Un divertido desastre
Narrador
Mientras los chicos disfrutaban de cada trozo del pastel, el ambiente se fue llenando de risas y bromas. La mamá de Malli, viendo que ya no quedaba mucho, preguntó con una sonrisa traviesa:
—¿Qué tal si quieren ayudarme a hacer más postres? Hay ingredientes por ahí y podría ser divertido.
Los chicos, siempre dispuestos a una aventura culinaria, aceptaron gustosos.
—¡Claro! —dijo Jungkook con entusiasmo—. ¿Qué más tenemos para comer?
—Voy a preparar más pastel y unos muffins, si les parece —respondió su mamá, mientras les hacía señas a la mesa donde estaban los ingredientes.
Malli, por su parte, se quedó un poco apartada, observando la escena sin realmente prestarle atención. Mientras veía cómo sus amigos se afanaban en la cocina, sus pensamientos comenzaron a vagar.
Malli
Al ver como los chicos estaban tan entretenidos ayudando en la cocina. Recordé aquellos días en los que, siendo pequeña, deseaba tener hermanos mayores. Siempre veía cómo mis compañeros tenían una relación especial con sus hermanos mayores, quienes parecían ser sus protectores.
Pero hoy, al mirar a mi alrededor, me daba cuenta de que había algo mucho mejor: seis hermanos mayores, aunque no de sangre, pero igualmente leales y cercanos. Siempre los había considerado mis amigos, pero ahora, al ver cómo estaban todos aquí conmigo, algo dentro de mi se sentía completo.
Estaba tan absorta en esos pensamientos que no me percaté de lo que estaba ocurriendo a mi alrededor hasta que algo cremoso y frío impactó mi rostro.
—¡¿Qué?! —exclamo, atónita, mientras sentía la crema batida deslizándose por mi mejilla.
Rápidamente, me limpio los ojos con las manos, solo para ver que los chicos se habían quedado quietos, mirándome con expectación. Sus rostros no mostraban sorpresa, solo una leve sonrisa de anticipación.
Con una mezcla de incredulidad y diversión, miro la pequeña cantidad de crema en mi mano. Luego, sin pensarlo dos veces, muestro una sonrisa maliciosa en mi rostro y lanzo el poco de crema que tenía en mi rostro directo a Sofía, y a mi mamá, quien estaba cerca de la mesa.
—¡Oh no, no te vas a escapar! —grito con una risa traviesa.
Eso fue todo lo que se necesitó para desatar lo que se convertiría en una guerra épica. La crema batida voló de un lado a otro, seguida rápidamente por harina, azúcar y trozos de masa de pastel. Los chicos reían a carcajadas mientras se lanzaban los ingredientes por toda la cocina y la sala, cubriéndose de mezcla de pastel y harina.
—¡No puedo creer que estés haciendo esto! —grita Jin entre risas, mientras intentaba esquivar un chorro de crema batida que iba en su dirección.
—¡Es solo un poco de diversión! —exclama Taehyung, cubriéndose el cabello con una capa de crema.
Me sentí completamente liberada, la mezcla de pastel pegajosa en mi cara y cuerpo era como una recompensa por una tarde perfecta de risas y amistad. Nadie se detuvo hasta que todos, desde la cabeza hasta los pies, estaban cubiertos de masa y crema.
Cuando finalmente el caos cesó y la cocina quedó en un desastre glorioso, todos se detuvieron a mirar a su alrededor, jadeando entre risas.
—Bueno... creo que sí hicimos postres —dijo Namjoon, mirando el desastre con una sonrisa.
—Esto ha sido más divertido que hacer el pastel en sí —comento, mientras me limpio la crema de la cara y la mirada de su mamá pasaba de incrédula a comprensiva.
—Definitivamente, un día para recordar —dijo mi mamá, sonriendo.
Después de la guerra de crema y harina, la cocina se calmó un poco, aunque aún quedaban restos de mezcla en el aire y algunos de los chicos seguían riendo por lo que acababa de ocurrir. Todos se reunieron alrededor de la mesa, comiendo lo que quedaba de los postres improvisados, y platicando sobre lo que habían hecho. La tarde tenía un aire relajado y cómodo, como si el tiempo se hubiera detenido por un momento.
