Capítulo cuarenta y ocho
No podemos acostumbrarnos al dolor porque siempre sentiremos esos cortes en nuestro corazón, pero en ocasiones nos volvemos más fuertes y sentimos que podemos superar cualquier obstáculo. Ese sentimiento trae consigo la esperanza de que las cosas pueden ser diferentes. La única razón por la que volvemos a intentar amar de nuevo es porque sin importar el daño que te hicieron, no es comparable con la sensación de enamorarnos de nuevo, quizás es la razón por la que lo seguimos intentando una y otra vez hasta que por fin dejamos de tener heridas y en vez de eso, curas.
No sé cuánto llevo caminando por esta solitaria carretera de Carolina del Norte, pero aún no he podido encontrar la base. Me siento perdido.
La luz del sol comienza a nublar mi visión con cada paso que doy, mis labios se sienten secos por la deshidratación y el débil ritmo de mi corazón es lo único que me acompaña.
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—Mírate, luces tan desagradable Joe —esa voz se me hace familiar, pero no dejo de caminar.
—No estás consciente —sigue hablando,— pero sigues empeñado en mostrarle al mundo que puedes cambiarlo.
—Eres patético —dice, sin embargo, sigo caminando. Perdí el control de mi cuerpo hace mucho tiempo y solo se ha dedicado a caminar. Mi cabeza solo da vueltas, mis sentidos no reaccionan completamente. Es como si viera a través de un cristal.
¿Habré muerto?
—Estás noqueado —siento como mi cuerpo golpea contra algo y luego unos brazos me rodean.— la fuerza de tu voluntad es lo único que te mantiene caminando.
Las palabras son como un elixir para mí. Caigo dormido sobre el pecho de Carol.
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El sonido de las gotas cayendo en un charco de agua hace que despierte lentamente. Muy poca luz debe entrar por alguna ventana.
—Por fin despiertas —escucho la misma voz.
Mis ojos se ajustan más a mi entorno, me doy cuenta que estoy encerrado en una celda. Carol se encuentra mirándome desde el otro lado, por instinto activo mis poderes, pero no funcionan.
—No puedes usar tus poderes cerca de mi —me confirma algo que ya había deducido.
Me siento en el suelo metálico de la celda a pesar del constante dolor en mi cabeza.
—Fue una suerte encontrarte —murmura.
— ¿Por qué no aplicas la justicia conmigo? —le grito.
Si va a matarme prefiero que lo haga ahora mismo.
—Hay algo que quiero preguntarte antes —me responde.— ¿Por qué no me mataste ese día en el café? En mi condición hubiera sido muy fácil.
—En ese momento tu no eras mi enemiga, incluso aunque todo apuntaba a que eras culpable de alguna forma, no podía aceptarlo, luego me salvaste en Tokio, pero no fue suficiente, tú mataste a mis amigos delante de mis ojos —le confieso mirando con melancolía hacia el suelo.
—No pude matarte —ella también confiesa al final,— y ahora tampoco puedo hacerlo.
Bajo la mirada. No quiero admitirlo tampoco.
— ¿Me ves cómo humana? —me pregunta luego de un silencio entre nosotros.
—Se que al igual que yo, tú eres incapaz de ser tú misma cuando estas luchando —le respondo recordando sus palabras antes de proponernos que escapáramos juntos.
—Mi mente está destruida por las acciones de mi padre en el pasado —dice mientras tiembla frente de mí. Ahora entiendo porque cada vez que asesina a alguien menciona a su padre, es como si el trauma que debió sufrir la obliga a asesinar a sus enemigos por miedo de que vuelva a ser lastimada.
Ella lleva puesta un suéter blanco con tiras que lentamente se quita por encima de su cabeza.
Un sostén blanco es lo único que cubre su cuerpo y sobre su piel se encuentran distintas marcas rojas, desde la distancia puedo identificar la piel chamuscada alrededor de esas marcas. Miro con asombro al comprobar que esas marcas solo pueden ser hechas con la misma herramienta con las que marcan al ganado.
—Mi padre me las hizo por hablarle a mi hermano que era un Hollow —me dice mientras sus lágrimas bajan de sus ojos y sé que habla de Paul.
