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Capítulo cuarenta y uno

La vida del ser humano se puede resumir en un caos de emociones, personas, momentos y situaciones. Todos ellas se relacionan de la forma más desordenada posible con el fin de hacer la vida más interesante y al mismo tiempo, más injusta. Cada día muchas personas tienen pánico de enfrentar sus propios miedos, lo que genera que quieran escapar de la realidad en la que viven. Escapar de la realidad no es malo, es malo cuando ya no quieres afrontar los hechos de tu vida. Siempre tendrás tiempo para empezar tu vida de cero si algo no te gusta, el pasado puede ser un arma que te encadena a los recuerdos, pero eres el rey de los eventos que pasan en tu vida, no pierdas tu corona por cadenas que puedes romper.

Mis manos tiemblan mientras sujetan mi celular con esa atroz imagen. El celular pronto se destruye con la fuerza de mis manos y segundos después lo lanzo contra la pared del baño.

Solo era una niña inocente.

¡MALDICIÓN!

¡MALDICIÓN!

Me pego a la pared y bajo lentamente como las lágrimas por mis mejillas. Otra promesa que no pude cumplir.

¡MALDICIÓN!

Intento controlar el llanto que pronto hace que mi garganta se ahogue. Mi pecho duele tanto como si miles de cuchillos acabarán de atravesarlo, incluso desearía que eso pasara ahora mismo, se sentiría mejor.

—Joe — es la voz de Luz al abrir la puerta. No le respondo ni siquiera volteo a mirarla. Ella comienza a llamarme mientras se arrodilla frente de mí.

—Joe, mírame —me pide, pero no lo hago. Soy un fracaso, no pude proteger a Victoria, no pude creer un mundo mejor para ella. Recuerdo su dulce sonrisa mientras jugábamos afuera del complejo. Recordar hace que mis lágrimas bajen nuevamente.

Luz me toma de las mejillas y sus manos se sienten cálidas.

—Por favor, Joe, dime algo —me suplica y ella también comienza a llorar.

—No puedo soportar verte así —dice entre lágrimas.

Lo siento luz, también te falle a ti.

—Joseph Dunkelheit, maldición, escúchame —me pide más fuerte mientras me mueve un poco la cabeza.

—Luz está aquí, a tu lado —suelta mis mejillas para tomar mis manos.

—Lo siento —le respondo, pero no la miro. No soy valiente, soy un cobarde que en ocasiones se deja llevar por sus emociones y hace actos heroicos.

—Mi Joe, todo estará bien —me murmura mientras me acaricia las manos.

"Si el gobernante de nuestro mundo es un líder bondadoso" . Las palabras de Kenya se arrastran en mi mente. 

No, no puedo hacerlo, me rindo.

—Joe, no puedo seguir luchando sin ti —me murmura fuerte. Por primera vez desde que entró al baño la miro a sus cálidos, pero hinchados ojos.

Sus labios se juntan con los míos antes de que lenta y dulcemente me bese. Mis ojos se cierran segundos después mientras contesto su beso. Sus manos sueltan las mías para que poco a poco se pongan nuevamente sobre mis mejillas mojadas. El beso es húmedo y salado por las lágrimas, pero mi corazón sufre una bipolaridad de emociones mientras comienza a latir tan fuerte que siento que puede salir de mi pecho. Mis manos se mueven a su garganta y luego bajan hasta su cabello para aspirar más de ella. Su beso comienza a hacerse más rápido y apasionado, pero contesto con la misma magnitud.

Este sentimiento de calma que comienza a llenar ese vacío de destrucción es tan acogedor que por un momento me hace sentir que todos mis problemas desaparecen e incluso como todo mi mundo se vuelve nada. Puede que haya perdido a muchos de mis amigos, que no haya podido cumplir mis promesas y que haya permitido que mis seres queridos hayan muerto delante de mis ojos, pero por mucho que me estanque en el pasado ya no puedo cambiarlo. Lo único bueno de que el pasado no sé pueda cambiar es que te permite seguir adelante y ver las cosas que aún tienes delante de tus ojos.

Cuando ella se separa para tomar aire, nuestros ojos se encuentran de nuevo, por última vez espero poder hacerlo.

