Capítulo diez
Por mucho que intentes escapar de tu oscuro pasado siempre estará ahí como un fantasma al acecho, en ocasiones ni te permite avanzar y por mucho que intentes retroceder, nunca lo alcanzarás. Las personas intentamos olvidar tantas cosas, pero realmente cuestan demasiado, tanto así, que la única forma, es buscar nuevas cosas que meter a nuestra cabeza hasta que ya dejamos de recordar, sin embargo, siempre seguirá en lo más profundo y oscuro de tu memoria.
"Nada en el mundo podría separarnos", eso fue lo que ella me dijo días antes de saber la verdad, pero con 19 años. ¿Cómo ibas a estar preparada para ese secreto?
Las personas me mueven de un lugar a otro. Es bueno sentir los golpes, me ayuda a bailar en el borde del mundo con mis recuerdos llenos de promesas rotas en orbita con las lagrimas que amenazan salir. Pensé que, al haber superado juntos tantas tormentas, podríamos con esa tempestad. Ahora pienso que quizás hubiéramos podido seguir amándonos mientras que yo guardará el secreto, pero entonces solo estaríamos corriendo en un círculo que cada vez nos iba consumiendo.
—Hey, tío —me saluda alguien, por lo que tengo que abrir los ojos. Un animado Carl está parado frente de mí y hasta este momento me doy cuenta de que su mano esta sobre mi hombro. No me había percatado que tan ebrio me encontraba.
Veo su cara deformarse por lo que tengo que hacer un esfuerzo por mantener la mirada y el equilibrio.
—Carl, tío —le respondo y debo parecer un tonto por la sonrisa que se acaba de poner en su rostro.
—Me alegra que hayas venido —me dice animado.— Hay mucha gente ¿No?
Asiento con la cabeza en respuesta mientras miro a mi alrededor, muchas más personas han llegado el piso superior y la habitación con comida está repleta de personas.
Él se comienza a alejar de mí antes de verlo perderse en la multitud. El sonido fuerte de la música ya no hace efecto en mi cerebro. No reconozco ningún rostro a medida que intento moverme entre las personas. Tengo que aferrarme a la pared cercana al pasillo que lleva a la puerta de los padres de Carl. A pesar de que mi mente este saturada de alcohol puedo reconocer el vestido de Luz y luego su esbelto cuerpo aferrado a otro chico. Los veo besarse mientras él acaricia su espalda. La puerta se abre y dos chicos salen de ella, entonces Luz y ese muchacho entran ahí.
Mi mente comienza a arder con cada paso más firme que el anterior. La puerta tiene seguro y del otro lado puedo escuchar la risa de Luz. Mis manos comienzan a temblar mientras siento como mi sangre comienza a sentirse más caliente y debo quitarme los lentes por el ardor en mis ojos. Intento sujetar mi cabeza con mi mano, pero el dolor termina por hacerme aferrar a la puerta. El débil sonido del colchón hace que el dolor se disipe. Abro la puerta tranquilamente sin usar mis manos.
La habitación es grande, aunque la cama cubre la mayoría del espacio. El muchacho está sobre Luz, pero por lo que veo aún no se han desnudado. Cierro la puerta delicadamente sin usar mis manos. El espejo cerca al dormitorio me da una apariencia de demonio de película por los ojos de color escarlata. Veo el cuello del muchacho. Soy sorprendido cuando empieza a quitarse la camisa dándome una vista perfecta de su espalda desnuda. Algo en mí quiere terminar con la vida de esa persona, pero me obligo a mantener la cordura. Me agacho poniendo las manos sobre mi cabeza.
¿Qué debo hacer?
