocho
Somos el resultado de muchas expectativas vividas. Un sin fin de acontecimientos que marcan nuestra vida es lo que nos hace sentir fuertes e incluso, apreciarla mejor.
Me gustaría que hubiera pasado diferente, que hubiera huido lejos en vez de intervenir. Necesito darme algún golpe para así olvidar lo que sucedió, tanto que ni yo mismo supiera que he matado a unos adolescentes. Siento un profundo remordimiento y las escenas en mi cabeza no desaparecen, un recordatorio constante de que he caído. Sé que lo que hice fue lo correcto, pude protegerla e incluso si dejo que mi mente retorcida juegue un poco, podría decir que los salve a ellos también de sí mismo, de lo que se hubieran convertido de seguir ese camino de odio hacia nosotros. Me siento como un monstruo, quizás no están tan locos como para querer matarnos. Ahora mismo no estoy seguro.
—Gracias por salvar mi vida —escucho una débil voz detrás de mí. No sé qué responder. La motivación que una vez me impulso se había ido.
Solo queda el sonido de la lluvia. Me quedo de pie viendo los cuerpos. Realmente me hubiera gustado salvarle de forma distinta, que esta historia fuera diferente, no como un asesino psicópata. Me gustaría en estos momentos ser un maldito cobarde que solo huyo y no, un asesino que acabo con la vida de tres personas. No quiero justificar lo que hice, no hay forma de hacerlo, sé que lo que hice fue deplorable. Desearía dejar de pensar, así evitaría juzgarme por mis acciones impulsivas, con el único justificante de que estaba haciendo lo correcto, quizás lo correcto no es lo mismo para todos, ni siquiera ya sé cuál era para mí.
La lluvia aun cae fuerte sobre mí cuando he dejado a esos cadáveres en ese callejón. Cuando la euforia abandona mi cuerpo, puedo ser consciente de lo que hice. Me limito a caminar, porque, aunque había hecho algo malo se siente como si hubiera hecho lo correcto.
Algo hace que tropiece y caiga sobre el andén, pero mis manos se interponen en la caída. Veo mi rostro a través del charco de agua. Mis ojos color escarlata es lo único que destaca con la poca iluminación. Un sentimiento de frustración se arrastra por mi sangre mientras aprieto mis manos hasta volverlas puños. Realmente lo único que deseaba era protegerme, no deseaba en un principio hacer daño a nadie, solo quería vivir una vida tranquila. Comienzo a golpear el charco mientras las gotas de lluvia se mezclan con mis lágrimas. No puedo reconocer a la persona en la que me convertí hace un momento, realmente me gustaría haber podido hacer las cosas diferentes, sin embargo, esta horripilante vida que he tenido que vivir es la culpable de todo, he tratado en todo lo posible poder adaptarme a la sociedad, pero siempre me terminan rechazando como si fuera basura. Cuando me levanto, comienzo a correr lejos de ese callejón y de las personas, al único lugar donde puedo estar seguro.
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—Joseph —me llama mi madre.
—Oh, Joseph —siento como su voz se rompe al verme y luego me abraza. Dejo que toda la frustración se convierta en llanto mientras ambos caemos al suelo. Ella se limita a acariciar mi cabello en silencio mientras yo dejo salir todo lo que hice hace un momento.
—Desearía poder protegerte siempre, Joe —me murmura.
—Lo siento muchísimo —su voz se rompe mientras se aferra más a mí, sus lágrimas caen sobre mis mejillas.
—No eres un fenómeno —me vuelve acariciar el cabello— si las personas supieran el gran corazón que tienes.
—Mi corazón acabo de asesinar a tres personas —le recuerdo con el alma hecha pedazos.
—Ellos lo merecían, eran malas personas —me murmura.
—Pero... —intento protestar, sin embargo, hace un sonido para que haga silencio.
—Todo está bien ahora —me comunica amable y tranquilamente. Mi mente se comienza a olvidar de todo lo que ha acontecido y solo me concentro en nuestra tranquila respiración.
Mis párpados comienzan a sentirse pesados y lo siguiente que siento es que soy llevado hacia mi habitación.
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Me despierto, pero todavía es de noche. La luz de la luna ilumina mi habitación, mi ropa húmeda fue cambiada por un suéter y una pantaloneta. Levanto un poco las sábanas para poder tomar mi celular, sin embargo, en vez de eso me topo con un papel. Miro un poco somnoliento la inscripción, sigue teniendo el mismo mensaje que los otros papeles. Suspiro, para estos momentos no me impresiona encontrarlo dentro de mi habitación considerando que mi ventana está abierta. Además de eso, si quisiera hacerme daño ya hubiera tenido su oportunidad de hacerlo, por lo que, me hace preguntarme lo que realmente quiere.
Me sorprende encontrar otro mensaje detrás de la nota.
"La llama de tres malvados seres fue extinguida por la brillante luz de uno"
Se a lo que se refiere en el mismo segundo que la leo. Pongo la nota debajo de mi colchón donde tengo las demás, pero algo llama mi atención. Sobre el mismo escritorio se encuentra un frasco y desde esta distancia puedo ver que son lentes de contacto.
