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Capítulo diecisiete

Los días son cada vez más largos con el paso del tiempo, cuando la tierra se creó los días duraban solo seis horas, pero con el paso de los años los días llegaron a durar veinticuatro horas. Los días aumentan su duración dos milisegundos cada siglo. Esto ocurre porque la luna se aleja del planeta, lo que hace que la tierra pierda su sincronía en su rotación y por ende tienda a rotar más lenta sobre sí misma, provocando que los días sean más largos. En ocasiones hay personas que a pesar de que cada día se alejen más de tu órbita seguirán interviniendo en ti como una débil flor que crece luego de una tormenta.

Observo como mi piel se ve más clara en la zona donde hace un momento estaba el vendaje. Hace años que no había visto mi piel en esa parte de mi cuerpo y como la última vez, la marca sigue estando ahí como un tatuaje recién hecho.

Una marca de color negro está situada sobre la zona antes del antebrazo. Es lo suficiente grande como para cubrirla con tres de mis dedos.

La marca que caracteriza a los Hollows desde su nacimiento es una mancha que tiene forma cruz, pero que se encuentra enlazada con un anillo.

Cuando era un niño me preguntaba constantemente el origen de la marca sobre mi piel y que mi madre tanto se esmeró por ocultar, incluso de pequeño solo podía usar buzos o camisas largas. Con el tiempo descubrí lo importante que era ocultarla, por lo que opte por usar una venda a partir de ese momento.

Aunque las personas aquí se sienten distantes, no puedo evitar percibir esa sensación tan acogedora que expresa este lugar. Luego de saber la verdad alrededor de mi existencia, lo único que podía sentir era solo miedo. Un miedo tan filoso que luego de un tiempo ya no tenía que cortar en mi interior. No todos podemos afrontar nuestros propios demonios.

Escucho el leve sonido de alguien golpeando la puerta, lo que me hace pensar que no es Rubí.

— ¿Joe? —esa voz me lo confirma completamente.

—Puedes pasar —le confirmo a Zayda y luego la veo parada con la puerta abierta. Hace un gesto de vergüenza antes de entrar lo que provoca que oculte mi marca con rapidez.

—Oh, no, disculpa no era con esa intención —me responde rápidamente.

—Debió haber sido difícil para ti poder ocultar esa zona —me dice más tranquila al ver que no respondo.

—Si... —confirmo un poco cortante, realmente no quiero hablar de eso.

—Sé que Rubí hace y dice cosas... —deja la idea ahí intentando encontrar una palabra adecuada para describirlo.

—No te preocupes por eso —le respondo antes de que pueda encontrar la palabra, sé a lo que quiere llegar. Me sorprende la rapidez con la que viajan las noticias, ahora todo el mundo sabe que me vio desnudo.

—Cuando recién llegué con mi bebé, me sentía muy incómoda, como si este no fuera mi lugar —me dice luego de un largo silencio. Sé que intenta ayudarme, pero realmente yo si me siento como si estuviera en casa.

—Bueno realmente eso no te debe interesar —me sorprende escucharlo. La miro directamente a los ojos. No entiendo por qué mi corazón se encuentra tan destruido, rechazando todo acto de bondad.

Vamos Joe.

—La verdad es que sí —le respondo brindándole la silla de mi escritorio. Ella agradece y se sienta.

—Eso fue hace muchos años —comienza a decir. Al mirarla puedo encontrar que tiene una maravillosa sonrisa— tenía 16 cuando cargaba con Victoria recién nacida en mis débiles brazos, ella pesaba mucho. Bueno, realmente, nunca había cargado un bebe.

Traga saliva.

—Recuerdo que a pesar de que estaba casi en huesos no podía soltarla, era lo único que me mantenía aferrada a la vida en ese momento —dice un poco melancólica. Siento que puede romperse, pero solo me limito a observar.

—Antes de que Rubí me salvará yo era... —no puede responder, siento como sus labios tiemblan y no puedo soportar ver esa escena.

—Está bien Zayda, lo que importa es el presente —le digo porque no se me ocurre otra cosa que decir.

Mientras más seguimos avanzando, el pasado más no deja marcas mucho más duraderas, pero sin esas marcas, es imposible no poder ser la persona que ahora somos, no importan las caídas que tengas, lo que importa es levantarte de ellas.

Zayda comienza a sonreír levemente mientras sus músculos se relajan. Le entrego una sonrisa con los labios.

—Es muy pronto para esto, pero debes acompañarme a un lugar —me comienza a decir.

— ¿A dónde? —pregunto.

—Cerca al estado de Pensilvania —me responde.

—Será un largo viaje —dejo salir afirmando que iré con ella.