—Él era el único hermano que tenía y tú lo mataste —esta vez habla con la voz más destruida, realmente él aún no está muerto, a menos que hayan pasado varios días.
—Lo lamento —le respondo con sinceridad, pero no por matar a Paul sino por todo lo que tuvo que sufrir en manos de su padre.
—Eso no cambia las cosas —dice y luego desaparece en el pasillo.— Te dije que sus acciones solo eran injusticia y crueldad hacia nosotros, atacar una escuela con niños me hizo darme cuenta de que han caído en la completa oscuridad y necesitan ser iluminados por la justicia verdadera.
— ¡Nosotros fuimos a impedirlo! —le respondo alterado al no poder creer lo que está diciendo. Ella da un paso hacia atrás sorprendida.
— ¡Mentira! —me responde con un tono mucho más alterado que el mío.
—Ellos masacraron a esos inocentes como... —intento decir, pero ella me interrumpe.
—No quiero oírlo —sentencia, pero yo continuo.
— ¡A muchos otros en nombre de tu justicia! —le respondo con fuerza.
— ¡No quiero oírlo! —grita tanto que me hace callar. Ella desaparece por el pasillo.
—La justicia es impecable, Joe —vuelve a decir cuando regresa con Rubí y Edward encadenados.
—Joe, joder —me habla Rubí al verme.
Mi mente solo intenta procesar todas las atrocidades que puede hacer ahora mismo.
—Por favor, no los lastimes —le suplico a Carol.
—No puedes liberarlos de culpa, sus pecados no pueden ser cargados por ti —responde Carol.
Carol separa a Edward de Rubí y amarra sus cadenas a la celda frente de la mía.
—Espera, maldita perra psicopata —le gruñe Rubí mientras intenta moverse.
Carol derrama una copa de agua sobre Edward.
—Rubí —lo llama él tratando de evitar tragar el líquido.
Escucho el sonido de mi encendedor y luego como es lanzado sobre Edward, los gritos de dolor de Edward llenan el silencio. Lo que Carol arrojó sobre él no era agua, era gasolina.
Rubí empieza a gritar mientras su llanto. Ella intenta liberarse con más fuerza, pero las cadenas la tienen prisionera incapaz de acercarse.
—Las llamas de la justicia extinguirán sus pecados —habla Carol y Rubí voltea a mirarla con furia.
—Padre, he vengado a mi hermano, su piel se quema mientras su bello rostro colapsa, escucha los gritos de expiación del pecado por obra de la justicia —vuelve a hablar mientras mira con una sonrisa las llamas que rodean a Edward.
Sabemos que ha muerto cuando sus gritos se extinguen mientras su cuerpo adquiere ese color negro sobre la piel.
Mi expresión de asombro e impotencia es perceptible en mi rostro y mi cuerpo.
—Jamás había escuchado un grito así, pude sentir todo el amor que sentías por ese sujeto, ni siquiera mostraste dolor cuando asesine a tus amigos o cuando arranque uno de tus brazos —comienza a decir asombrada.— No mostraste ninguna expresión de dolor en ese momento, pero esta vez sí, de verdad deseaba ver tu ruda actitud quebrantarse.
Rubí solo la mira como un perro rabioso con las las mejillas rojas y mojadas por haber llorado hace unos segundos.
Carol se acerca para acariciarle la cara y luego le sujeta fuerte el rostro para que la mire a ella.
—Vas a morir aquí —le dice Carol. Rubí le escupe la cara.
Esta se separa un poco, pero Rubí mueve su pierna lo suficiente rápido para empujarla contra la celda. Mis poderes regresan, pero no reacciono a tiempo para salir de la celda.
Las cadenas de Rubí se rompen. Carol se apresura a correr por el pasillo y Rubí me da un pequeño vistazo antes de ir tras ella. Una puerta se abre al final del pasillo mezclándose con las palabras furiosas de Rubí. Me acerco a los barrotes de la celda para verla desaparecer por la puerta. Mis poderes regresan y con rapidez doblo barrotes para poder pasar. Miro el cuerpo de Edward con melancolía antes de salir corriendo en la misma dirección. Con cada paso que doy siento como mis poderes son drenados.