No puedo hacerlo, no puedo matar a otra persona, ese no soy yo. Los vuelvo a mirar, pero en vez de matarlo solo impacto un poco fuerte su cuello, veo como cae lentamente como si de un desmayo se tratará sobre Luz. Estoy a punto de abandonar la habitación, con el sentimiento de egoísmo que me recorre el cuerpo, pero veo a Luz completamente dormida sobre el muchacho. Cuando Luz bebe demasiado suele quedarse dormida hasta en plena acción. Ella generalmente no recuerda nada de lo que hizo la noche anterior. Dejo escapar un suspiro cuando retiro al muchacho y ella se encuentra tendida sobre la cama completamente vulnerable. Me acerco a ella y la levanto de la cama. Sé que podría arrepentirme de esto en la mañana, pero ahora mismo no puedo dejarla ahí sola. Mi corazón comienza a latir cada vez más fuerte mientras salgo de la habitación y bajo las escaleras. Algunas personas nos dan una mirada curiosa, pero la mayoría están lo suficiente ebrios para no prestarnos atención o simplemente no les importa. El aire frío de la madrugada nos espera al salir de la casa, la cantidad de autos estacionada es enorme, así que, me toma un tiempo encontrar el coche de Luz. Saco las llaves de entre sus senos, ya que siempre las suele guardar ahí.
No es que no haya tocado el pecho de una mujer antes, solo que esta vez siento como una sensación extraña y acogedora me recorre. La miro un largo minuto dormida, su boca comienza a abrirse un poco. Imaginar que ella podría babear me hace salir una sonrisa sonrojada. Las lágrimas intentan bajar al recordar el monstruo que soy. Solo es alzar la mirada un poco y el reflejo del retrovisor del coche me recordaría mi lugar en este mundo. Me gustaría ser como ese chico normal con el que ella estaba ligando, pero no puedo serlo, porque yo estoy marcado.
Coloco su cuerpo gentilmente sobre el asiento trasero y yo me siento en el asiento del conductor.
Luz me enseñó a conducir hace 2 años, y unos meses después me animó a sacar la licencia, aunque no tengo vehículo. El camino de regreso es mucho más tranquilo, cuando llego a un semáforo en rojo, recuerdo que no llevo puestos los lentes de contacto, debí haberlos perdido cuando salí con Luz de la casa. Me tranquiliza saber que lleve la cabeza agachada todo el tiempo y considerando la poca atención que recibí, es demasiado probable que nadie lo haya notado.
Cuando he llegado a la casa de Luz considero la idea de quedarme con ella hasta que se haga de mañana, pero rápidamente desecho la idea, estoy completamente vulnerable ante el mundo ahora mismo. Golpeo varias veces el volante antes de que mi frustración se haya ido y acepte lo perdido que me encuentro. Compruebo en el reloj, son las 4:30 de la mañana. Salgo del coche y nuevamente levanto a Luz entre mis brazos. Luz vive en un conjunto de casas muy parecido al mío, pero en Manhattan.
Sus padres se independizaron de ella cuando tenía 18, por lo que le dieron esta casa y un coche, además, una mesada. Al parecer los padres de Luz, querían compartir tiempo juntos y creían que era momento de que ella se defendiera sola ante la vida.
Luz le pareció genial la idea y presumió su independencia durante unas semanas, no obstante, en el fondo los extrañaba y en ocasiones se veía triste. Unos meses después no pudo contener la presión y me llamo para que viniera a hacerle compañía, por desgracia lo tomó de costumbre y por un tiempo prácticamente vivía con ella.
—Joe —se mueve ella en mis brazos mientras mi sangre comienza a correr helada por mis venas.
Intento no mirarla, pero luego bajo mi mirada hacia su confuso rostro, veo mis ojos color escarlata reflejados en los suyos. Su boca comienza a ampliarse y las lágrimas a bajar descontroladamente por sus mejillas. La misma escena de hace tres meses con una protagonista diferente y ahora es momento de la despedida. La dejo sobre el suelo y luego volteo a mirarla. Tengo que encontrar las palabras correctas para despedirme, pero no puedo, me siento egoísta en estos momentos por no querer perderla. Ella es lo único que me queda, la única luz en mi oscuro mundo.
Su cuerpo comienza a tener convulsiones mientras trata de detener las lágrimas con las manos, no puedo soportar mirar esta escena, pero sigo observando. Mi alma comienza a destruir mi corazón en mil pedazos y luego siento como las lágrimas que tenía contenidas comienzan a bajar débilmente.