Ella me mira un minuto y luego se levanta.

—Te espero en la entrada —me dice y sale de la habitación.

Me pregunto qué haremos en ese lugar, sé que somos un grupo revolucionario, pero ¿Qué significa exactamente pertenecer a uno de ellos? Una cosa es segura, no iremos a hacer manifestaciones.

Miro mi marca un largo minuto con la seguridad de que ya no tengo porque ocultarla más tiempo.

Soy un Hollow y voy a luchar.

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Me espera un despejado atardecer cuando traspaso las puertas del complejo científico.

—Hora de irnos —me informa Zayda desde el volante de un pequeño coche rosado.

—Lindo auto —le digo cuando me siento en el asiento de copiloto.

El viaje por la carretera es tranquilo y sin ningún impedimento. No pasa mucho tiempo para que empiece a provocarme sueño.

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Mis ojos se acostumbran a la oscuridad mientras el sonido del motor me confirma que aún estamos en camino a nuestro destino.

—Hola, Joe —me saluda Zayda aún en el volante al incorporarme sobre el asiento.

—Lo siento, he tenido un día agotador —le respondo mientras recuerdo todos los sucesos que acontecieron el día de hoy.

—Lo importante es que tengas energías para lo que viene —me dice y volteo a mirarla.

—Tengo entendido que has asesinado a varias personas antes de llegar con nosotros, por lo que, estas preparado para enfrentarte a otras personas —contesta de inmediato.

La idea de tener que matar no me asusta ni me sorprende en lo absoluto.

—No podemos lidiar con una guerra a gran escala todavía, por lo que debemos actuar en frentes pequeños —me informa luego de que no encontrará respuesta.

—El jefe que se encarga de dirigir las acciones anti-Hollows vive en el estado de Pensilvania cerca de las limitaciones con el estado de Nueva York —me comunica.

Ese es nuestro objetivo.

Había escuchado en las noticias que esté sujeto maneja gran parte de los cuerpos médicos de la zona este de los Estados Unidos, por lo que es el encargado de suministrar al ejército la información acerca de lo Hollows recién nacidos. Si él desaparece sería un gran golpe para el gobierno.

—No podemos asesinarlo hasta encontrar donde llegan todo los archivos de cada uno de los hospitales que tiene a su cargo —me informa.

— ¿Cómo puedes estar segura de que están en este lugar? —pregunto.

—Él nunca ha abandonado su casa por motivos de seguridad —responde de inmediato como si esperara mi pregunta.

Cobarde.

—Por lo que todo lo trabaja desde su despacho —confirmo.

—Tener acceso a esa información nos podría salvar muchas vidas —agrega.

— ¿Hace cuánto llegamos a Pensilvania? —le pregunto al ver por la ventana.

—Pronto llegaremos a nuestro destino —me dice con una sonrisa.

El resto del viaje responde mis preguntas acerca de cómo pudieron dar con su ubicación. Ella intentó explicar cómo Sam logró dar con su ubicación gracias a una gran red de contacto en el lado oscuro de Internet, el resto de información fue suministrada por el jefe del complejo quien aún tiene contacto con altos miembros del gobierno.

—Actúa como un espía, él nunca abandonó su cargo —me informa— para ellos solo tuvo un cambio radical en el complejo científico, pero como sigue suministrando datos en el entendimiento de los Hollows, ha pasado fuera de la  lupa gubernamental.

—Además de que, durante años ha enviado informes falsos para validar el funcionamiento del complejo —me explica.

—Es una gran mansión ¿cierto? —pregunto mirando por la ventana.

—Creo que llegamos, Joe —me confirma deteniendo el coche y mirando hacia la misma dirección.

Rodeado de vegetación una gran mansión se asienta al noroeste. Más adelante la carretera se bifurca. Uno de los caminos lleva hacia la mansión porque los guardias están custodiando el sendero.

— ¿Estás listo? —me pregunta mirándome con sus ojos color escarlata.

—No —respondo mientras salgo del vehículo.

Las corrientes heladas me dan un pequeño saludo al cerrar la puerta.

—Debí haber avisado del frío, lo siento —me dice al acercarse a mí.

No debería disculparse por todo, hace sentir que ella es culpable de las cosas y eso me hace sentir aún más imbécil. Pensar en que Luz me acaba de insultar me hace trasladar ese sentimiento.

—Será una larga noche —le confirmo mientras comienzo a caminar hacia los dos guardias.

Miro la luna una última vez antes de agachar mi cabeza.

—Esta es propiedad privada... —me informa uno de ellos apuntándome con una linterna y lo que posiblemente es un arma. El sonido del gatillo nunca llega, y unos segundos mas tarde camino entre los dos sujetos decapitados.

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