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Asesine a tres personas anoche y ahora que ha pasado un tiempo y he podido organizar mis emociones y pensamiento, descubro que no guardo ningún remordimiento. Es curioso puesto que hace un par de horas me encontraba confundido y destrozado, como si hubiera caído a un pozo profundo con cuerpo de cristal, pero ahora con la luz del atardecer entrando por mi ventana, estoy lejos de sentirme así, de alguna forma me siento satisfecho, como si hubiera vengado a todas las personas que ellos han asesinado.
—Joe, ¡baja aquí! —me llama fuerte mi mamá desde el piso de abajo.
Salgo de la habitación y bajo las escaleras rápidamente, cuando he llegado y veo su mirada acusadora, me percato que no llevo camisa. Agacho la cabeza y me encojo de hombros.
—Hemos triplicado la cantidad de muertes el día de hoy —informa la presentadora en la televisión, es una chica morena y sus rizos le dan un toque divertido. Trago saliva muy fuerte al ver el número colgado en la pantalla.
— ¿Qué es esta locura? —digo atónito.
Justo cuando intenta dar otro comunicado la emisión comienza a interrumpirse y la pantalla a distorsionarse. Al cabo de un tiempo se estabiliza, pero no es el mismo presentador. Un hombre con traje sonríe al otro lado de la pantalla, pero lo que más destaca de él, sin destacar la edad, son sus fríos y calculadores ojos de color escarlata.
—Hola a todo el mundo —nos saluda, debajo aparecen unos subtítulos y señales para sordos.
—He interferido en todos los canales de televisión de todo el planeta tierra —nos informa. Mi madre intenta cambiar el canal, pero la imagen es la misma. Ahora entiendo la razón de los subtítulos, es para que todos los habitantes del planeta comprendan el mensaje. Luce confiado a pesar de la distorsión de la imagen. Mi corazón late con fuerza, algo en mi interior se siente motivado al ver a este hombre sonriendo. Tomo aire y organizo mis pensamientos, no es la primera vez que un Hollow hace un ataque a un medio de comunicación, pero es la primera vez que una persona deja al descubierto su identidad. En el pasado, este tipo de interferencias eran para enviar mensajes de apoyo a los Hollows, pero todos eran completamente inútiles.
—Mi nombre es Jesús y soy su mesías —vuelve a hablar. Mi madre y yo cruzamos una mirada.
—Desde hace 20 años, ustedes raza inferior han intentado extinguirnos, pero no lo han logrado —dice satisfecho,— por lo que han recurrido a matar inocentes, pero ahora es mi turno de jugar.
Se muestran tres personas con los ojos vendados, llevan alrededor de ellos una bandera de un país diferente. Canadá, Brasil y Colombia, de derecha a izquierda respectivamente.
—Estos son los mandatarios que participaron en la reunión de la organización de las naciones unidas —nos dice el señor luego de volver a aparecer en escena detrás de ellos.
Mi madre abre mucho la boca mientras su mano lentamente sube para intentar cubrirla. Así como hice yo hace un día, solo le toma un segundo decapitar a los tres presidentes. Sus cabezas saltan del cuerpo mientras la sangre sale por todos lados manchando sus trajes. Lo más escalofriante de todo es la risa que viene después, vemos a ese tal Jesús reírse cruelmente mientras se mueve hacia la cámara.
—Descuiden, solo fueron tres humanos, todavía no hemos equilibrado la balanza, pero por ahora, adiós insectos —se despide, la transmisión se corta y el canal de televisión regresa a la normalidad.
No sabía que había contenido el aliento hasta que la necesidad por aire casi me hace desplomarme sobre la silla.
—Esto es horrible —dice mi madre.
—Es una completa locura —añado.
Solo hay silencio mientras observamos la luz del televisor que aun no ha recuperado la señal.
—Intentan enviarnos un mensaje —dejo salir. Las palabras pesan en mi boca.
—Basta —susurra mi madre.
—A todos los Hollows para... —continuo sin prestarle atención a su respuesta.
—¡Joe basta! —me interrumpe con un grito. Nuevamente hay silencio, pero mi cabeza todavía sigue dándole vueltas al asunto.
Una revolución.
—Luz llegara en unas horas, deberías cambiarte —pone fin a la conversación mientras apaga el televisor.
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Reviso mi apariencia en el espejo una última vez. Llevo puesta una camisa con manga larga de color negro que va ajustada a mi cuerpo, también llevo puesto un pantalón y unas botas del mismo color de la camisa.
Escucho el sonido del coche de Luz y su voz chillona mandándome a bajar.
—Ten mucho cuidado —me dice mi madre mientras pasa sus manos sobre mi camisa y luego me brinda un cálido abrazo.
—Lo haré, mamá —le prometo.
—Que guapo —me recibe Luz, ella está sentada sobre el capote del carro.
Lleva puesto un top blanco que cubre solo sus pechos, por lo que deja descubierto su abdomen, hombros y brazos. Además de eso lleva una minifalda y unos tacones negros. Sus labios rojos me envían un beso en la distancia. Su cabello lacio rubio cae sobre sus hombros.
—Te ves horrorosa —miento entre risas, ella me mira asombrada y entonces tira su bolso hacia mi cara, pero lo atrapo antes de que ella haga un bufido.
Entramos en el coche y puedo sentir el aroma a alcohol.
— ¿Has estado bebiendo? —le gruño.
—Solo unas copas —contesta en el mismo tono y luego enciende el motor.
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