Tae, siempre lleno de energía, se levantó de un salto y fue directamente hacia Naya y Holly, quienes estaban descansando en una esquina de la sala. Los perros, felices de tener tanta atención, comenzaron a saltar y a corretear alrededor de él, lo que provocó que se desatara una nueva ronda de risas.
Mientras tanto, Jungkook y Hoseok se levantaron, viendo que mi hermano había sacado unos videojuegos, y decidieron unirse a él para una competencia amistosa.
Sofía, que había estado observando a todos con una sonrisa divertida, se acomodó en el sofá entre Yoongi y yo. Mi mamá, como siempre atenta, también estaba en la cocina, arreglando algunas cosas mientras la conversación fluía de manera más tranquila.
Después de unos momentos de silencio cómodo, Sofía miró a Yoongi con curiosidad y decidió romper el silencio con una pregunta sencilla pero personal.
—¿Y tú, Yoongi? ¿Qué instrumento te gusta tocar? —ay dios, ya se a dónde va esto. Está chica ya se le despertó el lado Afrodita.
Narrador
Yoongi, que había estado mirando pensativo el caos a su alrededor, sonrió tímidamente ante la pregunta. Era raro que alguien le preguntara algo tan directo sobre él mismo, y por un momento pareció pensarlo.
—Me gusta tocar el piano —respondió, con la voz tranquila que siempre lo caracterizaba—. He estado tocando desde que era pequeño. Es algo con lo que me siento... conectado, ya sabes. Me permite expresar cosas que no puedo decir con palabras.
Sofía asintió, interesada, mientras Malli lo miraba con atención. No era un secreto que Yoongi fuera alguien algo reservado, y escucharle hablar sobre algo tan personal como su música hizo que Malli lo viera desde otra perspectiva.
—El piano, ¿eh? —dijo Sofía, sonriendo suavemente—. Debes ser bastante bueno.
Yoongi se encogió ligeramente de hombros, sin parecer presumido, pero con una cierta modestia en sus palabras.
—No soy un virtuoso ni nada de eso, pero me gusta. Es mi manera de desconectar.
—Es mentira, es un maestro del piano —grita Jungkook, interrumpiendo el momento emotivo. Provocando leves risas entre los chicos.
—Alguien quiere morir joven —interviene Taehyung, mientras seguía jugando con los perros.
Malli, que se había mantenido en silencio escuchando hasta que Jungkook interrumpió con su comentario. No pudo evitar sonreír al notar lo tranquilo y genuino que se sentía Yoongi al hablar de su música.
—A mí me encantaría escuchar cómo tocas el piano alguna vez —dijo Malli, sintiendo un ligero rubor en sus mejillas.
Sofía, notando la pequeña conexión que se estaba formando entre los dos, cambió de tema con una risa.
—¿Quizás podríamos organizar algo más tranquilo para la próxima vez? Yo también podría sacar mi flauta...
Malli y Yoongi se miraron, y ambos parecieron compartir una pequeña sonrisa ante la idea. Yoongi, siempre algo reservado, asintió en silencio.
—Sería genial —dijo él, un poco más relajado.
Yoongi se giró hacia Malli. —¿Y tú, Malli? ¿Sabes tocar algún instrumento?—pregunta con una ligera sonrisa.
Malli, que había estado observando a Tae jugar con los perros, se sorprendió un poco por la pregunta. Se llevó una mano al cabello, pensativa, y luego sonrió con cierta timidez.
—Bueno, sí... aunque no soy experta ni nada. Sé un poco de guitarra. Mi papá me enseñó cuando era más pequeña, pero no he practicado mucho últimamente.
Yoongi asintió, mostrando interés genuino.
—La guitarra es un instrumento interesante. Puedes transmitir muchas emociones con ella, como con el piano, pero de una manera diferente. ¿Qué tipo de música te gusta tocar?
Malli se encogió de hombros, su sonrisa ampliándose.
—Me gustan las cosas sencillas, como baladas o canciones acústicas. A veces toco para mí misma cuando quiero despejar mi mente, pero no me siento lo suficientemente buena como para tocar frente a otros.
Sofía, que estaba escuchando con atención, intervino con una sonrisa traviesa.
—Eso no es verdad, Malli. La última vez que trajiste tu guitarra todos estaban encantados. Solo necesitas un poco de confianza.
Malli hizo una mueca amistosa hacia Sofía, pero Yoongi tomó esa declaración como un desafío.