Carol es capaz de eliminar nuestros poderes, volvernos igual que los humanos. Todo lo que siempre deseamos ser en un pasado, pero ahora es diferente.
Empujo la puerta antes de salir a un patio rodeado de bosques. Mis poderes se han ido por completo. En el extremo Rubí y Carol se preparan para pelar con sus puños.
—Joe no interfieras —me dice con furia en su voz. Sé que es una tontería, pero acepto lo que me pide. La entiendo.
—Voy a aniquilar al mal y hacer caer el martillo de la justicia—deja salir Carol con una sonrisa despiadada en su rostro.
Carol se abalanzo sobre Rubí enviando varios puñetazos que ella esquiva con rapidez. Rubí le dirige un puño que le dobla la cara, pero Carol le da una patada que le saca el aire y la tumba al suelo.
—Te voy a hacer justicia al igual que a tus amigos —dice Carol con una sonrisa. Rubí la mira desde el suelo confundida.
—Esa mujer que tenía una hija era tu amiga ¿Verdad? —presiona Carol con una sonrisa.— Le di de comer su cuerpo a los perros cuando acabaron con el de su hija Victoria.
La mirada de Rubí se oscurece.
—Al igual que esa mujer llamada Ellied —continua Carol con una sonrisa.— Al final acabaron como bocadillos.
—Te juntaste con el mal ciegamente a pesar de que siempre hablas de justicia, y esa risa retorcida que tienes, solo me confirma que estás del lado de la maldad —le responde Rubí decidida.— Eres una perra psicópata podrida.
Carol se enfurece y comienza a correr hacia ella.
Doy un paso adelante, pero me detengo. Carol carga contra ella como si fuera un toro y la tumba. Rubí se tira encima de ella. El suelo se agrieta a su alrededor con nuestros poderes regresando con cada puño que recibe Carol.
Rubí se dobla ante un golpe de Carol en el estómago y luego le envía un cabezazo que hace caer a Rubí. Carol se levanta y comienza a darle golpes que acierta hasta que Rubí los bloquea. Un intercambio de puñetazos y patadas desde ambos lados que solo dejan manchas de sangre en el suelo y moretones en su piel. Ambas se separan cansadas.
—Aquellos que no luchan por la justicia no tienen oportunidades de ganar —le grita Carol a Rubí, pero ella solo escupe hacia el suelo.
Esta vez es Rubí quien carga contra Carol, esta se defiende enviándole un golpe que Rubí evade girando sobre si misma para rodear a Carol y tomarla por el cabello. Carol intenta luchar, pero es inútil.
— ¿Te sientes poderosa ahora? —le pregunta Rubí escupiendo sangre. Carol sonríe empujando con tanta fuerza su cabeza que pierde todo el cabello que tenía Rubí entre sus dedos. Carol golpe a Rubí con una patada que la hace retroceder. Ambas se giran para continuar peleando, pero Carol levanta una pistola frente de ella que dispara, sin embargo, Rubí es lo suficiente rápida para esquivar la bala y tumbar la pistola. Carol retrocede mientras Rubí levanta la pistola y le dispara.
Carol cae al suelo cubriéndose el pecho del que proviene una gran cantidad de sangre. Rubí se acerca victoriosa con el arma en su mano apuntando a Carol. Ella empieza a reírse como una loca desquiciada.
—La justicia no puede perder, no importa las circunstancias, el mal perderá —murmura Carol entre risas. Un sonido de evacuación se empieza a escuchar, pero el cuerpo de Rubí cae al suelo mientras que veo a Carol correr hacia el bosque. Rubí le intenta disparar, pero ella fácilmente se pierde entre los árboles.
Mis piernas se tambalean cuando intento pararme y vuelvo a caer al suelo, pero recupero el equilibro de repente y sigo corriendo hacia Rubí.
—La mate Joe, estoy segura —me dice antes de escupir sangre y caer de rodillas.
Al intentar levantarla la sangre mancha mis manos.