—Prometo protegerte —le digo mientras entrelazo nuestros dedos meñiques.

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Cuando obligo a Luz a salir para cambiarme la ropa, no recojo el celular, ni siquiera lamento haberlo destruido, porque para lo único que lo conserve todo este tiempo está tomando mi mano al salir por la puerta. Todo puede estar perdido, perdí a mis seres queridos, pero esta guerra aún no ha terminado.

—Si te atreves a besarme nuevamente te juro que romperé mi promesa —le advierto mientras caminamos hacia el carro.

—Sé que te gustó, solo no quieres aceptarlo —se burla mientras entra al coche.

—Pónganse esto —nos dice Jesús antes de pasarnos unas vendas con la que debemos cubrirnos los ojos.

—Somos tus aliados —protesto.— Rubí.

Ella no dice nada.

— ¿Dónde está Victoria? —pregunta.

No ahora.

No puedo encontrar las palabras para explicarle.

—Pensé que estaba contigo —deja salir, pero yo todavía guardo silencio. Ella ya conoce mi respuesta, aun así, ella pregunta— ¿Quién fue?

—Carol Rocket —le miento porque Paul es mío ahora.

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Colocamos las vendas sobre nuestros ojos y el auto comienza a andar. El viaje es en completo silencio, pero en ocasiones Jesús responde algunas preguntas a Rubí sobre la guerra que no comprendo. El auto se detiene y quito el vendaje de mis ojos. Estamos rodeados de un campo verde y hermoso.

—Baja del auto —me ordena mientras Jesús sale del coche.

Obedezco y salgo rápidamente.

—Necesitamos pruebas de que estas vivo —me informa mientras saca su celular.— Solo di algunas palabras.

Me pongo detrás del campo verde y miro hacia la cámara.

—Soy Joseph Dunkelheit, todos hemos tenido que sufrir las pérdidas de nuestros seres queridos, hemos luchado por romper nuestras cadenas, hemos buscado la libertad, hemos superado los obstáculos que la vida nos ha colocado, pero también hemos sido humillados, destruidos y deshonrados —hablo mirando firmemente la cámara.— Si están pasando por algo así, quiero decirles que sé perfectamente cómo se sienten y lo mucho que eso duele, pero no deben rendirse, debemos luchar y seguir adelante. Por muy cruel que parezca, la vida continúa y ellos siguen con vida y no descansará hasta acabar con todos nosotros.

Le doy una mirada a una Luz con los ojos vendados apuntando hacia mí.

—Quiero proteger a mis seres queridos, quiero proteger a este mundo, pero soy muy joven para hacerlo, por lo que necesito de su ayuda. Juntos salvaremos a este mundo de aquellos que lo destruirán —continuo con firmeza.

—Excelente, esto se reproducirá en todo el mundo —habla Jesús feliz mientras se dirige nuevamente al asiento del conductor.

—Has madurado, Joe —me dice Rubí desde el asiento del copiloto.— Te has hecho un hombre, aunque realmente no lo parece.

—Gracias —le digo, no sólo por sus palabras, sino también por salvarme esa noche.

—Joe, estoy orgullosa de ti —me dice Luz aun con el vendaje en los ojos cuando entro al coche.

— ¿Por agitar a los rebeldes? —pregunto con entre risas.

—Idiota —responde con un gruñido.

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El viaje se reanuda cuando vuelvo a poner el vendaje sobre mis ojos. Nuevamente hay interrupciones de Rubí con Jesús quien parece más emocionado.

—Más de la mitad de los países del mundo ahora son gobernados por Hollows —dice fuerte para que lo escuchemos.

Ninguno responde a lo que él acabo de decir, quizás algunas cosas no pueden ocupar el puesto de otras. El vacío de los corazones no se puede llenar con la dicha de los demás, somos seres egoístas.

Siento como Luz toma mi mano que está sobre el mueble del asiento.

—Mis padres murieron —murmura, no puedo mirarla, tomo su mano fuerte.

—Los mató Kaho Rocket antes de que llegaras anoche —sé que está llorando por el sonido de su voz.

—Quiero que lo mates, Joe —me pide.

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