—Deberías tocar algo la próxima vez que nos reunamos. Podríamos hacer un pequeño intercambio de música —dijo Yoongi, con una chispa de emoción en sus ojos—. Tú en la guitarra, yo en el piano.
Malli se rió ligeramente, sorprendida por la idea.
—¿Un intercambio de música? No sé si podría seguirte el ritmo, Yoongi. Pero suena divertido.
—No se trata de ritmo —replicó él con una leve sonrisa—. Se trata de compartir lo que amas.
La sinceridad de su respuesta dejó a Malli sin palabras por un momento. Pensó que tal vez, solo tal vez, podría aceptar ese desafío algún día.
La tarde había transcurrido entre risas, conversaciones profundas y el caos de la guerra de postres. Finalmente, mientras el sol comenzaba a teñir el cielo de tonos anaranjados, Yoongi sacó su celular para revisar la hora. Sus ojos se agrandaron ligeramente al darse cuenta de lo tarde que era.
—Creo que ya es hora de irme —dijo con una voz tranquila, pero cargada de gratitud. Se levantó del sofá, tomando con cuidado a Holly, su pequeño perro, que dormía plácidamente a su lado.
Malli, Sofía y el resto del grupo se giraron hacia él, con expresiones de sorpresa.
—¿Ya? —preguntó Malli, sintiendo que la tarde había pasado demasiado rápido. Haciendo una leve mueca.
Yoongi asintió con una leve sonrisa.
—Sí, pero muchas gracias por invitarme. La pasé muy bien... y creo que Holly también disfrutó el día —añadió, mirando a su perro con cariño.
Los papás de Malli, que estaban en la cocina terminando de limpiar, se acercaron al escuchar que Yoongi se despedía.
—Yoongi, fue un placer tenerte aquí —dijo el papá de Malli, estrechándole la mano con calidez—. Cuando gustes venir, estás más que bienvenido.
—De verdad, eres parte de la familia ahora —añadió la mamá de Malli con una sonrisa amable—. Y la próxima vez, no te dejaremos ir sin probar más de nuestras recetas.
Yoongi se inclinó ligeramente en señal de respeto, sintiéndose genuinamente agradecido por la hospitalidad.
—Gracias por hacerme sentir tan bienvenido. De verdad, son una familia increíble —dijo, mirando brevemente a Malli, quien le devolvió una sonrisa sincera.
Con un último adiós a todos, incluyendo a Naya, quien movía la cola con entusiasmo, Yoongi salió de la casa con Holly en brazos. Mientras caminaba hacia la salida, Malli lo acompañó hasta la puerta.
—Gracias por venir —dijo ella, un poco tímida pero sincera—. Espero que podamos repetir esto pronto. Omitiendo la parte en que casi todos terminamos con crema batida y harina —se ríe.
—Definitivamente —respondió Yoongi, con su característico tono tranquilo. Luego le dedicó una última sonrisa antes de desaparecer por el camino, dejando a Malli con una sensación cálida en el pecho y la certeza de que ese día sería difícil de olvidar.
Malli
—Mujer, tenemos que hablar —se acercó Sofía con una emoción que se podía notar a kilómetros de distancia.
Llevo mi mano a mi cara. —No otra de tus ideas locas Frida Sofía —la miro.
Hace una mueca de incredulidad. —Uno, no es loca mi idea, hasta cierto punto es decente... Según yo. Y dos, no llevo Frida en mi nombre. Aunque ya sé que me dices así cuando es una señal de advertencia con respecto a mis ideas.
—Es que ya te conozco... Vi que se te salió tu lado Cupido en cuanto le preguntaste a Yoongi si tocaba algún instrumento —me cruzo de brazos.
—¿Tan obvia fuí?
—Para mi, que ya te conozco muy bien, si. Afortunadamente para Yoongi, de milagro no captó tu intención con tu pregunta.
—No sé si sentirme halagada u ofendida por eso —lo piensa un poco.
—Mmm, siéntete halagada de que él no haya captado la intención con tu pregunta —le doy leves palmadas en su espalda—. Y mejor deja de pensar en tus maravillosos planes ayúdanos con el desastre que quedó en la cocina.
Solo escucho cómo bufa después de interrumpir sus ideas para hacerle de Cupido.
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