—Lo siento... Luz —trato de decirle aun con mi voz ronca.
Ella niega con la cabeza, sé lo que está pensando, que soy una maldición y que debería dejar de existir, y sobre todo que debo alejarme de ella.
Saco las llaves de mi bolsillo y antes de que pueda levantar mi brazo para dárselas, ella se aferra a mi pecho tan fuerte que tengo que sostenerme con los pies para no caer. Dejo caer las llaves mientras le abrazo más fuerte, este es el adiós, lo sabemos.
—No te mueras infeliz —me grita entre llantos.
—Es mi maldición —dejo salir.
—No, vamos a vivir y salir de esto —intenta decir, lo que me sorprende.
¿Juntos?
—Es inútil, Luz —digo con la voz rota.
—Estás seguro ahora, lo has estado tanto tiempo, podemos hacerlo —comienza a decir animada, pero niego con la cabeza.
—Morirás si saben que tienes algún tipo de relación conmigo —le recuerdo.
—No me importa, Joe —dice al separarse de mí, para que la vea.
Ella toca mi mejilla derecha y luego pasa su mano sobre ella para limpiarme las lagrimas.
— ¿No te das cuenta? —me dice, me pregunto qué tontería se le acaba de pasar por la cabeza.
—No —respondo porque no tengo ni la menor idea.
—Siempre has sido mi fenómeno —me dice con una sonrisa. Ver su rostro rojo cubierto de lágrimas sonriendo hacia mí me obliga a abrazarla. Dejo que toda la furia hacia mi existencia se vaya, con el recuerdo de la primera vez que Luz y yo nos conocimos.
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—Eres el chico nuevo —me dice una niña con el cabello colocado detrás de sus hombros y apuntando el pecho hacia mí, luego, cuando sabe que obtuvo mi atención en ese punto comienza a acomodarlos.
Mujeres. Vuelvo a concentrarme en mi libro.
—Tienes unos bonitos ojos, ¿Cómo te llamas? —pregunta.
Mis verdaderos ojos no son bonitos, niña tonta.
—Joe —respondo cortante.
—Fenómeno —me grita y luego me pega bofetada. Todos en el instituto voltean a mirarnos mientras mi mejilla derecha comienza a arder.
—Ningún niño ignora esta diosa cuando está frente suyo —dice amargada mientras coloco los ojos en blanco.
—Homosexual —escucho el grito de alguien.
—Eres fea —le digo y luego le saco la lengua.
—Oye Luz, cálmate —le dice una niña bonita con unas mejillas sonrojadas. Ella me mira muy dulce y luego sonríe.
—Soy Sofía —me saluda y luego me brinda la mano, se la acepto.
—Joe, encantado —le respondo.
La niña llamada Luz comienza a adquirir más rabia y luego le dice algo a Sofía que no alcanzo a escuchar mientras se aleja como una furia lejos de nosotros.
—Lamento lo que sucedió con mi amiga, ella es un poco impulsiva y le gusta coquetear —la pregunta hace que mi otra mejilla también se torne roja.— Espero que no te hayas dejado hechizar por ella tan fácilmente.
—No —respondo un poco tímido y ella se sienta a mi lado.
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Luz toma mi mano muy fuerte cuando hemos llegado a mi casa.
—Quiero verte el lunes —me dice y yo le doy una cálida sonrisa.
—Adiós, descerebrada —me despido.
—Lárgate de aquí, monstruo —me responde molesta, dejo que una risa se escape de mi boca al salir del coche.
Todos estamos ligados a miles de personas cuando nacemos, esas personas llegan y comparten cierto momento de tu vida, pero por muy corto que sea, puede llegar a impactar más que alguien que conociste muchos años antes. Esas personas pueden aportar cosas positivas y negativas, pero por desgracia recordamos más las negativas, ya que son las que más impacto nos hacen y en ocasiones, son necesarios para poder seguir adelante.
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