Miro detrás de mí, pero el cadáver de Carol no está, lo único que queda es un rastro de sangre que conduce hacia un bosque. Por primera vez presto atención a mi entorno. Puedo escuchar los autos y el ruido de las calles.
—Lo hiciste —le miento mientras acaricio su rostro manchándolo con su sangre.
—Joe no hagas esto —me responde con esfuerzo. Cierra sus ojos.
—Lo siento, Rubí —le digo con mi voz rota y ella vuelve abrir sus ojos cuando mis lágrimas caen sobre su cara.
—Así que voy a morir aquí —dice con una sonrisa.
—No puedes morir, Rubí —le digo tratando de controlar el ritmo de mi corazón quebrándose. La levanto. Quiero gritar por ayuda, pero sería una trampa, no somos humanos, un grito de ayuda sería un suplica por fusilamiento.
Rubí escupe más sangre al intentar seguir hablando.
—Al final no pude decirle a Edward que lo amo —murmura mientras las lágrimas salen de sus ojos. Ella solo mira en dirección a la prisión donde se encuentra el cuerpo incinerado de Edward.
—¡Joe! —escucho la voz de Camila.
Ella lleva un traje como los que llevaba la legión para la luchar en el océano atlántico.
— ¿Cómo me encontraste? —le pregunto.
—Tu traje tiene un dispositivo de rastreo —me contesta.
— ¿Qué le sucedió? —pregunta un poco nerviosa acercándose a nosotros.
—Tuvo una pelea con Carol Rocket, ha salido herida y... —intento decir, pero ella me detiene.
—No tiene ningún órgano lastimado, solo hay que detener el sangrado —dice con rapidez mientras veo como pedazos de tela flotan antes de ponerlos sobre sus heridas.
Camila me pregunta por Edward. Desciendo la mirada en respuesta, ella solo asiente con la cabeza mientras se agacha para poner a Rubí entre nuestros hombros. Por primera vez no está actuando como una psicópata, pero no quiero hacer énfasis en eso.
—Joe —escucho la voz de Luz. La veo salir del callejón por donde Camila apareció.
Ella me entrega un fuerte abrazo que acepto a duras penas por tener a Rubí en mi hombro derecho. Intento no alzar la mirada porque Camila nos mira fijamente.
—Apenas supimos tu ubicación viajamos directamente hacia acá, los camiones de soldados deben estarse acercando ahora mismo —me explica.
Caminamos por el callejón.
No hay personas caminando por las calles, tampoco hay autos moviéndose por las carreteras, solo están estacionados. A simple vista parece una ciudad fantasma, pero veo algunas personas detrás de las cortinas de sus edificios. Todo el país está en guerra después de todo. No hay donde huir, tampoco donde buscar refugio.
—Joe estamos a punto de ganar la guerra, Europa ha caído en poder de los Hollows —me murmura Luz al oído. El estruendo de un gran avión volando cerca hace que las personas comiencen a salir de los edificios, autos y de todas las partes que nunca hubiera esperado encontrarlos, pronto somos rodeados de una multitud alterada que rápidamente corren lejos de este lugar.
La alarma, Carol huyendo, las personas escapando, el avión.
Mis pies comienzan a temblar mientras conozco lo que sucederá pronto. Tengo que sostener el cuerpo de Rubí que repentinamente cae todo sobre mi hombro. Por el rabillo del ojo veo como Luz cae al suelo inconsciente mientras que un dardo penetra mi hombro y el líquido comienza a hacer efecto unos segundos después. Me giro para ver a Camila mirarme fijamente.
Camila es la única cerca a excepción de nosotros, la veo unos instantes antes de que su largo cabello se corte a la altura del mío.
—Cuida a Luz, dejo el resto en tus manos —me pide mientras mi armadura se desprende de mi cuerpo y se ajusta al cuerpo de Camila.— yo era la antigua líder de la legión, gracias a lo que voy a hacer serás el gobernante que todos quieren, después de todo, Kenya me escuchaba todas mis noches.
— ¡Espera! —le grito confundido mientras comienza a ascender.
—Se un gobernante noble, Joe —se despide de mí y vuela rápidamente hacia la bomba atómica que desciende sobre nosotros.
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